El ábside central de grandes dimensiones es de forma
semicircular, y está rodeado por un deambulatorio con el que se comunica a
través de siete arcos. El primero, que delimita el presbiterio, esta cerrado
por un arco de medio punto, mientras el resto lo hace con arcos apuntados,
estando los tres centrales cegados por el actual retablo barroco. Los arcos
están sostenidos por columnas cilíndricas rematados por gruesos capiteles, con
toscos adornos vegetales, excepto los que delimitan el presbiterio, formados
por dos columnillas adosadas, que han sido mutiladas en su parte inferior para
poder acomodar dos tumbas de sendos obispos. En la parte superior de la girola
se abren igualmente cinco ventanas de las mismas características de las del
crucero, así mismo las tres centrales están cubiertas por el retablo. El
deambulatorio es amplio y a el se abren cinco capillas siendo la central mas
amplia y de decoración mas refinada con hojas piñas y bolas, similares a los de
la sala capitular. Los seis arcos que forman el ábside confluyen en la parte
superior, siguiendo una distribución muy repetida en otras iglesias, con
perfiles en chaflán y se continúan en el muro con capiteles lisos y los cuatro
centrales con baquetones que separan las ventanas y terminan en el capitel de
las columnas.
Claustro
El actual claustro es el que en el siglo XVI sustituyó al
primitivo medieval, del que no queda ni rastro. El comienzo de su construcción
se remonta a 1512, cuando el abad Martín Egüés I dona los diezmos y primicias
que le correspondían para afrontar el coste de algunas partes de la
construcción. Al maestro Luis de Garmendia se le atribuye la construcción. Se
comienza la obra por la galería del capítulo que es la mas antigua y en la que
se pueden apreciar las armas heráldicas en las ménsulas de esta panda. El
estilo es renacentista con bóvedas estrelladas en las zonas mas antiguas y va
cambiando hasta la panda norte en la que se parecían bóvedas mas complejas y
mas de adornos clasicistas. El sobreclaustro terminado en 16134 construido por
la iniciativa del abad Marcos de Villalba y terminado por su sucesor Ignacio de
Ibero, es de estilo herreriano aunque con alguna modificación sobre el proyecto
inicial de Juan de Nates, arquitecto de origen castellano afincado en
Valladolid.
El acceso al claustro se realiza por la primitiva cocina
de la que solo persisten los muros perimetrales, probablemente tenía una
chimenea central que no se conserva.
No existe en el claustro de Fitero el lavatorio original
y en la galería sur podemos encontrar el refectorio completamente modificado
por la construcción de la biblioteca en el siglo XVII para lo cual se elimino
su bóveda. Su construcción es un espacio rectangular con bóveda de vigas de
madera que apoyan en arcos fajones de piedra de amplio tamaño. En el fondo se
puede apreciar la huella del púlpito que estaba presente en todos los
monasterios de la orden. Ventanales abocinados con arcos de medio punto
permiten la iluminación del espacio.
Galería Sur
Sala capitular
En el centro del ala este del claustro se abre la sala
capitular. Como en otros monasterios se trata de una nave cuadrada cubierta por
nueve tramos de bóvedas de crucería sostenidas por cuatro columnas centrales de
las que parten arcos con adornos trilobulados que terminan en ménsulas
integradas en las paredes perimetrales. Las cuatro columnas centrales se apoyan
en pedestales octogonales y se adornan con capiteles decorados con motivos
vegetales y geométricos de escaso relieve. Corresponde a finales del siglo XII,
misma época que la cabecera del templo. En general transmite sensación de
tosquedad, sobre todo si la comparamos con la vecina Veruela. Dos ventanales
abocinados a ambos lados de la portada, formados por tres columnas con dos
arquivoltas, la externa adornada con un perfil en bocel y capiteles de
similares adornos al resto coronado por un cimacio adornado con cenefa de
ajedrezado jaqués. En la portada el adorno de la arquivolta externa de la
portada cambia el bocel por un ajedrezado incompleto pues no llega hasta las
columnas que la sustenta. Una sillería de madera recorre todo el perímetro de
la sala con el asiento del abad en el centro de la pared posterior. Tres
ventanas cegadas con fuerte abocinamiento interior se sitúan en el muro
posterior.
Monasterio
de Santa María de IranzuEstamos ante un monasterio situado en una zona boscosa en
el fondo de un valle al que se accede a través de una sinuosa carretera que
parte desde la población de Abárzuza, como mandan los cánones cistercienses,
aislado y de difícil acceso. La nominación de Iranzu se debe al topónimo en
euskera que significa helechal y que fue respetado por los fundadores del
monasterio. Sorprendente monasterio por su belleza cisterciense que conserva
todo lo mejor de la arquitectura de la orden sin apenas licencias tan propias
de las reformas introducidas durante el barroco y renacimiento.
La abadía es filial de Cour Dieu, a su vez filial de
Citeaux, siendo la primera filiación de la casa madre en la Península Ibérica.
Se tienen noticias de la existencia del monasterio desde
los tiempos de Sancho el Mayor de Navarra en el año 1027 si bien no se unirá a
la reforma cisterciense hasta 1176, durante el reinado de Sancho Garcés VI el
Sabio, cuando doce monjes de la abadía de La Cour Dieu, bajo la dirección de
Nicolas de Artajona, hermano de D. Pedro de Artajona obispo de Pamplona, acuden
al lugar con la misión de fundar la comunidad cisterciense. El apoyo del obispo
a la comunidad será constante hasta que en 1193 fallece y es enterrado en el monasterio,
por lo que es probable que la cabecera de la iglesia estuviera terminada. En
1199 estaba concluida la sala capitular, a tiempo para recibir al hermano y
primer abad que fue enterrado en ella. En los primeros años el monasterio
recibió numerosas donaciones, creando un rico patrimonio de propiedades que
quedó consolidado a mitad del siglo XIII. En el año 1270 se produce la donación
en testamento de Teobaldo II de “mil
sueldos” para la obra del refectorio, que se construyó bajo los abadiatos
de Bernabé Fernando de Pamplona y Fortunio de Anderaz, y del que apenas se
conservan restos medievales debido a los dos derrumbamientos ocurridos en el
siglo XVII que fue parcialmente reconstruido por el Abad fray Domingo de
Astete, y el segundo tras la exclaustración y abandono del edificio, siendo
reconstruido en época contemporánea por la institución Príncipe de Viana
conservándose parte de los muros laterales y la puerta de acceso.
El comienzo del declive económico del cenobio comienza
con la peste negra de 1348, tras la que los diferentes conflictos del reino
como la guerra del rey Carlos II el Malo en Francia, la guerra civil de Navarra
a mitad del siglo XV, a los que siguió diferentes catástrofes climatológicas,
permitieron que la mayor parte del patrimonio del monasterio se perdiera. En el año 1512 se produce la anexión del reino de Navarra
por el de Castilla, de la mano del duque de Alba siguiendo las órdenes de
Fernando el Católico, lo que produce un cierto renacimiento económico, pero al
mismo tiempo el comienzo de una política de injerencia de la monarquía en los
asuntos monásticos, como el nombramiento de abades, en Iranzu fueron siete los
abades de nombramiento real: Martín Juárez procedente de Piedra, Domingo de
Astete de Valbuena, Plácido del Corral y Luis de Estrada, también de Castilla.
En el siglo XVII se produce la formación de la
Congregación Cisterciense de la Corona de Aragón, en contra de las intenciones
de Felipe III y Felipe IV que intentaron adscribirlos a la congregación de
Castilla, siendo el Papa Urbano VIII el que con la bula Salvatori Nostri Vices
consolida esta unión. Esto permitió una época de bonanza y estabilidad en los
monasterios navarros, acometiendo nuestra abadía obras de remodelación y
ampliación.
Durante el reinado de José Bonaparte en 1809 se dicta la
primera exclaustración, en el mes de septiembre se presentan en la abadía un
letrado y el vicario Antonio Martínez para hacer inventario, y cargar en carros
todo lo que de valor existiera en el monasterio para llevarlo a Estella,
obligando a los monjes a vestir ropa de seglar y abandonar el lugar. Los monjes
volvieron en 1814 para ser expulsados de nuevo en 1820.
Es el monasterio el último al que se aplicó la
desamortización, debido a que la zona estuvo en manos carlistas hasta que los
monjes salieron de Iranzu a finales de septiembre de 1839, mes y medio después
de la finalización de la primera guerra carlista, siendo el último abad Fausto
María Pascual.
Durante 104 años estuvo abandonado hasta que en 1943,
cuando los padres Teatinos llegan al lugar iniciando la reconstrucción junto a
la Institución Príncipe de Viana y la Diputación Foral de Navarra.
Característica iglesia con planta de cruz latina de tres
naves con 55 m de largo, 15,5 m de altura y 17,70 m de anchura, crucero y
cabecera con tres capillas. El estilo de la iglesia se ajusta mucho a la
primitivo ideal cisterciense, planta bernarda de gran sencillez con la capilla
central terminada en cabecera plana con las tres ventanas y el rosetón
superior, que aportan mucha luz a la cabecera, el hecho de que ningún retablo
cubra esta parte permite apreciarla en toda su belleza.
La cabecera es una de las zonas mas primitivas del
monasterio, compuesta por capilla central con tramo recto y fondo plano de
tamaño doble a las dos capillas laterales también de forma cuadrada, siendo la
del lado del evangelio de menor tamaño que la de la epístola. La capilla
central se cubre con dos bóvedas de crucería sostenidas por dos arcos fajones
de aristas de baquetones que apoyan en columnas adosadas. Los capiteles tienen
adornos vegetales. El cierre oriental se realiza con muro plano interrumpido
por tres grandes ventanales rematados por arcos apuntados y con fuerte derrame,
coronadas por un rosetón calado. El ábside central estaba terminado en 1193,
pues en el lado del evangelio se enterró el obispo de Pamplona, Pedro de
Artajona, cofundador del monasterio. Las capillas laterales se abren al crucero
con arcos apuntados y doblados y están cubiertas por bóvedas de crucería
apoyando los nervios en ménsulas decoradas con hojas, ambas están iluminadas
por ventanal abocinado. La capilla de la epístola está dedicada a San Cayetano,
mientras la del evangelio a San Andrés Avelino, ambos importantes para la orden
Teatina que puebla actualmente el monasterio.
El crucero de tamaño contenido, se cubre con tres tramos
de bóveda sostenidas por arcos torales que apoyan en pilares y ménsulas
perfilados por nervios en bocel. La bóveda central está cerrada por un clave
hueca por la que pasaban las cuerdas de las campanas del primitivo campanario
que se situaba encima. En el muro norte estaba la puerta de los muertos en la
actualidad tapiada. En el otro extremo se encuentra la puerta de la sacristía y
en este mismo muro vemos tres puertas cegadas una mas lata que daba acceso a
las escaleras del dormitorio, la segunda mas baja daba acceso a la primitiva
sacristía y la tercera situada en la pared sur de la capilla lateral del lado
de la epístola daba acceso a la capilla de Santa Catalina, derruida y
sustituida por la actual sacristía construida por el abad Luis Estrada. El
crucero se ilumina por dos pequeños rosetones en los muros sur y norte y sendas
ventanas estrechos y abocinados en en la parte superior de las capillas
laterales.
Las naves están cubiertas por cinco tramos de bóvedas de
crucería de nervios con perfil en bocel, que descansan en ménsulas tronco
cónicas y poligonales decoradas con sencillos adornos vegetales. Los fajones
descansan en columnas adosadas a los pilares interrumpiendo su recorrido en la
mitad del pilar como es característico de las iglesias del Cister. Solo el
primer arco de la nave apoya en columnas que descienden hasta el suelo. Los
arcos formeros son doblados con aristas vivas el superior y boceles en las
aristas del inferior, que descansa en ménsulas adosadas al pilar. Los capiteles
mantienen los adornos vegetales de toda la iglesia. En las naves laterales los
apoyos de los nervios abocelados se sitúan en ménsulas de posición inferior a
los de los arcos perpiaños de doble volteo. La iluminación se consigue por
ventanales apuntados y abocinados que se sitúan en los muros norte y sur en
cada tramo de la nave principal. Las naves laterales solo la de la epístola
tiene tres ventanales en la parte sur.
La portada occidental se abre con portada abocinada de
cuatro arquivoltas con adornos en bocel, descansando sobre columnas acodilladas
con capiteles decorados con motivos vegetales. Cubre la puerta una escocia
semicircular. En la arquivolta inferior en la parte superior del arco apuntado,
vemos un crismón En el lado izquierdo de la portada se aprecian pequeñas
saeteras que recorren la fachada de arriba abajo que son iluminación para la
escalera de caracol que conduce al campanario que sustituyo al primitivo de
madera. En la parte interior de este muro existen un rosetón construido durante
la restauración y dos ventanales que quedan tapados por la actual fachada y que
permitirían la entrada de luz en la parte posterior de la iglesia.
Claustro
A través de la puerta de los monjes accedemos al claustro
desde la iglesia. Estamos ante un claustro de enorme belleza, a pesar de su
contención y deliberada sencillez. Como en la mayoría de los monasterios la
construcción va evolucionando con los tiempos y comienza por la panda norte que
es la mas antigua, de la misma época que la cabecera de la iglesia, finales del
siglo XII. Estamos en la característica transición del románico al gótico de
los cistercienses. Posterior es la panda este donde se sitúa la sala capitular
y que presenta estilo mas evolucionado de gótico puro del siglo XIII hasta
gótico avanzado del XIV. La nave oeste es la que presenta más variedad, desde
ventanales del XII, dos de gótico primitivo del XIII y otros tres del ya
evolucionado del XIV. Por ultimo los ventanales de la panda sur son todos del
gótico del XIV. A diferencia de los ventanales, los pilares columnas y arcos
mantienen la uniformidad en todo el conjunto. Los pilares son redondos con contrafuertes hacia el patio y rodeados de columnas con capiteles con adornos
vegetales y cimacios lisos en nacela. Las naves son de crucería, menos
apuntados en la panda norte que en el resto. Los ventanales son bigéminos y de
distinta factura dependiendo de las pandas como se ha indicado. En el siglo
XVIII se edificó un sobreclaustro que no sobrevivió a la restauración. Llama la
atención en el claustro la puerta de los monjes que da acceso a la iglesia y
que fue construida en el siglo XVII por el abad real Luis Estrada de estilo
manierista al igual que la ventana que sustituyó al armarium y la sacristía
todas de la misma época.
La galería norte es la que presenta las formas mas
antiguas de transición combinando en los ventanales que dan al patio arcos de
medio punto bigeminados con un cierre superior perforado por un rosetón
polilobulado y protegido por un arco apuntado propio del gótico, este tipo de
arco se extiende a la panda oeste en su comienzo, siendo los dos primeros
ventanales de la misma factura.
Galerías Este y Sur
Galerías norte y oeste
Lavatorio
La galería oriental, o del capítulo que es la mas larga
de todas con 39 m, tiene una composición distinta con 8 ventanales con arcos
apuntados que contienen tracerías de arcos apuntados polilobulados sosteniendo
un rosetón de bella factura, indica que estos ventanales se construyeron ya en
el siglo XIV y que debido a su deterioro durante los años de abandono han sido
sustituidos.
La panda sur o del refectorio se construyó en la segunda
mitad del siglo XIV constituida por cinco ventanales y el lavatorio central.
Los ventanales son de cuatro arcos trilobulados rematado por un rosetón de
cuatro lóbulos. Esta galería es fruto de la restauración exceptuando la entrada
al refectorio y la cocina. El lavatorio de planta hexagonal es de gran belleza,
un arco permite la entrada desde el claustro y rodeado de cinco ventanales de
arcos trilobulados rematados por un rosetón calado bajo un arco apuntado de
descarga. Una gran bóveda sostenida por seis nervios que parten de columnas
adosadas en los pilares. En el centro se sitúa la pila y la fuente de agua
característica de todos los monasterios del Císter. No se conserva el
refectorio y solo la portada que se sitúa enfrente del lavatorio permanece, con
sus tres arquivoltas de bocel apuntado, sostenidas por columnas con capiteles
adornados con motivos vegetales. Es de destacar la gran cantidad de diferentes
especies vegetales que profusamente adornan el claustro, azkarros, berros,
robles, construyen un muestrario excelente de las especies que crecen en los
bosques que rodean el lugar. El antiguo refectorio se hundió en los siglos XV o
XVI y solo se conserva algún vestigio de su primitivo esplendor pues al parecer
era de gran tamaño y elaborada arquitectura similar al de Huerta. La cocina que
también se abre a esta panda será comentada de manera individual pues lo merece.
Galería oeste o de los conversos, donde se encontraba la
cilla del monasterio y desde donde los conversos accedían a la iglesia a través
de una puerta sin ningún adorno ni derrame, con un tímpano liso protegido por
un arco de descarga. Los siete ventanales que dan al patio, siendo los dos
primeros mas antiguos similares a los de la galería norte con arcos de medio
punto protegidos por arco apuntado, a continuación otros dos de estilo gótico
con columnas mas gruesas y de menor anchura y por ultimo tres ventanales ya del
siglo XIV de la misma construcción que los de la panda del capítulo. En el
primer pilar encontramos capiteles figurados, uno de cuatro monjes descabezados,
otro de arpía y grifo y en el quinto pilar también arpías. La cilla que asoma a
esta galería no se puede visitar por no estar acondicionada.
En la decoración general del claustro ya hemos mencionado
la profusión de especies vegetales contenidas en los capiteles y hay que
mencionar algunas de las claves del claustro que muestran un cristo en en
majestad entronado, unas imágenes de corderos y una mano en actitud de bendecir
que se repite en varias claves lo que haría pensar en que pudiera ser el
emblema del monasterio.
Sala capitular
Conformada por dos naves de tres tramos de bóveda de
crucería cada una, con arcos de medio punto. La portada con dos ventanas
laterales abocinadas con tres arquivoltas resaltadas con bocel liso, que
reposan sobre columnas adosadas cuyos capiteles de adornos vegetales y bolas y
basas de tóricas sobre plintos cuadrados. Entre las columnas machones
prismáticos con adorno en bocel, sostienen las arquivoltas. La puerta con arco
de medio punto con solo un adorno de baquetón en bocel que recorre toda la
embocadura desde el claustro.
En la base de la ventana izquierda se puede apreciar una
tumba en la que hay grabado y bastón que se remata con una cruz con una mano
bendiciendo en el centro, esta mano se repite e lo largo del claustro por lo
que se puede deducir que pudo ser el emblema del monasterio, un adorno de
hojarasca remata el borde, y mas abajo una banda horizontal de flores de cuatro
pétalos y dos remates laterales de puntas de diamante, se trata de la tumba del
primer abad de Irantzu Nicolas de París, enterrado en 1199. La ventana de la derecha tiene en la parte que da hacia
la puerta una columna menos, parece que la construcción debió recurrir a esta
medida para poder ajustarse a las dimensiones del claustro.
La bóveda de crucería se apoya en ménsulas prismáticas
con adornos en nacela en los muros perimetrales y en capiteles que apoyan en
fustes en las cuatro esquinas y en dos potentes columnas de fuste liso y
capiteles con hojas de agua que dividen las dos naves.
n el muro del fondo encontramos tres vanos, dos puertas
a los lados y una ventana abocinada en el centro. Las dos puertas comunicaban
con la capilla de Santa Cristina, mientras la ventana debía permitir la
iluminación del interior de la sala.
Santa
María la Real de la Oliva
La abadía cisterciense del monasterio de Santa
María la Real de la Oliva, a veces llamado también de Nuestra Señora de la
Oliva, es un gran conjunto de arquitectura monacal románica y
destacado ejemplo de arte cisterciense navarro, situada en la
localidad de la Navarra meridional de Carcastillo (España)
y colindante con la vecina Aragón sobre la cual también ejerció su
influencia.
Como siempre es complicado establecer la fecha de
fundación, estamos en una zona frontera entre los reinos de Aragón y Navarra,
por lo que siempre se ha situado en zona de conflicto entre ambos reinos.
Existe un documento en el que el rey García Ramírez de Navarra hace donación
del lugar de la Encisa al monasterio de Scala Dei francés que data de 1134,
pero la autenticidad de este documento no se ha podido establecer ni la
autenticidad de la fecha ni del documento. Los datos mas fiables de que
disponemos en la actualidad datan de 1145, año en el que un documento del mismo
rey navarro hace donación del lugar de Oliva al abad Raimundo de Niencebas
(como ya hemos visto terminaría siendo de Fitero). Por tanto esta parece la
fecha más probable para su fundación.
En 1147 el Papa Eugenio III confirma la donación a
Niencebas. Dos años mas tarde, en 1149 es el rey aragonés Ramón Berenguer IV el
que emite un nuevo documento confirmando la donación de este lugar ala abadía
de Scala Dei, lo que nos indica la conflictividad de la zona y los diversos
cambios en las fronteras de estos dos reinos. Ese mismo año tras firmarse la
paz entre los dos monarcas, García Ramírez otorga un nuevo documento de
confirmación. Todos estos cambios nos pueden indicar que el monasterio no fuera
erigido inmediatamente de la donación sino que durante años fueran posesiones y
granjas de Niencebas, y que tras establecerse una comunidad de monjes fuera
poco a poco su propia estructura monacal. En septiembre de 1150 es el capítulo
general del Cister el que acoja bajo su jurisdicción las abadías de La Oliva y
Veruela quedando adscritas como filiación de Niencebas. Ese mismo año se
produce la donación de García Ramírez de los lugares de Oliva, Castelmunio y
Encisa a Bertrando, primer abad de la Oliva. En 1152 el Papa Eugenio III
reafirma sus posesiones y la pone bajo su protección. En 1161 el capítulo
general de Cister decide poner los monasterios de la Oliva y Veruela bajo al
filiación de Scala Dei siendo notificada esta situación mediante documento emitido
por el abad de la casa francesa. La abadía se desarrolla con la protección de reyes y
nobles y los privilegios otorgados por los sucesivos Papas, llegando a tener
grandes posesiones en Navarra y Aragón, y participando sus abades en las cortes
de Navarra. Algunos de los abades llegaron a ser consejeros de reyes como Lope
de Gallur que los fue de Carlos II, e incluso uno de ellos, Pedro de Eraso
llego a ser regente del reino en ausencia de los monarcas en el siglo XVI.
Otros llegaron a ostentar cargos como el obispado de Jaca y Urgel con el abad
Luis Aux de Armendáriz, que murió sin poder tomar posesión del cargo de
arzobispo de Tarragona.
El siglo XIX acabo con el monasterio a raíz de la
desamortización de 1835 cuando el monasterio se disuelve, tras haber sufrido
varios abandonos, con la invasión francesa en 1809 y posteriormente en 1821 se
produce la exclaustración por el gobierno constitucional, recuperándose la vida
monacal en 1823 hasta el cese definitivo de 1835. El monasterio fue abandonado
hasta que en 1926 monjes de la comunidad cisterciense de Getafe ocupan de nuevo
el monasterio tras firmas un acuerdo con la Diputación Foral de Navarra,
recuperando el rango de abadía en 1948 siendo el abad José Olmedo.
Visité el monasterio en el verano de 2019, quedando
con la impresión repetida de la monumentalidad de los edificios y de la
austeridad, que en el se desarrolla en toda su intensidad. Grandes espacios,
sensación de solidez quizás acentuado por la escasa iluminación que nos deparó
el día, y también por la iluminación que se ha realizado artificialmente de la
iglesia, que se suma a la austeridad.
La iglesia abacial de la Oliva representa el mas puro
estilo cisterciense, de dimensiones grandiosas 74 m de larga por 37 metro del
crucero y la mitad 18 metros y medio la altura de la nave central. Estructura
de basílica de tres naves, la central más alta. La obra comenzó en estilo
románico como atestiguan los dos primeros arcos del crucero y luego se
incorporaron los arcos y bóvedas apuntadas. Se comienza a construir en 1164.
Los arcos fajones se apoyan en columnas adosadas que continúan hasta la las
grandes basas o zócalos donde terminan. Cada arista de la bóveda se apoya en un
adorno baquetonado adosado a la columna que lo conduce hasta el zócalo del
suelo. La cabecera esta formada por la capilla central y cuatro capillas
laterales. La central contiene un amplio presbiterio plano que se cubre con una
bóveda de cañón apuntado que solo podemos encontrar en esta zona, termina en un ábside semicircular de cinco tramos con sus correspondientes ventanas
abocinadas hacia el interior, adornadas por encima y por debajo por baquetones
y con planchas de alabastro que permiten la iluminación del conjunto. Cierra
este espacio por arriba una bóveda esférica, recorrida por cuatro nervios
cuadrados y planos, que dan una gran sensación de solidez al conjunto. Contiene
el ábside un gran arco plano y cuadrado sostenido por dos columnas adosadas
semicilíndricas, que bajan hasta el suelo y en cuyo centro confluyen los cuatro
nervios de la bóveda. Las cuatro capillas laterales son de similar
construcción, tramo cuadrado con bóveda de crucería y en el fondo las ventanas
tienen una forma peculiar formada por dos huecos de cuarto de círculo divididos
por un parteluz. Las capillas están dedicadas las de la derecha a los
fundadores del Cister San Roberto y San Esteban en la primera y a San Bernardo
la segunda. En el lado izquierdo San Benito y un conjunto con San Joaquín,
Santa Ana y la Virgen niña.
Las naves laterales terminan en la fachada oeste pero
están cerradas por una reja que también se extiende a la nave central a la
altura del ultimo tramo, dejando por detrás una escalinata y en la nave de la
epístola se encuentra una tumba de difícil interpretación por lo erosionada que
está y que según la tradición se destinó al rey Sancho VII, que finalmente fue
enterrado en Roncesvalles. En el muro occidental de ambas naves se abren dos
rosetones de similar factura compuestos por un rosetón polilobulado en el
centro de donde nacen 16 columnillas con capiteles de adornos geométricos y
vegetales que terminan en arcos de medio punto que al cruzarse forman 16 arcos
apuntados. Rodea
el rosetón una moldura en bocel.
Toda la decoración de la iglesia se ajusta a la norma
cisterciense con gran sencillez que solo se pierde en el primer tramo junto a
la salida en la que encontramos capiteles con sirenas y figuras grotescas, el
resto de la iglesia solo tiene adornos vegetales y bolas de factura muy sobria.
La portada occidental es la que tiene más profusión de
adornos y figuras. La portada está cerrada por la parte superior por un arco
apuntado y compuesta por doce arquivoltas adornadas con molduras que están
enmarcadas por un adorno festoneado de flores en el interior y con puntas de
diamante la exterior, descansan en capiteles de contenido vegetal y se
sostienen con seis columnas exentas y otras seis talladas en el muro. Las
jambas de las dos puertas tienen sendos capiteles en los que aparecen dos
figuras de abades, mientras el parteluz esta adornado con un capitel en que una
profusión de pequeñas cabezas humanas en actitud observante.
El tímpano en forma de semicírculo contiene en su parte
superior un Agnus Dei que lleva un estandarte con la cruz, rodeado de una
moldura circular y en el exterior un crismón con el alfa y omega y la S
(principio, fin y salvador), en la parte superior un gallo representa la
resurrección y una estrella de ocho puntas que representa la luz. En la parte
inferior un dragón y un grifo alado, que representan el triunfo de Cristo
descrito por el Apocalipsis. El sol y la luna situados por fuera de la moldura
exterior, representación simbólica de la divinidad y la humanidad de cristo. En
la parte inferior, a ambos lados del circulo encontramos el pantocrátor rodeado
del tetramorfos que representan a los cuatro evangelistas y una representación
de la virgen con el niño en brazos y un personaje sentado a su izquierda de
mucho menor tamaño que pudiera representar a San José. En la parte mas alta de la portada vemos un alero
especialmente decorado, compuesto por 27 modillones, trece de ellos representan
personajes con instrumentos musicales. Una representación de Cristo crucificado
que extrañamente no se sitúa en el centro como correspondería, sino desplazado
hacia la izquierda, y que lo representa coronado con una diadema bizantina y
cuyos brazos son sujetados por ángeles. Podemos ver también caras humanas de
cuya boca salen plantas de inspiración inglesa (Green-Man), una anunciación,
dos figuras que parecen un fraile y una monja y una rueda de la fortuna.
Por ultimo en la parte superior del alero, encontramos un
pasadizo al que se accede desde el extremo sur, donde una escalera interna
recorre una excrecencia de la fachada, que permite acceder a el y recorrerlo y
sobre el un arco apuntado de cañón corrido que en su día pudo cobijar un
rosetón románico similar al de las naves laterales. El actual fue rehecho en
1536 bajo el abadiato de Martín de Rada II. La torre renacentista que culmina
la fachada se construyo entre 1636 y 1640 siendo abad Ángel del Águila, junto
con las torrecillas de los extremos.
El claustro es de estilo gótico, compuesto por cuatro
pandas de seis tramos cada una. Las del lado oriental y sur, son de la misma
época de mediados del siglo XIV durante el abadiato de Lope de Gallur
(1332-1362). Las ventanas del claustro están divididas por tres columnas
centrales y dos adosadas al muro, lo que deja cuatro vanos que terminan en la
parte superior con arcos lobulados que a su vez sostienen otros tres óculos con
cuatro lóbulos los inferiores y con seis el que culmina el espacio y cierra el
arco en su parte superior. La galería occidental, tiene otra terminación más
compleja con adorno de sol rodado o naciente la que culmina el arco superior de
estas ventanas. Por su parte la panda norte es la mas moderna y ya entra en el
gótico mas tardío, construido a finales del siglo XV por el abad Pedro de Eraso
(1468-1502), en esta podemos ver en las claves centrales el escudo del abad,
dos lobos superpuestos a un báculo con cintas. En la parte externa de la galería sur podemos ver un
conjunto de capiteles que comienzan con la imagen de un Green-man de cuya boca
salen las hojas que rodean todo el conjunto como un monje vendimiando, seguido
de otro monje comiendo un racimo, siguiendo una monja observando la escena y a
continuación otra monja se lleva a la boca un grano de uva. Una figura de monje
finamente perfilada parece vigilar toda la escena desde el siguiente capitel y
la serie termina en otro capitel muy deteriorado que no permite distinguir su
contenido. Por ultimo en el pasillo occidental hay varias puertas
que comunicaban con el pasillo de conversos y la celda del cillerero encargado
del abastecimiento del monasterio.
Sala capitular
En la panda este del claustro, nos encontramos con la
sala capitular. Se mantiene intacta desde su construcción y quizás sea la mas
antigua de los monasterios cistercienses peninsulares. La portada compuesta por
la propia puerta y cuatro ventanas dos a cada lado. Son cinco arcos de medio
punto sostenidos por cinco columnas exentas que forman una planta cruciforme.
Llama la atención como se ha resuelto el encaje en el resto del claustro pues
los arcos de este, terminan en el centro de la portada, sustentados por una
ménsula con un ángel decorando su base, y otros dos que terminan sobre el
centro del arco de la ventana exterior de ambos lados, donde encontramos una
columna en la que se apoyan y dividen la luz de estas, una ménsula sin adornos
los sostienen. En el interior encontramos una planta cuadrada, subdividida en
nueve tramos. Cuatro columnas centrales reciben los arcos que proceden de las
ocho columnas adosadas a los muros para ofrecer la característica imagen que se
repite en todos los monasterios, de palmeras sosteniendo las bóvedas con sus
nervaduras. El fondo con dos ventanas abocinadas con arcos de medio punto y cerradas
por planchas de alabastro permiten la iluminación de la habitación. En el
centro de la pared posterior la silla del abad y un banco corrido con friso de
madera, permite el asiento de la comunidad. Toda la sala tiene escaso adorno de
formas geométricas en los capiteles siguiendo de manera estricta las
indicaciones propias de la orden.
Vista
de la portada de la sala capitular
Interior Sala Capitular
Monasterio
de Santa María la Real de las Huelgas, conocido popularmente como monasterio de las
Huelgas, situado en la ciudad de Burgos (Castilla y
León, España), es un monasterio de la congregación de
monasterios de monjas cistercienses de San Bernardo. Fue fundado
en 1187 por el rey Alfonso VIII de Castilla y su
esposa Leonor de Plantagenet.
Está situado al occidente de la ciudad de Burgos,
algo retirado del río Arlanzón, en un terreno llano que antiguamente
estaba ocupado por prados y que era conocido como «Las Huelgas», que era la forma en que se denominaba al terreno de
cultivo no trabajado y dedicado a pastos. Actualmente, está considerado
como BIC (Bien de Interés Cultural) (fue declarado Monumento
histórico-artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional mediante
decreto de 3 de junio de 1931).
Existía un pequeño palacio en estos terrenos donde está
ubicado el monasterio, del cual se conservan algunos pequeños vestigios. El
lugar fue elegido por el rey Alfonso VIII y su esposa Leonor de
Plantagenet para levantar un monasterio cisterciense femenino
que se fundó en junio de 1187.
Fue la reina Leonor quien puso mayor empeño en conseguir
esta fundación con el fin de que las mujeres pudieran alcanzar los mismos
niveles de mando y responsabilidad que los hombres, al menos dentro de la vida
monástica. Elevaron al papa Clemente III la petición para fundar y
consagrar el nuevo monasterio, petición que fue concedida de inmediato. Los
reyes donaron cerca de cincuenta lugares cuyas tierras constituyeron desde el
principio un importante patrimonio que se multiplicaría con el tiempo. Se conserva
la carta fundacional del rey que empieza diciendo:
Yo,
Alfonso, por la gracia de Dios, rey de Castilla y Toledo, y mi mujer, la reina
doña Leonor…
Cîteaux otorgó a este monasterio el derecho a
instituirse como matrem ecclesiam equiparándose así al gran
monasterio francés de Fontevrault. En 1199 se convirtió
definitivamente en casa madre de los monasterios femeninos de
Castilla y de León.
La vida del monasterio dio comienzo con un grupo de
monjas que llegaron desde el Monasterio de Santa María de la
Caridad de Tulebras (en Navarra), donde existía
desde 1157 el primer monasterio cisterciense femenino de la
península. Las dos primeras abadesas fueron la infanta de sangre real Misol (o
Mariasol) y la infanta Constanza, hija de los reyes fundadores. La abadesa de Las Huelgas llegó a disfrutar de una
autonomía y poder tan elevados que estaba por encima de la curia episcopal,
dependiendo directamente del papa. La abadesa, como mujer, no podía confesar,
decir una misa, ni predicar, pero era ella quien daba las licencias para que
los sacerdotes hicieran estos trabajos. La concesión era dada en nombre de Dios
y de la Sede Apostólica. Era dueña de un señorío material y un señorío
jurídico. El
señorío material estaba compuesto por:
·
54
villas
·
tierras
·
molinos
·
exenciones fiscales de pontazgo, portazgo y montazgo.
El señorío jurídico tenía su propio fuero, cuyas
leyes en el tema civil y criminal dirigía y vigilaba la abadesa. Podían
nombrar alcaldes y ejercían su jurisdicción sobre un buen número de monasterios
cuyas abadesas eran nombradas por la abadesa de Las Huelgas.
Todos los privilegios se mantuvieron intactos a través de
los siglos hasta el siglo XIX, en que fueron suprimidos por el
papa Pío IX.
Durante la Edad Media, en este monasterio se
llevaban a cabo ceremonias tan importantes como las de proclamar a los reyes y
armar caballeros. Entre los caballeros armados antes de ser reyes
figuran Fernando III el Santo, Eduardo I de Inglaterra, Alfonso
XI de Castilla y de León, Pedro I de Castilla (que además nació en la
torre defensiva del edificio) y Juan II. Los reyes coronados aquí
fueron Alfonso XI y su hijo Enrique II de Trastámara. También
tuvo gran importancia como panteón real y de nobles, con magníficos sepulcros,
muchos de los cuales fueron profanados durante la Guerra de la
Independencia Española. En la actualidad este monasterio está gobernado por
monjas cistercienses. Tiene diez habitaciones preparadas para retiro espiritual
de mujeres que lo soliciten. La abadesa actual no tiene mandos ni privilegios
especiales civiles ni jurídicos. Tanto ella como la comunidad de monjas dedican
su vida a la oración y a atender unas mínimas posesiones.
Arquitectura
del monasterioEs un monasterio amplio y complejo, con aspecto de
fortaleza, con dependencias que se fueron añadiendo a lo largo de los siglos,
como las viviendas tradicionales de los criados y los clérigos, las casas de la
administración y las escuelas. Todo el recinto estuvo amurallado. Se conservan
dos puertas: una para el público, que conduce al Compás de Afuera, y otra
llamada de Alfonso XI, que conduce al Compás de Adentro; esta parte
se utilizó como servicio para las monjas.
Comenzaron las obras a finales del siglo XII y
continuaron en el XIII. Existen documentos en que se nombra a
un maestro Ricardo que intervino en su construcción. La parte más
antigua corresponde al claustro románico conocido con el nombre
de las claustrillas, después le sigue en el tiempo la iglesia, de
corriente protogótica, y el claustro de San Fernando que es ya
de claro estilo gótico, con bóvedas de yeserías mudéjares.
Puede verse por distintos puntos del complejo monástico
el emblema heráldico del rey constructor, el castillo, que aparece en la torre, en tímpanos y jambas de
las puertas.
Iglesia
El edificio de la iglesia sigue el modelo cisterciense
con tres naves alargadas, más la nave del crucero, que en este caso tiene
un muro de separación con el resto de la iglesia debido a la condición de
clausura. Se aparta de la severidad del cisterciense en lo referente a la
ornamentación arquitectónica, con elementos muy particulares que demuestran la
influencia francesa, como en las bóvedas angevinas de planta cuadrada
achaflanada y en las columnillas voladas sobre repisa. Se cree que la reina
Leonor mandó traer desde Angers a alguno de los arquitectos. Este
tipo de arquitectura creó escuela en la comarca burgalesa y la imitaron en la
cabecera de la catedral de Burgos, en la de la catedral de El Burgo
de Osma, en Sasamón y otras.
La fachada septentrional está formada por 19 arcos
apuntados, dispuestos de dos en dos entre recios contrafuertes. En la pared del
brazo del crucero se abre un rosetón.
En el interior destaca la bóveda angevina del crucero, de
planta cuadrada, con ocho arcos formeros, dos diagonales y otros dos en
los ejes, que componen la bóveda sexpartita cupuliforme. Las capillas
absidiales que están pegadas a la mayor también responden al estilo angevino.
Se cree que esta obra se hizo entre 1180 y 1215 con artistas
de la reina Leonor, mientras que el resto fue
de 1215 a 1220 con los maestros franceses de Fernando
III el Santo.
En el presbiterio se contempla el
gran retablo del siglo XVIII, obra del arquitecto Policarpo
de Lanestosa, el escultor Juan de Pobes y el dorador Pedro Guillén.
Adornado con columnas salomónicas, tiene en su parte central la imagen de la
Asunción y en el ático el Calvario cobijado en una concha muy adornada con
numerosos ángeles músicos. Sobre el muro de la Epístola (muro sur) está
el órgano barroco. El púlpito es de hierro forjado y está montado
sobre un soporte que le permitía girar de manera que las monjas pudieran
escuchar mejor al predicador desde la clausura.
En las naves longitudinales de lo que fue la clausura se
encuentran los numerosos sepulcros de infantes y reyes. Alfonso
VIII quiso hacer de esta iglesia un panteón real. Se han podido conservar
muchos de estos ricos enterramientos y muchos otros se perdieron en expolios,
guerras y barbarie.
Sepulcro
del infante Fernando de la Cerda (1255-1275).
Sarcófago
de Alfonso de la Cerda «el Desheredado» (1270-1333).
Es sabido que uno de los principales motivos que impulsó
al rey Alfonso VIII a edificar este monasterio es el de convertirlo en panteón
de reyes y que él mismo quiso ser enterrado aquí junto a su mujer. En toda la
iglesia pueden verse bastantes sepulcros de la familia real, unos más
artísticos y otros más pobremente adornados, pero todos de gran importancia
histórica. Estos enterramientos sufrieron un grave expolio durante la época de
la ocupación por las tropas francesas de Napoleón en el siglo
XIX. Muchos se han podido recuperar, pero el ajuar que se conservaba dentro
junto al cadáver está perdido. Únicamente se salvó el de don Fernando de
la Cerda, cuyos ropajes intactos se han podido guardar en el Museo de Telas. Los más importantes son:
·
Aquellos que están en el atrio, antes de entrar en
la iglesia por la puerta gótica. Son de los
siglos XIII y XIV y se cree que contienen enterramientos de
caballeros muertos en la Batalla de las Navas de Tolosa.
·
Sepulcro de Enrique I de Castilla, hijo
de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet, muerto
en Palencia en 1217 a la edad de 13 años, tras haber sufrido una
intervención en el cráneo. Se cuenta que le cayó encima una gran teja que le
ocasionó una herida mortal. Se
encuentra en la nave del Evangelio (nave norte).
·
Sepulcro de don Fernando de la Cerda hijo
de Alfonso X el Sabio, heredero al trono, pero murió antes que su padre el
rey. Es en piedra policromada, con ornamentación de símbolos heráldicos. Se encontró
intacto y sin saquear y pudieron extraerse las mejores piezas de vestidos
medievales que se custodian en la actualidad en el Museo de Telas
Medievales, ubicado en la antigua cilla o almacén del monasterio.
·
Sepulcro de Leonor de Castilla, reina de Aragón. Es
pequeño y muy bien cincelado, de fines del siglo XII, románico.
Sepulcros de los reyes fundadores, en la nave central, de
piedra con ornamentación heráldica con los castillos del rey y los tres leones
del escudo inglés de la reina. Sus tapas son a doble vertiente. Se apoyan sobre
pedestal custodiado por cuatro leones.
·
Sepulcro de Constanza de Castilla, hija de los reyes
fundadores y segunda abadesa del monasterio.
·
Sepulcro de Sancho de Castilla, hijo
de Fernando III el Santo, que fue arzobispo de Toledo.
·
Sepulcros unidos de Berenguela de
Castilla (hija de Fernando III el Santo), con suntuosa decoración, y
de Blanca de Portugal, con decoración heráldica en entrelazados mudéjares.
·
Sepultura lisa de María Ana de Austria, fallecida en
1629, hija natural de don Juan de Austria y nieta de Carlos I de
España, que fue abadesa de este monasterio. Anteriormente estuvo en
el convento de Madrigal de las Altas Torres, donde protagonizó un hecho
insólito junto al famoso pastelero de Madrigal, inmortalizado por el escritor
español José Zorrilla en su obra Traidor, inconfeso y mártir.
Las
Claustrillas
Llaman así al pequeño claustro antiguo, de planta
rectangular, que perteneció al monasterio fundado en 1187. Cuando se creó el
otro claustro de San Fernando, las monjas utilizaron este espacio para su
propio recreo y meditación. Se cree que el autor de la obra fue el maestro
Rodrigo, que dejó otras obras por estas tierras.
Cada lado presenta doce arcos que se apoyan sobre
columnas pareadas con capiteles alargados,
entre románicos y góticos, con ornamentación vegetal muy
estilizada. En las esquinas y centro de cada lado se interrumpe la arquería con
machones (o pilar), cuyos capiteles están ricamente labrados con temas de
castilletes.
Claustro de San
Fernando
Fue construido hacia el primer cuarto del siglo
XIII. Sus galerías están cubiertas por bóvedas de cañón, reforzadas
por arcos fajones que se apoyan en ménsulas de decoración vegetal
hacia el interior y lisas hacia el exterior. En algunas zonas se conservan
restos de yeserías hispanomusulmanas policromadas con motivos de
pavos reales, heráldica, atauriques y lacerías. Cada panda o lado
está recorrido por arquerías apuntadas, cuyos arcos están agrupados de tres en
tres entre machones. En la panda sur está el refectorio y en la del oeste
estaba la cilla o almacén, destinado en la actualidad a Museo de
Telas. En el
lado Este se encuentra la sala capitular.
Claustro
del monasterio Santa María la Real de las Huelgas, Burgos
En este claustro pueden admirarse algunas portadas y
algunas puertas de madera, sobre todo una de origen musulmán, del siglo
XI, procedente de la conquista de Almería. Desde él se accede al otro
claustro llamado Las Claustrillas por un pasadizo cuyo techo está decorado con
yeserías.
La sala capitular del claustro de San Fernando tiene su
lugar de emplazamiento en la misma disposición que en los monasterios de monjes
cistercienses, pero en este caso es especial por su altura y esbeltez que la
hace mucho más amplia y luminosa. El piso de arriba, que suele estar ocupado
por el dormitorio, se desplaza en este caso al ocupar su espacio la parte alta
de esta sala.
Está construida sobre cuatro apoyos centrales que dividen
la sala en nueve tramos y nueve perfectas bóvedas. Los apoyos son cuerpos
cilíndricos que están rodeados de ocho columnillas exentas y monolíticas. Este
núcleo cilíndrico está despiezado por hiladas horizontales monolíticas,
demostrando la originalidad constructiva de los maestros franceses que aquí
intervinieron. Los nervios de la bóveda arrancan de unos anillos
o ménsulas también monolíticos y sin labrar. La bóveda es
de crucería, de estilo francés con la particularidad de tener
cada plemento de una sola piedra. La puerta de acceso es abocinada,
de varios arcos apuntados labrados con dientes de sierra. En esta sala se exhiben varias piezas de valor histórico
y artístico, como el llamado Pendón de las Navas (referido a
la batalla de las Navas de Tolosa), aunque en realidad es un trofeo de
guerra conquistado a los almohades precisamente por Fernando III tras su
conquista de Jaén, Córdoba y Sevilla.
Está decorada además con varios tapices flamencos y en
una vitrina se guarda una carta de santa Teresa.
Monasterio de Santa María de San
Salvador de Cañas
En 1169, el conde Lope Díaz de Haro, alférez del rey de
Castilla Alfonso VIII y su esposa Aldonza Ruiz de Castro donan a la orden del
cister la abadía de monjas benedictinas de Hayuela. Sin embargo este
asentamiento cercano a Santo domingo de la Calzada, no ofrece a la comunidad el
retiro y la tranquilidad deseado por ellas, además de encontrarse en terreno de
disputas entre Castilla y Navarra. En 1170 los donantes, ceden a la comunidad
unos terrenos en Cañas y en Canillas, para que se trasladen a ellos. Las monjas
se instalan en Cañas, una villa situada en el margen del río Tuerto, afluente
del Najerilla y que en el año 1000 vio nacer a Santo Domingo de Silos. El conde López de Haro muere al poco tiempo y es enterrado en el monasterio cluniacense
de Santa María la Real de Nájera. Un mes después de la muerte de su esposo
entra en el monasterio de Cañas doña Aldonza, con cuatro de sus hijas más
jóvenes, entre ellas Apolonia de siete años y María Urraca de poco más de un
año. Apolonia se casará en 1181 con Fernando II de León y siete años después regresará a Cañas huyendo de Alfonso IX hijo de un matrimonio anterior de su
marido. María Urraca se convertirá en la cuarta abadesa de Cañas en 1225, año
en el que morirá su madre Aldonza, que había donado sus bienes a la abadía. La
primera abadesa es Anderquina (1169-1199), le sucede Toda (1199-1212), que se
adhiere a la congregación de las Huelgas Reales formada dos años antes. En 1191
el rey de Navarra, Sancho VI invade la rioja, obligando a la congregación a
refugiarse en el vecino monasterio de San Millán de la Cogolla. La tercera
abadesa Emerenzana (1212-1225) recibe en el monasterio a Francisco de Asís, que
causa una gran impresión en la comunidad, especialmente en la futura abadesa
Urraca López de Haro (1225-1262), que al poco tiempo de ser elegida abadesa
dona sus bienes a la comunidad. Los bienes se reparten, la mitad para construir
un hospicio en el pueblo y la otra mitad para obras en el monasterio. De esta
donación salen los ábsides y el crucero de la iglesia. En años posteriores, se
beneficia de donaciones de Alfonso X el Sabio. Diez años después de su muerte,
el cuerpo de doña Urraca proclamada beata, se coloca en el sepulcro que se
puede admirar hoy en la sala capitular del monasterio.
1.-
Iglesia, 2.- Claustro, 3.- Sala capitular, 4.- Cilla o museo, 6.- Sala de
reliquias, 7.- Retablo actual
Quizás una de las iglesias más originales de las que
existen en España. Inicialmente pensada como basílica de tres naves, nunca se llego
a realizar. La cabecera formada por un ábside muy profundo orientado al este, y
dos absidiolos laterales, que desembocan en un crucero, al otro lado de este se
sitúan la nave central donde se ha situado el presbiterio y alojado un retablo
del siglo XVI, dejando el ábside central completamente al descubierto lo que
permite apreciar la belleza de sus líneas y permite una gran iluminación a
través de sus ventanales góticos cubiertos por láminas de alabastro. El estilo
es gótico y la cabecera está formada por seis arcos convergentes, que forman un semicírculo en la base y convergen en la bóveda, delimitando cada uno un
espacio donde se sitúan dos ventanales superpuestos. Se continúa con dos tramos
rectos cerrados en el piso bajo y con otros tantos ventanales en el piso
superior. Los dos absidiolos laterales contienen capillas, el de la derecha,
mirando hacia la zona oriental, contiene una imagen de la Virgen, estando vacía
la del otro lado. La nave lateral se terminó en el siglo XVI en tiempos de la
Abadesa Leonor de Osorio (1523-1570), que encarga la realización del retablo de
la Devoción al escultor Guillén de Holanda y al pintor Andrés de Melgar. El
retablo y el presbiterio están en la actualidad a los pies de la iglesia.
Vista
de la cabecera de la iglesia desde el crucero
Vista
de la bóveda del ábside y los ventanales del piso superior
Claustro
No quedan vestigios del claustro primitivo pues fue
derruido y construido el actual en los siglos XVII y XVIII, solamente se
conservan las portadas de acceso desde la iglesia, la sala capitular y la
cilla. De estilo neoclásico, muy sencillo con arcos de medio punto abiertos en
la planta inferior y en el piso superior se han cerrado los arcos y se han
colocado ventanas. Lo más destacable son las portadas de acceso a las
diferentes estancias como a la iglesia, a la portería actual a la tienda de
regalos y a la cilla que se conservan del antiguo claustro medieval. La portada
de acceso a la iglesia es abocinada con cuatro arquivoltas, la tercera con una
cenefa de adornos geométricos en ángulos muy repetidos en los monasterios del
cister, sostenidas por columnas adosadas y capiteles sencillos, el resto de las
puertas son de factura más sencilla.
Pórtico
de acceso a la iglesia desde el claustro.
Se trata de una sala muy amplia de dos naves sustentadas
por una sola columna central, de la que parten ocho arcos que van a formar las
cuatro bóvedas de crucería del techo. La portada es gótica, abocinada con tres
arquivoltas con resaltes lineales sustentadas por otras tantas columnillas y
conteniendo cenefas de decorado vegetal, formando arcos ojivales. La puerta en
el centro y dos ventanales laterales estos últimos cerrados por vidrieras
translúcidas adornadas con dibujos geométricos. La portada da paso, mediante
tres escalones por los que se desciende, a la amplia estancia. Lo más
sorprendente es la gran altura de la habitación y el soporte central de la
misma que no es frecuente en las salas capitulares del cister. En la parte más
próxima al muro del fondo, se encuentran varios enterramientos de abadesas y en
el centro la tumba de doña Urraca, a la que se dedica una página especial. Los
arcos de las bóvedas se continúan en columnas que llegan hasta el suelo en las
paredes laterales y del fondo y terminan en ménsulas a media altura en la pared
de la portada. En la pared del fondo dos ventanas bigeminadas de forma ojival,
aportan iluminación a la estancia.
Detalle
de la distribución de los ocho arcos que parten de la columna central y de la formación
de la bóveda de crucería
Monasterio
de Santa María de Sacramenia
Iniciamos como siempre la cuestión de la fundación del
monasterio, complicada situación en el caso de Sacramenia, tradicionalmente se
ha afirmado que se funda en 1141, con una donación de terrenos por Alfonso VII,
si bien esta fecha no se sostiene con ninguna documentación fiable. Sí se puede
afirmar que en 1144, ya era un monasterio cisterciense gracias a un documento
de Alfonso VII en el que hace referencia al monasterio de Santa María y San
Juan de Sacramenia, pero este documento que ha llegado a nuestros días mediante
copias, precisamente establece la duda pues en una copia hace referencia a que
el monasterio seguía la regla de san Benito, mientras en otra copia hace
referencia a que el monasterio pertenecía a la orden de San Benito, con lo que
la interpretación sería la de un monasterio benedictino. Precisamente esta
advocación de San Juan ha hecho pensar que podría tratarse de un monasterio
anterior y que se afiliara al cister en estos años, aunque esto es mas una
especulación sin base cierta. Existe una bula de Inocencio III en la que el Papa
deja bien claro la pertenencia a la orden Cisterciense del monasterio, pero
esta es de 1179. También existe un documento del obispo de Osma expedido en
1168, en el que se hace referencia clara a la pertenencia del monasterio a la
orden de Cister.
En resumen, no se puede dar una fecha de fundación, y
tampoco se puede afirmar que Sacramenia fuera una fundación, con un grupo de
monjes del Monasterio francés de Scala Dei, a su vez filial de Morimond, como
pretende la tradición. Parece por otra parte que la advocación de San Juan que
pudiera ser rechazada al tratarse de un monasterio cisterciense, se debió a la
figura de un anacoreta que habitaba en el lugar, que se alimentaba de pan y
agua, de donde extrajo su nombre por el que era conocido por la población
cercana, Juan Paniagua, y que con fama de santidad fue enterrado a su muerte en
el monasterio, lo que hizo popular la denominación de monasterio de San Juan, y
que esta denominación de hace incluso por el Papa Alejandro III, que se refiere
al monasterio de San Juan de Sacramenia, en unas fechas en las que
indudablemente ya era cisterciense, lo que supone una excepción a la rígida
norma cisterciense de la advocación mariana de sus monasterios.
Sucesivos monarcas y nobles aumentan el patrimonio del
monasterio en años posteriores, como el conde Pedro Manrique en 1172, Alfonso
VIII y Fernando II de León en 1183, que le otorga libertad de pastos en todo su
reino y liberándolo del pago de portazgo. El edificio de la iglesia debió iniciarse en los últimos
años del siglo XII, alcanzando los primeros del siguiente, bajo el reinado de
Alfonso VIII, en esta primera fase se debieron cerrar las naves de manera
provisional con techumbre de madera, y no es hasta el siglo XV cuando se cubren
las naves con las bóvedas actuales, al incorporarse el monasterio a la
Congregación de Castilla en 1485. Durante el siglo XV sufre problemas a cargo de D. Pedro
de Luna, bajo los mandatos de los abades comendatarios García de San Martín y
Juan de Aceves.
En 1674, el monasterio sufre un incendio, siendo
reconstruido mediante la donación en testamento de D. Alonso de Carden Peralta
y Pacheco, caballero de la orden de Santiago, con dos mil ducados. Estas obras
supusieron un agrandamiento del monasterio y la terminación del segundo piso
del claustro.
Con la desamortización de 1835 termina la existencia de
comunidad religiosa y empieza el expolio y ruina del monasterio. Pasando el monasterio
a manos de D. Ramón Cano y tras sucesivas sucesiones y ventas el monasterio se
convierte en granero, almacén, establos, llegando en progresiva ruina hasta el
año 1925, en que se produce el suceso más penoso en la historia de nuestro
monasterio.
En el año 1925, un intermediario, adquiere el claustro de
Sacramenia por 40.000 $ pagados por le magnate americano William Randolph
Hearst, que hizo desmontar el claustro y la sala capitular y embalarlo en cajas
para ser trasladado hasta Estado Unidos, donde le millonario esta construyéndose una mansión, en la que el claustro sería el centro de su vivienda. Fue el yerno
del propietario Carlos Guitián, Eugenio Colorado quien a la muerte de su suegro
llevo a cabo la negociación, con la venta de todo el monasterio excepto la
iglesia, que pensaba que pertenecía al estado y que no se incluyó en el
contrato. Las cajas con las piedras embaladas se despacharon en ferrocarril
hasta Valencia y allí embarcadas a Estados Unidos. Precisamente el hecho de
tener que utilizar paja para proteger las piedras tendrá un capital importancia
en el desenlace de esta historia, pues el gobierno de EEUU, prohíbe su
importación, dada la posibilidad de estar infectada por la fiebre aftosa,
entonces muy extendida en España. De esta manera las cajas son interceptadas
por el departamento de agricultura americano, estableciendo una cuarentena y
obligando a sustituir la paja por viruta de madera y quemando el anterior
embalaje. El cargamento quedó inmovilizado durante treinta meses. Hearst debió
cambiar su idea inicial para Sacramenia, y posteriormente concibió un nuevo
destino para sus piedras, el museo de arte medieval que quería llevar a cabo en
la universidad de Berkeley, para lo que contaba con otros siete claustros,
cuatro franceses, dos italianos y uno inglés. Este nuevo proyecto no se pudo
llevar a cabo debido a la depresión económica del año 1929, impidiendo la
realización de los proyectos por motivos económicos. Aún así en 1930 adquirirá
y transportará hasta EEUU el monasterio alcarreño de Óvila. El año 1937 marca
el ocaso del imperio Hearst, que tiene que proceder a vender sus colecciones de
arte.
Las piedras de Sacramenia permanecieron embaladas en unos
almacenes en el Bronx durante 25 años, hasta que el 4 de diciembre de 1951, se
vendió por 7.000 $, a dos promotores inmobiliarios, que pensaron que estas
piedras podrían tener un inmenso atractivo para sus negocios en Miami.
Al desembalar las piezas, comprueban que gran número de
ellas han sido trastocadas durante la operación del cambio de mullido,
habiéndose perdido la referencia de los embalajes. Fue entonces necesario
recurrir a la apertura de todos los embalajes e intentar la reconstrucción
mediante los planos no muy detallados realizados por Byne durante su
desmontaje, además comprueban que al embalar las piezas, se marcaron con una O
las de la panda oriental del claustro y que se había utilizado la misma marca O
para la occidental. Por tanto el montaje final es una aproximación a los que
debió ser en su día el claustro de Sacramenia.
Finalmente el complejo turístico para el que se había
diseñado el claustro fracasó y no terminó de construirse, la construcción fue
adquirida por la Diócesis Episcopal del Sur de Florida que instalo su iglesia
en el refectorio y mantiene el complejo con el nombre de "The Church of Saint Bernard de Clairvaux”.
En 1931, el conjunto de ruinas en que se había convertido
el resto del monasterio, se declara monumento histórico artístico por el
gobierno de la república, sin que esto supusiera ningún intento de recuperación
del edificio.
En 1973, El Coto y los restos del monasterio, cambian de
dueño y los nuevos propietarios, Ignacio Bernar y Virginia Elorza , inician un
proceso de recuperación del conjunto, con el apoyo del Ministerio de Cultura y
con la Junta de Castilla León. Posteriormente en 1994, Eduardo Sánchez Junco y
Mª del Carmen Pérez Villota, adquieren la propiedad, llevando a cabo el
proyecto de restauración de la iglesia y la cilla, que culminará en 1998.
Es una grata impresión la que experimenté al visitar la
iglesia de Sacramenia, pues el edificio tiene una belleza especial, a la que no
hacen justicia las fotografías que había podido ver en algunos sitios de
Internet, la iluminación de la iglesia y el cálido color de sus piedras dejan
una imborrable impresión en quien contempla su interior. Es una pena que solo
se puedan visitar un día entre semana, pues merecería mayores facilidades poder
contemplar esta maravilla cisterciense.
La iglesia
Es lo único visitable que queda del monasterio. La
iglesia es de grandes dimensiones, construida basándose en el pie segoviano que
equivalía a 27,93 cm, tiene 200 pies de longitud en la nave mayor y 100 en el
crucero. Tiene la característica estructura basilical de tres naves, la central
mas elevada, con forma de cruz latina, con acusado crucero.
La nave central de seis tramos, sostenidos por pilares
cruciformes, a los que se adosan columnas que desde el suelo, sostienen los
arcos formeros, mientras que los fajones se sustentan por columnas que terminan
al nivel del comienzo de las naves laterales en ménsulas de forma cónica sin
adornos. Los capiteles de las columnas de los arcos formeros, sorprenden por su
fino trabajo, pues aunque mantienen la contención propia del Cister, tienen
elaborados adornos vegetales, con flora-piñas, y hojas de helechos, que llaman
la atención por su gran tamaño. Uno esta adornado por una malla de tallos
entrelazados, y por último los del arco triunfal con hojas de acanto de muy
bella factura. Las naves están cerradas por arcos apuntados y bóvedas
estrelladas de ligaduras de cinco claves, como corresponde a su época de
construcción ya en el siglo XV, que sustituyó al proyecto inicial de bóveda de
cañón apuntada, al estilo borgoñón.
La cabecera está formada por un ábside central
semicircular, precedido por un tramo recto y que en la actualidad está cubierto
por el retablo barroco, que impide ver la terminación de la parte curva. A
ambos lados del crucero se abren dos capillas cubiertas por sendos arcos
semicirculares que van disminuyendo su tamaño a medida que se alejan de la
capilla mayor. El presbiterio situado en la parte recta de la capilla mayor,
tiene a su lado derecho un rebaje de arcos polilobulados de fuerte inspiración
islámica, posiblemente para guardar objetos rituales.
El crucero de gran tamaño termina en ambos extremos en
muros planos, pudiéndose ver adosado al muro norte un retablo barroco
procedente de una de las capillas laterales.
En el exterior, lo más llamativo es la terminación de la
cabecera, en la que sobresale el ábside central semicircular, pero los otros
dos absidiolos laterales están cubiertos por una estructura plana escalonada,
que lo hacen diferente de todos los demás monasterios de la orden. La fachada
occidental es de construcción sencilla con dos contrafuertes que enmarcan un
arco apuntado sin sobresalir del plano del muro, que enmarca un espléndido
rosetón de doce radios de preciosa factura. Debajo el pórtico de siete arcos
abocinados con alternantes nacelas y boceles, con tres pequeñas columna en cada
lado.
En el ábside se pueden ver las tres ventanas enmarcadas
por columnas con capiteles variados, hojas de helecho, piñas, bolas, malla y
racimos. De la misma forma los canecillos del alero de este ábside están decorados, siempre guardando la contención cisterciense.
Por último hacer mención del coro alto situado a los pies
de la iglesia y que cubre sus dos últimos tramos, sostenido por bóvedas
estrelladas, que corresponden con su época de construcción finales del siglo XV
y primeros del XVI.
Crucero desde el lado
norte
Bóvedas estrelladas de
la nave principal
Nave central
Rosetón occidental
desde el interior
Capiteles
Canecillos
Monasterio
de Santa María de Huerta
Estamos ante el gran monasterio cisterciense castellano,
situado en una zona que fue frontera entre Castilla y Aragón, en un valle
regado por el río Jalón. Como siempre complicado establecer la fecha de
fundación del monasterio, sobre todo teniendo en cuenta que su primera
localización no fue la actual sino que se situó en la villa de Cántavos,
actualmente desaparecida.
La fundación del monasterio de Cántavos se debe al
monarca Alfonso VII y a D. Miguel Muñoz de Finojosa mayordomo mayor del rey y
su mujer Dª Sancha Gómez que fueron los que cedieron una granja para que en
ella se asentara, como había dispuesto el monarca, un monasterio cisterciense,
encargándose su filiación al monasterio francés de Berdues, a su vez filial de
Morimond, que enviará un grupo de doce monjes bajo el mandato de Rodulfo, que será el primer abad del monasterio. Aunque hay muchas posibles fechas de
fundación la que parece tener mas consenso y base documental es la que oscila
entre 1144 y 1151, ya que de este ultimo año existe documento de donación de la
villa de Cántavos por Alfonso VII, para que en ella se asiente un monasterio
cisterciense, si bien este documento mas que de fundación parece de
confirmación de dicha donación ya que en el se recoge la denominación de "Monasterio de Santa María de Cántavos".
Una vez tomada posesión del terreno, los monjes pudieron
comprobar que no era un sitio adecuado, desde el punto de vista de la
subsistencia de la comunidad, pues el lugar carecía de una fuente de agua
cercana, la insalubridad probablemente acrecentada por esta falta de agua y la
falta de fertilidad de la tierra, lo que obligó a buscar un sitio mas propicio
por parte de la comunidad. La elección por parte del monarca del sitio de
Cántavos obedecía mas a un motivo estratégico, pues este se encontraba cerca de
Almazán, población fronteriza, por lo que tener un monasterio en esta zona,
reforzaba sus intereses políticos. Los monjes tuvieron que buscar un nuevo
emplazamiento que cumpliera con las condiciones que permitieran las condiciones
de habitabilidad y manutención de los monjes y al mismo tiempo tuviera una
situación estratégica que cumpliera con los deseos del rey.
En un documento fechado en Roma por el Papa Eugenio III,
se confirmaban las posesiones del monasterio entre las que se nombra la granja
de Huerta, lo que hace pensar que sería propiedad del monasterio desde antes de
esa fecha, situada en el valle del río Jalón, a 40 Km de Almazán, y por tanto
en la zona de frontera con Aragón, lo que cumplía los deseos del rey. Por tanto
la comunidad se traslada a esta nueva ubicación, siendo de nuevo difícil de
establecer la fecha de este traslado, siendo la de 1162, la nombrada por la
mayoría de los autores, si bien se puede considerar de nuevo que el traslado se
realizaría en una franja entre abril de 1158 y el 25 de septiembre de 1164 y
que sería el abad Blas el que realizaría el traslado. El comienzo de la edificación del monasterio se sitúa
entre 1179 y 1184, con donaciones ya de Alfonso VIII, que es el que coloca la
primera piedra. El monasterio tiene una primera etapa de formación del coto que
comprende entre los años 1144-1169, gracias a las donaciones y exenciones de
monarcas y nobles, tanto castellanos como aragoneses, siendo los monarcas
castellanos Alfonso VII y Alfonso VIII lo grandes benefactores. Por parte de
Aragón Alfonso II beneficiará a la comunidad mediante exenciones de tributos.
Una segunda etapa entre 1169 y 1184, en la que existen mas documentos de
donaciones de reyes, Alfonso VIII y Alfonso II y nobles, Almalrico duque de
Narbona, el conde Pedro de Molina, así como exenciones económicas de la
iglesia, Toscelmo y Alderico obispos de Sigüenza, que permitieron la expansión
del cenobio, que llega a su mayor expansión bajo el abadiato de Martín,
llegando a tener 45 monjes y posesiones en Soria, Zaragoza, Guadalajara y León.
A finales del siglo XII, se produce una importante crisis
económica en el monasterio, que pudo provocar el regreso del abad Martín de
Finojosa, para resolver la situación, desde su puesto de Obispo de Sigüenza del
que dimite en 1192.
En el siglo XIII predominan las donaciones para la
fábrica del monasterio, siendo esta etapa la de protagonismo de D. Rodrigo
Jimenez de Rada, arzobispo de Toledo y obispo de Osma, que favorece al
monasterio, decidiendo su enterramiento en el y cediendo en su testamento su
biblioteca y ornamentos.
Los siglos XIV y XV disponen de poca documentación, en la
que se recogen alguna bulas papales como la de Bonifacio VIII, que exime de
pagar diezmos a sus tierras y un documento de Pablo II que nos hace ver las
dificultades que pasaba el monasterio por la usurpación de sus propiedades,
siendo en estos siglos cuando el monasterio recibe la protección de los reyes
aragoneses, así como sufre las vicisitudes causadas por las guerras entre
Castilla y Aragón que contribuyeron al empobrecimiento de campesinos y
monasterios sobre todo en las zonas fronterizas.
En el siglo XVI bajo los reinados de Carlos I y Felipe
II, se produce un resurgimiento del monasterio, con la realización del
sobreclaustro plateresco, la construcción del claustro de la hospedería y se
concluye la iglesia.
Así se mantiene el monasterio hasta la exclaustración de
1835, que llevará al abandono y ruina del monasterio, hasta 1930 cuando se
recuperará la comunidad de monjes cistercienses que se mantiene hasta la
actualidad.
1.-
Iglesia, 2.- Claustro medieval, 3.- Claustro de la hospedería, 4.- Refectorio,
5.- Dormitorio de conversos
Todas las dependencias del monasterio (iglesia, claustro,
huerta, panera (silo), bodegas, almacenes, campos de labor, etc.) están
rodeadas de un muro con ocho cubos almenados. En el siglo XVI se rehízo la
entrada ennobleciendo la puerta en cuyo frontón puede verse una imagen de la
Virgen. En 1771 la puerta fue agrandada con un cuerpo superior que presenta
otro frontón adornado con la jarra de azucenas, símbolo de pureza
relacionado siempre con la Virgen María. La puerta da acceso a un atrio o plaza
donde se encuentra a la izquierda la casa curato que en origen fue celda
abacial, portería general y mayordomía. Enfrente está la fachada de la iglesia
con un gran rosetón cuyos radios son columnillas, y una puerta de
arco apuntado con molduras lisas y molduras de dientes de sierra. Los edificios
que fueron monasterio propiamente dicho fueron construidos en el siglo XVI y
sólo se conserva de finales del XII la cilla, el refectorio de conversos y la
iglesia, con algunas modificaciones de otros siglos y reconstruida y recuperada
recientemente.
La iglesia
Fue fundada y colocada la primera piedra por Alfonso VIII
de Castilla, el 20 de marzo de 1179. A finales del siglo XVIII se hicieron
obras y cambios clasicistas. Se
empezó a construir por el ábside semicircular. Las obras no se
alargaron demasiado en el tiempo, con excepción de los cuatro últimos tramos de
las naves, que fueron terminados ya entrado el siglo XIII. Se construyeron
bóvedas sencillas y techumbre de madera en la nave central; todo ello fue
sustituido en 1632 por bóvedas de lunetos. También fue cambiada la nave central
en el siglo XVIII con una cornisa añadida, corrida sobre capiteles y se añadió
la reja (una obra de arte de rejería) para aislar la clausura de los tramos
destinados a parroquia. No se hicieron cambios en el exterior, donde se puede
ver una de las más austeras construcciones de la arquitectura del Císter, con
grandes contrafuertes en el doble muro.
Tiene planta de tres naves y crucero con cinco capillas
absidiales con arcos apuntados y bóvedas de sencilla crucería. De los
cinco ábsides, el del centro es semicircular y los otros cuatro son de planta
rectangular, un modelo cisterciense que se siguió también en el monasterio
de Santa María de Matallana (Valladolid).
Interior
de la iglesia, con el retablo mayor al fondo.
Interior
·
La capilla mayor se halla cubierta por un retablo barroco
de Félix Malo (de Calatayud), realizado en 1766. A ambos lados del retablo
están colocadas unas urnas de mármol de Calatorao, del siglo XVII, con los
restos del obispo Jiménez de Rada y del abad Martín de Finojosa. A los lados de
la capilla se encuentran los sepulcros de los duques de Medinaceli, de 1632. En
los muros del presbiterio hay grandes frescos del siglo XVIII que representan escenas
de la batalla de las Navas de Tolosa.
·
En el brazo sur del crucero se pueden ver dos grandes
óleos de Alfonso VII y Alfonso VIII, también del siglo XVIII. Hay asimismo dos
sepulcros románicos de la familia Finojosa. El crucero da acceso a la capilla
ochavada de Nuestra Señora del Destierro, construida entre 1747 y 1750,
destinada a relicario. Allí se guarda una imagen románica de la Virgen que
según la tradición es la que llevaba en su silla de montar Jiménez de Rada en
la batalla de las Navas de Tolosa. Es una obra tosca y desproporcionada, de
principios del siglo XIII. Igualmente se guarda el báculo de cobre con
cabujones que fue hallado en el sepulcro del abad Martín de Finojosa. Por el
brazo norte se pasa a la torre, edificada en el siglo XII, que tiene un
chapitel añadido en el XVII. Desde la torre se accede a una dependencia que en
el siglo XIII fue sala capitular, con entrada desde el claustro y que en el XVI
se transformó en sacristía. Más al norte está la capilla de Profundis a la
que se llega desde el claustro. Allí se exponían y velaban los cadáveres de los
monjes hasta el momento de ser enterrados. Anteriormente parece ser que era un
lugar de trabajo o biblioteca. El coro alto tiene una buena sillería de nogal
fabricada en la segunda mitad del siglo XVI.
Refectorio
Estamos ante la gran sorpresa del monasterio, no existe
nada comparable e este refectorio en ningún monasterio cisterciense de la
península, y no es solo por sus dimensiones sino por su arquitectura gótica de
gran estilización y que permite una gran iluminación de la estancia. La
impresión que causa cuando visitas este monasterio por primera vez es
imborrable y permanece en el recuerdo, de la misma manera que otros grandes
monumentos mucho más turísticos y conocidos.
Vayamos a la historia y recordemos como en 1166, es
elegido como abad del monasterio fray Martín de Finojosa, que permitirá que su
poderosa familia invierta parte de su fortuna en el monasterio. En concreto
será Martín Muñoz, sobrino del abad y mayordomo mayor de Enrique II, el que
comenzará la obra, hacia 1215 y que será continuada por su hijo Diego Martín de
Finojosa a partir de 1223.
La arquitectura del refectorio permite distinguir dos
fases de construcción, una primera en la que se elaboran los muros perimetrales
hasta la línea de imposta y una segunda que corresponde a las bóvedas y que por
una serie de detalles hacen pensar que el plan inicial de construcción se
cambió durante el curso de la edificación, además de ser dirigido por dos
maestros distintos. Nos fijaremos que las ménsulas, de donde parten los nervios
de los arcos fajones, no coinciden con el centro del entrepaño que separa los
ventanales del muro inferior, y en el exterior existen algunos contrafuertes
que se colocaron en una etapa posterior a la construcción de la parte inferior,
y se debieron empotrar posteriormente, como ocurre en la fachada este. En
cuanto a la existencia de dos maestros distintos es una creencia consolidada
entre los expertos, siendo la parte de las bóvedas dirigida por un maestro
probablemente borgoñón o del norte de Francia. Estamos ante una
construcción de grandes dimensiones, 9,48 m de anchura por 34,10 m de
profundidad y una altura de 15,5 m en las claves. Cuatro tramos de forma
rectangular, casi cuadrados de bóvedas sexpartitas, arcos de medio punto en las
ojivas y arcos apuntados en perpiaños y arcos de través, todos ellos
con adorno de molduras en bocel, excepto la bóveda que forma el final de la
estancia en la que une la fachada oriental que es sietepartita por tener un nervio
mas que parte del centro del muro. En el muro sur nos encontramos con el púlpito al que se
accede por una escalera incluida en el muro y cuyo vano se mantiene con una
hilera de columnas con capiteles sencillos de adornos geométricos. El púlpito
por su parte tiene una protección perimetral con adornos vegetales y se
sostiene con una columna que apoya en el suelo de la nave.
En la fachada occidental encima de la puerta un rosetón
de gran belleza, similar en su factura al que tiene la iglesia proporciona
iluminación a la estancia y contribuye a resaltar aún más si cabe la belleza
del edificio.
Bóvedas
sexpartitas
Los
claustros
Desde la nave izquierda de la iglesia se accede, por una
puerta que se abrió en el siglo XII, al claustro llamado de los
Caballeros; tomó este nombre porque fue lugar de enterramiento de familias de
la nobleza y personas ilustres. Es un buen ejemplo de claustro gótico cisterciense.
Vista
del claustro gótico/plateresco y de la torre.
Desde el claustro bajo de los Caballeros se asciende a la
parte superior por una magnífica escalera de honor construida en 1600, que
desemboca en el claustro alto, obra renacentista que se empezó a
construir en 1533 y se terminó en 1547. Las galerías de este claustro presentan
arcos muy rebajados y balaustres y una ornamentación de medallones
que dan nombre a cada una de ellas:
·
Galería de Reyes (a partir de Enrique I)
·
Galería
de Apóstoles
·
Galería de Adalides (caudillos militares)
·
Galería
de Profetas
Por el interior de estas galerías pueden verse en
determinados espacios los bustos de algunos monjes del monasterio que se
destacaron por su virtud o por alguna otra cuestión.
Desde el claustro alto se accede a la biblioteca del
siglo XII. Es un amplio salón decorado al gusto del siglo XVII. Se sabe que
guardaba alrededor de 4000 volúmenes, muchos de los cuales se conservan en la
biblioteca pública de Soria.
Desde el claustro bajo se puede llegar al otro claustro
llamado de la Hospedería, obra de estilo herreriano, construida
aproximadamente hacia 1582. Uno de los laterales tenía las estancias destinadas
a los peregrinos que iban camino de Santiago.
La sala capitular de este claustro es del siglo
XII; se la conocía desde antiguo con el nombre de caballeriza de
Alfonso VIII. Los historiadores consideran un error tal denominación a juzgar
por su estructura y ornamentación, pero se desconoce su destino. En el ala
occidental se encontraban el lagar y el granero.
EL
GÓTICO
Ábsides
El área presbiteral, en las grandes catedrales, era la
que primero se erigía por las necesidades religiosas. Esto permite establecer
una cierta cronología de la difusión de los elementos góticos y al mismo tiempo
aclara por qué ciertas iglesias, como la iglesia de Sant'Eligio
Maggiore (1270-?) en Nápoles, por ejemplo, tienen elementos puramente
góticos en el presbiterio, mientras que las naves ya parecen pertenecer a un
Renacimiento temprano. La sección absidal de las catedrales tiende a hacerse
eco sin crítica del gótico francés, sin hacer cambios sustanciales, y a veces
también presenta el deambulatorio, un corredor característico del arte
sagrado transalpino desde el siglo XIII. Es el caso de la basílica de San
Lorenzo Maggiore en Nápoles (1235-siglo XVIII), una construcción
propiamente francesa, en la que también se abren amplios ventanales. Estas
estructuras a menudo están soportadas por arbotantes o contrafuertes, como en
el caso de la Duomo de Enna o de la basílica de San Francesco en
Bolonia (1236-1263), a menudo ocultas o aplastadas por el uso de ladrillos
o por bandas horizontales que frenan su verticalismo. Diferente es el caso de
algunas basílicas que mantienen el ábside curvado en lugar de poligonal, como
la catedral de Siena, que a pesar de su cuerpo estructuralmente muy próximo a
las catedrales francesas.
Ábside, interior (Santa Maria dello Spasimo, Palermo)
Esta última, la catedral de Orvieto, la abadía de
San Galgano y muchas otras arquitecturas góticas de Siena prefieren un
ábside plano. El ábside semicircular está presente en la iglesia de Santa Maria
Assunta (1214-1239) en Randazzo, en la basílica inferior de San Francisco
en Asís, en la iglesia de S. Maria di Maniace cerca de la homónima abadía
de Bronte, en la Commenda dei Cavalieri di Malta en Piazza
Armerina, mientras que la Basílica de San Antonio de Padua| basílica de San
Antonio]] en Padua (1232-1310) contempla una curiosa solución que logra hacer
externamente el ábside curvilíneo de un gusto gótico —deambulatorio poligonal
con las capillas relacionadas— mediante un juego de arcos y paredes que
reemplazan las ventanas planas.
Ábside
de la iglesia de Sant'Eligio Maggiore en Nápoles
Ábside
semicircular macizo de la iglesia de Santa Maria Assunta (1214-1239)
en Randazzo
Basílica
de San Lorenzo Maggiore (1235-siglo XVIII) en Nápoles, ejemplo único de
ábside al gusto gótico francés en Italia
Fachadas
Las fachadas de las catedrales solían ser lo último que
se completaba. No es coincidencia que muchos edificios eclesiásticos de
considerable tamaño vieran la conclusión de la fachada con considerable retraso
—S. Maria del Fiore en Florencia y la catedral de Milán no se completaron hasta
el siglo XIX— y con frecuencia manifiestan un cambio continuo de género o
gusto. Por lo tanto, hay pocas fachadas originales completas que puedan
asociarse con el gótico italiano y que sean particularmente significativas o representativas
del género. Dos son los ejemplos más conocidos y elegidos como representativos
del estilo, aunque son los únicos casos que tienen un lenguaje arquitectónico
similar: las catedrales de Siena y de Orvieto. La fachada de la catedral de
Siena es la más antigua de las dos y se combina con un rico repertorio
iconográfico. Diseñada su parte basamental por el escultor Giovanni
Pisano, quien reconstruyó en formas góticas el piedecruz. El modelo de
inspiración compositiva de los portales es quizás la fachada de
la catedral de Chartres, en su disposición y en las parecidas alturas. Los
tres portales están profundamente separados y decorados en el lanzamiento por
columnas retorcidas y finamente talladas. Las arquivoltas están coronadas por
coronas decoradas con hojas rampantes. La decoración es de un estilo gótico
radiante, como en la catedral de Reims con nichos cuspidados,
numerosas estatuas y gárgolas. Pisano trabajó para la catedral hasta que se
completó el primer registro de la fachada. Después de numerosos cambios de
diseño, la construcción de la fachada superior se confió a Camaino di
Crescentino —también fue dicho Giovanni di Cecco en 1376— quien
creó una fachada tricúspide sin tener en cuenta las proporciones del registro
inferior, casi como si fuera una coronación. En el centro se alza un enorme
rosetón, enmarcado por una serie de nichos que contienen los bustos de los
antepasados de Cristo. El conjunto está coronado por una imponente cúspide
triangular y flanqueado por dos pináculos dos logias finamente cinceladas están
flanqueadas por los dos pináculos y también están coronadas por dos cúspides
triangulares más pequeñas. Toda la fachada está cerrada lateralmente por dos
imponentes contrafuertes finamente decorados con estatuas, nichos, gárgolas y
agujas y aligerados por ventanas. La fachada se terminó alrededor de 1310, como
atestigua un documento que solicita la creación de un mosaico para la aguja
central.
Fachada
de la catedral de Siena
Fachada
de la catedral de Orvieto
Alrededor del mismo año, el sienés Lorenzo
Maitani (c.1275-1330) comenzó a trabajar en la fachada de la catedral de
Orvieto. Creó, tomando como punto de partida la fachada recién terminada de la
catedral de Siena, un sistema tricúspide que demostrará ser más unitario. De
hecho, los historiadores del arte moderno consideran que la fachada de la
catedral de Orvieto es una versión mejorada de la de Siena. Está dividida en
tres bandas verticales por cuatro potentes contrafuertes. La zona inferior está
dominada por la mole del portal central flanqueado por portales laterales más
pequeños. Los tres son cuspidados y la ghimberga del portal central es un
triángulo equilátero, mientras que los de los portales laterales son triángulos
isósceles. Una sútil logieta recorre casi todo el ancho de la fachada y es
interrumpida por los contrafuertes. Un rosetón pequeño pero cincelado domina el
registro superior. Está inscrito en un cuadrado formado por quabrilobes que
contienen las cabezas de los reyes, que al mismo tiempo está inscrito en otro
cuadrado cuyos lados están formados en la parte inferior por la logieta, y
lateralmente y en la parte superior por nichos que contienen estatuas. La
cúspide central también es un triángulo equilátero. Las cúspides laterales son
triángulos equiláteros que coronan cuadrados. Los cuatro contrafuertes terminan
en la misma cantidad de agujas cónicas. La peculiaridad decorativa de la
fachada radica en el hecho de que está cubierta casi por completo con mosaicos
sobre un fondo dorado, casi para hacerse eco de las antiguas tradiciones de
mosaicos italianos.
Sin embargo, estas dos soluciones constituyen las únicas
excepciones a las fachadas góticas italianas, que, cuando están completas,
están ancladas a los estilemas románicos, con la única adición de pilastras en
la fachada para soportar su peso. El campanario rara vez se incorpora al resto
de la fachada, por lo general desconectado de la iglesia, como en el caso de la
iglesia Assunta en Erice o los ejemplos excepcionales del campanile de Giotto de Santa
Maria del Fiore y de San Martino de Randazzo, o más a menudo
unido al cuerpo de la iglesia como en la basílica de San Francisco de
Asís o en la iglesia de los franciscanos en Bolzano, como sucede en las
iglesias francesas y alemanas: este es el caso de la basílica de San
Andrés de Vercelli o de la catedral de San Lorenzo en Génova, pero
también hay soluciones bastante articuladas e innovadoras, como en el caso de
la catedral de Palermo, quizás el único caso en el que la fachada
principal es la lateral —también gótica, aunque tardía y de gusto catalán—
mientras que la entrada a la nave central se fusiona con el tejido urbano
mediante grandiosos arbotantes circulares. La fachada parece estar decorada con
cornisas singulares que dibujan una fachada en la fachada, imitando los modelos
orientales, bien conocidos por los arquitectos venecianos de la iglesia de
San Giovanni en Bragora o en el mejor ejemplo del género —un gótico
"orientaleggiante"—, es decir, la fachada tardogótica de San
Marco. Este gusto, ciertamente influido por las relaciones comerciales con
el Imperio bizantino, también fue evidente en la primera fachada de
la catedral de Messina, sin embargo reconstruida después del terremoto de
la Calabria meridional del 1783, luego del terremoto de 1908 y del bombardeo de
1943. Sin embargo, aparte de los ejemplos antes mencionados y de algunas otras
variantes, el modelo principal fue dictado por el gusto románico anterior, con
la variación de pequeñas precauciones, como la apertura del rosetón sobre la
entrada, el achaflanado del portal, la presencia de contrafuertes en fachada.
Un ejemplo válido de este modelo se encuentra en la iglesia de
Sant'Anastasia en Verona, en que es perfectamente legible, a diferencia de las
iglesias francesas o alemanas, la diferencia de altura de las naves laterales,
cubiertas por techos inclinados. Otras variantes son simples resistidas, con
ricos portales elaborados y rosetones entrelazados con columnas, como
la iglesia de Sant'Agostino di Trapani. Una forma siempre derivada de los
modelos románicos es la fachada rectangular, libre de diferencias entre las
naves, caracterizada por un portal central extendido y ricamente decorado, un
rosetón y bandas horizontales obtenidas con piedras o mármoles de diferentes
colores. El ejemplo es seguido por la basílica de Santa Maria di
Collemaggio, el duomo y la iglesia de San Giovanni Battista
en Atri, el santuario de Santa Maria di Stignano cerca de San Marco
in Lamis.
Decoración
En Francia, el género gótico de construcción requería minimizar
las paredes para abrir grandes ventanas, dando a las edificaciones una
apariencia diáfana. En Italia se renunció a todo ello para no permitir que el
edificio perdiera toda su monumentalidad y grandeza. Eso no limitó la
posibilidad y el estilo decorativo, que en su lugar conocen diferentes formas
de efecto notable, explotando la posibilidad del uso de piedras policromadas: a
menudo se prefieren las diferentes vetas del mármol, pero a veces también
las calcarenitas, los granitos, el basalto o incluso la piedra
de lava. Esta última conoce un uso predominante en las ciudades del Etna, Iglesias como las catedrales de Siena y de Florencia hicieron un amplio uso
del mármol policromado, principalmente con bandas horizontales que recorren las
paredes. Un uso inteligente de las ventanas las convirtió en un objeto de
considerable impacto decorativo, con predominio de biforas y triforas, pero
también con ejemplos bastante atrevidos de quadriforas (por ejemplo, en el
presbiterio de la catedral de Orvieto) o las poliforas de la catedral de
Milán.
Ventana
bífora (duomo di Siena)
El uso de esculturas en la fachada todavía está mediado
por el repertorio románico que también influye en la "parsimonia" decorativa de las fábricas góticas italianas, pero
no faltan obras notables del repertorio plástico italiano, que, a partir de las
escuelas artísticas meridionales que operan en la corte de Federico II,
están inspiradas en los modelos de la estatuaria clásica, alcanzando niveles
notables de realismo. En particular, destacó el trabajo de Giovanni Pisano y de
su escuela, quienes esculpieron el ciclo de profetas y sibilas en la fachada y
los apóstoles en la parte superior de los contrafuertes de la catedral de
Siena. Haciéndole eco, la fachada de la catedral de Orvieto también tiene un
rico aparato plástico en los cuatro basamentos de los contrafuertes de la
fachada, que consiste en relieves que narran las historias del Génesis y
terminan en el Juicio Final, obra de Lorenzo Maitani. Las esculturas de
bronce y el grupo plástico de la majestad en la luneta del portal central
también se atribuyen a Maitani. El repertorio de la catedral de Milán es, sin
duda, el más rico, por las razones expresadas repetidamente, y está compuesto
por más de 3400 estatuas, incluidos 96 Giganti en la parte superior
de los contrafuertes que sostienen las gárgolas que son las estatuas más
antiguas de la catedral, además de los de los ricos portales de las dos
sacristías y las decoraciones del deambulatorio. Un rico repertorio plástico
también está presente en la parte delantera de la catedral de Palermo,
mientras que en general la riqueza compositiva escultórica se limitaba casi
solo al portal.
En cambio, se le dio un amplio espacio a la pintura.
Internamente, de hecho, muchas basílicas estaban decoradas con complejos ciclos
de frescos. El más representativo es quizás constituido por el ciclo de
la basílica de San Francisco de Asís, creado por los
maestros Giotto y Cimabue, entre los más importantes
representantes de la pintura italiana de los siglos XIII y XIV. El primero
realizó los frescos de las paredes de la nave única con las historias de la
vida de San Francisco y el coro, mientras que el segundo hizo los frescos de
los brazos del crucero y de la bóveda del presbiterio. Cimabue ya estuvo
presente para la realización del área pictórica de la basílica inferior, junto
con el grupo de Siena. Las grandes superficies con frescos se pueden reconocer
en muchos templos, como en las basílicas de Santa Maria
Novella y Santa Croce en Florencia, que adornaron sus capillas
con hermosos ciclos pictóricos realizados por los artistas más famosos de la
época. La pintura conoce un aire fresco y de novedad gracias a los pintores del
centro-norte que comienzan el camino hacia el naturalismo pictórico, mientras
que en el sur y en Sicilia se prefiere la elegancia y el refinamiento de la
composición bizantina, con pocas variaciones significativas, como por ejemplo,
el uso del campo azul en lugar del campo dorado. Entre los ejemplos más
significativos está la iglesia de Sant'Andrea en Castiglione o
el priorato de Sant'Andrea, no lejos de la Piazza Armerina.
La predilección por la pintura al fresco no permitió un
gran desarrollo del arte de las vidrieras, que sin embargo produce ejemplos
notables, aunque por maestros extranjeros. Es el caso del ciclo de vidrieras de
la basílica de San Francesco de Asis realizado por maestros tedescos. Sin
embargo, también hay creaciones locales, como la vidriera de la Catedral de
Siena realizada en 1288 por Duccio di Buoninsegna que, habiendo
estudiado en Francia, quería importar el sabor del gótico francés a Italia,
personalizándolo con aportes de notable elegancia. Otros ciclos conocidos están
presentes en la basílica de la Santa Croce en Florencia y en la tardogótica catedral, así como en Orvieto la vidriera de la Redención realizada por Lorenzo
Maitani. Otros ciclos vidriados también tuvieron que existir en varias iglesias
góticas italianas y tardogóticas, pero a menudo no sobrevivieron a los siglos y
los cambios humanos.
Arquitectos
Dada la poca relevancia que en el pasado se le dio al
arte gótico (el mismo término gotico proviene del goto e
indica un desprecio por un arte considerado bárbaro), a los escasos documentos
que se han conservado y también a la falta de firmas en las iglesias, excepto
en raras ocasiones, todo hace que a menudo los nombres de los arquitectos de
las iglesias góticas italianas hayan caído en el olvido; sin embargo, al menos
en algunos casos ha sido posible conocer a varios autores, también bastante
conocidos. Durante el siglo XIII, por lo tanto, aparecen los nombres de un
tal Marco da Brescia como arquitecto de la basílica de San
Francisco en Bolonia, de Giovanni Pisano como autor del piedicruz de
la catedral de Siena y de la fachada inferior, del arquitecto Giotto
en Florencia para el campanario y en Padua para la capilla de los
Scrovegni, en 1310, por lo tanto, Lorenzo Maitani (c.1275-1330)
apareció para la fachada de la catedral de Orvieto y Simone del
Pozzo para el alto campanile (alcanzó casi cien metros) de
la cattedrale di Catania. Más tarde, en Florencia, para la
basílica de Santa Croce y para el proyecto inicial de Santa Maria del Fiore, se
conoce a Arnolfo di Cambio, mientras que la lista de arquitectos que
siguieron para la construcción de la catedral de Milán desde su fundación en
1386. Aparecen en parte transalpinos, pero sobre todo italianos: Simone
d'Orsenigo, Nicolas de Bonaventure, Jean Mignot, Jacques
Coene, Enrico di Gmünd (que solo actuó brevemente) y Gabriele
Stornaloco. En Palermo emerge la figura de Matteo Carnilivari, activo en
la capital del reino de Sicilia entre los años 1487-1493 y autor
del Palazzo Abbatellis. Antonio di Vincenzo trabajó para la
basílica de San Petronio en Bolonia, mientras que algunos autores más tardíos,
en pleno Renacimiento, aún realizaron tardíamente gótico. Es el caso
de Bernardo Rossellino, arquitecto de la catedral de Pienza:
el papa Pío II le pidió al arquitecto, que acababa de regresar de un
viaje a Austria, que construyera en Pienza una iglesia como las que había visto
en la ciudad alpina. Rossellino construyó una hallenkirche, o una iglesia
de estilo gótico alemán, con tres naves de igual altura, deambulatorio y
capillas radiales.
Desarrollo arquitectónico del extremo oriental de las
catedrales
Las iglesias medievales más grandes de Francia e
Inglaterra, las catedrales y abadías, tienen mucho en común
arquitectónicamente, una orientación este-oeste, un énfasis externo en el
frente oeste y sus puertas, interiores con arcadas largas, techos altos
abovedados y ventanas llenas de vidrieras. . El extremo este del edificio
contiene el Santuario y el Altar.
La parte de la catedral que muestra la mayor diversidad y
el mayor cambio es el extremo oriental. Este artículo trata sobre la forma
en que cambió el extremo oriental en las catedrales inglesas y de Europa
occidental desde mediados del siglo XI hasta finales del siglo XIV.
El
interior de
la Catedral de Coutances, Normandía, Francia
El
desarrollo del extremo este de la catedral
El desarrollo extendido más temprano del extremo oriental
de la catedral es el que se estableció por primera vez en la iglesia de Eduardo
el Confesor en Westminster, probablemente tomado de la antigua iglesia de
San Martín en Tours; en esta iglesia, que data probablemente del
siglo X, se encuentran dos nuevos elementos:
· El recorrido del
pasillo del coro alrededor de un ábside circular para proporcionar un pasillo
ocasional alrededor del extremo este de la iglesia.
· Cinco capillas absidales,
que constituyen el germen de la cabecera, que formaron las terminaciones
orientales de las catedrales francesas de los siglos XII y XIII.
En
Inglaterra
La catedral de Gloucester (1089) también tenía tres
capillas, dos de las cuales, en los lados norte y sur del pasillo, aún
permanecen; lo mismo se encuentra en la Catedral de
Canterbury (1096-1107) y la Catedral de Norwich (1089-1119), la
capilla de popa en los tres casos ha sido derribada para dar paso a la capilla
de la Virgen en Gloucester y Norwich, y la capilla de la Trinidad Canterbury.
York
Minster mostrando el East End cuadrado típicamente inglés
Se dice que el pasillo semicircular existió en la
catedral anglo-normanda de Winchester, pero el extremo oriental es
cuadrado, se dispusieron dos capillas llenando los extremos norte y sur, y una
capilla absidal que se proyecta más allá del muro este. Esta nave
procesional semicircular con capillas de cabecera fue el plan favorito en las
catedrales anglo-normandas, y se siguió hasta mediados del siglo XII, cuando
los constructores ingleses en algunos casos regresaron al extremo este cuadrado
en lugar de la terminación absidal semicircular. El ejemplo más antiguo de
esto existe en Romsey Abbey (c, 1130), donde la procesional cruza
detrás del presbiterio, hay capillas absidales orientales en el eje del pasillo
del presbiterio y una capilla central rectangular más allá.
Un arreglo similar se encuentra en la Catedral de
Hereford, y existe en Winchester, Salisbury, Durham, Albans, Exeter, Ely, Wells
y la Catedral de Peterborough, excepto que en esos casos (excepto Wells)
las capillas orientales son cuadradas; en la Catedral de
Wells, la capilla más al este (la Lady Chapel) tiene una terminación
poligonal; en la catedral de Durham, las capillas están todas en una
línea, constituyendo la capilla de los altares, que probablemente fue tomada
prestada del extremo oriental de Fountains Abbey.
En algunos de los diseños anteriores, el diseño original
se ha transformado en reconstrucción; así, en las catedrales de Albans,
Durham, York y Exeter, no había deambulatorio sino tres ábsides paralelos, en
algunos casos rectangulares en el exterior. En Southwell, Rochester y Ely,
no había un camino procesional ni un deambulatorio al final; en Carlisle
no hay capillas orientales; y en Oxford solo un ábside central.
Cabeceras
El ejemplo más antiguo de cabecera se encuentra
probablemente en la iglesia de San Martín en Tours; esto fue seguido por
otras
en Tournus, Clermont-Ferrand, Auxerre, Chartres, Le
Mans y otras iglesias construidas durante el gran período de construcción
de iglesias del siglo XI. En algunos casos utilizaron los cimientos
antiguos, como en Chartres, Coutances y catedrales de
Auxerre. En otros, como en Le Mans, ampliaron la terminación oriental, de
la misma manera que en muchos de los primeros ejemplos en Inglaterra, excepto
con esta importante diferencia: cuando el extremo este absidal se abandonó a
mediados del siglo XII a favor del extremo este cuadrado en Inglaterra, los
franceses lo desarrollaron duplicando los pasillos del coro y aumentando el
número de capillas adicionales.
Así lo demuestra el número de capillas absidales en
varias iglesias:
- Tres: Canterbury, Norwich y Gloucester;
- Cinco: Noyon (1150), Soissons (1190), Reims (1212), Tours, Seez, Bayeux (1230), Clermont (1275), Senlis, Limoges, Albi y Narbonne;
- Siete: Amiens,
Le Mans y Beauvais;
- Nueve:
Chartres.
Los pasillos dobles alrededor del coro, de los que no hay
ejemplos en Inglaterra, se encuentran en las catedrales
de París, Bourges y Le Mans. La catedral de
Sens (1144-1168) posee una característica que es casi única: las columnas
acopladas de los tramos alternos de nave y coro y del ábside. Estos fueron
introducidos en la capilla de la Trinidad en la catedral de Canterbury,
probablemente a partir de los diseños de Guillermo de Sens, por su sucesor
Guillermo el Inglés. El extremo este cuadrado no encontró favor en
Francia, con Laon, Poitiers y Dol siendo los únicos
ejemplos de catedral. Del arreglo triapsal, que tiene ábsides en la nave y
un ábside central, el único ejemplo es el de la catedral de Autun.
En la catedral de Ruán, al este de las naves
del crucero, hay capillas absidales, que con las tres capillas en la cabecera
forman el número habitual. Se ha hecho referencia a la Catedral
de San Pedro en Poitiers como un ejemplo de un extremo este cuadrado, pero
se ha llegado a un compromiso mediante la provisión de tres ábsides
segmentados, y no hay ventanas en el frente este; la divergencia más notable
del diseño habitual se encuentra aquí en ausencia de triforio o triforio,
porque la bóveda de los pasillos es casi tan alta como la de la nave, por lo
que constituye un ejemplo de lo que en Alemania (donde hay muchos) se
llaman Hallenkirchen; la luz que se obtiene a través de las ventanas
del pasillo solo le da un efecto lúgubre a la nave.
Sur
de Francia
Otra desviación del plano habitual es la encontrada en
la Catedral de Albi (1350), en la que no hay naves laterales,
ocupando su lugar capillas entre los contrafuertes que debían resistir el
empuje de la bóveda de la nave, la más ancha de Francia. La catedral está
construida en ladrillo y por fuera tiene el aspecto de una fortaleza. En
las catedrales del suroeste de Francia, donde las naves están cubiertas por una
serie de cúpulas, como en St. Barthélemy
en Saint-Étienne en Cahors, la catedral de Angoulême y
St. Front de Périgueux- los inmensos muelles necesarios para llevarlos
hicieron necesario prescindir de los pasillos. La catedral de Angulema
consta de una nave cubierta con tres cúpulas, un crucero de gran longitud con
elevadas torres en los extremos norte y sur, y un coro absidal con cuatro
capillas de cabecera. En St. Front de Périgueux (1150), basado en San
Marcos en Venecia, el plan consta de nave, crucero y coro, todos de iguales
dimensiones, cada uno de ellos, así como el crucero, abovedado con cúpula,
mientras originalmente había un simple coro absidal.
España
Las catedrales de España siguen la misma línea
que las de Francia. La catedral de Santiago de Compostela es
prácticamente una copia de San Sernin en Toulouse, que consta de nave y
pasillos, crucero y pasillos, y un coro con cinco capillas; en León hay
una cabecera con cinco capillas absidales, y en Toledo un extremo oriental con
doble nave alrededor del ábside con originalmente siete capillas absidales
pequeñas, dos de ellas reconstruidas en época muy tardía. En León,
Barcelona y Toledo el paso procesional del ábside con capillas absidales
recuerda la disposición francesa, existiendo una doble nave alrededor de este
último, pero en las catedrales de León y Toledo el extremo este está
enmascarado. En Ávila y Salamanca (catedral vieja) se adopta la
disposición triapsal.
Alemania
El arreglo triapsal también se encuentra en las
catedrales góticas alemanas, con una excepción importante, la gigantesca
catedral de Colonia, Alemania, der Koelner Dom, que se basó en
la de Amiens, sin embargo, la altura comparativa de la primera es tan exagerada
que se ha perdido la escala, y externamente tiene la apariencia de un monstruo
descuidado.
Otras
características
El inmenso desarrollo dado a la rama oriental de las
catedrales francesas se obtuvo algunas veces a expensas de la nave, de modo
que, a pesar de las dimensiones mucho mayores en comparación con los ejemplos
ingleses, en esta última las naves son mucho más largas y constan de más tramos
que los de Francia. En una de las catedrales francesas, Bourges, no hay
crucero; por otro lado, hay muchos ejemplos en los que esta parte de la
iglesia catedral está acentuada por pasillos a cada lado, como en las
catedrales de Laon, Soissons, Chartres, Reims, Amiens, Rouen
y Clermont. Los pasillos transeptos en Inglaterra se encuentran en
las catedrales de Ely, York, Wells y Winchester, en el
último que se lleva alrededor del sur, existen altares adicionales
en Durham, Las catedrales
de Salisbury, Lichfield, Peterborough y Ripon; y
en el lado norte solo en la catedral de Hereford.
En el norte de Francia, la catedral de Amiens muestra la
disposición de una catedral, con sus naves-arcos, triforio, ventanas de
triforio y bóveda, los contrafuertes volantes que se requerían para llevar el
empuje de la bóveda a los contrafuertes exteriores que flanqueaban las paredes
del pasillo. , y los altos pináculos que los coronaban. En este caso no
existía galería triforio, debido a la mayor altura que se da a los
pasillos. En Notre Dame de París, el triforio era casi tan alto como los
pasillos; en las grandes ciudades esta característica proporcionó mayor
espacio para la congregación, especialmente con motivo de grandes fiestas, y se
encuentra en las catedrales de Noyon, Laon, Senlis y Soissons, construidas en
la última parte del siglo XII; más tarde se omitió, y un estrecho pasaje
en el espesor de la pared sólo representaba el triforio.
Catedral
de Peterborough mostrando presbiterio redondo y ambulatorio remodelado
York
Minster mostrando cuadrado East End inglés
Catedral
de Bourges mostrando doble deambulatorio
Catedral
de Amiens, siete capillas radiantes forman una cabecera
En la arquitectura eclesiástica occidental,
un diagrama de catedral es un plano de planta que muestra
las secciones de muros y pilares, dando una idea de los perfiles de sus
columnas y nervaduras. Las líneas dobles claras en las paredes
perimetrales indican ventanas acristaladas. Las líneas discontinuas
muestran las nervaduras del techo abovedado. Por convención, los
planos de planta eclesiásticos se muestran en forma de mapa, con el norte en la
parte superior y el extremo este litúrgico a la derecha.
Muchas iglesias abaciales tienen planos de planta que son
comparables a las catedrales, aunque a veces con más énfasis en el santuario y
los espacios del coro que están reservados para la comunidad
religiosa. Las iglesias más pequeñas se planean de manera similar, con
simplificaciones.
Diseño
Los planos de planta de la catedral están diseñados para
proporcionar los ritos litúrgicos de la iglesia. Antes de la
legalización del cristianismo por el emperador Constantino, los cristianos
adoraban en casas privadas o en lugares secretos. Una vez legalmente
capaces de adorar públicamente, las congregaciones locales adaptaron
los diseños romanos disponibles a sus necesidades. A
diferencia de las religiones romana y griega, donde los
sacerdotes realizaban rituales sin participación pública, el culto cristiano
involucraba a los creyentes. Por lo tanto, los espacios limitados que se
usan típicamente en los templos paganos no eran adecuados para el culto
cristiano. Los edificios cívicos romanos se diseñaron para la participación
de los ciudadanos de la ciudad, por lo que la Basílica romana se
adoptó con fines cristianos. Esto incluía una entrada en un extremo de un
espacio cubierto, largo y estrecho, con un estrado elevado en el
otro extremo. En el estrado, los funcionarios públicos escucharían casos
legales o expondrían algún asunto de interés público. Los cristianos
adoptaron el salón largo de la basílica para
la liturgia pública de la Misa.
La nave es
la parte central de una iglesia, que se extiende desde la entrada
principal (normalmente occidental) o la pared trasera, hasta
los transeptos, o en una iglesia sin transeptos, hasta
el presbiterio. Cuando una iglesia contiene pasillos laterales,
como en un edificio tipo basílica, la definición estricta del término
"nave" se restringe al
pasillo central. En un sentido más amplio y coloquial, la
nave incluye todas las áreas disponibles para los adoradores laicos,
incluidos los pasillos laterales y los transeptos. De cualquier manera, la nave
es distinta del área reservada para el coro y el clero.
La nave se extiende desde la entrada, que puede tener un
vestíbulo separado (el nártex), hasta el presbiterio y puede estar
flanqueada por pasillos laterales inferiores separados de
la nave por una arcada. Si los pasillos son altos y de un ancho
comparable a la nave central, a veces se dice que la estructura tiene tres
naves. Proporciona el acceso central al altar mayor. El término nave proviene de navis,
la palabra latina para barco, un símbolo paleocristiano de
la Iglesia en su conjunto, con una posible conexión con el "Barco de San Pedro" o el Arca
de Noé. El término también puede haber sido sugerido por la forma de
quilla de la bóveda de una iglesia. En muchos países
escandinavos y bálticos, un modelo de barco se encuentra comúnmente colgado en
la nave de una iglesia, y en algunos idiomas la misma palabra
significa tanto 'nave' como 'barco',
como por ejemplo, skib danés, skepp sueco o español.
(nave).
La nave de la iglesia
de Saint-Sulpice en París
Pasillo
En la arquitectura de la iglesia, un pasillo
(también conocido como yle o callejón) es más específicamente un
pasillo a cada lado de la nave que está separado de la nave
por columnatas o arcadas, una fila de pilares
o columnas. Ocasionalmente, los pasillos se detienen en
los transeptos, pero a menudo los pasillos pueden continuar alrededor
del ábside. Los pasillos están así categorizados
como Nave-pasillos, transepto-pasillos o coro-pasillos. Un
coro semicircular con naves continuas a su alrededor, dando acceso a una serie
de capillas, es una cabecera.
En la arquitectura gótica, los techos de los
pasillos son más bajos que los de la nave, lo que permite que la luz ingrese a
través de las ventanas del triforio. En la
arquitectura románica, sin embargo, los techos tienen alturas aproximadamente
iguales, y las del pasillo son solo un poco más bajas que las de la
nave. En Alemania, las iglesias donde los techos de los pasillos y la
nave tienen la misma altura, como San Esteban, Viena, la Wiesenkirche
en Soest, San Martín, Landshut y la Frauenkirche (Iglesia
de Nuestra Señora) en Munich se conocen
como Hallenkirchen.
Al discutir el diseño general, los historiadores de la
arquitectura incluyen la nave central en el número de pasillos. Por lo
tanto el original basílica de San Pedro en Roma, la catedral de
Milán, la catedral de Amiens, Notre Dame de
París y Catedral de Alexander
Nevsky en Sofía están todos descrito como tener cinco
naves, lo que significa que tienen dos pasillos laterales a cada lado de la
nave. La catedral de Amberes incluso tiene siete pasillos (tres a
cada lado de la nave central). En el Reino Unido, las catedrales
generalmente solo tienen un pasillo a cada lado, con la Catedral de
Chichester, la Catedral de Elgin y Santa María Magdalena, siendo
Taunton las únicas tres excepciones.
Los
pasillos de la nave en esta vista en planta de una catedral
están sombreados de rosa; los pilares de la sala de juegos son puntos
negros
Vista
en alzado interior de una catedral gótica, mirando desde la nave, con
la arcada nave-pasillo resaltada.
Deambulatorio
El deambulatorio ('lugar para caminar') es el pasaje cubierto alrededor de
un claustro o el camino procesional alrededor del extremo este de
una catedral o iglesia grande y detrás del altar mayor. El
primer deambulatorio fue en Francia en el siglo XI, pero en el siglo XIII se
habían introducido en Inglaterra y muchas catedrales inglesas se ampliaron para
proporcionar un deambulatorio.
La misma característica se encuentra a menudo en la
arquitectura india y en la arquitectura budista
en general, especialmente en períodos más antiguos. La circunvalación ritual o parikrama alrededor
de una estupa o imagen de culto es importante en
el budismo y el hinduismo. A menudo, todo el edificio se
circunvalaba, a menudo muchas veces. La sala
de chaitya budista siempre permitió un camino para esto, y
el templo de Durga, Aihole (siglo VII u VIII) es un famoso ejemplo
hindú.
El término también se utiliza para describir una
característica de jardín en los terrenos de una casa de campo. Un ejemplo
típico es el que se muestra, que se encuentra en los terrenos de Horton
Court en Gloucestershire, Reino Unido.
La
colocación del deambulatorio dentro de una catedral estándar.
Ábside
Proviene del griego (apsis apsidós: ‘arco‘, ‘bóveda‘). En un
templo, es la parte abovedada semicircular o poligonal (testero) que sobresale
en la cabecera. Muy frecuente en el románico y el gótico,
es sin embargo la continuación de lo que ya los romanos conocían
como éxedra en las basílicas. Por lo dicho, el lector habrá advertido
ya que el concepto «ábside» ha
sufrido una desviación en su etimología y ahora denota sin reparo tanto la
cabecera de base cilíndrica como la de trazado poligonal —por más que en, en
honor a la precisión, abogamos por llamar ábside al circular
y testero al recto.
El ábside, al igual que otros cuerpos, presenta una
cara exterior o trasdós y otra interior o intradós; ambas
reciben el nombre de ábside, aun cuando su configuración arquitectónica
—ornamental sobre todo— pueda ser muy diferente.
Tanto la cabecera semicircular como la de base rectangular
pueden estar acompañadas de otros ábsides más pequeños
(absidiolos), formando, según sea su número, un ábside tri, tetra,
penta… -conque o -cónquido (ver triconque). Se habla además
de ábside o testero doble o escalonado cuando otro u otros
ábsides menores, semicirculares o cuadrados, se adhieren al mayor. Aun sin
ser lo habitual, en las cabeceras románicas asistimos también
a la combinación de testero (poligonal) seguido de ábside
(semicircular). En algunas plantas de cruz latina vemos, por
último, otros absidiolos integrados en los brazos del transepto.
A veces el semicilindro absidal es precedido
por una porción recta —ligeramente sobresalida o bien sin solución de
continuidad— que forma unidad con él; lo llamamos «tramo presbiterial».
En todos los casos, la visión más definida y completa del
ábside se obtiene desde el exterior del templo, toda vez que la perspectiva de
la cabecera desde dentro puede quedar enmascarada.
En la riqueza expresiva de la literatura románica,
para designar el ábside central y los absidiolos semiesféricos se utilizan
frecuentemente términos
como cubo, cilindro, tambor, hemiciclo—o cascarón absidial cuando
el intradós del ábside presenta bóveda de horno—, que aun
sin ajustarse estrictamente a su significado contribuyen a dotar al concepto de
una mayor plasticidad.
Ábside
triconque, Santa María la Real de Irache. Ayegui (Navarra).
Siglo XII.
Arbotante
Un arco arbotante o
simplemente arbotante es un elemento estructural exterior con forma
de medio arco que recoge la presión en el arranque de la bóveda y la
transmite a un contrafuerte, o estribo, adosado al muro de una nave
lateral. Es un elemento constructivo distintivo de la arquitectura gótica,
junto con el arco apuntado y la bóveda de crucería.
Como arco exterior de descarga suele estar en posición
inclinada; es, por tanto, un arco rampante o arco por tranquil, ya que
tiene los arranques a distinta altura. El arbotante forma parte de la
estructura gótica, pero solo se aprecia desde el exterior. La parte inferior se
apoya en un estribo, contrafuerte, o botarel; y la parte superior sirve de
sostén, generalmente, a una bóveda de crucería.
Un pináculo (denominado aguja cuando es muy elevado) corona el
estribo, decorándolo, y ayudando con su peso a la estabilidad de la estructura.
Refuerzo vertical de obra o sillería, con
o sin ornamentación, adosado a los muros exteriores para transmitir a la
cimentación las cargas del edificio, en especial
los empujes del arco y de la bóveda. Es la gran aportación estructural de
la arquitectura románica, que con algunas variantes hallaría continuidad
en los estilos posteriores, especialmente en el gótico. No debe
equipararse al botarel gótico, que se separa
de la fábrica para recibir las tensiones que le transmite
el arbotante.
Espolón. Estribo. Machón. Pila. Responsión.
Un
contrafuerte y un contrafuerte volador, en su mayoría ocultos, muros de soporte
en el Palacio de Westminster
Botareles
y contrafuertes
En las construcciones románicas, principalmente en
iglesias y ermitas, no siempre se tomaron las medidas necesarias de cimentación
y de grosor en los muros para contrarrestar debidamente las
cargas estructurales de la fábrica. Lo cual motivó que con
el tiempo se hiciese necesario reforzar el edificio con suplementos de
albañilería adheridos por fuera a las paredes, especialmente si el terreno
elegido para la construcción hubiera cedido bajo el peso del
inmueble. Y así nacieron los contrafuertes: refuerzos verticales
de obra o sillería, con o sin ornamentación, adosados a
los paramentos exteriores para transmitir por su medio a los
cimientos los empujes transversales de la edificación, en
especial de los arcos, las bóvedas y las cubiertas.
Estructura
de equilibrio en una catedral gótica
La experiencia románica, lejos de servir de escarmiento a
los alarifes del gótico, los espoleó para solucionar por el
mismo método el difícil equilibrio de las soberbias catedrales que querían
construir en adelante. Aquellos muros tan elevados, traspasados de vanos que
les restaban consistencia, con
bóvedas y cimborrios sumamente pesados, no solo necesitaban
buenos fundamentos y terreno firme, sino también contrafuertes románicos
hacia los que dirigir las cargas que los arcos, ahora apuntados y más
resistentes, no pudiesen sin embargo digerir. Pero la adustez, robustez y
rudeza de aquellos contrarrestos románicos se compadecían mal con la
esbeltez y aérea vistosidad de los nuevos templos. Así que idearon la forma de
estilizar su diseño, sin que por ello mermase la firmeza y solidez de su
función. Lo que antes había sido un voluminoso y feo machón
o estribo se convertía ahora, separándose del muro pero engarzado en él
por un aerodinámico arbotante, en un esbelto soporte ornamental, que no
solo daba consistencia a toda la ingente fábrica gótica, sino que además la
realzaba visualmente. Entraba en escena el botarel:
apoyo exento que recibe los empujes estructurales mediante
un arbotante. Los contrafuertes, a su vez, siguieron utilizándose en no pocas
catedrales góticas, armonizándose con los botareles y los arbotantes con
desigual fortuna estética.
La diferencia entre contrafuerte y botarel es, por tanto,
clara: aquel se adhiere firmemente al muro, mientras que el botarel se
separa de él, pero sigue unido a la fábrica mediante un arbotante. Dicho
esto, sabremos si quien nos explica una catedral gótica o una construcción
románica se ha pertrechado de los oportunos contrarrestos.
Botareles
con doble fila de arbotantes. Catedral de León. Siglo XIII.
Coro
Un coro, también llamado a veces quire, es
el área de una iglesia o catedral que proporciona asientos
para el clero y el coro de la iglesia. Está en la parte
occidental del presbiterio, entre la nave y el santuario,
que alberga el altar y el sagrario de la Iglesia. En las
iglesias medievales más grandes contenía sillería del coro, asientos
alineados con el costado de la iglesia, en ángulo recto con los asientos para
la congregación en la nave. Las iglesias medievales más pequeñas pueden no
tener un coro en el sentido arquitectónico en absoluto, y a menudo carecen de
iglesias construidas por todas las denominaciones después de la Reforma
Protestante, aunque el Renacimiento gótico las revivió como una
característica distintiva.
Como término arquitectónico, "coro" sigue
siendo distinto de la ubicación real de cualquier coro de canto, estos pueden
estar ubicados en varios lugares y, a menudo, cantan desde un coro, a menudo
sobre la puerta en el extremo occidental litúrgico. En las iglesias
modernas, el coro puede estar ubicado en el centro detrás del altar o el
púlpito.
El coro posterior o retroquire es un espacio
detrás del altar mayor en el coro de una iglesia, en el que puede
haber un pequeño altar que se coloca espalda con espalda con el otro.
Coro
bajo de la catedral de Santa María. Sigüenza (Guadalajara). Siglo XVI.
La schola suele además interpretar desde el
coro las partes cantadas de la misa y otras polifonías sacras.
Dispone de sillería, por lo común muy elaborada y
aparente, que se reparte de forma escalonada y en hileras por los flancos,
mientras el espacio central recibe un facistol, un altar, una imagen, la
consola del órgano o un armónium. En la sillería de no
pocos coros abaciales y catedralicios, un sitial presidencial destaca
sobre los demás por su tamaño y talla. Crosa. Doselete. Estalo. Misericordia.
Por su ubicación el coro puede ser:
· alto: situado
a un nivel superior a los pies del templo, monta
generalmente
sobre bóveda baída o sofito arquitrabado —que
conforman el techo del sotacoro— y se asoma a la nave mayor
a través de balaustrada. La pared del fondo o uno de los laterales puede
alojar un órgano. El coro alto de la mayoría de las iglesias se caracteriza a
menudo, ya en origen, por no disponer de los elementos y la distribución que se
han detallado más arriba, puesto que no nació para la función coral indicada,
por lo que su aspecto se reduce en muchos casos a un espacio vacío sin apenas
mobiliario.
· bajo: se encuentra
en el centro de la nave mayor mirando hacia la cabecera y cerrando
tres de sus lados por muros de cima (2) abierta, que pueden alberga
sendos órganos. Ocupa la anchura de la nave en aproximadamente dos tercios de
su longitud. Sus paramentos exteriores, generalmente muy
ornamentados, delimitan un flanco de las crujías laterales.
El trascoro mira a los pies de la iglesia y está por lo común
ricamente ataviado, dando lugar a un retablo, una capilla u otro tipo de
monumento. El lado contrario, el que mira al presbiterio, está cerrado por
una gran reja que lo separa del resto de la nave.
· presbiteral o presbiterial: adosado
por lo común a las paredes del presbiterio, suele adoptar la forma de su
perímetro, rectangular o semicircular, rodeando el altar mayor.
· de
clausura: propio de los conventos femeninos de estricta clausura. Unas
veces se trata de una estancia cerrada aneja al presbiterio, con el que se
comunica a través de una gran reja que permite ver el altar; otras veces se
sitúa en alto a los pies de la iglesia, e incluso puede haber debajo de él un
segundo coro asentado en planta, ambos enrejados o protegidos
con celosías.
Cripta
Una cripta es una cámara de piedra debajo del
piso de una iglesia u otro edificio. Por lo general,
contiene ataúdes, sarcófagos o reliquias religiosas.
Originalmente, las criptas se encontraban típicamente
debajo del ábside principal de una iglesia, como en
la Abadía de Saint-Germain en Auxerre, pero más tarde también se ubicaron
debajo del presbiterio, las naves y
los transeptos. Ocasionalmente, las iglesias se levantaron en alto
para acomodar una cripta en el nivel del suelo, como la Iglesia de San
Miguel en Hildesheim, Alemania.
La palabra "Cripta"
se desarrolló como una forma alternativa del latín "bóveda", ya que se trasladó
al latín tardío, y pasó a referirse a las salas rituales que se encuentran
debajo de los edificios de la iglesia. También sirvió como
una bóveda para almacenar artículos importantes y / o sagrados.
La palabra "Crypta",
sin embargo, también es la forma femenina de cripto "oculta". El origen más antiguo
conocido de ambos está en el griego antiguo (krupto / krypto), la
primera persona singular indicativa del verbo "ocultar, ocultar".
Conocido por primera vez en el período cristiano
primitivo, en particular el norte de África
en Chlef y Djemila en Argelia,
y Bizancio en Saint John Studio en Constantinopla, donde
se han construido iglesias cristianas sobre mitrea, el mithraeum a menudo
se ha adaptado para servir como cripta.
La famosa cripta de la antigua basílica de San
Pedro, en Roma, se desarrolló alrededor del año 600, como un medio para ofrecer
a los peregrinos una vista de la tumba de San Pedro,
que se encontraba según la moda romana, directamente debajo del altar
mayor. La tumba se hizo accesible a través de un pasadizo
subterráneo debajo del santuario desde donde los peregrinos podían
entrar por una escalera, pasar por la tumba y salir sin interrumpir el servicio
de la comunidad clerical en el altar directamente encima.
La cripta visigoda (la Cripta de San
Antolín) en la Catedral de Palencia (España), fue construida durante
el reinado de Wamba para preservar los restos del mártir San
Antonino de Pamiers, un noble visigodo-galo traído de Narbona a la Hispania
visigoda en 672 o 673 por el propio Wamba. Estos son los únicos restos de
la catedral visigoda de Palencia.
Las criptas se introdujeron en el edificio de
la iglesia franca a mediados del siglo VIII, como una característica
de su romanización. Su popularidad se extendió luego más ampliamente en
Europa occidental bajo Carlomagno. Los ejemplos de este período son
más comunes en el Occidente medieval temprano, por ejemplo
en Borgoña en Dijon y Tournus.
Después del siglo X, los requisitos medievales tempranos
de una cripta se desvanecieron, ya que los funcionarios de la iglesia
permitieron que se guardaran reliquias en el nivel principal de la iglesia. En
el período gótico, las criptas rara vez se construían, sin embargo,
se siguieron construyendo bóvedas funerarias debajo de las
iglesias y se las conoce como criptas.
Cripta de la
catedral de Worcester
Cripta Saint-Sernin
Basílica Toulouse
Fachada
Una fachada o fachada es en general
la parte delantera del exterior de un edificio. Es una palabra
prestada de la fachada francesa, que significa "fachada" o "cara".
En arquitectura, la fachada de un edificio suele ser
el aspecto más importante desde el punto de vista del diseño, ya que marca la
pauta para el resto del edificio. Desde la perspectiva de la ingeniería de
un edificio, la fachada también es de gran importancia debido a su impacto
en la eficiencia energética. Para la fachada histórica, muchas regulaciones
de zonificación locales u otras leyes restringen en gran medida
o incluso prohíben su alteración.
El nártex es un elemento arquitectónico propio
de las basílicas e iglesias paleocristianas y bizantinas
que consta de la zona de entrada o vestíbulo, ubicada en el extremo
oeste de la nave, frente al altar mayor de la
iglesia. Tradicionalmente, el nártex era parte del edificio de la iglesia,
pero no se consideraba parte de la iglesia propiamente dicha.
En las primeras iglesias cristianas, el nártex a menudo
se dividía en dos partes distintas: un esonarthex (nártex interior) entre el
muro oeste y el cuerpo de la iglesia propiamente dicha, separado de la nave y
los pasillos por una pared, arcada, columnata, pantalla o
riel, y un espacio exterior cerrado, el exonarthex (nártex exterior), un
patio frente a la fachada de la iglesia delimitado en todos los
lados por una columnata como en la primera Basílica de San
Pedro en Roma o en la Basílica de San
Ambrosio en Milán. El exonarthex puede haber estado abierto o
cerrado con una puerta que conduce al exterior, como en
el bizantino. Iglesia de Chora.
Por extensión, el nártex también puede denotar un porche
cubierto o entrada a un edificio.
El propósito del nártex era permitir que aquellos que no
eran elegibles para ser admitidos en la congregación general
(particularmente catecúmenos y penitentes) escucharan y
participaran del servicio. El nártex a menudo incluía una pila
bautismal para que los niños o adultos pudieran ser bautizados allí antes
de ingresar a la nave, y para recordar a otros creyentes sus bautismos mientras
se reunían para adorar. Por lo tanto, el nártex es tradicionalmente un
lugar de penitencia, y en el cristianismo oriental algunos servicios
penitenciales, como las Horas Pequeñas durante la Semana
Santa, se celebran allí, en lugar de en el cuerpo principal de la
iglesia. En la Iglesia Ortodoxa Rusa Los funerales se celebran
tradicionalmente en el nártex. Las reformas posteriores eliminaron el requisito de
excluir de los servicios a las personas que no eran miembros de pleno derecho
de la congregación, lo que en algunas tradiciones obviaba el nártex. Sin
embargo, los arquitectos de la iglesia continuaron construyendo una habitación
antes de la entrada de la nave. Esta sala podría
llamarse vestíbulo interior (si es arquitectónicamente parte de
la estructura de la nave) o porche (si es una estructura externa
distinta). Algunas tradiciones todavía llaman a esta área el nártex, ya
que representa el punto de entrada a la iglesia, incluso si todos son admitidos
en la nave misma.
En la Iglesia Ortodoxa Oriental, el esonarthex y
exonarthex tenían, y todavía tienen, funciones litúrgicas distintas. Por
ejemplo, la procesión de la Vigilia Pascual terminará en el
exonarthex para la lectura del Evangelio de la Resurrección, mientras
que ciertos servicios penitenciales se cantan tradicionalmente en el
esonarthex.
En algunos templos ortodoxos orientales, el
nártex se denominará trapeza (refectorio), porque en la antigüedad,
las mesas se colocaban allí después de la Divina Liturgia para que
los fieles comieran una comida común, similar a la fiesta ágape de
la iglesia primitiva. A día de hoy, aquí es donde los fieles se
llevan a sus cestas en Pascha (Pascua) para el sacerdote
para bendecir los alimentos pascuales que luego llevará de regreso a sus
hogares para el festivo . Tradicionalmente, el nártex es
donde se venderán velas y prosphora para ofrecer
durante los Servicios Divinos.
La puerta que va desde el nártex a la nave a veces se
conoce como las "puertas reales", porque
en las principales catedrales (catholica) había varios juegos de puertas que
conducían a la nave, la central estaba reservada solo para el uso
del emperador bizantino.
Plano
de la iglesia de Chora, que muestra el nártex interior y exterior.
Los días festivos habrá
una procesión hasta el nártex, seguida de oraciones de intercesión,
llamadas Litiy.
En Armenia, el estilo local del nártex se
conoce como gavit.
Capilla
del ábside
Una capilla
ábside o capilla absidal es una capilla en la arquitectura tradicional
de la iglesia cristiana, que irradia tangencialmente desde uno
de los tramos o divisiones del ábside. Se accede generalmente por un
pasillo semicircular, o deambulatorio, exterior a los muros o pilares del
ábside.
En planta, el tipo normal de capilla tangencial es
semicircular; algunos, sin embargo, son pentagonales y otros están
compuestos por un pequeño círculo, que sirve como cililhoir, y parte de un gran
círculo, como nave; algunos son oblongos con ábsides orientales. En Inglaterra,
a veces un deambulatorio conecta los pasillos norte y sur del
coro y desde el deambulatorio proyecta una capilla o capillas
orientales. La cabecera oriental de la abadía de Westminster,
rodeada por cinco capillas absidales, es el único ejemplo completo de esta
característica en Inglaterra.
La fuente común de las capillas giratoria y radiante
parece haber sido la iglesia de San Martín de Tours, donde originalmente
había un coro de dos tramos y un ábside de cinco tramos, rodeado por un solo
deambulatorio y cinco capillas radiantes. Los altares, que antes
obstaculizaban la nave, ahora podían colocarse en las nuevas capillas
radiantes del deambulatorio, que permitían el acceso necesario a ellas.
Cada capilla absidal podía tratarse como un santuario, al
que solo podían entrar el oficiante, el sacerdote y sus asistentes, y el
deambulatorio servía como nave necesaria para los adoradores. El número
habitual de estas capillas radiantes es de tres. Las capillas del ábside
se encuentran a menudo en las catedrales de
los cimientos benedictinos y ocasionalmente en las de
la reforma cluniacense.
St. Martin of Tours, St. Savin y Cluny tienen cinco
capillas de coro; Amiens, Beauvais Colonia y Le Mans tienen siete capillas
absidales. Ningún deambulatorio con capillas tangenciales tiene más de 900
años. El plan periapsidal de la Abadía de Westminster, iniciado en 1050
por Eduardo el Confesor, anticipó a Cluny en treinta y nueve años, un plan
que se reprodujo en Gloucester en 1089 y en Norwich en
1096.
Las capillas radiantes son casi en su totalidad un plan
continental y se encuentran con mayor frecuencia
en estructuras francesas y góticas. En Inglaterra, la
capilla del ábside es muy rara, debido a la terminación generalmente cuadrada de
la nave. Las huellas de un tratamiento absidal temprano se encuentran
en la Catedral de Canterbury. En las iglesias continentales, la
capilla del ábside central era a menudo la capilla de la Señora, que en
Inglaterra generalmente se colocaba a un lado.
Crucero
Un crucero (con dos semitranseptos) es una
parte transversal de cualquier edificio, que se encuentra a través del cuerpo
principal del edificio. En las iglesias, un crucero es un área
colocada en forma transversal a la nave en un edificio cruciforme ("en forma de cruz") dentro
de las tradiciones arquitectónicas de
la iglesia cristiana románica y gótica. Cada mitad de un crucero se
conoce como semitransepto.
El crucero de una iglesia separa la nave
del santuario, ábside, coro, cabecera, presbiterio o presbiterio. Los
transeptos atraviesan la nave en el crucero, que pertenece igualmente al
eje de la nave principal y al crucero. Sobre sus cuatro pilares, el
cruce puede soportar una aguja (por ejemplo, la Catedral de
Salisbury), una torre central (por ejemplo, la Catedral de
Gloucester) o una cúpula de cruce (por ejemplo, la Catedral
de San Pablo). Dado que el altar generalmente se encuentra en el
extremo este de una iglesia, un crucero se extiende hacia el norte y el
sur. Las paredes norte y el extremo sur menudo tienen decorados ventanas de vidrio
de color, tales como rosetones, en piedra de tracería.Ocasionalmente, las basílicas y
el planeamiento de la iglesia y la catedral que descendía
de ellas se construyeron sin crucero; a veces los transeptos se redujeron
a capillas emparejadas. Más a menudo, los transeptos se
extendían mucho más allá de los lados del resto del edificio, formando la forma
de una cruz. Este diseño se llama planta de cruz latina, y estas
extensiones se conocen como los "brazos"
del crucero. Una planta de cruz griega, con las cuatro
extensiones de la misma longitud, produce una estructura de planta central.
Cuando las iglesias tienen un solo crucero, como
en Pershore Abbey, generalmente hay un desastre histórico, un incendio,
una guerra o un problema de financiación que explica la
anomalía. En Beauvais sólo se encuentran la cabecera y el
crucero; la nave de la catedral nunca se completó después del colapso de
la atrevida bóveda alta en 1284. En la Catedral de San
Vito, Praga, solo se completaron el coro y parte de un crucero sur hasta
una renovada campaña de construcción en el siglo XIX.
La palabra "transepto"
se extiende ocasionalmente para referirse a cualquier corredor subsidiario que
cruce un corredor principal más grande, como los pasillos transversales o
"transeptos"
del Crystal Palace, Londres, de vidrio y hierro que se construyó para
la Gran Exposición de 1851.
Crucero
ciego, sin cúpula ni cimborrio Catedral de San Antolín. Palencia. Siglos XIV-XVI.
Cimborrio
y cúpula sobre el crucero de la catedral nueva de Salamanca.
1760.
Próximo Capítulo: Capítulo 3-1 Arquitectura Gótica
Biografía
Aradillas, Antonio; Íñigo, José (1997). Guía de
monasterios de España: espíritu, art, tradiciones. Madrid:
PPC. ISBN 84-288-1381-7.
Bango Torviso, Isidro Gonzalo (1990). El monasterio
medieval. Madrid: Anaya. ISBN 84-207-3608-2.
Benito Doménech, José (1991). «Anotaciones al
pintor flamenco Pablo Schepers». Academia: Boletín de la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando (73): 459-476. ISSN 0567-560X.
Archivado desde el original el 2007. Consultado el 13 de septiembre
de 2020.
Castro Álava, José Ramón (1941). «Los retablos de
los Monasterios de La Oliva y Fitero». Príncipe de Viana 2 (3):
13-26. ISSN 0032-8472. Archivado desde el original el 13 de
diciembre de 2007. Consultado el 13 de septiembre de 2020.
Criado Mainar, Jesús Fermín (2011). «El retablo
mayor del monasterio de La Oliva (1571-1587) y la renovación de la pintura
zaragozana. Nuevas precisiones documentales». Artigrama: Revista del
Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza (26):
557-582. ISSN 0213-1498. Consultado el 13 de septiembre de 2020.
Martínez Álava, Carlos J. «El monasterio de La
Oliva». En Cátedra de Patrimonio y Arte de la Universidad de Navarra,
ed. www.unav.edu. Consultado el 3 de septiembre de 2020.
Morales Solchaga, Eduardo (2008). A propósito del
retablo mayor del Monasterio de la Oliva, "una de las joyas más preciadas
de nuestro patrimonio". Archivado desde el original el 22 de
septiembre de 2009. Consultado el 13 de septiembre de 2020.
Morte García, M. Carmen (1985). «La pintura
aragonesa del renacimiento en el contexto hispánico y europeo». III
Coloquio de Arte Aragonés - 2. El arte aragonés y sus relaciones con el
hispánico e internacional (Diputación Provincial de Huesca) 2:
277-302. ISBN 978-84-505-2091-0. Consultado el 13 de septiembre de
2020.
Munita Loinaz, José Antonio (1995). Monasterio de La
Oliva en la Edad Media (siglos XII al XVI).pdf El monasterio de La Oliva
en la Edad Media (siglos XII a XV). Historia de un dominio cisterciense
navarro. Vitoria: Universidad del País Vasco. Archivado desde el
original el 12 de mayo de 2014. Consultado el 2 de septiembre de 2020.
Herrero Sanz, María Jesús (2012). Reales Sitios de
España. Patrimonio Nacional, ed. Guía Santa María la Real de Huelgas
Burgos. Madrid. ISBN 84-7120-337-5.
Lampérez y Romea, Vicente (1909). Historia de
la arquitectura cristiana española en la Edad Media según el estudio de los
elementos y monumentos II. Madrid: Blass. OCLC 610051556.
LAMPÉREZ ROMEA, Vicente (arquitecto). Historia de la
arquitectura cristiana española en la Edad Media, tomo II. Madrid 1909
Rivera, Javier; Ordax, Salvador A.
(1995). Catálogo Monumental de Castilla y León. Bienes inmuebles
declarados II. Salamanca: Junta de Castilla y
León. ISBN 8478464328.
Sainz Sáiz, Javier (1996). Monasterios y conventos
de la provincia de Burgos. León: Lancia. ISBN 84-8177-025-6.
Yarza Luaces, Joaquín; Boto Varela,
Gerardo (2003). Claustros románicos hispanos. León:
Edilesa. ISBN 84-8012-422-9.
Polvorosa López, Tomás (1963). Santa María la Real
de Huerta. Santa María de Huerta: Ediciones Huerta.
TARACENA, Blas y TUDELA, José. Guía de Soria y su
provincia. Madrid 1973. ISBN 84-400-6197-8
ARADILLAS, Antonio e ÍÑIGO, José. Monasterios de
España. PPC editores, S.A. ISBN 84-288-1381-7
Varios autores. Historia del Arte de Castilla y
León, Tomo III. Arte gótico. Editorial Ámbito S.A. Valladolid 1995. ISBN 84-8183-003-8
No hay comentarios:
Publicar un comentario