El Cister en España
El Cister
llega a España muy tardío.
Existe una
carta de San Bernardo dirigida al abad de Prenilly en la cual San Bernardo le
disuade que se hagan fundaciones en España por ser un territorio lejano y
arriesgado debido a las potenciales excursiones islámicas.
No esta muy claro cual fue la primera fundación en
España, pero esta entre:
·
Monasterio de Fitero (Navarra)
·
Monasterio de Moreruela (Zamora)
A diferencia de Francia en la que el apoyo del Cister
provenía de los obispos y del campesinado, en España recibirá el apoyo de los
dos grupos anteriores y sobre todo de los reyes, en particular, de Alfonso VII
y Alfonso VIII.
Debido a los riesgos de confrontaciones con el Islam
el Cister en España se limitara a la zona Norte y en particular a:
·
Noroeste.- Galicia
·
Nordeste-Cataluña y Aragón
Monasterios del Cister en España por tipo de cabecera
El monasterio
de Santa María de Moreruela fue un monasterio perteneciente a la
orden cisterciense ubicada en las cercanías del municipio Granja
de Moreruela, en el noroeste de la provincia de Zamora (Castilla y
León, España). El monasterio se halla en un lugar apartado de los
núcleos de población, junto a la denominada Vía de la Plata. Se considera
uno de los primeros monasterios cistercienses edificados en la península
ibérica. El patronazgo inicial correspondió a los herederos de Ponce
Giraldo de Cabrera (Príncipe de Zamora) y tuvo su auge económico hasta
el siglo XIII. El auge se tradujo en posesión de tierras circundantes,
expansión de la red monástica mediante establecimiento de prioratos. A
este periodo dorado le sobrevino una serie de siglos desde el XVI al XVIII
caracterizados por la racionalización y ahorro de los recursos obtenidos
durante la Edad Media. La comunidad de monjes inicial que vivía en el conjunto
se supone fue de doscientos, cifra que se vio enormemente rebajada en los
siglos posteriores a poco más de una veintena, a lo sumo una treintena. Es
posible que tuvieran una cantidad similar de criados diversos entre mozos de
cuerda, pastores, vaqueros, hortelanos, cocineros, etc.
Los edificios que componen el monasterio fueron sufriendo
diversas reformas desde los inicios medievales, llegando a convivir todos ellos
con una hospedería reciente creada a finales del siglo XVIII. El devenir y la
exclaustración de los monjes se producen a mediados del siglo XIX debido a una
serie de leyes desamortizadoras que se iniciaron durante la Guerra de
Independencia Española. Estas sucesivas desamortizaciones finalizaron
definitivamente con la actividad del convento en octubre de 1835. El rigor de
los elementos y de los actos de rapiña causa su estado ruinoso en apenas varias
décadas. El abandono convirtió el conjunto finalmente en una ruina. Las ruinas
controladas que pueden observarse a comienzos del siglo XXI se erigieron en un
periodo que va desde el siglo XII hasta el XVIII. Desde la
publicación de Fray Ángel Manrique a mediados del siglo XVII se ha
creído que el de Moreruela era el primer monasterio cisterciense hispánico.
Datándose su incorporación en 1131. Esta creencia se mantuvo en pie hasta que
en 1959 en el transcurso de la Segunda Semana de Estudios
Monásticos el estudioso del Císter comienza a ponerlo en duda retrasando
la fundación entre 1153 y 1158, apuntando a Santa María de
Fitero datado en 1140. Esta afirmación abrió un debate entre los
académicos que continúa existiendo en la primera década del siglo XXI. El
conjunto que puede observarse a comienzos del siglo XXI es una mezcla de
estilos arquitectónicos que van desde el románico tardío, pasando por el gótico
y finalizando en una arquitectura del siglo XVIII. El origen del monasterio es objeto de debate entre los
historiadores de comienzos de la primera década del siglo XXI. No queda clara en
las referencias documentales la posición de la primera fundación, como tampoco
resulta clara la fecha en la que fue creada la primera comunidad de monjes. Las
excavaciones arqueológicas y la investigación documental del monasterio son las
únicas fuentes existentes en la determinación del monasterio primigenio. La
primera referencia documental del monasterio se encuentra en un comentario
encontrado en el Codex biblicus legionensis de la catedral de
León en el que se menciona la vida del santo Froilán de Juan Diácono.
Esta biblia del siglo X es una copia de 920 realizada de otra que se
encuentra en el monasterio de Albares de la Ribera. En esta descripción se
menciona como el obispo Froilán inaugura mediante los consejos de Alfonso
III el Magno un monasterio en Salvador de Tábara y el de
Moreruela a la ribera del Esla.
Locupletionem
eum fecit, et honores magnun ditavit, potestatem illi concessam, ut in homnen
suo regno visendi loca apta et amena construeret cenobioa ad congregandas
populorum turmas sub regula Sanctae disciplinas constitutas. Aedificavit
Taborense cenobium ubi congregavit utrarumque sexuum centies servi animas
Domino servientum. In Tavarensi arcisteri sub umbraculo sci. salvatoris. Tunc
deinde propiciens loco, ubi alterum aedificaret cenobium invenit amenum et
altum locum era flumen Stole discurrente. Construxit ibidem cenobium nomine
Morerola ubi congregavit ducentos fere monachos sub regulari norma constitutos.
Codex
biblicus legionensis
Mención de la que se obtiene la simultaneidad de ambos
monasterios fundados por Froilán, que el de Moreruela se funda con casi
doscientos monjes bajo una regla monástica. La mención junto al río no da
precisiones acerca de que orilla fue la fundacional. Las indagaciones
arqueológicas muestran que quizás fuese la primera fundación en el lugar donde
se encuentra la iglesia de San Miguel Arcángel en Moreruela de
Tábara es decir en la margen derecha del río Esla (flumen Stole). La
aceptación de esta hipótesis obliga a creer que el monasterio tuvo que cambiar
de ubicación debido a las campañas militares de Almanzor en el norte
de la península a finales del siglo X. Las referencias documentales de
comienzos del siglo XI siguen mencionando la existencia de un cenobio en la
ribera del Esla, pero igualmente se olvidan de mencionar la orilla. Durante los
siglos posteriores al XI la zona norte de la provincia de Zamora genera una
tupida red de monasterios. En opinión de algunos autores, como parte de la
política regia de repoblamiento de la zona tras las razzias de
Almanzor. A pesar de estos intentos regios, y de las donaciones de los nobles,
los núcleos poblacionales no crecieron suficientemente y muchos de ellos no
lograron tener una población considerable. Esto fue una de las causas para que
muchos de los monasterios de la zona, al final no sobrevivieran al periodo de
reinado. A pesar de todo Moreruela si logró salvarse de esta primera selección
debido al establecimiento de una zona de influencia debido a las múltiples
posesiones que iba acumulando a lo largo del siglo XI.
Primeras
noticias: Santiago de Moreruela
La primera noticia documentada a lo largo del siglo XI se
debe a un pergamino de 1042 que en grafía visigótica establece que
las propiedades de un conjunto de villas cercanas (Iuncello), por orden regia
de Fernando I de León se donan a un futuro propietario de nombre arabizado
denominado Keia Hazbe. El texto menciona el territorio de la
Lampreana y Manganeses. Menciona otras localidades desaparecidas en
la zona a comienzos del siglo XXI como
son: Iahafes, Zabales y Rubiolos. Aparecen en el texto los
aristócratas de la Lampreana y el obispo de Astorga, hecho que otorga a la
cesión un valor económico y simbólico de agradecimiento. La donación regia es
en concepto de usufructo vitalicio, y tras su muerte se cederán al
monasterio de Santiago de Moreruela. La zona de la Lampreana se establece como
un área de cierta importancia económica por la explotación
salinera cercana a las lagunas de Villafáfila, estableciéndose en
este instante del siglo XI tres áreas de poder en la zona: la
Lampreana, Castrotorafe, y la zona gobernada por el mismo monasterio.
El castro forafees la zona donde se supone se concentra el poder
militar defensivo de la zona. Esto hace suponer que la muerte de Keia Hazbe
hace que el mismo monasterio tenga en su área de influencia gran parte de la
zona. Esto hacía que rivalizara con monasterio de Sahagún. De Keia
Hazbe se conoce poco de su vida, y es de suponer que por la magnitud de la
donación regia que era un noble de la zona que hizo buenos servicios al rey.
Esta donación indica que el monasterio se encontraba bien establecido en una
zona de gran riqueza agropecuaria, imbricado en la red social de la realeza y
la nobleza. Ampliando sus posesiones hasta Carballeda, el monasterio de
Moreruela comienza a rivalizar con otros monasterios vecinos, como el de Sahagún.
A pesar de ello, el monasterio desaparece en la documentación posterior hasta
llegado el siglo XII.
La documentada cesión del monasterio por parte
de Alfonso VII de León en 1143 a su leal seguidor Ponce Giraldo
de Cabrera, en la desierta población de Moreruela de Frades, abre una
incógnita sobre el estado anterior del monasterio. Ponce recibe este honor
tras casi veinte años al servicio militar del emperador leonés. Formaba parte
del más reducido círculo cercano al rey,
era tenente de Sanabria y Cabrera. Ya poseía en estas
fechas el título de Príncipe de Zamora. Este noble, de origen catalán,
había ascendido constantemente de cargos en el seno del reino
leonés debido a sus victorias militares, incrementando su contacto con
la red social de nobles en la zona y recibiendo los favores del rey
Alfonso VII. La orden regia era la de construir y mantener un monasterio. Es a
partir de este instante cuando el monasterio se prepara para recibir la orden
benedictina. La fecha del cambio no queda muy documentada, pero se produce en
un intervalo entre el año 1158, cuando Fernando II de León se dirige
a unos monjes de Moreruela de Santiago, y la bula del papa Alejandro
III datada de 1163, en la que menciona el monasterio de San María. Es de
suponer que el cambio de advocación supuso la reforma y el establecimiento de
la Orden del Císter en la zona. Por lo tanto, pasaron casi veinte
años desde la cesión de los bienes de Moreruela de Frades a Ponce de
Cabrera y el establecimiento de la Orden en la zona, periodo de tiempo en el
que se sabe comenzó la construcción de la girola de la iglesia. El
patronazgo de los Cabrera se muestra en otro monasterio cisterciense de la
época: monasterio de Santa María de Nogales (San Esteban de
Nogales y Alcubilla de Nogales, al sur de la Bañeza). En 1164 se
hace otra donación regia a la viuda del conde Vela Gutiérrez: Sancha
Ponce de Cabrera en la que consta del monasterio de Nogales. Ambos
monasterios quedarían ligados, mediante las donaciones del patronazgo de los
Ponce de Cabrera, durante varias generaciones posteriores que llegaron a servir
a Alfonso IX de León.
La
girola es la parte más antigua del edificio, data de 1126
Conversión
en monasterio del Císter: Santa María de Moreruela
Desde mediados del siglo XX los estudios históricos sobre
la Orden del Císter se han centrado en establecer la cronología de cada una de
las numerosas fundaciones en el norte de la península, con el fin de esclarecer
el proceso de introducción y posterior expansión de la Orden del Císter en los
reinos hispánicos. No obstante, este es un aspecto difícil de determinar, ya
que las noticias de las nuevas fundaciones monásticas son escasas, confusas, y,
en ocasiones, contradictorias. Moreruela no es un caso excepcional y se creyó
durante mucho tiempo que fue el primero de los fundados en la península
ibérica. Las investigaciones realizadas comienzan a mostrar una intervención de
los nobles leoneses muy cuantiosa, sobre todo si se comparan con las
aportaciones reales. En el reino de León los monasterios que surgieron por
iniciativa de un magnate son Moreruela, San Esteban de Nogales y Sandoval,
además de los monasterios femeninos de Santa María de
Carrizo, Gradefes y Otero de las Dueñas, mientras que el monarca
solo llegó a fundar dos monasterios cistercienses en tierras leonesas. El
apoyo de los nobles a estas nuevas fundaciones de monasterios concedía fama
intergeneracional, permitía que fuesen un lugar de santa sepultura y de
recuerdo póstumo, es decir de un tipo de perpetuación de la familia y de su
recuerdo.
Entre los negocios de los monjes se encuentra la
actividad minera sobre las zonas cercanas al monasterio. Las ferrerías
de Figueruela se citan en una bula de Inocencio III en
1208, confirmando las posesiones del monasterio sobre las mismas, mientras que
la granja de Ferreras, seguramente vinculada en algún instante a estas
actividades, aparece mencionada por primera vez en 1163 cuando el
papa Alejandro III toma bajo su amparo el patrimonio de Moreruela. En
relación a Moreruela se localiza la única referencia a una posible actividad
minera de cobre en la sierra de la Culebra (Aliste). Se trata de un
documento de 1335 por el que Alfonso XI cede a los monjes de
Moreruela los derechos de extraer cobre de los minerales que se encontrasen en
sus términos.
El primer historiador en estudiar la introducción del
Císter en España fue fray Ambrosio de Morales en el siglo XVI, y tuvo
en Athanasio de Lobera un corrector capaz de definir con detalle las
aportaciones de los nobles frente al rey leonés. Fue un monasterio cisterciense erigido
entre los siglos XII y XIII, y situado en las cercanías de Granja de
Moreruela de la provincia de Zamora, en plena comarca de Tierra
de Campos. Fue declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931.
Sobre un antiguo monasterio levantado a finales del siglo
IX bajo el patrocinio del rey Alfonso III de Asturias se estableció
una comunidad de monjes cistercienses convocados por Alfonso VII de
León, el Emperador, con el propósito de poner en producción las tierras
que se iban ganando a los musulmanes al sur del reino y crear las
condiciones propicias para una rápida repoblación. Para ello puso a disposición
de los monjes blancos del Císter los territorios de las villas
circundantes que ellos se encargaron de cultivar y explotar. La fundación
monástica puede fecharse en 1133.
Inicio
del declive en Moreruela: siglo XIV
Maqueta de madera realizada en 2008
por Noemí Martínez Murciego y Luis Miguel González Colmenero con motivo de la
Exposición «Santa María de Moreruela 1808-2008: Del olvido a la memoria» en el
que muestra la disposición general de los edificios del monasterio antes de que
fuese exclaustrado. Visible hoy en día en el monasterio de Santa María de
Moreruela.
A partir del periodo que va desde 1298 hasta 1325 se
produce una crisis económica en el Monasterio que pasa de un periodo de
expansión a uno de recesión. Este declinar se prolongó a lo largo del siglo
XIV. En el siglo XV el gobierno de Moreruela fue dado en encomienda y
es posible que a lo largo del siglo los monjes trabajaran por consolidar el
patrimonio y racionalizar sus rentas. Esto supuso que los monjes perdieran sus
propiedades más alejadas y concentraran sus esfuerzos en los dominios más cercanos.
A esto cabe añadir que si en los siglos precedentes tuvo Moreruela la
protección de los Nobles, con el advenimiento del siglo XV las disputas en sus
tierras fueron creciendo. De estos sucesos hay documentación en el archivo
histórico de la Chancillería de Valladolid, la conflictividad con los
vecinos de sus tierras, e igualmente con los monasterios vecinos. El claustro
medieval del monasterio y sus otras dependencias sufrieron profundos cambios y
transformaciones a partir de su incorporación a la Regular Observancia de
Castilla en 1494 (denominada también como Congregación de San
Bernardo de Castilla). Esta incorporación supuso un periodo de reformas en
muchos de los edificios, pero igualmente se produjeron numerosas optimizaciones
en los recursos, asegurando una holgada supervivencia de los monjes a cuenta de
sus rentas cerealísticas.
La entrada del monasterio en la Regular Observacia trajo
consigo una profunda renovación de espacios. Se desconoce la causa de esta
reforma arquitectónica, quizás fuese el mal estado que se encontraba la planta,
quizás fuese el intento de ofrecer un nuevo servicio. Sea como fuese las
investigaciones arqueológicas realizadas muestran un gran esfuerzo constructivo
a lo largo de los siglos posteriores. En el siglo XVIII los edificios se habían
deteriorado y sufrieron una gran restauración que necesitaba una gran
financiación. Se construyó un nuevo claustro cuyas obras continúan al
comienzo del siglo XIX, viéndose interrumpidas durante las
varias desamortizaciones que tendrían que ocurrir.
El
final del monasterio
La caída del Antiguo Régimen y el advenimiento
de la revolución liberal con el establecimiento en España del
Estado liberal. Cuyas primeras acciones fueron la supresión de las órdenes
regulares y la desamortización de sus bienes patrimoniales. El monasterio se
extingue, los monjes se dispersan y sus bienes son vendidos en pública subasta
a particulares. La comunidad de monjes entrando en el siglo XIX era estable y
consistía en unos cincuenta monjes. La mitad de ellos vivía en las
instalaciones, el resto se encontraba in itiniere realizando
estudios, tareas administrativas, atendían parroquias, en prioratos. Uno de los
primeros acontecimientos que alteraría la vida de la comunidad fue la presencia
de tropas napoleónicas en 1808 durante la guerra de Independencia
Española. Este suceso trajo la primera desamortización de bienes. La
descripción que hace Joseph-Jacques de Naylies al acuartelar sus
tropas en 1808 menciona a 36 monjes.
La primera exclaustración se realiza físicamente el 24 de
marzo de 1809 y fue dictada por el regente José I Bonaparte el 18 de
agosto de ese mismo año en un real decreto en el que se suprimen en España
todas las órdenes monacales, mendicantes y clericales masculinas. En dicho
decreto se traspasa todo el patrimonio de los monasterios al Estado en concepto
de Bien Nacional. Esta regla dispersa a los monjes que se ocultan en los
pueblos cercanos del territorio libre de ocupación francesa. La situación se
normaliza al acabar la Guerra de Independencia y tras la celebración del
Capítulo General de la Orden del Císter en el monasterio de Santa María la
Real de Oseira (Orense) en 1813. Los monjes regresan con su abad al
monasterio y comprueban el estado lastimoso de las estructuras tras cuatro años
y medio de abandono. La carpintería de puertas y ventanas había desaparecido y
el interior había sido saqueado. El restablecimiento de las propiedades llevó a
una intensa labor judicial en la Chancillería de Valladolid. Finalmente en esta
primera exclaustración no hubo apenas merma de patrimonio, aunque si daño de
bienes. La llegada de los liberales al poder, tras el pronunciamiento
de Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla) no
favoreció a las reclamaciones de los monjes cistercienses. Las disposiciones
legislativas de las Cortes de Cádiz favorecían de nuevo las políticas
desamortizadoras. En septiembre de este año se presenta la Ley de Reforma
de los Regulares (denominada también popularmente como Ley de
Regulares) que el rey acaba firmando tras presiones y que entra en vigor el 25
de octubre de 1820. La subasta de bienes eclesiásticos hizo que en esta segunda
desamortización los monjes perdieran tierras y bienes cercanas al monasterio.
Las fincas de mayor tamaño son adquiridas por las familias burguesas de la zona.
Aunque estos bienes regresaron a los monjes en 1823 tras varios litigios.
La aplicación de esta ley de Regulares hizo que
nuevamente la comunidad de monjes, esta vez una veintena, tuviera que
exclaustrarse abandonando el monasterio en noviembre de 1820. El alcalde de
Benavente recibió los bienes del monasterio, evitando que los monjes vendieran
parte de su hacienda. Con la llegada en 1823 de la restauración
absolutista se pretendió llegar a la situación anterior intentando
devolver al clero los bienes incautados por el estado, pero en muchos casos
éstos habían sido vendidos. Los monjes de Moreruela regresan de nuevo al
convento, esta vez menos dañado que con la invasión francesa. Se vuelve a
reclamar el patrimonio en juicios interminables. El fallecimiento
de Fernando VII dio inicio al reinado de Isabel II y el inicio de
las Guerras carlistas. Todo ello hizo que volviera a acarrear nuevas
oposiciones a la comunidad cisterciense de Moreruela, el ambiente
anticlerical de la población se hizo cada vez más patente. Durante el
largo proceso de las Guerras Carlistas los monjes de Moreruela dieron cobijo al
obispo de León Joaquín Abarca, cabecilla carlista, suceso este que atrajo
las iras del gobierno liberal contra los monjes de Moreruela.
En el año 1835 la llegada al poder de Juan Álvarez
Mendizábal, con la minoría de edad de Isabel II se instaura un
gobierno liberal que hizo que se radicalizara la política desamortizadora del
patrimonio eclesiástico. El 11 de septiembre de 1835 se establece la ley de
cierre de todos los Monasterios abiertos hasta la fecha en el territorio
español. Los últimos meses de vida comunitaria en Moreruela se vivieron con
mucha agitación. El abad y un monje fueron procesados por el corregidor de
Benavente por desafección al Régimen. El asunto debió traer bastante revuelo a
la comunidad. Los últimos días se produjeron entre finales de octubre y
comienzos de diciembre de 1835. Los monjes abandonaron el monasterio y
tomaron cada uno un rumbo diferente. El monasterio y el monte adyacente fueron
vendidos a particulares.
Monumento
histórico e intervenciones
Una de las primeras menciones populares tras la
exclaustración de los monjes se produjeron en la publicación de un periódico
madrileño denominado El Tiempo, en el que aparece publicado un breve
artículo de Tomás María Garnacho, posteriormente en el
semanario Zamora Ilustrada por el historiador Ursicinio Álvarez
Martínez en el que reproduce tres ilustraciones del monasterio: iglesia,
sala de monjes y capitular. En ellas ya se puede observar el estado de ruina
del conjunto. Gracias a él el conjunto se declara Monumento Histórico Artístico
el 3 de julio de 1931. A pesar de ello, las expropiaciones no comienzan hasta
los años 1980.
Estructura de
los edificios
Vista
del interior de la nave y transepto derruidos de la iglesia. Al fondo
puede verse la capilla mayor muy restaurada.
Las ruinas que pueden admirarse a comienzos del siglo XXI
corresponden a un modelo arquitectónico cluniacense adaptado a
una tipología Císter. La observancia de las Reglas de San
Benito hacen que el lugar elegido se encuentre en zonas solitarias,
apartadas de núcleos poblacionales. Las fechas de construcción indican un
periodo inicial de estilo constructivo románico que evolucionaría pronto a un
gótico temprano.1
Los abades de la congregación cisterciense transmitían a sus filiales el plan
arquitectónico que habían aplicado anteriormente en la construcción de su
propia abadía, así como toda la experiencia acumulada. Todos los abades de los
monasterios del Císter, se reunían en Capítulo General una vez al año, y
durante este periodo se discutía acerca de los detalles de la construcción y
del estado de las obras en marcha o de las ya construidas. Desde el punto de
vista histórico si se sabe que tras la afiliación al Císter del monasterio hizo
que se comenzara inmediatamente las obras. Comenzando estas por la girola. El núcleo monacal propiamente dicho, lo componían la
iglesia y las dependencias residenciales de los monjes. Los monasterios
cistercienses respondían a un mismo programa constructivo, y podían comprender
otras instalaciones tan diversas como la hospedería, la enfermería, la botica,
los molinos, las fraguas, los palomares, las granjas, los talleres y todas
aquellas, que prestaran servicio a una comunidad auto subsistente. La
organización de las obras estaban siempre a cargo del magister operis,
entre cuyas responsabilidades se encontraba la organización de los maestros
canteros, carpinteros y mozos de obra. Los ritmos de las obras estaban
supeditados en todo instante a la situación financiera, y al ritmo de las
donaciones. El monasterio de Moreruela gozaba desde sus inicios de ingresos
estables cuyo origen era la producción de un tejar y varias aceñas
ubicadas a lo largo del río Esla. El material pétreo con el que se han
realizado los primitivos paramentos (principalmente Iglesia y Estancia) está
compuesto de areniscas micáceas, cuarcitas micáceas y esquisto
pizarroso. Las reformas post-medievales emplean cuarcitas. Para el
enripiado se utilizan esquistos pizarrosos. Todos ellos muy habituales en la
zona en las estribaciones de la sierra de la Culebra.
Lo primero en ser construido fue la Iglesia,
concretamente la zona del altar que contiene los absidiolos. Tras la Iglesia se
procedía a construir la sala capitular (zona de ordenamiento
administrativo de la vida cotidiana) y posteriormente la sala de monjes (sala
de convivencia durante los meses de invierno). Tras estos espacios se
vertebraba después las áreas administrativas tales como el calefactorio,
los refectorios respectivos para los monjes y los conversos. Se
desconoce si el monasterio tuvo, o no, un área específica dedicada
a locutorio, al igual que una fuente muy habitual en los monasterios
cistercienses.
A — Iglesia B — Sala capitular C — Sala de monjes D —
¿Calefactorio? E — Refectorio F — Cocina G — Refectorio de conversos E — Cilla.
La iglesia
Vista
del transepto y de la bóveda octopartita, ausente por su derribo.
La iglesia se construyó a finales del siglo XII, todavía
en estilo románico, aunque con elementos de transición hacia
el gótico, como los arcos de medio punto o las bóvedas de ojiva.
Iniciada en el año 1162, es el primer edificio del conjunto en construirse, y a
pesar de la celeridad impuesta en su construcción no se hace en una única
etapa. Era costumbre construir simultáneamente las dependencias de la sala de
Capítulo y de la iglesia, dando un espacio para el futuro claustro. No se
conserva íntegro el conjunto del edificio, pero sí lo suficiente para dar una
clara idea de sus formas y volúmenes iniciales. La orden del Císter tenía
instrucciones muy claras acerca de la simplicidad ornamental de las iglesias.
Es decir se construían sin esculturas, ni pinturas de ningún tipo, con ventanas
de vidrios transparentes y sin torres ni campanarios de gran altura. Las
paredes en el interior eran de piedra vista, o enlucidas en blanco, sin
pinturas, ni vidrieras. Al igual que Todo ello contrastaba con la riqueza
ornamental de las anteriores iglesias cluniacenses. La iglesia de Moreruela, al
igual que otras del Císter, se dedicaba a la Madre de Dios.
La espadaña con campanario que puede verse en el siglo XXI es un
añadido posterior del siglo XVIII.
La geometría empleada en el diseño de su planta se inicia
con un cuadrado de 100 pies carolingios de longitud. El área que
cubre los absidiolos y el transepto es un cuadrado de 66 pies
castellanos de lado, cuyas diagonales se cruzan igualmente en las
diagonales del transepto. Algunos historiadores destacan el desorden
constructivo a la hora de afrontar la iglesia, existiendo incongruencias y
falta de unidad en el proyecto inicial. La construcción debió realizarse en
tres etapas repartidas entre el siglo XII y XIII. En una primera etapa se
produjo la construcción de siete absidiolos de traza circular, tangentes entre
ellos, cubiertos finalmente mediante bóvedas de horno. Las siete capillas se
abren a la girola mediante un arco de medio punto sustentado por dos columnas.
En una segunda fase la girola se eleva sobre los absidiolos dando lugar al
cuerpo intermedio. Todo ello fue iniciado con trazas románicas. Cada uno de sus
tramos se cubre con una bóveda de crucería. En una tercera y última etapa se
cierra la capilla principal con una cúpula de horno.
Se trata de una planta de cruz latina compuesta
por tres naves muy largas de nueve tramos y transepto muy ostensible.
De todo el conjunto, lo auténticamente singular es la cabecera formada por tres
cuerpos de diferentes alturas: el más bajo lo constituyen
siete absidiolos de traza circular que cierran exteriormente
la girola cuya altura destaca sobre ellos dando lugar al cuerpo
intermedio. Esta, a su vez, circunda la capilla
mayor o ábside propiamente dicho que eleva su cerramiento por
encima de todo el grupo formando el tercer cuerpo. Los absidiolos se cubren
mediante bóveda de horno y se comunican con la girola a través
de arcos de medio punto. La girola está cubierta en cada uno de sus
tramos por bóveda de crucería, mientras que la capilla central se cierra, como
los absidiolos, con bóveda de horno sustentada por
ocho columnas dispuestas en semicírculo. La capilla mayor es la parte
que más remite al gótico, con columnas estilizadas y unos vanos que ofrecen al
conjunto la sensación de verticalidad característica de este estilo. El
presbiterio se encuentra cubierto por una bóveda de cañón. Los paramentos
de las naves se realizaron con piedra arenisca empleando la técnica del opus
emplectum.
Las naves de la iglesia se derribaron en algún instante
entre la exclaustración y la última década del siglo XIX. Se puede intuir que
eran tres, la central más alta que las laterales. Solo ha sobrevivido dos de
los muros laterales, muy modificados, y los basamentos de los
pilares. El muro norte se conserva hasta media altura, se abren en él tres
puertas: la puerta de conversos, la de monjes (ambas proporcionaban acceso al
claustro) y una tercera de reducidas dimensiones. El muro sur se conserva con
su altura íntegra, pero con abundantes grietas. La iglesia sufrió una fuerte
transformación interior en el siglo XVI y XVIII. Las excavaciones arqueológicas
realizadas en 1985 en el suelo junto a las basamentas de las columnas muestran
que en la iglesia se hacían enterramientos en época de Carlos III.
Cabecera
de la iglesia desde el exterior
El exterior de la cabecera, vista desde el huerto,
permite ver tres partes claramente diferenciadas en altura. En el nivel
superior discurre una cornisa compuesta de una arquería
ciega sobre modillones. El aspecto que posee este exterior es fruto
de las intervenciones de 1989. Esta girola exterior se encontraba rematada
inicialmente de teja, fruto de la intervención de restauración que
realizó inicialmente Menéndez Pidal en los años setenta. Con los años esta
intervención fue mostrando problemas constructivos debido al uso de materiales
como el cemento Portland que disolvía sales minerales incompatibles
con la estructura pétrea de la girola, presentando además coeficientes de
dilatación diferentes, lo que provocó fisuras en la fábrica de los muros.
Preocupaba mucho en las restauraciones de 1989 las humedades debidas a la
diferencia de cota existente en el exterior, el terreno estaba recrecido casi
un metro y esto causaba fuentes de humedad en el interior. La intervención de
urgencia realizada en 1995-1996 por Leocadio y Lera sanearon todos los
elementos incluidos en la restauración anterior de M. Pidal y se consolidaron
los muros, finalmente se optó por construir una cubierta de cerámica. Durante
estas actuaciones se pudo comprobar que la cubierta de la girola ha tenido
diversas intervenciones a lo largo de la historia del monasterio.
Claustro
reglar
El claustro reglar se encontraba adyacente al transepto
de la iglesia en lado norte. Situación típica de la planta constructiva de los
monasterios Císter. De planta cuasi-cuadrada tenía dos accesos a la iglesia en
dos puertas, la de monjes y la de conversos. La puerta de monjes es la más
cercana a la capilla mayor y contiene más ornamentos entre sus jambas. Queda
delimitado por sus otras tres pandas: la de capítulo, la del refectorio y la de
la cilla (o de conversos). En época medieval es posible que tuviera una
arquería con una cubierta de madera. Hay que tener en cuenta que en el siglo
XVII se rehízo todo el espacio, elevándolo a una altura más. Es decir que a
comienzos del siglo XXI, lo que se observa son las ruinas del claustro del
siglo XVII. Quedando restos muy dispersos del claustro medieval.
La puerta de conversos se encuentra ubicada más
alejada del altar. Inserto entre el claustro y la Iglesia se encuentra
la sacristía cuyo acceso se encuentra en el medio del costado norte
del transepto. El claustro era el centro de la vida monacal del interior del
monasterio, desde su pasillo se tenía acceso al resto de las dependencias del
monasterio. Era en este espacio en el que se realizaba la lectio divina.
Este claustro suele ubicarse en la zona meridional más soleada, pero otras
consideraciones como el aprovisionamiento de agua, como es en el caso de
Moreruela, ubiquen este claustro en la zona septentrional. Debe pensarse que el
claustro era la zona desde la que se accedía a las otras dependencias del
monasterio.
El Claustro medieval del monasterio y sus otras
dependencias sufrieron profundos cambios y transformaciones a partir de su
incorporación Regular Observancia de Castilla en 1494. Los restos que se pueden
ver a comienzos del siglo XXI corresponden a los zócalos del claustro renovado
del siglo XV. Se pueden ver igualmente en los paramentos de la iglesia las
marcas de apoyo y ménsulas de las bóvedas. Los accesos al exterior por el este,
concretamente a la huerta, quedaron cerrados en el siglo XVII. Por el oeste
se encontraba la cilla, y desde el denominado pasaje de conversos se
accedía a la Hospedería. Los paramentos de este lado oeste
muestran arcosolios funerarios. El claustro sufriría profundas
reformas en los siglos XVII y XVIII. Era habitual en los monasterios
cistercienses que hubiera una fuente en el claustro, bien en el centro, bien en
los lados. En el caso de Moreruela se desconoce la existencia del mismo.
Sala
capitular
La sala capitular es el espacio de mayor
importancia en la vida conventual tras la iglesia. En ella se reunían los
monjes a capítulo al menos una vez al día. En esta sala se exponen cuestiones
relevantes acerca de la administración de la comunidad. El Capítulo es
igualmente el sitio donde se realizan los enterramientos importantes, benefactores
y generalmente abades. En el paramento norte de la sala capitular se encuentra
una inscripción que menciona un enterramiento de un magnate de comienzos del
siglo XIII y su hijo: «Hic iacet Pelagius Tabladelli et hic filius eius Petrus
Pelagii». La sala capitular de Moreruela es de planta cuadrada, con cuatro
columnas centrales y cubierta de bóvedas de ojiva con nervios de piedra, y su
ubicación relativa en el monasterio es original del siglo XIII. Se trata de una
sala cubierta con bóvedas de crucería.
La mitad de la sala se encontraba desplomada ya a
comienzos del siglo XX, y en las reparaciones de urgencia que se hacen el año
1985, se somete a una cubrición de encofrado hormigón que imita el ritmo
espacial de las bóvedas.
Sala
de los monjes
Es una sala con planta rectangular dividida en dos naves
en la que los monjes hacían trabajos colectivos a cubierto de la intemperie. El
suelo de esta dependencia se encuentra a una cota inferior que el resto del
monasterio. Originariamente en tiempos medievales esta sala tenía cuatro
puertas de acceso. Una de ellas daba acceso al huerto que hay en la parte
posterior, la otra daba al patio interior, y las otras dos una de ellas a las
letrinas y la otra al calefactorium. Tras las restauraciones se ha practicado
solo una entrada quedando el espacio muy desvirtuado. Esta sala es posible que
tuviera otros usos durante el periodo que va desde XVII al XIX, haciendo a
veces de un simple almacén.
Espacios
domésticos
Los espacios denominados así se encuentran en la panda
norte del claustro y corresponden a la cocina, los refectorios respectivos y el
calefactorio. Estos espacios fueron muy afectados por las reformas realizadas
en el edificio en el siglo XVII. La cocina se encontraba en el piso superior,
al haberse desplomado poco se sabe de su disposición. El refectorio de monjes
medieval se subió igualmente al segundo piso durante las reformas del siglo
XVII. Consta la existencia de un obrador de pan ubicado en la planta
baja.
El dormitorio era el espacio que empleaban los monjes
para descansar, ascendían tras el último oficio litúrgico de la tarde
(subiendo por la escalera de día) y se levantaban
en maitines descendiendo a la iglesia por la escalera homónima. En
verano durante las largas jornadas, ocasionalmente se acostaban a mediodía. Las
dependencias en los monasterios del Císter se encontraban separadas en dos, los
monjes habitaban junto a la iglesia y los conversos segregados en otras
dependencias más alejadas de la iglesia. Ambas comunidades se comunicaban
mediante el claustro: un espacio común a ambos. Los monjes han vivido en las
primeras plantas antes de la reforma impuesta en el siglo XV por la
Congregación de San Bernardo de Castilla, a partir de este instante se
consideró la posibilidad de residir en una segunda planta. A esta segunda
planta se accede bien por la escalera de día que comunica con el
claustro, bien por la iglesia en una escalera de maitines. Desde el punto
de vista constructivo las dependencias de los monjes se construían al mismo
tiempo que la iglesia. Una parada por temas de presupuesto, afectaba a la
evolución de ambas construcciones.
Hospedería
Traspasando al otro lado del claustro reglar por
el pasaje de conversos que daba a la parte occidental del monasterio,
se encontraba la denominada hospedería. Que el monasterio hacía funciones
de hospedería ya se sabía desde 1252, en el que se
denomina hostal. La enfermería se documenta un par de años antes, y
la botica se instaura por primera vez en 1306. Era una de las funciones
de los monjes hospedar a todo aquel viajero o peregrino que llegara a sus
puertas, bien fuese religioso o seglar.
La enfermería se colocaba en la zona más apartada del
monasterio. En ella se atendía a los hermanos enfermos y ancianos. Así como a
los peregrinos que estaban de paso. En la enfermería no estaban sus habitantes
obligados a seguir la regla monástica de San Benito. En Moreruela, desde el
siglo XIII, constantemente ardían unas lámparas en la enfermería, debido a una
promesa del abad Esteban de Moreruela con el arcediano de Zamora en Toro,
Pedro Pérez, en 1250.
Sala
de los monjes
Vida
cotidiana
Los monjes que habitaban en las dependencias del
monasterio estaban sometidos a las reglas de San Benito. El principal
mandato es el ora et labora, con una especial atención a la regulación
del horario temporal. Estas normas se resumen en 72 capítulos y describen
con detalle las normas de convivencia. En ellas se describe no solo el
comportamiento, sino que además la observancia de la vestimenta, y como se debía
comportar el monje en cada uno de los oficios religiosos. La disposición
de los edificios en el monasterio facilita la observancia de las reglas de San
Benito. En el dormitorio los monjes descasan hasta el toque de maitines. A
esta hora temprana los monjes se levantan y acceden a la Iglesia por
la escalera de maitines para realizar el primer rezo del día. Tras
este primer instante se dirigen todos a la sala capitular para recibir los
trabajos a desarrollar. Allí quedan todos presididos por el abad tras el
oficio.
Cada monje tiene una misión que realizar, los cocineros a
la cocina, la mayoría al huerto, si es invierno se dirigen a la sala de monjes
y allí realizan tareas de molienda, de desbrozado, etc. En la sala capitular se
distribuyen los trabajos y tareas y se recibe disciplina, en el caso de haber
falta. En el capítulo se recibe confesión. El cillero requiere a veces algunos
monjes para trabajos de almacenamiento, porte. Los monjes
novicios, conversos en la dedicación del monasterio se dedican a
su lectio divina. A la hora de la comida se reunían todos en
el refectorio, presidía el abad rodeado por los más ancianos de la
comunidad. En el lavatorium se rasura a los monjes y en
el calefactorium se reservaba a los monjes cuya debilidad necesitaba
el alivio de un lugar templado y caldeado.
Al dormitorio acude el monje después de que la comunidad
ha rezado Completas, caída la noche y cuando las puertas del monasterio se han
cerrado al exterior.
Monasterio
de Santes Creus (Tarragona) 1150 Testero Recto
El Real Monasterio de Santa María de Santas Cruces
es una abadía cisterciense erigida a partir del siglo XII,
que se encuentra en el término municipal de Aiguamurcia, en el pueblo de
Santes Creus, en la provincia de Tarragona (España). Fue en el
siglo XIII cuando, bajo el patrocinio de Pedro III de
Aragón que expresó su deseo de ser enterrado en el monasterio, se
construyó el panteón real, en el cual a su vez fue sepultado su hijo el
rey Jaime II. Parte de la nobleza siguió esta costumbre medieval y escogió
este lugar para su descanso eterno, consiguiendo el cenobio el tiempo de máximo
esplendor y grandeza gracias a los numerosos donativos recibidos, hasta la
decisión de Pedro IV de Aragón en 1340 de instalar el panteón de la
monarquía en el monasterio de Poblet.
La Orden del Císter se había establecido en
la península ibérica, a partir del primer cuarto del siglo XII, con
fundaciones en los monasterios de Oseira, Fitero y
de Moreruela, todos bajo patrocinio real por la gran necesidad que había
en ese momento para conseguir una rápida repoblación del espacio reconquistado
a los musulmanes. Convirtiéndose los monjes en:...activos
peones de la colonización feudal.
Bajo el mandato del conde de Barcelona Ramón
Berenguer IV y con el mismo fin, se crearon los monasterios
de Poblet, Santes Creus y en terrenos cedidos por este mismo conde el
monasterio femenino de Vallbona de las Monjas, todos ellos situados en la
llamada Cataluña Nueva. Como era norma habitual, adoptada y extendida
por la orden cisterciense, sus monasterios fueron dedicados a Santa María.
Fundación
La fundación del monasterio se remonta
a 1150 gracias al poderoso linaje de la Casa de Moncada, cuando
Guillén Ramón de Moncada, senescal de Barcelona, y sus hijos
hacen donación en aquella fecha a los monjes cistercienses de la abadía de
la Grand Selva, de Toulouse (Languedoc), de unos terrenos en el lugar
denominado Valldaura, cerca del actual municipio barcelonés de Sardañola
del Vallés. Junto con el terreno se les concedía un permiso para utilizar los
molinos de Rocabruna, además de una ayuda de 100 morabatines de oro
anuales y grano suficiente, mientras durase la edificación del nuevo
monasterio. El que se escogiera para la ubicación del edificio del monasterio
una parte baja y no la cima de la montaña, debió de ser por la existencia en
ese lugar de algún tipo construcción, ya que poco tiempo después de la donación
ya se encontraban en Santa María de Valldaura doce monjes,
tres conversos y el abad Guillem procedentes del monasterio
de la Grand Selva. La falta de suministros hídricos, así como la proximidad del
gran monasterio San Cugat del Vallés y la cercanía de la ciudad de
Barcelona que impedían su expansión, hicieron aconsejable enseguida pensar en
el cambio de emplazamiento del cenobio.
Comunicados sus deseos al senescal Moncada, este
consiguió ayuda del obispo de Barcelona, Guillem de Torroja, y del conde
de Barcelona Ramón Berenguer IV. El conde accedió y concedió en 1155 unas
tierras en Ancosa cerca de La Llacuna en la comarca de la Anoia.
El lugar tampoco era adecuado por la falta de agua para dedicarse a la
agricultura, hecho primordial dentro de la orden cisterciense. Por lo tanto
nunca llegó a construirse un monasterio, aunque sí una granja donde se trasladó
una parte de la comunidad.
Nuevamente la influencia de la familia Moncada, cuyo
deseo era conseguir la fundación del monasterio para que fuera panteón familiar
—de ahí que su intención primera fuera la proximidad a la ciudad de Barcelona,
lugar de residencia de dicha familia— hizo que solicitara ayuda a su amigo
Guerau Alamany de Cervelló, señor de varios castillos en tierras del Gayá,
que vio con buenos ojos el establecimiento de un monasterio en sus tierras.
Junto con la cooperación de los nobles Gerard de Jorba y Guillem de Montagut
hicieron una donación en 1160 del paraje de Santas Creus, a orillas del río
Gayá, con agua abundante y suficientes terrenos de calidad para garantizar la
buena economía del monasterio. Su ubicación alejada de poblaciones y situada en
plena naturaleza debió gustar a los monjes para poder llevar una vida
espiritual tranquila. No obstante, por una disputa jurisdiccional entre
las diócesis de Barcelona y Tarragona, en la que ambas
consideraban tener derecho sobre el territorio de Santes Creus, el asentamiento
se demoró hasta que el papa Alejandro III decretó la independencia
del monasterio en 1168/1169, quedando exento de la obediencia ordinaria tanto
del arzobispado de Tarragona como del obispado de Barcelona. El
monasterio de Valldaura daba paso al de Santes Creus, el abad Pere firmó
documentos como abad de Valldaura el 17 de julio de 1169 y como abad de Santes
Creus el 9 de enero de 1170.
Expansión
Vista
exterior del monasterio
Por fin, en 1174 se pudieron comenzar las obras de
construcción del conjunto monástico: primero, la iglesia y la sala capitular;
luego, el primitivo claustro románico, hoy desaparecido; más tarde, la
sala de los monjes, el refectorio y el dormitorio. Hacia 1225 quedaban
concluidas las principales dependencias.
En su expansión territorial, a pesar de los contratiempos
sufridos durante la búsqueda del espacio ideal donde edificar finalmente el
monasterio, a finales del siglo xii ya habían conseguido establecer
diferentes granjas cistercienses,
por donde habían tenido la donación de territorios y abandonarlos por no creer
oportuno instalar el cenobio, así ocurrió en Valldaura, la de Ancosa en la
Llacuna y más tarde junto a Santes Creus, la granja de Fontscaldetes
en Cabra del Campo, la de Valldossera en Querol, la del Codony
en Morell o la de Montornés en Puebla de Montornés. Igualmente
hay noticias de los numerosos pastos que poseían para sus ganados en ambos
lados de los Pirineos. Además, privilegios otorgados por diversos condados
les permitían pastorear por todas sus tierras. Las donaciones y legados entre
los siglos xii y xiii fueron aumentando en dominios que se
extendían mucho más allá de los alrededores del monasterio; así, al acabar el
siglo xiii se contabilizan entre sus bienes diecinueve castillos.
A mediados del siglo XIII la monarquía
aragonesa interfiere en el ritmo de la abadía mostrando un interés por la
misma, que a la vez perturba la sencillez de la vida monástica cisterciense y
engrandece el complejo monacal con nuevas y valiosas construcciones. Es época
del abad Bernardo Calbó, consejero del rey Jaime I el
Conquistador (1213-1276), a quien acompañó en las conquistas
de Mallorca y Valencia. El sucesor en la corona, Pedro III
el Grande (1276-1285), dispensó su real patrocinio a la abadía y quiso ser
sepultado en ella. A su vez lo serían después su hijo Jaime II (1291-1327)
y su esposa, Blanca de Anjou. A instancias de este último monarca se
convirtieron las habitaciones abaciales en palacio real y a su voluntad se debe
el derribo del claustro románico para ser sustituido por
el gótico actual, obra del maestro inglés Reinard de Fonoll y de Guillem
de Seguer, así como la construcción del cimborrio sobre el crucero de
la iglesia. A Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) hay que atribuir
el amurallamiento del recinto monacal y que, debido a su predilección por
el Monasterio de Poblet, el de Santes Creus dejase de ser palacio y
panteón real en favor de aquel; por ello, las dependencias palaciegas volvieron
a destinarse a habitaciones abaciales.
El papa Benedicto XIII de Aviñón visitó el
monasterio en 1410. Cuando se extinguió el monasterio cisterciense femenino
de Bonrepòs en la localidad de La Morera de Montsant (El
Priorato), sus bienes fueron incorporados a Santes Creus junto con el traslado
de los restos de la reina Margarita de Prades, segunda esposa
de Martín I el Humano, que se encuentran conservados en una urna de piedra
en el muro de la nave del lado del Evangelio de la iglesia del
monasterio.
Filiales
La primera filial de Santes Creus se llevó a cabo en 1298
gracias al rey Jaime II de Aragón, cuando después de sus campañas de
conquista por tierras de Murcia y Alicante, al pasar por el
valle de Alfandec (Valencia), impresionado por su belleza se dirigió
a su capellán y abad de Santes Creus, Bonnanat de Vila-seca, diciéndole: «Vall digna para un monasterio de vuestra
religión». Así se fundó un nuevo monasterio de la orden del Cister con el
nombre de Santa María de la Valldigna, cuya vida monástica finalizó con
la desamortización de Mendizábal en 1835. En 1307, Federico II
de Sicilia, hijo de Pedro III el Grande, donaba el territorio
de Altofonte en Sicilia, cerca de Palermo, donde se fundó
el monasterio de Santa María de Altofonte. Se considera así mismo una filial de
Santes Creus a la desaparecida abadía femenina ciscertiense de Santa María
d'Eula en Perpiñán del año 1360, que al extinguirse en 1567 pasó a
depender de Santes Creus, donde servía de estancia a monjes que eran enviados a
estudiar a esa ciudad. Perteneció a Santes Creus hasta que
el Rosellón pasó a manos de Francia en 1659.
Privilegios
Existen documentos que señalan una serie
de privilegios que tuvieron los abades de Santes Creus, como el
decreto de 1210 firmado por Pedro II que les dio atribuciones de
notario público; Alfonso III les autorizó el uso del sello real para
sus documentos; Jaime II permitió que pudieran hacer declaraciones
donde la palabra del abad o incluso de un monje tuviese credibilidad sin
necesidad de juramento; inmunidad en muchos pagos como en la exención de
tributos reales; poder extraer metales de las montañas, cortar madera y
pastorear por los bosques reales; poder establecer mercados en poblaciones; así
como al abad del monasterio de Poblet se le dio el título
de Limosnero Real, al de Santes Creus, a principios de siglo xiv,
se le nombró capellán mayor real. Fueron priores de la Orden militar de
Montesa que ostentaron hasta el año 1660, cuando a causa de su fidelidad
hacia la Generalidad de Cataluña durante la Guerra dels
Segadors, lo perdieron como represalia. El abad Pedro de Mendoza, pariente
lejano de Fernando el Católico, consiguió ser el único abad de Santes Creus
que presidió, durante el trienio 1497 a 1500, el «brazo eclesiástico» de la Diputación del General de
Cataluña. En 1616 la Congregación Cisterciense de los Monasterios de la Corona
de Aragón estableció, entre otras reglas, que los abades pasaban de ser
vitalicios a un mandato temporal de cuatro años, con lo que se logró una menor
proyección política del abad.
Complejo
monacal
De acuerdo con el esquema organizativo de la Orden
del Císter, el núcleo principal lo forman las tres piezas básicas de la vida monástica:
la iglesia, el claustro adosado a ella y la sala capitular;
se completa el recinto con el refectorio, el locutorio, la sala de
los monjes o scriptorium y, en una segunda planta,
el dormitorio común.
Anexas al grupo de dependencias anteriores se encuentran
otras de dispar utilización como la enfermería, las habitaciones de los monjes
jubilados, el claustro posterior, el Palacio Real, además de un espacio
destinado a cementerio. Existe la primitiva capilla de la Trinidad, el Palacio
Abacial, la capilla de Santa Lucía y el Arco Real de acceso a la plaza de San
Bernardo. El monasterio de Santes Cresus sigue una construcción plenamente
cisterciense con los tres recintos clásicos donde se encuentran localizados los
diferentes espacios cerrados según sus aplicaciones arquitectónicas.
El primer recinto lo forma una serie de casas que
constituyen lo que es propiamente la población de Santes Creus, colocadas
formando una línea horizontal antes de entrar al segundo recinto, en el centro
y sobresaliendo de todas estas edificaciones, se encuentra la pequeña capilla
de Santa Lucía del año 1741 que fue durante años parroquia nullius,
dependiente naturalmente del monasterio. Junto a esta capilla se encuentra la
puerta llamada de la Asunción o Arco Real, que en realidad servía como
dependencias parroquiales de Santa Lucía ya que su grosor es el mismo que el de
las casas laterales y permite admitir diversas estancias. El estilo
es barroco y destaca una gran torre octogonal en el centro de su
parte superior, mientras que sobre la puerta se encuentra dentro de
una hornacina una imagen de la Virgen de la Asunción y un escudo con
las armas del monasterio, la fachada tanto exterior como interior está decorada
con bellos esgrafiados.
Segundo
recinto
Al entrar por el Arco Real se aprecia una gran plaza
rectangular, en cuyo centro se encuentra una fuente sobre la que hay una
estatua dedicada a san Bernardo Calbó, antiguo abad del monasterio.
Alrededor de la plaza se encuentran las diversas dependencias monacales
antiguas, donde habitaban los monjes más ancianos y los que trabajaban en
diversos oficios; todas muestran en sus fachadas decoraciones con esgrafiados
realizados durante el siglo XVIII. Entre estos edificios se encuentra el
Palacio Abacial, mandado construir por el abad Contijoch, en cuya construcción
se aprovechó parte del antiguo hospital del monasterio llamado «Hospital de
Sant Pere dels Pobres». La parte más resaltable es un pequeño patio con arcos
apuntados y una galería con doble arcada. El fondo de la plaza que da justo
enfrente de la entrada del Arco Real o Asunción está ocupada por la fachada de
la iglesia y la entrada de la Puerta Real al lateral del claustro, sobrelevados
por una escalinata y donde se aprecia el intento de amurallamiento decretado
por el rey Pedro IV el Ceremonioso por las almenas que coronan toda
la iglesia.
Tercer
recinto
Al tercer recinto o el monasterio propiamente dicho, se
entra por la denominada Puerta Real por la que se accede al claustro. Es una
portada románica que bajo un arco ojival de descarga abre un arco de medio
punto abocinado con arquivoltas baquetonadas lisas cuyas molduras se prolongan
en vertical a modo de sutiles columnillas y elevado podio. No presenta
capiteles propiamente dichos pero sí unos elementos ornamentales sustitutorios.
Se enmarca el conjunto por dos deteriorados y recios contrafuertes. Fue
mandada construir por el rey Jaime II y su esposa Blanca de Anjou,
los retratos de ambos se encuentran en unas ménsulas de una
arquivolta así como sus escudos.
Puerta
Real de entrada al claustro
Iglesia
Las obras de construcción de la iglesia se iniciaron en
1174 y se terminaron hacia 1225. No obstante, en 1211 ya debieron estar
suficientemente avanzadas como para que se procediese a la consagración del
templo. El aspecto global es el de una fortaleza debido al remate perimetral
almenado.
Exterior
Sobre el crucero se alza
un cimborrio octogonal gótico de principios del siglo XIV,
rematado por una cúpula barroca de linterna, no visible por la
parte interior de la iglesia. La fachada principal, la oeste, da su frente a la
plaza de San Bernardo. Contiene una portada románica del siglo XII muy
abocinada, con arquivoltas apoyadas sobre columnas lisas
con capiteles decorados con una serie de temas vegetales y heráldicos. Sobre
ella se sitúa un imponente ventanal gótico vidriado que se conserva casi
completamente en su estado original, con escenas bíblicas distribuidas en
pequeños espacios, acompañado en ambos lados, por unas ventanas de arco de
medio punto.
Ventanal
gótico de la fachada
Este gran vitral gótico tiene una altura de casi 9 metros
por 1,8 de anchura. Está construido con una tracería enmarcada por
un arco ojival con cinco arquivoltas lisas que limitan el
resto de la apertura. El calado de la vidriera está compuesto por un pentafolio
inscrito en un círculo, V trilóbulos entre pequeños ángulos
curvilíneos y cuatro calles divididas en cincuenta y dos compartimentos que
acaban en un arco apuntado muy agudo. Los plafones están divididos en
pequeños compartimentos presentando el trabajo de las escenas, con
una iconografía perteneciente principalmente a la vida
de María y de Cristo, con un trabajo que se puede comparar al de
un miniaturista de la Edad Media. Sorprende que el artista no
tuviera en cuenta que serían imposibles de apreciar desde el plano del templo.
La protección real de Santes Creus, unida a una serie de realizaciones
arquitectónicas y artísticas sitúan el ventanal hacia el año 1280 y las
características propias del mismo lo suelen datar hacia el año 1300.
En la fachada opuesta, en la cara oriental
del ábside mayor, luce un gran rosetón, cuyas medidas son de
6,30 metros de diámetros y casi tres metros de profundidad, está conformado por
columnas con doble arcos y aparte de los cristales del rosetón central, que
fueron colocados en una restauración, el resto son los originales del
siglo XIII. En este ábside se encuentran tres ventanas inferiores
estrechas y alargadas con arcos de medio punto ocultas en el interior
por el actual retablo.
Interior
La medida de la nave es de 71 metros de
longitud por 22 de ancho, el grueso de sus muros es de 2,60 metros los que
forman las naves y 2,95 el de la cabecera. El trazado de la planta responde al
esquema de cruz latina de tres naves, más ancha la central, constituidas
por seis tramos desde los pies hasta el transepto. Este es tan ancho como
la nave central, por lo que da lugar a un crucero de planta cuadrada; en el
lado oriental de cada uno de sus brazos se abren dos capillas absidiales que
por ser lisas apenas se manifiestan al exterior. Sí resulta patente por fuera
el gran ábside rectangular en que se prolonga el presbiterio.
Adosada al paramento occidental del ala sur del transepto asciende una escalera
de un solo tramo que comunica directamente con el dormitorio de los monjes; es
la denominada «escalera de maitines»
que se utilizaba para acceder al coro desde el dormitorio en las horas de rezo
nocturno.
La cubierta de las naves es de bóveda apuntada
de crucería reforzada por arcos perpiaños muy anchos, que descargan
sobre pilastras embebidas que no llegan hasta el suelo sino que
apoyan en ménsulas formadas por una serie de rodillos escalonados.
Además para su iluminación interior existen diversas ventanas de arco con
derrame interior, situadas en las naves laterales. Consecuente con los patrones
cistercienses, el interior carece de toda ornamentación, como no sea
el retablo que trasdosa el altar mayor, obra escultórica barroca
de Josep Tramulles, realizado en 1640, existen otros cuatro retablos en
cada capilla lateral absial y otros dos a los pies del templo.
Sepulcros
reales
En ambos lados del altar mayor se encuentran dos
monumentos funerarios pertenecientes a tumbas reales de la dinastía
del Reino de Aragón:
En el lado del Evangelio:
El rey Pedro III de Aragón (Pedro I como rey de
Valencia y Pedro II como conde de Barcelona), fallecido en 1285. A los pies de
este sepulcro, en el pavimento, se encuentra enterrado Roger de Lauria,
fiel almirante de este rey, fallecido en 1305.
En el lado de la Epístola:
El rey Jaime II de Aragón, de Valencia y conde de
Barcelona, fallecido en 1327. En el mismo monumento se encuentra su segunda
esposa la reina Blanca de Nápoles, fallecida en 1310.Sepulcro de Pedro III
El rey Pedro III falleció el 11 de noviembre de 1285 en
el Palacio Real de Villafranca del Panadés. Una vez que el médico
real Arnau de Vilanova certificó la muerte del rey, se formó una
larga comitiva fúnebre para enterrar al monarca en una sepultura «decente y
honorífica» en el Monasterio de Santes Creus, tal como había dejado escrito en
su testamento de 1282. La comitiva tardó varios días en llegar a su destino,
donde con gran solemnidad se celebraron las exequias fúnebres por el soberano
que fue enterrado, según el cronista Bernat Desclot, enfrente del altar
mayor de la iglesia del monasterio.
Entre 1285 y 1291, cuando Jaime II era rey de Sicilia,
ordena enviar al monasterio «diversas piedras de pórfido» para la tumba de su
padre, que el almirante Roger de Lauria trajo desde esa isla. El nuevo rey
deseaba construir un monumento funerario parecido a los que había visto en la
catedral de Palermo de los reyes sicilianos, especialmente de antepasados suyos
por parte materna, Enrique VI y Federico II, enterrados ambos
en bañeras romanas de pórfido, reutilizadas como sarcófagos.
el
cuerpo del Rey se puso despues en un tumulo que el almirante traxo de Sicilia
de muy excelente porfido.
—Jerónimo
Zurita, Anales de la Corona de Aragón (1562)
En
primer plano la tumba del rey Pedro III y en segundo plano el del rey Jaime II
El sepulcro del rey Pedro III fue realizado entre los
años 1291 y 1307 por encargo de su hijo Jaime II cuando accedió al trono del
Reino de Aragón. Designó como director de la obra a Bartomeu de
Gerona que en aquel entonces trabajaba en la catedral de Tarragona,
al que se unió en 1294 el picapedrero Guillem de Orenga junto con un par de
maestros pintores. El traslado del cuerpo del rey Pedro III a este mausoleo se
realizó el 30 de noviembre del año 1300.
El monumento consta del sarcófago, que es la bañera de
pórfido rojo, con la única decoración original romana, de una cabeza de león y
dos argollas sujetas por unas garras. Le sirve de base dos esculturas que
representan dos leones tallados en piedra blanca. La tapa lisa es una losa
elíptica de jaspe y sobre ella hay una construcción del mismo tamaño que en sus
laterales están representados entre arquerías góticas, a Cristo con los
apóstoles y la Virgen María con los monjes san Bernardo de
Claraval y san Benito de Nursia, en total suman dieciséis figuras
policromadas. Un gran templete a manera de baldaquino de
caladas tracerías dentro de cuatro arcos ojivales cubre todo el
conjunto que es de planta rectangular, los capiteles de las columnas
están ricamente elaborados con tema floral y tiene en los cuatro lados la
representación del tetramorfo de donde salen unos
altos pináculos. La bóveda que forma por su parte interior está decorada
con una pintura azul y estrellas doradas.
El epitafio del rey Pedro III, colocado
enfrente del mausoleo, en el pilar que separa el presbiterio de la capilla
lateral del crucero, reza la siguiente inscripción:
Detalle
de la tumba de Pedro III en Santes Creus, con el sarcófago de pórfido y sobre
él una urna con las imágenes de apóstoles y santos policromados
PETRUS QUEM PETRA TEGIT
GENTES ET REGNA SUBEGIT,
FORTES CONFREGITQUE
CREPIT, CUNCTA PEREGIT,
AUDAX MAGNANIMUS SIBI
MILES QUISQUI FIT UNUS,
QUI BELLO PRIMUS
INHERET JACET HIC MODO IMUS,
CONSTANS PROPOSITO
VERAX SERMONE FIDELIS,
REBUS PROMISSIS FUIT
HIC ET STRENUUS ARMIS,
FORTIS JUSTITIA VIVENS
AEQUALIS AD OMNES,
ISTIS LAUDATUR VI
MENTIS LAUS SUPERATUR,
CHRISTUS ADORATUR DUM
PENITET UNDE BEATUR,
REX ARAGONENSIS COMES ET
DUX BARCINONENSIS,
DEFECIT MEMBRIS UNDENA
NOCTE NOVEMBRIS,
ANNO MILLENO CENTUM BIS ET
OCTUAGENO,
QUINTO, SISTE PIA SIBI
TUTRIX VIRGO MARIA
Sepulcro
de Jaime II y Blanca de Nápoles
El testamento de Jaime II, dado en Barcelona el 28 de
mayo de 1327, disponía que su cadáver recibiese sepultura al lado del mausoleo
de su padre Pedro III, pero en otro mausoleo, donde se enterrarían él y su
esposa Blanca de Nápoles, que a su vez había hecho voto de sepultarse en el
mismo. Blanca de Nápoles falleció en 1310, mucho antes que su esposo, que aún
contraería otros dos matrimonios. Mientras se esperaba la ejecución del
mausoleo final, la reina fue enterrada en un primer túmulo: «quedan tumulum ad opus sepultura doimina
Blanca» realizado por Jaume Llirana de Montmeló y que consta que cobró
500 sous barceloneses.
En el mausoleo de Jaime II y de su esposa Blanca de
Nápoles, ejecutado por el arquitecto real Bertrán Riquer y Pere de
Prenafeta como «lapicida» entre 1311 y 1315, se colocaría en el lado opuesto al
de Pedro III. En el interior del baldaquino se colocó el sarcófago de mármol
blanco doble que debía recibir los restos de ambos esposos, decorado con
arquillos ojivales sobre un fondo de vidrio azul. Francesc de Montflorit en
1315 comunicaba en una carta al rey que había acabado el encargo del monarca de
dos imágenes con la figura de «vostra noble madona na Blancha, regina d'Aragó»
y una Virgen para la Capilla Real. El traslado de los restos de la reina se
realizó el 13 de enero de 1316, se cree que por esta fecha igualmente estaría
acabada la estatua yacente del rey. Cada una de las efigies de los monarcas
ocupa todo el plano en declive que forma la cubierta del sepulcro, ejecutada en
mármol, que cubre la urna de donde se encuentran los restos de los monarcas.
Las figuras yacentes de ambos esposos aparecen vestidas con el hábito cisterciense
y con corona real, junto a la cabecera se encuentran dos ángeles, posiblemente
representando el momento de recoger sus almas y a las pies de la reina un
perro, símbolo de la fidelidad, y en los del rey un león que representa la
fuerza y el valor.
El epitafio del rey Jaime II el Justo se halla enfrente
de su sepulcro y dice así:
HONORATUR HAC TUMBA QUI
SIMPLICITATE COLUMBA
EST IMITATUS REX
JACOBUS HIC TUMULATUS,
REX ARAGONENSIS COMES ET
DUX BARCINONENSIS,
MAYORICENSIS REX NEC
NON CICILIENSIS:
MORIBUS ET VITA CONSORS
SUA BLANCA MUNITA,
ILLUSTRI NATA CARULO SIMUL
HIC TUMULATA.
NEC FUIT HIC SEGNIS IN
SUBDENDIS SIBI REGNIS,
SUBDITA SUNT JAMQUE SIBI
MURCIA SARDINIAQUE,
FLORUIT HIC QUINQUE REGNIS
TEMPUS UTRIUMQUE,
RESTITUIT GRATIS TRIA JUS
SERVANS DEITATIS,
HIC HUMILIS CORDE PECCATI
MUNDUS A SORDE,
MISERICORS MUNDUS ANIMO
SERMONE FACUNDUS,
JUDICIS JUSTUS ARMIS
BELLOQUE ROBUSTUS,
LAETUS NON MAESTUS VULTU
MITISQUE MODESTUS,
DICI PACIFICUS MERUIT QUIA
PACIS AMICUS,
REGNA TENET COELI DOMINO
TESTANTE FIDELI,
CUM SE COLLEGIT HABITUM
CISTERCIENSEM PRAE ELEGIT,
QUI CUNCTA REGIT PARCAT
QUAE NESCIUS EGIT.
DEFECIT MEMBRIS SECUNDA
NOCTE NOVEMBRIS,
ANNO MILLENO CENTUM TER
BIS QUOQUE DENO
SEPTENOQUE PIA SIBI
SISTAT DEXTERA VIRGO MARIA. AMEN
Detalle
del mausoleo de Jaime II
En diciembre de 1835, durante la Primera Guerra
Carlista, la Legión francesa de Alger y varias compañías
de miqueletes se alojaron en el edificio monacal, causando numerosos
destrozos en el mismo. Las tumbas reales de Jaime II y su esposa fueron
profanadas. Los restos de Jaime II, hijo de Pedro III fueron quemados, aunque
parece que algunos restos permanecieron en el sepulcro. La momia de la reina
Blanca de Nápoles fue arrojada a un pozo, de donde fue sacada en 1854. El
sepulcro de Pedro III, a causa de la solidez de la urna de pórfido utilizada
para albergar los regios despojos, impidió que sus restos corrieran igual
suerte.
Claustro
El monasterio contaba desde su origen con un sencillo
claustro románico levantado hacia finales del siglo xii y
principios del xiii. A instancias del rey Jaime II y con su
patrocinio, el abad Pedro Alegre acomete en 1313 la demolición del claustro
antiguo y la construcción del actual, todo ello sin alterar las dependencias
que ya existían en el entorno claustral, desde la propia iglesia hasta la
sala capitular y demás estancias monacales. Lo único que se conserva del
claustro primitivo es el templete que alberga la pila-lavadero en la que los
monjes se lavaban las manos tras las tareas agrícolas, antes de pasar al
refectorio o dedicarse a los rezos. Este templete se trata de una construcción
de planta hexagonal, cada uno de cuyos lados está formado por
dos arcos de medio punto sobre columnas de doble fuste. Se
suprimió la columna central del lado por el que se anexa al claustro para dar
mayor amplitud al acceso. La cubierta es de crucería a base de porciones
de bóveda apuntada y con la clave que muestra la cruz heráldica del
monasterio.
Un
ventanal del claustro por el que se aprecia el antiguo templete o lavabo
románico
El claustro actual consta de cuatro galerías cubiertas
con bóvedas de crucería. Se debe a la mano del maestro inglés Reinard de
Fonoll, a cuya obra dio continuidad Guillem de Seguer, quien probablemente
ejecutase la tracería de los ventanales, en cada galería con diferente
ornamentación. Las crujías mayores la forman ocho ventanales y las
menores siete. Es de un refinado estilo gótico exultante en sus
arcuaciones, en las estilizadas columnas, en las bóvedas de ojiva y en la
exuberante ornamentación de los capiteles de gran
riqueza iconográfica, con motivos vegetales, animales, figurativos y
narrativos con escenas bíblicas. Contiene las tumbas murales de algunos nobles
catalanes, y quedan restos de pinturas, una de ellas representando la
Anunciación.
Escultura
del claustro
La variedad y temática de la escultura que se encuentra
representada en los capiteles y en los frisos de los pilares resultan
sorprendentes en un monasterio de la orden del Cister, al estar todos los seres
rechazados por san Bernardo de Claraval en su Apologia ad
Guillelmum, recogidos en este espacio claustral.
Por la entrada de la Puerta Real que da paso del segundo
al tercer recinto monástico, se encuentra el claustro justo en el ángulo
sud-oeste. El pilar que lo forma está tallado con un ciclo dedicado
al Génesis a manera de friso en todo su alrededor,
mostrando una serie de escenas historiadas sobre: la creación de Adán; la de
Eva; el Paraíso; la tentación de la serpiente; la caída en el pecado; la
vergüenza de ambos escondidos entre matorrales, donde se encuentra
una filacteria en la que se lee: Adam, Adam, ubi es? Respondit Adam: Domine, audivi vocem tuam et timui;
y la expulsión por el arcángel Uriel. Sigue la historia, recorriendo el
pilar hacia la parte del jardín del claustro, donde se ve el resultado del
pecado: Adán trabaja la tierra mientras Eva hila y sus hijos Abel y Caín se
dedican a trabajos del campo y del ganado.
Friso
en un pilar sobre la Creación de Adán y Eva
Adán,
Eva con sus hijos Caín y Abel después de la expulsión del Paraíso
En la galería del Este, la decoración empleada es
mayormente la vegetal, aunque en la parte central donde se encuentra la entrada
a la sala capitular, los capiteles de los pilares están llenos de pequeños
animales como indefensos frente a otros de aspecto antropomorfo que
parecen querer atraparlos. En las siguientes decoraciones de este mismo lado
aparece el picapedrero con sus herramientas de trabajo, la maza y el cincel,
hecho habitual en muchos capiteles de otros claustros, y una serie de
personajes satíricos que se han interpretado relacionados con
la Stultifera navis o el Festum asinorum, obras que circulaban
en el siglo XIV acerca de la vida alegre, vicios, lujuria y
corrupción que afectaba a la nobleza y clérigos de la época. Este mismo tema
continua en la galería sur donde la representaciones del pecado se mezclan con
seres monstruosos y otros símbolos benéficos. Hacia la parte donde se encuentra
el templete-lavabo y la siguiente galería oeste se aprecian elementos
heráldicos, los palos del rey Jaime II así como las flores de lis de la reina
Blanca de Nápoles, patrocinadores de la ejecución del claustro. Armas de las
familias nobles como los Cervelló y Queralt y la de algunos abades
del monasterio como Bonanat de Vilaseca que debió de hacer alguna aportación
económica o Pedro Alegre en cuya época se empezó la construcción del claustro.
Lucha entre animales
fantásticos
Animales imaginarios
Luchas
entre especies
En el pilar angular de la parte Noroeste, está
representado un personaje que se cree pudiera ser el autorretrato de
Reinard de Fonoll. Es un rostro de un hombre joven y coronado con flores,
símbolo de la resurrección, colocado en un sitio apropiado ya que este
pilar se encuentra junto a una de las dos entradas que posee el claustro a la
iglesia.
Grupo
escultórico sobre la puerta de entrada del claustro a la iglesia
En el ángulo del Nordeste se encuentra la otra puerta que
comunica el claustro con la iglesia en su zona cercana al crucero. Sobre
el arco de medio punto de la puerta se encuentran cinco esculturas: Cristo
resucitado en el centro con las manos en alto, el torso y los pies desnudos
para mostrar las señales de las heridas sufridas. Le acompañan tres ángeles con
los instrumentos de la Pasión —la cruz, la corona de espinas, los clavos, y el
recipiente del vinagre junto con la esponja— y una imagen de rodillas
correspondiente al donante que lleva un báculo abacial, por lo que se
cree que debe representar al abad Miró que era el que estaba en funciones en el
año 1341 cuando se finalizaron las obras del claustro. En la ménsula de Cristo
se encuentran unos ángeles tocando las trompetas de la llamada a la
resurrección de los muertos con Adán y Eva. Todo este pequeño conjunto
escultórico es una representación somera del Juicio final.
Tumba
de Ramon Alemany en la galería meridional del claustro
En el claustro se encuentran numerosas tumbas y lápidas
de importantes familias catalanas que contribuyeron con donativos a la
construcción y expansión del monasterio, con ello conseguían el privilegio de
su enterramiento en este lugar. Se colocaban bajo los arcosolios de
las galerías, sepulcros más o menos ornamentados con estatuas yacentes o sin
ellas y decorados la mayoría con las armas familiares. Del linaje de los Queralt,
incluso llegaron a trasladar, a finales del siglo XIII, los restos de
otros familiares que se encontraban enterrados fuera del monasterio.
De la familia Alemany se encuentra un sepulcro en la
galería meridional que fue trasladado en 1625 desde el antiguo hospital de los
pobres de este mismo monasterio. Es una tumba perteneciente a Ramon Alemany
fallecido en 1324 durante la conquista de Cerdeña, que muestra sobre el
sarcófago, bajo un arcosolio, la imagen yacente del difunto con dos ángeles sosteniéndole
la cabeza y con una corona de flores que alude a la esperanza de la
resurrección. En el frontal de la caja mortuoria de piedra, se encuentran en
relieve, las imágenes de los doce apóstoles, distribuidos en pareja bajo unas
arcuaciones góticas.
Sala capitular
Fachada de la sala
capitular
La de Santes Creus responde al esquema prototípico de las
salas capitulares de la Orden del Císter. Se ubica en el centro del ala
oriental del claustro, separada por la sacristía del extremo del transepto
de la iglesia. La orientación de la estancia permite la entrada de la luz
de la mañana por tres ventanas abiertas en su paramento de levante, sin
perjuicio de la que penetra por otros dos ventanales de mayores proporciones y
de más elaborado diseño que se sitúan uno a cada lado de la puerta de acceso.
Estas dos ventanas y la puerta forman una triple arquería que, como toda la
sala, acusan el estilo románico propio de la época en que se
construyó esta dependencia: están formadas por arcos de descarga de
medio punto bajo los que se alojan parejas de arcos del mismo tipo que apoyan
sobre columnas de doble fuste con capiteles y basas
separadas. Para
un mejor tránsito, la puerta carece de mainel.
Interior
de la sala capitular
La planta de la sala es un cuadrado subdividido en nueve
porciones, por medio de cuatro columnas centrales. Cada uno de esos nueve
espacios se cubre con una bóveda de crucería cuyos nervios descansan
sobre las propias columnas o sobre ménsulas embebidas en los muros, al igual
que lo hacen los arcos fajones de medio punto. Los plementos son segmentos de
bóveda de cañón. Un banco corrido de fábrica se despliega a lo largo de todo el
perímetro interior de la sala en sustitución de la sillería de madera que en su
día utilizaba la comunidad para reunirse en torno a la sede presidencial del
abad. En el pavimento se aprecian las lápidas esculpidas en relieve de siete
tumbas de otros tantos abades que ocasionalmente fueron enterrados aquí, a
pesar de que por norma se les inhumaba en el cementerio común del cenobio,
exceptuando a uno de ellos que fue obispo.
Dormitorios
Se trata de una nave diáfana rectangular de grandes
dimensiones (aproximadamente 46 m de longitud x 11 m de ancho x 6 m de altura)
situada en la planta superior del ala este del claustro, esto es, sobre la
sala capitular y la sala de los monjes, su construcción data del año 1173.
Inicialmente los frailes dormían con sus sayales sobre unos jergones
tendidos en el suelo en un único espacio común, sin divisiones como mandaban
sus reglas. Se mantuvo así hasta los últimos siglos que se tabicaron. Existe un
doble acceso al dormitorio: por la escalera de maitines que comunica
directamente con la iglesia por el brazo sur del transepto; y por
la escalera de día que permite la subida desde el claustro. Asciende
esta por un espacio contiguo a la sala capitular que, por sus dimensiones,
obliga a desarrollarla en dos tramos, mientras que la otra escalera es de uno
solo. La sala se cubre mediante once arcos apuntados que descargan sobre
ménsulas embebidas en los muros laterales con decoración vegetal y geométrica.
Estos muros van perforados entre los arcos por ventanales que, además de la
iluminación, permiten la ventilación cruzada. Hoy el dormitorio se utiliza como
sala ocasional de conciertos.
Claustro posterior
A este claustro, conocido también como el «Claustro
viejo» o «Claustro de la enfermería»,
se llega desde el claustro gótico principal a través del espacio que servía
como antiguo locutorio monacal, lugar donde los monjes recibían por parte
del abad la distribución de sus trabajos diarios.
Consta de planta rectangular formando sus galerías por
medio de arcos apuntados con grandes óculos encima de ellos en una de las
galerías y sin ninguna otra clase de decoración en todas sus galerías. Su
construcción se realizó sobre uno anterior, seguramente el primero que se usó
cuando la fundación del monasterio. En el siglo XVII, época de su
reconstrucción según algunos autores, se emplearon diversos elementos del
primitivo claustro y según otros su edificación se realizó con el traslado del
claustro que había pertenecido al convento femenino de Bonrepòs en la
localidad de La Morera de Montsant y sus bienes fueron incorporados a
Santes Creus, cuando se extinguió en el año 1452.
Alrededor de este claustro se encuentran diversas
dependencias como la bodega, construida a finales del siglo XII y con
una construcción muy similar a la sala capitular, dos columnas en la parte
central de donde parten los arcos que dividen el espacio en dos naves de seis
tramos con bóvedas cubiertas. Cercana a la bodega se encuentra la prisión,
local necesario en cuanto que los abades, entre sus privilegios, se encontraba
el tener poderes civiles sobre la población de sus territorios. Existen restos
de la antigua cocina que tenía comunicación con el refectorio, el cual se
ilumina por medio de ventanales altos y estrechos. Los bancos donde se sentaban
los monjes se encuentran apoyados en los muros, sirviéndoles de respaldo un
zócalo de cerámica que hay en todo su perímetro.
Una
galería del claustro posterior
En este mismo recinto está la primitiva iglesia del
monasterio de estilo románico dedicada a la Trinidad y más tarde,
cuando dispusieron de la iglesia mayor, fue convertida en capilla de la
enfermería de los monjes.
Palacio real
Situado en la parte sur de este segundo claustro se
encuentra el Palacio Real, cuya construcción se ha llevado a cabo en diversas
fases aprovechando las antiguas construcciones. Se cree que ha habido hasta
tres dependencias reales diferentes. El primero fue el rey Pedro III el
Grande, cuando decidió tomar bajo su protección el monasterio y convertirlo en
panteón real, hacia 1280, mandó iniciar las obras del Palacio. Por la
destrucción en gran parte del edificio debido a unas riadas hacia el año 1315,
su hijo Jaime II decidió realizar un nuevo palacio trasladándolo al
lado derecho de la fachada de la iglesia, formando parte del frente total de
monasterio. El edificio constaba de dos plantas y el acceso a la planta
superior se realizaba a través de una escalera por la fachada exterior, cuyos
restos fueron derribados en el año 1958 durante la pavimentación de la plaza principal
del segundo recinto del monasterio.
La parte hoy conservada se debe al monarca Pedro IV,
quien sin conocerse la razón, a la muerte de Jaime II, decidió derribar el
palacio aún sin finalizar de su precedesor y trasladar su construcción hacia el
año 1350 al mismo emplazamiento del primero ordenado por Pedro III.
Las dependencias están en torno a dos patios contiguos y
se distribuyen en tres niveles. Un pequeño vestíbulo,
con artesonado policromado y decorado con los escudos
de Cataluña y del monasterio perteneciente al abad Porta (1390-1402),
por el que se accede al patio principal, el más ornamentado, con un pozo en su
centro, unos sencillos canecillos escalonados sostienen unos arcos
rebajados y adosados a la pared que aguantan la escalera hacia la galería
superior. En el pasamanos se sostienen dos bellos y finos arcos y está adornado
por unas esculturas, colocadas al principio y al final, representando la caza
por parte de un león de un jabalí y una gacela, símbolo de la fortaleza real.
En el dintel de entrada inferior a esta escalera destaca un relieve
que muestra el escudo de los cuatro palos entre leones y ángeles y tenantes
junto con ornamentación vegetal.
La galería superior ocupa tres lados del patio, está
compuesta por once columnas que forman unos arcos ojivales de fuste delgado y
esbelto con capiteles decorados, la cubierta está realizada por un artesonado
con abundantes escudos del monasterio, abades y la Casa de Aragón. Las
dependencias se encuentran en el primer y segundo piso pero ya muy
transformadas.
El Real
Monasterio de Santa María de Poblet, es el prototipo
de abadía cisterciense española.
Localizado en la comarca de la Cuenca de Barberá, en
el término municipal de Vimbodí y Poblet, en Tarragona (España),
el primer cenobio fue impulsado y patrocinado por Ramón Berenguer IV,
conde de Barcelona, que lo entregó a los monjes bernardos de la abadía de
Fontfroide en el año 1149.
Fue panteón real de la Corona de Aragón,
desde finales del siglo XIV hasta la extinción de la casa real de Aragón
en el siglo XV.
Enriquecido con distintas donaciones, alcanzó su máximo
esplendor en el siglo XIV, y su total decadencia y abandono
en 1835 como consecuencia de la desamortización de Mendizábal.
La etimología del término Poblet deriva del
latín populetum (alameda). El lugar fue siempre muy rico en
vegetación y bosque de estos árboles (los álamos), lo que dio lugar a que
en 1984 fuera declarado Paraje Natural de Interés Nacional, con 2100
hectáreas y 50 fuentes naturales. El monasterio de Poblet fue una fundación del conde
de Barcelona Ramón Berenguer IV que alrededor del año 1150 donó las
tierras de Populetum a la abadía francesa de Fontfroide (o
Fontfreda) en el momento en que era abad Sancho I de Provenza. Fontfroide
era filial de Claraval y estaba cerca de Narbona. Estas tierras
que se ofrecieron son las situadas en la Cuenca de Barberá, en el término
municipal de Vimbodí, cerca de Espluga de Francolí con las
montañas de Prades como telón de fondo. El enclave tenía las condiciones
recomendadas por el Císter para la fundación de un monasterio: podía
estar aislado, con agua abundante y un extenso entorno para la agricultura.
Con la fundación de este monasterio sumaron cuatro las
grandes abadías cistercienses: Claraval (en el valle de Absinthe (Francia), la
Gran Selva (en Languedoc), Fontfreda (cerca de Narbona) y Poblet. La
primera comunidad se estableció bajo el mandato del abad Guerau, en 1153. En
documentos que se conservan se data una donación de los vizcondes de Cardona
dos años antes, 1151. Durante siglos fueron frecuentes las donaciones tanto de
reyes como de familias de la nobleza. Gracias a estos documentos sobre las
distintas donaciones y regalos se ha podido ir siguiendo el estado de las obras
de construcción y el acabado de las dependencias del claustro o de los tramos
de la iglesia. En un testamento de 1184 se dice que el templo estaba
aún en obras; otro documento del mismo año se refiere a un donativo del rey
para las luminarias del altar de Santa María, lo que hace suponer que al menos
el presbiterio ya tenía culto. Durante la segunda mitad del siglo XII fue
miembro de la congregación san Bernardo de Alcira, entonces
príncipe andalusí, que ingresó en la orden cuando era embajador
de Valencia en la corte de Ramón Berenguer IV.
En 1340 Pedro el Ceremonioso mandó crear
el panteón real y nobiliario en el que llegó a haber hasta 16
yacentes. La elección de sepultura iba aparejada a importantes donaciones:
tierras, hombres y dinero. Además se construyeron capillas privadas como las de
Urgel y Argensola. Los linajes más importantes de Cataluña se ocuparon del monasterio
en gran medida: Condes de
Urgel, Cervera, Cardona, Puigvert, Boixadors.
El monasterio de Poblet había estado desde su fundación
bajo la protección y el patronazgo de los reyes. Al extinguirse la Casa
Real de Aragón comenzó su gran decadencia aunque algunos abades intentaran en
el Renacimiento dotarlo de obras nuevas. Así el abad Caixal contrató
al escultor Damián Forment para realizar el retablo de la capilla
mayor en piedra (1526-1531), obra realmente excepcional cuyo coste fue tan
desmesurado que provocó la sublevación de los monjes en contra de su abad a
quien condenaron a reclusión perpetua con los cargos de «dilapidación y falta de observancia».
Organización
del monasterio
Poblet es uno de los grandes y mejores ejemplos de
monasterios del Císter. El historiador general de la orden, el padre Manrique
dice en su obra:
Populetum…
toto orbe christiano nulli secundum.
Desde el principio de su fundación se tuvo el propósito
de que el monasterio abarcara una zona de cultivo ejemplar en que se encontraran
dentro de la propiedad, granjas (las llamadas grangiae), agua abundante y
bosque para explotar (bosque de Castellfollit y La Pena, un fresco
bosque de ribera con un maravilloso encinar, donde los monjes tuvieron además
su pozo de nieve). Cada una de las granjas estaba gobernada y dirigida por un
monje que a su vez estaba al frente de la familia compuesta por
legos, guardas rurales, hortelanos, etc. A finales del siglo XII el monasterio
era el dueño de 17 granjas.
Poblet llegó a reunir todo lo necesario para su
subsistencia sin tener que salir del recinto. Constituía una verdadera y
completa población al estilo de Cîteaux y Claraval. Además de
las dependencias obvias y primarias de cualquier monasterio, Poblet contó con
enfermería, farmacia, cementerios, jardín de plantas aromáticas, molinos,
panaderías, e incluso un calabozo ya que el abad tenía la potestad de
un señor feudal.
Los abades de Poblet llegaron a abarcar un poder
jurisdiccional inmenso que no solo se extendía sobre sus monasterios y posesiones
sino que además eran vicarios generales del Císter en los reinos de Aragón
y Navarra. En las Cortes de Cataluña tenían un lugar destacado y
hasta llegaron a obtener el cargo de Diputado de la Generalidad. El
rey Pedro IV el Ceremonioso otorgó a los abades (o en su ausencia a
los monjes delegados) el privilegiado cargo de Limosnero Real en la
Corte. Ejercían el alto honor de acompañar al rey en sus empresas y en sus
batallas de conquista, siendo con frecuencia sus consejeros o sus embajadores.
Pedro II otorgó el título de Notario real al
monje con cargo de archivero. Tanto el abad como los monjes estaban exentos de
juramento en los pleitos y juicios ya que se suponía que su palabra valía más
que un juramento.
Un mandato de Jaime I de 1222 decía que en cada una de
las propiedades del monasterio de Poblet se tenía derecho a enarbolar la
insignia real en señal de estar bajo la protección del rey.
Construcción
del edificio
La construcción de este monasterio cisterciense tal y
como ha llegado a nuestros días comenzó aproximadamente sobre el año 1163, es
decir a los diez años de su fundación, tal y como se venía haciendo siempre.
Está documentado que en este año de 1163 Arnau de Bordells hizo una donación
para la construcción definitiva en piedra y el señor de Espluga Jussana, Ramón
de Cervera extendió una autorización a los monjes para que pudieran
…
extraer la piedra necesaria para construir el monasterio y sus dependencias.
Los edificios del Císter tenían muy en cuenta el enclave
y su entorno. Uno de los condicionantes que más se respetaba era la existencia
próxima de una corriente de agua de la cual se extraían los canales necesarios
que hacían pasar por el propio y definitivo complejo monástico. En el momento
de la fundación de un monasterio cisterciense se erigían provisionalmente una
serie de estancias adecuadas para la vida comunitaria en espera del gran
edificio definitivo que solía construirse pasados unos diez años y a veces
veinte. También podía ocurrir que existiese ya algún tipo de edificación
antigua y modesta donde los monjes empezaban su andadura. Cuando se iniciaban
las grandes obras en piedra, se construía deprisa una pequeña capilla que
generalmente quedaba después como capilla de enfermería, y en algunos casos
como en el monasterio de Poblet, tenía incluso adosado un pequeño claustro,
llamado aquí claustrillo de San Esteban o de la Enfermería,
nombre del santo a quien está dedicada la iglesita. La capilla de San Esteban
se dedicó después a capilla funeraria. Esta construcción y su claustro
constituyen el núcleo más antiguo (siglo XII) de todo el recinto.
Mientras los monjes vivían en este núcleo descrito, se
fue alzando la definitiva iglesia, entre los años 1162 y 1196. En 1200 estaba
ya terminado el muro norte colindante con la panda sur del claustro. Tras estas
obras se debió construir la primitiva sala capitular (que se transformaría años
más tarde), la sacristía antigua, el locutorio y el dormitorio de monjes en el
piso de arriba. A mediados del siglo XIII se hicieron ampliaciones y renovaciones
tal y como se documenta en escritos conservados de donaciones y testamentos.
En 1225 y 1234 se habla de la obra del refectorio de
conversos; otro documento de 1243 señala la obra del dormitorio. De esto se
deduce que a mediados del siglo XIII ya estarían levantados al menos tres de
los cuatro lados del claustro.
Donaciones hechas en 1249 y 1250 dejan bien claro que
eran para las obras del «nuevo capítulo»
y ornamentación de la «sacristía nueva»
y «nuevo dormitorio», es decir para
sustituir o remodelar las antiguas estancias de finales del siglo XII.
El monasterio se amplió en el siglo XIV con las obras del
atrio del obispo Copons, la bodega (en sustitución del dormitorio de legos) y
el dormitorio de monjes jubilados. A finales de este mismo siglo se construyó
el complejo del llamado palacio del rey Martín el Humano. Entre los años
1789-1792 se construyó la sacristía nueva adosada al muro sur de la iglesia y
ocupando un sector de la línea de la muralla.
El
complejo monástico
Todo el conjunto monástico está conformado por tres
recintos bien diferenciados y comunicados entre sí por unas puertas de acceso.
Pasada la actual carretera de L’Espluga de Francolí (que antaño fue el paseo de
San Bernardo, propiedad de los monjes) se llega a las inmediaciones del primer
recinto.
Primer
recinto
Se llama Puerta de Prades a la entrada a este recinto; es
de arco de medio punto con grandes dovelas en la parte
exterior, y de arco apuntado por su cara interior. Sobre la puerta se
encuentra un nicho con una imagen de la Virgen María como advocación
del monasterio. Muestra también el escudete del abad Fernando de
Lerín (1531-1545), la jarra con azucenas o lirios (símbolo de pureza) y
las iniciales PO que se refieren a Poblet.
En este primer recinto había un espacio donde estaban las
habitaciones de los labradores, obreros, legos y demás “familia” del monasterio. El abad Guimerá (1564-1583) había mandado
construir un pozo, un abrevadero y unas conducciones de agua y para constancia
de su mandato se imprimió su escudo en piedra: dos fajas rojas en campo de oro.
Todavía subsiste la casa del monje portero que fue edificada en tiempos del
abad Fernando Lerín, cuyo escudo también se conserva.
Puerta
Dorada, al fondo la puerta barroca de la iglesia
Después de pasar una alameda se llega a la puerta de
acceso al 2ª recinto. Se llama Puerta Dorada haciendo alusión al chapeado de
planchas de bronce que la recubrían y que fueron doradas por voluntad
de Felipe II en 1564 cuando pasó la Semana Santa en este
monasterio. Se construyó esta puerta bajo los prioratos de los abades Delgado
y Juan Payo Coello (1480-1499) y es un ejemplo de puerta castrense.
Los escudetes de estos dos abades están situados en la fachada bajo los otros
escudos de mayor tamaño con las divisas de la Corona de Aragón, Sicilia y
Castilla, que hacen alusión a los reyes Juan II y Fernando el Católico. La
construcción de la puerta debió terminarse en 1493 para recibir en ella a
los Reyes Católicos que en ese año visitaron el monasterio acompañados
de sus hijos el infante Juan y las
infantas Juana, Isabel y Catalina.
Ante esta puerta tenía lugar la ceremonia de bienvenida a
los reyes que visitaban Poblet. Se preparaban ricos reclinatorios y una vez
arrodillados, el abad les daba a besar el Lignum Crucis. A continuación
marchaban en procesión bajo palio, entonando el Te Deum y acompañados
de su séquito y de los monjes de la comunidad. Entraban en el 2º recinto a
través de la Puerta Dorada y en la capilla de Santa Catalina volvían a pararse
para orar antes de entrar definitivamente en el recinto de la clausura.
Junto a la puerta citada se halla la capilla de San Jorge
mandada construir por Alfonso V de Aragón el Magnánimo, en
acción de gracias por la victoria obtenida en la conquista
de Nápoles en 1442, en tiempos del abad Conill. Se llama capilla de
San Jorge pero en realidad está consagrada a la Virgen del
Rosario, San Miguel Arcángel y San Jorge porque se supone
que los tres fueron protectores del rey en la conquista de Nápoles. Las tres
representaciones escultóricas de estos protectores estaban situadas en el
desaparecido retablo de la capilla.
La capilla de San Jorge es de planta cuadrada, con puerta
gótica flanqueada por columnas que terminan en pináculos. La fachada
ostenta los escudos reales de Alfonso V de Aragón, y de Nápoles más el escudete
del abad Conill (con un conejo labrado como símbolo de su nombre) sostenido por
dos tenantes. Tiene bóveda de crucería en estrella.
Atravesando la Puerta Dorada se llega al 2º recinto.
Segundo recinto
Puerta
barroca de la iglesia
Una vez traspasada la Puerta Dorada se llega a una gran
plaza Mayor de planta irregular donde se conservan algunos vestigios de
edificios antiguos. En línea recta con la puerta y al fondo, se ve la puerta de
acceso al atrio de la iglesia del monasterio, abierta en la muralla que rodea
el 3º recinto. Es una puerta barroca del siglo XVII que mandó edificar el duque
de Cardona en 1670. Da entrada al atrio o galilea que era desde donde
se entraba a la iglesia cuando la clausura era estricta. A ambos lados de la
puerta están colocadas las estatuas de San Benito y San
Bernardo, más la imagen de la Virgen en una hornacina. A ambos lados se
abrieron unos óculos con mucha ornamentación barroca y columnas salomónicas.
En medio de la plaza y frente a esta puerta se alza la
gran cruz en piedra del abad Guimerá del siglo XVI sobre un podio de cuatro
escalones.
Al norte de la plaza se ve una capilla muy austera que en
1251 se dedicó a santa Catalina. La mandó construir Ramón Berenguer IV y era el
lugar donde oraban los visitantes de honor antes de acceder a la clausura.
Durante muchos años guardó la imagen de la Virgen de los Cipreses. Se accede al
interior por una puerta románica muy sencilla; está cubierta por bóveda de
cañón apuntada.
Otras edificaciones dentro de la gran plaza que en su día
fueron importantes, son:
·
Hospedería, hacia el sur (quedan solo vestigios).
·
Palacio moderno abacial, edificio comenzado por el abad
Francisco Oliver de Boteller en 1583. El corredor o galería (obra de Genover,
1732) daba directamente a la iglesia. Cuando se construyó este palacio estaba
todavía en zona de huertas, fuera del recinto de clausura.
·
Hospital de pobres, construido en 1207 gracias a los
donativos de Bernardo de Granyena.
·
Palacio antiguo abacial, donde se alojaron las damas que
iban en el séquito de Isabel la Católica cuando visitó el monasterio con su
familia.
Tercer recinto
Puerta
Real, encajonada entre dos torres, y puerta barroca de acceso a la iglesia
Plano
de la clausura del monasterio de Poblet
A unos metros de la puerta barroca de acceso a la iglesia
se encuentra la Puerta Real (P.R. en el plano) encajonada entre dos
torres, cuyo aspecto recuerda las Torres de
Serranos de Valencia.
Este último recinto comprende todas las estancias del
monasterio propiamente dicho, es decir, lo que fue la verdadera clausura. Está
rodeado por una muralla de fortificación mandada construir por Pedro IV como
protección, a raíz de haber ordenado que se dedicase en la iglesia un espacio a
panteón real. Su mandato dice así:
Para custodia de las osamentas de los más gloriosos reyes
que jamás fueron de la Casa de Aragón.
Dirigió las obras su lugarteniente fray Guillén de Agulló
(1367-1382). La muralla tiene un perímetro de 608 m por 11 de alto y 2 de
espesor; consta de almenas y aspilleras, más el camino de ronda propio de una
muralla. La fortificación está defendida por 12 torres de planta poligonal. Dos
de ellas son las que flanquean la Puerta Real; las dos que están en las
esquinas a ambos lados de esta puerta fueron torres-cárceles. La torre que está
pegada a la sacristía nueva (nº 16 en plano) lleva el nombre
de torre de las Hostias y la siguiente hacia el nordeste, de los
Locos. Otras son conocidas como del Prior, del Aceite, del Rincón, de las
Armas, de San Esteban, del Zapatero y del Cardenal.
La Puerta Real (P.R. en plano) es una
construcción militar del siglo XIV. El hueco de la puerta es de arco de medio
punto con grandes dovelas en cuya clave un ángel tenante presenta el escudo de
la Corona con dos leones rampantes. A ambos lados se ven dos timbres del rey
Pedro IV; en uno de ellos puede leerse en latín y con caracteres pequeños
Esta obra comenzó
en tiempo de Pedro, rey de Aragón.
Por encima de la puerta están labrados los escudetes
reales alternando con el del abad Guillermo Agulló (1361-1393), que
fue su constructor.
Una vez traspasada la puerta, el visitante se encuentra a
su izquierda con los vestigios de lo que fueron en su día las habitaciones de conversos
y donados. Hacia la derecha unas escaleras en piedra conducen al palacio del
rey Martín el Humano, de principios del siglo XV (destinado a museo en la
actualidad). Frente a la Puerta Real se ve el atrio o vestíbulo del
claustro (nº 15 en plano), obra del abad Copons. A la izquierda del atrio
están las bodegas (nº 14 en plano), edificio que anteriormente fue comedor
del legos o conversos. Sobre esta estancia se construyó en el siglo XIV el
dormitorio de monjes jubilados. En 1983 se ubicó aquí el museo del la
restauración del monasterio.
A la derecha de este atrio están los lagares del siglo
XIII (n.º 10 en plano) que fueron en su origen el dormitorio de
legos. El muro sur está pegado al muro norte de la iglesia. Dentro del atrio
o vestíbulo se accede a la esquina de confluencia con la panda norte-oeste del
claustro (nº 8 en plano).
Al este del recinto amurallado se encuentran las
instalaciones más antiguas del siglo XII: capilla de San Esteban (nº 1 en
plano. El nº 3 es el claustrillo de esta capilla) y enfermería (nº 2
en plano). También se encuentran en esta zona las Cámaras Reales construidas en
el siglo XIV sobre la muralla. En el ángulo nordeste se construyeron las
habitaciones modernas de monjes jubilados.
Descripción
detallada
La iglesia
Desde la puerta barroca abierta en el muro
oeste de la muralla se accede al atrio o galilea de la iglesia (n.º 1 en
plano) que debió construirse a finales del siglo XIII lo mismo que
el rosetón abierto en el muro oeste, que proporciona luz a la nave
central. El atrio se cubre con bóvedas de crucería. Tenía dos altares, uno del
siglo XVI dedicado al Santo Sepulcro que se conserva restaurado y
otro ofrecido a la Virgen de los Ángeles del que no queda ningún vestigio; en
su lugar hay un Calvario gótico.
Se proyectó la construcción de la iglesia durante los
reinados de Ramón Berenguer IV y Alfonso II de Aragón, en estilo románico,
en tiempos del abad Hugo, hacia 1166.
Tiene planta basilical con tres naves y crucero; las dos
laterales son bastante más estrechas que la central. La nave norte (adosada al
claustro) (n.º 3 en plano) es románica con bóveda de crucería; la
nave central (n.º 2 en plano) es también románica pero su bóveda es
de cañón apuntado; la nave sur es gótica, reconstruida por el abad Copons
hacia 1330, al mismo tiempo que mandó abrir las siete capillas (n.º 4 en
plano); también es de tiempo de este abad el gran cimborrio gótico,
octogonal y de grandes ventanales, que fue restaurado entre 1979 y 1981.
Alrededor del presbiterio discurre la girola (n.º 7 en plano) a
la que se abren cinco capillas radiales. Las dos absidales de las esquinas
tienen comunicación con el crucero (n.º 5 en plano). Se conserva en el presbiterio la mesa de altar antigua
que consiste en una gran piedra apoyada en cuatro pares de columnas románicas.
El edificio actual guarda en su interior dos grandes tesoros: el retablo
renacentista de Damián Forment y los sepulcros reales (nº 6 en
plano).
Retablo
de Damián Forment
Retablo en alabastro de traza
arquitectónica, obra de Damián Forment que lo ejecutó entre 1527-1529
a instancias del abad Pedro Caixal durante el reinado de Carlos
I. Se estipuló un precio de 4060 ducados de oro, más los gastos de manutención
y alojamiento para el escultor y su equipo. Primeramente trajo Forment una
talla de la Virgen con Niño y San José, como modelo de lo que
iba a hacer, ejecutada en alabastro de Aragón, materia muy apreciada.
El retablo fue colocado antes de la fecha prevista en el
contrato. El escultor fue cobrando sin problemas los plazos contratados hasta
que llegó el mes de mayo de 1530 en que aún se le debían 960 ducados. Nunca los
pudo cobrar pues en junio de ese año el abad se vio envuelto en un escándalo de
tipo económico y en un proceso que se le abrió. La comunidad se negó a seguir
pagando los plazos que parecían excesivos, acusando al escultor de
haber engañado al abad en el precio y de haberle sobornado con
algunos regalos escultóricos. Forment presentó una demanda judicial pero
todavía en el año 1570 su nieta Úrsula García reclamaba la deuda sin éxito.
En 1835, después de la exclaustración, el retablo sufrió
destrozos y desperfectos. En 1940 se procedió a su restauración. Se trata del
segundo retablo de Forment que se conserva realizado a lo romano, de traza
arquitectónica renacentista con grutescos.
Descripción.
Está organizado en banco, sotabanco y tres cuerpos con
tres calles distribuidas en superposición de órdenes, con un nuevo lenguaje
clásico y con temas decorativos de frutas y guirnaldas en los extremos que
sustituyen las antiguas polseras góticas. Esta obra supuso en el arte catalán
la introducción de las formas renacentistas.
·
Sotabanco: Altorrelieves con escenas de la Oración
en el Huerto, Prendimiento, Flagelación, Jesús ante
Pilatos y Caída camino del Calvario.
·
Primer cuerpo: La Virgen con el Niño preside en el
centro, con un tamaño mayor que las colaterales. A un lado y a otro,
en hornacinas más pequeñas están las santas Colombina, Úrsula y
Florentina y los santos Matías, Bernardo y Guillén.
·
Segundo cuerpo: Altorrelieves con los Gozos de
María.
·
Tercer cuerpo: En el centro está la imagen de Jesús,
a mayor tamaño que las otras de los Apóstoles.
Se corona con el ático que lleva la representación del Calvario.
Sacristía
La primitiva sacristía (nº 7 en el plano
general) se ubicó en el emplazamiento de la capilla que durante un tiempo
sirvió a los monjes mientras se construía la primera parte del gran templo.
Es del siglo XII hecha en piedra de sillería cubierta con bóveda de
cañón apuntada.
La sacristía nueva (nº 16 en el plano
general) es un edificio levantado en el extremo sur del crucero que
sobresale de la muralla tomando parte de ella. Se construyó durante el mandato
del abad Baltasar Sayol (1732-1736). Está cubierta por una amplia cúpula con su
linterna. Estuvo bien decorada con obra de Flaugier y su discípulo Gutiérrez.
Una gran cajonería se extendía a lo largo de las paredes, donde se guardaban
valiosos ornamentos litúrgicos. Se restauró en 1984.
El claustro
Su claustro está situado junto a la pared norte de la iglesia,
construido en estilo románico del siglo XII con ampliaciones y remodelaciones
de arquitectura
cisterciense del siglo XIII. Su planta es rectangular y en su panda este se articula
la estancia de la sala capitular, de dimensiones excepcionales, cuya profundidad llega
más allá de la anchura del crucero más el espacio de la primera capilla de la
girola. Es tan profunda como la longitud de la sacristía vieja, que
está pared con pared con su panda sur.
La parte más antigua corresponde a la galería sur,
comenzada en estilo románico del siglo XII, cuya bóveda de
crucería se terminó ya en el XIII, casi un siglo después. Inicialmente
constaba de seis tramos que fueron después ampliados a siete, lo que dio un
resultado de claustro rectangular en lugar de cuadrado. Durante todo este
siglo XIII siguieron los trabajos del claustro, según testimonio de
documentación escrita en testamentos y donaciones que se van
otorgando a tales obras, siguiendo siempre la traza original románica de sus
muros.
Durante el reinado de Jaime I el claustro
recibe un gran apoyo constructivo. El alzado definitivo de las bóvedas de
crucería se hizo a mediados del siglo XIII, al mismo tiempo que la renovación
de las dependencias de la panda este. En 1302 tiene lugar la ampliación del espacio
claustral al suprimirse el dormitorio de conversos. También en el siglo
XIV, ya en pleno gótico, se edificó el lavabo o lavatorio frente al
refectorio, con una ornamentación y una arquitectura diferente del resto, en el
sistema de pilares y arcos. En general, la estructura de las galerías se
asemeja a la catedral de Tarragona por el empleo de pilares
cruciformes que llevan columnas adosadas en sus frentes y en sus esquinas, y se
asemeja también en los arcos apuntados que envuelven el arco abierto en cada
tramo. Entre tramo y tramo —compuesto cada uno de dos arcos— se adosan unas
columnas que nacen en el suelo y se elevan hasta la cornisa, actuando de
separación de los mismos, a manera de «orden
gigante».
Motivos
ornamentales
Aparte de la severa, y al mismo tiempo armoniosa
arquitectura cisterciense que presenta el claustro, los motivos ornamentales
pueden apreciarse en los capiteles de las columnas, motivos muy
sencillos, geométricos y vegetales. La variada ornamentación hace uso de:
·
Palmetas sencillas, acanaladas en dos pisos.
·
Entrelazos y trenzados (que se ven en los capiteles de la
sala capitular).
·
Hojas alanceadas que a veces van festoneadas.
·
Pseudo acanto de remate vuelto.
·
Los cimacios son de moldura de dos boceles.
En general abunda la tradición de Languedoc. La
puerta del atrio del abad Copons se decora con unos capiteles románicos
tardíos, diferentes por completo de los de la panda sur.
Otros claustros
menores
El claustro o claustrillo de San Esteban o de la
enfermería (n.º 3 en el plano), se encuentra dentro del recinto monástico,
en el extremo este. Es de planta casi regular; en sus lados cortos tiene 4 y 5
arcos de medio punto y en los largos 8 y 9 pilares que carecen de capiteles. La
ornamentación es muy simple con una imposta de motivos vegetales. El claustro
ya existía en 1228 y fue reconstruido en el siglo XV.
El claustro del locutorio está pegando con la
pared este de la sala capitular. Tiene capiteles de tradición románica pero las
molduras de los arcos son ya góticas.
Todas las necesidades de los monjes para su vida
religiosa y comunitaria se ven cubiertas con las dependencias apropiadas para
su vida diaria. Las estancias se van articulando en cada panda distribuyéndose
según su costumbre tradicional.
Plano
de la clausura del monasterio de Poblet.
Sala
capitular
Está situada en la panda este (nº 6 en plano). Es un
enorme rectángulo que alcanza una profundidad sin comparación con otras salas
cistercienses de otros monasterios, abarcando la longitud de la sacristía
vieja (nº 7 en plano). Corresponde a los siglos XII y XIII. Se entra desde
la galería por una puerta románica cuyos capiteles (en muy buen estado de
conservación), están labrados con motivos vegetales. La estancia consta de nueve
espacios delimitados por cuatro columnas de fuste octogonal que rematan en
capiteles de los que arrancan los nervios que forman la bóveda de crucería.
En el suelo pueden verse once grandes laudas de piedra
que son los enterramientos abaciales antiguos. Llevan esculpida la heráldica de
cada uno y algunos su nombre. Alrededor de la sala y pegados a los cuatro muros
están los asientos en madera para los monjes, dispuestos en tres escalones;
fueron restaurados en 1946.
Al fondo se abren unos ventanales protegidos
por arcos de medio punto con tres arquivoltas que descansan
en sus respectivas columnas. Son muy amplios y proporcionan mucha luz a la
sala. Al otro lado de la pared donde están estos vanos se encuentra el
claustrillo del locutorio, de finales del siglo XIII, que fue reconstruido
por Fernando I de Antequera.
En la panda norte se encuentran situados: la barbería o
calefactorio (nº 13 en plano) de finales del siglo XII (que durante
el proceso de restauración y al ser un espacio relativamente pequeño, se pudo
amueblar completamente); el refectorio (nº 12 en plano); la
cocina (nº 11 en plano).
El refectorio o comedor de monjes es una sala
de planta rectangular con bóveda de cañón apuntada y arcos fajones,
que se terminó de construir en el siglo XII. Conserva
el púlpito situado en el muro de la derecha donde el monje de turno
leía las escrituras sagradas mientras la comunidad comía. Además del
lavabo-templete que está en el patio, justo enfrente, en esta pieza hay una
fuente octogonal de piedra colocada en medio de la habitación.
Fue restaurado en 1946 y a partir de entonces sigue
cumpliendo sus funciones como comedor de monjes. A su lado se encuentra el
calefactorio, lugar donde los monjes entraban a calentarse un poco y que servía
también como barbería (nº 13 en plano). Al otro lado está la cocina del
siglo XIII, ampliada por detrás con dependencias más modernas.
En el patio y frente al refectorio se encuentra el lavabo
en forma de templete, de principios del siglo XIII. Esta pieza era indispensable
para la vida y costumbres de los monjes cistercienses por lo que se concedía
una atención especial a su construcción. Antes de entrar al comedor era
obligatorio pasar por el lavabo.
La cocina está totalmente reconstruida y amueblada, aunque
los monjes actuales no la usan como tal. Es obra de sillería cubierta por bóveda de crucería. Se comunica con el refectorio por
medio del tradicional torno.
Ambos están situados en la panda oeste. El atrio (nº
15 en plano) o vestíbulo fue una construcción del siglo XIV, del abad
Copons. Los lagares (nº 10 en plano) corresponden a lo que fue
antiguo dormitorio de legos edificado en el siglo XIII. Sobre esta pieza se
encuentran algunas de las dependencias del palacio del rey Martín el
Humano.
Dormitorio
de los monjes
En el piso superior, en la panda este y según la
disposición habitual cisterciense, se encuentra el dormitorio comunitario de
los monjes. Se trata de una sala de 87 metros de longitud con una cubierta a
dos aguas apoyada en 19 arcos diafragmas que se inician en ménsulas en los
muros. Esta solución es similar a la adoptada en el dormitorio del
Monasterio de Santes Creus e inspiró durante el siglo XIV la
construcción de notables bóvedas, como la del Salón del Tinell en el Palacio
Real de Barcelona.
La sala dispone de luz natural mediante dos ventanas
bajas por tramo y una ventana alta cada dos tramos.
La biblioteca
La biblioteca (nº 5 en plano) no se encuentra
exactamente abierta a una de las pandas del claustro sino que se accede a ella
a través del locutorio que está pegado a la sala capitular en la esquina
nordeste. Esta estancia fue al principio un escritorio y se originó como
biblioteca a partir de las donaciones particulares del rey Pedro III de
Aragón en tiempos del abad Pedro Virgili. Posteriores donaciones y
adquisiciones hicieron de esta librería un lugar afamado en
la Europa del momento. En el siglo XVII se la conocía con
el nombre de Biblioteca de don Pedro Antonio de Aragón, en honor
del duque de Segorbe y Cardona (muerto en 1690); este personaje hizo una
donación de más de 4.000 volúmenes de los cuales muchos se perdieron con los
avatares sufridos por el monasterio durante el siglo XIX, aunque después se
recuperaron algunos volúmenes. Se distinguen estos ejemplares por su
encuadernación de cordobán rojo y el nombre y armas heráldicas que
llevan grabados en oro. Los cantos son también dorados.
El Monasterio
de Vallbona de las Monjas, también llamado Real Monasterio de Santa María
de Vallbona y Nuestra Señora de Valbona, es una abadía cisterciense femenina que
se sitúa en la comarca catalana de Urgel dentro del municipio de Vallbona de las
Monjas (Lérida). Construido entre
los siglos XII y XIV, es de estilo románico con gran parte ya realizado en arquitectura gótica. Es el monasterio
cisterciense femenino más importante de Cataluña y conjuntamente con el monasterio de Poblet y el monasterio de Santes
Creus integran
la Ruta
del Císter.
De una primitiva agrupación de anacoretas mixtas, fundada
en el año 1153 por Ramón de Vallbona bajo la regla de San Benito,
en 1175 sólo permanecía en el lugar una comunidad femenina que
decidió acogerse a la observancia del Císter. Contaban para su establecimiento
con los terrenos cedidos para ello en 1163 por el Conde
de Barcelona Ramón Berenguer IV. Para dirigir la comunidad se
incorporó al año siguiente procedente del Monasterio de Santa María de la
Caridad de Tulebras (Navarra) su primera abadesa: Oria Ramírez
(1176-1180). Pronto adquirió el monasterio gran reputación y atrajo a su seno
damas de la nobleza catalana. También se granjeó el favor real, demostrado con
sus visitas por Alfonso II el Casto y su esposa Sancha de
Castilla o Jaime I el Conquistador, quienes no sólo se alojaron en el
cenobio en repetidas ocasiones sino que patrocinaron su construcción. Del
papa Inocencio III recibió en el año 1198 y 1200 la inmunidad y
protección de bienes y una bula otorgada por el mismo papa en 1201 que regulaba
la clausura y aseguraba su independencia del episcopado. Gracias a las
numerosas propiedades recibidas por donaciones y testamentos entre ellos, el
del propio conde Ermengol VII, fue formándose entre los siglos XII y XIII
el gran dominio del cenobio sobre todo en el Condado de Urgel, se
consiguió el reconocimiento jurídicamente bajo el mandato de la abadesa Saurena
de Anglesola (1379-1392) quien compró al rey Pedro III de Aragón la
jurisdicción civil y criminal de todas las posesiones del monasterio por 22.000
sueldos barceloneses, éstas adquisiciones permitieron el establecimiento de la
baronía de Vallbona y convirtieron en el centro de la vida política y jurídica
al monasterio de todas las villas y términos que lo integraban. Formaban la
comunidad en esta época 150 religiosas, la mayoría pertenecientes a linajes de
la nobleza catalana, como los Cardona, Cervera, Queralt,
Boixadors, Anglesola, etc.
Decadencia
y resurgimientoLa guerra civil de 1462-1472 y posteriormente
el Concilio de Trento (1545-1563) tuvieron una notable repercusión
sobre la abadía: por uno de sus acuerdos se prohibía la existencia de
comunidades femeninas en lugares despoblados, lo que obligó a las monjas
en 1573 a ceder parte de sus tierras a gentes venidas de otros lugares,
principalmente habitantes de Montesquiu, para que pudieran asentarse en su
entorno y crear así un núcleo de población que derivó en el actual Vallbona de
las Monjas.
Para la fundación de esta población se habilitaron toda
la serie de edificaciones externas de que disponía el monasterio, parecidas a
las que aún perduran en los de Poblet o Santes Creus, por lo que
queda en este monasterio, además de la iglesia y el claustro, únicamente las
dependencias estrictamente monacales. Los tiempos siguientes no fueron muy buenos,
en el siglo XVII tuvo litigios con su propia orden, principalmente con Santa
María de Poblet, los tributos que tenían que pagar dejaban en mal lugar su
economía que se unieron a los estragos causados por la Guerra de los
Segadores ( 1640-1652), seguida por las guerras de la
Sucesión (1705-1717) y la Guerra del Rosellón (1788-1795),
mantuvieron numerosos pleitos con las villas pertenecientes a su baronía, a
causa de la desamortización de Mendizábal y la Exclaustración,
se ausentaron del monasterio durante seis meses con lo que pudieron continuar
con la vida monacal y no sufrieron tantos daños como los monasterios de Poblet
o de Santes Creus. El monasterio sigue albergando hoy una comunidad de monjas
cistercienses como lo ha hecho ininterrumpidamente desde su fundación, con la
sola excepción del periodo de la Guerra Civil Española.
Con las nuevas obras realizadas, se han habilitado unas
habitaciones para servicio de hospedaje que junto con trabajos de cerámica,
tratamiento de textos y partituras de música por ordenador y las visitas
turísticas del monasterio representan una buena fuente de ingresos para la
comunidad.
Escritorio
Su biblioteca junto con
el scriptorium alcanzaron gran fama, copiados e ilustrados por las
antiguas religiosas se conservan catorce códices del siglo XIII,
que se conservan en el archivo con gran cantidad de documentos antiguos de gran
interés para la historiografía comarcal y nacional. Relevante fue también su
farmacia, que abastecía a todos los pueblos de la baronía con documentación del
siglo XV.
Edificio
La Iglesia, construida entre los siglos XII y XIV, esto
es, en la transición del románico al gótico, tiene planta
de cruz latina de una sola nave y cuatro tramos hasta
el transepto; éste es muy alargado pero más estrecho que la nave, por lo
que da lugar a un crucero rectangular que se cubre con
un cimborio ochavado que apoya sobre trompas cuya
construcción está datado en el siglo XIII. En los dos brazos
del transepto hay sendas capillas absidiales cuadradas. También
el ábside principal situado en la cabecera de la nave es cuadrangular
liso. El templo se cubre con bóveda de crucería ojival y los ábsides
y el crucero con bóvedas de cañón.
Es de destacar la torre campanario de planta
octogonal que se eleva a modo de un segundo cimborrio sobre el tramo segundo de
la nave; es marcadamente gótico y de una sorprendente originalidad y audacia
arquitectónica ya que se apea en los muros laterales directamente, fue
construido durante el mandato de la abadesa Elisenda de Copons entre 1340 y
1348, (hermana del abad de Poblet Copons). En el presbiterio, al lado
derecho del altar, se encuentra el sepulcro de Violante de
Hungría esposa de Jaime I, que murió en 1251 en el monasterio de Salas de
Huesca, pero fue traslada al monasterio en 1275 y es la fecha de la inscripción
de su sarcófago, quien dispuso, debido al prestigio conseguido por el cenobio,
que sus restos descansaran en él y al otro lado el de la hija de ambos, Sancha
de Aragón, fallecida en Tierra Santa y trasladada al monasterio su
sarcófago está sobre tres columnas invertidas "a la funerala" en señal de duelo.
En la absiola sur se encuentra un sepulcro perteneciente
a Ferrer Alamany de Toralla, fallecido en 1360 y de su esposa Beatriz de
Guimerà, la imagen de él en la tapa vestido de caballero con heráldica en su
cota y la figura de ella en un lateral con hábito cisterciense. En el fondo del
muro la representación de dos ángeles llevando las almas de los difuntos al
cielo.
A la derecha del coro se encuentra la capilla del Corpus
Christi, donde se halla la imagen de Santa María de piedra policromada, obra
de Guillem Seguer. Del altar de esta capilla se conservan en el Museo
Nacional de Arte de Cataluña, dos antipendios del siglo XIV. Una verja
separa la nave del transepto y de la cabecera del templo.
Puertas
La puerta principal, está situada en el brazo norte del
transepto y que da a la plaza Mayor, presenta arco de medio punto
abocinado con cinco arquivoltas sostenidas
en columnas de capiteles con relieves vegetales parecidos a
la galería este del claustro y un tímpano esculpido con una figura de
la Virgen con Niño bendiciendo con su mano derecha, rodeada de ángeles.
Sobre ella se encuentra una cornisa con un friso de arcuaciones
ciegas con ménsulas esculpidas con motivos variados.
En el muro norte se encuentra una puerta que daría al
tramo tercero de la nave, que está cerrada y obstruida por un sarcófago dentro
de su arco a manera de arcosolio y sobre el que hay
un crismón trinitario de finales del siglo XII, en total sobre este
muro hay cinco sarcófagos, cuatro románicos del siglo XIII y uno gótico, en
todos se aprecian símbolos heráldicos y en dos se puede leer los nombres de los
yacentes : Sibil·la de Guimerà esposa de Guerau Alamany y el otro Miquela
Sasala del año 1244.
Tímpano
de la puerta principal.
El
claustro
El claustro forma un cuadrilátero de lados desiguales y
corresponde a diversas épocas y formas constructivas que se sucedieron entre
el siglo XII y el XV. El acceso se realiza por la puerta situada
a mitad de la nave de la iglesia y que coincide con la galería de la parte
este. Las bóvedas en todo el recinto del claustro son de crucería.
El ala sur es la parte más antigua correspondiente al
siglo XII; está ejecutada conforme a los austeros cánones cistercienses en
estilo románico, consta de tres tramos formados por tres pilares y
entre estos, tres arcos de medio punto sostenidos por parejas
de columnas con capiteles totalmente lisos. El ala este es también románica de la primera mitad del
siglo XIII, consta de cinco tramos divididos por cuatro pilares, bajo arcos de
descarga apuntados y rosetones de ocho radios que se unen en el
centro con dibujo de carácter islámico, se agrupan triples arcadas de medio
punto sobre parejas de columnas y capiteles, ya con motivos esculpidos de
carácter vegetal. El ala norte, la más corta, está integrada por dos
amplios huecos ojivales de tracería típicamente gótica y realizada
durante el siglo XIV. El ala oeste, la más reciente, es
ya renacentista aunque retoma las pretéritas formas románicas y
edificada por las abadesas de la familia Caldés en el siglo XV, en los
capiteles de las columnas se observan las heráldica de dichas abadesas.
En torno al claustro se desarrollan otras dependencias,
entre las que no podía faltar la sala capitular su acceso es desde el ángulo
nordeste del claustro a través de una puerta de estilo gótico bajo el mandato de
la abadesa Anglesola en el siglo XIV, está cubierto con una bóveda de
crucería ojival, en su pavimento se encuentran varias lápidas sepulcrales
de las antiguas abadesas de la comunidad, presidiendo esta sala se encuentra la
imagen de la Virgen de la Misericordia, realizada en alabastro y
atribuida al escultor Pere Johan.
En la panda este del claustro donde hay una entrada, se
encuentra la capilla del año 1895 que guarda la Virgen del Claustro, una
magnífica talla en piedra, románica perteneciente al siglo XIII. Además dispone
de otra entrada hacia el transepto de la iglesia.
La guerra civil de 1462-1472 y posteriormente
el Concilio de Trento (1545-1563) tuvieron una notable repercusión
sobre la abadía: por uno de sus acuerdos se prohibía la existencia de comunidades
femeninas en lugares despoblados, lo que obligó a las monjas
en 1573 a ceder parte de sus tierras a gentes venidas de otros
lugares, principalmente habitantes de Montesquiu, para que pudieran
asentarse en su entorno y crear así un núcleo de población que derivó en el
actual Vallbona de las Monjas.
Para la fundación de esta población se habilitaron toda
la serie de edificaciones externas de que disponía el monasterio, parecidas a
las que aún perduran en los de Poblet o Santes Creus, por lo que
queda en este monasterio, además de la iglesia y el claustro, únicamente las
dependencias estrictamente monacales. Los tiempos siguientes no fueron muy
buenos, en el siglo XVII tuvo litigios con su propia orden, principalmente con
Santa María de Poblet, los tributos que tenían que pagar dejaban en mal lugar
su economía que se unieron a los estragos causados por la Guerra de los
Segadores ( 1640-1652), seguida por las guerras de la
Sucesión (1705-1717) y la Guerra del Rosellón (1788-1795),
mantuvieron numerosos pleitos con las villas pertenecientes a su baronía, a
causa de la desamortización de Mendizábal y la Exclaustración,
se ausentaron del monasterio durante seis meses con lo que pudieron continuar
con la vida monacal y no sufrieron tantos daños como los monasterios de Poblet
o de Santes Creus. El monasterio sigue albergando hoy una comunidad de monjas
cistercienses como lo ha hecho ininterrumpidamente desde su fundación, con la
sola excepción del periodo de la Guerra Civil Española. Con las nuevas obras realizadas, se han habilitado unas
habitaciones para servicio de hospedaje que junto con trabajos de cerámica,
tratamiento de textos y partituras de música por ordenador y las visitas
turísticas del monasterio representan una buena fuente de ingresos para la comunidad.
El monasterio de Nuestra Señora de Rueda es un monasterio perteneciente
a la orden
cisterciense situado en Sástago, en la Ribera Baja del Ebro, Zaragoza, Aragón, España.
Fundado alrededor de 1181, en unas tierras cedidas por
Alfonso el Casto a la comunidad monástica de Juncerías, en unos terrenos
conocidos como Rueda, y del castillo de Escatrón situado al otro lado del río
Ebro, un terreno apartado y desierto mas propio de la orden Cisterciense. La
abadía madre será la Gimont a su vez filial de Bardous y a su vez filial de
Morimond, si bien los primeros frailes formaron alguno de los monasterios que
precedieron al de Rueda, como el de Nª Sª de Salz, que había sido fundado por
donaciones de Ramón Berenguer IV. Este monasterio tiene una vida breve, siendo
sustituido por una de sus granjas, la de Juncerías que será la que dará lugar
al futuro Rueda. La zona está en frontera con los musulmanes, teniendo que
negociar los monjes con ellos para asegurar la existencia de la comunidad. La
comunidad de Junqueras se establecerá en la nueva localización en 1202. En1226,
el abad Martín de Nogarol pone la primera piedra de la iglesia abacial, cuyo
altar mayor se consagrará en 1238.
No son años fáciles para la comunidad, hasta que en 1251,
el rey Jaime I pone la abadía bajo su protección, dando un impulso definitivo a
su construcción. Se producen obras de resturación en el siglo XVI, y en 1616,
la abadía se une a la Congregación cisterciense de Aragón.
1
Iglesia, 2 Sacristía, 3 Claustro, 4 Armarium, 5 Sala capitular, 6 Escalera a
dormitorio, 7 Locutorio, 8 Cárcel, 9 Paso a la huerta, 10 Sala de los monjes,
11 Calefactorio, 12
Refectorio, 13 Lavatorio, 14 Cocina, 15 Cilla, 16 Palacio abacial, 17 Edificio
corredor, 18 Antigua hospedería, 19 Noria, 20 Acueducto, 21 Molino de harina,
22 Molino de aceite, 23 Plaza de San Pedro, 24 Dormitorios barrocos, 25 Nevera,
26 Río Ebro
Iglesia
La iglesia tiene construcción de basílica rectangular,
con tres naves y carece de crucero, terminando en un triple ábside plano, que
veremos con frecuencia repetido en las iglesias cistercienses, corresponde a la
típica planta "bernarda".
Los arcos fajones de las naves son ojivales y las bóvedas
de crucería, dando idea de su construcción ya en los siglos XIII y XIV. Lo que
mas impresiona de la iglesia es su luminosidad, que se consigue gracias a las
múltiples aberturas tanto de la nave central, como de las laterales y del
ábside, donde un conjunto de tres ventanales formando un grupo en la parte
inferior y otro único superior, permiten la entrada de gran cantidad de luz, al
igual que el rosetón situado en la fachada occidental sobre el portico de
entrada desde la plaza de San Pedro, y que muestra la imagen característica de
este monasterio, que podríamos tomar en la actualidad como su logotipo, que
sería una representación esquemática de la rueda de la noria, que abasteció al
monasterio de agua desde el río Ebro. En los ábsides laterales encontramos dos
capillas una de ellas conserva una zona adosada al muro, con dos pequeños arcos
donde se guardaban los utensilios de la misa.
Encontramos en esta iglesia algo que la diferencia de
otras del cister y es que las columnas llegan hasta el suelo reposando sobre
basas, y no terminan en ménsulas a medio arco como es mas característico de esta
orden. En definitiva estamos ante una obra más tardía y que incorpora
características algo más evolucionadas.
Vista
de la nave central desde el presbiterio con las bóvedas de crucería, los arcos
ojivales, y al fondo el portico de la fachada occidental con el rosetón
característico del monasterio
Detalle
de las columnas de la nave central, los arcos fajones llegan hasta el suelo
descansando sobre una basa de piedra, colocada sobre un plinto bastante alto,
no vemos aquí las columnas truncadas terminadas en ménsulas típicas de las
iglesias cistercienses.
Claustro
Vista
de la panda este del claustro con la entrada a la sala capitular, los arcos
aunque ligeramente apuntados tiene un fuerte aire románico por ser muy
aplanados, al igual que las bóvedas de crucería de poca verticalidad, capiteles
con adornos vegetales, al fondo la entrada al scriptorium.
Se abre en la cara sur de la iglesia. Desde la iglesia,
una puerta situada en su cabecera, se abre a la panda oriental que comunica con
la sala capitular y el scriptorium, junto con la panda sur, donde se sitúa al
refectorio, son las mas antiguas, datando de mediados del siglo XIII, mientras
que las situadas en la zona norte data de finales del siglo XIII y la
occidental de mediados del siglo XIV. Todo ello de estilo gótico con bóvedas de
crucería y arcos ojivales. La galería oriental tiene la entrada de la sala
capitular, siendo la más antigua y sus arcos aunque ligeramente apuntados
conservan un aire de fuerte raíz románica, constituyendo el lado más bello de
claustro, los capiteles de esta zona guardan las características formas de
adornos geométricos y vegetales. La galería occidental mas tardía ya muestra la
verticalidad del gótico y en sus ménsulas y capiteles se pueden ver figuras
humanas y de animales ,ausentes en los primeros claustros del Cister.
Vista
de la galería oeste del claustro, con arcos ojivales pronunciados y bóvedas de
crucería con mucha más verticalidad. Los capiteles contienen figuras humanas.
Al fondo la puerta de acceso a la iglesia para los legos
Detalle
de capitel de la panda occidental del claustro en el que se aprecian una cabra,
una liebre y un murciélago
Las ventanas de las galerías este y sur son de doble arco
con una sola columna central que sujeta un arco ocluido con una abertura
circular multilobulada en el centro, mientras que las ventanas de las otras dos
galerías son de factura mas aérea con dos arcos ojivales que sujetan una
tracería sencilla de tres círculos lobulados de piedra que cierran el arco del
ventanal por su parte superior. La cara interior de estos arcos tienen una
cenefa grabada en la piedra que le da ligereza al conjunto.
Sala
capitular
Estamos de nuevo ante una obra, en la que a pesar de la
renuncia a la expresividad figurativa y simbólica del románico, la elaboración
cuidada y la limpieza de los adornos nos causa una gran impresión, quizás no
tanta como la portada de Veruela, que es mas exclusiva, pero sin duda quedará
en la memoria del visitante.
Vista
de la portada de la sala capitular, puerta central de acceso y ventanas
laterales. Compuesta por una puerta central y dos ventanales
laterales, incluidos en una estructura abocinada con arcos ojivales conteniendo
arquivoltas que muestran distintos adornos labrados en la piedra, unos con
forma de orla, otros lisos de manera alternante y repitiendo las mismas
estructuras en los tres espacios.
La estructura interior es como en todos los monasterios
del Cister de bóvedas de crucería con dos columnas centrales aisladas de las
que parten ocho arcos que se distribuyen entre ellas y hacia las paredes, donde
el arco se cierra en columnas adosadas y truncadas, que descansan en ménsulas
con adornos vegetales. Esta estructura produce un efecto óptico, como si las
columnas centrales fueran el tronco de un árbol que se ramifica hacia el techo
de la sala.
En la pared del fondo tres ventanales, permiten el paso
de la luz del sol naciente, aportando iluminación y calor natural a la sala.
Dos gradas corridas recorren la parte baja de los muros, donde los monjes se
sentaban para asistir al capítulo diario.
Refectorio
El refectorio de Rueda es una estancia de gran sencillez
pero que produce una gran impresión quizás debido a esta limpieza de líneas y
falta de pretensiones. Se accede a el, por un pórtico desde la panda norte del
claustro, enfrente de un pequeño lavatorio al uso en los monasterios del
Cister. La habitación tiene forma rectangular con arcos fajones apuntados y con
bóveda que veremos en otros monasterios que es de cañón apuntada. La escalera
que conduce al púlpito es de una factura muy elaborada estando empotrada en el
muro y adornada con una serie de arquillos en escalera, sustentado cada uno por
una columnilla y un capitel de elaboradas formas geométricas, el púlpito
sobresale de la pared, estando rematado su base por una columnilla truncada con
otro capitel de más sencilla factura. La estancia está bien iluminada, mediante
ventanales abiertos en las paredes laterales así como en el muro de entrada,
donde sobre la puerta encontramos un rosetón con adorno semejante al de la
portada de la iglesia. En el muro del fondo, otro ventanal redondo sin adornos
y bajo el, situados de manera simétrica dos ventanales con arcos de medio
punto, aportan luz al fondo de la habitación. No es frecuente en los
refectorios cistercienses este tipo de naves pues son las bóvedas de crucería,
que permiten espacios diáfanos de mayor superficie, y son las que encontraremos
con más frecuencia.
Otras
estancias
Podemos destacar dos estancias, el scriptorium y el
dormitorio. El scriptorium está situado en la esquina de la panda oriental del
claustro es una bella estancia de la parte mas antigua del monasterio, del
siglo XIII, podemos ver una estructura de nave con columnas centrales y bóvedas
de crucería, en esta sala los monjes ilustrados reproducían libros manuscritos,
destaca sus arcos ojivales que le dan el aspecto característico, como de
troncos de árboles cuyas ramas están sujetando el techo.
La otra estancia es el dormitorio común, normalmente
situado en un piso por encima del claustro se accede a él por una escalera,
espacio amplio con arcos de diafragma, muy utilizados en este tipo de
aposentos, que sujetan un techo de madera.
Existen algunas zonas características de este monasterio,
como la noria que permitía extraer agua del río y que mediante unas
canalizaciones distribuía el agua a las diferentes estancias del monasterio.
Actualmente la noria ha sido reconstruida, así como las canalizaciones que se
pueden ver en el suelo de algunas estancias gracias a que se han colocado
cristales que permiten su visualización.
Podemos ver en diferentes zonas del monasterio las marcas
de los canteros, que nos indican la existencia de mano de obra profesional y
asalariada.
Detalle
de las columnas centrales y bóvedas del scriptorium, en el suelo se pueden
apreciar cristales que permiten ver los canales de distribución del agua a las
diferentes partes del monasterio, canalizada desde la gran noria del exterior
Vista
de la parte exterior del monasterio con la noria que dio el nombre al
monasterio. A la derecha detalle de la noria que ha sido reconstruida
El
monasterio de Santa María de Veruela se funda en entre 1145 y 1146, en unos terrenos donados
años antes por D. Pedro de Atarés, que comprendían los valles de Veruela y
Maderuela, una zona cercana al Moncayo , eligiendo un paraje surcado por el río
Huecha. La fundación se solicita al monasterio de L'Escale-Dieu, a su vez
filial de Morimond. Este mismo monasterio será el origen de los de Fitero y La
Oliva.
En esta época, las tierras de Tarazona donde se
encuentra, están en disputa entre el rey de Navarra García V Ramírez y el conde
de Barcelona Ramón Berenguer IV. Cuando por fin la corona de Aragón unificada,
se adueña de las tierras, el Conde confirma la donación en 1149. La primera
fecha documental del comienzo de la construcción de la abadía es de 1155, con
la donación del Castillo de Monfort por Ramón Berenguer. En 1168 se produce la
priera consagración de la capilla construida en el brazo norte del crucero, y
en los años posteriores se irán consagrando las demás. La construcción de la
iglesia se extenederá en el período entre 1160 y 1190. Sin embargo la
consagración definitiva de la iglesia no se producira hasta el 15 de noviembre
de 1248.
Las tierras de veruela son productivas y permiten a los
monjes la extracción de numerosos recursos agrícolas, forestales y la
instalación de molinos de batán, que les permiten fabricar tejidos de lana. Sus
granjas se extienden hasta Huesca y tienen rebaños pastando en las tierras
cercanas al Pirineo. Todos estos recursos les permitirán construir su abadía,
en la que se instalan el 10 de agosto de 1171.
La piedra para su construcción procede de la cantera de
Alara, situada a una legua del monasterio ene el término de Transmoz, que es
cedida para su explotación a la comunidad por Alfonso el Casto en 1184. El
altar principal de la iglesia se consagra en 1248. En 1260 Jaime I el
Conquistador manda sepultar a su hijo el infante D. Alfonso en el presbiterio,
donde aún puede verse la lápida con el escudo de la corona de Aragón esculpida.
En 1323 la iglesia no está terminada, emprendiendo la construcción de la bóveda
de la nave principal.
Se inicia una guerra entre Pedro I de Castilla y Pedro IV
de Aragón y en 1357 las tropas castellanas ocupan el monasterio destruyendo el
claustro, que es reconstruido gracias a los donativos de la familia Luna. En el
siglo XV se establece la encomienda, siendo nombrado abad Juan de Aragón, uno
de los hijos bastardos del rey Juan II.
En el siglo XVI se hacen obras en la abadía
reconstruyendo el recinto amurallado, conservando la torre del homenaje, y se
restauran las bóvedas del refectorio y del dormitorio. Además se añaden las
galerías del claustro superior. En la capilla de San Bernardo situado en el
brazo norte del crucero, se construye el sepulcro de alabastro de Don Lope
Marco, realizada por Pedro de Moreto en 1552-1553. Se construye un palacio
abacial fuera de la clausura que cierra la gran plaza de acceso por el lado
sur.
En 1616 se constituye la Congregación Cisterciense de la
corona de Aragón, incorporandose a ella el monasterio con su abad Juan Ximénez
Tabar, que sera nombrado primer vicario general de la Congregación. En este
tiempo se inician las obras del nuevo monasterio, con la construcción de 65
celdas individuales.
En el siglo XIX, la guerra de la independencia, la
exclaustración de 1820 y la desamortización de 1835, conducen al abandono del
monasterio, y la venta en subasta en 1844, cuando se producen saqueos
desapareciendo el retablo mayor y muchos libros de la biblioteca. En el
invierno de 1863 y hasta el verano de 1864 los hermanos Becquer pasan una
temporada en lo que constituyen unas bellas ruinas. En 1877 es ocupado por los
jesuitas que procederán a realizar obras de restauración y conservación,
permaneciendo hasta 1932 cuando tendrán que abandonarlo. Desde 1998 es
propiedad de la diputación de Aragón, que ha realizado obras de restauración
que han dado como resultado la situación actual del monasterio.
1.-
Iglesia, 2.- Claustro. 3.-Sala Capitular, 4.- Refectorio, 5.- Scriptorium, 6.-
Cocina, 7.- Lavatorio
Iglesia
La iglesia de Veruela tiene una estructura de basílica de
tres naves, con planta de cruz latina, El presbiterio esta cerrado por un
ábside que se comunica con un deambulatorio mediante arcos apuntados. La
cubierta del ábside central es una bóveda de ojivas de cinco paños delimitados
por cuatro nervios de perfil achaflanado, que convergen en la clave del arco
fajón. El deambulatorio que rodea la girola, es estrecho y su entrada desde el
crucero está cubierto por arcos túmidos sostenidos por modillones de rollo,
procedentes de la arquitectura árabe, a el se abren cinco absidiolos
conteniendo otras tantas capillas, dedicadas respectivamente de derecha a
izquierda a San Juan Bautista, Santa María Magdalena (posteriormente se
cambiará por el Pilar), Santos Evangelistas (posteriormente cambiada a Santo
Cristo), San Pedro y San Pablo, y San Benito. Otros dos ábsides laterales se
acoplan en ambos brazos del crucero. Las naves laterales más bajas se comunican con la central
mediante arcos de medio punto. La nave central se cubre con arcos apuntados y
bóvedas de crucería, y tiene abiertos ventanales en su parte superior que
aportan iluminación al conjunto. La existencia ventanales en la cabecera aporta
iluminación al presbiterio. La iglesia impresiona por su severidad y
recogimiento, quizás acusado por tener poca iluminación. La girola y el
deambulatorio tienen una gran belleza y una cierta tosquedad en su factura que
emociona. Visitar esta iglesia un día de invierno entre semana permite
disfrutar de su recogimiento y solemnidad.
Nave
central y arcos que comunican con las laterales
Nave lateral
Vista
general
Claustro
Las cuatro galerías del claustro inferior son del siglo
XIV y tienen un estilo gótico bastante uniforme, siendo quizás la zona más
antigua la que forma la panda oriental que da entrada a la sala capitular. En
la panda norte se encuentra el lavatorio situado dentro de una estructura
adosada enfrente de la entrada al refectorio. En la galería sur se encuentran
dos portadas de acceso a a la iglesia, la mas oriental es la que daba acceso a
los monjes y tiene una bella factura románica con sencillos adornos geométricos,
que conservan policromía y una inscripción entre las dos arquivoltas mas
externas. Un sobreclaustro renacentista se construyó sobre el claustro
primitivo.
Arcos ojivales, bóvedas de crucería como corresponde a un
claustro gótico. Las características columnas adosadas truncadas situadas en la
pared del claustro terminadas en ménsulas, la mayoría de ellas simples con
motivos vegetales, pero alguna de ellas contiene figuras humanas. En el fondo
de la galería oeste, en el muro sur se encuentra otra puerta de entrada a la
iglesia, es la puerta de los conversos, por donde entraban estos a la iglesia.
Los ventanales estan construidos por columnillas formando
ventanillas geminadas que se cierran por la parte superior con un pequeño
rosetón de cuatro lóbulos y todo el conjunto culminado por otro rosetón mayor
de ocho lóbulos, la parte superior está cubierta por láminas de alabastro, que
permiten el paso de la luz.
Algunas ménsulas del claustro contienen figuras humanas,
pudiendo verse una figura de Atlas sosteniendo una de las columnas truncadas. Otras tiene caras humanas con
rasgos bien conservados.
Entrada
a la iglesia desde el claustro
Ventanales del claustro
Norte y oeste
Lavatorio
Sala
capitular
La sala capitular de Veruela es quizás la más bella de
las existentes en los monasterios de la península, sus arcos de medio punto,
con el adorno de ajedrezado Jaqués, sus columnas de una belleza y un estado de
conservación increíbles hacen que el conjunto sea diferente a todos los demás.
También contribuye una cuidada iluminación.
La puerta que comunica con el claustro, está sostenida
por un conjunto de cinco columnillas , rematadas por un capitel decorado con
motivos vegetales muy sencillos, del que sale un arco central rebajado y otros
dos uno externo y otro interno que se adornan con cenefas, el externo con
decorado, muy bien trabajado de fino ajedrezado jaqués, y liso el interior. A
ambos lados de la puerta se abren dos ventanales separados por un conjunto
similar de columnas, rematadas por capiteles y arcos similares a los de la
puerta, ligeramente mas bajos y que mantienen el decorado de las cenefas
exteriores de manera alternante.
En el interior de la sala capitular se encuentran dos
sepulcros en las paredes, el de D. Lope Ximenez de Agón, del siglo XIII, y de
D. Sancho Marcilla del siglo XIV. Además en el suelo se encuentran catorce
lápidas. La sala esta cubierta por bóvedas de crucería sustentadas por columnas
interiores aisladas y otras adosadas a los muros perimetrales.
Interior
y portada de la sala capitular
Vista
interior sala capitular
Monasterio
de Piedra, antiguo monasterio cisterciense que se halla en el municipio zaragozano de Nuévalos en la Comarca de Calatayud, en Aragón (España).
La fundación del monasterio se debe a la figura de
Alfonso II. Cuando el rey intenta colonizar una zona situada en el extremo de
los territorios de Aragón, que además lleva pocos años en manos de los
cristianos, tiene un fuerte componente de población musulmana y además esta en
zona fronteriza con el reino de Castilla.
En 1186 Alfonso II dona a la abadía de Poblet el castillo
de Piedra, con todas sus pertenencias y tierras, la aldea de Tiestos, y otras
tierras en términos vecinos. La donación del rey pretende que en cualquier
lugar de estas tierras, los monjes de Poblet construyan un monasterio de la
orden del Cister. A partir de ese momento parece existir ciertas dudas sobre la
decisión final del asentamiento, existiendo autores que afirman la existencia
de un asentamiento previo en Peralejos (Teruel). Por razones desconocidas, este
primer asentamiento se desestimó y se eligiera este definitivo, al poco tiempo
por el abad Guafrido, a la cabeza de sus doce acompañantes. Tradicionalmente se
acepta que en noviembre de 1194 los monjes llegan a Piedra.
En 1195, Alfonso II amplía los dominios de Piedra. Los
monjes se alojan inicialmente en el castillo mientras se construye la abadía
definitiva. El patrimonio es escaso en los primeros años, existiendo documentos
en los que los monjes se quejan al rey Pedro II de su precaria situación. El
monasterio se inaugura en 1218, con el traslado del antiguo castillo al nuevo
monasterio. Se siguen recibiendo donaciones. El monasterio recibe fuertes
influencias de otras obras de la misma época como el monasterio de las Huelgas y
el de Huerta, siendo esta influencia mucho mayor que la de su casa madre
Poblet, de la que difiere completamente.
Al recinto amurallado se accedía por la torre medieval del
homenaje y la iglesia, destruida en los primeros decenios de 1800, comunicaba
con el claustro abierto de
grandes arcos apuntados y sus capiteles con labrados follajes imitados del
bizantino, así como con las distintas dependencias. También destaca la
magnífica escalera principal que se despliega en dos anchos ramales sostenida
toda por arcos y cobijada por una hermosa bóveda.
En el siglo XIV, como consecuencia de la aparición de la
peste y de malas cosechas se produce una revuelta entre los vecinos de
Nuévalos, Monterde y Llumes que atacan el monasterio, teniendo que intervenir
Pedro el Ceremonioso en auxilio de los monjes.
En el siglo XVII se produce la restauración de la iglesia
abacial y en 1835 todo el monasterio es saqueado. La desamortización acabara
con la presencia de monjes y comenzará una etapa de ruina que terminará al ser restaurado
el monumento y poder ser visitado, formando parte de un complejo privado que
comprende un hotel y los jardines vecinos regados por el río Piedra que han
otorgado al lugar mas fama que el propio monasterio.
Presenta una planta de cruz latina, con un crucero
acusado y con una cabecera compuesta por un ábside poligonal flanquedo por
cuatro capillas que se abren a ambos lados del crucero, tres naves de cinco
tramos la central mas ancha y alta que las laterales. La situación actual de la
iglesia es de ruina, en la que se conservan solo algunas partes. Sería por
tanto una iglesia de planta "bernarda",
solo distinta por su ábside que no es recto. Aunque la comunidad se forma como
filiación del monasterio de Poblet, en todo el monasterio se nota mas la
influencia castellana, en sus soluciones arquitectónicas, que las procedentes
de su abadía madre. Quizás el monasterio de las Huelgas sea el que mas
influencia tenga en este monasterio, como ocurrirá en otros muchos como el de
Matallana, que pertenecen a una misma etapa constructiva, con soluciones
formales de carácter gótico, durante el primer cuarto del siglo XIII. Esto hace
suponer que dada la proximidad de otros monasterios castellanos, como Santa
María de Huerta, Buenafuente, y Siguenza, el proyecto y su realización serían
encomendados a maestros de obras y cuadrillas de trabajadores y canteros, que
abrían trabajado anteriormente en estos edificios.
La cabecera de la iglesia está constituida por un ábside
poligonal de cinco paños, situado en el centro y por cuatro capillas de cabeza
cuadrada situadas dos en cada brazo del crucero. El ábside se encuentra en
mejor situación de conservación que el resto que está en estado ruinoso. Se
divide en cinco paños rectos, cada uno tiene una ventana con arco de medio
punto, adornados en el vano por yeserías de tradición mudéjar separando los
paños se sitúan columnillas que originalmente llegarían hasta la base de las
ventanas, en cuya partes superior sostienen capiteles con motivos vegetales. En
lo alto del paño central un óculo ciego presenta un arco adornado por hojas
enrolladas. Vista
general del ábside, con los cinco paños separados por plementos de perfíl
abocelado, que convergen en la clave del arco fajón. En el cuarto plemento
empezando por la izquierda, se ve el orificio circular con adorno de cuatro
lóbulos, característico de la escuela castellana. Por delante del arco fajón se
puede ver el nervio transversal que forma la bóveda sexpartita del presbiterio
La bóveda de este ábside, presenta
cinco plementos separados por nervios abocelados que
convergen en la clave del arco fajón. Este arco, es apuntado y con
perfil en nacela descansa en columnas adosadas rematadas por capitel
y cimacios lisos. Es de destacar la bóveda que cubre el presbiterio,
pues tiene una ligadura central, que la convierte en sexpartita, siendo esta
tipo de bóveda un nuevo elemento que une esta construcción con las castellanas,
mas concretamente con las burgalesas, tienen este tipo de bóvedas, la catedral
de Burgos, la de Cuenca, el refectorio del monasterio de Huerta, y en el
presbiterio de las Huelgas. Los nervios diagonales son de triple bocel y se
remata por una clave en forma de estrella. En el cuarto plemento podemos
observar un pequeño orificio circular con decoración de cuatro lóbulos, cuyo
interes es el de ser un nuevo punto de enlace con la escuela castellana,
pudiendo encontrar similares adornos en el monasterio de Las Huelgas, y en San
Andrés del Arroyo.
Fachada
occidental de la iglesia con el rosetón formado por siete círculos tangentes
Claustro
El claustro se sitúa al sur de la iglesia, tiene forma
rectangular acoplandose al muro de la nave eclesial, se comunica con esta a
través de las puertas habituales, la de los monjes, abierta en el pirmer tramo
de la nave de la epístola, y la de los conversos situada en el ultimo tramo de
la misma. En el ala oriental, se sitúan la sacristía a la que se accede desde
la iglesia y no desde el claustro, la sala capitular, el locutorio. En el lugar
que debería corresponder a la sala de los monjes se encuentra la escalera
renacentista. En el ala sur encontramos, el refectotio, la cocina y una
estancia reformada que correponde con el antiguo calefactorio. Por ultimo en el
ala occidental, se dispone paralelo a ella el pasadizo de los conversos, con la
cilla o almacen, también se accede desde aquí al zaguan o portería. Se
distribuye en dos pisos si bien el superior se debe a la obras que se
realizaron en le siglo XVII. En la parte baja el claustro medieval de estilo
gótico cubierto por bóvedas de crucería, con claves de temas vegetales. Las
bóvedas se apoyan en ménsulas adosadas a los muros perimetrales y a los lienzos
de muro que separan los arcos que se abren al patio.Las ménsulas tienen
decoración en crochet y ábacos poligonales en nacela sin decorar, existiendo otras
con decoracion de hojas y todas terminadas por un baqueton inferior. Los arcos
que se abren al jardín son apuntados solo adornados por un perfil en nacela que
apoyan en un zócalo corrido. Se aprecia que en las caras laterales de cada arco
existieron columnillas con capitel que han sido arrancadas y que en la
actualidad forman parte de la fachada del palacio episcopal construido en el
siglo XVI. En definitiva se pmuestra un claustro dominado por la sobriedad y
que recuerda en muchos aspectos al del monasterio de huerta, del que es
contemporáneo.
Lado oeste
Sala
capitular
La sala capitular se abre a la galería oriental del
claustro mediante una portada flanqueada y dos ventanales situados a ambos
lados, siguiendo el esquema clásico de los monasterios del Cister.
Portada
y ventana de la sala capitular
Portada central.- Es una portada abocinada, en forma de
arco apuntado, compuesto por tres arquivoltas en bocel la primera y la tercera y
en nacela la central. Sostiene cada arco una columnilla con capitel con adorno
en crochet, basas dentadas que descansan sobre un zócalo elevado que se
prolonga lateralmente por toda la fachada.
Ventanas laterales.- Compuestas por dos vanos similares,
separados por pilares curciformes, en cada una de sus caras tienen columnas
adosadas, cada uno de estos vanos se remata por un arco apuntado doble, con
adornos en puntas de diamante, en la parte superior de cada ventanal un óculo
polilobulado a su vez con adorno de puntas de diamante en el perímetro, cierra
el espacio que lo separa del arco apuntado, formado por dos arquivoltas, en
nacela la interior y en bocel la exterior, de factura similar al de la portada
que cierra toda la estructura. Las columnillas que sostienen los arcos tienen
capiteles con adornos en crochet y basas dentadas.
El interior de la sala se divide en nueve tramos, con
cubiertas que apoyan en cuatro pilares fasciculados de sección octogonal. La
sofisticación de estas columnas y su esbeltez nos remiten a una sala plenamente
gótica, así como su cercanía estilística de nuevo, con la sala capitular del
monasterio de las huelgas. Las policromías conservadas en la sala capitular
pueden ser un añadido de las reformas barrocas. Las bóvedas son todas de
crucería con los mismos perfiles en bocel que se aprecian en el claustro, los
arcos descansan sobre ménsulas adosadas a los muros adornadas con capiteles
mayoritariamente con adornos en crochet, ábacos poligonales y rematadas en
baquetones similares a las del claustro.
Bóveda
y columnas centrales
En la pared del fondo se abren tres ventanales de forma
ojival, las dos laterales con perfil en bocel y columnas acodilladas, la
central es un vano geminado dividido por una columnilla central, que forma dos
espacios culminados por arcos trilobulados, sostenidos por columnillas con
capiteles de motivos vegetales, sobre la ventana se abre un hueco en forma de
rombo.
La sala capitular, nos vuelve a mostrar la influencia
castellana, sobre todo del monasterio de Las Huelgas, ya mencionada en el resto
del monasterio. Es quizás la estancia con más personalidad y la más bella del
monasterio.
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