sábado, 21 de octubre de 2017

Capítulo 1 - EL NEOLÍTICO EN EL PRÓXIMO ORIENTE


EL NEOLÍTICO EN EL PRÓXIMO ORIENTE

El Natufiense. Jericó. El Tahuniense. El neolítico cerámico anatólico. El neolítico en Mesopotamia. Períodos. Sus alcances materiales y su significado.

Estos capítulos no pretenden ser una historia de los pueblos del próximo oriente. En realidad pretende mostrarnos, nada más y nada menos, que la raíz de nuestra civilización. Que fue ahí precisamente donde por vez primera el hombre organizó la Sociedad y tuvo la preocupación por problemas que han sido la base del pensamiento en todos los tiempos, problemas filosóficos, cosmogónicos, éticos. Esta feliz conjunción de elementos étnicos  con raíces culturales diversas, sería la simiente fecunda de la que brotaría el árbol de la cultura moderna de la Humanidad. En la imagen de lo que fuera la vida en aquellas primeras ciudades, asombra el encontrarse con tantos rasgos modernos, que justifican la impresión de la proximidad de esos milenios tan lejanos para el profano, que todos los prehistoriadores experimentamos. En general, cada especialista en alguna de las ramas del orientalismo defiende la primacía de su respectivo país de estudio en orden a la formación de la civilización moderna. En especial, muchos autores han defendido la prioridad de Egipto, basándose en la cronología más alta que el valle del Nilo nos ofrece para sus primeras dinastías. Y Egipto tuvo también, desde muy pronto, una escritura perfecta e independiente de la cuneiforme usada en Mesopotamia. A pesar de que el período protodinástico egipcio parece algo más antiguo que el protodinástico mesopotámico, la mayoría de los científicos se inclinan por una primacía asiática en la revolución neolítica y urbana. Pero cuando se quiere precisar en qué comarca del occidente de Asia tuvo lugar dicha revolución, trascendental hasta el punto de poderse considerar como el arranque de la historia moderna, las polémicas se encienden de nuevo. Hay que buscarla en algún lugar de la llamada fértil Media Luna, las tierras que rodean por el norte el desierto arábigo. Mientras para unos el foco neolítico estaría en Jarmo, al norte de Mesopotamia, para otros hay que buscarlo en Palestina, concretamente en Jericó. En ambos casos, hallaríamos los más viejos indicios de civilización neolítica, alrededor del 6000 a. de C., superpuestos a la cultura de los cazadores y recolectores mesolíticos. La polémica sobre este punto ha sido muy viva en estos últimos tiempos y no nos atreveríamos a darla como resuelta. Tal vez la hipótesis más verosímil sea la de que nuestra civilización occidental se ha alimentado de una larga serie de raíces, y que a elaborarla contribuyeron, entre muchos otros grupos culturales a lo largo de la Historia, las viejas culturas de los cazadores nómadas de Europa y Asia y las de los agricultores urbanistas y sedentarios del Próximo Oriente. Y dentro de este último tampoco podemos negar un influjo, tanto en lo material como en lo espiritual, de Egipto. El papel de los sumerios en la génesis de esta civilización primordial sigue siendo un misterio, como lo es todavía cuanto se refiere a su propio origen, relaciones étnicas y verdaderas raíces. Pero su país histórico, la baja Mesopotamia, era inhabitable cuando ya Jarmo, Hassuna, Tell Halaf, Jericó y tantos otros lugares conocían las primicias de la vida urbana. 

El mundo sumerio es un descubrimiento moderno. Hasta podemos decir que es el mayor de los descubrimientos recientes en el terreno de la historia de la civilización. Al principio de nuestro siglo XX sólo algunos especialistas, muy pocos y muy valientes, se atrevían a pronunciar tímidamente y aun entre ellos nada más, el nombre de Sumer, caído en un olvido total, cuatro veces milenario, sin que nada hiciera evocar a los hombres el mundo glorioso que esta palabra había designado en otro tiempo. Incluso un erudito de la talla de G. Maspero, en su magistral Histoire ancienne des peuples de l'Orient classique, no decía ni palabra del primero y más fecundo de estos pueblos, los sumerios. Entonces estaba de moda Egipto. Los descubrimientos extraordinarios realizados en el valle del Nilo desde la expedición a Egipto emprendida por Bonaparte y la exhibición, todo a la vez, de tantas obras maestras y de tantos vestigios humildes de la vida cotidiana de un pueblo tan antiguo, habían dejado deslumbrado al universo durante mucho tiempo. Y cuando se intentaba remontar hasta el extremo horizonte de la historia, cuando se quería reconstruir el camino recorrido por el hombre después de la interminable noche prehistórica, cuando se pretendía establecer y fijar los primeros progresos decisivos de su edad «adulta», se encontraba infaliblemente a Egipto en este vasto fluir del tiempo que conduce hasta nosotros. Todavía hoy en día, para la mayoría de los espíritus cultos, hasta entre los historiadores, es la misma visión de conjunto la que predomina. Con sus tres mil años de existencia antes de nuestra era, se considera a Egipto, consciente o inconscientemente, como «la cuna de la civilización» y «el antepasado directo del hombre moderno». En más de un «Manual de Historia de la Antigüedad», actualmente en uso, el país de Sumer ni siquiera se menciona, o bien se le trata como a un pariente pobre, como a una especie de gacetilla periodística sobre las civilizaciones desaparecidas. Sin embargo, bajo el punto de vista de una ciencia histórica rigurosa y al día, semejante posición resulta actualmente falsa y anacrónica. Pero hay muy pocas personas que estén al corriente de la prodigiosa revolución introducida en nuestros conceptos en la historia antigua del hombre, por cincuenta años de trabajos obstinados y arduos, casi secretos si se tiene en cuenta la tendencia al retraimiento y al poco amor al ruido que manifiestan sus sabios autores; por cincuenta años de descubrimientos, menos espectaculares, sin duda, que los de las tumbas reales de Egipto, pero de un contenido con toda seguridad más rico para la comprensión de nuestro pasado. Gracias al cúmulo de información que estos sabios exploradores del tiempo han podido constituir durante medio siglo, con el rigorismo de un juez de instrucción, se ha efectuado la prueba pericial requerida, y el asunto puede quedar desde ahora sometido al juicio de nuestros lectores: La Historia empieza en Sumer. Es decir, que se trata de la primera civilización del mundo, y no de una simple «cultura», como tantas hay escalonadas a lo largo de nuestra inmensa prehistoria, sino el resultado de todas estas «culturas» en progreso, su fruto más perfecto, la civilización, plena y auténtica, con la riqueza de vida, la perfección y la complejidad que implica: la organización social y política; el establecimiento de ciudades y de Estados; la creación de instituciones, de obligaciones y de derechos; la producción organizada de alimentos, de vestidos y de herramientas; la ordenación del comercio y de la circulación de los bienes de intercambio; la aparición de formas superiores y monumentales del arte; los comienzos del espíritu científico; finalmente, y en lugar principal, el invento prodigioso, y del que no se puede medir toda la importancia, de un sistema de escritura que permitía fijar y propagar el saber. Pues bien, todo esto fue creado e instaurado por los sumerios. Este enriquecimiento y esta organización admirables de la vida humana no aparecieron sino en el cuarto milenio antes de nuestra era y precisamente en el país de Sumer, en la región de la Baja Mesopotamia, al sur de la Bagdad moderna, entre el Tigris y el Eufrates. Las otras dos civilizaciones entre las más antiguas conocidas en la actualidad, o sea la egipcia y la «protoindia», del valle del Indo, parecen ser, por lo que se desprende de los últimos trabajos arqueológicos, posteriores en varios siglos a la civilización sumeria. Pero aún hay más: ha quedado demostrado que esta última ha representado respecto a las otras dos, en sus principios, el papel de excitador y de catalizador o incluso algo más.1 La civilización más antigua de la China, en la cuenca del río Amarillo, no se remonta más que a los principios del segundo o al extremo final del tercer milenio; las civilizaciones andina y mesoamericana no son anteriores a la mitad del primer milenio antes de nuestra era. Y todas las demás civilizaciones históricas conocidas dependen en más o en menos de aquéllas. Semejante descubrimiento es tanto más notable cuanto que es evidente que resulta de datos más modestos e insignificantes. En Sumer, a diferencia de Egipto, no habían quedado testimonios de su antiguo esplendor sobre la tierra, esos monumentos eternos como son las pirámides, para recordar a cada siglo la gloria de sus antiguos constructores; desde hacía cuatro mil años, el mundo se había olvidado hasta del nombre de Sumer y de los sumerios; e incluso los mismos personajes de la antigüedad clásica, los hebreos y los griegos, por ejemplo, si bien nos hablan a menudo de Egipto, no dicen ni una palabra de sus lejanos antepasados, los sumerios. Lo que de ellos se ha encontrado se ha tenido que ir a buscarlo a las entrañas de la tierra, por medio de profundas excavaciones. Y lo más corriente ha sido que el pico de los arqueólogos haya puesto al descubierto el modesto y frágil ladrillo, cocido o, aún más a menudo, crudo, en lugar de encontrarse con la piedra de las salas hipóstilas; no se han descubierto obeliscos gigantescos, enormes esfinges o estatuas imponentes y desmesuradas de faraones, sino modestas esculturas, rarísimas veces superiores al tamaño natural, por economía de un material duro que se había de hacer venir de lejos en ese país de aluviones y de arcilla; como tampoco se han encontrado suntuosos anales, esculpidos o pintados en los muros de las tumbas y de los templos, con toda la finura y la gracia de los caracteres jeroglíficos, hechos ex profeso para deleite de la vista, sino que han sido, por lo general, humildes tabletas de arcilla, más o menos deterioradas y fragmentadas, recubiertas de minúsculos signos cuneiformes, rarísimos, erizados, entremezclados y ásperos. Sin embargo, estos textos de aspecto irrisorio, tan penosos de estudiar, tan difíciles de comprender y de descifrar, han sido excavados en cantidades ingentes, de varios cientos de millares, que abarcan todas las actividades, todos los aspectos de la vida de sus redactores: gobierno, administración de justicia, economía, relaciones personales, ciencias de todos los tipos, historia, literatura y religión. Estudiando y descifrando el contenido de los vestigios, utensilios, estatuas, imágenes, templos, palacios y ciudades, puestos bajo la luz del sol por los arqueólogos, una pléyade de eruditos ha conseguido, después de medio siglo de trabajos y esfuerzos oscuros y encarnizados, no solamente redescubrir y colocar en su sitio de honor el nombre de los sumerios, sino también redescubrir el secreto y el mecanismo complejo de su escritura y de su idioma y, por si ello fuera poco, reconstruir, trozo por trozo, su extraordinaria aventura olvidada.
Las primeras instalaciones humanas en Mesopotamia se remontan a unos cien mil años, mucho antes de que la parte baja del Valle de los dos Ríos hubiera surgido de entre la mezcolanza de sus poderosas aguas; es, pues, en las laderas de las montañas del norte de Irak, principalmente en el país kurdo (estaciones de Barda-Balka, Palegawra, Karim-Shahir, etc.), donde se han hallado los vestigios. Durante un primer período, inmensamente largo, que parece durar hasta el año 6000 antes de nuestra era, los hombres, en una especie de estancamiento interminable, vivían aislados, en familias o agrupaciones minúsculas, en cavernas o en pequeños campamentos transitorios, fabricando utensilios groseros de madera o hueso, o con las esquirlas de una piedra dura, y hallándose reducidos para su subsistencia a los azares de la caza y de las cosechas cotidianas. Es solamente hacia los años 5000 a 4500 (datos obtenidos por el análisis de la radiactividad del carbono encontrado en las excavaciones) cuando aparecen las primeras ciudades (estaciones y épocas de Jarmo, de Hassuna, de Halaf) y cuando se advierten los primeros progresos dignos de ser notados, a medida que la progresiva desecación de la región baja del Valle permite su ocupación, cada vez más extensa, en dirección al golfo Pérsico. El hombre va creando utensilios cada vez más perfeccionados y más complejos: empieza a cultivar el suelo, a domesticar los animales, a trabajar el primer metal: el cobre; se organiza en sociedades, construye sus primeros edificios públicos, sus primeros templos; y su sensibilidad artística se expresa y se traduce en una incomparable cerámica pintada, tan hermosa que no se sabe qué admirar más, si la elegancia de las formas, la imaginación, prodigiosamente rica, de la decoración, o la seguridad del trazo y del gusto de los artistas. Esta cultura en constante progreso alcanza su apogeo en la época llamada de El Obeid, hacia el final del quinto y comienzo del cuarto milenio. Parece como si entonces se extendiera, fundamentalmente idéntica no solamente por la Mesopotamia y sus aledaños, sino desde la Turquía moderna hasta el Beluchistán, en la extremidad oriental de la meseta iraní, y hasta el valle del Indo. Hacia el año 3500 antes de nuestra era, y sobre este vastísimo fondo de cultura antigua, común a todo el Próximo Oriente, en el sur de la Mesopotamia, y en las orillas del golfo Pérsico, surgen, de golpe, según parece, los sumerios. ¿Quiénes eran los sumerios? ¿De dónde venían? ¿Cómo llegaron? No se ha podido responder todavía a estas preguntas: las «pruebas» arqueológicas e históricas son, a menudo, difíciles de establecer y además muy delicadas. La luz es, de momento, tan endeble sobre estas cuestiones, que ciertos especialistas han juzgado inútil plantear estos problemas y están dispuestos a considerar a los sumerios como los primeros y más antiguos habitantes del país. Sin embargo, actualmente nos parece más probable que los sumerios hayan venido de otra parte (¿tal vez del este?), como conquistadores o como masa de emigrantes y es muy posible que hubieran adoptado y asimilado rápidamente la cultura de sus predecesores con los que seguramente se integraron más o menos profundamente hasta transformarla totalmente a la medida de su propio genio. Esta época de la instalación de los sumerios en la Baja Mesopotamia ha sido llamada por los arqueólogos época de Uruk, cuya última parte, entre los años 3000 y 27003, ha recibido de los excavadores norteamericanos el nombre de protolítera. Los siete u ocho siglos de Uruk fueron los que vieron a los sumerios crear, instaurar y madurar, sobre el fondo de las culturas anteriores, esta primera civilización, por la que hoy en día se les reconoce todo el mérito. Hacia el final de esta época aparecen los primeros testimonios de la escritura que, con el tiempo, se convertiría en «cuneiforme», la primera escritura del mundo, inventada por los sumerios. Pero los textos son aún muy raros en esta época, y su carácter, difícilmente penetrable, no permite situar, de golpe, entre los tiempos históricos, el periodo protolítero de la evolución sumeria, sino que constituye más bien una a modo de protohistoria que se va reconstruyendo principalmente con la ayuda de los vestigios arqueológicos. La verdadera historia de Sumer empieza en la época siguiente, llamada protodinástica, entre los años 2700 y 2300, poco más o menos. Se verá en la presente obra (véase sobre todo el capítulo V, pero también los capítulos III, IV y VI) cómo los textos, ya más abundantes e inteligibles, nos permiten reconstruir ciertas porciones de ella. Es ésta la época en que se desarrolla plenamente la civilización sumeria iniciada unos siglos antes. Sumer se encuentra distribuida en pequeños Estados urbanos, porciones, en realidad, de territorio rural, agrupados, cada uno de ellos, alrededor de una ciudad-capital. La ciudad, rodeada de murallas y fortificada, está centrada en el Palacio, residencia del monarca terrestre que la gobierna, y también en el Templo, morada del personaje divino cuya representación ostenta el rey. Templo y Palacio, construidos en obra de ladrillo con un sentido cada vez más perfecto de la arquitectura y del urbanismo, yacen al pie de la «atalaya» de las ciudades sumerias, el ziggurat4, torre piramidal con pisos, que unía el mundo divino al de los hombres. Una administración civil y religiosa, cada vez más compleja, pulula por el barrio oficial de cada ciudad y responde a una organización y a una especialización cada vez más detalladas de la vida pública y de la privada. Alrededor del Palacio y del Templo, que también sirven de universidad y de cuartel, se agrupan las casas de los ciudadanos, las tiendas de los obreros, los almacenes, los depósitos, los graneros. Estos siglos están henchidos (véase especialmente el capítulo V) de las luchas y rivalidades de estas ciudades-Estado, que aspiran a la hegemonía, tan pronto conquistadoras como conquistadas. Al final de este período, el país de Sumer por entero, agrupado alrededor del venerable centro religioso de Uruk, acaba por hallarse sujeto al poder de un monarca único, Lugalzaggisi, ex gobernador de la ciudad de Umma. Estas tendencias imperialistas llegaron aún más lejos. Pero no fueron los sumerios los que pudieron establecer el primer imperio mesopotámico, sino que fueron los semitas. Estos últimos, antiguos beduinos nómadas del desierto sirio-arábigo, se habían ido infiltrando, desde hacía mucho tiempo, por bandas más o menos fuertes, entre los sumerios y, sin duda, ya entre los predecesores de éstos, en el bajo Valle de los dos Ríos, y sobre todo al norte de este valle, en el país de Accad. Hacia el año 2300, uno de ellos, el Carlomagno de Mesopotamia, Sargón de Agadé, o Sargón el Viejo, reunió bajo su cetro no solamente la Mesopotamia entera, Sumer inclusive, sino hasta el Elam, al este, y una parte de Siria y del Asia Menor al oeste. De este modo se inició un nuevo período de la historia sumeria, el período llamado de Accad o de Agadé, o, sencillamente, período «accadio», que duraría más de dos siglos; dos siglos de sueño político para los sumerios suplantados. Pero éstos despertaron por fin, cuando una enorme avalancha de gutis, montañeses semibárbaros del Kurdistán, sumergió al imperio y la dinastía de Sargón. Un siglo después de la invasión de los gutis, o sea, poco antes del año 2000, amaneció una nueva época para los sumerios, la última y, seguramente, la más brillante de su historia. Es la época llamada de Ur III o dé la tercera dinastía de Ur, o, también, la época «neosumeria», en el transcurso de la cual su civilización conoció un extraordinario renacimiento. Entonces la civilización sumeria se extiende alrededor de los límites propios del país mucho más que lo que se extendiera en el pasado, al este, hasta Elam y Persia; al oeste hasta Capadocia y Siria; al norte hasta Armenia, de tal modo que la sumeria llega a ser la cultura común de todo el Próximo Oriente. Como signo de esta preponderancia intelectual, se manifiesta el Gran Siglo de las letras y las ciencias sumerias, el momento en que poetas, escritores y eruditos de todas clases empiezan a componer, a escribir y a difundir, a menudo partiendo de tradiciones orales muy antiguas, sus mitos, sus himnos, sus ensayos, sus tratados, que ya iremos conociendo en el curso de la presente obra. Pero otras bandas semíticas, venidas del inagotable desierto sirio-arábigo, los amoritas o amorreos, se infiltran poco a poco también entre los sumerios de Ur III. Poco después de los comienzos del segundo milenio ponen fin a la dinastía. De momento sólo quedan los reinos meridionales, fuertemente semitizados, por otra parte, de Isin y de Larsa; pero, finalmente, ellos también, conquistados y absorbidos, terminan por caer bajo la férula del amorreo Hammurabi, hacia el año 1750 a. de Jesucristo, creador del imperio semítico de Babilonia. Aquí termina la historia de los sumerios; desde entonces, anegados por la preponderancia semítica, ya no se hablará más de ellos, y, si los mesopotamios, sus herederos, pronuncian todavía su nombre durante siglos, también ellos acabarán por olvidarlo, y más rápidamente aún el resto del mundo... Pero, si su existencia política y aun étnica ha tocado a su fin, los sumerios no han dejado de sobrevivir por lo mejor que queda de ellos; los babilonios y más tarde los asirios (y hasta en gran parte los hititas de Anatolia) y los hebreos no han hecho más que recoger y continuar la civilización sumeria. De los sumerios, esos semitas nómadas de la Mesopotamia, habían aprendido casi todo lo que se refería a la vida civilizada: formas y contenido material de la religión, instituciones políticas y sociales, organización administrativa, derecho, técnicas de la industria y del arte, ciencias, arte de pensar, y hasta escritura, la escritura cuneiforme, que ellos no hicieron sino adaptar a su propia lengua. Uno de los signos más reveladores de la permanencia «espiritual» de los sumerios durante toda la historia de Babilonia y de Asiria es éste: hasta el final, o sea, hasta un siglo antes de la era cristiana, los semitas mesopotamios conservaron el sumerio como lengua litúrgica y científica, igual que hacían nuestros reinos de la Edad Media, que usaban el latín. Esta civilización sumeria, la primera y más antigua del mundo, desarrollada en el curso de una larga historia y transmitida a los babilonios y a los asirios y, por intermedio de ellos, al mundo helenístico, precursor inmediato del nuestro, la han podido reconstruir los asiriólogos y sumerólogos, a menudo hasta en sus detalles más concretos y más inesperados. Ya se verá en el transcurso de la presente obra, la cual, bajo su forma original y directa, constituye el mejor exponente actual de la cuestión, el más accesible, el más nuevo y el más seguro. Hay que hacer hincapié en el hecho de que este libro no haya sido escrito, como sucede demasiado a menudo con síntesis de este género, por un ensayista cualquiera, por un periodista, por un autor que, aun siendo culto y hasta erudito, hubiera trabajado de «segunda mano» con un material leído y descifrado por otros. S. N. Kramer es uno de los sumerólogos más competentes y más célebres del mundo. Gracias a un largo trabajo de estudio, implacable y oscuro, sobre el que el mismo autor se explica al principio del libro, ha conseguido ser el mejor conocedor contemporáneo y el mejor informado de los «textos literarios» sumerios, de esta literatura sumeria que más que nadie él ha contribuido a resucitar, a reconstruir y a dar a conocer. Para el lector no especializado resulta un acontecimiento, como una especie de privilegio, esto de poder verse desembarazado de una sola vez de todos los cristales filtrantes y deformantes de los «vulgarizadores», y encontrarse mano a mano con un sabio auténtico. Estos hombres retirados, a menudo aislados dentro de sus investigaciones y sus técnicas, no abandonan de buen grado la jerigonza algebraica que emplean al hablar entre ellos, para ponerse a relatar sencillamente sus descubrimientos, igual que un viejo viajero que refiriera su vuelta al mundo ante unos niños extasiados. Pero, cuando consienten en explicar lo que han observado en el extremo de sus extraños telescopios, nada puede igualar la riqueza de sus enseñanzas ni la fuerza de sus síntesis. Incluso otros sabios, otros especialistas como ellos mismos, encuentran allí también el pábulo nutricio de su instrucción. Éste es el caso de la obra que vamos a leer; todo el mundo la comprenderá y la leerá apasionadamente, y, no obstante, resulta una verdadera golosina incluso para nosotros, los asiriólogos. Era necesario un maestro así para semejante tema. Para todo aquel que se interese por su pasado, para todo aquel que busque el origen de las cosas, de las instituciones y de las ideas; para aquel que quiera averiguar esa explicación genética que sólo puede dar la Historia; para aquel que no considere la civilización y sus riquezas como un encadenamiento de milagros, sino como un «continuo», como una especie de río, cuyas fuentes una vez exploradas permiten una mejor percepción de la naturaleza, no hay actualmente ningún descubrimiento tan grande como el de los sumerios, no hay tema más digno de atención y de estudio que su civilización. Y es que, verdaderamente, «la Historia empieza en Sumer». No solamente la historia de los mayores progresos materiales e intelectuales del Hombre, sino, más concretamente aún, de su civilización, que es su síntesis orgánica, y, para ser más precisos, de esta civilización occidental que nos han transmitido los griegos y los cristianos y que se ha extendido por toda la tierra. Maestros del pensamiento del mundo del Próximo Oriente antiguo, los sumerios elaboraron, bajo una forma imaginativa, mitológica y todavía irracional, toda una «metafísica» del universo, y esa ideología formó e impregnó el pensamiento de los «Clásicos», nuestros padres. Insistiré varias veces, en la dependencia, indirecta pero profunda, de los autores de la Biblia en relación a la «metafísica», ya que no a la religión, de los sumerios. Esta sola evidencia ya decuplica el interés que pudiéramos tener por esos grandes iniciadores. Todo el trabajo, la originalidad y la gloria externa de los primeros filósofos griegos ha consistido en deducir y extraer las ideas subyacentes a imágenes y mitos que se remontan, en definitiva, a los sumerios. Pero si los griegos llegan a exaltar el pensamiento y la reflexión hasta la razón pura, la dirección de este pensamiento y de sus investigaciones permanece dentro de la trayectoria esbozada por los sumerios. Igual que los griegos, los sumerios se interesaron, ante todo, por el destino de las cosas, y no vieron la necesidad de suponer en ellas un Origen absoluto; igual que los griegos, los sumerios consideraron el universo organizado como el resultado de la diferenciación infinita de una inmensa Primera Materia, al principio caótica; igual que los griegos, los sumerios englobaron dentro de este Universo todo lo que existe, hasta los dioses, cuyo único papel sería el de organizadores y gobernadores... Es verdad que, a pesar de aceptar la dialéctica racional de los griegos, el judeo-cristiano propuso, y a menudo impuso, otra visión de conjunto, ignorada por los sumerios y por sus discípulos helenos: por encima y aparte del universo material, ha colocado una Esfera sublime, inaccesible y eterna, donde todo el potencial divino se halla concentrado en una Personalidad única, pero infinita y directamente incognoscible e indefinible; sería un acto «creador» de este Ser absoluto el que habría dado, a partir de la nada, y no de una Primera Materia, el origen y la existencia de nuestro universo perceptible... Pero esta «metafísica» judeo-cristiana, en sus mismas innovaciones y alteraciones, depende de la ideología bíblica, y puede, por consiguiente, relacionarse aún, por otros sesgos, con los pensadores sumerios. ¿Quién podrá decir, por ejemplo, la incalculable importancia que ha podido tener, en esta búsqueda judeo-cristiana de la Omnipotencia y del Absoluto de lo divino, la «espiritualización» de la acción divina imaginada por los sumerios, cuando llegaron a la idea (conservada y reforzada aun en la Biblia) de la «palabra eficaz»? Estas breves sugerencias (¡y únicamente dentro del terreno del pensamiento filosófico y religioso!) pueden dar idea de las riquezas que guarda el estudio de la civilización y del pensamiento sumerios. Actualmente y todavía durante muchos años no encontraremos en todo el terreno de la Historia, de la Filología y de la Arqueología, un campo más vasto y más fecundo abierto a nuestras investigaciones, porque en él tenemos todavía mucho que descubrir. Que la primera síntesis para el público en general; la primera síntesis de un mundo tan insospechado y tan henchido de promesas y de realidades, haya sido elaborada por uno de sus mejores exploradores doblado de gran erudito, constituye una ventaja inapreciable, de la que el lector de la presente obra nunca podrá felicitarse lo suficiente.

Civilización del Próximo Oriente: Su concepto no es geográfico sino cultural porque dentro de éste están, además de los de la zona del Próximo Oriente, Egipto, Turquía e Irán.

Ramas:
1- Hititología: Sobre los hititas.
2- Ugarítica: Sobre Ugarit.
3- Eblaitología: Sobre Ebla.
4- Bíblica: Sobre el antiguo Israel.
5- Asiriología: Sobre los asirios (antes englobaba a todas las nombradas.

Se desarrollaron en cuatro zonas geográficas:
Anatolia/Asia Menor: Riqueza en metales. Separado del resto por los montes Tauros.
Región levantina: Formada por Siria, Palestina y Transjordania. Es seca, esteparia y con grandes desiertos.
Mesopotamia: Entre el Tigris y el Éufrates, que causaban  grandes inundaciones. Es la zona clásica dividida en: Akkad y Sumer
Irán: Similar al actual. Separado por los Zagros. Aquí se dio, entre otros, Urartu.

Ríos:
Bahrein: Era el delta que servía como punto de atraque en el Mar Negro. También es un archipiélago en la misma zona. El delta del Éufrates y el Tigris está invertido porque en la Antigüedad desembocaba en dos sitios.
Balikh y Khabur: Daban razón de ser a la llanura de Yazira. Son afluentes del Éufrates.
Zab y Diyala: Por estas zonas (y en general todas) hay muchos montículos y colinas artificiales de urbes en ruinas. Son afluentes del Tigris.
Litani y Orontes: En Siria. Facilitaban la economía hidráulica.
Karum: En Elam. Río con salida al Océano Índico en la parte occidental de Irán.
Halys: En Anatolia. Es el río de los hititas, facilitándoles el abastecimiento de agua en una zona rocosa. Forma un arco, y en el centro estaba Hattusa.

* La economía hidráulica fomentó el desarrollo en Mesopotamia.

Pueblos y etnias:
Sumerios: “Los cabeza negra”. No se sabe de qué etnia vienen, se cree que son asiáticos. Su idioma es aglutinante, parecido al finés, el vasco,…
Semitas: Son varios pueblos:
·       Eblaitas
·       Acadios
·       Cananeos
·       Fenicios
·       Amoritas/Amorreos
·       Asirios
·       Arameos
Indoeuropeos:
·       Hebreos
·       Hurritas/Mitanios
·       Urarteos
·       Elamitas
·       Qutu/Guti
·       Cassitas> De Cassu.
·       Medos
·       Persas
·       Cimerios 
·       Escitas


Formarán el Imperio Hitita
Palaítas
Luwitas  
Hititas
Filisteos
Pueblos del Mar

Delimitación cronológica de los pueblos:
Períodos protosumerio y protodinástico: En algunos libros sale Predinástico o Dinástico Arcaico. Va desde la invención de la escritura (3.500) hasta el 2.350.
Imperio Acadio: 2.350-2.065. Entre otras cosas, Ebla es destruida.
Época neosumeria: 2.065-1.950.
Dominio amorreo/de los amorritas: 1.950-1.750. Babilonia y Asiria gobiernan al mismo tiempo.
Complejidad imperial: Hay varios “imperios”: hititas, asirios, hurritas, ciudades-estado sio-palestinas (sirio-palestinas), y babilonios (casitas). 1.750-1.200.
Etapa de transición: Asirios, urarteos, neohititas y arameos. 1.200-750.
Últimos imperios: Neoasirios, caldeos (rama de los arameos llamada “kaldu”, que controlará la zona y fundará una nueva dinastía, en la que destacarán personajes como Nabucodonosor,…) y persas. 750-Alejandro Magno.

Los comienzos del Neolítico en el Próximo Oriente
Debemos distinguir una serie de áreas bien diferenciadas tanto por su morfología, clima y paisaje como por el diferente papel desempeñado en la gestación del primer Neolítico, en su evolución y expansión:
Levante Mediterráneo: comprende amplios territorios de Siria, Palestina y Jordania, donde se documenta inicialmente el proceso.
Anatolia: en sus bordes meridionales y orientales
Irak e Irán: algo después llegó la neolitización a la región montañosa de Zagros y la meseta oriental iraní, así como en la Mesopotamia de Heródoto y la parte baja de los valles del Tigris y Éufrates de Irak.
Egipto: también tardío, en el valle del Nilo, tributario del palestino.
Valle del Indo: Neolítico más tardío (III milenio a.C.), en el actual Pakistán, con las ciudades de Mohenjo Daro y Harappa. 

Natufiense 10.000 a 8300 a C.
Natufiense a una cultura del Epipaleolítico Final y Mesolítico, posterior a la cultura Kebariense, que se extiende por toda la zona del Próximo Oriente, desde el Eúfrates hasta Egipto y los desiertos situados al sur. Cronológicamente está situado entre el 11.140 y 7.845 aproximadamente.
Su nombre fue definido por Dorothy Garrod en 1932, a partir del yacimiento de Uadi-en-Natuf, situado en Israel. 

En el yacimiento de Wadel Natuf -de ahí lo de natufienses- se ha localizado restos de hoces con hilera de dientes, interpretados como herramientas, al menos, de recolección de frutos silvestres.

Aunque en los natufienses se dan ya las características del Neolítico,  todavía se trata de comunidades preagrícolas, esto es, no productoras de alimentos, por tanto se incluyen generalmente en el Mesolítico a pesar de que sus formas de vida son claramente evolucionadas o pre-neolíticas. 

Los asentamientos natufienses servirán de base a los sucesivos poblados neolíticos.





Los Natufienses elegían muy bien sus asentamientos, pero no sólo ocuparon la zona nuclear de los cereales silvestres. Se extendieron desde las zonas más desérticas (desierto de Judá o Neguev), Monte Carmelo a áreas próximas a fuentes de agua o la meseta de Damasco. Este territorio que ocupaban respondía a biotipos muy diferentes.

La bonanza climática y las tierras fértiles se tradujo en abundancia de recursos naturales lo de todo tipo no sólo gacelas, también cabra salvaje, aves, vegetales variados incluidos cereales y leguminosas.

Aunque la caza especializada no fué tan desarrollada como se creyó, los natufienses utilizaron varias estrategias para asegurarse la alimentación. Comenzaron recolectando, pero pronto crearon los primeros excedentes que guardaron en cubetas circulares poco profundas interpretadas como silos o fosas culinarias.

¿Cómo vivían los natufienses?

En un primer momento los natufienses fueron pueblos nómadas, y sus poblados eran estacionales. Se cree que según las estaciones del año, desarrollaron sus hábitos de caza y recolección siguiendo un perfecto orden natural. Se iban y regresaban a los poblados dependiendo de la época del año. 
La recolección de vegetales, más que la producción agrícola, es un hecho entre los natufienses, dada la presencia de hoces y objetos de piedra como las molederas, cuencos y morteros de basalto para machacar el grano, tenemos un claro ejemplo en el natufiense reciente de Abu Hureyra. 
El hecho es que, estas nuevas tareas (moler y machacar el grano recolectado) les llevan a pasar cada vez mayor tiempo en estas áreas estacionales que se convirtieron en los primeros poblados semipermanentes.
Los natufienses inventaron y desarrollan los modos de intercambios, y nuevas técnicas de siega, recolección, de vestir, etc,  hacia modos de vida campesinos aunque todavía no son agricultores ni domestican animales.

El hábitat
Estos primeros asentamientos estaban formados por pequeñas casas en fosas circulares, con muros de arcilla endurecida y mortero pudieron alcanzar hasta 10m de diámetro, en Mallaha se han encontrado  postes semienterrados para sujetar el tejado.
En cuanto a los hogares son de dos tipos, unos con acumulación de cenizas rodeados por piedras y otros con acumulaciones de materiales diversos quemados, huesos, silex tallado...
La población era bastante homogénea con una esperanza de vida de unos 40 años.


La industria lítica 
Con una industria claramente paleolítica excepto en los segmentos laminares, lo más característico del Natufiense es la fabricación de morteros troncocónicos de basalto, molederas, recipientes y alisadores que remiten a un especializado trabajo agrícola. La industria ósea, por el contra, es muy abundante y especializada apareciendo punzones, azagayas y arpones, a veces decorados.

El arte 
El arte y el adorno se desarrollan especialmente entre estas comunidades, de forma única, sin antecedentes ni precedentes, probablemente con un carácter mágico o religioso.
Sus obras son estatuillas y zoomorfos en bulto redondo. También hay presencia de un arte esquemático y más animalístico, con respecto al de la siguiente fase el Khiamiense.

Enterramientos
Las sepulturas se encuentran vinculadas a los asentamientos, incluso bajo el suelo de las estructuras de habitación, se trata de inhumaciones individuales o colectivas, con existencia de ritual funerario usando el ocre rojo y ajuar funerario con figuras de piedra, hueso y restos de fauna, existía la costumbre de separar la cabeza del difunto del resto del cuerpo enterrado.
En otros casos las fosas forman verdaderas necrópolis como Mallaha que pudieran reagrupar repetidas inhumaciones de los miembros de una familia.


Eynan / Ain Mallaha (10,000-8200 a.C.)
Después de la última Edad de Hielo, cuando el clima se hizo más cálido y las lluvias más abundantes, la población nómada de la región oriental del Mediterráneo empezaron a establecer los primeros asentamientos permanentes.

El sitio arqueológico de Eynan, localizado en el extremo norte de Israel, nos proporciona una visión fascinante de la evolución de las sociedades Epipaleolítico en el Levante. El nombre Eynan es la versión en hebreo, con Mallaha o 'Ain Mallaha en árabe.

Eynan fue el sitio de una comunidad Natufiense, fue un  lugar ideal para cazadores-recolectores sedentarios, debido a los abundantes recursos. El lago cerca proporciona acceso a la pesca, y en la cuenca y las colinas los habitantes podían cazar gacelas, gamos, jabalíes, ciervos y corzos, liebres tortugas, reptiles y anfibios, así como las aves acuáticas migratorias que visitaban el lago.  Además de esto, podrían reunir terebinto (una fruta amarga), los cereales silvestres y frutos secos (Watkins, p.210). 
El sitio es importante para la historia de la cultura Natufiense, ya que los documentos de toda la vida útil de la cultura de 12.000 a 9.600 antes de Cristo.
Un estudioso, François Valla ha distinguido tres fases de la cultura Natufiense. Lo notable es que el sitio de Eynan representa las tres fases. 

La primera fase dio alrededor de 30 tumbas, muchas de las cuales habían sido cubiertos por las estructuras de la misma época. Los cuerpos habían sido enterrados en los edificios, que fueron abandonados, y luego se llenaban los cuerpos, ornamentos de concha Dentalium. Un esqueleto fue encontrado con un tocado de este depósito, junto con un collar, una pulsera, un cinturón y una liga. 

La segunda fase desenterrado edificios más pequeños de la fase anterior, con los edificios dispuestos en tres rangos en las terrazas. Fosos cilíndricos se encontraron en algunas de estas casas, algunas forradas con yeso de barro, otras con piedras. Se ha sugerido que los pozos más viejos fueron utilizados como tumbas, ya que algunos cuerpos fueron colocados en las fosas inmediatamente después de la muerte. Se pensaba que los habitantes Natufiense sólo utilizaban el sitio como una ocupación estacional por un grupo que regresó a una estrategia de cazadores-recolectores. Sin embargo, las excavaciones e investigaciones en el sitio revelaron que la ocupación continuaba aquí, pero a una escala mucho más pequeña que antes. Casas más pequeñas fueron construidas con materiales menos importantes antes de que el sitio fue abandonado finalmente en torno a 9600 a.C. 
El sitio de Eynan testimonio de la cultura única que fue el Natufiense  nos proporciona una visión única de la pre-historia del Levante.

Jericó:
Jericó es una de las ciudades más antiguas del mundo. La arqueología atestigua su existencia al menos desde el año 8000 a. C. (cultura natufiense en la industria lítica y ósea). Pero no será hasta el año 7000 a. C. cuando se reconozcan los restos neolíticos. 

Jericó se rodea de gruesas murallas.   
Sus casas eran de planta circular, con cimientos de piedra, pavimentos pintados con ocre y enterramientos en el interior de la vivienda. 
Esta ciudad tenía un templo, puede que dos, y una incipiente industria cerámica. 
Su economía se basaba en la agricultura y se completaba con la caza y la pesca. Pero Jericó se hizo rica y próspera gracias al comercio: seguramente dominaba la extracción de sal, betún y sulfuro, del mar Muerto. 
El aumento de población en Jericó les obliga a extender su dominio, pero también a incrementar la productividad de su territorio. Fue entonces cuando comenzó aquí, la ganadería y aparecieron nuevos útiles, como las mazas, los molinos de mano, el cuenco o la cestería. 
En este período las casas eran de planta rectangular, tenían hornos y hogares, y aparecieron los santuarios, en los que había pequeñas estatuas de dioses de la naturaleza. Con características similares a las de Jericó tenemos los yacimientos de Beidha y Jarmo.
Desde los tiempos prehistóricos se distinguen tres asentamientos distintos cercanos a la localización actual, que abarcan más de 11.000 años, en una posición noroeste respecto al Mar Muerto.
El asentamiento más temprano fue situado en el actual Tell es-Sultán, a un par de kilómetros de la ciudad actual. En idioma árabe, tell significa el ‘montón’ o ‘colina’ de capas consecutivas que se acumularon por la habitación humana, al igual que los establecimientos antiguos en Medio Oriente y Anatolia. 

Tell es-Sultan (Jericó), la ciudad más antigua del mundo.
El sitio de Tell es-Sultan se encuentra en la llanura baja del valle del Jordán, a unos 10 kilómetros al norte del Mar Muerto. A una profundidad de 250 metros bajo el nivel del mar, y con una historia que se remonta al Neolítico, es la ciudad más baja y la más antigua del mundo. El montículo se eleva unos 21 metros y cubre un área de aproximadamente un acre. El sitio está ubicado cerca de la primavera perenne de Ein es-Sultan y una tierra fértil de la mitad de suelo aluvial, aptas para la agricultura y se asocia con el clima tropical en verano y templado en invierno. 
El sitio de Tell es-Sultan se identifica con la antigua Jericó y es mencionado en las fuentes históricas y bíblicas antiguas. Recientemente, el nombre de Jericó apareció en un escarabajo del segundo milenio antes de Cristo. 

La historia de las exploraciones se remonta a finales del siglo 19, con los primeros sondeos por Charles Warren en 1868, en nombre del Fondo de Exploración de Palestina. La primera excavación a gran escala se llevó a cabo entre 1907 y 1909 por una expedición austro-alemana bajo la dirección de E. Sellin y C. Watzinger. La excavación se aclaró parte de los sistemas de fortificación temprana y mediana Edad de Bronce. La tercera campaña fue dirigida por G. Garstang entre 1930 y 1936, la excavación fue más controlado, pero Garstang perdió data la fortificación Edad del Bronce. El cuarto gran excavación se llevó a cabo por K. Kenyon entre 1952 y 1958. Esta excavación logró corregir la historia estratigráfica del sitio. El resultado de la excavación se publicó en cinco volúmenes.
1: Trinchera principal de la excavación de Kenyon, con la torre neolítica. 2: Fuente de Eliseo. 3: Excavaciones de Kenyon en la Ciudad IV del Bronce Medio. 4: Zona aproximada del área excavada por Garstang. A-F: Excavaciones recientes de la misión italo-palestina (1.997-2.000).

Después de la transferencia de la autoridad, el Departamento Palestino de Antigüedades, con la Universidad de Sapienza, en Roma, se reanuda el trabajo en Tell es-Sultan, en el marco de una nueva evaluación y el proyecto de rehabilitación.
Las sucesivas excavaciones descubrieron la historia cultural del lugar, que se extiende a más de 10.000 años. Los primeros restos de este sitio pertenecen a la cultura Natufian, entre el 10 y el octavo milenio antes de Cristo. El material cultural, que consta de herramientas de piedra, da fe de la presencia de un campamento Natufian caza cerca de la primavera. Los restos de los primeros asentamientos neolíticos están representado por un pequeño asentamiento, con casas circulares construidas con ladrillos de barro y rodeado por un muro con una torre redonda, que representa la pieza conservada más antigua de un sistema de fortificación. Esta fase se conoce como el Pre-Cerámica neolítica A, seguido por una segunda fase, Pre-Cerámica neolítica B, que se caracteriza por casas rectangulares que se construyen de ladrillo alargado. No se encontraron cráneos Estucado, lo que indica un culto ancestral, por debajo de los pisos de estas casas. El Neolítico en Tell es-Sultan representa las transformaciones durante el primer período de la historia humana a partir de un patrón de subsistencia prehistórica basada en la caza y la recolección, a un nuevo patrón de subsistencia basada en la domesticación de plantas y animales de la primera sociedad sedentaria. El excedente de producción de la agricultura permitió a los seres humanos a la parte libre de su tiempo, que fue dedicado en el pasado para asegurar la alimentación, para la construcción de viviendas y la creación de arte. La cultura material de este período indica la creciente complejidad social de la sociedad neolítica. 

"Mapa" de Bryant. Cómparese con el que figura arriba.
Después de ser abandonado por mucho tiempo, el sitio fue ocupado durante el Período de Cerámica neolítica. Los agricultores de Tell es-Sultan fueron los primeros en producir cerámica como resultado de un aumento en su necesidad de almacenamiento. Evidencia del período Calcolítico, que precedió al período urbano, no fue confirmada en el sitio, sino más bien en los cementerios.

Durante la Edad de Bronce Temprana II, Jericó se convirtió en un gran centro urbano. Se observaron varias fases de construcción en el área de fortalecimiento al oeste del montículo. Se descubrieron un gran número de enterramientos comunes de este periodo. Después de un período de transición sin viviendas permanentes, la vida urbana se reavivó de nuevo durante la Edad de Bronce Medio II, con una fortificación consiste en un enorme muro construido de piedra y glacis, así como un muro construido en la parte superior. La excavación palestino-italiana descubrió un enorme edificio de ladrillo de barro fuera de la muralla de mediana Edad de Bronce, con indicación de ocupación fuera de la muralla de la ciudad. Las tumbas Media Edad de Bronce en Jericó preservar un testimonio único de la vida doméstica como se evidencia en vasijas de cerámica, objetos personales y muebles. 
La ciudad fue abandonada en la Edad de Bronce tardía (siglo 14 a.C.), y la muralla de la ciudad de Jericó, de Josué a la invasión fama, no fue encontrada por los arqueólogos, lo que indica una contradicción entre las narraciones bíblicas y evidencia arqueológica. Hay escasos restos de la Edad de Hierro y períodos persa, cuando el sitio fue totalmente abandonado, y el centro de la antigua Jericó desplazado a Telul Abu Alyeq en el período greco-romano. 
Las obras de rehabilitación se llevó a cabo en el lugar por el Departamento Palestino de Antigüedades durante la última década, en el marco de la cooperación con la Universidad de Sapienza y de la UNESCO. 
Dr. Hamdan Taha, Viceministro Adjunto de Antigüedades y Patrimonio Cultural del Ministerio de Turismo y Antigüedades, ha dirigido una serie de excavaciones arqueológicas y proyectos de rehabilitación y ha producido varias publicaciones sobre la arqueología de Palestina. 


Otros hallazgos
Pedernales: Se han descubierto puntas de flecha (tipo espiga o de muescas laterales) y dentadas, hoces laminadas, buriles, raspadores, algunas hachas de obsidiana negra y obsidiana verde de fuente desconocida.
Piedras: cuencos y algunas hachas, platos y tazones de piedra caliza suave. También anzuelos hechos de piedra.
Herramientas de hueso: espátulas y taladros.
Figuras antropomorfas de yeso, casi de tamaño natural.
Figuras antropomorfas de arcilla.
Conchas y trozos de malaquita.
El Neolítico Precerámico A se desarrolló en el Levante Sirio Palestino, ocupando las franjas intermedias de terreno, no en la costa. La cronología es del 8200 al 7500 a.C., es decir, de finales del IX Milenio a los inicios del VIII.
La cultura del Khiam es la heredera del Natufiense, a finales del IX Milenio. Crearon una nueva punta de flecha y las primeras figuras femeninas. Abarca desde Palestina hasta el Éufrates, y es importante el factor de la creación de figurillas, ignorado en determinados sectores de la historiografía prehistórica por intereses partidistas. 
La segunda fase se da en la primera mitad del VIII Milenio. Era una continuación de forma evolucionada del Natufiense, especialmente en el plano lítico y óseo. Tenía ya una economía diversificada con agricultura, caza de pequeños herbívoros y pesca. Este neolítico precerámico parece que aparece en tres zonas, el Valle Bajo del Jordán, el Oasis de Damasco y el Valle Medio del Éufrates. En este momento se dio un crecimiento espectacular de los asentamientos, con complejidad arquitectónica y con plantas circulares, compartimentadas por líneas rectas.


El yacimiento de Mureybet es muy importante. Tenían cierta especialización en la caza, con reducción de la pesca, sin animales domésticos y con recolección de cereales posiblemente silvestres. Pero se dio un altísimo crecimiento de la producción cerealística recolectada, aunque no parece haber modificación genética. Pero podía ser porque esta agricultura se basaba en recoger el cereal verde, con lo que aún no habían caído al suelo los tallos más débiles, y por ello no habría modificación genética. Además, no había malas hierbas. La agricultura conlleva siempre malas hierbas, al remover la tierra, por tanto, es posible que no hubiera siembra tradicional, sino que echaran una pequeña capa de tierra encima.
Además, en esta fase III del asentamiento de Mureybet ya se encuentran pequeños vasos rituales, sin funcionalidad, pero hechos usando la tecnología de la vasija cerámica. De todas formas, parece claro que es un yacimiento de los mismos Natufienses, que intensificaron la agricultura, especializándose, y por la forma de hacerlo puede parecer que no domesticaron las especies vegetales.
En el Oasis de Damasco está Tell Aswad, en una zona sin Natufiense relacionado. Es interesante porque en 70 km a la redonda no había cereal silvestre, por lo que al no haber posibilidad de domesticación inicial, lo lógico es pensar que vendrían de otro sitio con las técnicas. 
En el Valle Bajo del Jordán está el importante yacimiento de Jericó. No hay continuidad estricta con el Natufiense, y mantienen tradiciones como las casa excavadas. La planta monocelular pasó a ser pluricelular, y se da la domesticación de plantas, aunque aún se recolectan las especies silvestres. En Jericó, excavada en los años 50 por Catherine Kenyon se encontró una gran torre de 9 m de alto por 10 de diámetro. Por ella deducimos que surgió la arquitectura pública de carácter colectivo, como fosos, murallas y torres, además de los inicios de un hábitat aglomerado. 
Los enterramientos solían ser individuales, con la cabeza separada del cuerpo y acompañado por figurillas femeninas. En Jericó se han encontrado diversos enterramientos de este tipo. Además, había cabezas de toro, omoplatos de buey y asno enterrados en la arcilla en el asentamiento de Mureybet. 
En la cultura material, el desarrollo de la construcción creó los ladrillos de adobe. El utillaje óseo se mantuvo al igual que las figurillas femeninas. Ya había tradición de tierra cocida, con los vasitos de arcilla y las figurillas femeninas. La economía se basaba en la caza de la gacela y la recolección de cereales domésticos y silvestres, y aportes obtenidos de la explotación de la sal y el betún, que se dedicaban al posible inicio de las rutas comerciales.



NEOLITICO PRECERAMICO B.

Gasoliense:
Viene de “Gasul”, cerca del Jordán (Palestina), y es del 4.500 a.C. Hay cinco tells (por lo que era grande el poblado), y allí hay casas de ladrillo, enlucidos de yeso, con decoración mural, instrumento de piedra y cobre, mazas piriformes, vajillas de basalto, cerámica a mano, cistas (tumbas),… Se han encontrado 4 niveles de ocupación. Anillos de cobre, fíbulas de cobre,…
Es la edad de la piedra y el cobre. Ya hemos llegado a la edad de los metales. Hacia el 4.200 a.C. hay un cambio climático que produce una sequía que conduce a un empobrecimiento (afecta mucho a Palestina, aunque hay un aumento poblacional, cosa no muy lógica).
Empieza a existir el comercio, quizás a causa del aumento poblacional. Hay una división jerárquica del espacio y un establecimiento del control social, político y religioso.
Todavía se usa la piedra pulimentada y el uso del metal es mínimo; no se hacen armas ni herramientas de metal, pero empieza la explotación de la minería, que implica un desarrollo del comercio para suministrar este nuevo material a toda la zona de Palestina.
Aquí surge un cambio, los poblados no están aislados, se produce la difusión de ideas y culturas; surgen los elementos culturales y económicos.
El cambio del neolítico al calcolítico no es brusco, se produce paulatinamente y afecta a toda Palestina. En primer lugar encontramos en Palestina un poblado (Ein Gazal) donde hay los primeros restos de metal. Por este motivo en Palestina al Calcolítico se le llamó Gasuliense.

Calcolítico en Teleilat el Gasul
Arriba tenemos muestras de la cerámica del calcolítico. Teleilat el Gasul es una comunidad agrícola de casas adosadas. Respecto a la minería metalúrgica, los metales son un objeto de lujo. El cobre es relativamente blando y no se puede utilizar para fabricar ciertas cosas. 
La industria lítica es todavía muy importante; encontramos cuchillos, raspadores y hoces dentadas, herramientas que nos indican que se trata de una cultura sedentaria que se dedica a la agricultura (por eso encontramos menos puntas de flecha). Poco a poco se va viendo la ganadería. En la misma Teleilat el Gasul se encontraron las dos primeras hachas de cobre. Las tipologías que encontramos aquí no se dan en toda Palestina (sólo en algunos lugares concretos, porque la evolución no es igual en toda Palestina).
Por ejemplo encontramos poblados en esta zona que todavía tenían flechas. La minería y la metalurgia inician su camino, especialmente en tel Abu Matar. En éste tel vivían unas 200 personas en unas cuevas artificiales de piedra y barro (no tenían casas). La base de su economía era la agricultura y el trabajo con el cobre. Surge la estratificación social. En el momento que alguien se dedica a elaborar objetos de cobre, tiene que haber alguien que alimente a este artesano, así surge la organización social. El metal de tel Abu Matar se encontraba en las minas del Sinaí las cuales estaban muy lejos. Hay otras minas a unos 90 quilómetros de tel Abu Matar. Las herramientas que se encuentran son cuchillos y hachas. Herramientas para adorno, objetos de riqueza (en los entierros). También encontramos anillos, collares y pendientes de cobre.

Neolítico de Anatolia:
Neolítico de gran diversidad regional (Merzin, en la zona de Cilicia; Catal Huyuk, en la zona de Konya; y Hacilar, en el área de Lidia) aunque como un continuum en lo cronológico y con las siguientes características básicas:
1. Agricultura tardía. Cuando se documenta, en el VII milenio a. C., ya otras zonas del entorno (Siria, por ejemplo, en Jericó) ya la desarrollaban. En cualquier caso, será una agricultura muy diversificada, con cereal y leguminosas, que, en ocasiones, convive con prácticas recolectoras (fase inicial de CayönüTepesi).
2. Cerámica temprana. Aunque existe un Neolítico Precerámico (Can Hasan o los primeros niveles de Hacilar), cuando aparece la cerámica, hacia el 6.000 a. C. se diversifica en colores, así, es predominantemente roja en Merzin, de grises o castaños en Catal Huyuk, y de color crema en Hacilar. Lo más característico es la fabricación de tazas imitando las piezas que se producían entonces en el Neolítico Griego de Sesklo, en Tesalia. Esto demuestra el papel de Anatolia como puente de contactos hacia Europa Occidental desde fecha muy temprana.


Foto de Esref Adali

3. Industria lítica de piedra pulimentada conviviendo con piezas de sílex trabajadas al modo Mesolítico (puntas de flecha pedunculadas).
4. Generalización de las estatuillas de mujeres como imagen de la diosa-Madre, fabricadas en barro, a veces con la cabeza de piedra y las trenzas incisas y en actitudes muy diversas:
Amamantando leopardos (Catal Huyuk), o con niños en brazos (Hacilar).
5. Gran desarrollo urbanístico. El modelo es Catal Huyuk, una auténtica ciudad. Vive de la agricultura (trigo, cebada, lentejas y guisantes), se extiende por 12 Has de viviendas de adobe y armazón de madera, organizadas en un urbanismo muy cuidado con patios abiertos en las casas y grandes plazas.


Presencia de espacios singulares a modo de santuarios centrados en la imagen del toro, la diosa-Madre, el leopardo…
Posiblemente, además de por la agricultura, el extraordinario crecimiento de Catal Huyuk pudiera deberse a su papel como centro redistribuidor de la obsidiana, lo que le convierte en un “centro protocapitalista”, como lo llamó C. RENFREW.

Hacilar
La cultura Hacilar o cultura de Hacilar fue una cultura prehistórica que se desarrolló en la península de Anatolia (Turquía). En sus etapas tempranas de desarrollo se remonta hasta aproximadamente el 7040 a. C. Los restos arqueológicos indican que el sitio fue abandonado y reocupado en más de una ocasión.
Hacilar Höyük (comúnmente abreviado como Hacilar) es el nombre moderno del yacimiento arqueológico, situado a unos 25 km de la ciudad moderna de Burdur.
Hacilar existió y desapareció durante la prehistoria. Lo que quedaba de Hacilar era un montículo de unos 5 m de altura y unos 150 m de ancho en la llanura y se mantuvo así hasta 1956. En ese año, un maestro local presentó la loma al arqueólogo británico James Mellaart. Las excavaciones de Hacilar comenzaron bajo la dirección de Mellaart al año siguiente y continuaron hasta 1960. Los artefactos arqueológicos recuperados durante la excavación se encuentran actualmente en el Museo de las Civilizaciones de Anatolia, en Ankara.
Se han encontrado hasta 11 niveles estratigráficos. La parte más antigua, Neolítico acerámico, está fechada en el VIII milenio a. C. Al VI milenio a. C. se le asignan nueve niveles, el más antiguo con cerámica, casi en su totalidad, sin decorar. El nivel VI, que se remonta al 5600 a. C., es el más interesante. Se encontraron nueve edificios, agrupados alrededor de una plaza, hechos de ladrillos de barro. Los medios de subsistencia fueron la agricultura, principalmente (espelta, escanda, trigo harinero, cebada, guisantes y veza), y la cría de animales, encontrándose huesos de ganado vacuno, cerdos, ovejas, cabras y perros. La cerámica es simple, aunque algunos ejemplares representan animales. 
Figurillas femeninas de Hacilar. Museum für Vor- und Frühgeschichte (Berlin).
Destacan numerosas figuras desnudas femeninas en arcilla, que posiblemente representaran a alguna divinidad.

Otros niveles posteriores contienen cerámica pintada. Los vasos están decorados con diseños geométricos a partir de entonces. En el nivel II (c. 5300 a. C.), el pueblo fue fortificado y tenía un pequeño templo. El asentamiento del nivel I, que data de años posteriores al 5000 a. C., difiere significativamente de las capas anteriores, por lo que se cree que hubo recién llegados que se establecieron aquí. El sitio está ahora fuertemente fortificado. La cerámica tiene una alta calidad y generalmente está pintada en rojo sobre fondo crema con motivos geométricos o figuras estilizadas como pájaros o cabezas de toro (en el calcolítico). Incluso la cerámica puede tener forma zoomorfa, y sería la primera de este tipo encontrada en Anatolia.
En el período precerámico, existían edificios con el típico revoco del suelo, pintado y aplicado según se ha visto en Jericó. Bajo algunos suelos se han encontrado cráneos sin esqueletos, como en otros lugares del Oriente Próximo, posiblemente un indicio de culto a sus antepasados, pero el cementerio principal, estaba fuera de la aldea.
Sus casas, con habitaciones rectangulares, con patio, que parece que tendrían su entrada por el techo, se situaban alrededor de plazas o callejones, a diferencia de otras culturas con las que está emparentada, como la de Catal Huyuk. También parece estar emparentada con las culturas Cukurkent y Mersin.
Cada vivienda estaba construida sobre una base de piedra para protegerla contra el daño por agua. Las paredes eran de madera y adobe o ladrillo de barro, con argamasa de cal. Vigas de madera sostendrían una cubierta plana. Es probable que estas casas tuvieran un piso superior de madera.
Los interiores tenían un acabado liso con yeso y se pintaban en escasas ocasiones. Con el tiempo se hicieron cambios en las viviendas, encontrándose en las mismas piedras de mano para moler, morteros y braseros. También realizaron huecos en las paredes para utilizarlos como armarios. La cocina estaba separada de la sala de estar y los niveles superiores fueron utilizaron como graneros y/o talleres.

Imagen tomada de “Orígenes del Hombre” tomo 14 


Çatal Huyuk
Çatalhöyük, también conocido como Çatal Höyük o Çatal Hüyük, es un antiguo asentamiento de los períodos Neolítico y Calcolítico, siendo el conjunto urbano más grande y mejor preservado de la época neolítica en el Oriente Próximo. En su apogeo este asentamiento llegó a cubrir 13 hectáreas.
Çatalhöyük está ubicado al sur de la península de Anatolia, en la planicie de Konya, cerca de la actual ciudad de Konya (antigua Iconium).
Un canal del río Çarşamba fluía antiguamente entre los dos montículos que forman el yacimiento, levantado sobre terrenos de arcilla aluvial que pudieron ser favorables para una precoz agricultura. El que está situado hacia el este pudo llegar a alcanzar unos 20 metros de altura sobre la llanura en los últimos momentos de ocupación del Neolítico. El del oeste forma una elevación menor y hay también un yacimiento bizantino a unos cientos de metros hacia el este. Los asentamientos de época prehistórica fueron abandonados antes de la edad de Bronce. En sus capas inferiores (y más antiguas) el yacimiento data de hacia mediados del VIII milenio a. C. y las más recientes hacia el 5700 a. C. Aunque, según la «Escuela de Lyon» pertenece a los períodos 4 y 5 de la prehistoria del Oriente Próximo (6600-5600 a. C.)
El desarrollo de esta civilización se interrumpió bruscamente hacia el 5700 a. C. por un gran incendio, que coció el adobe y permitió que paredes de hasta tres metros quedaran en pie. La mayor parte del asentamiento fue destruido o abandonado.
En 2012, la Unesco lo incluyó dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad
Descubierto inicialmente en 1958, el sitio de Çatalhöyük no saltó a la atención mundial hasta las excavaciones de James Mellaart, llevadas a cabo entre 1961 y 1965, las cuales revelaron que esta región de Anatolia era un foco de cultura avanzada durante el período Neolítico. Pero Mellaart fue expulsado de Turquía debido a su implicación en el asunto Dorak, al haber publicado los dibujos de unos artefactos de la Edad del Bronce supuestamente importantes, que luego desaparecieron.
Después del escándalo el yacimiento permaneció inactivo hasta el 12 de septiembre de 1993, cuando comenzaron las investigaciones dirigidas por Ian Hodder, entonces en la Universidad de Cambridge. Dichos trabajos están entre los más ambiciosos proyectos de excavación actualmente en marcha, de acuerdo con, entre otros, Colin Renfrew. Además del uso extensivo del método arqueológico, se buscan también interpretaciones psicológicas y artísticas del simbolismo de las pinturas murales. Hodder, un antiguo discípulo de Mellaart, escogió el lugar como el primer ensayo real a nivel mundial de su entonces controvertida teoría académica de la arqueología postprocesual. El éxito de la excavación ha validado el método post-procesual como un nuevo enfoque que ha creado escuela.
Según unos autores todo el asentamiento de Çatalhöyük estaría formado por edificios de uso residencial, sin que se pueda establecer la existencia de edificios públicos de manera irrefutable. Para otros, el hecho de que las mejores y más exuberantes pinturas murales estén en los locales más grandes, les lleva a definir éstos como lugares rituales. Pero el propósito de estas habitaciones profusamente decoradas no resulta claro.
La población de la colina este ha sido estimada por encima de las 10 000 personas, pero la población total probablemente variaría a lo largo de la historia del poblado. Un promedio de entre 5000 y 8000 habitantes sería una estimación razonable. Estos vivían en casas rectangulares construidas con adobes, adosadas, sin calles ni pasajes entre ellas, apiñadas como si formaran un panal de abejas. El acceso a las viviendas se hacía por los techos, caminando sobre ellos como si de calles se tratara, utilizando escaleras, interiores y exteriores, para comunicar los diversos niveles. Los muros también eran de adobe y para conformar la cubierta utilizaron vigas de madera, y barro apisonado sobre esteras vegetales. Las aberturas de los techos servían también como la única fuente de ventilación, proporcionando aire fresco y permitiendo salir al humo producido por cocinas y hogares abiertos.


Al estar las casas en medianera, se configuraba una especie de muralla defensiva hacia el exterior, sin aberturas. Esto debió resultar suficiente para salvaguardar a sus habitantes de ataques pues no se han encontrado signos de luchas en el yacimiento.
Todos los interiores de las casas están enyesados con un acabado muy suave y se caracterizan por la ausencia de ángulos rectos. Constan generalmente de una habitación común de 20 a 25 m² y algunas estancias anexas. La pieza principal dispone de bancos y plataformas para sentarse y dormir, de un hogar rectangular elevado del suelo y de un horno para hacer pan, sirviendo para un amplio abanico de actividades domésticas. Las habitaciones auxiliares se usaban como almacenes y se accedía a ellas desde la sala principal por unas aberturas bajas.

Reconstrucción de una habitación de Çatalhöyük con las posiciones originales de los bucráneos y la figura humana en relieve.

Las habitaciones se mantenían escrupulosamente limpias: los arqueólogos han identificado muy poca basura o desechos en el interior de los edificios, pero los montones de desperdicios que hay en el exterior de las ruinas contienen aguas residuales y restos de comida, así como significativas cantidades de ceniza vegetal. Posiblemente, cuando hacía buen tiempo muchas de las actividades diarias se realizarían en las terrazas, que así podrían haber formado un espacio abierto similar a una plaza. Al parecer, en época tardía en las terrazas se construyeron grandes hornos comunales. En el transcurso de los siglos las casas se fueron renovando mediante demoliciones parciales y reconstrucciones sobre unos cimientos formados por escombros, lo cual provocó el crecimiento de la colina. Se han descubierto hasta 18 niveles de asentamientos.

Cultura y rituales
Los pobladores de Çatalhöyük enterraban a sus muertos dentro de la aldea: han sido encontrados restos humanos en hoyos debajo de los suelos de las estancias, especialmente bajo los hogares, las plataformas de las habitaciones principales y las camas. Los cuerpos eran plegados al máximo y, a menudo, introducidos en cestos o envueltos en esterillas rojas. Los huesos desarticulados de algunas tumbas sugieren que los cuerpos pudieron ser expuestos al aire libre durante un tiempo, antes de ser recogidos y enterrados. En ciertos casos, las tumbas han sido removidas y las cabezas de los individuos separadas del esqueleto, pudiendo haber sido usadas dichas calaveras de manera ritual, ya que algunas han sido encontradas en otras zonas de la comunidad. Varios cráneos fueron emplastados y pintados con ocre para recrear la cara humana, una costumbre más característica de los sitios neolíticos de Siria y de Jericó, que de yacimientos más cercanos.
Se han hallado restos de hasta cuarenta edificios (repartidos entre nueve de los niveles de la población) que parecen dedicados a sepulcros y santuarios. En los muros de estos santuarios se encontraron frescos que mostraban escenas de caza, danzas rituales, hombres con penes erectos, representaciones en rojo de los ahora extintos uros (Bos primigenius o toro salvaje) y ciervos, así como buitres precipitándose sobre figuras descabezadas. Un fresco que aparentaría ser la aldea con los dos picos gemelos del Hasan Daği al fondo se cita frecuentemente como el "mapa más antiguo del mundo" y la primera pintura paisajística. Pero algunos arqueólogos cuestionan tal interpretación: Stephanie Meece, por su parte, argumenta que el fresco es más parecido a la piel de un leopardo que a un volcán, a un diseño geométrico decorativo que a un mapa.
Modelados en relieve, en los muros de estos "santuarios" hay personajes femeninos (mujeres en posición de dar a luz y la figura de la «Diosa Madre» dominando animales), cabezas de animales, como leopardos, cabras, osos y, destacando entre todos ellos, los bucráneos de arcilla provistos de verdaderos cuernos de toros (abajo, a la izquierda). Las características figurillas de mujer hechas de arcilla o piedra, y descubiertas por todo el asentamiento, dentro y fuera de sus muros, incluso en el interior de recipientes para conservar el grano, pertenecen a los niveles superiores del yacimiento (los más recientes).
Aunque según algunos investigadores, no se han encontrado aún templos claramente identificables, es indiscutible que las tumbas, los murales y las figurillas sugieren que la población de Çatalhöyük poseía una religión compleja, rica en simbología y que se reunían en ciertas salas, abundantes en tales hallazgos, que serían capillas o zonas de encuentro.
Al parecer, los pobladores de Çatalhöyük vivían de manera relativamente igualitaria, sin que tengamos constancia de que existieran clases sociales, ya que no se han encontrado hasta ahora casas con características diferenciadas (que pertenecieran a la realeza o a la jerarquía religiosa, por ejemplo). Las investigaciones más recientes también revelan poca diferenciación social basada en el género, recibiendo una alimentación equivalente tanto hombres como mujeres y, aparentemente, teniendo un estatus social similar relativo, hecho establecido como propio de las culturas paleolíticas.
En los niveles superiores del sitio resulta evidente que los habitantes de Çatalhöyük fueron ganando conocimientos en la agricultura y en la domesticación de animales. Se cultivaban cereales tales como el trigo y la cebada, así como guisantes, garbanzos, lentejas y lino, mientras que de los árboles de las colinas circundantes se recogían frutos como almendras, pistachos, y manzanas. Se extraían aceites vegetales de plantas y semillas, lo mismo que una especie de cerveza. Aunque la mayoría de las proteínas animales procedían de la pesca y de la caza (ciervo, jabalí y onagro), la oveja ya había sido domesticada y las evidencias sugieren que los bóvidos comenzaban a estarlo también.
La elaboración de cerámica y la fabricación de utensilios de obsidiana (obtenida en el volcán Hasan Daği) eran unas industrias florecientes, lo cual les permitía mantener relaciones comerciales con puntos distantes de la península anatólica, obteniendo a cambio, conchas del Mediterráneo) y sílex de Siria. También trabajaban la madera y el cobre, siendo los artesanos de Çatalhöyük expertos en su fundición, lo cual supondría el ejemplo más antiguo de actividad metalúrgica en el Oriente Próximo. La lista de productos que manufacturaban estos artesanos incluiría puntas de flecha, lanzas y puñales de obsidiana o de sílex, mazas de piedra, figurillas en piedra y arcilla cocida, prendas textiles, cuencos y otros recipientes de madera o cerámica, y joyería hecha con perlas o cobre.
Gracias al clima seco de esta zona se han conservado restos de tejidos de excelente calidad. También se han encontrado sellos de arcilla para estampar los trajes con diversos dibujos, cuyo diseño guarda muchas semejanzas con los de las alfombras turcas actuales.
Un rasgo distintivo de Çatalhöyük son sus estatuillas femeninas: Mellaart sostenía que estas figurillas realizadas esmeradamente en materiales tan diversos como mármol, calizas azules y pardas, esquisto, calcita, basalto, alabastro y arcilla, representaban una deidad femenina del tipo Diosa Madre. Aunque existía también un dios masculino, el número de las figurillas femeninas era muy superior y este dios no aparece realmente hasta después del nivel VI, habiéndose identificado, hasta la fecha, 18 niveles. Las figurillas fueron encontradas ante todo en zonas que Mellaart consideraba que fueron capillas. La imponente diosa sentada en un trono flanqueado por dos leonas (ilustración de la derecha) fue hallada dentro de un recipiente usado para almacenar el grano, lo que le sugirió a Mellaart que era una deidad que aseguraría la cosecha o protegería las provisiones almacenadas.

Mientras Mellaart excavó cerca de doscientos edificios en cuatro temporadas, actualmente, Ian Hodder dedica una temporada entera a excavar un único edificio. Durante 2004 y 2005 Hodder y su equipo comenzaron a creer que el modelo propuesto por Mellaart de una cultura de signo matriarcal era falso. Habiendo encontrado solamente una figurilla similar al modelo de Diosa Madre que Mellaart propugnaba, entre la gran cantidad de ellas desenterradas, Hodder decidió que el yacimiento no ofrecía suficientes indicios como para establecer si era una cultura matriarcal o patriarcal, sino que apuntaba más bien hacia una sociedad relativamente igualitaria.
El catedrático Lynn Meskell expone, en apoyo de esta teoría, que mientras en las excavaciones iniciales se encontraron sólo 200 estatuillas, los nuevos trabajos han desenterrado 2000, de las cuales muchas son de animales, siendo únicamente un 5 % de las figurillas de mujeres.
Mersin> 6.000. Hay 30 niveles de estratos. Su cerámica tiene impresiones de dedos y conchas. Hay elementos calcolíticos.

Alaca Huyuk 
Del 5.100 aproximadamente. Del Bronce Antiguo. Hay sepulcros, ídolos y joyas de oro por lo que hay comercio con Mesopotamia.

Alacahöyük o Alaca Höyük (a veces también escrito como Alacahüyük, Euyuk o Evuk) es el sitio de un asentamiento Neolítico y más tarde hitita. Está situado en Alaca, al noreste de Boğazkale, donde estaba situada la antigua capital Hattusa del imperio hitita.
El montículo de Alacahöyük era el centro de una floreciente cultura durante la Edad de Bronce. El montículo fue ocupado en una secuencia continua de desarrollo desde el Calcolítico, cuando las herramientas antiguas de cobre aparecieron junto con el uso de herramientas de piedra. Los restos antiguos en Alacahöyük, sin embargo, como la "Puerta de la esfinge", datan del periodo hitita período que siguió al periodo Hatti, desde el siglo XIV antes de Cristo. 

Mesopotamia
Cueva de Shanidar es un sitio arqueológico en las montañas de Zagros, en el Kurdistán iraquí (en el norte de Irak).   
Poblados con habitación en cuevas, destaca la cueva de Shanidar, el más antiguo (8.000 a.C.). Hacia el 7.000 se detectan ya otros 3 poblados importantes (todos ellos precerámicos), que refuerzan la teoría de que el impulso de civilización vino de Mesopotamia, no de Palestina. Son:

Mulefaat
Se excavó en 1854 y encontraron restos del 9.000 a.C. Coetáneo con el Natufiense. Presenta lugares de habitación, zonas de piedra apisonada, restos de adobes,… En cuanto a restos biológicos, tenemos gacelas (86%), búfalos (10%), toros salvajes, cebada silvestre,… Era un poblado dedicado a la caza. Es de los poblados más antiguos de Mesopotamia.
Con cabañas circulares lo que denota unos planteamientos primitivos en la arquitectura. El espacio rectangular es más operativo porque se puede separar mejor. En el circular es más difícil la individualidad pues todos los miembros de la familia, incluidos los animales conviven en el mismo recinto. Pero estas cabañas están hechas con adobes, los más antiguos de Mesopotamia. Se han encontrado restos de cabras salvajes, el 86% del total, siendo el resto de bisontes y toros salvajes. También recolectaban cereales silvestres.

Nemrik 
Casas de planta circular y algunas rectangulares (una cuadrangular evidencia una mayor evolución). Excavado en 1.985. Hay restos de inhumación y de los alimentos.
También han aparecido cráneos, similares a los de Jericó, enterrados en el subsuelo de las casas aunque se desconoce el motivo de esta práctica. Este no quiere decir que hubiera relación entre ambos enclaves pues una misma cosa podía inventarse o descubrirse en varios sitios a la vez. Hay gran cantidad de huesos de antílopes.

Magzalia 
7.000-6.500. Entre otras cosas, se han encontrado un punzón de cobre y espejos obsidiana que indica contacto con el mundo mesopotámico.
Como el resto de estos asentamientos no tiene cerámica. Hay 16 niveles de ocupación, en los que las casas rectangulares son más que las circulares de caliza en las bases y arriba de adobe. La muralla más antigua está aquí. También se han detectados restos de muralla con lo que sería la primera de Mesopotamia, hecho que delata problemas, guerras para apropiarse de los excedentes de otros pueblos. Ha aparecido un único punzón de cobre que debió de llegar de otros lugares como Chipre o el sur de Anatolia donde además hay obsidiana. Se han encontrado restos de ovinos lo que demuestra que la domesticación de determinados cápridos estaba presente. Es una civilización que baja hacia el sur en búsqueda de tierras de cultivo.

Norte de Mesopotamia
Jarmo
La cultura de Jarmo está definida por una serie de rasgos comunes en los hallazgos arqueológicos encontrados en la zona de la alta Mesopotamia, especialmente en el yacimiento de Jarmo, en el actual Kurdistán Iraquí. 
Los primeros restos pertenecen al 6500 a. C. Según la escuela de Lyon pertenece a los períodos 4 y 5 de la historia del Oriente Próximo (años 6600 - 6000 a. C.).
Comenzó siendo un pequeño poblado que a base de sucesivas reconstrucciones sobre el mismo lugar se fue elevando artificialmente. Se datan unos 16 niveles de ocupación, con alrededor de 20 casas pareadas de bases de rocas rectangulares, paredes de Tauf y techo de juncos. Este tipo de asentamiento, que se eleva sobre sí mismo en periódicas reconstrucciones, dará lugar a los tell, un establecimiento típico de este país, aunque se ve en otros lugares. En Jarmo se comprueba el alto desarrollo de la agricultura: trigo, cebada, guisantes, lentejas, etc., a pesar de ser una área no regable; y de la ganadería: cabras, ovejas, perros. La industria lítica era muy floreciente; trataban la obsidiana. 
También se han encontrado estatuillas zoomorfas. Los enterramientos se hacían fuera del poblado. 6.500. 12 estratos. 150 casas rectangulares de barro prensado. Hay estabulación de animales (domesticación de ovejas, cerdo y cabra) así como cultivo de cebada y trigo. En los niveles superiores hay cerámica trabajada a torno. 
Aparte, encontramos estatuillas femeninas. Parece que se fue moviendo hasta llegar a la llanura fluvial danubiana.

Ali Kosh 
Es un yacimiento arqueológico del Neolítico localizado en el sur de Irán, en los Montes Zagros, a unos 150 m de altitud, en la provincia de Juzistán, fronteriza con Irak.
El yacimiento se empezó a excavar en los años 60 del siglo XX, y en la actualidad mide 150 m de diámetro y 7 m de fondo. Con una agricultura y ganadería muy temprana, el lugar se ocupó desde el VIII milenio a. C. hasta su abandono en el VI milenio a. C.

En ese periodo se desarrollaron tres fases:

Fase Bus Mordeh. (7950 a. C.) Se inicia la ocupación de la zona en una agrupación de casas pequeñas, rectangulares, de varias habitaciones y hechas de tapial. Desarrollan una economía básica sustentada en el consumo de ovejas, cabras, caza y recolección de plantas silvestres.

Fase Ali Kosh. (6900-6300 a. C.) Con casas más amplias, se constata el enterramiento de los difuntos bajo el suelo de las casas, en ocasiones con algunos adornos como ajuar. También se encuentran algunos cráneos deformados por el uso de vendajes en vida, posiblemente como señal del estatus diferente de los portadores. La economía muestra una base agrícola más intensa apoyada en la pesca y el marisqueo como complemento de la dieta.

Fase de Mohammed Jaffar (6150-5790 a. C.) Las casas son de piedra y se establece una necrópolis en el entorno de la población. El instrumental se compone de industria lítica laminar de sílex (pero escasa obsidiana), recipientes de piedra pulimentada, molinos de mano, morteros y trabajos de cestería (en ocasiones forradas con brea). En este periodo aparece la cerámica que se utiliza para la creación de vasos decorados y figurillas humanas y animales. Se confirma cierta presencia de materias importadas de otras zonas (cobre, turquesa, etc.) colocando esta cultura al nivel de otras coetáneas en Oriente Próximo. La economía introduce el traslado de los rebaños en verano a las zonas de pasto en las montañas.

Umm Dabaghiyah
Es un yacimiento arqueológico de Mesopotamia. Construida en el período (6000 a. C. - 5.800 a. C.) según la clasificación de la escuela de Lyon fue una de las primeras poblaciones organizada de la región, junto a Yarim y Buqras. Con la fundación de estas ciudades da comienzo el Neolítico en Mesopotamia, en la llamada cultura Umm Dabaghiyah.  No se le considera realmente un pueblo, sino que era una factoría de curtido de pieles de animales. Hay almacenes y edificios cubiertos de losas de piedra; alguna está decorada con escenas de la caza del onagro (asno salvaje). La cerámica a mano presenta formas variadas y está bruñida (frotada para dar aspecto reflejo). No hay viviendas, pero sí copas de alabastro.
Es una de las primeras regiones en sufrir el paso al Neolítico, sólo tras el área de los montes Zagros y la cordillera del Tauro. 
Durante el período Umm Dabaghiyah florecieron la agricultura y la ganadería. Sin embargo no se abandonaron completamente la caza y la recolección, por lo cual es una cultura de transición. Una de las actividades comerciales más prolíficas era la caza de onagros para la venta de sus pieles.

Cronología: desde comienzos del VI milenio.
Poblado pequeño con casas rectangulares de adobe con varias habitaciones. Las paredes están decoradas con motivos animales y otros. 
Había zona de almacenes tipo celda.
La cerámica era sencilla, cuencos y jarras, que a veces estaban pintados de rojo y con adornos plásticos o incisos.
La industria lítica era básicamente de sílex, aunque también hay útiles en obsidiana importada.
Agricultura: trigo, cebada y leguminosas.
Ganadería: oveja, cabra, buey y cerdo.
Caza del onagro, aunque también han aparecido restos de gacela.

Hassuna
Cultura aproximadamente entre 5600 y 5000 a. C. 
Los hallazgos de esta cultura se deben al yacimiento arqueológico de tell Hassuna, al que debe su nombre, y que está situado en Siria, cerca del curso del Tigris.  
Hacia 6000 a. C. las comunidades agrícolas se instalaron definitivamente en las llanuras al pie de las montañas y particularmente en ese yacimiento. La cultura Hassuna se caracteriza por lo avanzado de su cerámica.  
Generalmente pintada en fondo mate, marrón rojizo o negro. Los temas no son figurativos. Los motivos decorativos de esta alfarería (ciertos triángulos rodeados por un rombo, cruces gamadas etc.) reaparecen en Nínive, Baghuz, el Éufrates medio, la llanura de Anatolia e incluso al pie del Tauro.


Era en origen 3 campamentos sobre los que se creó un poblado que se convirtió en ciudad. Hay inhumación de muertos y cerámica ornamental con influencias de Palestina y Siria, lo que evidencia contactos. Además, a lo largo del Tigris encontramos cerámica de tipo hassuna. Aparte, hay hornos para la fundición de metales. También vemos cilindros-sellos (se llevaban al cuello y eran como un DNI.); eran pequeños discos de piedra con rasgos geométricos incisos sobre su cara plana. Se destaca aquí la idea de propiedad privada.

Bases de la economía: 
Agricultura: varios tipos de trigo y cebada.
Ganadería: oveja, cabra, buey y cerdo.
Almacenamiento de recursos.
Caza.
Yacimientos con los poblados más importantes: 
Yarim Tepe I.
Hassuna.
Tell Shimshara.

Características de los poblados:
Los poblados eran bastante grandes.
Las casas eran rectangulares con habitaciones dedicadas a vivienda y otras dedicadas a otras funciones.
Cerámica: decoración pintada en rojo o negro con líneas onduladas y rayadas. A veces llevan incisiones en borden y hombros.
Industria de sílex y obsidiana, hueso y raramente de cobre y plomo.


Samarra
5.250. Cultura de Samarra (c 5500-4800 a.C.) 
Una de las características de la cultura Samarra es su extensión hacia la zona más meridional de Mesopotamia, situándose en la zona del Tigris medio, principalmente en la región de Mandali, llegando hasta la zona de montaña baja del Zagros. Cronológicamente se sitúa en la segunda mitad del VI milenio y está representada por una serie de poblados que indican una estructura compleja a nivel socioeconómico. Los más significativos y con mayor información son Tell-es-Sawwan y Choga Mami, conociéndose, no obstante, otras instalaciones como Matarrah, Shimshara y los niveles superiores de Yarim Tepe, entre otros.
Las producciones cerámicas significativas de esta cultura están caracterizadas por formas simples de jarras con cuerpo redondeado, cuencos, fuentes y grandes platos decorados con motivos pintados en tonos marrones-rojizos sobre superficie beige. Los motivos son variados, de temática animalística (aves, peces, escorpiones...), o de tipo antropomorfo, representados de forma estilizada y con una disposición equilibrada. 
La estructura urbanística de los poblados muestra su creciente complejidad, destacando en primer lugar su gran extensión (Choga Mami, cerca de las seis hectáreas; Tell Sawwan y Bagouz, de dos a tres hectáreas). Las excavaciones iraquíes, desarrolladas en extensión en Tell-es-Sawwan, han puesto en evidencia la existencia de diez construcciones contemporáneas dispuestas en torno a un patio central, con espacios de circulación entre las mismas. Más importante aún es la constatación de construcciones colectivas que delimitan el poblado. En el nivel IIIA las diferentes unidades de habitación son rodeadas por un foso dominado por una muralla construida en adobe. En ella se abren varias puertas de acceso que desembocan en el espacio central o plaza.
Las construcciones domésticas se caracterizan, principalmente, por su planta rectangular multicelular, de tipo complejo y grandes dimensiones (15 x 12 metros). Las habitaciones se disponen con disimetría, con un sistema de pasajes centrales alineados a partir del eje central de la vivienda. Destacan, además, a nivel tecnológico, dos novedades: el uso sistemático de adobe fabricado en molde y la construcción de contrafuertes exteriores en los ángulos de la construcción, estos últimos como consecuencia de las necesidades creadas por la existencia de un piso o nivel superior, al cual se accedería por escaleras exteriores. 
Económicamente, la novedad más significativa es la constatación, por primera vez de forma evidente, de la práctica de irrigación. Esto se comprueba principalmente en el asentamiento de Choga Mami, donde las excavaciones han puesto al descubierto una serie de canales en las vertientes de las montañas que rodean la llanura donde se ubica el poblado, tallados, en una extensión considerable, de forma paralela a la pendiente natural a fin de recoger las aguas. Estas evidencias constituyen las primeras pruebas del transporte de agua en varios kilómetros. En Sawwan la irrigación se debió realizar a partir del Tigris, situado en las proximidades del poblado. Por otra parte, la práctica de la irrigación se constata igualmente en las variedades cultivadas (cebada de seis hileras, lino), especies que necesitan una gran cantidad de agua. Esta agricultura floreciente se combina con una ganadería no menos significativa, donde los ovicápridos y el buey constituyen las principales especies domésticas, a las que habría que añadir el cerdo y el perro. 
En Sawwan destacan, asimismo, la explotación de los recursos naturales, bien provenientes del propio Tigris, con una abundante pesca y recolección de moluscos, o bien de la llanura aluvial con la caza de gacelas, onagros, gamos y jabalíes principalmente. 
Las prácticas funerarias continúan con la tradición de inhumaciones con tratamiento diferenciado para adultos, con una posición fetal a veces envueltos en esteras impermeabilizadas con asfalto, o niños depositados en el interior de jarras, en los dos casos colocados bajo el suelo del hábitat. Los ajuares son poco significativos, a excepción de la presencia, exclusivamente en las sepulturas de niños, de figurillas en terracota o piedra (mármol o alabastro), correspondientes esencialmente a representaciones femeninas. Éstas, muy características de esta cultura, son representadas de pie, y en algunos casos con collares de perlas aplicados o con incrustaciones de concha o asfalto para la representación de los ojos, diferenciándose ligeramente de las halladas en el hábitat, en las que las representaciones son más heterogéneas (figuras femeninas sentadas, masculinas, animalísticas), destacando, no obstante, la clásica representación de los ojos en grano de café. Finalmente, hay que señalar, como ya fue el caso en las culturas precedentes, la expansión por medio del intercambio de la cerámica de Samarra hacia otras zonas culturales. Esta fuerte expansión de las producciones cerámicas vinculadas a la nueva movilidad de productos, ideas y probablemente grupos humanos del Próximo Oriente, provoca que en el caso concreto del grupo Samarra su difusión llegara hasta la zona montañosa del Zagros por la parte del este y al Éufrates por el oeste.

Tell Halaf
A partir del año 6100 a. C. se desarrolló la cultura de Tell Halaf, que se extiende desde los montes Zagros al Mediterráneo, con sus centros principales en la llanura del alto Tigris (Arpachiya), y el triángulo del Habur (Tell Halaf, Tell Brak, Tell Chagar Bazar).
Hacia el 5400 a. C. esta cultura fue interrumpida. En otras partes el carácter halafiense se mantiene por un tiempo, luego desaparece. El nivel VI de Arpachiya muestra vestigios de destrucciones, evidencias, según Paul Garelli, de la intrusión violenta de unos recién llegados. 
Se han encontrado restos que evidencian un arte decorativo cuyos temas alternan el naturalismo y la geometría. Los motivos de doble hacha y bucráneo se repiten insistentemente. Se encuentra la figura de la Diosa Madre como dibujo y como objeto. Hay motivos decorativos varios, como son la cruz de Malta, la labris minoica, figuras vegetales, animales.
Comparado a las culturas anteriores se evidencia un refinamiento de la pasta de cerámica y perfeccionamiento de hornos que lograban alcanzar elevadas temperaturas. Se usaban sellos de piedra para delimitar la propiedad de los objetos sobre los que eran aplicados. Su procedencia atestigua amplias relaciones comerciales de la meseta de Anatolia al Golfo Pérsico. En esta etapa se extiende la metalurgia, en especial el cobre y el plomo. También observamos que existió en este periodo una preocupación por el urbanismo evidenciada en las calles empedradas con guijarros.
Aquí hay tholos_oi (pueden ser tumbas, silos de cereales, lugares de culto,…). Aparecen figuras del dios padre en forma de toro (representan, entre otros, al dios de la tormenta).

Gawrra
Destacan los más antiguos ladrillos cocidos al horno (4.800). Hay restos de 3 templos (a lo mejor lo eran) con la planta en forma de U, por lo que se dice que a lo mejor estaba dedicado a 3 dioses (la Tríada mesopotámica). Esta cultura es eliminada por El Obeid, que tiene elementos protosumerios.
En este período hay abundante evidencia de la riqueza diferencial y manifestar la posición social en el ajuar funerario encontrado en una serie de tumbas construidas con ladrillos de barro o piedra.
Tres de estas tumbas fueron particularmente ricas, con muchos bienes de oro, lapislázuli y marfil, todos los materiales que tenían que ser importados.
Varios templos del Período Gawra han sido excavados, son de una forma inusual por separado no pórtico con diferencia el plan Megaron. El edificio más característico de esta fase, sin embargo, es una estructura circular, conocida por los excavadores como la Casa Redonda. 
Tiene un diámetro de cerca de 18 metros, una pared externa de espesor y 17 habitaciones, su función es desconocida.

Sur de Mesopotamia

Eridu
(Tell Abu Shahrain): Era una antigua Ciudad-estado  del sur de Mesopotamia, a 24 kilómetros al sur de Ur, en el actual yacimiento arqueológico de Tell Abu Shahrein. En su fundación, posiblemente se encontrase a poca distancia del golfo Pérsico; sin embargo, actualmente, debido a los sedimentos transportados por los ríos Tigris y Éufrates, la línea de costa se encuentra a varios kilómetros al sur.  El nombre es una corrupción sumeria de "Eri-dugga" que significa Ciudad Buena. Se las denominaba "la ciudad del dios del agua Enki/Ea". 
La antigüedad de la ciudad fue demostrada por los arqueólogos a lo largo del siglo XX, habiéndose datado los niveles más bajos (nivel XIX) de la excavación en torno al 4900 a. C., a principios del período de El Obeid.
En esta primera etapa los restos cerámicos muestran un papel significativo de Eridú en la región. Hacia el 3800 a. C. (nivel VI) la ciudad contaba con un importante templo y un cementerio del que se han descubierto unas mil sepulturas. La ciudad participó de la unidad cultural marcada por el período de El Obeid, la cual abarcó todo el Oriente Próximo.
En ella se desarrollaron diferentes estratos de ocupación humana con materiales de las culturas de Samarra y de Tell Halaf, de las que fue coetánea.
Se dice que ahí llegaron los primeros reyes. Allí se situó uno de los templos en honor al dios de las aguas Enki (más adelante será denominado Ea).  El excavador Lloyd lo desenterró y encontró la primera torre escalonada. Hay ladrillos de varios tipos (prismáticos, abombados,…). Esta cultura será desplazada por El Obeid.

A finales de este período se muestran signos de declive, como el deterioro del templo de la ciudad. La actividad económica quedó relegada y el montículo de la ciudad quedó dedicado casi en exclusiva al templo y a viviendas para los sacerdotes y sacerdotisas. Eridu fue quedando eclipsada por la vecina ciudad de Ur.
Hacia el año 2500 a. C., durante el período Dinástico arcaico un gobernante, tal vez de la I dinastía de Ur, construyó un gran palacio en Eridu, y a finales del III milenio a. C., durante el reinado de Amar-Sin, se construyó un gran zigurat en la ciudad, la cual seguía siendo un importante centro religioso durante el gobierno de la III dinastía de Ur.

El Obeid
Los primeros enclaves de esta civilización datan del 5000 a. C., pero el esplendor lo alcanzó hacia el 4500. En torno a 4000 a. C. se extiende por gran parte del Oriente Medio, prolongándose hasta el 3700 a. C. aproximadamente. El comienzo de esta etapa coincide aproximadamente con la entrada en la región de nómadas provenientes de los montes Zagros. 
Arqueológicamente, el período Obeid está dividido en cuatro subperíodos. Según la Escuela de Lyon, cada uno de ellos se corresponde con uno de los períodos de la historia de Oriente Medio, comenzando el Obeid I en el "período 6" y el Obeid IV en el "período 9".

Escuela de Lyon
Fechas
Subdivisión
Período 6
5600 a. C.–5000 a. C.
Obeid I
Período 7
5000 a. C.–4500 a. C.
Obeid II
Período 8
4500 a. C.–4100 a. C.
Obeid III
Período 9
4100 a. C.–3700 a. C.
Obeid IV
Durante el período de El Obeid la agricultura avanzó gracias al control de las aguas en superficie, mediante técnicas de regadío a base de canales. Este desarrollo permitió que la agricultura floreciera en nuevas áreas de Mesopotamia. 
La cerámica de este período se desarrolló mediante unos rasgos muy característicos, bastante diferentes a los de la anterior cultura Halaf: pasta verdosa con engobe claro; cuencos, platos y jarras pequeñas como elementos más prolíficos y decoración geométrica sobre fondo claro. Las formas cerámicas van evolucionando: paredes cerámicas más finas, aparición de los "vasos-tortugas", jarras mayores ahora dotadas de asas, e incluso botellas con largos cuellos.  La expansión de esta cerámica por toda la cuenca mesopotámica hasta el Mediterráneo es una muestra del impulso que vivió la cultura de El Obeid. Son importantes unas figuritas fenicias con cabeza de serpiente, amamantando bebés y con tatuajes en los brazos. 

Uruk
 3.500. Resulta de la fusión de 2 barrios religiosos, siendo el primero el de Eanna (donde se daba culto a Ann, el “Cielo”) y el segundo Lullab, donde vivían los sacerdotes. Aquí se descubre por primera vez la escritura. Se considera a Uruk como una cultura totalmente sumeria. 

Un dato importante es que se han encontrado recientemente unas tablillas 200 años anteriores a las fechadas en el 3.500 a.C. así que cabe la posibilidad de que no fuera en Uruk donde se inventó la escritura.
Hay urbanismo pleno. Se ha detectado un área habitable de unas 70 hectáreas (algo así como la Atenas de Pericles). También hay comercio a gran distancia, documentado en el gran número de colonias suyas. Un arqueólogo cubano, en el 95, habló del “Sistema mundial Uruk”, consistente en una serie de colonias a lo largo del Éufrates hasta Siria, donde destaca Habuba Kabira, con muchos rasgos propios de Uruk. A partir de ésta se extendieron colonias menores que llegaron incluso a la costa. Por otro lado, Uruk también se expandió en otras direcciones, ya que también encontramos en el curso del Tigris colonias como Aratta, en Fars. A lo largo de este río se han encontrado restos de Uruk (cilindros-sellos, conos de barro con vidrio de varios colores que se colocaban para dar un aspecto estético a los templos; esto se daba en el delta oriental). Vía intermedia (Siria, Líbano,…), Uruk hizo lo mismo hacia el norte de Egipto. De hecho llegaron productos de Uruk al Alto Egipto.
Uruk fundó un sistema comercial muy importante hasta el punto que se produjo una unificación cultural con epicentro en Uruk.
En Sialk y en Susa se están encontrando materiales de Uruk.
Existe un gran problema actualmente en el territorio de la cabeza del Éufrates ya que se están haciendo unas presas allí así que se van a perder los restos arqueológicos que aún no se hayan descubierto; por este motivo se está excavando lo más rápido posible para extraer la mayor cantidad de piezas.
La cultura de Uruk tiene su núcleo en el templo de Eanna (casa del dios Ann). Hay sinecismo (unión de dos enclaves) entre Eanna y Kullab (barrio político y religioso), formando Uruk. 
En sus cercanías, Uruk tuvo otro enclave muy importante, Kish. En teoría, tras el Diluvio Universal de la religión mesopotámica, los dioses eligieron a Kish como pueblo para enviar al primer rey.
El fin de Uruk se produjo en la fase tardía de esta cultura, denominada Djemde-iuaser. Existen varias teorías acerca del fin de Uruk:
Demasiadas colonias y Uruk no es capaz de controlarlas.
Al haber murallas en muchas colonias, pudo deberse a conflictos armados.
Uruk no pudo hacer frente a las nuevas necesidades: algunos querían independizarse, hubo cambios sociales,…
Cambios climáticos, como, por ejemplo, la salinización de la tierra,… La suma de distintas causas contribuiría a su fin. Esta teoría es poco defendida.
Después de Uruk hubo otras ciudades.

Artísticamente, Uruk ha dejado sus templos, la rueda, manipulación del bronce, del oro, escritura (además de escritos administrativos hay filosóficos, religiosos,…).
El período de Uruk vio el nacimiento de la escritura pictográfica en Mesopotamia, la cual se utilizó exclusivamente para asuntos administrativos y de contabilidad.
Desde el período de El Obeid se habían utilizado sellos de estampar para marcar el origen y el contenido de las distintas mercancías. La forma de estos primeros sellos era plana, con la inscripción en relieve en una de las caras. Hacia finales del período de Uruk los sellos se transforman, adquiriendo una forma de tubo sobre cuya superficie se realizaban las inscripciones. De este modo el texto se imprimía haciendo rodar el objeto sobre el material fresco.1 A este tipo de sello se le denomina sello cilíndrico. En el período de Uruk los relieves de los sellos incluían dibujos de animales y escenas de oficios, no siempre relacionados con la mercancía que marcaban.
Otro medio en el que se han hallado inscripciones es en tablillas de arcilla que se utilizaban para contabilizar el movimiento de mercancías. Los símbolos que contenían eran bien numéricos, bien representativos de los funcionarios e instituciones. El tipo de mercancía se conocía a través del sistema numérico utilizado, que era distinto para cada una de ellas. La escritura en arcilla blanda debía ser complicada, especialmente cuando se trataba de representar líneas curvas. Esto hizo que los trazos se fuesen linealizando, alejándose cada vez más del objeto representado y volviéndose más conceptuales.
Sello cilíndrico e impresión: grupo de ganado en un campo de trigo. Caliza, Mesopotamia, período de Uruk. El sello cilíndrico estaba formado por una piedra u otro objeto de material duro de forma cilíndrica en el cual se tallaban motivos decorativos. Este sello podía hacerse rodar sobre ladrillos de arcilla aún blandos, grabando así sus motivos en ellos. Museo del Louvre, Department of Oriental Antiquities.

En el nivel III, ya perteneciente al siguiente período, hay muestras de los primeros escritos siguiendo un sistema fonético. El idioma que representan es sumerio, por lo que es posible que ya en el nivel IV ésta fuese la lengua empleada.
La escritura nació para controlar lo que entraba y salía del templo de Eanna.
La invención de la rueda en Mesopotamia se sitúa hacia finales del período de Uruk. Antes de ella el medio de transporte más utilizado fue probablemente el barco, que siguió jugando un papel predominante después de su invención. El transporte terrestre se realizaba mediante tracción animal, ya fuese humana, o procedente de bueyes y burros, los cuales ya habían sido domesticados. No se tiene constancia del uso de rodillos previos a la invención de la rueda, siendo posible que ésta se inventase directamente.
Aparte del transporte, una de las aplicaciones más destacables de la rueda fue la invención del torno. En sus primeros usos consistía simplemente en una rueda sobre la que se colocaba la pieza cerámica, permitiendo su giro. Pero el verdadero nacimiento del torno de alfarero se produjo con la invención de un sistema que permitía el girado de esta rueda mediante el movimiento de los pies, lo cual se consiguió hacia el año 3000 a. C., ya en el siguiente período.


Reconstrucción de una casa compleja en Ubaid, VI milenio a. C.

Período Yemdet Nasr
El período Yemdet Nasr o Jemdet Nasr a uno de los períodos arqueológicos de la historia de Mesopotamia, comprendido entre el 3200 a. C. y el 3000 a. C. aproximadamente. Se trata de un período de transición entre el período de Uruk —definido por la difusión de una cultura común por todo el oriente Próximo— y un período Dinástico Arcaico marcado por las diferencias regionales. 
En el Yemdet Nasr se observa la desaparición de los rasgos cerámicos Uruk en los objetos de la periferia mesopotámica: Anatolia, Siria e Irán. En el centro de la cuenca de los dos ríos se produjo el distanciamiento entre las regiones norte y sur; ésta último, más poblada, vio el florecimiento de nuevas ciudades que desplazaron a la anteriormente hegemónica Uruk. La administración abandonó el ámbito regional y se localizó en cada una de las ciudades, las cuales se diferenciaron más entre sí. La población rural se asentó en las ciudades; las cuales ofrecían ventajas en el control de los recursos de los ríos. Esto hizo que la población de muchas de ellas creciese considerablemente.
Por primera vez se puede hablar de Ciudades-Estado y Ciudad-Templo, con ello es posible denominar que esta época supuso un periodo de crisis y regionalizacion, que acabaría evolucionando finalmente desde las sociedades más primitivas, a las sociedades ya estatales.
En este nivel los hallazgos de documentos escritos se ven reducidos considerablemente. Así, en las regiones periféricas, su uso desapareció por completo; si bien se mantuvo en la Baja Mesopotamia. Es probable que, debido al carácter administrativo de la mayoría de los textos, ya no fuesen necesarios cuando la burocracia regional dejó de funcionar

Próximo Capítulo: Etapa Colonizadora en Mesopotamia


Bibliografía:
Dorrell P. (1972) "Una nota sobre la geomorfología del país alrededor de Umm Dabaghiyah." Irak Volumen 24: 69-72
Kirkbride D (1974) "Umm Dabaghiyah: A Outpost Trading" Irak Volumen 36: 85-92
Lara Peinado Federico: Las primeras civilizaciones (1988)
Valla F.R. (2000) - La sédentarisation au Proche-Orient: la culture natoufienne. In J.GUILAINE ed. Les premiers paysans du monde. p. 13-30. Paris. Editions Errances. 
Valla F.R., KHALAILY,H., SAMUELIAN, N., MARCH, R., BOCQUENTIN F., VALENTIN B., MARDER O., RABINOVICH R., LE DOSSEUR G., DUBREUIL L., BELFER-COHEN A. (2001) - Le Natoufien final de Mallaha (Eynan), deuxième rapport préliminaire: les fouilles de 1998 et 1999. Journal of the Israel Prehistoric Society 31, p. 43-184. 
Valla F.R. (2009) - From Eynan (Ain Mallaha) to Netiv Hagdud. Building a new system of self awareness. In J.J.SHEA and D.E.LIEBERMAN eds: Transitions in Prehistory: papers in Honor of Ofer Bar-Yosef, p.303-324. Oxford, Oxbow.


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