viernes, 3 de diciembre de 2021

Capítulo 3 - El Cister en España - Segunda Parte

 

El Cister en Navarra

Navarra en los siglos XI al XIII
El reinado de Sancho el Mayor, (1004-1035), es el acontecimiento mas relevante de la edad media en Navarra. Coincide con la desaparición del Almanzor y de su hijo y sucesor Abd-el-Malik (1008), con la disolución del califato y la aparición de multitud de reinos de taifas, enfrentados entre ellos. Esto produce un alivio de la presión que soportaban los reinos cristianos del norte peninsular y una inversión en la balanza del poder entre cristianos y musulmanes. Sancho, mediante una guerra localizada de aparición intermitente, consigue arrebatar territorios al reino de Zaragoza, consolidando una línea de castillos que van desde el valle de Funes, pasando por Sos y Uncastillo, llegando hasta Loarre, consiguiendo un avance de gran importancia estratégica, que se mantendrá hasta finales de siglo. Se recuperan también las tierras de Sobrarbe y el condado de Ribagorza. Cuando se produce el asesinato del conde García de Castilla, tiene que hacerse cargo del condado, pero sin llegar a ostentar el título de conde, que recalló con el consentimiento de los castellanos en su segundo hijo Fernando. Este monarca se preocupa además, de restaurar la vida monástica y eclesiástica, para lo que mantuvo relaciones con la abadía de Cluny, recibiendo del abad Odilón un grupo de monjes, que introdujeron o vigorizaron la observancia de la regla benedictina, en su versión cluniacense, en los principales monasterios del reino, San Juan de la Peña, Irache, Albelda y Oña, quedando las abadías sujetas a la obediencia de los obispos, siguiendo la norma de Cluny, y estos obispos nombrados por el rey.
A la muerte de Sancho, el reino se divide entre sus hijos, si bien es García el el de Nájera (1035-1054) primogénito legítimo, el que recibe el título de rey. Ramiro que era mayor pero de origen bastardo, recibió el condado de Aragón, Fernando el condado de Castilla, como ya se ha mencionado y Gonzalo las tierras de Sobrarbe y Ribagorza.
Ramiro aun sin título real, ejerció como tal en Aragón e incrementó su territorio, cuando al ser asesinado su hermano Gonzalo, los nobles del territorio le reconocen como nuevo señor hasta su muerte, cuando es sucedido por Sancho Ramírez. Cuando muere García en 1054, al enfrentarse en batalla con su hermano Fernando I en la batalla de Atapuerca, es sucedido por Sancho de Peñalén, en aquel momento de 14 años. Se producen entre los dos enfrentamientos que impiden progresar en la conquista de territorios. Sancho de Peñalén, sería asesinado en 1076, dejando descendencia menor de edad , pero el reino se divide en dos, una parte se une a Aragón con Sancho Ramíro, incluyendo Pamplona y parte de Guipúzcoa, y la otra que comprendía la Rioja, Álava, Vizcaya y el occidente de Guipúzcoa, se unen a Alfonso VI de Castilla.
Sancho Ramíro puede ostentar el título de rey de Pamplona y Aragón, lo que le permitió acabar las disputas entre ambos reinos, y le permitió expandirse hacia los territorios de los reinos taifas de Zaragoza y Lérida, siendo sucedido en esta línea por su hijo Pedro I (1076-1104), cuando muere en 1094 mientras cercaba la ciudad de Huesca, siendo su hijo el que conquistaría la ciudad, así como Barbastro. Pedro I moriría sin descendencia por lo que su corona se trasladará al hijo de un segundo matrimonio de Sancho Ramírez con Felicia de Roucy, Alfonso I el Batallador, que inicia la reconquista de Zaragoza recién ocupada por los almorávides, consiguiendo la rendición de la ciudad tras un asedio de siete meses, y tras ella fueron cayendo, Tudela, Tarazona, Calatayud y Daroca. Al morir sin descendencia y como muestra de su espíritu de cruzado, lego en su testamento sus reinos a las tres órdenes militares de tierra Santa, San Juan de Jerusalén, el Temple y el Santo Sepulcro.
El testamento del Batallador, era en la práctica imposible de realizar, lo que causó un conflicto que se resolvió de manera distinta en Navarra y Aragón, como ya hemos dicho al hablar de Aragón, se nombra rey a Ramiro II el monje, mientras que los navarros nombran a García Ramírez el Restaurador, descendiente de la línea sucesoria de Pamplona pero bastarda. García Ramírez se ve obligado a prestar vasallaje a Alfonso VII de Castilla, cuando este acude en socorro de la ciudad de Zaragoza, acosada por los almorávides, recibiendo la ciudad como parte de este vasallaje. En 1136 la política de Alfonso VII da un giro total, el rey Navarro será desposeído del señorío de Zaragoza, que será ofrecido a Ramiro II, cuya hija Petronila como ya se ha dicho al hablar de Navarra aportará esta a su unión con Ramón Berenguer IV. La situación de Navarra queda sin frontera con los musulmanes, aunque sigue participando en la reconquista, en unión de aragoneses y castellanos. Por otra parte desde la curia romana se sigue reivindicando el testamento del Batallador, por lo que no se reconoce la legitimidad de García.
A la muerte de García, su hijo Sancho VI el Sabio (1150-1194) recibe de nuevo las amenazas contra la independencia de Navarra. Todo el siglo XII será un prodigio de habilidad diplomática y de energía bélica frente a los dos poderosos reinos vecinos. La muerte prematura de Sancho III (1158) y la minoría de Alfonso VIII, sumen a Castilla en un período de inestabilidad que paraliza los planes expansionistas, al tiempo que la muerte de Ramón Berenguer, hacía lo propio en Aragón, dejando una coyuntura favorable para que Sancho VI recuperara territorios considerados propios y arrebatados como Álava, La Rioja, Miranda de Ebro, la Bureba, resistiéndose las plazas de Calahorra y Nájera. Estas conquistas durarán poco pues serán recuperadas por Alfonso VIII.

Navarra y el Cister
La fundación del monasterio de Fitero por Alfonso VII en 1140 es quizás el primer monasterio de la península, seguirán otros como La Oliva (1149), Iranzu (1178), Leyre (1237) y Marcilla (1407). García Ramírez, será el continuador de la expansión cisterciense en Navarra, confirmando la cesión de terrenos y favoreciendo nuevas implantaciones.

Monasterio de Santa María de Fitero
El 25 de octubre de 1140, el rey Alfonso VII y su mujer realizan la donación de los terrenos de lo que será el futuro monasterio a la iglesia de Santa María de Yergas. Del monasterio cisterciense de L'escaledieu, a su vez filial de Morimond, situado al otro lado de los pirineos, saldrán los doce monjes bajo la tutela de su futuro abad, Raimundo. Al llegar al valle del Alhama, se asientan en el lugar conocido como Niencebas. Los antiguos habitantes de Yergas, eremitas y monjes se trasladan a este nuevo asentamiento, del que se tiene documentación de diferentes donaciones en 1141. No será este el asentamiento definitivo, incluso parece que antes de llegar al definitivo Fitero se formo otra comunidad en el lugar conocido como Castellón, aunque es posible que el monasterio definitivo, fuera conocido por los dos nombre, Castellón y Fitero, tal como se recoge en un privilegio de donación, de 1189 por le que Alfonso VIII, confirma al monasterio de Fitero todas las donaciones hechas por su padre al mismo monasterio cuando se llamaba de Castellón.
La polémica sobre si fué o no el primer monasterio cisterciense de la península, es de gran interés para los estudiosos de la orden y de la historia medieval, pero baste decir que existen importantes indicios que indican que fue este monasterio, en disputa con el de Sobrado dos Monxes y Moreruela la primera fundación cisterciense peninsular.
En 1145 el monasterio dirigido por Raimundo, recibe donaciones del rey Navarro García Ramírez, que permitirán la construcción de los futuros monasterios de la Oliva y Veruela. El 1147 se expide una bula de Eugenio III en la que se recoge la protección papal al monasterio de Niencebas y a sus lugares de Fitero, la Oliva y Veruela. En 1141 se produce la consagración de su altar por el obispo de Calahorra, diócesis a la que pertenecía en aquel momento el monasterio. Entre 1147 y 1152, se produce el nuevo traslado al asentamiento definitivo de Fitero, quizas debido a la aridez de la zona inicial y a las mejores condiciones de habitabilidad de la nueva zona. Este traslado se hace bajo la dirección de Raimundo y se tiene constancia de una nueva protección papal en 1152, probablemente motivada por el traslado del monasterio.
A la desaparición de Raimundo, motivada por el traslado de este con parte de la comunidad, a la plaza de Calatrava , en defensa de esta contra el empuje de los almohades, se produce la invasión armada del monasterio por parte del obispo Martín de Tarazona, que se anexiona el monasterio a su diócesis, haciendo que los monjes tengan que huir, refugiándose en Calahorra, lo que comportó, por una parte que Raimundo no pueda regresar a su monasterio y que el obispo Rodrigo de Calahorra escriba una carta al Papa Urbano III, denunciando la usurpación. El obispo de Tarazona nombra el nuevo abad Guillermo, que continuará la expansión del monasterio y permitirá que un nuevo grupo de monjes procedentes de Scala Dei, repueblen el monasterio, formándose la segunda comunidad de Fitero. Raimundo morirá lejos en 1162, en la villa de Ciruelos en Toledo donde permaneció refugiado, sin poder regresar nunca mas al monasterio que reclamó como suyo hasta el momento de su muerte, después de haber fundado la orden de Calatrava que tendrá gran influencia durante la reconquista.
En 1168 como consecuencia de la recuperación de la abadía por el rey castellano Alfonso VIII, se produce una nueva ratificación de los bienes otorgados por su padre Sancho III y su abuelo Alfonso VII.
La iglesia abacial se comienza a edificar hacia 1185, siendo abad Marino (1183-1187) o incluso en el abaciato posterior de Pedro de Quesada (1187-1189) construyéndose en esta primera etapa la cabecera de la iglesia con su girola y los absidiolos y parte del crucero, probablemente por un maestro francés, y en una segunda etapa se construirían las naves que tienen un estilo mas tosco probablemente con un maestro español, correspondiendo esta época a los años de 1214 bajo el abaciato de Gillermo Fuente (1214-1238). En esta segunda fase de construcción tuvo un gran protagonismo el arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Raga, que sufragó de su bolsillo las obras de esta segunda fase de construcción, que permitió consagrar la iglesia en 1247, probablemente terminada, incluidas las bóvedas.
La situación de Fitero en la frontera de los tres reinos cristianos Navarra, Aragón y Castilla, hace que, aunque pertenezca al reino de Castilla durante los siglos XII y XIII, siempre esté sometido a tensiones entre los tres reinos, hasta que definitivamente quedará bajo el reino de Navarra en 1373 tras la sentencia del legado pontificio Guido de Bolonia.
1.- Iglesia, 2.- Sala capitular, 3.- Claustro
 

La vida del monasterio continua, cada vez más ligada al de la villa que comienza a construirse alrededor del monasterio, y que será una fuente de conflictos entre las comunidades civil y religiosa con diferentes etapas incluso con brotes de violencia. Durante el siglo XV, se produce la guerra civil entre agramonteses y beaumonteses, que peleaban por el vecino castillo de Tudejen. Durante el siglo XVI los conflictos con la villa se agudizan al mismo tiempo que se produce la decadencia de la vida monacal. Llegamos al siglo XVIII donde se produce una rápìda expansión de la población de la villa, gracias al trabajo de gremios como los alpargateros y tejedores.
Por último en el siglo XIX, se produce la desamortización, con el abandono y ruina del monasterio, que llegaría a convertirse en fábrica y almacén.
Es de resaltar, que el monasterio está incluido dentro de la villa de Fitero, que ha ocupado parte de las antiguas dependencias del monasterio, utilizando algunas como residencia de ancianos, cine y teatro y bibliotecas y museo. Esto es una excepción en los monasterios masculinos del cister, que normalmente están en sitios aislados y alejados de núcleos urbanos. Es llamativo que cuando se entra en el pueblo no se puede apreciar la existencia del monasterio, hasta que uno se pone a callejear abandonando el automóvil.
Por fin en el otoño de 2017, pude con un grupo de amigos, visitar el claustro y la sala capitular ya restauradas, aunque aun se están realizando trabajos de iluminación.

Iglesia
La Iglesia de Santa María de Fitero, tiene la estructura de basílica de tres naves, con planta de cruz latina con crucero pronunciado y con una cabecera formada por un ábside central rodeado por un deambulatorio, con el que se comunica mediante arcos apuntados, excepto el arco que señala la situación del presbiterio que es de medio punto.
Por tanto estamos ante otra iglesia con girola y deambulatorio, que se repite en diversos monasterios cistercienses, como ya se ha explicado en la introducción y en las distintas páginas, Gradefes, Veruela, Poblet, y que se inspiran en la ampliación de Clairveaux, que se realizó a la muerte de San Bernardo.
Las tres naves centrales constan de seis tramos, siendo la nave central mas alta, alcanzando los 16 metros y ancha 9,25 metros que las laterales, que llegan a los 7,60 metros de altura, están cubiertas por bóvedas de crucería que como ya se ha dicho en la introducción del monasterio, corresponden a la segunda fase de construcción alrededor de 1214. Las naves laterales se comunican con la central a través de arcos de medio punto. En la parte posterior de la nave central se construyó un nuevo coro elevado en época barroca, que ha quitado parte de la iluminación que se conseguía con el óculo situado en la parte superior de la fachada de poniente. Las bóvedas de crucería están perfiladas por arcos fajones apuntados con perfil achaflanado ancho que da una cierta sensación de tosquedad, y que se continúan con capiteles lisos en forma de prisma invertido, con ábacos lisos con una simple nacela de separación del capitel. Los pilares son cruciformes continuando los arcos fajones hasta las basas lisas de la parte inferior Los arcos formeros están formados por el mismo perfil, y se sustentan en ménsulas con el mismo adorno que los capiteles.
Tiene un pronunciado crucero que alcanza los 9,45 metros de anchura y 47,5 metros de largo, a el se abren el ábside central y el deambulatorio que rodea la girola, así como cuatro capillas situadas dos en cada brazo, de forma circular, de marcado gusto románico. Los arcos torales tienen una estructura diferente a los de las naves, estando sostenidos por columnas cilíndricas en grupos de dos, con capiteles en forma de pirámide cónica invertida. En ambos brazos del crucero, en su cara oriental se abren tres ventanales abocinados rematados en arcos de medio punto, uno situado encima de la entrada al deambulatorio y los otros dos uno encima de cada absidiolo, lo que junto a otras dos ventanas y un rosetón situados en cada uno de los extremos norte y sur del crucero, proporcionan una gran iluminación a toda la cabecera.
Cabecera exterior
 

Portada occidental

Nave central desde el presbiterio, Bóveda del crucero, arco triunfal,  presbiterio y girola 

El ábside central de grandes dimensiones es de forma semicircular, y está rodeado por un deambulatorio con el que se comunica a través de siete arcos. El primero, que delimita el presbiterio, esta cerrado por un arco de medio punto, mientras el resto lo hace con arcos apuntados, estando los tres centrales cegados por el actual retablo barroco. Los arcos están sostenidos por columnas cilíndricas rematados por gruesos capiteles, con toscos adornos vegetales, excepto los que delimitan el presbiterio, formados por dos columnillas adosadas, que han sido mutiladas en su parte inferior para poder acomodar dos tumbas de sendos obispos. En la parte superior de la girola se abren igualmente cinco ventanas de las mismas características de las del crucero, así mismo las tres centrales están cubiertas por el retablo. El deambulatorio es amplio y a el se abren cinco capillas siendo la central mas amplia y de decoración mas refinada con hojas piñas y bolas, similares a los de la sala capitular. Los seis arcos que forman el ábside confluyen en la parte superior, siguiendo una distribución muy repetida en otras iglesias, con perfiles en chaflán y se continúan en el muro con capiteles lisos y los cuatro centrales con baquetones que separan las ventanas y terminan en el capitel de las columnas.

Claustro
El actual claustro es el que en el siglo XVI sustituyó al primitivo medieval, del que no queda ni rastro. El comienzo de su construcción se remonta a 1512, cuando el abad Martín Egüés I dona los diezmos y primicias que le correspondían para afrontar el coste de algunas partes de la construcción. Al maestro Luis de Garmendia se le atribuye la construcción. Se comienza la obra por la galería del capítulo que es la mas antigua y en la que se pueden apreciar las armas heráldicas en las ménsulas de esta panda. El estilo es renacentista con bóvedas estrelladas en las zonas mas antiguas y va cambiando hasta la panda norte en la que se parecían bóvedas mas complejas y mas de adornos clasicistas. El sobreclaustro terminado en 16134 construido por la iniciativa del abad Marcos de Villalba y terminado por su sucesor Ignacio de Ibero, es de estilo herreriano aunque con alguna modificación sobre el proyecto inicial de Juan de Nates, arquitecto de origen castellano afincado en Valladolid.
El acceso al claustro se realiza por la primitiva cocina de la que solo persisten los muros perimetrales, probablemente tenía una chimenea central que no se conserva.
No existe en el claustro de Fitero el lavatorio original y en la galería sur podemos encontrar el refectorio completamente modificado por la construcción de la biblioteca en el siglo XVII para lo cual se elimino su bóveda. Su construcción es un espacio rectangular con bóveda de vigas de madera que apoyan en arcos fajones de piedra de amplio tamaño. En el fondo se puede apreciar la huella del púlpito que estaba presente en todos los monasterios de la orden. Ventanales abocinados con arcos de medio punto permiten la iluminación del espacio.

Galería capitular
 

Galería Sur 

Sala capitular
En el centro del ala este del claustro se abre la sala capitular. Como en otros monasterios se trata de una nave cuadrada cubierta por nueve tramos de bóvedas de crucería sostenidas por cuatro columnas centrales de las que parten arcos con adornos trilobulados que terminan en ménsulas integradas en las paredes perimetrales. Las cuatro columnas centrales se apoyan en pedestales octogonales y se adornan con capiteles decorados con motivos vegetales y geométricos de escaso relieve. Corresponde a finales del siglo XII, misma época que la cabecera del templo. En general transmite sensación de tosquedad, sobre todo si la comparamos con la vecina Veruela. Dos ventanales abocinados a ambos lados de la portada, formados por tres columnas con dos arquivoltas, la externa adornada con un perfil en bocel y capiteles de similares adornos al resto coronado por un cimacio adornado con cenefa de ajedrezado jaqués. En la portada el adorno de la arquivolta externa de la portada cambia el bocel por un ajedrezado incompleto pues no llega hasta las columnas que la sustenta. Una sillería de madera recorre todo el perímetro de la sala con el asiento del abad en el centro de la pared posterior. Tres ventanas cegadas con fuerte abocinamiento interior se sitúan en el muro posterior.

Monasterio de Santa María de Iranzu
Estamos ante un monasterio situado en una zona boscosa en el fondo de un valle al que se accede a través de una sinuosa carretera que parte desde la población de Abárzuza, como mandan los cánones cistercienses, aislado y de difícil acceso. La nominación de Iranzu se debe al topónimo en euskera que significa helechal y que fue respetado por los fundadores del monasterio. Sorprendente monasterio por su belleza cisterciense que conserva todo lo mejor de la arquitectura de la orden sin apenas licencias tan propias de las reformas introducidas durante el barroco y renacimiento.
La abadía es filial de Cour Dieu, a su vez filial de Citeaux, siendo la primera filiación de la casa madre en la Península Ibérica.
Se tienen noticias de la existencia del monasterio desde los tiempos de Sancho el Mayor de Navarra en el año 1027 si bien no se unirá a la reforma cisterciense hasta 1176, durante el reinado de Sancho Garcés VI el Sabio, cuando doce monjes de la abadía de La Cour Dieu, bajo la dirección de Nicolas de Artajona, hermano de D. Pedro de Artajona obispo de Pamplona, acuden al lugar con la misión de fundar la comunidad cisterciense. El apoyo del obispo a la comunidad será constante hasta que en 1193 fallece y es enterrado en el monasterio, por lo que es probable que la cabecera de la iglesia estuviera terminada. En 1199 estaba concluida la sala capitular, a tiempo para recibir al hermano y primer abad que fue enterrado en ella. En los primeros años el monasterio recibió numerosas donaciones, creando un rico patrimonio de propiedades que quedó consolidado a mitad del siglo XIII. En el año 1270 se produce la donación en testamento de Teobaldo II de “mil sueldos” para la obra del refectorio, que se construyó bajo los abadiatos de Bernabé Fernando de Pamplona y Fortunio de Anderaz, y del que apenas se conservan restos medievales debido a los dos derrumbamientos ocurridos en el siglo XVII que fue parcialmente reconstruido por el Abad fray Domingo de Astete, y el segundo tras la exclaustración y abandono del edificio, siendo reconstruido en época contemporánea por la institución Príncipe de Viana conservándose parte de los muros laterales y la puerta de acceso.
El comienzo del declive económico del cenobio comienza con la peste negra de 1348, tras la que los diferentes conflictos del reino como la guerra del rey Carlos II el Malo en Francia, la guerra civil de Navarra a mitad del siglo XV, a los que siguió diferentes catástrofes climatológicas, permitieron que la mayor parte del patrimonio del monasterio se perdiera.
En el año 1512 se produce la anexión del reino de Navarra por el de Castilla, de la mano del duque de Alba siguiendo las órdenes de Fernando el Católico, lo que produce un cierto renacimiento económico, pero al mismo tiempo el comienzo de una política de injerencia de la monarquía en los asuntos monásticos, como el nombramiento de abades, en Iranzu fueron siete los abades de nombramiento real: Martín Juárez procedente de Piedra, Domingo de Astete de Valbuena, Plácido del Corral y Luis de Estrada, también de Castilla.
En el siglo XVII se produce la formación de la Congregación Cisterciense de la Corona de Aragón, en contra de las intenciones de Felipe III y Felipe IV que intentaron adscribirlos a la congregación de Castilla, siendo el Papa Urbano VIII el que con la bula Salvatori Nostri Vices consolida esta unión. Esto permitió una época de bonanza y estabilidad en los monasterios navarros, acometiendo nuestra abadía obras de remodelación y ampliación.
Durante el reinado de José Bonaparte en 1809 se dicta la primera exclaustración, en el mes de septiembre se presentan en la abadía un letrado y el vicario Antonio Martínez para hacer inventario, y cargar en carros todo lo que de valor existiera en el monasterio para llevarlo a Estella, obligando a los monjes a vestir ropa de seglar y abandonar el lugar. Los monjes volvieron en 1814 para ser expulsados de nuevo en 1820.
Es el monasterio el último al que se aplicó la desamortización, debido a que la zona estuvo en manos carlistas hasta que los monjes salieron de Iranzu a finales de septiembre de 1839, mes y medio después de la finalización de la primera guerra carlista, siendo el último abad Fausto María Pascual.
Durante 104 años estuvo abandonado hasta que en 1943, cuando los padres Teatinos llegan al lugar iniciando la reconstrucción junto a la Institución Príncipe de Viana y la Diputación Foral de Navarra.

La iglesia
Característica iglesia con planta de cruz latina de tres naves con 55 m de largo, 15,5 m de altura y 17,70 m de anchura, crucero y cabecera con tres capillas. El estilo de la iglesia se ajusta mucho a la primitivo ideal cisterciense, planta bernarda de gran sencillez con la capilla central terminada en cabecera plana con las tres ventanas y el rosetón superior, que aportan mucha luz a la cabecera, el hecho de que ningún retablo cubra esta parte permite apreciarla en toda su belleza.
La cabecera es una de las zonas mas primitivas del monasterio, compuesta por capilla central con tramo recto y fondo plano de tamaño doble a las dos capillas laterales también de forma cuadrada, siendo la del lado del evangelio de menor tamaño que la de la epístola. La capilla central se cubre con dos bóvedas de crucería sostenidas por dos arcos fajones de aristas de baquetones que apoyan en columnas adosadas. Los capiteles tienen adornos vegetales. El cierre oriental se realiza con muro plano interrumpido por tres grandes ventanales rematados por arcos apuntados y con fuerte derrame, coronadas por un rosetón calado. El ábside central estaba terminado en 1193, pues en el lado del evangelio se enterró el obispo de Pamplona, Pedro de Artajona, cofundador del monasterio. Las capillas laterales se abren al crucero con arcos apuntados y doblados y están cubiertas por bóvedas de crucería apoyando los nervios en ménsulas decoradas con hojas, ambas están iluminadas por ventanal abocinado. La capilla de la epístola está dedicada a San Cayetano, mientras la del evangelio a San Andrés Avelino, ambos importantes para la orden Teatina que puebla actualmente el monasterio.
Nave central
 

El crucero de tamaño contenido, se cubre con tres tramos de bóveda sostenidas por arcos torales que apoyan en pilares y ménsulas perfilados por nervios en bocel. La bóveda central está cerrada por un clave hueca por la que pasaban las cuerdas de las campanas del primitivo campanario que se situaba encima. En el muro norte estaba la puerta de los muertos en la actualidad tapiada. En el otro extremo se encuentra la puerta de la sacristía y en este mismo muro vemos tres puertas cegadas una mas lata que daba acceso a las escaleras del dormitorio, la segunda mas baja daba acceso a la primitiva sacristía y la tercera situada en la pared sur de la capilla lateral del lado de la epístola daba acceso a la capilla de Santa Catalina, derruida y sustituida por la actual sacristía construida por el abad Luis Estrada. El crucero se ilumina por dos pequeños rosetones en los muros sur y norte y sendas ventanas estrechos y abocinados en en la parte superior de las capillas laterales.
Las naves están cubiertas por cinco tramos de bóvedas de crucería de nervios con perfil en bocel, que descansan en ménsulas tronco cónicas y poligonales decoradas con sencillos adornos vegetales. Los fajones descansan en columnas adosadas a los pilares interrumpiendo su recorrido en la mitad del pilar como es característico de las iglesias del Cister. Solo el primer arco de la nave apoya en columnas que descienden hasta el suelo. Los arcos formeros son doblados con aristas vivas el superior y boceles en las aristas del inferior, que descansa en ménsulas adosadas al pilar. Los capiteles mantienen los adornos vegetales de toda la iglesia. En las naves laterales los apoyos de los nervios abocelados se sitúan en ménsulas de posición inferior a los de los arcos perpiaños de doble volteo. La iluminación se consigue por ventanales apuntados y abocinados que se sitúan en los muros norte y sur en cada tramo de la nave principal. Las naves laterales solo la de la epístola tiene tres ventanales en la parte sur.
Cabecera
 

La portada occidental se abre con portada abocinada de cuatro arquivoltas con adornos en bocel, descansando sobre columnas acodilladas con capiteles decorados con motivos vegetales. Cubre la puerta una escocia semicircular. En la arquivolta inferior en la parte superior del arco apuntado, vemos un crismón En el lado izquierdo de la portada se aprecian pequeñas saeteras que recorren la fachada de arriba abajo que son iluminación para la escalera de caracol que conduce al campanario que sustituyo al primitivo de madera. En la parte interior de este muro existen un rosetón construido durante la restauración y dos ventanales que quedan tapados por la actual fachada y que permitirían la entrada de luz en la parte posterior de la iglesia.
Portada
 

Claustro
A través de la puerta de los monjes accedemos al claustro desde la iglesia. Estamos ante un claustro de enorme belleza, a pesar de su contención y deliberada sencillez. Como en la mayoría de los monasterios la construcción va evolucionando con los tiempos y comienza por la panda norte que es la mas antigua, de la misma época que la cabecera de la iglesia, finales del siglo XII. Estamos en la característica transición del románico al gótico de los cistercienses. Posterior es la panda este donde se sitúa la sala capitular y que presenta estilo mas evolucionado de gótico puro del siglo XIII hasta gótico avanzado del XIV. La nave oeste es la que presenta más variedad, desde ventanales del XII, dos de gótico primitivo del XIII y otros tres del ya evolucionado del XIV. Por ultimo los ventanales de la panda sur son todos del gótico del XIV. A diferencia de los ventanales, los pilares columnas y arcos mantienen la uniformidad en todo el conjunto. Los pilares son redondos con contrafuertes hacia el patio y rodeados de columnas con capiteles con adornos vegetales y cimacios lisos en nacela. Las naves son de crucería, menos apuntados en la panda norte que en el resto. Los ventanales son bigéminos y de distinta factura dependiendo de las pandas como se ha indicado. En el siglo XVIII se edificó un sobreclaustro que no sobrevivió a la restauración. Llama la atención en el claustro la puerta de los monjes que da acceso a la iglesia y que fue construida en el siglo XVII por el abad real Luis Estrada de estilo manierista al igual que la ventana que sustituyó al armarium y la sacristía todas de la misma época.
La galería norte es la que presenta las formas mas antiguas de transición combinando en los ventanales que dan al patio arcos de medio punto bigeminados con un cierre superior perforado por un rosetón polilobulado y protegido por un arco apuntado propio del gótico, este tipo de arco se extiende a la panda oeste en su comienzo, siendo los dos primeros ventanales de la misma factura.
Galerías
 norte y oeste 

Galerías Este y Sur 

Galerías norte y oeste

Lavatorio 

La galería oriental, o del capítulo que es la mas larga de todas con 39 m, tiene una composición distinta con 8 ventanales con arcos apuntados que contienen tracerías de arcos apuntados polilobulados sosteniendo un rosetón de bella factura, indica que estos ventanales se construyeron ya en el siglo XIV y que debido a su deterioro durante los años de abandono han sido sustituidos.
La panda sur o del refectorio se construyó en la segunda mitad del siglo XIV constituida por cinco ventanales y el lavatorio central. Los ventanales son de cuatro arcos trilobulados rematado por un rosetón de cuatro lóbulos. Esta galería es fruto de la restauración exceptuando la entrada al refectorio y la cocina. El lavatorio de planta hexagonal es de gran belleza, un arco permite la entrada desde el claustro y rodeado de cinco ventanales de arcos trilobulados rematados por un rosetón calado bajo un arco apuntado de descarga. Una gran bóveda sostenida por seis nervios que parten de columnas adosadas en los pilares. En el centro se sitúa la pila y la fuente de agua característica de todos los monasterios del Císter. No se conserva el refectorio y solo la portada que se sitúa enfrente del lavatorio permanece, con sus tres arquivoltas de bocel apuntado, sostenidas por columnas con capiteles adornados con motivos vegetales. Es de destacar la gran cantidad de diferentes especies vegetales que profusamente adornan el claustro, azkarros, berros, robles, construyen un muestrario excelente de las especies que crecen en los bosques que rodean el lugar. El antiguo refectorio se hundió en los siglos XV o XVI y solo se conserva algún vestigio de su primitivo esplendor pues al parecer era de gran tamaño y elaborada arquitectura similar al de Huerta. La cocina que también se abre a esta panda será comentada de manera individual pues lo merece.
Galería oeste o de los conversos, donde se encontraba la cilla del monasterio y desde donde los conversos accedían a la iglesia a través de una puerta sin ningún adorno ni derrame, con un tímpano liso protegido por un arco de descarga. Los siete ventanales que dan al patio, siendo los dos primeros mas antiguos similares a los de la galería norte con arcos de medio punto protegidos por arco apuntado, a continuación otros dos de estilo gótico con columnas mas gruesas y de menor anchura y por ultimo tres ventanales ya del siglo XIV de la misma construcción que los de la panda del capítulo. En el primer pilar encontramos capiteles figurados, uno de cuatro monjes descabezados, otro de arpía y grifo y en el quinto pilar también arpías. La cilla que asoma a esta galería no se puede visitar por no estar acondicionada.
En la decoración general del claustro ya hemos mencionado la profusión de especies vegetales contenidas en los capiteles y hay que mencionar algunas de las claves del claustro que muestran un cristo en en majestad entronado, unas imágenes de corderos y una mano en actitud de bendecir que se repite en varias claves lo que haría pensar en que pudiera ser el emblema del monasterio.

Sala capitular
Conformada por dos naves de tres tramos de bóveda de crucería cada una, con arcos de medio punto. La portada con dos ventanas laterales abocinadas con tres arquivoltas resaltadas con bocel liso, que reposan sobre columnas adosadas cuyos capiteles de adornos vegetales y bolas y basas de tóricas sobre plintos cuadrados. Entre las columnas machones prismáticos con adorno en bocel, sostienen las arquivoltas. La puerta con arco de medio punto con solo un adorno de baquetón en bocel que recorre toda la embocadura desde el claustro.
En la base de la ventana izquierda se puede apreciar una tumba en la que hay grabado y bastón que se remata con una cruz con una mano bendiciendo en el centro, esta mano se repite e lo largo del claustro por lo que se puede deducir que pudo ser el emblema del monasterio, un adorno de hojarasca remata el borde, y mas abajo una banda horizontal de flores de cuatro pétalos y dos remates laterales de puntas de diamante, se trata de la tumba del primer abad de Irantzu Nicolas de París, enterrado en 1199.
La ventana de la derecha tiene en la parte que da hacia la puerta una columna menos, parece que la construcción debió recurrir a esta medida para poder ajustarse a las dimensiones del claustro.
La bóveda de crucería se apoya en ménsulas prismáticas con adornos en nacela en los muros perimetrales y en capiteles que apoyan en fustes en las cuatro esquinas y en dos potentes columnas de fuste liso y capiteles con hojas de agua que dividen las dos naves.
n el muro del fondo encontramos tres vanos, dos puertas a los lados y una ventana abocinada en el centro. Las dos puertas comunicaban con la capilla de Santa Cristina, mientras la ventana debía permitir la iluminación del interior de la sala.


Santa María la Real de la Oliva
La abadía cisterciense del monasterio de Santa María la Real de la Oliva, a veces llamado también de Nuestra Señora de la Oliva, es un gran conjunto de arquitectura monacal románica y destacado ejemplo de arte cisterciense navarro, situada en la localidad de la Navarra meridional de Carcastillo (España) y colindante con la vecina Aragón sobre la cual también ejerció su influencia. 
Como siempre es complicado establecer la fecha de fundación, estamos en una zona frontera entre los reinos de Aragón y Navarra, por lo que siempre se ha situado en zona de conflicto entre ambos reinos. Existe un documento en el que el rey García Ramírez de Navarra hace donación del lugar de la Encisa al monasterio de Scala Dei francés que data de 1134, pero la autenticidad de este documento no se ha podido establecer ni la autenticidad de la fecha ni del documento. Los datos mas fiables de que disponemos en la actualidad datan de 1145, año en el que un documento del mismo rey navarro hace donación del lugar de Oliva al abad Raimundo de Niencebas (como ya hemos visto terminaría siendo de Fitero). Por tanto esta parece la fecha más probable para su fundación.
En 1147 el Papa Eugenio III confirma la donación a Niencebas. Dos años mas tarde, en 1149 es el rey aragonés Ramón Berenguer IV el que emite un nuevo documento confirmando la donación de este lugar ala abadía de Scala Dei, lo que nos indica la conflictividad de la zona y los diversos cambios en las fronteras de estos dos reinos. Ese mismo año tras firmarse la paz entre los dos monarcas, García Ramírez otorga un nuevo documento de confirmación. Todos estos cambios nos pueden indicar que el monasterio no fuera erigido inmediatamente de la donación sino que durante años fueran posesiones y granjas de Niencebas, y que tras establecerse una comunidad de monjes fuera poco a poco su propia estructura monacal. En septiembre de 1150 es el capítulo general del Cister el que acoja bajo su jurisdicción las abadías de La Oliva y Veruela quedando adscritas como filiación de Niencebas. Ese mismo año se produce la donación de García Ramírez de los lugares de Oliva, Castelmunio y Encisa a Bertrando, primer abad de la Oliva. En 1152 el Papa Eugenio III reafirma sus posesiones y la pone bajo su protección. En 1161 el capítulo general de Cister decide poner los monasterios de la Oliva y Veruela bajo al filiación de Scala Dei siendo notificada esta situación mediante documento emitido por el abad de la casa francesa.
La abadía se desarrolla con la protección de reyes y nobles y los privilegios otorgados por los sucesivos Papas, llegando a tener grandes posesiones en Navarra y Aragón, y participando sus abades en las cortes de Navarra. Algunos de los abades llegaron a ser consejeros de reyes como Lope de Gallur que los fue de Carlos II, e incluso uno de ellos, Pedro de Eraso llego a ser regente del reino en ausencia de los monarcas en el siglo XVI. Otros llegaron a ostentar cargos como el obispado de Jaca y Urgel con el abad Luis Aux de Armendáriz, que murió sin poder tomar posesión del cargo de arzobispo de Tarragona.
El siglo XIX acabo con el monasterio a raíz de la desamortización de 1835 cuando el monasterio se disuelve, tras haber sufrido varios abandonos, con la invasión francesa en 1809 y posteriormente en 1821 se produce la exclaustración por el gobierno constitucional, recuperándose la vida monacal en 1823 hasta el cese definitivo de 1835. El monasterio fue abandonado hasta que en 1926 monjes de la comunidad cisterciense de Getafe ocupan de nuevo el monasterio tras firmas un acuerdo con la Diputación Foral de Navarra, recuperando el rango de abadía en 1948 siendo el abad José Olmedo.
Visité el  monasterio en el verano de 2019, quedando con la impresión repetida de la monumentalidad de los edificios y de la austeridad, que en el se desarrolla en toda su intensidad. Grandes espacios, sensación de solidez quizás acentuado por la escasa iluminación que nos deparó el día, y también por la iluminación que se ha realizado artificialmente de la iglesia, que se suma a la austeridad.

La iglesia
La iglesia abacial de la Oliva representa el mas puro estilo cisterciense, de dimensiones grandiosas 74 m de larga por 37 metro del crucero y la mitad 18 metros y medio la altura de la nave central. Estructura de basílica de tres naves, la central más alta. La obra comenzó en estilo románico como atestiguan los dos primeros arcos del crucero y luego se incorporaron los arcos y bóvedas apuntadas. Se comienza a construir en 1164. Los arcos fajones se apoyan en columnas adosadas que continúan hasta la las grandes basas o zócalos donde terminan. Cada arista de la bóveda se apoya en un adorno baquetonado adosado a la columna que lo conduce hasta el zócalo del suelo. La cabecera esta formada por la capilla central y cuatro capillas laterales. La central contiene un amplio presbiterio plano que se cubre con una bóveda de cañón apuntado que solo podemos encontrar en esta zona, termina en un ábside semicircular de cinco tramos con sus correspondientes ventanas abocinadas hacia el interior, adornadas por encima y por debajo por baquetones y con planchas de alabastro que permiten la iluminación del conjunto. Cierra este espacio por arriba una bóveda esférica, recorrida por cuatro nervios cuadrados y planos, que dan una gran sensación de solidez al conjunto. Contiene el ábside un gran arco plano y cuadrado sostenido por dos columnas adosadas semicilíndricas, que bajan hasta el suelo y en cuyo centro confluyen los cuatro nervios de la bóveda. Las cuatro capillas laterales son de similar construcción, tramo cuadrado con bóveda de crucería y en el fondo las ventanas tienen una forma peculiar formada por dos huecos de cuarto de círculo divididos por un parteluz. Las capillas están dedicadas las de la derecha a los fundadores del Cister San Roberto y San Esteban en la primera y a San Bernardo la segunda. En el lado izquierdo San Benito y un conjunto con San Joaquín, Santa Ana y la Virgen niña.
Las naves laterales terminan en la fachada oeste pero están cerradas por una reja que también se extiende a la nave central a la altura del ultimo tramo, dejando por detrás una escalinata y en la nave de la epístola se encuentra una tumba de difícil interpretación por lo erosionada que está y que según la tradición se destinó al rey Sancho VII, que finalmente fue enterrado en Roncesvalles. En el muro occidental de ambas naves se abren dos rosetones de similar factura compuestos por un rosetón polilobulado en el centro de donde nacen 16 columnillas con capiteles de adornos geométricos y vegetales que terminan en arcos de medio punto que al cruzarse forman 16 arcos apuntados. Rodea el rosetón una moldura en bocel.
Toda la decoración de la iglesia se ajusta a la norma cisterciense con gran sencillez que solo se pierde en el primer tramo junto a la salida en la que encontramos capiteles con sirenas y figuras grotescas, el resto de la iglesia solo tiene adornos vegetales y bolas de factura muy sobria.
La portada occidental es la que tiene más profusión de adornos y figuras. La portada está cerrada por la parte superior por un arco apuntado y compuesta por doce arquivoltas adornadas con molduras que están enmarcadas por un adorno festoneado de flores en el interior y con puntas de diamante la exterior, descansan en capiteles de contenido vegetal y se sostienen con seis columnas exentas y otras seis talladas en el muro. Las jambas de las dos puertas tienen sendos capiteles en los que aparecen dos figuras de abades, mientras el parteluz esta adornado con un capitel en que una profusión de pequeñas cabezas humanas en actitud observante.
El tímpano en forma de semicírculo contiene en su parte superior un Agnus Dei que lleva un estandarte con la cruz, rodeado de una moldura circular y en el exterior un crismón con el alfa y omega y la S (principio, fin y salvador), en la parte superior un gallo representa la resurrección y una estrella de ocho puntas que representa la luz. En la parte inferior un dragón y un grifo alado, que representan el triunfo de Cristo descrito por el Apocalipsis. El sol y la luna situados por fuera de la moldura exterior, representación simbólica de la divinidad y la humanidad de cristo. En la parte inferior, a ambos lados del circulo encontramos el pantocrátor rodeado del tetramorfos que representan a los cuatro evangelistas y una representación de la virgen con el niño en brazos y un personaje sentado a su izquierda de mucho menor tamaño que pudiera representar a San José.
En la parte mas alta de la portada vemos un alero especialmente decorado, compuesto por 27 modillones, trece de ellos representan personajes con instrumentos musicales. Una representación de Cristo crucificado que extrañamente no se sitúa en el centro como correspondería, sino desplazado hacia la izquierda, y que lo representa coronado con una diadema bizantina y cuyos brazos son sujetados por ángeles. Podemos ver también caras humanas de cuya boca salen plantas de inspiración inglesa (Green-Man), una anunciación, dos figuras que parecen un fraile y una monja y una rueda de la fortuna.
Por ultimo en la parte superior del alero, encontramos un pasadizo al que se accede desde el extremo sur, donde una escalera interna recorre una excrecencia de la fachada, que permite acceder a el y recorrerlo y sobre el un arco apuntado de cañón corrido que en su día pudo cobijar un rosetón románico similar al de las naves laterales. El actual fue rehecho en 1536 bajo el abadiato de Martín de Rada II. La torre renacentista que culmina la fachada se construyo entre 1636 y 1640 siendo abad Ángel del Águila, junto con las torrecillas de los extremos.


El claustro
El claustro es de estilo gótico, compuesto por cuatro pandas de seis tramos cada una. Las del lado oriental y sur, son de la misma época de mediados del siglo XIV durante el abadiato de Lope de Gallur (1332-1362). Las ventanas del claustro están divididas por tres columnas centrales y dos adosadas al muro, lo que deja cuatro vanos que terminan en la parte superior con arcos lobulados que a su vez sostienen otros tres óculos con cuatro lóbulos los inferiores y con seis el que culmina el espacio y cierra el arco en su parte superior. La galería occidental, tiene otra terminación más compleja con adorno de sol rodado o naciente la que culmina el arco superior de estas ventanas. Por su parte la panda norte es la mas moderna y ya entra en el gótico mas tardío, construido a finales del siglo XV por el abad Pedro de Eraso (1468-1502), en esta podemos ver en las claves centrales el escudo del abad, dos lobos superpuestos a un báculo con cintas.
En la parte externa de la galería sur podemos ver un conjunto de capiteles que comienzan con la imagen de un Green-man de cuya boca salen las hojas que rodean todo el conjunto como un monje vendimiando, seguido de otro monje comiendo un racimo, siguiendo una monja observando la escena y a continuación otra monja se lleva a la boca un grano de uva. Una figura de monje finamente perfilada parece vigilar toda la escena desde el siguiente capitel y la serie termina en otro capitel muy deteriorado que no permite distinguir su contenido.
Por ultimo en el pasillo occidental hay varias puertas que comunicaban con el pasillo de conversos y la celda del cillerero encargado del abastecimiento del monasterio.

Sala capitular
En la panda este del claustro, nos encontramos con la sala capitular. Se mantiene intacta desde su construcción y quizás sea la mas antigua de los monasterios cistercienses peninsulares. La portada compuesta por la propia puerta y cuatro ventanas dos a cada lado. Son cinco arcos de medio punto sostenidos por cinco columnas exentas que forman una planta cruciforme. Llama la atención como se ha resuelto el encaje en el resto del claustro pues los arcos de este, terminan en el centro de la portada, sustentados por una ménsula con un ángel decorando su base, y otros dos que terminan sobre el centro del arco de la ventana exterior de ambos lados, donde encontramos una columna en la que se apoyan y dividen la luz de estas, una ménsula sin adornos los sostienen. En el interior encontramos una planta cuadrada, subdividida en nueve tramos. Cuatro columnas centrales reciben los arcos que proceden de las ocho columnas adosadas a los muros para ofrecer la característica imagen que se repite en todos los monasterios, de palmeras sosteniendo las bóvedas con sus nervaduras. El fondo con dos ventanas abocinadas con arcos de medio punto y cerradas por planchas de alabastro permiten la iluminación de la habitación. En el centro de la pared posterior la silla del abad y un banco corrido con friso de madera, permite el asiento de la comunidad. Toda la sala tiene escaso adorno de formas geométricas en los capiteles siguiendo de manera estricta las indicaciones propias de la orden.    
Vista de la portada de la sala capitular

Interior Sala Capitular 

Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, conocido popularmente como monasterio de las Huelgas, ​ situado en la ciudad de Burgos (Castilla y León, España), es un monasterio de la congregación de monasterios de monjas cistercienses de San Bernardo. Fue fundado en 1187 por el rey Alfonso VIII de Castilla y su esposa Leonor de Plantagenet. ​
Está situado al occidente de la ciudad de Burgos, algo retirado del río Arlanzón, en un terreno llano que antiguamente estaba ocupado por prados y que era conocido como «Las Huelgas», que era la forma en que se denominaba al terreno de cultivo no trabajado y dedicado a pastos. ​ Actualmente, está considerado como BIC (Bien de Interés Cultural) (fue declarado Monumento histórico-artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional mediante decreto de 3 de junio de 1931​).
Existía un pequeño palacio en estos terrenos donde está ubicado el monasterio, del cual se conservan algunos pequeños vestigios. El lugar fue elegido por el rey Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantagenet para levantar un monasterio cisterciense femenino que se fundó en junio de 1187.
Fue la reina Leonor quien puso mayor empeño en conseguir esta fundación con el fin de que las mujeres pudieran alcanzar los mismos niveles de mando y responsabilidad que los hombres, al menos dentro de la vida monástica. Elevaron al papa Clemente III la petición para fundar y consagrar el nuevo monasterio, petición que fue concedida de inmediato. Los reyes donaron cerca de cincuenta lugares cuyas tierras constituyeron desde el principio un importante patrimonio que se multiplicaría con el tiempo. Se conserva la carta fundacional del rey que empieza diciendo:
Yo, Alfonso, por la gracia de Dios, rey de Castilla y Toledo, y mi mujer, la reina doña Leonor…
Cîteaux otorgó a este monasterio el derecho a instituirse como matrem ecclesiam equiparándose así al gran monasterio francés de Fontevrault. En 1199 se convirtió definitivamente en casa madre de los monasterios femeninos de Castilla y de León.
La vida del monasterio dio comienzo con un grupo de monjas que llegaron desde el Monasterio de Santa María de la Caridad de Tulebras (en Navarra), donde existía desde 1157 el primer monasterio cisterciense femenino de la península. Las dos primeras abadesas fueron la infanta de sangre real Misol (o Mariasol) y la infanta Constanza, hija de los reyes fundadores.
La abadesa de Las Huelgas llegó a disfrutar de una autonomía y poder tan elevados que estaba por encima de la curia episcopal, dependiendo directamente del papa. La abadesa, como mujer, no podía confesar, decir una misa, ni predicar, pero era ella quien daba las licencias para que los sacerdotes hicieran estos trabajos. La concesión era dada en nombre de Dios y de la Sede Apostólica. Era dueña de un señorío material y un señorío jurídico. El señorío material estaba compuesto por:
·       54 villas
·       tierras
·       molinos
·       exenciones fiscales de pontazgo, portazgo y montazgo.
El señorío jurídico tenía su propio fuero, cuyas leyes en el tema civil y criminal dirigía y vigilaba la abadesa. Podían nombrar alcaldes y ejercían su jurisdicción sobre un buen número de monasterios cuyas abadesas eran nombradas por la abadesa de Las Huelgas.
Todos los privilegios se mantuvieron intactos a través de los siglos hasta el siglo XIX, en que fueron suprimidos por el papa Pío IX.
Durante la Edad Media, en este monasterio se llevaban a cabo ceremonias tan importantes como las de proclamar a los reyes y armar caballeros. Entre los caballeros armados antes de ser reyes figuran Fernando III el Santo, Eduardo I de Inglaterra, Alfonso XI de Castilla y de León, Pedro I de Castilla (que además nació en la torre defensiva del edificio) y Juan II. Los reyes coronados aquí fueron Alfonso XI y su hijo Enrique II de Trastámara. También tuvo gran importancia como panteón real y de nobles, con magníficos sepulcros, muchos de los cuales fueron profanados durante la Guerra de la Independencia Española.
En la actualidad este monasterio está gobernado por monjas cistercienses. Tiene diez habitaciones preparadas para retiro espiritual de mujeres que lo soliciten. La abadesa actual no tiene mandos ni privilegios especiales civiles ni jurídicos. Tanto ella como la comunidad de monjas dedican su vida a la oración y a atender unas mínimas posesiones.


Arquitectura del monasterio
Es un monasterio amplio y complejo, con aspecto de fortaleza, con dependencias que se fueron añadiendo a lo largo de los siglos, como las viviendas tradicionales de los criados y los clérigos, las casas de la administración y las escuelas. Todo el recinto estuvo amurallado. Se conservan dos puertas: una para el público, que conduce al Compás de Afuera, y otra llamada de Alfonso XI, que conduce al Compás de Adentro; esta parte se utilizó como servicio para las monjas.
Comenzaron las obras a finales del siglo XII y continuaron en el XIII. Existen documentos en que se nombra a un maestro Ricardo que intervino en su construcción. La parte más antigua corresponde al claustro románico conocido con el nombre de las claustrillas, después le sigue en el tiempo la iglesia, de corriente protogótica, y el claustro de San Fernando que es ya de claro estilo gótico, con bóvedas de yeserías mudéjares.
Puede verse por distintos puntos del complejo monástico el emblema heráldico del rey constructor, el castillo, que aparece en la torre, en tímpanos y jambas de las puertas.

Iglesia
El edificio de la iglesia sigue el modelo cisterciense con tres naves alargadas, más la nave del crucero, que en este caso tiene un muro de separación con el resto de la iglesia debido a la condición de clausura. Se aparta de la severidad del cisterciense en lo referente a la ornamentación arquitectónica, con elementos muy particulares que demuestran la influencia francesa, como en las bóvedas angevinas de planta cuadrada achaflanada y en las columnillas voladas sobre repisa. Se cree que la reina Leonor mandó traer desde Angers a alguno de los arquitectos. Este tipo de arquitectura creó escuela en la comarca burgalesa y la imitaron en la cabecera de la catedral de Burgos, en la de la catedral de El Burgo de Osma, en Sasamón y otras.
La fachada septentrional está formada por 19 arcos apuntados, dispuestos de dos en dos entre recios contrafuertes. En la pared del brazo del crucero se abre un rosetón.
En el interior destaca la bóveda angevina del crucero, de planta cuadrada, con ocho arcos formeros, dos diagonales y otros dos en los ejes, que componen la bóveda sexpartita cupuliforme. Las capillas absidiales que están pegadas a la mayor también responden al estilo angevino. Se cree que esta obra se hizo entre 1180 y 1215 con artistas de la reina Leonor, mientras que el resto fue de 1215 a 1220 con los maestros franceses de Fernando III el Santo.
En el presbiterio se contempla el gran retablo del siglo XVIII, obra del arquitecto Policarpo de Lanestosa, el escultor Juan de Pobes y el dorador Pedro Guillén. Adornado con columnas salomónicas, tiene en su parte central la imagen de la Asunción y en el ático el Calvario cobijado en una concha muy adornada con numerosos ángeles músicos. Sobre el muro de la Epístola (muro sur) está el órgano barroco. El púlpito es de hierro forjado y está montado sobre un soporte que le permitía girar de manera que las monjas pudieran escuchar mejor al predicador desde la clausura.
En las naves longitudinales de lo que fue la clausura se encuentran los numerosos sepulcros de infantes y reyes. Alfonso VIII quiso hacer de esta iglesia un panteón real. Se han podido conservar muchos de estos ricos enterramientos y muchos otros se perdieron en expolios, guerras y barbarie.

Los sepulcros
Sepulcro del infante Fernando de la Cerda (1255-1275).

Sarcófago de Alfonso de la Cerda «el Desheredado» (1270-1333). 

Es sabido que uno de los principales motivos que impulsó al rey Alfonso VIII a edificar este monasterio es el de convertirlo en panteón de reyes y que él mismo quiso ser enterrado aquí junto a su mujer. En toda la iglesia pueden verse bastantes sepulcros de la familia real, unos más artísticos y otros más pobremente adornados, pero todos de gran importancia histórica. Estos enterramientos sufrieron un grave expolio durante la época de la ocupación por las tropas francesas de Napoleón en el siglo XIX. Muchos se han podido recuperar, pero el ajuar que se conservaba dentro junto al cadáver está perdido. Únicamente se salvó el de don Fernando de la Cerda, cuyos ropajes intactos se han podido guardar en el Museo de Telas. Los más importantes son:
·       Aquellos que están en el atrio, antes de entrar en la iglesia por la puerta gótica. Son de los siglos XIII y XIV y se cree que contienen enterramientos de caballeros muertos en la Batalla de las Navas de Tolosa.
·       Sepulcro de Enrique I de Castilla, hijo de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet, muerto en Palencia en 1217 a la edad de 13 años, tras haber sufrido una intervención en el cráneo. Se cuenta que le cayó encima una gran teja que le ocasionó una herida mortal. Se encuentra en la nave del Evangelio (nave norte).
·       Sepulcro de don Fernando de la Cerda hijo de Alfonso X el Sabio, heredero al trono, pero murió antes que su padre el rey. Es en piedra policromada, con ornamentación de símbolos heráldicos. Se encontró intacto y sin saquear y pudieron extraerse las mejores piezas de vestidos medievales que se custodian en la actualidad en el Museo de Telas Medievales, ubicado en la antigua cilla o almacén del monasterio.
·       Sepulcro de Leonor de Castilla, reina de Aragón. Es pequeño y muy bien cincelado, de fines del siglo XII, románico.
Sepulcros de los reyes fundadores, en la nave central, de piedra con ornamentación heráldica con los castillos del rey y los tres leones del escudo inglés de la reina. Sus tapas son a doble vertiente. Se apoyan sobre pedestal custodiado por cuatro leones.
·       Sepulcro de Constanza de Castilla, hija de los reyes fundadores y segunda abadesa del monasterio.
·       Sepulcro de Sancho de Castilla, hijo de Fernando III el Santo, que fue arzobispo de Toledo.
·       Sepulcros unidos de Berenguela de Castilla (hija de Fernando III el Santo), con suntuosa decoración, y de Blanca de Portugal, con decoración heráldica en entrelazados mudéjares.
·       Sepultura lisa de María Ana de Austria, fallecida en 1629, hija natural de don Juan de Austria y nieta de Carlos I de España, que fue abadesa de este monasterio. Anteriormente estuvo en el convento de Madrigal de las Altas Torres, donde protagonizó un hecho insólito junto al famoso pastelero de Madrigal, inmortalizado por el escritor español José Zorrilla en su obra Traidor, inconfeso y mártir. 

Las Claustrillas
Llaman así al pequeño claustro antiguo, de planta rectangular, que perteneció al monasterio fundado en 1187. Cuando se creó el otro claustro de San Fernando, las monjas utilizaron este espacio para su propio recreo y meditación. Se cree que el autor de la obra fue el maestro Rodrigo, que dejó otras obras por estas tierras.
Las Claustrillas
 

Cada lado presenta doce arcos que se apoyan sobre columnas pareadas con capiteles alargados, entre románicos y góticos, con ornamentación vegetal muy estilizada. En las esquinas y centro de cada lado se interrumpe la arquería con machones (o pilar), cuyos capiteles están ricamente labrados con temas de castilletes.

Claustro de San Fernando
Fue construido hacia el primer cuarto del siglo XIII. Sus galerías están cubiertas por bóvedas de cañón, reforzadas por arcos fajones que se apoyan en ménsulas de decoración vegetal hacia el interior y lisas hacia el exterior. En algunas zonas se conservan restos de yeserías hispanomusulmanas policromadas con motivos de pavos reales, heráldica, atauriques y lacerías. Cada panda o lado está recorrido por arquerías apuntadas, cuyos arcos están agrupados de tres en tres entre machones. En la panda sur está el refectorio y en la del oeste estaba la cilla o almacén, destinado en la actualidad a Museo de Telas. En el lado Este se encuentra la sala capitular.
Claustro del monasterio Santa María la Real de las Huelgas, Burgos
 

En este claustro pueden admirarse algunas portadas y algunas puertas de madera, sobre todo una de origen musulmán, del siglo XI, procedente de la conquista de Almería. Desde él se accede al otro claustro llamado Las Claustrillas por un pasadizo cuyo techo está decorado con yeserías.

Sala capitular
La sala capitular del claustro de San Fernando tiene su lugar de emplazamiento en la misma disposición que en los monasterios de monjes cistercienses, pero en este caso es especial por su altura y esbeltez que la hace mucho más amplia y luminosa. El piso de arriba, que suele estar ocupado por el dormitorio, se desplaza en este caso al ocupar su espacio la parte alta de esta sala.
Está construida sobre cuatro apoyos centrales que dividen la sala en nueve tramos y nueve perfectas bóvedas. Los apoyos son cuerpos cilíndricos que están rodeados de ocho columnillas exentas y monolíticas. Este núcleo cilíndrico está despiezado por hiladas horizontales monolíticas, demostrando la originalidad constructiva de los maestros franceses que aquí intervinieron. Los nervios de la bóveda arrancan de unos anillos o ménsulas también monolíticos y sin labrar. La bóveda es de crucería, de estilo francés con la particularidad de tener cada plemento de una sola piedra. La puerta de acceso es abocinada, de varios arcos apuntados labrados con dientes de sierra.
En esta sala se exhiben varias piezas de valor histórico y artístico, como el llamado Pendón de las Navas (referido a la batalla de las Navas de Tolosa), aunque en realidad es un trofeo de guerra conquistado a los almohades precisamente por Fernando III tras su conquista de Jaén, Córdoba y Sevilla.
Está decorada además con varios tapices flamencos y en una vitrina se guarda una carta de santa Teresa.


Monasterio de Santa María de San Salvador de Cañas
En 1169, el conde Lope Díaz de Haro, alférez del rey de Castilla Alfonso VIII y su esposa Aldonza Ruiz de Castro donan a la orden del cister la abadía de monjas benedictinas de Hayuela. Sin embargo este asentamiento cercano a Santo domingo de la Calzada, no ofrece a la comunidad el retiro y la tranquilidad deseado por ellas, además de encontrarse en terreno de disputas entre Castilla y Navarra. En 1170 los donantes, ceden a la comunidad unos terrenos en Cañas y en Canillas, para que se trasladen a ellos. Las monjas se instalan en Cañas, una villa situada en el margen del río Tuerto, afluente del Najerilla y que en el año 1000 vio nacer a Santo Domingo de Silos. El conde López de Haro muere al poco tiempo y es enterrado en el monasterio cluniacense de Santa María la Real de Nájera. Un mes después de la muerte de su esposo entra en el monasterio de Cañas doña Aldonza, con cuatro de sus hijas más jóvenes, entre ellas Apolonia de siete años y María Urraca de poco más de un año. Apolonia se casará en 1181 con Fernando II de León y siete años después regresará a Cañas huyendo de Alfonso IX hijo de un matrimonio anterior de su marido. María Urraca se convertirá en la cuarta abadesa de Cañas en 1225, año en el que morirá su madre Aldonza, que había donado sus bienes a la abadía. La primera abadesa es Anderquina (1169-1199), le sucede Toda (1199-1212), que se adhiere a la congregación de las Huelgas Reales formada dos años antes. En 1191 el rey de Navarra, Sancho VI invade la rioja, obligando a la congregación a refugiarse en el vecino monasterio de San Millán de la Cogolla. La tercera abadesa Emerenzana (1212-1225) recibe en el monasterio a Francisco de Asís, que causa una gran impresión en la comunidad, especialmente en la futura abadesa Urraca López de Haro (1225-1262), que al poco tiempo de ser elegida abadesa dona sus bienes a la comunidad. Los bienes se reparten, la mitad para construir un hospicio en el pueblo y la otra mitad para obras en el monasterio. De esta donación salen los ábsides y el crucero de la iglesia. En años posteriores, se beneficia de donaciones de Alfonso X el Sabio. Diez años después de su muerte, el cuerpo de doña Urraca proclamada beata, se coloca en el sepulcro que se puede admirar hoy en la sala capitular del monasterio.
1.- Iglesia, 2.- Claustro, 3.- Sala capitular, 4.- Cilla o museo, 6.-
Sala de reliquias, 7.- Retablo actual 


La iglesia
Quizás una de las iglesias más originales de las que existen en España. Inicialmente pensada como basílica de tres naves, nunca se llego a realizar. La cabecera formada por un ábside muy profundo orientado al este, y dos absidiolos laterales, que desembocan en un crucero, al otro lado de este se sitúan la nave central donde se ha situado el presbiterio y alojado un retablo del siglo XVI, dejando el ábside central completamente al descubierto lo que permite apreciar la belleza de sus líneas y permite una gran iluminación a través de sus ventanales góticos cubiertos por láminas de alabastro. El estilo es gótico y la cabecera está formada por seis arcos convergentes, que forman un semicírculo en la base y convergen en la bóveda, delimitando cada uno un espacio donde se sitúan dos ventanales superpuestos. Se continúa con dos tramos rectos cerrados en el piso bajo y con otros tantos ventanales en el piso superior. Los dos absidiolos laterales contienen capillas, el de la derecha, mirando hacia la zona oriental, contiene una imagen de la Virgen, estando vacía la del otro lado. La nave lateral se terminó en el siglo XVI en tiempos de la Abadesa Leonor de Osorio (1523-1570), que encarga la realización del retablo de la Devoción al escultor Guillén de Holanda y al pintor Andrés de Melgar. El retablo y el presbiterio están en la actualidad a los pies de la iglesia.
Vista de la cabecera de la iglesia desde el crucero

Vista de la bóveda del ábside y los ventanales del piso superior 

Claustro
No quedan vestigios del claustro primitivo pues fue derruido y construido el actual en los siglos XVII y XVIII, solamente se conservan las portadas de acceso desde la iglesia, la sala capitular y la cilla. De estilo neoclásico, muy sencillo con arcos de medio punto abiertos en la planta inferior y en el piso superior se han cerrado los arcos y se han colocado ventanas. Lo más destacable son las portadas de acceso a las diferentes estancias como a la iglesia, a la portería actual a la tienda de regalos y a la cilla que se conservan del antiguo claustro medieval. La portada de acceso a la iglesia es abocinada con cuatro arquivoltas, la tercera con una cenefa de adornos geométricos en ángulos muy repetidos en los monasterios del cister, sostenidas por columnas adosadas y capiteles sencillos, el resto de las puertas son de factura más sencilla.
Pórtico de acceso a la iglesia desde el claustro.
 

Sala capitular
Se trata de una sala muy amplia de dos naves sustentadas por una sola columna central, de la que parten ocho arcos que van a formar las cuatro bóvedas de crucería del techo. La portada es gótica, abocinada con tres arquivoltas con resaltes lineales sustentadas por otras tantas columnillas y conteniendo cenefas de decorado vegetal, formando arcos ojivales. La puerta en el centro y dos ventanales laterales estos últimos cerrados por vidrieras translúcidas adornadas con dibujos geométricos. La portada da paso, mediante tres escalones por los que se desciende, a la amplia estancia. Lo más sorprendente es la gran altura de la habitación y el soporte central de la misma que no es frecuente en las salas capitulares del cister. En la parte más próxima al muro del fondo, se encuentran varios enterramientos de abadesas y en el centro la tumba de doña Urraca, a la que se dedica una página especial. Los arcos de las bóvedas se continúan en columnas que llegan hasta el suelo en las paredes laterales y del fondo y terminan en ménsulas a media altura en la pared de la portada. En la pared del fondo dos ventanas bigeminadas de forma ojival, aportan iluminación a la estancia.

Detalle de la distribución de los ocho arcos que parten de la columna central y de la formación de la bóveda de crucería
 


Monasterio de Santa María de Sacramenia
Iniciamos como siempre la cuestión de la fundación del monasterio, complicada situación en el caso de Sacramenia, tradicionalmente se ha afirmado que se funda en 1141, con una donación de terrenos por Alfonso VII, si bien esta fecha no se sostiene con ninguna documentación fiable. Sí se puede afirmar que en 1144, ya era un monasterio cisterciense gracias a un documento de Alfonso VII en el que hace referencia al monasterio de Santa María y San Juan de Sacramenia, pero este documento que ha llegado a nuestros días mediante copias, precisamente establece la duda pues en una copia hace referencia a que el monasterio seguía la regla de san Benito, mientras en otra copia hace referencia a que el monasterio pertenecía a la orden de San Benito, con lo que la interpretación sería la de un monasterio benedictino. Precisamente esta advocación de San Juan ha hecho pensar que podría tratarse de un monasterio anterior y que se afiliara al cister en estos años, aunque esto es mas una especulación sin base cierta. Existe una bula de Inocencio III en la que el Papa deja bien claro la pertenencia a la orden Cisterciense del monasterio, pero esta es de 1179. También existe un documento del obispo de Osma expedido en 1168, en el que se hace referencia clara a la pertenencia del monasterio a la orden de Cister.
En resumen, no se puede dar una fecha de fundación, y tampoco se puede afirmar que Sacramenia fuera una fundación, con un grupo de monjes del Monasterio francés de Scala Dei, a su vez filial de Morimond, como pretende la tradición. Parece por otra parte que la advocación de San Juan que pudiera ser rechazada al tratarse de un monasterio cisterciense, se debió a la figura de un anacoreta que habitaba en el lugar, que se alimentaba de pan y agua, de donde extrajo su nombre por el que era conocido por la población cercana, Juan Paniagua, y que con fama de santidad fue enterrado a su muerte en el monasterio, lo que hizo popular la denominación de monasterio de San Juan, y que esta denominación de hace incluso por el Papa Alejandro III, que se refiere al monasterio de San Juan de Sacramenia, en unas fechas en las que indudablemente ya era cisterciense, lo que supone una excepción a la rígida norma cisterciense de la advocación mariana de sus monasterios.
Sucesivos monarcas y nobles aumentan el patrimonio del monasterio en años posteriores, como el conde Pedro Manrique en 1172, Alfonso VIII y Fernando II de León en 1183, que le otorga libertad de pastos en todo su reino y liberándolo del pago de portazgo.
El edificio de la iglesia debió iniciarse en los últimos años del siglo XII, alcanzando los primeros del siguiente, bajo el reinado de Alfonso VIII, en esta primera fase se debieron cerrar las naves de manera provisional con techumbre de madera, y no es hasta el siglo XV cuando se cubren las naves con las bóvedas actuales, al incorporarse el monasterio a la Congregación de Castilla en 1485.
Durante el siglo XV sufre problemas a cargo de D. Pedro de Luna, bajo los mandatos de los abades comendatarios García de San Martín y Juan de Aceves.
En 1674, el monasterio sufre un incendio, siendo reconstruido mediante la donación en testamento de D. Alonso de Carden Peralta y Pacheco, caballero de la orden de Santiago, con dos mil ducados. Estas obras supusieron un agrandamiento del monasterio y la terminación del segundo piso del claustro.
Con la desamortización de 1835 termina la existencia de comunidad religiosa y empieza el expolio y ruina del monasterio. Pasando el monasterio a manos de D. Ramón Cano y tras sucesivas sucesiones y ventas el monasterio se convierte en granero, almacén, establos, llegando en progresiva ruina hasta el año 1925, en que se produce el suceso más penoso en la historia de nuestro monasterio.
En el año 1925, un intermediario, adquiere el claustro de Sacramenia por 40.000 $ pagados por le magnate americano William Randolph Hearst, que hizo desmontar el claustro y la sala capitular y embalarlo en cajas para ser trasladado hasta Estado Unidos, donde le millonario esta construyéndose una mansión, en la que el claustro sería el centro de su vivienda. Fue el yerno del propietario Carlos Guitián, Eugenio Colorado quien a la muerte de su suegro llevo a cabo la negociación, con la venta de todo el monasterio excepto la iglesia, que pensaba que pertenecía al estado y que no se incluyó en el contrato. Las cajas con las piedras embaladas se despacharon en ferrocarril hasta Valencia y allí embarcadas a Estados Unidos. Precisamente el hecho de tener que utilizar paja para proteger las piedras tendrá un capital importancia en el desenlace de esta historia, pues el gobierno de EEUU, prohíbe su importación, dada la posibilidad de estar infectada por la fiebre aftosa, entonces muy extendida en España. De esta manera las cajas son interceptadas por el departamento de agricultura americano, estableciendo una cuarentena y obligando a sustituir la paja por viruta de madera y quemando el anterior embalaje. El cargamento quedó inmovilizado durante treinta meses. Hearst debió cambiar su idea inicial para Sacramenia, y posteriormente concibió un nuevo destino para sus piedras, el museo de arte medieval que quería llevar a cabo en la universidad de Berkeley, para lo que contaba con otros siete claustros, cuatro franceses, dos italianos y uno inglés. Este nuevo proyecto no se pudo llevar a cabo debido a la depresión económica del año 1929, impidiendo la realización de los proyectos por motivos económicos. Aún así en 1930 adquirirá y transportará hasta EEUU el monasterio alcarreño de Óvila. El año 1937 marca el ocaso del imperio Hearst, que tiene que proceder a vender sus colecciones de arte.
Las piedras de Sacramenia permanecieron embaladas en unos almacenes en el Bronx durante 25 años, hasta que el 4 de diciembre de 1951, se vendió por 7.000 $, a dos promotores inmobiliarios, que pensaron que estas piedras podrían tener un inmenso atractivo para sus negocios en Miami.
Al desembalar las piezas, comprueban que gran número de ellas han sido trastocadas durante la operación del cambio de mullido, habiéndose perdido la referencia de los embalajes. Fue entonces necesario recurrir a la apertura de todos los embalajes e intentar la reconstrucción mediante los planos no muy detallados realizados por Byne durante su desmontaje, además comprueban que al embalar las piezas, se marcaron con una O las de la panda oriental del claustro y que se había utilizado la misma marca O para la occidental. Por tanto el montaje final es una aproximación a los que debió ser en su día el claustro de Sacramenia.
Finalmente el complejo turístico para el que se había diseñado el claustro fracasó y no terminó de construirse, la construcción fue adquirida por la Diócesis Episcopal del Sur de Florida que instalo su iglesia en el refectorio y mantiene el complejo con el nombre de "The Church of Saint Bernard de Clairvaux”.
En 1931, el conjunto de ruinas en que se había convertido el resto del monasterio, se declara monumento histórico artístico por el gobierno de la república, sin que esto supusiera ningún intento de recuperación del edificio.
En 1973, El Coto y los restos del monasterio, cambian de dueño y los nuevos propietarios, Ignacio Bernar y Virginia Elorza , inician un proceso de recuperación del conjunto, con el apoyo del Ministerio de Cultura y con la Junta de Castilla León. Posteriormente en 1994, Eduardo Sánchez Junco y Mª del Carmen Pérez Villota, adquieren la propiedad, llevando a cabo el proyecto de restauración de la iglesia y la cilla, que culminará en 1998.
Es una grata impresión la que experimenté al visitar la iglesia de Sacramenia, pues el edificio tiene una belleza especial, a la que no hacen justicia las fotografías que había podido ver en algunos sitios de Internet, la iluminación de la iglesia y el cálido color de sus piedras dejan una imborrable impresión en quien contempla su interior. Es una pena que solo se puedan visitar un día entre semana, pues merecería mayores facilidades poder contemplar esta maravilla cisterciense.

La iglesia
Es lo único visitable que queda del monasterio. La iglesia es de grandes dimensiones, construida basándose en el pie segoviano que equivalía a 27,93 cm, tiene 200 pies de longitud en la nave mayor y 100 en el crucero. Tiene la característica estructura basilical de tres naves, la central mas elevada, con forma de cruz latina, con acusado crucero.
La nave central de seis tramos, sostenidos por pilares cruciformes, a los que se adosan columnas que desde el suelo, sostienen los arcos formeros, mientras que los fajones se sustentan por columnas que terminan al nivel del comienzo de las naves laterales en ménsulas de forma cónica sin adornos. Los capiteles de las columnas de los arcos formeros, sorprenden por su fino trabajo, pues aunque mantienen la contención propia del Cister, tienen elaborados adornos vegetales, con flora-piñas, y hojas de helechos, que llaman la atención por su gran tamaño. Uno esta adornado por una malla de tallos entrelazados, y por último los del arco triunfal con hojas de acanto de muy bella factura. Las naves están cerradas por arcos apuntados y bóvedas estrelladas de ligaduras de cinco claves, como corresponde a su época de construcción ya en el siglo XV, que sustituyó al proyecto inicial de bóveda de cañón apuntada, al estilo borgoñón.
La cabecera está formada por un ábside central semicircular, precedido por un tramo recto y que en la actualidad está cubierto por el retablo barroco, que impide ver la terminación de la parte curva. A ambos lados del crucero se abren dos capillas cubiertas por sendos arcos semicirculares que van disminuyendo su tamaño a medida que se alejan de la capilla mayor. El presbiterio situado en la parte recta de la capilla mayor, tiene a su lado derecho un rebaje de arcos polilobulados de fuerte inspiración islámica, posiblemente para guardar objetos rituales.
El crucero de gran tamaño termina en ambos extremos en muros planos, pudiéndose ver adosado al muro norte un retablo barroco procedente de una de las capillas laterales.
En el exterior, lo más llamativo es la terminación de la cabecera, en la que sobresale el ábside central semicircular, pero los otros dos absidiolos laterales están cubiertos por una estructura plana escalonada, que lo hacen diferente de todos los demás monasterios de la orden. La fachada occidental es de construcción sencilla con dos contrafuertes que enmarcan un arco apuntado sin sobresalir del plano del muro, que enmarca un espléndido rosetón de doce radios de preciosa factura. Debajo el pórtico de siete arcos abocinados con alternantes nacelas y boceles, con tres pequeñas columna en cada lado.
En el ábside se pueden ver las tres ventanas enmarcadas por columnas con capiteles variados, hojas de helecho, piñas, bolas, malla y racimos. De la misma forma los canecillos del alero de este ábside están decorados, siempre guardando la contención cisterciense.
Por último hacer mención del coro alto situado a los pies de la iglesia y que cubre sus dos últimos tramos, sostenido por bóvedas estrelladas, que corresponden con su época de construcción finales del siglo XV y primeros del XVI.
Crucero desde el lado norte

Bóvedas estrelladas de la nave principal

Nave central

Rosetón occidental desde el interior 



Capiteles 

Canecillos


Monasterio de Santa María de Huerta
Estamos ante el gran monasterio cisterciense castellano, situado en una zona que fue frontera entre Castilla y Aragón, en un valle regado por el río Jalón. Como siempre complicado establecer la fecha de fundación del monasterio, sobre todo teniendo en cuenta que su primera localización no fue la actual sino que se situó en la villa de Cántavos, actualmente desaparecida.
La fundación del monasterio de Cántavos se debe al monarca Alfonso VII y a D. Miguel Muñoz de Finojosa mayordomo mayor del rey y su mujer Dª Sancha Gómez que fueron los que cedieron una granja para que en ella se asentara, como había dispuesto el monarca, un monasterio cisterciense, encargándose su filiación al monasterio francés de Berdues, a su vez filial de Morimond, que enviará un grupo de doce monjes bajo el mandato de Rodulfo, que será el primer abad del monasterio. Aunque hay muchas posibles fechas de fundación la que parece tener mas consenso y base documental es la que oscila entre 1144 y 1151, ya que de este ultimo año existe documento de donación de la villa de Cántavos por Alfonso VII, para que en ella se asiente un monasterio cisterciense, si bien este documento mas que de fundación parece de confirmación de dicha donación ya que en el se recoge la denominación de "Monasterio de Santa María de Cántavos".
Una vez tomada posesión del terreno, los monjes pudieron comprobar que no era un sitio adecuado, desde el punto de vista de la subsistencia de la comunidad, pues el lugar carecía de una fuente de agua cercana, la insalubridad probablemente acrecentada por esta falta de agua y la falta de fertilidad de la tierra, lo que obligó a buscar un sitio mas propicio por parte de la comunidad. La elección por parte del monarca del sitio de Cántavos obedecía mas a un motivo estratégico, pues este se encontraba cerca de Almazán, población fronteriza, por lo que tener un monasterio en esta zona, reforzaba sus intereses políticos. Los monjes tuvieron que buscar un nuevo emplazamiento que cumpliera con las condiciones que permitieran las condiciones de habitabilidad y manutención de los monjes y al mismo tiempo tuviera una situación estratégica que cumpliera con los deseos del rey.
En un documento fechado en Roma por el Papa Eugenio III, se confirmaban las posesiones del monasterio entre las que se nombra la granja de Huerta, lo que hace pensar que sería propiedad del monasterio desde antes de esa fecha, situada en el valle del río Jalón, a 40 Km de Almazán, y por tanto en la zona de frontera con Aragón, lo que cumplía los deseos del rey. Por tanto la comunidad se traslada a esta nueva ubicación, siendo de nuevo difícil de establecer la fecha de este traslado, siendo la de 1162, la nombrada por la mayoría de los autores, si bien se puede considerar de nuevo que el traslado se realizaría en una franja entre abril de 1158 y el 25 de septiembre de 1164 y que sería el abad Blas el que realizaría el traslado. 
El comienzo de la edificación del monasterio se sitúa entre 1179 y 1184, con donaciones ya de Alfonso VIII, que es el que coloca la primera piedra. El monasterio tiene una primera etapa de formación del coto que comprende entre los años 1144-1169, gracias a las donaciones y exenciones de monarcas y nobles, tanto castellanos como aragoneses, siendo los monarcas castellanos Alfonso VII y Alfonso VIII lo grandes benefactores. Por parte de Aragón Alfonso II beneficiará a la comunidad mediante exenciones de tributos. Una segunda etapa entre 1169 y 1184, en la que existen mas documentos de donaciones de reyes, Alfonso VIII y Alfonso II y nobles, Almalrico duque de Narbona, el conde Pedro de Molina, así como exenciones económicas de la iglesia, Toscelmo y Alderico obispos de Sigüenza, que permitieron la expansión del cenobio, que llega a su mayor expansión bajo el abadiato de Martín, llegando a tener 45 monjes y posesiones en Soria, Zaragoza, Guadalajara y León.
A finales del siglo XII, se produce una importante crisis económica en el monasterio, que pudo provocar el regreso del abad Martín de Finojosa, para resolver la situación, desde su puesto de Obispo de Sigüenza del que dimite en 1192.
En el siglo XIII predominan las donaciones para la fábrica del monasterio, siendo esta etapa la de protagonismo de D. Rodrigo Jimenez de Rada, arzobispo de Toledo y obispo de Osma, que favorece al monasterio, decidiendo su enterramiento en el y cediendo en su testamento su biblioteca y ornamentos.
Los siglos XIV y XV disponen de poca documentación, en la que se recogen alguna bulas papales como la de Bonifacio VIII, que exime de pagar diezmos a sus tierras y un documento de Pablo II que nos hace ver las dificultades que pasaba el monasterio por la usurpación de sus propiedades, siendo en estos siglos cuando el monasterio recibe la protección de los reyes aragoneses, así como sufre las vicisitudes causadas por las guerras entre Castilla y Aragón que contribuyeron al empobrecimiento de campesinos y monasterios sobre todo en las zonas fronterizas.
En el siglo XVI bajo los reinados de Carlos I y Felipe II, se produce un resurgimiento del monasterio, con la realización del sobreclaustro plateresco, la construcción del claustro de la hospedería y se concluye la iglesia.
Así se mantiene el monasterio hasta la exclaustración de 1835, que llevará al abandono y ruina del monasterio, hasta 1930 cuando se recuperará la comunidad de monjes cistercienses que se mantiene hasta la actualidad.
1.- Iglesia, 2.- Claustro medieval, 3.- Claustro de la hospedería, 4.-
Refectorio, 5.- Dormitorio de conversos

Todas las dependencias del monasterio (iglesia, claustro, huerta, panera (silo), bodegas, almacenes, campos de labor, etc.) están rodeadas de un muro con ocho cubos almenados. En el siglo XVI se rehízo la entrada ennobleciendo la puerta en cuyo frontón puede verse una imagen de la Virgen. En 1771 la puerta fue agrandada con un cuerpo superior que presenta otro frontón adornado con la jarra de azucenas, símbolo de pureza relacionado siempre con la Virgen María. La puerta da acceso a un atrio o plaza donde se encuentra a la izquierda la casa curato que en origen fue celda abacial, portería general y mayordomía. Enfrente está la fachada de la iglesia con un gran rosetón cuyos radios son columnillas, y una puerta de arco apuntado con molduras lisas y molduras de dientes de sierra. Los edificios que fueron monasterio propiamente dicho fueron construidos en el siglo XVI y sólo se conserva de finales del XII la cilla, el refectorio de conversos y la iglesia, con algunas modificaciones de otros siglos y reconstruida y recuperada recientemente.

La iglesia
Fue fundada y colocada la primera piedra por Alfonso VIII de Castilla, el 20 de marzo de 1179. A finales del siglo XVIII se hicieron obras y cambios clasicistas. Se empezó a construir por el ábside semicircular. Las obras no se alargaron demasiado en el tiempo, con excepción de los cuatro últimos tramos de las naves, que fueron terminados ya entrado el siglo XIII. Se construyeron bóvedas sencillas y techumbre de madera en la nave central; todo ello fue sustituido en 1632 por bóvedas de lunetos. También fue cambiada la nave central en el siglo XVIII con una cornisa añadida, corrida sobre capiteles y se añadió la reja (una obra de arte de rejería) para aislar la clausura de los tramos destinados a parroquia. No se hicieron cambios en el exterior, donde se puede ver una de las más austeras construcciones de la arquitectura del Císter, con grandes contrafuertes en el doble muro.
Tiene planta de tres naves y crucero con cinco capillas absidiales con arcos apuntados y bóvedas de sencilla crucería. De los cinco ábsides, el del centro es semicircular y los otros cuatro son de planta rectangular, un modelo cisterciense que se siguió también en el monasterio de Santa María de Matallana (Valladolid).
Interior de la iglesia, con el retablo mayor al fondo.
 

Interior
·       La capilla mayor se halla cubierta por un retablo barroco de Félix Malo (de Calatayud), realizado en 1766. A ambos lados del retablo están colocadas unas urnas de mármol de Calatorao, del siglo XVII, con los restos del obispo Jiménez de Rada y del abad Martín de Finojosa. A los lados de la capilla se encuentran los sepulcros de los duques de Medinaceli, de 1632. En los muros del presbiterio hay grandes frescos del siglo XVIII que representan escenas de la batalla de las Navas de Tolosa.
·       En el brazo sur del crucero se pueden ver dos grandes óleos de Alfonso VII y Alfonso VIII, también del siglo XVIII. Hay asimismo dos sepulcros románicos de la familia Finojosa. El crucero da acceso a la capilla ochavada de Nuestra Señora del Destierro, construida entre 1747 y 1750, destinada a relicario. Allí se guarda una imagen románica de la Virgen que según la tradición es la que llevaba en su silla de montar Jiménez de Rada en la batalla de las Navas de Tolosa. Es una obra tosca y desproporcionada, de principios del siglo XIII. Igualmente se guarda el báculo de cobre con cabujones que fue hallado en el sepulcro del abad Martín de Finojosa. Por el brazo norte se pasa a la torre, edificada en el siglo XII, que tiene un chapitel añadido en el XVII. Desde la torre se accede a una dependencia que en el siglo XIII fue sala capitular, con entrada desde el claustro y que en el XVI se transformó en sacristía. Más al norte está la capilla de Profundis a la que se llega desde el claustro. Allí se exponían y velaban los cadáveres de los monjes hasta el momento de ser enterrados. Anteriormente parece ser que era un lugar de trabajo o biblioteca. El coro alto tiene una buena sillería de nogal fabricada en la segunda mitad del siglo XVI.

Refectorio
Estamos ante la gran sorpresa del monasterio, no existe nada comparable e este refectorio en ningún monasterio cisterciense de la península, y no es solo por sus dimensiones sino por su arquitectura gótica de gran estilización y que permite una gran iluminación de la estancia. La impresión que causa cuando visitas este monasterio por primera vez es imborrable y permanece en el recuerdo, de la misma manera que otros grandes monumentos mucho más turísticos y conocidos.
Vayamos a la historia y recordemos como en 1166, es elegido como abad del monasterio fray Martín de Finojosa, que permitirá que su poderosa familia invierta parte de su fortuna en el monasterio. En concreto será Martín Muñoz, sobrino del abad y mayordomo mayor de Enrique II, el que comenzará la obra, hacia 1215 y que será continuada por su hijo Diego Martín de Finojosa a partir de 1223.
La arquitectura del refectorio permite distinguir dos fases de construcción, una primera en la que se elaboran los muros perimetrales hasta la línea de imposta y una segunda que corresponde a las bóvedas y que por una serie de detalles hacen pensar que el plan inicial de construcción se cambió durante el curso de la edificación, además de ser dirigido por dos maestros distintos. Nos fijaremos que las ménsulas, de donde parten los nervios de los arcos fajones, no coinciden con el centro del entrepaño que separa los ventanales del muro inferior, y en el exterior existen algunos contrafuertes que se colocaron en una etapa posterior a la construcción de la parte inferior, y se debieron empotrar posteriormente, como ocurre en la fachada este. En cuanto a la existencia de dos maestros distintos es una creencia consolidada entre los expertos, siendo la parte de las bóvedas dirigida por un maestro probablemente borgoñón o del norte de Francia. Estamos ante una construcción de grandes dimensiones, 9,48 m de anchura por 34,10 m de profundidad y una altura de 15,5 m en las claves. Cuatro tramos de forma rectangular, casi cuadrados de bóvedas sexpartitas, arcos de medio punto en las ojivas y arcos apuntados en perpiaños y arcos de través, todos ellos con adorno de molduras en bocel, excepto la bóveda que forma el final de la estancia en la que une la fachada oriental que es sietepartita por tener un nervio mas que parte del centro del muro.
En el muro sur nos encontramos con el púlpito al que se accede por una escalera incluida en el muro y cuyo vano se mantiene con una hilera de columnas con capiteles sencillos de adornos geométricos. El púlpito por su parte tiene una protección perimetral con adornos vegetales y se sostiene con una columna que apoya en el suelo de la nave.
En la fachada occidental encima de la puerta un rosetón de gran belleza, similar en su factura al que tiene la iglesia proporciona iluminación a la estancia y contribuye a resaltar aún más si cabe la belleza del edificio.

Púlpito
 

Bóvedas sexpartitas 

Los claustros
Desde la nave izquierda de la iglesia se accede, por una puerta que se abrió en el siglo XII, al claustro llamado de los Caballeros; tomó este nombre porque fue lugar de enterramiento de familias de la nobleza y personas ilustres. Es un buen ejemplo de claustro gótico cisterciense.
Vista del claustro gótico/plateresco y de la torre.
 

Desde el claustro bajo de los Caballeros se asciende a la parte superior por una magnífica escalera de honor construida en 1600, que desemboca en el claustro alto, obra renacentista que se empezó a construir en 1533 y se terminó en 1547. Las galerías de este claustro presentan arcos muy rebajados y balaustres y una ornamentación de medallones que dan nombre a cada una de ellas:
·       Galería de Reyes (a partir de Enrique I)
·       Galería de Apóstoles
·       Galería de Adalides (caudillos militares)
·       Galería de Profetas
Por el interior de estas galerías pueden verse en determinados espacios los bustos de algunos monjes del monasterio que se destacaron por su virtud o por alguna otra cuestión.
Desde el claustro alto se accede a la biblioteca del siglo XII. Es un amplio salón decorado al gusto del siglo XVII. Se sabe que guardaba alrededor de 4000 volúmenes, muchos de los cuales se conservan en la biblioteca pública de Soria.
Desde el claustro bajo se puede llegar al otro claustro llamado de la Hospedería, obra de estilo herreriano, construida aproximadamente hacia 1582. Uno de los laterales tenía las estancias destinadas a los peregrinos que iban camino de Santiago.
La sala capitular de este claustro es del siglo XII; se la conocía desde antiguo con el nombre de caballeriza de Alfonso VIII. Los historiadores consideran un error tal denominación a juzgar por su estructura y ornamentación, pero se desconoce su destino. En el ala occidental se encontraban el lagar y el granero.
Ventana

 

EL GÓTICO
Ábsides
El área presbiteral, en las grandes catedrales, era la que primero se erigía por las necesidades religiosas. Esto permite establecer una cierta cronología de la difusión de los elementos góticos y al mismo tiempo aclara por qué ciertas iglesias, como la iglesia de Sant'Eligio Maggiore (1270-?) en Nápoles, por ejemplo, tienen elementos puramente góticos en el presbiterio, mientras que las naves ya parecen pertenecer a un Renacimiento temprano. La sección absidal de las catedrales tiende a hacerse eco sin crítica del gótico francés, sin hacer cambios sustanciales, y a veces también presenta el deambulatorio, un corredor característico del arte sagrado transalpino desde el siglo XIII. Es el caso de la basílica de San Lorenzo Maggiore en Nápoles (1235-siglo XVIII), una construcción propiamente francesa, en la que también se abren amplios ventanales. Estas estructuras a menudo están soportadas por arbotantes o contrafuertes, como en el caso de la Duomo de Enna o de la basílica de San Francesco en Bolonia (1236-1263), a menudo ocultas o aplastadas por el uso de ladrillos o por bandas horizontales que frenan su verticalismo. Diferente es el caso de algunas basílicas que mantienen el ábside curvado en lugar de poligonal, como la catedral de Siena, que a pesar de su cuerpo estructuralmente muy próximo a las catedrales francesas.
Ábside, interior (Santa Maria dello Spasimo, Palermo)
 

Esta última, la catedral de Orvieto, la abadía de San Galgano y muchas otras arquitecturas góticas de Siena prefieren un ábside plano. El ábside semicircular está presente en la iglesia de Santa Maria Assunta (1214-1239) en Randazzo, en la basílica inferior de San Francisco en Asís, en la iglesia de S. Maria di Maniace cerca de la homónima abadía de Bronte, en la Commenda dei Cavalieri di Malta en Piazza Armerina, mientras que la Basílica de San Antonio de Padua| basílica de San Antonio]] en Padua (1232-1310) contempla una curiosa solución que logra hacer externamente el ábside curvilíneo de un gusto gótico —deambulatorio poligonal con las capillas relacionadas— mediante un juego de arcos y paredes que reemplazan las ventanas planas.
Ábside de la iglesia de Sant'Eligio Maggiore en Nápoles
 

Ábside semicircular macizo de la iglesia de Santa Maria Assunta (1214-1239) en Randazzo

Basílica de San Lorenzo Maggiore (1235-siglo XVIII) en Nápoles, ejemplo único de ábside al gusto gótico francés en Italia 

Fachadas
Las fachadas de las catedrales solían ser lo último que se completaba. No es coincidencia que muchos edificios eclesiásticos de considerable tamaño vieran la conclusión de la fachada con considerable retraso —S. Maria del Fiore en Florencia y la catedral de Milán no se completaron hasta el siglo XIX— y con frecuencia manifiestan un cambio continuo de género o gusto. Por lo tanto, hay pocas fachadas originales completas que puedan asociarse con el gótico italiano y que sean particularmente significativas o representativas del género. Dos son los ejemplos más conocidos y elegidos como representativos del estilo, aunque son los únicos casos que tienen un lenguaje arquitectónico similar: las catedrales de Siena y de Orvieto. La fachada de la catedral de Siena es la más antigua de las dos y se combina con un rico repertorio iconográfico. Diseñada su parte basamental por el escultor Giovanni Pisano, quien reconstruyó en formas góticas el piedecruz. El modelo de inspiración compositiva de los portales es quizás la fachada de la catedral de Chartres, en su disposición y en las parecidas alturas. Los tres portales están profundamente separados y decorados en el lanzamiento por columnas retorcidas y finamente talladas. Las arquivoltas están coronadas por coronas decoradas con hojas rampantes. La decoración es de un estilo gótico radiante, como en la catedral de Reims con nichos cuspidados, numerosas estatuas y gárgolas. Pisano trabajó para la catedral hasta que se completó el primer registro de la fachada. Después de numerosos cambios de diseño, la construcción de la fachada superior se confió a Camaino di Crescentino —también fue dicho Giovanni di Cecco en 1376— quien creó una fachada tricúspide sin tener en cuenta las proporciones del registro inferior, casi como si fuera una coronación. En el centro se alza un enorme rosetón, enmarcado por una serie de nichos que contienen los bustos de los antepasados ​​de Cristo. El conjunto está coronado por una imponente cúspide triangular y flanqueado por dos pináculos dos logias finamente cinceladas están flanqueadas por los dos pináculos y también están coronadas por dos cúspides triangulares más pequeñas. Toda la fachada está cerrada lateralmente por dos imponentes contrafuertes finamente decorados con estatuas, nichos, gárgolas y agujas y aligerados por ventanas. La fachada se terminó alrededor de 1310, como atestigua un documento que solicita la creación de un mosaico para la aguja central.
Fachada de la catedral de Siena

Fachada de la catedral de Orvieto 

Alrededor del mismo año, el sienés Lorenzo Maitani (c.1275-1330) comenzó a trabajar en la fachada de la catedral de Orvieto. Creó, tomando como punto de partida la fachada recién terminada de la catedral de Siena, un sistema tricúspide que demostrará ser más unitario. De hecho, los historiadores del arte moderno consideran que la fachada de la catedral de Orvieto es una versión mejorada de la de Siena. Está dividida en tres bandas verticales por cuatro potentes contrafuertes. La zona inferior está dominada por la mole del portal central flanqueado por portales laterales más pequeños. Los tres son cuspidados y la ghimberga del portal central es un triángulo equilátero, mientras que los de los portales laterales son triángulos isósceles. Una sútil logieta recorre casi todo el ancho de la fachada y es interrumpida por los contrafuertes. Un rosetón pequeño pero cincelado domina el registro superior. Está inscrito en un cuadrado formado por quabrilobes que contienen las cabezas de los reyes, que al mismo tiempo está inscrito en otro cuadrado cuyos lados están formados en la parte inferior por la logieta, y lateralmente y en la parte superior por nichos que contienen estatuas. La cúspide central también es un triángulo equilátero. Las cúspides laterales son triángulos equiláteros que coronan cuadrados. Los cuatro contrafuertes terminan en la misma cantidad de agujas cónicas. La peculiaridad decorativa de la fachada radica en el hecho de que está cubierta casi por completo con mosaicos sobre un fondo dorado, casi para hacerse eco de las antiguas tradiciones de mosaicos italianos.
Sin embargo, estas dos soluciones constituyen las únicas excepciones a las fachadas góticas italianas, que, cuando están completas, están ancladas a los estilemas románicos, con la única adición de pilastras en la fachada para soportar su peso. El campanario rara vez se incorpora al resto de la fachada, por lo general desconectado de la iglesia, como en el caso de la iglesia Assunta en Erice o los ejemplos excepcionales del campanile de Giotto de Santa Maria del Fiore y de San Martino de Randazzo, o más a menudo unido al cuerpo de la iglesia como en la basílica de San Francisco de Asís o en la iglesia de los franciscanos en Bolzano, como sucede en las iglesias francesas y alemanas: este es el caso de la basílica de San Andrés de Vercelli o de la catedral de San Lorenzo en Génova, pero también hay soluciones bastante articuladas e innovadoras, como en el caso de la catedral de Palermo, quizás el único caso en el que la fachada principal es la lateral —también gótica, aunque tardía y de gusto catalán— mientras que la entrada a la nave central se fusiona con el tejido urbano mediante grandiosos arbotantes circulares. La fachada parece estar decorada con cornisas singulares que dibujan una fachada en la fachada, imitando los modelos orientales, bien conocidos por los arquitectos venecianos de la iglesia de San Giovanni en Bragora o en el mejor ejemplo del género —un gótico "orientaleggiante"—, es decir, la fachada tardogótica de San Marco. Este gusto, ciertamente influido por las relaciones comerciales con el Imperio bizantino, también fue evidente en la primera fachada de la catedral de Messina, sin embargo reconstruida después del terremoto de la Calabria meridional del 1783, luego del terremoto de 1908 y del bombardeo de 1943. Sin embargo, aparte de los ejemplos antes mencionados y de algunas otras variantes, el modelo principal fue dictado por el gusto románico anterior, con la variación de pequeñas precauciones, como la apertura del rosetón sobre la entrada, el achaflanado del portal, la presencia de contrafuertes en fachada. Un ejemplo válido de este modelo se encuentra en la iglesia de Sant'Anastasia en Verona, en que es perfectamente legible, a diferencia de las iglesias francesas o alemanas, la diferencia de altura de las naves laterales, cubiertas por techos inclinados. Otras variantes son simples resistidas, con ricos portales elaborados y rosetones entrelazados con columnas, como la iglesia de Sant'Agostino di Trapani. Una forma siempre derivada de los modelos románicos es la fachada rectangular, libre de diferencias entre las naves, caracterizada por un portal central extendido y ricamente decorado, un rosetón y bandas horizontales obtenidas con piedras o mármoles de diferentes colores. El ejemplo es seguido por la basílica de Santa Maria di Collemaggio, el duomo y la iglesia de San Giovanni Battista en Atri, el santuario de Santa Maria di Stignano cerca de San Marco in Lamis.

Decoración
En Francia, el género gótico de construcción requería minimizar las paredes para abrir grandes ventanas, dando a las edificaciones una apariencia diáfana. En Italia se renunció a todo ello para no permitir que el edificio perdiera toda su monumentalidad y grandeza. Eso no limitó la posibilidad y el estilo decorativo, que en su lugar conocen diferentes formas de efecto notable, explotando la posibilidad del uso de piedras policromadas: a menudo se prefieren las diferentes vetas del mármol, pero a veces también las calcarenitas, los granitos, el basalto o incluso la piedra de lava. Esta última conoce un uso predominante en las ciudades del Etna, Iglesias como las catedrales de Siena y de Florencia hicieron un amplio uso del mármol policromado, principalmente con bandas horizontales que recorren las paredes. Un uso inteligente de las ventanas las convirtió en un objeto de considerable impacto decorativo, con predominio de biforas y triforas, pero también con ejemplos bastante atrevidos de quadriforas (por ejemplo, en el presbiterio de la catedral de Orvieto) o las poliforas de la catedral de Milán.
Ventana bífora (duomo di Siena)
 

El uso de esculturas en la fachada todavía está mediado por el repertorio románico que también influye en la "parsimonia" decorativa de las fábricas góticas italianas, pero no faltan obras notables del repertorio plástico italiano, que, a partir de las escuelas artísticas meridionales que operan en la corte de Federico II, están inspiradas en los modelos de la estatuaria clásica, alcanzando niveles notables de realismo. En particular, destacó el trabajo de Giovanni Pisano y de su escuela, quienes esculpieron el ciclo de profetas y sibilas en la fachada y los apóstoles en la parte superior de los contrafuertes de la catedral de Siena. Haciéndole eco, la fachada de la catedral de Orvieto también tiene un rico aparato plástico en los cuatro basamentos de los contrafuertes de la fachada, que consiste en relieves que narran las historias del Génesis y terminan en el Juicio Final, obra de Lorenzo Maitani. Las esculturas de bronce y el grupo plástico de la majestad en la luneta del portal central también se atribuyen a Maitani. El repertorio de la catedral de Milán es, sin duda, el más rico, por las razones expresadas repetidamente, y está compuesto por más de 3400 estatuas, incluidos 96 Giganti en la parte superior de los contrafuertes que sostienen las gárgolas que son las estatuas más antiguas de la catedral, además de los de los ricos portales de las dos sacristías y las decoraciones del deambulatorio. Un rico repertorio plástico también está presente en la parte delantera de la catedral de Palermo, mientras que en general la riqueza compositiva escultórica se limitaba casi solo al portal.
En cambio, se le dio un amplio espacio a la pintura. Internamente, de hecho, muchas basílicas estaban decoradas con complejos ciclos de frescos. El más representativo es quizás constituido por el ciclo de la basílica de San Francisco de Asís, creado por los maestros Giotto y Cimabue, entre los más importantes representantes de la pintura italiana de los siglos XIII y XIV. El primero realizó los frescos de las paredes de la nave única con las historias de la vida de San Francisco y el coro, mientras que el segundo hizo los frescos de los brazos del crucero y de la bóveda del presbiterio. Cimabue ya estuvo presente para la realización del área pictórica de la basílica inferior, junto con el grupo de Siena. Las grandes superficies con frescos se pueden reconocer en muchos templos, como en las basílicas de Santa Maria Novella y Santa Croce en Florencia, que adornaron sus capillas con hermosos ciclos pictóricos realizados por los artistas más famosos de la época. La pintura conoce un aire fresco y de novedad gracias a los pintores del centro-norte que comienzan el camino hacia el naturalismo pictórico, mientras que en el sur y en Sicilia se prefiere la elegancia y el refinamiento de la composición bizantina, con pocas variaciones significativas, como por ejemplo, el uso del campo azul en lugar del campo dorado. Entre los ejemplos más significativos está la iglesia de Sant'Andrea en Castiglione o el priorato de Sant'Andrea, no lejos de la Piazza Armerina.
La predilección por la pintura al fresco no permitió un gran desarrollo del arte de las vidrieras, que sin embargo produce ejemplos notables, aunque por maestros extranjeros. Es el caso del ciclo de vidrieras de la basílica de San Francesco de Asis realizado por maestros tedescos. Sin embargo, también hay creaciones locales, como la vidriera de la Catedral de Siena realizada en 1288 por Duccio di Buoninsegna que, habiendo estudiado en Francia, quería importar el sabor del gótico francés a Italia, personalizándolo con aportes de notable elegancia. Otros ciclos conocidos están presentes en la basílica de la Santa Croce en Florencia y en la tardogótica catedral, así como en Orvieto la vidriera de la Redención realizada por Lorenzo Maitani. Otros ciclos vidriados también tuvieron que existir en varias iglesias góticas italianas y tardogóticas, pero a menudo no sobrevivieron a los siglos y los cambios humanos.

Arquitectos
Dada la poca relevancia que en el pasado se le dio al arte gótico (el mismo término gotico proviene del goto e indica un desprecio por un arte considerado bárbaro), a los escasos documentos que se han conservado y también a la falta de firmas en las iglesias, excepto en raras ocasiones, todo hace que a menudo los nombres de los arquitectos de las iglesias góticas italianas hayan caído en el olvido; sin embargo, al menos en algunos casos ha sido posible conocer a varios autores, también bastante conocidos. Durante el siglo XIII, por lo tanto, aparecen los nombres de un tal Marco da Brescia como arquitecto de la basílica de San Francisco en Bolonia, de Giovanni Pisano como autor del piedicruz de la catedral de Siena y de la fachada inferior, del arquitecto Giotto en Florencia para el campanario y en Padua para la capilla de los Scrovegni, en 1310, por lo tanto, Lorenzo Maitani (c.1275-1330) apareció para la fachada de la catedral de Orvieto y Simone del Pozzo para el alto campanile (alcanzó casi cien metros) de la cattedrale di Catania. Más tarde, en Florencia, para la basílica de Santa Croce y para el proyecto inicial de Santa Maria del Fiore, se conoce a Arnolfo di Cambio, mientras que la lista de arquitectos que siguieron para la construcción de la catedral de Milán desde su fundación en 1386. Aparecen en parte transalpinos, pero sobre todo italianos: Simone d'Orsenigo, Nicolas de Bonaventure, Jean Mignot, Jacques Coene, Enrico di Gmünd (que solo actuó brevemente) y Gabriele Stornaloco. En Palermo emerge la figura de Matteo Carnilivari, activo en la capital del reino de Sicilia entre los años 1487-1493 y autor del Palazzo Abbatellis. Antonio di Vincenzo trabajó para la basílica de San Petronio en Bolonia, mientras que algunos autores más tardíos, en pleno Renacimiento, aún realizaron tardíamente gótico. Es el caso de Bernardo Rossellino, arquitecto de la catedral de Pienza: el papa Pío II le pidió al arquitecto, que acababa de regresar de un viaje a Austria, que construyera en Pienza una iglesia como las que había visto en la ciudad alpina. Rossellino construyó una hallenkirche, o una iglesia de estilo gótico alemán, con tres naves de igual altura, deambulatorio y capillas radiales. 


Desarrollo arquitectónico del extremo oriental de las catedrales
Las iglesias medievales más grandes de Francia e Inglaterra, las catedrales y abadías, tienen mucho en común arquitectónicamente, una orientación este-oeste, un énfasis externo en el frente oeste y sus puertas, interiores con arcadas largas, techos altos abovedados y ventanas llenas de vidrieras. . El extremo este del edificio contiene el Santuario y el Altar.
La parte de la catedral que muestra la mayor diversidad y el mayor cambio es el extremo oriental. Este artículo trata sobre la forma en que cambió el extremo oriental en las catedrales inglesas y de Europa occidental desde mediados del siglo XI hasta finales del siglo XIV.
El interior de la Catedral de Coutances, Normandía, Francia
 

El desarrollo del extremo este de la catedral
El desarrollo extendido más temprano del extremo oriental de la catedral es el que se estableció por primera vez en la iglesia de Eduardo el Confesor en Westminster, probablemente tomado de la antigua iglesia de San Martín en Tours; en esta iglesia, que data probablemente del siglo X, se encuentran dos nuevos elementos:
·       El recorrido del pasillo del coro alrededor de un ábside circular para proporcionar un pasillo ocasional alrededor del extremo este de la iglesia.
·       Cinco capillas absidales, que constituyen el germen de la cabecera, que formaron las terminaciones orientales de las catedrales francesas de los siglos XII y XIII.

En Inglaterra 
La catedral de Gloucester (1089) también tenía tres capillas, dos de las cuales, en los lados norte y sur del pasillo, aún permanecen; lo mismo se encuentra en la Catedral de Canterbury (1096-1107) y la Catedral de Norwich (1089-1119), la capilla de popa en los tres casos ha sido derribada para dar paso a la capilla de la Virgen en Gloucester y Norwich, y la capilla de la Trinidad Canterbury.
York Minster mostrando el East End cuadrado típicamente inglés
 

Se dice que el pasillo semicircular existió en la catedral anglo-normanda de Winchester, pero el extremo oriental es cuadrado, se dispusieron dos capillas llenando los extremos norte y sur, y una capilla absidal que se proyecta más allá del muro este. Esta nave procesional semicircular con capillas de cabecera fue el plan favorito en las catedrales anglo-normandas, y se siguió hasta mediados del siglo XII, cuando los constructores ingleses en algunos casos regresaron al extremo este cuadrado en lugar de la terminación absidal semicircular. El ejemplo más antiguo de esto existe en Romsey Abbey (c, 1130), donde la procesional cruza detrás del presbiterio, hay capillas absidales orientales en el eje del pasillo del presbiterio y una capilla central rectangular más allá.
Un arreglo similar se encuentra en la Catedral de Hereford, y existe en Winchester, Salisbury, Durham, Albans, Exeter, Ely, Wells y la Catedral de Peterborough, excepto que en esos casos (excepto Wells) las capillas orientales son cuadradas; en la Catedral de Wells, la capilla más al este (la Lady Chapel) tiene una terminación poligonal; en la catedral de Durham, las capillas están todas en una línea, constituyendo la capilla de los altares, que probablemente fue tomada prestada del extremo oriental de Fountains Abbey.
En algunos de los diseños anteriores, el diseño original se ha transformado en reconstrucción; así, en las catedrales de Albans, Durham, York y Exeter, no había deambulatorio sino tres ábsides paralelos, en algunos casos rectangulares en el exterior. En Southwell, Rochester y Ely, no había un camino procesional ni un deambulatorio al final; en Carlisle no hay capillas orientales; y en Oxford solo un ábside central.

Cabeceras
El ejemplo más antiguo de cabecera se encuentra probablemente en la iglesia de San Martín en Tours; esto fue seguido por otras en Tournus, Clermont-Ferrand, Auxerre, Chartres, Le Mans y otras iglesias construidas durante el gran período de construcción de iglesias del siglo XI. En algunos casos utilizaron los cimientos antiguos, como en Chartres, Coutances y catedrales de Auxerre. En otros, como en Le Mans, ampliaron la terminación oriental, de la misma manera que en muchos de los primeros ejemplos en Inglaterra, excepto con esta importante diferencia: cuando el extremo este absidal se abandonó a mediados del siglo XII a favor del extremo este cuadrado en Inglaterra, los franceses lo desarrollaron duplicando los pasillos del coro y aumentando el número de capillas adicionales.
Así lo demuestra el número de capillas absidales en varias iglesias:
  •  Tres: Canterbury, Norwich y Gloucester;
  •    Cinco: Noyon (1150), Soissons (1190), Reims (1212), Tours, Seez, Bayeux (1230), Clermont (1275), Senlis, Limoges, Albi y Narbonne;
  • Siete: Amiens, Le Mans y Beauvais;
  • Nueve: Chartres.
Los pasillos dobles alrededor del coro, de los que no hay ejemplos en Inglaterra, se encuentran en las catedrales de París, Bourges y Le Mans. La catedral de Sens (1144-1168) posee una característica que es casi única: las columnas acopladas de los tramos alternos de nave y coro y del ábside. Estos fueron introducidos en la capilla de la Trinidad en la catedral de Canterbury, probablemente a partir de los diseños de Guillermo de Sens, por su sucesor Guillermo el Inglés. El extremo este cuadrado no encontró favor en Francia, con Laon, Poitiers y Dol siendo los únicos ejemplos de catedral. Del arreglo triapsal, que tiene ábsides en la nave y un ábside central, el único ejemplo es el de la catedral de Autun.
Catedral de Bourges
 

En la catedral de Ruán, al este de las naves del crucero, hay capillas absidales, que con las tres capillas en la cabecera forman el número habitual. Se ha hecho referencia a la Catedral de San Pedro en Poitiers como un ejemplo de un extremo este cuadrado, pero se ha llegado a un compromiso mediante la provisión de tres ábsides segmentados, y no hay ventanas en el frente este; la divergencia más notable del diseño habitual se encuentra aquí en ausencia de triforio o triforio, porque la bóveda de los pasillos es casi tan alta como la de la nave, por lo que constituye un ejemplo de lo que en Alemania (donde hay muchos) se llaman Hallenkirchen; la luz que se obtiene a través de las ventanas del pasillo solo le da un efecto lúgubre a la nave.

Sur de Francia
Otra desviación del plano habitual es la encontrada en la Catedral de Albi (1350), en la que no hay naves laterales, ocupando su lugar capillas entre los contrafuertes que debían resistir el empuje de la bóveda de la nave, la más ancha de Francia. La catedral está construida en ladrillo y por fuera tiene el aspecto de una fortaleza. En las catedrales del suroeste de Francia, donde las naves están cubiertas por una serie de cúpulas, como en St. Barthélemy en Saint-Étienne en Cahors, la catedral de Angoulême y St. Front de Périgueux- los inmensos muelles necesarios para llevarlos hicieron necesario prescindir de los pasillos. La catedral de Angulema consta de una nave cubierta con tres cúpulas, un crucero de gran longitud con elevadas torres en los extremos norte y sur, y un coro absidal con cuatro capillas de cabecera. En St. Front de Périgueux (1150), basado en San Marcos en Venecia, el plan consta de nave, crucero y coro, todos de iguales dimensiones, cada uno de ellos, así como el crucero, abovedado con cúpula, mientras originalmente había un simple coro absidal.

España
Las catedrales de España siguen la misma línea que las de Francia. La catedral de Santiago de Compostela es prácticamente una copia de San Sernin en Toulouse, que consta de nave y pasillos, crucero y pasillos, y un coro con cinco capillas; en León hay una cabecera con cinco capillas absidales, y en Toledo un extremo oriental con doble nave alrededor del ábside con originalmente siete capillas absidales pequeñas, dos de ellas reconstruidas en época muy tardía. En León, Barcelona y Toledo el paso procesional del ábside con capillas absidales recuerda la disposición francesa, existiendo una doble nave alrededor de este último, pero en las catedrales de León y Toledo el extremo este está enmascarado. En Ávila y Salamanca (catedral vieja) se adopta la disposición triapsal.

Alemania
El arreglo triapsal también se encuentra en las catedrales góticas alemanas, con una excepción importante, la gigantesca catedral de Colonia, Alemania, der Koelner Dom, que se basó en la de Amiens, sin embargo, la altura comparativa de la primera es tan exagerada que se ha perdido la escala, y externamente tiene la apariencia de un monstruo descuidado.

Otras características
El inmenso desarrollo dado a la rama oriental de las catedrales francesas se obtuvo algunas veces a expensas de la nave, de modo que, a pesar de las dimensiones mucho mayores en comparación con los ejemplos ingleses, en esta última las naves son mucho más largas y constan de más tramos que los de Francia. En una de las catedrales francesas, Bourges, no hay crucero; por otro lado, hay muchos ejemplos en los que esta parte de la iglesia catedral está acentuada por pasillos a cada lado, como en las catedrales de Laon, Soissons, Chartres, Reims, Amiens, Rouen y Clermont. Los pasillos transeptos en Inglaterra se encuentran en las catedrales de Ely, York, Wells y Winchester, en el último que se lleva alrededor del sur, existen altares adicionales en Durham, Las catedrales de Salisbury, Lichfield, Peterborough y Ripon; y en el lado norte solo en la catedral de Hereford.
En el norte de Francia, la catedral de Amiens muestra la disposición de una catedral, con sus naves-arcos, triforio, ventanas de triforio y bóveda, los contrafuertes volantes que se requerían para llevar el empuje de la bóveda a los contrafuertes exteriores que flanqueaban las paredes del pasillo. , y los altos pináculos que los coronaban. En este caso no existía galería triforio, debido a la mayor altura que se da a los pasillos. En Notre Dame de París, el triforio era casi tan alto como los pasillos; en las grandes ciudades esta característica proporcionó mayor espacio para la congregación, especialmente con motivo de grandes fiestas, y se encuentra en las catedrales de Noyon, Laon, Senlis y Soissons, construidas en la última parte del siglo XII; más tarde se omitió, y un estrecho pasaje en el espesor de la pared sólo representaba el triforio.
Catedral de Peterborough mostrando presbiterio redondo y ambulatorio remodelado
 

York Minster mostrando cuadrado East End inglés 

Catedral de Bourges mostrando doble deambulatorio

Catedral de Amiens, siete capillas radiantes forman una cabecera

En la arquitectura eclesiástica occidental, un diagrama de catedral es un plano de planta que muestra las secciones de muros y pilares, dando una idea de los perfiles de sus columnas y nervaduras. Las líneas dobles claras en las paredes perimetrales indican ventanas acristaladas. Las líneas discontinuas muestran las nervaduras del techo abovedado. Por convención, los planos de planta eclesiásticos se muestran en forma de mapa, con el norte en la parte superior y el extremo este litúrgico a la derecha.
Muchas iglesias abaciales tienen planos de planta que son comparables a las catedrales, aunque a veces con más énfasis en el santuario y los espacios del coro que están reservados para la comunidad religiosa. Las iglesias más pequeñas se planean de manera similar, con simplificaciones.

Diseño
Los planos de planta de la catedral están diseñados para proporcionar los ritos litúrgicos de la iglesia. Antes de la legalización del cristianismo por el emperador Constantino, los cristianos adoraban en casas privadas o en lugares secretos. Una vez legalmente capaces de adorar públicamente, las congregaciones locales adaptaron los diseños romanos disponibles a sus necesidades. A diferencia de las religiones romana y griega, donde los sacerdotes realizaban rituales sin participación pública, el culto cristiano involucraba a los creyentes. Por lo tanto, los espacios limitados que se usan típicamente en los templos paganos no eran adecuados para el culto cristiano. Los edificios cívicos romanos se diseñaron para la participación de los ciudadanos de la ciudad, por lo que la Basílica romana se adoptó con fines cristianos. Esto incluía una entrada en un extremo de un espacio cubierto, largo y estrecho, con un estrado elevado en el otro extremo. En el estrado, los funcionarios públicos escucharían casos legales o expondrían algún asunto de interés público. Los cristianos adoptaron el salón largo de la basílica para la liturgia pública de la Misa.

La nave es la parte central de una iglesia, que se extiende desde la entrada principal (normalmente occidental) o la pared trasera, hasta los transeptos, o en una iglesia sin transeptos, hasta el presbiterio. Cuando una iglesia contiene pasillos laterales, como en un edificio tipo basílica, la definición estricta del término "nave" se restringe al pasillo central. En un sentido más amplio y coloquial, la nave incluye todas las áreas disponibles para los adoradores laicos, incluidos los pasillos laterales y los transeptos. De cualquier manera, la nave es distinta del área reservada para el coro y el clero. 
La nave se extiende desde la entrada, que puede tener un vestíbulo separado (el nártex), hasta el presbiterio y puede estar flanqueada por pasillos laterales inferiores  separados de la nave por una arcada. Si los pasillos son altos y de un ancho comparable a la nave central, a veces se dice que la estructura tiene tres naves. Proporciona el acceso central al altar mayor.
El término nave proviene de navis, la palabra latina para barco, un símbolo paleocristiano de la Iglesia en su conjunto, con una posible conexión con el "Barco de San Pedro" o el Arca de Noé. El término también puede haber sido sugerido por la forma de quilla de la bóveda de una iglesia. En muchos países escandinavos y bálticos, un modelo de barco se encuentra comúnmente colgado en la nave de una iglesia,  y en algunos idiomas la misma palabra significa tanto 'nave' como 'barco', como por ejemplo, skib danés, skepp sueco o español. (nave).
La nave de la iglesia de Saint-Sulpice en París
 

Pasillo
En la arquitectura de la iglesia, un pasillo (también conocido como yle o callejón) es más específicamente un pasillo a cada lado de la nave que está separado de la nave por columnatas o arcadas, una fila de pilares o columnas. Ocasionalmente, los pasillos se detienen en los transeptos, pero a menudo los pasillos pueden continuar alrededor del ábside. Los pasillos están así categorizados como Nave-pasillos, transepto-pasillos o coro-pasillos. Un coro semicircular con naves continuas a su alrededor, dando acceso a una serie de capillas, es una cabecera. 
En la arquitectura gótica, los techos de los pasillos son más bajos que los de la nave, lo que permite que la luz ingrese a través de las ventanas del triforio. En la arquitectura románica, sin embargo, los techos tienen alturas aproximadamente iguales, y las del pasillo son solo un poco más bajas que las de la nave. En Alemania, las iglesias donde los techos de los pasillos y la nave tienen la misma altura, como San Esteban, Viena, la Wiesenkirche en Soest, San Martín, Landshut y la Frauenkirche (Iglesia de Nuestra Señora) en Munich se conocen como Hallenkirchen. 
Al discutir el diseño general, los historiadores de la arquitectura incluyen la nave central en el número de pasillos. Por lo tanto el original basílica de San Pedro en Roma, la catedral de Milán, la catedral de Amiens, Notre Dame de París y Catedral de Alexander Nevsky en Sofía  están todos descrito como tener cinco naves, lo que significa que tienen dos pasillos laterales a cada lado de la nave. La catedral de Amberes incluso tiene siete pasillos (tres a cada lado de la nave central). En el Reino Unido, las catedrales generalmente solo tienen un pasillo a cada lado, con la Catedral de Chichester, la Catedral de Elgin y Santa María Magdalena, siendo Taunton las únicas tres excepciones.
Los pasillos de la nave en esta vista en planta de una catedral están sombreados de rosa; los pilares de la sala de juegos son puntos negros

Vista en alzado interior de una catedral gótica, mirando desde la nave, con la arcada nave-pasillo resaltada.

Deambulatorio
El deambulatorio ('lugar para caminar') es el pasaje cubierto alrededor de un claustro o el camino procesional alrededor del extremo este de una catedral o iglesia grande y detrás del altar mayor. El primer deambulatorio fue en Francia en el siglo XI, pero en el siglo XIII se habían introducido en Inglaterra y muchas catedrales inglesas se ampliaron para proporcionar un deambulatorio.
La misma característica se encuentra a menudo en la arquitectura india y en la arquitectura budista en general, especialmente en períodos más antiguos. La circunvalación ritual o parikrama alrededor de una estupa o imagen de culto es importante en el budismo y el hinduismo. A menudo, todo el edificio se circunvalaba, a menudo muchas veces. La sala de chaitya budista siempre permitió un camino para esto, y el templo de Durga, Aihole (siglo VII u VIII) es un famoso ejemplo hindú.
El término también se utiliza para describir una característica de jardín en los terrenos de una casa de campo. Un ejemplo típico es el que se muestra, que se encuentra en los terrenos de Horton Court en Gloucestershire, Reino Unido. 
La colocación del deambulatorio dentro de una catedral estándar.
 

Ábside
Proviene del griego (apsis apsidós: ‘arco‘, ‘bóveda‘). En un templo, es la parte abovedada semicircular o poligonal (testero) que sobresale en la cabecera. Muy frecuente en el románico y el gótico, es sin embargo la continuación de lo que ya los romanos conocían como éxedra en las basílicas. Por lo dicho, el lector habrá advertido ya que el concepto «ábside» ha sufrido una desviación en su etimología y ahora denota sin reparo tanto la cabecera de base cilíndrica como la de trazado poligonal —por más que en, en honor a la precisión, abogamos por llamar ábside al circular y testero al recto.
El ábside, al igual que otros cuerpos, presenta una cara exterior o trasdós y otra interior o intradós; ambas reciben el nombre de ábside, aun cuando su configuración arquitectónica —ornamental sobre todo— pueda ser muy diferente.
Tanto la cabecera semicircular como la de base rectangular pueden estar acompañadas de otros ábsides más peque­ños (absidiolos), formando, según sea su número, un ábside tri, tetra, penta… -conque o -cónquido (ver triconque). Se habla además de ábside o testero doble o escalonado cuando otro u otros ábsides menores, se­micir­culares o cuadrados, se adhieren al mayor. Aun sin ser lo habitual, en las cabeceras románicas asistimos también a la combinación de testero (poligonal) seguido de ábside (semicircular). En algunas plantas de cruz latina vemos, por último, otros absidiolos integrados en los brazos del transepto.
A veces el semicilindro absidal es precedido por una porción recta —ligeramente sobresalida o bien sin solución de continuidad— que forma unidad con él; lo llamamos «tramo presbiterial».
En todos los casos, la visión más definida y completa del ábside se obtiene desde el exterior del templo, toda vez que la perspectiva de la cabecera desde dentro puede quedar enmascarada.
En la riqueza expresiva de la literatura románica, para designar el ábside central y los absidiolos semiesféricos se utilizan frecuentemente términos como cubo, cilindro, tambor, hemiciclo—o cascarón absidial cuando el intradós del ábside presenta bóveda de horno—, que aun sin ajustarse estrictamente a su significado contribuyen a dotar al concepto de una mayor plasticidad.

Ábside triconque, Santa María la Real de Irache. Ayegui (Navarra).
Siglo XII. 

Arbotante
Un arco arbotante o simplemente arbotante ​es un elemento estructural exterior con forma de medio arco que recoge la presión en el arranque de la bóveda y la transmite a un contrafuerte, o estribo, adosado al muro de una nave lateral. Es un elemento constructivo distintivo de la arquitectura gótica, junto con el arco apuntado y la bóveda de crucería.
Como arco exterior de descarga suele estar en posición inclinada; es, por tanto, un arco rampante o arco por tranquil, ya que tiene los arranques a distinta altura. El arbotante forma parte de la estructura gótica, pero solo se aprecia desde el exterior. La parte inferior se apoya en un estribo, contrafuerte, o botarel; y la parte superior sirve de sostén, generalmente, a una bóveda de crucería. Un pináculo (denominado aguja cuando es muy elevado) corona el estribo, decorándolo, y ayudando con su peso a la estabilidad de la estructura.

Contrafuerte
Refuerzo vertical de obra o sillería, con o sin ornamentación, adosado a los muros exteriores para transmitir a la cimentación las cargas del edificio, en especial los empujes del arco y de la bóveda. Es la gran aportación estructural de la arquitectura románica, que con algunas variantes hallaría continuidad en los estilos posteriores, especialmente en el gótico. No debe equipararse al botarel gótico, que se separa de la fábrica para recibir las tensiones que le transmite el arbotante.
Espolón. Estribo. Machón. Pila. Responsión.
Un contrafuerte y un contrafuerte volador, en su mayoría ocultos, muros de soporte en el Palacio de Westminster
 

Botareles y contrafuertes
En las construcciones románicas, principalmente en iglesias y ermitas, no siempre se tomaron las medidas necesarias de cimentación y de grosor en los muros para contrarrestar debidamente las cargas estructurales de la fábrica. Lo cual motivó que con el tiempo se hiciese necesario reforzar el edificio con suplementos de albañilería adheridos por fuera a las paredes, especialmente si el terreno elegido para la construcción hubiera cedido bajo el peso del inmueble. Y así nacieron los contrafuertes: refuerzos verticales de obra o sillería, con o sin ornamentación, adosados a los paramentos exteriores para transmitir por su medio a los cimientos los empujes transversales de la edificación, en especial de los arcos, las bóvedas y las cubiertas.
Estructura de equilibrio en una catedral gótica
 

La experiencia románica, lejos de servir de escarmiento a los alarifes del gótico, los espoleó para solucionar por el mismo método el difícil equilibrio de las soberbias catedrales que querían construir en adelante. Aquellos muros tan elevados, traspasados de vanos que les restaban consistencia, con bóvedas y cimborrios sumamente pesados, no solo necesitaban buenos fundamentos y terreno firme, sino también contrafuertes románicos hacia los que dirigir las cargas que los arcos, ahora apuntados y más resistentes, no pudiesen sin embargo digerir. Pero la adustez, robustez y rudeza de aquellos contrarrestos románicos se compadecían mal con la esbeltez y aérea vistosidad de los nuevos templos. Así que idearon la forma de estilizar su diseño, sin que por ello mermase la firmeza y solidez de su función. Lo que antes había sido un voluminoso y feo machón o estribo se convertía ahora, separándose del muro pero engarzado en él por un aerodinámico arbotante, en un esbelto soporte ornamental, que no solo daba consistencia a toda la ingente fábrica gótica, sino que además la realzaba visualmente. Entraba en escena el botarel: apoyo exento que recibe los empujes estructurales mediante un arbotante. Los contrafuertes, a su vez, siguieron utilizándose en no pocas catedrales góticas, armonizándose con los botareles y los arbotantes con desigual fortuna estética.
La diferencia entre contrafuerte y botarel es, por tanto, clara: aquel se adhiere firmemente al muro, mientras que el botarel se separa de él, pero sigue unido a la fábrica mediante un arbotante. Dicho esto, sabremos si quien nos explica una catedral gótica o una construcción románica se ha pertrechado de los oportunos contrarrestos.
Botareles con doble fila de arbotantes. 
Catedral de León. Siglo XIII. 

Coro
Un coro, también llamado a veces quire,  es el área de una iglesia o catedral que proporciona asientos para el clero y el coro de la iglesia. Está en la parte occidental del presbiterio, entre la nave y el santuario, que alberga el altar y el sagrario de la Iglesia. En las iglesias medievales más grandes contenía sillería del coro, asientos alineados con el costado de la iglesia, en ángulo recto con los asientos para la congregación en la nave. Las iglesias medievales más pequeñas pueden no tener un coro en el sentido arquitectónico en absoluto, y a menudo carecen de iglesias construidas por todas las denominaciones después de la Reforma Protestante, aunque el Renacimiento gótico las revivió como una característica distintiva.
Como término arquitectónico, "coro" sigue siendo distinto de la ubicación real de cualquier coro de canto, estos pueden estar ubicados en varios lugares y, a menudo, cantan desde un coro, a menudo sobre la puerta en el extremo occidental litúrgico.  En las iglesias modernas, el coro puede estar ubicado en el centro detrás del altar o el púlpito. 
El coro posterior o retroquire es un espacio detrás del altar mayor en el coro de una iglesia, en el que puede haber un pequeño altar que se coloca espalda con espalda con el otro. 

Coro bajo de la catedral de Santa María. Sigüenza (Guadalajara). Siglo XVI.
 

La schola suele además interpretar desde el coro las par­tes cantadas de la misa y otras polifonías sacras.
Dispone de sillería, por lo común muy elaborada y aparente, que se reparte de forma escalonada y en hileras por los flancos, mientras el es­pacio cen­tral recibe un facistol, un altar, una imagen, la consola del órgano o un armónium. En la sillería de no pocos coros abaciales y catedralicios, un sitial presidencial destaca sobre los demás por su tamaño y talla. Crosa. Doselete. Estalo. Misericordia.
Por su ubicación el coro puede ser:
·       alto: situado a un nivel superior a los pies del templo, monta generalmente sobre bóveda baída o sofito arquitrabado —que conforman el techo del sotacoro—  y se asoma a la nave mayor a través de balaustrada. La pared del fondo o uno de los laterales puede alojar un órgano. El coro alto de la mayoría de las iglesias se caracteriza a menudo, ya en origen, por no disponer de los elementos y la distribución que se han detallado más arriba, puesto que no nació para la función coral indicada, por lo que su aspecto se reduce en muchos casos a un espacio vacío sin apenas mobiliario.
·       bajo: se encuentra en el centro de la nave mayor mirando hacia la cabecera y cerrando tres de sus lados por mu­ros de cima (2) abierta, que pueden alberga sendos órganos. Ocupa la anchura de la nave en aproxima­damente dos tercios de su longitud. Sus paramentos exterio­res, generalmente muy ornamentados, delimitan un flanco de las crujías laterales. El trascoro mira a los pies de la iglesia y está por lo común ricamente ataviado, dando lugar a un retablo, una capilla u otro tipo de monumento. El lado contrario, el que mira al presbiterio, está cerrado por una gran reja que lo separa del resto de la nave.
·       presbiteral o presbiterial: adosado por lo común a las paredes del presbiterio, suele adoptar la forma de su perímetro, rectangular o semicircular, rodeando el altar mayor.
·       de clausura: propio de los conventos femeninos de estricta clausura. Unas veces se trata de una estancia cerrada aneja al presbiterio, con el que se comunica a través de una gran reja que permite ver el altar; otras veces se sitúa en alto a los pies de la iglesia, e incluso puede haber debajo de él un segundo coro  asentado en planta, ambos enrejados o protegidos con celosías.

Cripta
Una cripta es una cámara de piedra debajo del piso de una iglesia u otro edificio. Por lo general, contiene ataúdes, sarcófagos o reliquias religiosas.
Originalmente, las criptas se encontraban típicamente debajo del ábside principal de una iglesia, como en la Abadía de Saint-Germain en Auxerre, pero más tarde también se ubicaron debajo del presbiterio, las naves y los transeptos. Ocasionalmente, las iglesias se levantaron en alto para acomodar una cripta en el nivel del suelo, como la Iglesia de San Miguel en Hildesheim, Alemania.
La palabra "Cripta" se desarrolló como una forma alternativa del latín "bóveda", ya que se trasladó al latín tardío, y pasó a referirse a las salas rituales que se encuentran debajo de los edificios de la iglesia. También sirvió como una bóveda para almacenar artículos importantes y / o sagrados.
La palabra "Crypta", sin embargo, también es la forma femenina de cripto "oculta". El origen más antiguo conocido de ambos está en el griego antiguo (krupto / krypto), la primera persona singular indicativa del verbo "ocultar, ocultar".
Conocido por primera vez en el período cristiano primitivo, en particular el norte de África en Chlef y Djemila en Argelia, y Bizancio en Saint John Studio en Constantinopla, donde se han construido iglesias cristianas sobre mitrea, el mithraeum a menudo se ha adaptado para servir como cripta.
La famosa cripta de la antigua basílica de San Pedro, en Roma, se desarrolló alrededor del año 600, como un medio para ofrecer a los peregrinos una vista de la tumba de San Pedro, que se encontraba según la moda romana, directamente debajo del altar mayor. La tumba se hizo accesible a través de un pasadizo subterráneo debajo del santuario desde donde los peregrinos podían entrar por una escalera, pasar por la tumba y salir sin interrumpir el servicio de la comunidad clerical en el altar directamente encima.
La cripta visigoda (la Cripta de San Antolín) en la Catedral de Palencia (España), fue construida durante el reinado de Wamba para preservar los restos del mártir San Antonino de Pamiers, un noble visigodo-galo traído de Narbona a la Hispania visigoda en 672 o 673 por el propio Wamba. Estos son los únicos restos de la catedral visigoda de Palencia.
Las criptas se introdujeron en el edificio de la iglesia franca a mediados del siglo VIII, como una característica de su romanización. Su popularidad se extendió luego más ampliamente en Europa occidental bajo Carlomagno. Los ejemplos de este período son más comunes en el Occidente medieval temprano, por ejemplo en Borgoña en Dijon y Tournus.
Después del siglo X, los requisitos medievales tempranos de una cripta se desvanecieron, ya que los funcionarios de la iglesia permitieron que se guardaran reliquias en el nivel principal de la iglesia. En el período gótico, las criptas rara vez se construían, sin embargo, se siguieron construyendo bóvedas funerarias debajo de las iglesias y se las conoce como criptas.
Cripta de la catedral de Worcester

Cripta Saint-Sernin Basílica Toulouse 

Fachada
Una fachada o fachada es en general la parte delantera del exterior de un edificio. Es una palabra prestada de la fachada francesa, que significa "fachada" o "cara".
En arquitectura, la fachada de un edificio suele ser el aspecto más importante desde el punto de vista del diseño, ya que marca la pauta para el resto del edificio. Desde la perspectiva de la ingeniería de un edificio, la fachada también es de gran importancia debido a su impacto en la eficiencia energética. Para la fachada histórica, muchas regulaciones de zonificación locales u otras leyes restringen en gran medida o incluso prohíben su alteración.

Nártex
El nártex es un elemento arquitectónico propio de las basílicas e iglesias paleocristianas y bizantinas que consta de la zona de entrada o vestíbulo, ubicada en el extremo oeste de la nave, frente al altar mayor de la iglesia. Tradicionalmente, el nártex era parte del edificio de la iglesia, pero no se consideraba parte de la iglesia propiamente dicha.
En las primeras iglesias cristianas, el nártex a menudo se dividía en dos partes distintas: un esonarthex (nártex interior) entre el muro oeste y el cuerpo de la iglesia propiamente dicha, separado de la nave y los pasillos por una pared, arcada, columnata, pantalla o riel, y un espacio exterior cerrado, el exonarthex (nártex exterior), un patio frente a la fachada de la iglesia delimitado en todos los lados por una columnata como en la primera Basílica de San Pedro en Roma o en la Basílica de San Ambrosio en Milán. El exonarthex puede haber estado abierto o cerrado con una puerta que conduce al exterior, como en el bizantino. Iglesia de Chora.
Por extensión, el nártex también puede denotar un porche cubierto o entrada a un edificio.
El propósito del nártex era permitir que aquellos que no eran elegibles para ser admitidos en la congregación general (particularmente catecúmenos y penitentes) escucharan y participaran del servicio. El nártex a menudo incluía una pila bautismal para que los niños o adultos pudieran ser bautizados allí antes de ingresar a la nave, y para recordar a otros creyentes sus bautismos mientras se reunían para adorar. Por lo tanto, el nártex es tradicionalmente un lugar de penitencia, y en el cristianismo oriental algunos servicios penitenciales, como las Horas Pequeñas durante la Semana Santa, se celebran allí, en lugar de en el cuerpo principal de la iglesia. En la Iglesia Ortodoxa Rusa Los funerales se celebran tradicionalmente en el nártex.
Las reformas posteriores eliminaron el requisito de excluir de los servicios a las personas que no eran miembros de pleno derecho de la congregación, lo que en algunas tradiciones obviaba el nártex. Sin embargo, los arquitectos de la iglesia continuaron construyendo una habitación antes de la entrada de la nave. Esta sala podría llamarse vestíbulo interior (si es arquitectónicamente parte de la estructura de la nave) o porche (si es una estructura externa distinta). Algunas tradiciones todavía llaman a esta área el nártex, ya que representa el punto de entrada a la iglesia, incluso si todos son admitidos en la nave misma.
En la Iglesia Ortodoxa Oriental, el esonarthex y exonarthex tenían, y todavía tienen, funciones litúrgicas distintas. Por ejemplo, la procesión de la Vigilia Pascual terminará en el exonarthex para la lectura del Evangelio de la Resurrección, mientras que ciertos servicios penitenciales se cantan tradicionalmente en el esonarthex.
En algunos templos ortodoxos orientales, el nártex se denominará trapeza (refectorio), porque en la antigüedad, las mesas se colocaban allí después de la Divina Liturgia para que los fieles comieran una comida común, similar a la fiesta ágape de la iglesia primitiva. A día de hoy, aquí es donde los fieles se llevan a sus cestas en Pascha (Pascua) para el sacerdote para bendecir los alimentos pascuales que luego llevará de regreso a sus hogares para el festivo . Tradicionalmente, el nártex es donde se venderán velas y prosphora para ofrecer durante los Servicios Divinos.
La puerta que va desde el nártex a la nave a veces se conoce como las "puertas reales",  porque en las principales catedrales (catholica) había varios juegos de puertas que conducían a la nave, la central estaba reservada solo para el uso del emperador bizantino. 
Plano de la iglesia de Chora, que muestra el nártex interior y exterior.
 

Los días festivos habrá una procesión hasta el nártex, seguida de oraciones de intercesión, llamadas Litiy.
En Armenia, el estilo local del nártex se conoce como gavit.

Capilla del ábside
Una capilla ábside o capilla absidal es una capilla en la arquitectura tradicional de la iglesia cristiana, que irradia tangencialmente desde uno de los tramos o divisiones del ábside. Se accede generalmente por un pasillo semicircular, o deambulatorio, exterior a los muros o pilares del ábside.
En planta, el tipo normal de capilla tangencial es semicircular; algunos, sin embargo, son pentagonales y otros están compuestos por un pequeño círculo, que sirve como cililhoir, y parte de un gran círculo, como nave; algunos son oblongos con ábsides orientales. En Inglaterra, a veces un deambulatorio conecta los pasillos norte y sur del coro y desde el deambulatorio proyecta una capilla o capillas orientales. La cabecera oriental de la abadía de Westminster, rodeada por cinco capillas absidales, es el único ejemplo completo de esta característica en Inglaterra.
La fuente común de las capillas giratoria y radiante parece haber sido la iglesia de San Martín de Tours, donde originalmente había un coro de dos tramos y un ábside de cinco tramos, rodeado por un solo deambulatorio y cinco capillas radiantes. Los altares, que antes obstaculizaban la nave, ahora podían colocarse en las nuevas capillas radiantes del deambulatorio, que permitían el acceso necesario a ellas.
Cada capilla absidal podía tratarse como un santuario, al que solo podían entrar el oficiante, el sacerdote y sus asistentes, y el deambulatorio servía como nave necesaria para los adoradores. El número habitual de estas capillas radiantes es de tres. Las capillas del ábside se encuentran a menudo en las catedrales de los cimientos benedictinos y ocasionalmente en las de la reforma cluniacense.
St. Martin of Tours, St. Savin y Cluny tienen cinco capillas de coro; Amiens, Beauvais Colonia y Le Mans tienen siete capillas absidales. Ningún deambulatorio con capillas tangenciales tiene más de 900 años. El plan periapsidal de la Abadía de Westminster, iniciado en 1050 por Eduardo el Confesor, anticipó a Cluny en treinta y nueve años, un plan que se reprodujo en Gloucester en 1089 y en Norwich en 1096.
Las capillas radiantes son casi en su totalidad un plan continental y se encuentran con mayor frecuencia en estructuras francesas y góticas. En Inglaterra, la capilla del ábside es muy rara, debido a la terminación generalmente cuadrada de la nave. Las huellas de un tratamiento absidal temprano se encuentran en la Catedral de Canterbury. En las iglesias continentales, la capilla del ábside central era a menudo la capilla de la Señora, que en Inglaterra generalmente se colocaba a un lado.

Crucero
Un crucero (con dos semitranseptos) es una parte transversal de cualquier edificio, que se encuentra a través del cuerpo principal del edificio.  En las iglesias, un crucero es un área colocada en forma transversal a la nave en un edificio cruciforme ("en forma de cruz") dentro de las tradiciones arquitectónicas de la iglesia cristiana románica y gótica. Cada mitad de un crucero se conoce como semitransepto.

El crucero de una iglesia separa la nave del santuario, ábside, coro, cabecera, presbiterio o presbiterio. Los transeptos atraviesan la nave en el crucero, que pertenece igualmente al eje de la nave principal y al crucero. Sobre sus cuatro pilares, el cruce puede soportar una aguja (por ejemplo, la Catedral de Salisbury), una torre central (por ejemplo, la Catedral de Gloucester) o una cúpula de cruce (por ejemplo, la Catedral de San Pablo). Dado que el altar generalmente se encuentra en el extremo este de una iglesia, un crucero se extiende hacia el norte y el sur. Las paredes norte y el extremo sur menudo tienen decorados ventanas de vidrio de color, tales como rosetones, en piedra de tracería.
Ocasionalmente, las basílicas y el planeamiento de la iglesia y la catedral que descendía de ellas se construyeron sin crucero; a veces los transeptos se redujeron a capillas emparejadas. Más a menudo, los transeptos se extendían mucho más allá de los lados del resto del edificio, formando la forma de una cruz. Este diseño se llama planta de cruz latina, y estas extensiones se conocen como los "brazos" del crucero.  Una planta de cruz griega, con las cuatro extensiones de la misma longitud, produce una estructura de planta central.
Cuando las iglesias tienen un solo crucero, como en Pershore Abbey, generalmente hay un desastre histórico, un incendio, una guerra o un problema de financiación que explica la anomalía. En Beauvais sólo se encuentran la cabecera y el crucero; la nave de la catedral nunca se completó después del colapso de la atrevida bóveda alta en 1284. En la Catedral de San Vito, Praga, solo se completaron el coro y parte de un crucero sur hasta una renovada campaña de construcción en el siglo XIX.
La palabra "transepto" se extiende ocasionalmente para referirse a cualquier corredor subsidiario que cruce un corredor principal más grande, como los pasillos transversales o "transeptos" del Crystal Palace, Londres, de vidrio y hierro que se construyó para la Gran Exposición de 1851.
Crucero ciego, sin cúpula ni cimborrio 
Catedral de San Antolín. Palencia. Siglos XIV-XVI.

Cimborrio y cúpula sobre el crucero de la catedral nueva de Salamanca. 1760.

 

 Próximo Capítulo: Capítulo 3-1 Arquitectura Gótica

 

 

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