martes, 6 de mayo de 2025

Capítulo 61-3, Iglesia de Santa Cristina de Lena-Santo Adriano de Tuñón-Iglesia de Santiago de Gobiendes-Iglesia de San Salvador de Priesca

 Época de Ramiro I (842-850)

Pola de Lena
Iglesia de Santa Cristina de Lena
Se encuentra situada en el concejo de lena, dentro de la parroquia de San Lorenzo de Felgueras, en lo alto de una loma que se adentra en el valle del mismo nombre. La iglesia carece de inscripción fundacional o de consagración y su edificación no es recogida por ninguna de las diversas crónicas medievales de la época. Tradicionalmente se la adscribe como inmediatamente posterior al belvedere de Santa María de Naranco. Las analogías estilísticas con el belvedere de Ramiro I son evidentes, aunque se han introducido tanto variaciones constructivas como artísticas, que permiten confirmar que su ejecución obedece a un arquitecto vinculado al taller regio, pero no al propio arquitecto del Naranco.
Su emplazamiento queda enclavado en un entorno geográfico especialmente fecundo en asentamientos castreños y romanos y, en particular, una red de establecimientos religiosos que condicionará el hábitat del concejo de Lena en la Alta Edad Media. Tenemos también una fuente de conocimiento importante de romanización a partir del con junto de topónimos de la comarca. En muchos casos esta toponimia proviene de possesorescuyos nombres pertenecen al universo cultural romano, lo que no supone que sean de tal procedencia, sino que bien pueden tratarse de personas de origen autóctono, a las que, por cuestiones relacionadas con el prestigio social, se les impusieron tales nombres.
Entre los ejemplos aducibles, tenemos Carabanzo (de Carauantius), Mamorana (de Memorius), Tíos (de Teodosius), Xomezana (de Diomedes) y Parana (de Parus)”.P
ero la prudencia debe regir ante la vinculación toponímica o topográfica del entorno con la obra arquitectónica de Santa Cristina.
Próximo a la iglesia de Santa Cristina tenemos el asentamiento romano de Villa Memorana en las cercanías de Vega del Ciego, o la calzada romano-medieval que unía Legio VII y Lucus Asturum cuyo trazado discurría por las proximidades del templo, y que responde a la importante vía de comunicación de La Carisa, vital para unir la meseta con el centro de Asturias. Es decir que apreciamos un pro ceso de romanización en el territorio circundante muy ele vado. Es preciso destacar la ubicación en el interior del concejo de Lena de la iglesia de Santa María de Castiecho (asentada sobre los restos de una fortificación de época romana) la cual queda documentada por una donación efectuada por Alfonso III a la iglesia de Oviedo.
Respecto a las fuentes documentales conservadas, Isa bel Torrente menciona un litigio resuelto en 981, en el cual se hace referencia a una monja de nombre Florentina perteneciente a la comunidad monástica de Santa Eulalia de Lena. En este documento Florentina y otra monja de nombre Gogina confirman el documento en el que se expone la sentencia del pleito: ...auidante domna Florentina in Sancta Eulalia in Lena anouit me ego Florentina comodo iste iudicio... et ego in persona de domna Gogina et mea manu mea confirmo... A su vez en una carta de 988, es mencionada la monja Florentina presidiendo un grupo de monjas (collegio serorum) recluidas en el monasterio de Santa Eulalia de Camellas. En la misma fecha de 988, Florentina y sus monjas reciben, de Ablavel Godesteiz y de su mujer Gunterodo, una villa y la iglesia de los Santos Julián y Basilisa, también en el lugar de Camellas, además de otros bienes situados en otras zonas.
El topónimo Camellas está documentado en el siglo XI apareciendo bajo dominio de la familia condal de los Muñoz. Estos hechos permiten postular, inicialmente como hipótesis, y siguiendo las conclusiones de Isabel Torrente, que la iglesia de Santa Cristina de Lena quedaría dentro del dominio territorial del monasterio de Santa Eulalia de Camellas.
Las primeras descripciones, realizadas con especial precisión, del estado de la iglesia las encontramos en el siglo XVIII. En 1771, la iglesia es reconocida y descrita por el maestro pintor de Oviedo don Francisco Reiter a instancias de don Sebastián Álvaro de Navia, Maestre-escuela Dignidad de la Santa Iglesia Metropolitana de Santiago. Este realiza una sucinta descripción del templo, así como unos dibujos y pinturas. El texto de esta visita es recogido por Ciriaco Miguel Vigil en 1877.
Pocos años más tarde, en 1793, el día 28 de noviembre, Gaspar Melchor de Jovellanos realiza una visita a Santa Cristina de Lena, dibujando unos croquis de su plan ta y alzado exterior, así como detalles de columnas y del cancel. Constituirá el primer documento gráfico que conocemos de la iglesia.
La primera aproximación de carácter científico que se realiza a la Arquitectura de la Monarquía Asturiana, es obra del ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón 1744-Puerto de Vega 1811), quien acuña el término genérico de arte asturiano al conjunto de obras del prerrománico asturiano, en su obra Elogio de don Ventura Rodríguez (1788). Y es precisamente Jovellanos quien nos ha legado el primer documento gráfico sobre Santa Cristina de Lena. Según consta en su Diario de fecha 28 de noviembre de 1793, visita la iglesia de Santa Cristina de Lena y realiza unos dibujos de la misma: una planta, un alzado frontal de la fachada occidental y diversos detalles de cancel y fustes. Es de resaltar, como la única diferencia (salvando la simplificación de detalles arquitectónicos y decorativos introducidos en los dibujos) con el estado actual de la iglesia, la disposición de dos escaleras de acceso a la tribuna y en una ubicación errónea, que quizás obedezca a que la ejecución material de los dibujos haya sido hecha de forma memorística, con posterioridad a la visita.
Con anterioridad a la profunda y decisiva restauración realizada sobre la iglesia en el año 1893, la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Oviedo, creada en el año 1844, realizaría diversas obras de consolidación en el templo el cual se encontraba en un amenazante estado de ruina. La labor de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos estaba presidida por una recuperación historiográfica de la Arquitectura Prerrománica Asturiana durante el Romanticismo; sobre estas pre misas conseguirá finalmente, y tras vencer la indiferencia y la negligencia de la Administración Central del Estado, la restauración del monumento. Así, en 1893 Juan Bautista Lázaro reemprende los trabajos de restauración iniciados ya unos años antes si bien con sucesivas interrupciones.
Su proyecto estaba basado en el trabajo de reconstitución ideal de la bóveda que cubría la nave central de la iglesia llevada a efecto por el arquitecto don Jerónimo de la Gándara, quien lo expondría en la obra Monumentos Arquitectónicos de España, en la monografía dedicada a la iglesia de Santa Cristina de Lena en 1877 y cuya redacción se encontraba a cargo de José Amador de los Ríos. Las láminas realizadas por Jerónimo de la Gándara proponían ya lo que sería el núcleo de la intervención posterior de Velázquez Bosco, es decir, la reconstrucción de la bóveda de cañón, apeada sobre arcos fajones de la nave de Santa Cristina de Lena, propuesta que es corroborada por el pro pio Amador de los Ríos. En su proyecto reconstructivo, con fecha 1 de Junio de 1886 Ricardo Velázquez escribe a este respecto:
“...En cuanto al conjunto del edificio poco es lo que hay que modificar por encontrarse bastante completo para no tener que quitar ni agregar ninguna parte del edificio y el solo punto que podría aparecer discutible sería el de la manera de cubrir la nave central, la cual es evidente que lo estuvo con bóveda de cañón seguido”.

Preciso es destacar que Ricardo Velázquez considera el recurso al sistema de abovedamiento como una característica peculiar en la arquitectura altomedieval asturiana, la cual ya sería indicada por José Caveda y Nava en 1840, el cual se expresaba en los siguientes términos:
“Sin necesidad de otros datos, basten los ya indicados para demostrar cuan desacertados anduvieron los que pre tendían que los templos de la Monarquía Asturiana estaban cubiertos de madera porque se ignoraba entonces el arte de fabricar bóvedas”.
Las conclusiones de Caveda y Nava pretendían rebatir las tesis defendidas por el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón 1744-Puerto de Vega 1811), autor de la primera aproximación científica al arte prerrománico por medio de sus escritos sobre el arte asturiano (término acuñado por él mismo), recogidos en el “Elogio a don Ventura Rodríguez”, obra de 1788. Caveda, pues, corrige la tesis de Jovellanos según la cual los edificios de la Arquitectura Asturiana no habían introducido el sistema arquitectónico de abovedamiento.
El arquitecto Ricardo Velázquez establece, además, una deducción apoyada por los elementos arqueológicos:
“A estos testimonios se agrega el más eficaz por ser el que proporciona el estudio del monumento mismo, el cual proporciona todavía las señales de la existencia de la bóveda así como las ménsulas que sostenían los arcos fajones iguales en un todo a las de la iglesia de Santa María de Naranco”.


La restauración afectó, pues, fundamentalmente, a la reconstrucción de la bóveda que, originariamente, remataría la nave del templo, así como a la reconstrucción de la tribuna y la escalera de acceso y la reposición del pavimento con enlosado en sustitución del original solado prerrománico. También se repusieron sillares descompuestos y según Bautista Lázaro: “La reparación del ángulo suroeste del imafronte y su contrafuerte inmediato, la recomposición del arco de triunfo, la mejora general del asiento del edificio”. Es de suma importancia destacar, además, la incorporación oculta de un marco de hierro en doble T a lo largo de la bóveda, el cual se encuentra enlazado, a su vez, por fuertes barras, con el fin de dotar de resistencia a la propia bóveda de cañón.

En 1934 la iglesia sufre serios desperfectos en sus paramentos externos que son restaurados en 1935 por el arquitecto Alejandro Ferrant: se restaura la bóveda de la nave, así como la correspondiente a la habitación meridional y el vestíbulo de la entrada que fue destruido por la artillería en 1934. Asimismo inicia la reconstrucción del campanario.
En los años cuarenta, el arquitecto don Luis Menéndez Pidal intervendrá igualmente en consolidaciones puntuales, las cuales serán continuadas en posteriores restauraciones llevadas a efecto entre 1966 y 1970. En 1980-81 se acomete una nueva restauración por la arquitecto María del Mar Benito Pallares en la que procede a la consolidación de la bóveda de la nave central, reparación de grietas y fisuras y la construcción de un muro a lo largo de la fachada. En 1988, los arquitectos Cosme Cuenca y Jorge Hevia intervienen en el entorno del templo y en los accesos al mismo facilitando la precisa protección ambiental del monumento.

La estructura de la iglesia difiere del modelo de plan ta basilical de tres naves, común al resto de las iglesias de la Monarquía Asturiana (excepción hecha de la iglesia de Santa María de Bendones con la variante de su nave única). Su planta está configurada por una nave única abovedada y rectangular de 10 m de longitud y 6 m de ancho. A este cuerpo se le han adosado cuatro espacios rectangulares situados de forma simétrica en el centro de cada fachada. Así, el templo presenta al exterior una planta que acusa forma de cruz semejante a la tipología arquitectónica de varias iglesias visigodas, si bien la disposición espacial del templo la aleja radicalmente de este vínculo artístico.
El primero de los cuatro recintos adosados lo constituye un vestíbulo abovedado situado a occidente. Al exterior tiene una puerta de arco de medio punto con dovelaje en piedra que descansa sobre dobles columnas entregas con fuste y capitel liso. Se comunica con el interior por un vano adintelado. En la parte superior del vestíbulo se sitúa la tribuna real; ésta se prolonga hasta el primer tramo abovedado de la nave por medio de un arco semicircular con dovelas de piedra y al cual se asciende por una escalera de piedra adosada al lienzo mural del lado del Evangelio. Las excavaciones realizadas por Sabine Noack-Haley y Lorenzo Arias en la tribuna del templo han permitido descubrir la configuración original de la tribuna regia. Esta tendría dos escaleras de acceso lateral a la misma y dos niveles de altura en el pavimento, correspondiendo el nivel más alto a la parte central de la tribuna.


Triple arquería apoyada sobre columnas de mármol formando una barrera litúrgica o iconostasis 

En la parte inferior del tramo central de tribuna se abre una bóveda de cañón de similares dimensiones a las del vestíbulo, comunicándose, a ambos lados, con dos pequeñas cámaras igualmente abovedadas en cañón y cuya función no está aclarada aún satisfactoriamente. El ingreso a las cámaras se realiza por medio de diminutas puertas rematadas por un arco de medio punto compuesto por dovelas de piedra. El vestíbulo tiene vinculaciones estructurales con el templo de San Miguel de Liño, aunque en este caso el cuerpo se abre al exterior de la iglesia. Igual semejanza se puede observar con la iglesia de Santullano, si bien aquí no existió tribuna. Respecto a la tribuna de Santa Cristina de Lena, conviene mencionar ciertas correlaciones estilísticas. Así en la basílica palatina de San Miguel de Liño, en el Naranco, la tribuna análoga estaba destinada, indudablemente, a servir al rey Ramiro I (842 850) para asistir a las celebraciones litúrgicas. Se repite la misma disposición en San Salvador de Valdediós, basílica palatina de Alfonso III (866-910) consagrada en el año 893. Sin embargo, la organización de los accesos a estas tres tribunas reales presenta variaciones: en San Miguel de Liño, el cuerpo occidental de la iglesia de tres naves, forma una unidad separada, pero también tripartita. La bóveda del vestíbulo soporta la tribuna, mientras que en los compartimentos laterales, suben las escaleras, cambiando de dirección 90º, de manera que circunscriben un espacio que en el piso superior fue convertido en habitación, comunicada sólo con la tribuna. En la basílica de Valdediós, por el contrario, el esquema de la tribuna sobre un espacio abovedado (el vestíbulo) se repite en los compartimentos late rales, donde las bóvedas de unas cámaras más bajas, con entrada en arco de medio punto, soportan unas habitaciones que alcanzan la altura de las naves laterales y cuyo nivel de suelo es inferior al de la tribuna por dos peldaños.
A pesar de esta disposición simétrica, sólo hay una escale ra, ubicada en la nave sur y apoyada en su pared.

En Santa Cristina de Lena, las reducidas dimensiones del edificio de nave única y su composición estrictamente simétrica, tanto en relación al eje longitudinal como al transversal, exigieron que el vestíbulo formase un cuerpo separado delante de la sala, en correspondencia con el único ábside adherido a ella en el lado opuesto. La pequeña habitación situada encima del vestíbulo no hubiera ofrecido suficiente espacio ni solución simétrica a la disposición del presbiterio: elevado en un alto zócalo y accesible por dos escaleras está dentro de la sala, pero separa do de ella por un cierre de tres arcos. En el lado oeste de la sala abovedada se levanta la tribuna, soportada por otras tres bóvedas. Los tres espacios respectivos presentan la misma disposición, como en Valdediós, con unas cámaras laterales bajas y comunicadas con el espacio central abierto por unos pequeños arcos de medio punto. Por otra parte, creemos que las habitaciones laterales tenían, en primer lugar, la función de proporcionar apoyo al piso superior, ya que en el siglo IX, técnicamente hubiera sido imposible construir una bóveda de cañón tan ancha como la nave y achatada al mismo tiempo.
A oriente se abre el cuerpo que configura el santuario del altar. Es atípica la disposición de un sólo ábside en la arquitectura asturiana, que recurre a la cabecera tripartita recta, excepción hecha de Santianes de Pravia. Nos encontramos ante evidentes vínculos con la arquitectura visigoda. Su interior es abovedado en cañón con plementería de piedra toba, con un único arco perpiaño y una pequeña arquería ciega de dos arcos de medio punto adosada a los muros norte y sur. En el testero se abre una ventana ajimezada, trífora, compuesta por cuatro columnillas, de las cuales dos son exentas y las otras adosadas. El fuste es liso de sección circular. El capitel de las dos columnas centrales está dispuesto por hojas y volutas en sus extremos, siendo su collarino liso. Respecto a los capiteles entregos, tienen forma cilíndrica. La ventana carece de arcos y tanto el dintel como el alfeizar lo configuran sendas piezas calcáreas rectangulares con dos líneas seguidas incisas en sus caras frontales. Al exterior del ábside oriental, la cornisa se encuentra configurada por canecillos lisos, disposición que obedece a una reforma bajomedieval y que Bautista Lázaro en su restauración de 1893 dispondría igualmente en las cornisas de las fachadas septentrional y meridional. En la pared sur de éste ábside oriental se abre una ventanita abocinada fruto de una reforma posterior.

Vista interior hacia la tribuna 

Adosados al muro septentrional y al de mediodía se sitúan las otras dos estancias abovedadas. La orientada a septentrión conserva una ventana abierta en su pared norte, labrada en caliza blanca, trífora. Está conformada por tres huecos con arcos peraltados de medio punto, compuestos por dovelas y clave.
Sus respectivos capiteles tienen forma troncopiramidal, sin talla, y con un fino collarino liso. El fuste es de sección circular y la basa igual mente troncocónica. Fue descubierta durante el proceso de restauración de la iglesia por Bautista Lázaro y sometida a una profunda reconstrucción.
Tribuna 

La estancia sur ha sido reconstruida en su casi totalidad con anterioridad al año 1844, pues no es recogida su restauración en la documentación existente después de esa fecha en las actas de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Oviedo constituida en ese año. Puertas con arcos de medio punto y dovelaje en piedra comunican estas habitaciones con la nave de la iglesia. La función de estas habitaciones está sometida a conjeturas, si bien pudieran tener influencias de construcciones visigodas, aparte de conservarse este tipo de espacios en la arquitectura eclesial mozárabe. Su función se encontraría en relación con la liturgia hispanovisigoda la cual se mantiene en la Península hasta el siglo XI en que es implantado el rito gregoriano.

Disposición original de la tribuna
El carácter áulico de Santa Cristina se suele atribuir a real encargo, ya por la tradición oral y toponímica que estudiamos en este mismo lugar, ya por la existencia de una tribuna en el lado oeste de la nave. Encontramos expresivos paralelos en la arquitectura regia altomedieval asturiana. En la basílica de San Miguel de Liño, la tribuna análoga occidental estaba destinada, indudablemente, a servir al rey Ramiro I (842-850). Se repite la misma disposición en San Salvador de Valdediós, basílica de Alfonso III consagrada en el año 893. Sin embargo, la organización de los accesos a estas tres tribunas reales presenta variaciones: en San Miguel de Liño, el cuerpo occidental de la iglesia de tres naves forma una unidad separada, pero también tri partita. La bóveda del vestíbulo soporta la tribuna, mientras que en los compartimentos laterales, suben las escale ras, cambiando de dirección, de manera que circunscriben un espacio que en el piso superior fue convertido en habitación, comunicada sólo con la tribuna. En la basílica de Valdediós, por el contrario, el esquema de la tribuna sobre un espacio abovedado (el vestíbulo) se repite en los compartimentos laterales, donde las bóvedas se sitúan en un nivel más bajo, con entrada en arco de medio punto, y soportando unas habitaciones que alcanzan la altura de las naves laterales y cuyo nivel de suelo es inferior al de la tri buna en dos peldaños. A pesar de esta disposición simétrica, sólo hay una escalera, ubicada en la nave sur y apoya da en su pared.
En Santa Cristina de Lena, las reducidas dimensiones del edificio de nave única y su composición estrictamente simétrica, tanto en relación al eje longitudinal como al transversal, exigieron que el vestíbulo formase un cuerpo separado delante de la sala, en correspondencia con el único ábside adherido a ella en el lado opuesto. La pequeña habitación situada encima del vestíbulo no hubiera ofrecido suficiente espacio, ni solución simétrica, a la disposición del presbiterio: elevado en un alto zócalo y accesible por dos escaleras está dentro de la sala, pero separa do de ella por un cierre de tres arcos. En el lado oeste de la sala abovedada se levanta la tribuna, soportada por otras tres bóvedas. Los tres espacios respectivos presentan la misma disposición, como en Valdediós, con unas cámaras laterales bajas y comunicadas con el espacio central abierto por unos pequeños arcos de medio punto.
La limpieza de paramentos internos realizada por Bautista Lázaro en el transcurso de la restauración de Santa Cristina ha dejado la mampostería a la vista, suprimiendo sin duda los frescos que primitivamente debían haber ornado lienzos y bóvedas del interior de la iglesia. Esta circunstancia nos permite reconocer una serie de huellas de otra escalera, paralela a la existente, en el muro sur, que completaba el ritmo simétrico de la estructura del interior de la nave.
Una intervención arqueológica, realizada en el solado de la tribuna regia de Santa Cristina en 1992, confirmó la tesis de que su parte central es más elevada que las laterales, en concordancia con las diferentes alturas de las bóvedas del piso inferior, según el parangón de Valdediós. Al levantar el enlosado se pudo comprobar que los peldaños antiguos tenían la misma factura que los de las escaleras del presbiterio, una losa gruesa dispuesta encima de mampuestos. En su reconstrucción, Lázaro había tomado el ancho de esta losa como referencia para su escalera, la que, sin embargo, construyó con grandes bloques asentados en un zócalo de mampostería. El peldaño original descubierto, por el contrario, muestra una zona de intenso desgaste, y un borde conservado en estado de recién cortado con un dimensionado de 0,66 m (1 pes) de ancho. Medida seme jante al ancho de los peldaños de las escaleras de acceso al presbiterio.
La cara frontal del peldaño conserva aún restos de encalado: queda una mancha grande atestiguando que las caras de los peldaños llevaban una fina capa de cal blanca pintada de amarillo.
El nivel primitivo del suelo de la tribuna quedaba unos 0,20 m más bajo que el nivel actual. Asimismo, quedan importantes restos de estuco, pintados asimismo de amarillo, en las dos paredes, llegando justamente al primitivo nivel de suelo. El estuco está forrado de mortero para nivelar las irregularidades de la mampostería y se introduce al lado de las basas de la arquería ciega. A nivel de suelo el piso superior tendría tres alturas; nivel central más alto y niveles laterales más bajos. El estuco en la pared occidental se rompe a unos veinte centímetros del arco de entrada a la pequeña habitación encima del vestíbulo, cuyo ancho, a su vez, posiblemente definiría el de la parte central de la tribuna y el correspondiente al ancho de la bóveda principal del piso inferior. Suponemos que, en paralelismo con Valdediós, esta parte central estaría elevada por uno o dos peldaños sobre las laterales.
Lienzo con arquería mural del presbiterio
Capitel de tradición corintia de la arquería del iconostasio. Conserva doble fila de hojas de acanto
 
En el emplazamiento de la perdida escalera de acceso sur a la tribuna, se percibe en la mampostería una “costura” que revela las obras realizadas para quitar la escalera original.
Resulta delicado concretar, debido a la carencia de vestigios, la disposición original de la hipotética balaustrada que fue sustituida por Lázaro por un antepecho moderno, en la tribuna de Santa Cristina. Aún así encontramos unos apoyos de una construcción de madera en las enjutas de los dos arcos ciegos que apoyan en las semicolumnas de las paredes norte y sur en línea con el frente de la tribuna, y encima de estos huecos a la altura del extradós de dichos arcos.
Los huecos acogían una barra que se introdujo primero en el lado norte y luego en el sur, donde el bloque presenta la talla correspondiente. Una barra de aproximadamente cuatro metros y medio de longitud, obviamente necesitaba algún soporte. Es poco probable que Lázaro haya dejado huella de ellos debajo del antepecho macizo introducido. Las piedras sobresalientes tienen unos paralelos, a la misma altura, en línea con el cierre del presbiterio. Como ésta es una construcción secundaria, hay que suponer que, en un primer momento, tanto la tribuna como el presbiterio tenían un elemento de cierre adicional e igual en los dos casos. La propuesta más verosímil consiste en la disposición original de unas cortinas colgando desde la altura marcada por las referidas piedras.

La configuración constructiva
Al exterior, la iglesia conserva una disposición de con trafuertes, en número de 32, elevados sobre un zócalo, que a modo de podium more romano recorre perimetralmente el edificio (similar podium lo encontramos en Santa María de Naranco). La introducción del contrafuerte no siempre cumple la función constructiva de contrarresto con los pilares interiores al no conservar la necesaria y puntual correspondencia con los mismos. El aparejo es de sillarejo irregular unido por mortero de cal y arena. En las esquinas se recurre a sillares escuadrados, pero de desigual forma, ensamblados a soga y tizón.
En las fachadas este y oeste, en su parte superior central se encuentran dos celosías, las cuales son reproducción de la original depositada en el Museo Arqueológico de Asturias. Originalmente, sólo existía una de ellas, la situada en la fachada oriental, siendo abierto el hueco de la fachada occidental en el proceso de restauración realizado por Bautista Lázaro. La celosía original se encuentra talla da en piedra caliza blanca, con un diseño cruciforme, encontrándose delimitada la cruz por cuatro calados de forma semicircular situados en sus cuatro caras. A su vez, sus brazos tienen una decoración en forma de la característica espiga. El resalte de la cruz se obtiene también con unos huecos en forma triangular calados en cada una de sus esquinas, así como en el centro de la celosía. Todo este conjunto de formas geométricas caladas confiere un resal te especial a la celosía.
En 1988 se realiza una intervención arqueológica en la iglesia que afecta a su entorno perimetral a cargo de Alberto Martínez. En el transcurso de las excavaciones aparece un nivel de construcción que enlaza con la cimentación del templo y que contiene restos de argamasa y tegulae de tipo romano, presumiblemente empleada en la cubrición del edificio y que es de uso tradicional en las construcciones del prerrománico asturiano.
La nave del templo de Santa Cristina de Lena comparte varios rasgos, tanto de tipo estructural como orna mental, con la sala superior del belvedere del Naranco.
Uno de estos elementos de identidad se encuentra en la estructura compuesta de sus muros. Al igual que en el Naranco una arquería mural ciega recorre las paredes laterales y el muro oriental de la nave. Sobre esta arque ría se eleva la bóveda de cañón, reconstruida en 1893, sustentada en cinco tramos por arcos fajones. Las arque rías descansan sobre semicolumnas entregas de fuste liso coronadas por capiteles cubico-prismáticos de similar fac tura a los del Naranco. Sin embargo, en Santa Cristina la articulación de la arquería mural y la función del arco perpiaño no está correspondida al exterior con la función de contrarresto desempeñada por el contrafuerte, al no estar éste alineado con la arquería mural interior. Asimismo, y a diferencia del belvedere del Naranco, aquí la arquería mural apoya en columnas individuales prescindiendo del característico sogueado ramirense, a excepción del muro oriental del presbiterio, en el cual la arque ría apoya en columnas entregas con doble fuste sogueado y coronadas igualmente por capiteles troncopiramidales. Similar decoración encontramos en el arco de acceso a la capilla mayor, configurado por doble columna entrega de fuste sogueado. En esta pared oriental nos encontramos con la existencia de dos nichos, rematados en arco de medio punto con dovelado en piedra caliza, los cuales están situados bajo los arcos ciegos laterales norte y sur (el arco central corresponde al de la entrada al santuario), y cuya función hipotética pudiera ser la de disponer en ella los objetos litúrgicos propios de las funciones religiosas.
Ventana trífora entre contrafuertes. Lienzo norte de la habitación septentrional 

La barrera litúrgica
En el último tramo de la nave y situado inmediata mente delante del ábside central se encuentra el presbiterio elevado del suelo de la nave 0,95 m y al cual se accede por dos escaleras de piedra situadas a ambos lados de la nave. En este espacio, a modo de proscenium, de un escenario teatral, se levanta una construcción formada por una triple arquería apoyada sobre columnas de mármol con capiteles de tradición corintia en las dos columnas exentas. Sobre los arcos peraltados y distribuidos en el paramento de mampostería existente entre la arquivolta y el triple arco superior, se han encajado cinco celosías de origen asturiano y mozárabe: tres de ellas situadas encima de la clave de cada arco y dos en las enjutas. Esta estructura es realmente original en la arquitectura prerrománica asturiana al no encontrarse precedentes directos asturianos ni tampoco visigodos. Tenía la función, de acuerdo con la liturgia hispánica, de separar el chorus del spatium fidelium, ya que de acuerdo con esta liturgia en determinados momentos de la celebración del oficio religioso un velo debía ocultar a los clérigos de los fieles. Una separación análoga por medio de canceles la encontramos, evidentemente, en otras iglesias asturianas: en San Salvador de Valdediós, en San Salvador de Priesca o en San Adriano de Tuñón, si bien no con una estructura en forma de arquería como la de Santa Cristina. Estructura de triple arquería, similar a la de esta iglesia, solamente la encontramos en una iglesia mozárabe del siglo X como es San Miguel de Escalada, en la provincia de León.
La construcción de esta triple arquería de Santa Cristina es de época posterior a la construcción de la iglesia, pudiendo fecharse su cronología en los primeros años del siglo X. Mantiene una fuerte influencia formal islámica y afinidades estilísticas con el modelo de arquería presente en la Mezquita de Córdoba. Éste iconostasio responde a una construcción posterior a la fecha de erección de la iglesia original. Así queda atestiguado por los restos que aún permanecen en los muros de contacto de la actual arquería y la disposición forzada de los capiteles adosados en los extremos de los lienzos laterales. En ellos es perceptible la alteración del arranque de una estructura pétrea anterior. Aún hoy permanecen restos significativos del capitel entrego corintio que originalmente adosaba al muro norte de la arquería ciega.
La iglesia de Santa Cristina, junto con el problema de datación en lo que a su construcción atañe, presenta peculiaridades en su disposición espacial que inducen a reflexionar sobre su función original. Cabe destacar el majestuoso iconostasio, a modo de arco triunfal, tras el cual no queda situada la capilla mayor, sino que esta se abre un tramo más al fondo oriental y elevado su asentamiento. El sanctuarium altaris queda reducido a un espacio que trasciende el nivel de visión de los fieles. Isabel Torrente considera que ello constituiría un indicio a favor del “uso de esta iglesia por una comunidad femenina, a la que el iconostasio procuraría el ambiente de reclusión al que hacen mención las fuentes documentales, pero a la que también, precisamente por su condición femenina, no les es permitido acomodarse para la salmodia y culto en el mismo nivel que el altar”.
Mantener la certeza de esta hipótesis supone que la iglesia de Santa Cristina de Lena constituiría un testigo del monacato prebenedictino, de un monacato surgido con el apoyo de los poderes locales y que, cuando éstos alcancen un ámbito de influencia al más amplio nivel del Reino, ese monacato desaparezca diluido en señoríos más poderosos, en este caso el de la sede episcopal de San Salvador de Oviedo.
Los elementos de cultura material de Santa Cristina permiten, pues, sugerir la temprana presencia del monacato prebenedictino en el concejo de Lena y en un momento en el que dicha institución adquiere renovada fuerza con la regla fructuosiana. Asimismo, la confirmación de un monasterio puesto bajo el patrocinio de los apóstoles Pedro y Pablo, conjuntamente con la configuración de la diócesis de Britonia, se nos revelan como un hecho que, por un lado avala la consolidación del monacato asturiano con el ascenso de la Monarquía asturiana y por otro la ausencia de inmigrantes provenientes de la dominación islámica en el ascenso del monacato asturiano.
El conjunto ornamental de la arquería tiene una especial y excepcional relevancia artística e iconográfica. Nuestro inicial interés se centrará en las cinco celosías que perforan la parte superior de la triple arquería.
Las cinco celosías han sido elaboradas reutilizando placas visigodas, como lo confirma una inscripción parcialmente conservada que permanece en una de las piezas.
En ella el tema decorativo está superpuesto a una inscripción funeraria que hace referencia al año 643 d.C. estableciendo una datación precisa que confirma el visigotismo de las placas reutilizadas.
La inscripción que figura en la lápida funeraria reutilizada puede ser transcrita en los siguientes términos:
...o[c loc]o sipul(tus) e[s]t/...T[el]li(us) /... marcias in era DCLXXXI (643 d.C.)
...en este lugar (o túmulo) fue sepultado, Telio en... marzo, en la era de 681 (=643 d.C.).

La reutilización de la lápida en celosía, con el consiguiente recorte, impide completar el texto previo al nombre de Telius. Desconocemos si a este nombre lo precedía alguna referencia a su condición, famulus o servus Dei, por ejemplo, lo que permitiría en cierta medida ajustar la cronología del centro religioso; siglo VI o siglo VII. Y ello por que la inscripción del cancel, como veremos, nos remite a la presencia de un monasterio puesto bajo el patrocinio de los santos apóstoles Pedro y Pablo, el cual estaría a su vez previsiblemente presidido por el abad Flaino.
Sobre el mozarabismo de la decoración de las celosías destacar a su favor las evidentes analogías de dos de las placas, en cuya composición se ha incluido una decoración calada de malla reticular con motivos de cuadrados, con el tablero de cancel de piedra caliza original de la iglesia de San Salvador de Priesca (año 921), y actualmente en el Museo Arqueológico de Asturias en Oviedo. Este motivo tiene una estrecha relación igualmente con el tablero de cancel de tradición asturiana, encontrado por el autor en la catedral de Oviedo, y actualmente conservado en el Museo de la Iglesia.
Asimismo, en apoyo de la datación mozárabe de las celosías, se encuentra la placa calada encajada en la parte superior del arco central de la arquería, donde se han talla do cinco arquitos en forma de herradura, de tradición mozárabe. En conjunto los motivos ornamentales de las celosías combinan la decoración a base de losanges y cuadrifolias de dos de las piezas con la talla calada de una cruz dispuesta en el interior de una placa rodeada de pequeños semicírculos en un caso y cuadrados en otro.
Las celosías, que en número de cinco se encuentran situadas en la parte superior de la arquería, conservan aún en su reverso, las huellas incisas realizadas con un fino punzón haciendo uso de instrumentos como la regla y el compás. En ellas se puede contrastar su trazado geométrico previo a la talla, es decir el diseño proyectual preciso para ejecutar la labra de cada una de ellas.

Análisis del conjunto de celosías:
Celosía situada en la parte superior del arco lateral sur: trazado en forma de cruz, con cuatro rectángulos calados rematados en semicírculo formando propiamente los brazos de la cruz. En el centro se abre el hueco calado circular. En los extremos de cada esquina se han perforado cuatro huecos cuadrados.
Planta, sección longitudinal y transversal, capiteles y celosías del iconostasio y relieves del altar de Santa Cristina de Lena
Celosía situada en la enjuta del arco lateral sur y el arco central: tiene un trazado de huecos romboidales formando una malla reticular con una inclinación de 45º aproximadamente. La placa calada queda así formada por una configuración de huecos dispuestos en diagonal.
Celosía situada sobre el arco central de la arquería: está configurada por dos filas de huecos calados. En la fila superior se abren tres ventanas con arco en forma de herradura y en la inferior dos ventanas semejantes con remate en arco de herradura. Los extremos inferiores derecho e izquierdo, se completan con la apertura de dos huecos de forma rectangular.
Celosía situada en la enjuta del arco central con el arco lateral norte: pieza reaprovechada de una lápida funeraria, con un trazado semejante a la de la enjuta del arco sur con el arco central. No obstante esta pieza conserva una inscripción aludiendo al año 643 d. C. a la que ya hemos hecho referencia.
Celosía situada en la parte superior del arco lateral norte: se repite el tema del trazado en forma de cruz, presente en la celosía del arco sur. Aquí se ha abierto una cruz de forma griega con una disposición en sus extremos de cuatro huecos con forma semicircular.


El cancellum del iconostasio
El arco central de la arquería de la barrera litúrgica está cerrado en su parte inferior por un cancellum o pretil compuesto por piezas reutilizadas, cuya cronología puede situarse en época visigoda, si bien su pertenencia al mismo edificio que el conjunto de las celosías no puede ser con firmada. Su configuración está en la línea de la disposición habitual de los canceles en la organización del espacio litúrgico de la iglesia, desde la arquitectura paleocristiana hasta el período artístico de la Monarquía Asturiana.
El cancel lo conforman dos placas de piedra rectangulares reaprovechadas, unidas por una barrotera central. Están asentadas en posición vertical y recortadas en sus extremos para ser ensambladas tanto entre sí como en las columnas de la arquería. Además, están fijadas al pavimento mediante encaje en acanaladuras. El conjunto de estas piezas estaba completado por la prolongación de otras dos en cada uno de los extremos laterales de las columnas centrales teniendo como límite la escalera de acceso al presbiterio. Así lo confirman la ranura existente en el suelo del presbiterio, las huellas de encastre existentes en las dos columnas exentas, y la aparición de un fragmento de table ro de cancel en un lugar próximo a la iglesia.
Dibujo del cancel, realizado por Lorenzo Arias
Cancel situado en la parte inferior de la arquería
Cancel situado en la parte inferior de la arquería 

Las tres placas, aparte de conservar una rica decoración ejecutada a talla de bisel, poseen una inscripción que recorre el borde del límite superior de las piezas. Los caracteres grabados en cada una de ellas corresponden a épocas histórico-artísticas diferentes. Así, la placa o pretil situado a la izquierda conserva una inscripción en letras visigodas grabadas en sentido vertical junto a la barrotera central. Tiene difícil lectura por corresponder su grafía a las iniciales de un conjunto de renglones cuyo texto completo no se conserva al fragmentarse la pieza. Esta misma placa conserva en su parte superior la inscripción:
OFFERET FLAINVS ABBA IN (h)ONORE APOSTOLOR(um)D(e)I
Texto que tiene su continuidad en la placa de la dere cha con la inscripción:
S(an)C (t)OR(um) PETRI PAVLI
La inscripción tercera corresponde a la barrotera cen tral, grabada en caracteres con influencias mozárabes:
ANTISTI SAN(c)TI..
Su versión, según Diego Santos, quedaría en los siguientes términos:
“El abad Flaino lo ofrece en honor de los apóstoles del Señor, los santos Pedro y Pablo. El santo obispo...”.

La fragmentación del texto impide precisar –como asevera Isabel Torrente– si la inscripción hace referencia expresa al obispo que consagró la iglesia monacal o si tales términos se aplicaban al propio abad Flaino, en cuyo caso nos hallaríamos ante un obispo sub regula.
La iconografía, recogida en los relieves labrados del cancel de Santa Cristina, constituye un ejemplo espléndido de representación trinitaria, al modo que lo podemos encontrar en los canceles de Santianes de Pravia, o San Tirso de Candamo. A pesar de ser piezas reutilizadas se han escogido ex profeso dos placas y una barrotera central en la que se destacan secuencias de tres círculos igualmente en disposición vertical ascensional, confirmando de forma consecuente el sentido trinitario definido iconográficamente al tablero litúrgico. Referente trinitario que vuelve a manifestarse dentro de la misma iglesia, en las tres celosías que se abren en la arquería del presbiterio; aquí, dos celosías con cruz calada dispuestas en los extremos acogen a la celosía central en la que se han calado cinco arquitos de herradura. Nueva simbología del Misterio trinitario, en una clara significación de realzar conceptual y crípticamente la sacralización del espacio litúrgico más sagrado de la iglesia.
Exigencias decorativas y exigencias simbólicas se complementan. En realidad el cancel como creación artística destinada a transmitir un mensaje de fe, se manifiesta dentro de su complejo y erudito lenguaje, como una coherente reflexión a partir de los textos sagrados y de la patrística.
La tipología de estos canceles es propia de la segunda mitad del siglo VII. Los motivos aquí tallados con la técnica a bisel son representativos de numerosos relieves visigodos, encontrando analogías en los tallos con vástagos en forma de espiral de una placa de San Juan de Baños (año 661), así como en un relieve de cancel procedente de San Salvador de Priesca (año 921) conservado en el Museo Arqueológico de Asturias en Oviedo y en otro encontrado en la iglesia de Santa María de Bendones actualmente con servado en el Tabularium Artis Asturiense. Asimismo, existe otro fragmento visible entre los sillares de uno de los paramentos de la iglesia de San Francisco en Avilés. La división de los pretiles en fajas verticales, con sus relieves de cruces de Malta, así como dibujos de rosetas inscritas en círculos y racimos y pámpanos en forma de espiral pudieran presentar a su vez analogías con la escultura de tradición emeritense.
Las piezas parecen proceder, pues, de un templo visigodo de la segunda mitad del siglo VII el cual sería dedica do por el abad Flainus a los apóstoles Pedro y Pablo.

Decoración de capiteles
Respecto a los capiteles, éstos presentan analogías con los capiteles de los miradores y los del vestíbulo de entrada al piso superior del belvedere del Naranco. De todas formas, son capiteles reutilizados de origen visigodo, del siglo VII, de tipo corintio, y de factura más tosca y degenerada, conservando doble fila de hojas de acanto muy esquematizadas como los de estilo ramirense. Los dos capiteles centrales están tallados en mármol, tienen ábaco y un relieve de venera en el conjunto de sus cuatro caras. Están configurados por un conjunto de hojas en la parte inferior y cuatro hojas más grandes situadas en cada una de las esquinas del capitel. Conservan collarino liso. Los dos capiteles entregos situados en los extremos norte y sur de la arquería, están igualmente tallados en mármol. Conservan ábaco liso y dos filas de hojas con nerviaciones incisas.
Tienen labrada una roseta cuatrifolia, la cual está en contacto con en el ábaco. Las columnas son igualmente de mármol con fuste liso y basa ática al igual que las dos columnas centrales.
Mayor realce artístico tienen los capiteles de estructura cubicoprismática, que coronan los fustes de la arquería mural. De tradición protobizantina conservan, esquematizados, leones afrontados con la cabeza vuelta sobre el lomo, y tallados en las caras anteriores, similares a los del Naranco. Asimismo, se representa la clásica figura humana frontal, de pie y en actitud hierática, sosteniendo un bastón entre las manos. Las marcadas divisiones triangulares de estos capiteles están decoradas con el característico motivo de soga, al igual que el collarino, cuyos antecedentes ya habíamos estudiado en el Naranco.
Ilustraciones de Ricardo Velázquez 

Dentro de la decoración ornamental, adquieren una singular relevancia los clípeos, situados en las enjutas de la arquería mural ciega. El amplio repertorio zoomórfico que se conserva en el Naranco aquí ha sido reducido de modo notable y, así, la configuración formal del disco mantiene una evidente simplificación del motivo ornamental. Tam bién, como en el Naranco, se representa a un león o felino, si bien éste se encuentra en actitud de elevar las dos patas delanteras y la cola está vuelta sobre el lomo del animal. A diferencia del Naranco se ha prescindido de los dos círculos sogueados en forma de espiga que encerraban una cenefa con motivos florales y frutos picados por aves en su interior.
El fuerte contraste entre la superficie del animal y el fondo liso, rehundido un centímetro, sería apreciado con mayor intensidad en su estado original, antes de la pérdida de policromía que lo recubría. Se ha introducido un juego deliberado de luces y sombras. Su trazado y el dibujo per filado del mismo animal comparten una extrema afinidad estilística e iconológica con bajorrelieves, en estuco, omeyas. Un preclaro motivo ascendente de la pieza que estudiamos lo encontramos en la imagen representada en el dintel de la puerta del quasr omeya de Umm al-Walid (circa siglo VIII) (Museo Arqueológico de Madaba). Una pantera extremadamente afín en su dibujo a la figura animal de Lena, adorna el dintel de la puerta del palacio. Su trazado bidimensional y el esquematismo geométrico recuerdan en extremo las imágenes en soportes rígidos, cuyo uso estaba destinado a juegos de sombras y, las cuales, fueron extremadamente populares en el período islámico.
Conservamos tres clípeos de similar ejecución: dos en el lienzo sur y uno en el lienzo norte. Destacar que la disposición pasante hacia la derecha o la izquierda varía; dos se orientan hacia la izquierda del espectador y el otro hacia la derecha. Sus precedentes como ya hemos hecho la reflexión, y a semejanza de la iconología del Naranco, los encontramos en el mundo omeya transmitidos por medio de telas sasánidas, orfebrería, platos.
Por lo que a las fajas respecta, situadas en la franja superior del clípeo, se conservan dos piezas solamente, ambas situadas en el lienzo norte. Están enmarcadas dentro de un ribete en forma de clásico sogueado en espiga y, a diferencia del Naranco, aquí se ha representado a un solitario jinete aislado sosteniendo una lanza. Carece del arco que lo acogía en Naranco y su disposición afrontada con otro caballero. La espada ha sido sustituida por la lanza y los dos tenantes presentes en las placas del Naranco se ha prescindido igualmente de ellas. El conjunto decorativo conserva el esquematismo ya característico a las decoraciones escultóricas de Lena.
El conjunto del programa iconográfico de Lena debe ser estudiado teniendo presente que, originariamente (siglo IX), el edificio no tenía como destino ningún referente religioso directo. Este hecho es preciso tenerlo presente en todo análisis que pretenda investigar el lenguaje visual de Santa Cristina de Lena. Es en fechas posteriores a su construcción cuando se incorpora la arquería tripartita (siglo X) y se introducen nuevos elementos iconográficos: cinco celosías con un claro fundamento iconográfico de signo religioso; su iconografía evidencia un cambio de función del edificio; de edificio con una función civil (no exenta de determinadas funciones litúrgicas) pasa a asumir una función plenamente religiosa. En absoluto podemos, pues, estudiar conjuntamente los dos programas iconográficos. No son complementarios; responden a una función del espacio diametralmente opuestas. Esta valoración es preciso realizarla porque sobre ella subyace un inicial uso del edificio que diverge del que se introduce con el dispositivo formado por la arquería con funciones de iconostasio y por lo mismo religiosas.
Lo que es evidente, aún alterando el sentido del pro grama iconográfico, el cual varía sustancialmente en Lena respecto del Naranco, es que la función tectónica del con junto “clípeo-bloque prismático (faja)-ménsula-arco fajón”, permanece con la función que mantiene en Santa María de Naranco.
A semejanza de Naranco, la influencia del mundo omeya en la decoración de Lena se encuentra reforzada en los capiteles entregos de la arquería ciega, la cual recorre los muros norte, sur y este. El cómputo total de capiteles es de seis. En todos ellos las representaciones de las figuras de leones están dispuestas con una acusada simetría bilateral siguiendo esquemas sasánidas. Los leones se han tallado en los dos triángulos frontales de los capiteles, en posición estática y con la cabeza vuelta sobre el lomo, a semejanza de la representación de un león en un lecho de cancel, fechable igualmente en el siglo IX, y que se conserva en el Museo Arqueológico de Asturias.
A estas representaciones plásticas se les puede buscar paralelos en la meseta del Duero, igualmente inscritos en clípeos sogueados, en el friso exterior de Santa María de Quintanilla de las Viñas.
Pero lo que es preciso resaltar es que el tratamiento de los cuerpos no responde a ningún recuerdo clásico de las proporciones. Así, los rostros se convierten en óvalos donde los rasgos fisonómicos apenas se insinúan.





Época de Alfonso III el Magno (866-910)

Valdediós
Iglesia de San Salvador
Se encuentra situada en el valle de Boides (antiguamente Boiges o Bogies), y sería consagrada por siete obispos el 16 de septiembre del año 893, sien do recogidos tales hechos en la lápida de fundación, con servada en una habitación adosada a la sacristía Sur llama da comúnmente Capilla de los Obispos. En la lápida de consagración, de mármol, se encuentra grabada la inscripción cuyo texto ha sido redactado en forma de poética plegaria al Salvador.
Su transcripción dice así:
† LARGA TVA PIETAS XPE / DS CLARET VBIQ’ / SALVATQ ’SEPE IMPIOS· / LARGA TVA PIETAS / FATENTVR ISTA VIRI ·DANT· / PLAVSVS AGMINA PASSIM/ EXTINCTA QVOD VIVIFI / CES· FATENTVR ISTA VIRI/ SIS· FAVENS MISERO·PAR / CAS CITRA MERITO BONO /
CLEMENTI QVA PAEVA/ LES· ESTO FAVENS MISERO / MEMET NEMPE DIRA CON/LIDVNT FVNERA MEN TIS / SAVCIATQVE CVLPA·ME/MET NEMPRE DIRA / CLAREAT NVNC TVA· FRVC/TUOSA GRATIA CLE MENS / QVAE SVBLEVET ELISUM / CLAREAT IAM TVA / PIETAS ADSISTAT· FOVENS / QVAE TEGMINE CVNCTOS / CAELICO SALVIFICANS / PIETAS ADSISTAT / † CONSECRATVM EST / TEMPLVM HOC · AB EPCPIS VII / RVDESINDO DVMIENSE· / NAVSTI / CONIBRIENSE / SISNANDO IRIENSE Ó / RANVLFO ASTORICENSE/ ARGIMIRO LAMECENSE/ RECCAREDO LVCENSE / ELLECANE CESARAGVSTANENSE / SVB ERA DCCCCXXX PRIMA/ DIE· XVIo KLDS·OCBRS
“Tu generosa piedad, Cristo Dios, resplandece en todas partes y tu generosa piedad salva muchas veces a los malvados. Esto afirman los hombres, las gentes aplauden por doquiera que des vida a lo apagado, esto afirman los hombres. Ponte a favor del pobre, perdona al bueno, haciendo caso omiso a sus méritos; con la clemencia que es tu fuerte, ponte a favor del pobre, es cierto que en mi interior entran en lucha las miserables flaquezas de mi mente, me hiere ciertamente mi punzante culpabilidad. Resplandezca ahora clemente tu gracia fructífera, que levante al decaido, y que ella resplandezca ya. Asístame tu piedad alentadora, que nos asista la piedad, dándonos a todos la salvación bajo tu manto celestial.
Fue consagrado este templo por siete obispos: Rudesindo Dumiense, Naustis Conibrigense, Sisnando Iriense, Arnulfo Asturicense, Argimiro Lamecense, Recaredo Lucen se, Elécanes Cesaragustanenese. En la era DCCCCXXXI, el día decimosexto de las Klds. De octubre (16 de septiembre del 893 d.C.)”.

Según la inscripción consecratoria, participan en la consagración siete obispos, lo que confirma la relevancia que el monarca concedía a la Iglesia. La asistencia de una fuerte representación eclesial evidencia la reorganización eclesiástica que se había producido en Asturias así como en el conjunto de los reinos cristianos del Norte. Seis de los obispos eran titulares de sedes de la metrópoli Bracarense, precisamente allí donde se había producido una fuerte intervención de repoblación por parte de Alfonso III. Respecto al obispo Elleca de la sede de Zaragoza, el rey astur lo había acogido bajo su protección ante las presiones islámicas sobre su territorio. El poeta que realizó a instancias de Alfonso III el texto epigráfico, recurrió a la forma poética utilizando un artificio conocido, que en realidad se trata de dípticos epanalépticos (repetición) en los que la primera parte del primer verso se repite en la última parte del segundo: Larga tua pietas… salvatque… larga tua pietas… A juicio de Javier Fernández Conde, la presencia de las técnicas poéticas de tradición visigóticomozárabe en la corte de Alfonso III, que parece poner de relieve la inscripción fundacional de San Salvador de Valdediós, constituye, sencillamente, un nuevo testimonio del peso y de la importancia de dicha cul tura en los ambientes cortesanos del Rey Magno. La lista de obispos que figura en la Crónica Albeldense, redactada en hexámetros, en círculos eruditos vinculados a la sede política del último rey asturiano, es otro testimonio paralelo del mozarabismo cultural alfonsí.

La iglesia de Valdediós experimentó importantes reformas y reconstrucciones que transformaron su fisonomía arquitectónica. Así, en el siglo XVIII se procede a repintar los paramentos interiores del templo, al mismo tiempo que se ubica un retablo barroco en la Capilla.
El templo estaba comunicado con el inmediato monasterio cisterciense de Santa María de Valdediós por un pasadizo construido en mampostería y cubierto a dos aguas, el cual sería demolido a mediados del siglo pasado por la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Oviedo. Por estas fechas sería retirado igualmente el pórtico añadido a la portada principal del templo. En 1954 se acometerían nuevas restauraciones a cargo del Arquitecto Luis Menéndez Pidal. Trabajos que tendrían su continuidad en una nueva intervención realizada ya en el año 1970 donde se reconstruiría la habitación orientada a septentrión.

El lugar de emplazamiento de la basílica se encuentra a pocos kilómetros de Villaviciosa y en las proximidades de la iglesia cisterciense de Santa María de Valdediós, obra del siglo XIII.
La iglesia no es mencionada en la Crónica Albeldense al haber sido objeto de redacción ésta cerca de diez años antes, de acuerdo con la fecha de consagración que refleja la lápida consecratoria.
Tenemos una referencia singular en la versión pelagiana de la Crónica de Sampiro:
…palacia qui sunt in valle Boidis in Gegione. In Cultrocis. ecclesiam Sancte Marie et palacio.
Asimismo es recogida una referencia documental en la Crónica Silense (1118):
Etenim omnes filii regis inter se coniuratione facta, patrem suum espulerunt Bortes villula consedentem. Hay que considerar que la redacción de la Crónica Silense no hace referencia explícita a que la iglesia sea una obra regia de Alfonso III.
La redacción de El Tudense se encuentra escrita en los siguientes términos:
…tunc rex Adefonsus Boytes villulam vocatis regni ducibus se a regno deposuit.

La iglesia conserva la planta basilical clásica de tres naves, con arquería compuesta por cuatro arcos formeros semicirculares aparejados en ladrillo, que apoyan en pila res macizos de sección cuadrada, de 50 cm de lado, con ligero chaflán en sus esquinas. La arquería separa la nave central, de 8,40 m de longitud por 2,80 de ancho, de las naves colaterales meridional y septentrional, de 1,60 m de ancho. Los pilares están coronados por capiteles imposta con decoración moldurada al igual que sus basas; en la zona oriental se sitúa la cabecera tripartita compuesta por capilla mayor, con resalte de 60 cm al exterior de su testero, dedicado al Salvador, y ábsides laterales dedicados a Santiago y San Juan Bautista, según se indica en sendas inscripciones esculpidas en los dinteles de sus ventanas orientales. Este conjunto de tres ábsides, está cubierto por sendas bóvedas de cañón que apoyan en líneas de imposta corrida. En la parte occidental de la iglesia se abre un vestíbulo de entrada, está abierto al exterior por un arco semicircular con dovelas de piedra y apoyado en columnas entregas. El acceso al interior se efectúa por una puerta adintelada. Colocada sobre el dintel de esta puerta de ingreso figura grabada la siguiente inscripción.


Su trascripción es la siguiente (versión de Diego Santos, 1994):
IMPRECACIÓN DE LA LEPRA
[SALVATOR SI T HOC SACTV]M VOCATVM TVO NOMINE TEMPLVM SI T ET CVNCTA/ CHARA EA QVE HIC TIBI LITAVIMUS DONA ADST QVISQVIS MEA / TEMERE NITERIT SCINDERE VOTA LVX CAREAT XPE TVA BIVENSQVE/ EVM SORBEAT TERRA MENDICITAS ET LEPRA PROSAPIA TENEAT SVA
Salvador, este sea santo templo bajo la advocación de tu nombre, que también sea de tu agrado todos estos dones que aquí te ofrecemos, pero quien quiera que intente quebrantar temerariamente mis votos, que se vea privado de la luz, Cristo, y que la tierra lo trague a él en vida y que la mendicidad y la lepra hagan presa en su descendencia”.

A ambos lados se abren dos pequeñas habitaciones con una función incierta. En el interior la nave central tiene una altura hasta la línea de imposta de arranque de la bóveda de 7,5 m, equivalente a tres veces la altura del pilar de 2,50 m de altura. Este criterio de proporción en el cual la columna o pilar actúa como factor de modulación es una constante en la arquitectura asturiana.
En lo alto de la nave, e inmediatamente debajo de la línea de imposta donde apoya la bóveda, se abren cuatro ventanas en los lienzos norte y sur respectivamente. Responden a ventanitas geminadas, divididas por una pilastrita, con arquillos y molduras ornamentadas al exterior. Están abiertas a intervalos regulares en correspondencia con los tramos de la arquería. Las ventanas son bíforas, con arcos en forma de herradura. Tiene un dintel con un alfiz configurado por una sencilla banda en resalte. Las roscas de los arcos tienen un dibujo sogueado en espiga.
Las jambas están conformadas por columnillas entregas de media sección octogonal, y collarino sogueado mientras que el fuste de la columnilla central es de sección octogonal.

En general los capiteles lo forman unas sencillas hojas y en algunos casos carecen de las mismas. La basa de las columnillas es de forma troncopiramidal. El motivo decorativo de la enjuta de los dos arquillos de herradura representa una figura acorazonada, con volutas y gráciles tallos con terminaciones de volutas muy geometrizadas, Encontramos paralelos a estos modelos en la próxima iglesia de San Andrés de Bedriñana y en la iglesia de San Miguel de Escalada (913), en capiteles del interior de la arquería de la nave. Una figura acorazonada nos la encontramos igualmente en las respectivas esquinas superiores del dintel, de cada una de las ventanas de la pared sur y de la norte.
El motivo de los corazones establece vínculos muy sugerentes con el tipo que Hamilton denomina “alas de mariposa” dentro de la decoración de al-Mafyar y que adquiere frecuencia en Hispania convirtiéndose en un símil de “fósil director”. Luis Caballero ha estudiado la greca de corazones o “alas de mariposa” en varias muestras importantes del repertorio decorativo altomedieval: portada de San Esteban; placa de la mezquita de Córdoba; placa de la Alcazaba de Mérida; Castillo de Escalona (Toledo); placa de Saamasas (Galicia), canceles de Pravia. Accedemos, igualmente a paralelos formales en las pinturas murales de San Miguel de Lillo donde encontramos orlas configuradas por un zig-zag con pequeñas figuras acorazonadas.
En los vanos bíforos que estamos estudiando se ha introducido un resalte o franja decorativa que recorre tres de sus lados. Responde a lo que se ha dado en llamar alfiz, pero que en realidad no se adecua al concepto original del término. Su acepción más idónea es el de marco moldura do de ventana, siendo sus modelos islámicos, aunque en la Península adquieran una gran simplificación y quede oscurecida su inicial configuración. Los precedentes de alfices y ventanas monolíticas se presentan conjuntamente. A este respecto conviene recordar el espléndido trabajo decorativo del repertorio ornamental de San Martín de Salas (951). Este conjunto ornamental recoge sus modelos y prototipos en la arquitectura de época omeya. Un modelo lo encontramos en el palacio de Ammán, “donde las impostas que recorren los paramentos al llegar a las ventanas de los testeros, se doblan para rodearlas por encima: éste es el pre cedente del alfiz hispánico y del específico asturiano”.
La bóveda continua de la nave central de Valdediós carece de arcos perpiaños. Como contrarrestos exteriores se mantienen los contrafuertes. El templo tiene anexas dos estancias laterales siendo original únicamente la del lado sur, y rehecha la del norte.
A estas habitaciones se accede desde el interior por sendas puertas. En el dintel de cada una de las puertas se encuentran grabadas sendas inscripciones de la época.
DINTEL DE LA PUERTA LATERAL. Lado sur
CVRA SALVATOR NOSTER …… SCO ISTI SOLO SI RIGA FVNDOS MANCIPIA …… VENDITOR FVRATOR SVTRACTOR …… CREMETVR CV OMIBV ……
Cura Salvator noster [hoc sanctum templum aedificatum] sco isti solo, si riga fundos mancipia [aut quidquam auferre] venditor furator subtractor [temporaliter praesumpserit] cremetur cu(m) om(n)ibu[s impiis aeternis ignibus in inferno].
“Cuida, Salvador nuestro, de este santo templo, edificado en este santo solar; si del coto pretendiera llevarse temporalmente fundos o siervos o cualquier cosa un vendedor, un ladrón o ratero, que sea quemado con todos los impíos en el infierno”.
DINTEL DE LA PUERTA LATERAL. Lado norte
† SI QVIS CONVELERE HEC PSVSERIT DONARIA NSA QVE HIC IN TVO HONORE [PO]SIMVS TERRIBLE MOR
TEM PATEAT MALIS LONGEVIS QVE CVM IVDA LVGEA[IT]
Si quis conve(l)ere h(a)ec p(rae)su(mp)serit donaria n(o)stra / qu(a)e hic in tuo honore [po]s(u)imus terribile(m)mor/tem pateat malis long(a)evis qu(a)e cum Iuda lugea[t].
(Versión de Francisco Diego Santos, 1994).
“Si alguno tratara de llevarse estos nuestros dones, que aquí en tu honor pusimos, que sufra una terrible muerte, entre males sin fin, que deplore en compañía de Judas”.

A juicio de Francisco Javier Fernández Conde (1994) llama la atención esta triple defensa conminatoria de un edificio de finales del siglo IX, “como si el autor de este epígrafe tuviera la sensación de que la ofrenda del devoto constructor y patrón estuviera amenazada”.

Al exterior, encontramos un edificio de cerca de 16,60 m (50 pedes) de longitud por 8,32 m (25 pedes) de ancho, con una altura máxima próxima a los 10 m. En los esquinales y los contrafuertes se emplean buenos sillares escuadrados, no así en los espacios intermedios, en los cuales la fábrica está compuesta por sillarejo irregular. Aún así, en las fachadas oriental y occidental se utiliza piedra de sillar con cierto cuidado en su talla, a semejanza de la empleada en los frontis del edificio de Santa María de Naranco. En el porche se recurre al sillar aún mejor escuadrado con mortero de cal y arena.
Originariamente, la cubierta del templo, a semejanza del resto de los edificios prerrománicos asturianos, tenía una cubrición formada por tegulae de tipo romano subyacente al tejado de teja curva de tipo árabe tradicional. Este tipo de cubrición lo mantuvo la iglesia hasta el año 1980 en que es desmantelada la cubierta en las labores de restauración dirigidas por María del Mar Benito Pallares. La intervención desposeyó lamentablemente al templo de su cubierta primitiva, siendo el único que aún la conservaba íntegra hasta ese momento. En la actualidad solamente se conservan dos hiladas de tegulae original en las cubiertas del lado norte y sur en su sector oriental.
En la línea cumbrera de la iglesia y en todo su recorrido se disponen de forma regular y en número de seis (cinco de la nave central y una en la de la cámara ciega) unas piezas decorativas que podríamos identificar como acróteras; figuras similares a una piña, pero con su perfil curvilíneo más redondo y cuya base descansa sobre un collarino sogueado. También se encuentran dos merlones en piedra, situados en los extremos occidental y oriental de la cubierta.



En planta se pueden estudiar los diferentes espacios de distribución de los fieles y del clero. Destaquemos, dentro de esta distribución de los espacios la división mediante canceles del espacio dedicado al ordo clericorum (clero) y el referido al ordo laicorum (seglares). Se percibe la huella del cierre por medio de canceles en los pilares del tramo de arquería más próximo a la capilla mayor. También existen ranuras de los canceles delante de los ábsides, los cuales conservan paralelos en varias iglesias asturianas. Existe, pues, una tripartición del espacio litúrgico que en el caso de Valdediós se añade la subdivisión longitudinal del coro, correspondiente a los tres ábsides con sus tres altares.

Especial interés artístico ofrece la agregación, en fecha posterior a la construcción de la iglesia, del pórtico real. Abierto en la fachada del mediodía, comunica con el interior de la iglesia por medio de una puerta adintelada situada en la nave lateral de la Epístola. Se encuentra dentro de las directrices constructivas del estilo asturiano del siglo IX, y conserva analogías constructivas muy relevantes con la sala superior de Santa María de Naranco (848). Sin embargo, sus pilares con columnas entregas, los capiteles, las celosías, sugieren formas artísticas que por lo avanzadas parecen haber sido realizadas por la mano de un maestro mozárabe. Acusan todo el conjunto decorativo de los capiteles una influencia decisivamente islámica con tradiciones siriobizantinas.

El pórtico está rematado por una bóveda recorrida de forma segmentada por cinco arcos perpiaños, los cuales se corresponden con los cinco contrafuertes adosados a la pared sur del templo. Los arcos fajones descansan por su lado septentrional directamente sobre un conjunto de columnas entregas adheridas a la pared del templo. Ade más, nos encontramos con la inclusión de una arquería mural integrada por un conjunto de arcos y columnas entregas de menor tamaño.
En el lado sur del pórtico los arcos descansan, por el contrario, directamente en los capiteles, cumpliendo la función de ménsulas. La idea de construir la galería porticada podría haber correspondido a un proyecto del mismo maestro mozárabe al ser desconocidos pórticos en las iglesias asturianas. La riqueza iconográfica de los capiteles es de una importancia decisiva en el conocimiento de las interpretaciones iconológicas del repertorio cristiano.
Especial tratamiento merece una especial figura iconológica que se repite con frecuencia y adquiere una especial y destacada relevancia en nuestro repertorio decorativo.
Nos referimos al motivo de las semipalmetas. El modelo lo encontramos en variedad de relieves autóctonos. En San Martín de Salas (951) se encuentra en un dintel de una ven tana trífora. Es un tema vegetal conformado por pétalos que alternan con hojas cuya superficie se ha vaciado. El motivo denota esa predilección por composiciones florales simétricas y estilizadas que caracterizan los relieves de los canceles de San Miguel de Escalada (913). En la iglesia leonesa, la tradición la encontramos en detalles como los lóbulos curvos al pie y el remate de la “copa” del motivo. En Escalada se encuentran un singular elenco de motivos que podemos considerar como paralelos. Tenemos un fragmento, que configuraría un pretil y que tendría la decoración de una doble palmeta con talla a bisel. A su vez el motivo de las semipalmetas admite semejanzas tipológicas con una barrotera de cancel procedente de la iglesia de Santa María de Melque. El modelo de semipalmetas, lo tenemos muy bien representado en varios fragmentos del cancel de la iglesia de Santianes de Pravia. En Pravia tenemos una virtuosa decoración de los canceles en los que sobresale el repertorio de palmetas y doble palmetas afrontadas.
Como hemos analizado ya en el análisis de la decoración de San Martín de Salas, el modelo de palmetas lo encontramos en Jirbar al-Mafyar. Motivo que recoge una herencia sasánida por lo tanto difiere de la simplificación del tema asturiano.” En el repertorio formal estilístico de San Román de la Hornija (León) encontramos varios capiteles con un paralelo de palmetas, hojas en cogollo, que responden a motivos con cierta ascendencia sobre nuestro repertorio decorativo de los capiteles de Valdediós, aun que se hayan introducido variantes en el conjunto orna mental.
A juicio de Manuel Gómez Moreno “hay una serie de elementos de indudable estirpe andaluza, y mozárabes por consiguiente”. Schlunk, a su vez, sostiene que la construcción de la iglesia se hubiera iniciado por el ábside “donde los capiteles cúbicos de las ventanas y del arco mayor revelan la tradición asturiana”.
En efecto, en los capiteles que coronan las columnas del arco del ábside mayor nos encontramos el típico collarino sogueado y el ábaco de configuración rectangular con un ornamento de labra de motivos trenzados característico del último estilo asturiano, así como el recurso a grandes hojas de palmas nervadas en sus esquinas o ángulos. Por el contrario, los capiteles que integran la decoración escultórica del resto de la iglesia, excepción hecha de los que se encuentran en las capillas laterales de tradición corintia, pertenecen a un taller escultórico procedente de al Andalus. Sobre el encargo realizado por Alfonso III a canteros mozárabes de los capiteles del vestíbulo y pórtico Sabine NoackHaley demuestra que “en ellos aparecen motivos de la decoración en relieve cordobesa sobre capiteles del formato estructural asturiano”.

En nuestro repertorio decorativo de Valdediós, encontramos vínculos con corrientes artísticas muy varia das tanto por la evolución puramente formal de sus formas, por su tratamiento estilístico, como por la introducción de nuevos repertorios que manifiestan la permeabilidad a tendencias provenientes del sur peninsular, prototipos andalusíes que hacen su aparición en Asturias a finales del siglo IX. Así, en la aportación iconográfica y estilística del programa decorativo de la iglesia de Valdediós la secuencia de repertorios semejantes se percibe con claridad una influencia particular que se extiende a un conjunto muy representativo de motivos que convergen en diversos y muy difundidos focos artísticos asturianos. Esta comunidad de fuentes se refleja en los puntos comunes que pueden des cubrirse en: San Salvador de Priesca (921), San Salvador de Deva (996), Iglesia de San Juan Bautista de Santianes de Pravia, (siglo IX); Cancel de San Tirso de Candamo (circa IX); San Martín de Salas (951) extendiéndose las influencias a la región leonesa: San Román de Hornija (891), San Miguel de Escalada (913), San Cebrián de Mazote (915), Santa María de Wamba (siglo X), etc. Tenemos, pues, representado en la decoración de Valdediós un pujante arte que se encuentra en el cruce de varias tradiciones.
Respecto a las ventanas altas de la iglesia: las correspondientes a la cámara supraabsidial y la de la capilla mayor, o la perteneciente a la sacristía del mediodía, (la habitación norte está rehecha en su totalidad), están compuestas por arquillos de herradura de tradición mozárabe y un enmarque de alfiz, así como una moldura sogueada de influencia bizantina. La ventana bífora abierta sobre la tri buna regia, está adornada con un alfiz decorado con brotes de hojas y motivos florales de influencia siriobizantina. Tiene capiteles acampanados, con collarino en forma de soga y ofrece en sus esquinas un aplanamiento en forma de hojas ornamentadas; “a través de ello se rastrean temas decorativos usuales en lo bizantino y muy especialmente en Córdoba

Celosía occidental del pórtico meridional
La celosía del pórtico de Valdediós nos transmite plásticamente una de las ideas centrales del pensamiento cristiano: el Paraíso y el verdadero Árbol de la Vida que es Cristo.
Actúa como cierre de la ventana occidental del pórtico, representa una pieza de perfecta factura y ejecución de un tracista mozárabe. Está conformada por motivos de rejería, roleos y cogollos de inspiración paleoislámica. Su esquema se centraliza a partir de tres tallos con figura circular, dispuestos de acuerdo a una perfecta simetría axial y a un tratamiento armonizado del conjunto decorativo; así, la representación de nuestra placa pétrea perforada está enriquecida por una rica labra que refleja un tallo vegetal serpenteante del que se van crean do una malla decorativa de seis círculos con formas fitomorfas. Hojitas pequeñas son unidas por virtuosos lazos semejando flores que son acogidos en el interior de finos entrelazos, a modo de frondosa malla reticular plena de una geometrización de la naturaleza. Esta representación última de una manifestación cierta de una masa arbórea plenamente integrada en interior del vano con remate semicircular del regio pórtico nos transmite la esencia, acorde con la lectura bíblica, del Árbol de la Cruz de Cristo. Es el Árbol de la Vida que estaba situado en el centro de la Jerusalén Celeste según el texto del Apocalipsis de San Juan.
Y a este respecto es preciso mencionar la espléndida cruz tallada en el imafronte de nuestra iglesia de Valdediós. Con su alfa y omega, protege a modo de lábaro constantiniano la Jerusalén celeste, la iglesia convertida en relicario, con sus almenas semejando el santuario de Tuñón (891) o la excelsa cajita de Astorga (siglo X) con sus alme nas coronando la placa superior.
Esta triple repetición, pues, del motivo circular fitomorfo en cada una de las alternancias rítmicas del eje axial, constituye una fórmula estereotipada de patente expresión del misterio trinitario.
A juicio de Manuel Gómez Moreno las celosías del porche son “excepcionales para Asturias”. La situada en el lienzo sur está configurada por entrelazados con formas de cuadrícula, “que acaso arguye conocimientos de la evolución del lazo andaluz”. Está conformada por la alternancia de círculos calados y cuadrados igualmente perforados, superponiéndose a ellos incisiones en resalte que conforman una primorosa malla reticular.

Ventana trífora
Ventana bífora
Ventana bífora 

Tracista mozárabe se revela también el escultor de las almenas del tejado, asociable a los ejemplares de influyen te tradición decorativa cordobesa. Respecto a estas alme nas escalonadas, los dos ejemplares que se conservan tie nen extrema semejanza con los de la Mezquita de Córdoba. Es importante la relación que se puede establecer con las almenas que conforman la decoración pictórica de la iglesia de Santo Adriano de Tuñón. Si bien aquí la decoración pictórica del interior del merlón y la proporción de su dimensionado varía con respecto a la de Valdediós, por lo que su cronología debe ser revisada. Es sugerente relacionar iconográficamente esta disposición decorativa de las almenas con la introducción de merlones en cajitas relicario como la Arqueta de Astorga.

La pintura mural de la iglesia
En 1919, José Fernández Menéndez daba a conocer, después de una intervención restauradora en la iglesia, el descubrimiento de importantes restos de pintura mural al fresco aún conservados en los paramentos del templo. El autor describe e interpreta, si bien no en profundidad, el programa pictórico encontrado. Es la primera vez que los frescos del templo de San Salvador de Valdediós se descubren a un investigador. Este realiza unos bocetos preliminares de sus pinturas y hace público el hallazgo, pero será preciso esperar a los estudios de Helmut Schlunk y Magín Berenguer en 1957 para que la investigación rigurosa sobre los frescos del templo de Alfonso III alcance su adecuado tratamiento.
En 1857 se realizan diversos trabajos de restauración, entre los que cabe destacar la renovación de las cubiertas así como el desmonte del terreno colindante con la iglesia rebajando su nivel hasta el del zócalo original del edificio. Pero fundamentalmente se procede al levantamiento de las capas de cal y a la apertura de diversos vanos cegados.
Entre 1953 y 1954, Luis Menéndez Pidal interviene en la iglesia: “En esta iglesia se realizaron trabajos de albañilería para asegurar definitivamente las partes del revoco interior, que aparecían agrietadas y descompuestas, fijándose así las importantes pinturas del ábside y naves”.
Previamente, en el siglo XVIII, se había repintado la iglesia conservándose en la actualidad restos de estas pinturas en el ábside central. Pinturas que se eliminarían en una gran parte en una de las primeras restauraciones lleva das a efecto en 1912. En 1993 se acometió la restauración de la pintura mural del templo, bajo la dirección de Jesús María Puras Higueras. Su intervención permitió completar, en muchos casos, motivos pictóricos ocultos aún por la aplicación de capas de cal en el pasado. La restauración posibilitó el análisis y la documentación exhaustiva de los frescos.
La restauración de 1916 fue realizada por José F. Menéndez, quien iniciaría los trabajos en la capilla mayor eliminando el retablo y el altar de madera que cubrían totalmente el fondo del presbiterio. Aquí, ya descubrirían la inscripción que figura en la parte superior del ajimez, entre el dintel y el arco central del lienzo oriental, donde se encuentran las tres representaciones pictóricas de la cruz. Por su interés reproducimos una parte del texto redactado por José F. Menéndez, catedrático del Semina rio-Colegio de Valdediós, a raíz de su restauración y descubrimiento de las pinturas de San Salvador de Valdediós:
Cuando en el año 1916 empezamos estas obras de restauración artística –y a ellas, con verdadero entusiasmo, nos consagramos todos, Director y Catedráticos de este Seminario, en los ratos de ocio–, no podríamos creer, no esperábamos que fuesen tan fecundos nuestros trabajos”.
Enlucidos todos los paramentos, no se advertía señal alguna de pintura, ni se vislumbraba que tras aquellas lechadas de cal pudieran ocultarse motivos ornamentales de policroma composición. Cuando la curiosidad nos instigó a hacer saltar cuidadosamente algunas plaquitas de cal, y cuando quiso la fortuna que allí mismo quedase al descubierto un manchón rojo, fue grande nuestra satisfacción, y desde entonces, con infantil alegría y sana curiosidad, fuimos cuidadosa y delicadamente sacando de la prisión aquellas policromías, un día emparedadas por manos ignorantes o mandadas ocultar por el estragado gusto de épocas pasadas.
En los muros, en las bóvedas, en los arranques, y en el intradós de los arcos, en todos esos sitios hemos encontrado motivos pictóricos que son lo suficiente para reconstruir el conjunto. Los lienzos donde se conservan las pinturas están formados de una especie de estuco duro y terso, hecho a base de polvo de mármol; gran parte de los colo res se destacan marcadamente y se conservan bien fijados.
El tema y motivo de las pinturas es, a primera vista, muy sencillo: una serie de figuras geométricas que se unen y entrelazan, círculos y polígonos, líneas que pasan de los unos a los otros; de vez en vez flores de tres hojas sin expresión ni vida; todo esto, con una policromía no muy variada: tal es el tema de ornamentación de las paredes laterales. En los arcos, el adorno es más caprichoso, y en el intradós, entre una serie de círculos concéntricos, se ve algo así como largos tallos de espigas, que poco a poco se esfuman y desvanecen, y, a veces, la media luna, la enseña musulmana pintada en rojo y que hace pensar si los fanáticos hijos de Mahoma pudieran haber tenido allí intervención.
En las bóvedas de las capillas laterales, los dibujos reproducen un complicado artesonado, y en la capilla mayor, las pinturas murales simulan arquerías laterales y delicados arabescos. Sin embargo, en la bóveda central se reproducen de nuevo los círculos, entrelazados por líneas y que traen al recuerdo las coronas visigóticas.
En resumen: es una decoración complicada y misterio sa; en ella predomina la estilización, notase carencia de vida, algo así como aversión a la realidad y afán por el misterio.
La media luna, esas líneas y círculos que se unen y entrelazan con marcada monotonía, nos hablan de algo y tienen su significación, al igual que la tienen las cruces que allí hay. Amalgama de símbolos y emblemas que parecen luchas por sobreponerse y que ambos quieren fijar allí la señal de sus creencias.
Los motivos más significativos de la decoración pictórica ejecutada al fresco de la iglesia de Valdediós, están concentrados en la capilla mayor, en el ábside lateral norte, en las paredes y bóvedas de las naves laterales así como en el intradós de algunos arcos de la nave. Tenemos escasos, pero significativos restos, algunos muy desvaídos pero apreciándose aún el dibujo, en la bóveda de la nave central así como en la tribuna real y en la contigua cámara sur. Aún así, faltan muchos restos, tanto ornamentales como figurativos, que nos permitirían profundizar en la evolución pictórica del taller respecto a los precedentes pictóricos del resto de las iglesias asturianas.
Así, por ejemplo, la decoración pictórica al fresco se extendería a los pilares de las arquerías de la nave central; sus caras estarían recubiertas de pintura, habiéndose encontrado restos de pigmentos en su superficie. La decoración pictórica de la bóveda de la capilla mayor reproduce con gran similitud los motivos decorativos del ábside central de Santullano. Su dibujo es prácticamente idéntico: un conjunto casetonado en el cual se representan alter nativamente círculos y cuadrifolios asimétricamente dispuestos. El dibujo difiere, no obstante, del de Santullano o Lillo al simplificar los temas ornamentales y carecer de las rosetas y las hojas policromadas. El dimensionado de los elementos decorativos es más pequeño.

En los lienzos norte y sur de esta capilla se han representado pictóricamente sendas arquerías, compuestas por cuatro pilastras coronadas por capiteles sobre los cuales descansan los arcos. Estos se ornamentan con círculos con céntricos amarillos y rojos, y con representaciones poli cromadas de haces de hojas en color rojo. En la pared oriental y a ambos lados de las columnas que enmarcan la ventana ajimezada, se encuentra un motivo pictórico de evidente semejanza con Santullano. Este motivo está con formado por círculos y óvalos apuntados en disposición asimétrica. Al igual que en Santullano los círculos están compuestos por un rosetón interior con pétalos enmarca dos por una fina línea de puntos. El fondo de todo el dibujo es de una tonalidad rosácea. En esta misma pared y a ambos lados de la ventana se ha representado una cruz cuyo brazo superior tiene forma de Rho percibiéndose contiguamente, y flanqueándola, las letras Alpha y Omega muy familiares en el arte asturiano.

Representación pictórica de las tres cruces. Lienzo oeste de la capilla mayor 

En la parte superior de la ventana ajimezada, en el espacio del tímpano, se observan tres cruces; en realidad corresponden a las que se levantaban sobre la roca del Gólgota, de ahí que la del centro, la representación de la cruz de Cristo, se encuentre revestida de mayor ornamentación. El hecho de que se levantasen tres cruces sobre la roca del Gólgota, nos es conocido por la descripción realizada por Wilibaldo en el siglo VIII:
Ibi stant nvnc tres crvces lignee foris in orientali plaga ecclesiae
La cruz central de color amarillo oro, tiene sus brazos pintados con una ornamentación que pretende simular la incrustación de gemas y piedras preciosas; la crux gemmata. De sus brazos horizontales penden las letras Alpha y Omega apocalípticas, correspondiéndose en la parte superior con tres estilizadas hojas.
Las dos cruces que la flanquean a sus lados están pinta das escuetamente en un uniforme color rojo. Simularían cruces de madera. Sobre el dintel de la ventana, y grabada en la piedra en color rojo, se encuentra la siguiente inscripción:
Dintel de la ventana del testero
† DNI ET SALVATORIS NSI CVIVS EST DOMVS ISTA
Del Señor y Salvador nuestro, de quien es esta casa.
DNI ET SALVATORIS NSI CVIVS EST DOMVS ISTA
Es una práctica extendida en toda la decoración pictórica de las iglesias asturianas, la representación de las cruces del Gólgota en los ábsides central y laterales. Sus antecedentes los encontramos ya en iglesias paleocristianas. Tenemos variados ejemplos conservados hasta el presente; así el hipogeo paleocristiano de Seheremini en Constantinopla del siglo IV nos ofrece una representación de las tres cruces en el lienzo del fondo de la cripta. Representaciones con una cruz la encontramos en el ábside de la iglesia de Santa Irene en Estambul (Constantinopla).
Las tres cruces, presidiendo desde su superior altura y acogidas en el frontón del arco donde se abre la ventana tripartita, en el lienzo oriental de la capilla, encierran una valiosa lectura simbólica eminentemente circunscrita a las palabras de Apringio de Beja y su influyente obra In Apocalipsis (Cf. XXII, pp. 2 y ss.), así como en la versión In Apocalipsis de Tyconio, de las que Beato de Liébana, hombre muy vinculado con la Corte del rey Silo (774-783) asentada en Pravia, se serviría para componer su Comentario al Apocalipsis de San Juan (año 776 y 2ª versión 786). En su texto se expresa en términos que aluden significativamente a una lectura trinitaria de la representación de las tres cruces: “El tres se refiere a la Trinidad, que es Dios, que aunque sean tres personas, son afirmadas en una sola unidad de naturaleza”. (In Apocalipsis: Libro IV, líneas 30-32). Ampliando su pensamiento más adelante en los siguientes términos: “Por la perfección de este número, obró Dios en seis días la creación de todas las cosas. Estas tres divisiones del número seis nos manifiestan que la Trinidad de Dios, en la trinidad del número, de la medida y del peso, obró la creación de todo. Conoce, pues, que es muy valiosa la perfección del número seis, que encontramos frecuentemente en las San tas Escrituras”. (Libro IV, líneas 36-41).
Observamos como el pensamiento religioso trinitario, con toda su carga dogmática y reflexión espiritual, se proyecta sobre una rica iconografía en constante enriquecimiento creativo. Es preciso tener presente la gran importancia que adquiere la lectura de los libros sagrados. Ellos se convierten en referentes directos de la educación religiosa por parte del clero y con ello propician el salto cualitativo que permite la profundización en los conceptos simbólicos, anagógicos y alegóricos de la Biblia y los tex tos sagrados recopilados por los Padres de la Iglesia.
La elección de este tipo de esquemas trinitarios, los vamos a encontrar también con igual éxito como tema cristológico en el arte asturiano. Ahora bien, su iconografía mantiene unas determinadas peculiaridades y una evolución artística de los modelos a la luz de nuevas lecturas que propiciarán novedosas conclusiones. Se mantiene, eso sí, su sentido original, cual es el de señalar el camino de la vida eterna y mostrar que la salvación sólo es posible a través de la Cruz (MI. XVI, 24-28; Heb. II, pp. 10 y ss).
En nuestra triple representación cruciforme queda expresado plásticamente y con gran expresividad y eficacia iconográfica, uno de los problemas de mayor trascendencia religiosa y política, que se encontraban en el centro de las discusiones religiosas de la alta edad media hispana: la controversia adopcionista. Esta polarizó y radicalizó a diversos sectores político-religiosos que cuestionaban la naturaleza trinitaria de la divinidad y con ello la unicidad de Dios. La crisis de la iglesia asturiana con la iglesia de Toledo y el alejamiento entre sí de ambas tendrá su reflejo lógico, su traducción, en las lecturas trinitarias recogidas plásticamente en los relieves decorativos eclesiales. El vínculo litúrgico-teológico es plasmado, como es obvio, con intensidad en los pro gramas iconográficos y repertorios ornamentales: pintura, escultura, orfebrería, recogidos en las iglesias asturianas. En estas circunstancias determinadas lecturas iconográficas del arte asturiano van a adquirir mayor sentido y comprensión en el contexto de la polémica adopcionista. La placa de celosía habría sido realizada por un artista vinculado a la koiné cultural, el cual estaría guiado por un clérigo instruido en las Sagradas Escrituras, un verdadero iconógrafo. Éste sería real mente el que seleccionase los temas convenientes así como el sentido trinitario de las representaciones plásticas.
En los lienzos norte y sur de esta capilla central se han representado pictóricamente unas arquerías fingidas. Se conservan ligeramente desvaídas, pero se perciben su basa, el fuste, un esquematizado capitel y un arco de medio punto.
En la bóveda del ábside norte el dibujo de cuadrados y hexágonos es el característico de Santullano o de Lillo ya descritos. Aquí se representan sin embargo con un contenido ornamental diferente. Nos encontramos así con motivos de corazones, roleos simplificados, hojas lanceoladas, y estilizadas hojas de palmetas. En el interior de cuadrados se representan pequeños círculos concéntricos; el conjunto acusa la influencia de modelos mozárabes, como las placas decorativas de los canceles de la iglesia de San Miguel de Escalada, en las que vemos representados igualmente trifolios agrupados en torno a un círculo central. Los capiteles del arco de acceso a la capilla son reaprovechados, de tradición corintia, y se encuentran decorados pictóricamente en una tonalidad roja, a semejanza de los correspondientes en el ábside sur.

 
Al igual que en el ábside principal, sobre el dintel de la ventana se ha grabado la correspondiente inscripción que hace mención a la dedicación de la capilla. Sería grabada inmediatamente de haber finalizado la construcción del ábside.
Dintel de la ventana del lado de la epístola
† SCI IOHANNIS BAPTISTE De San Juan Bautista. SCI IOHANNIS BAPTISTE
Dintel de la ventana del lado del evangelio
† SCI IACOBI ZEBEDEI De Santiago el Zebedeo. SCI IACOBI ZEBEDEI

En el arco triunfal de la Capilla Mayor, la decoración en zig-zag de la arquivolta nos es desconocida tanto en el arte visigodo como en el propiamente asturiano, siendo habitual, no obstante, en el arte cristiano primitivo de Oriente en Egipto, en Baouit, en la arquivolta de la Capilla 28, extendiéndose, a su vez, al arte árabe primitivo, como así ocurre en la mezquita Al-Guyushi, del Cairo. Por lo que a los motivos acorazonados respecta, los encontramos en el arte visigodo, en la placa de Saamasas, así como en el arte andaluz del siglo VIII, en la mezquita de Córdoba, en la puerta de San Esteban.
En el ábside norte, en la arquivolta, nos encontramos con que de estos motivos acorazonados brotan pequeñas palmetas. Se encuentran modelos de inspiración en el mosaico del ábside de la iglesia de Koimesis, de Nicea, del siglo IX. A su vez los trifolios volvemos a encontrarlos en el alfiz de la portada de San Esteban de la mezquita de Córdoba (año 855).
La conservación de la decoración de la bóveda de la nave central es muy fragmentaria. Los restos aún visibles se encuentran situados en la zona más próxima al ábside central. El motivo del dibujo está configurado por un complejo tramado de grandes círculos de color rojo, alternando con cuadrados pequeños con ribete de color negro y rojo. Entre estos motivos geométricos de círculos y cuadrados se perfilan rectángulos con sus lados mayores curvados hacia el interior. Los círculos mayores encierran una composición ricamente decorada y en su interior se dibuja una cruz gamada que prolonga sus brazos en diagonal entre cruzándose con los círculos y los anillos de color negro y rojo. La composición contiene diversidad de motivos: hojas estilizadas, cintas grises y amarillas, cadenetas de color rojo y negro, cuadriláteros en cuyo interior se reproducen haces de estilizadas ramitas rojas. Todo el motivo compositivo descrito está flanqueado por una ancha fran ja compuesta por un vaso del cual surge una guirnalda constituida por estilizadas hojas de tonalidad verdosa y rojiza. Este tipo de franja con decoración de vasos separa entre si los diversos sectores ornamentados de la bóveda. Simulan decorativamente cumplir la función de los arcos perpiaños de Lillo, Naranco o Lena. Se encuentra un ante cedente para este motivo compositivo en una miniatura mozárabe: el ex-libris del Antifonario de León, cuya fecha corresponde al año 1069, pero que en realidad constituye una copia fiel de un códice fechado en el año 917.
Con motivo de la restauración de los frescos, llevada a efecto en 1993 por Jesús María Puras Higueras, se han encontrado, en la bóveda de la nave central, nuevos restos, inéditos, de pintura mural que permiten completar la con figuración pictórica original de la misma. Los restos encontrados se hallan en la zona occidental de la bóveda, próxima ya a la tribuna, siendo su motivo decorativo un tema compositivo clásico en la pintura asturiana, al recubrir la totalidad de las bóvedas de los ábsides centrales de los templos asturianos; se trata del conjunto casetonado, en el cual la composición del dibujo alterna círculos y cuadrifolios representados de forma asimétrica. El dibujo se asemeja con bastante exactitud, tanto temática como cromáticamente, al representado en la capilla mayor de la propia iglesia, pues, aún manteniendo la misma composición, éste sitúa sus motivos más alejados entre sí. El descubrimiento de este motivo contribuye a conocer mucho más pormenorizadamente la distribución compositiva de los frescos de la bóveda de la nave central de Valdediós.
En los paramentos de las naves laterales se conservan aún restos de pintura mural cuyo tema compositivo está conformado por octógonos y losanges que ya hemos estudiado en Santullano. En el dibujo de los octógonos se percibe una semejanza mayor con Santullano, no así en los losanges en los cuales apreciamos una figura de roseta de la que salen cuatro hojitas cuyos extremos quedan rematados en puntas. Resulta novedoso, especialmente, este motivo de rosetas. Constituye un motivo muy extendido en el arte antiguo. Encontramos una temática afín en un tablero decorativo con funciones de cancel de Cabeza del Griego así como en las jambas de San Miguel de Lillo. Pero tenemos paralelos sumamente atractivos de referencia directa para estas rosetas en el marco de una pintura mural omeya de Quasr el-Heir el-Gharbi, cuya cronología pertenece a la segunda mitad del siglo VIII.
Respecto a la tonalidad de los colores se produce una continuidad con los motivos de San Julián de los Prados, si bien en las pinturas de Valdediós el fondo general de la composición tiene una mayor acentuación del blanco.

En la antecámara sur de la tribuna regia permanecen espléndidos restos de decoración pictórica. Uno de sus temas de composición se encuentra en la pared sur, extendiéndose, el motivo ornamental, desde el suelo hasta la bóveda de forma ininterrumpida. Está configurado por una composición de semicírculos dispuestos en bandas horizontales y asimétricamente dispuestas a lo largo del panel. En el interior del campo semicircular surgen trifolios orna mentados con palmetas; en la cenefa del círculo interior, un motivo floral recorre su superficie. El conjunto pictórico alterna la coloración roja y amarilla con el negro. El tema genérico de esta composición tiene antecedentes en la Baja Antigüedad.
La pared oriental de esta antecámara ofrece, en su ornamentación, un tema de motivos florales que surgen estilizadamente de grandes tallos de coloración amarilla. Encontramos aquí de nuevo semejanzas con temas minia dos del Beato.
Las representaciones de figuras humanas son escasas, en lo que a su conservación respecta. En origen la decoración pictórica figurada sería mucho más amplia. Estas imágenes se ven reducidas a su ubicación en lienzos de la tri buna real, en la que están representados unos pies en las paredes oriental y occidental de la misma. Por el dibujo del calzado y de parte de los pliegues de un vestido representado en su parte superior se puede deducir un paralelismo con manuscritos miniados del siglo IX-X.
En la pintura mural de Valdediós se representan motivos vinculados con la tradición de la Antigüedad, como en la agrupación de los vasos y las guirnaldas, los cuales encontramos en el intradós de la ventana de la capilla mayor, aparte del ya mencionado de la bóveda de la nave central, así como en el motivo de la arquería ciega del pór tico lateral sur. En estas decoraciones se asocian motivos de origen vegetal y geométrico. En esencia se observa una tendencia a representar motivos tradicionales, ya presen tes en la pintura mural de Santullano o Liño por ejemplo, bajo formas geométricas abstractas.
En realidad, el influjo del arte musulmán en la iglesia de Valdediós se reduce básicamente a las formas orna mentales, mientras que la herencia antigua va adquiriendo formas progresivamente más abstractas, que apenas dejarán reconocer su primitiva y original configuración prototípica.

 

Tuñón
Santo Adriano de Tuñón
Se encuentra enclavada en el concejo de Santo Adriano, sobre una antigua calzada romana. Primitivamente formaba parte de una abadía fundada por el rey Alfonso III y su esposa Jimena el 24 de enero de 891 y consagrada por los obispos de Oviedo, Iria, Coimbra y Astorga. Según carta fundacional, datada en 891 y conservada en el Archivo Capitular, se deduce que el lugar elegido para edificar pertenecía a los bienes reales in nostra hereditate propria locum nominatum Sancti Adriani que vocitant Tunionem. Sin embargo, esta carta está sometida a conjeturas al considerarse la fecha del 891 como errónea, según parece desprenderse de la documentación falseada por el obispo Pelayo. El templo de Santo Adriano de Tuñón podemos considerarlo en realidad como una canonía rural. La iglesia fue puesta bajo la advocación de los Santos Mártires Adriano, oficial romano de Maximiano en Nicomedia, y su esposa Natalia decapitados en el siglo III.
En el año 1108 el templo experimenta su primera restauración la cual queda reflejada en una lápida de 75 cm de alto por 50 cm de ancho, colocada entre dos arcos de la arquería sur. En ella se nos dice que la iglesia es consagra da de nuevo por el Abad Eulalio y el Obispo de Oviedo don Pelayo.
La transcripción de la lápida es la siguiente:
HOC TEMPLUM DEDICAVIT PELAGIUS EPISCOPUS OVETENSIS ERA MILLESIMA Cª XLª VIª IIIº IDUS AUGUSTI MEDIUM SCILICET ALTARE IN HO NORE BEATORUM MARTIRUM ADRIANI ET NA TALIE DEXTRUM UERO IN HONORE BEA TORUM PETRI ET PAULI APOSTOLORUM SINIS TRUM AUTEM IN HONORE BEATI IACOBI APOSTOLI SCEPTRI G ERANTE REGE ADEFONSO REGIS FREDE NANDI FILIO IN LEGIONE ET TOLETO IPSIQUE MO NASTERIO PRESIDENTE ABBATE DONO EULA LIO QUI IN IPSA DEDICACIONE TEMPLI SUPER TRIA PREDICTA ALTARIA TRES ARAS NOVAS POSUIT IN PRINCIPALI IGITUR ALTARI HORUM QUI SUBSCRIBUNTUR SANCTO RUM SUNT RECONDITE RELIQUIE DE LIGNO DOMINI SANCTE MARIE VIRGINIS SANCTI MICHAELIS IOHANNIS BABTISTE SANCTORUM APOSTOLO RUM PETRI ET PAULI SANCTI THOME APOSTOLI SANCTI IACOBI APOSTOLI SANCTI CIPRIANI EPISCOPI SANCTI PANTA LEONIS MARTIRI SANCTORUM CLAUDII LUPER CI ET VICTORICI MARTIRUM SANCTI CLEMENTIS EPISCOPI ET MARTIRI SANCTI GEORGII MARTIRI SANCTI MAR TINI EPISCOPI SANCTORUM SPERATI ET MARI NE MARTIRUM SANCTORUM. COSME ET DA MIANI MARTIRUM SANCTE EOLALIE VIRGINIS ET MARTIRIS.
Su traducción es la siguiente:
“Pelayo, Obispo de Oviedo, dedicó este templo en la Era de 1146, en el día 3º de los Idus de Agosto, a saber: el altar del medio en honor de los Santos Mártires Adriano y Natalia, el de la derecha en honor de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y el de la izquierda en honor de Santiago Apóstol, siendo rey portador del cetro Alfonso, hijo de Fernando, en León y en Toledo y Abad Presidente del mismo monasterio Don Eulalio, quien en la misma dedicación del templo puso tres aras nuevas sobre los tres referidos altares. En el altar principal fueron depositadas las reliquias de estos santos que a continuación se señalan: del leño del Señor, de Santa María Virgen, de San Miguel, de Juan Bautista, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, de Santo Tomás Apóstol, de Santiago Apóstol, del Obispo San Cipriano, de San Pantaleón Mártir, de los Santos Mártires Claudio, Lupercio y Victoricio, de San Clemente Obispo y Mártir, de San Gregorio Mártir, de San Martín Obispo, de los Santos Mártires Esperado y Marina, de los Santos Mártires Cosme y Damián, de Santa Eulalia Virgen y Mártir”.

Permanece aún in situ otra inscripción, en realidad una síntesis de la precedente, realizada con pintura color bermellón en el siglo XVII. Se encuentra en el intradós del primer arco del lado de la Epístola.
Se recoge en Larragueta el documento del año 891, conservado en el Archivo Capitular de Oviedo, en el cual se transcribe el proceso de renovación de los altares pertenecientes a las capillas.
Dompnis gloriosus ac triuniphatoribus nobis post Deum fortissi mis sanctorum Adrianii et Natalie necnon et sanctorum Petri et Pauli et Sancti lacobi Apostolorum cuius nunc cernitur in nomine vestro fundamus in hoc loco qui nuncupatur Tunione secus Fuillo et Trubia.
La conservación de un documento de 891 nos permite conocer que el lugar elegido para la edificación pertenecía a los bienes reales:
...in nostra hereditate propria locum nominatum Sancti Adriani que vocitant Tunionem.
Igualmente conservamos un documento de 894 el cual recoge la donación de la villa de Falaminosa a la iglesia de Santo Adriano y Natalia, San Pedro y San Pablo y Santia go, villa que había sido ya incluida en el documento de 891, en la larga enumeración de posesiones foris montis:
En el documento de 891:
...in territorio Aguilare et de Luna villa Falamosa cum ecclesia Sancti Martini et alia ecclesia obidem Sancte Marie iuxta fluvio Homanna.
En el documento de 894:
...villam pernominatam Falaminosam cum ecclesias Sanete Marie et Sanete Martini mixta fluvio Rumania in territorio de Luna.
Durante los siglos XVII y XVIII la iglesia experimenta profundas reformas, durante las que se le añade un nuevo cuerpo de nave a los pies, el imafronte y el remate de la espadaña. Entre 1949 y 1954 es restaurada por el Arquitecto Luis Menéndez Pidal.
Vista general

Fachada este
Ábside. Ventana geminada y celosía.
Transepto sur y ábside 

Una especial remodelación la constituye el recrecido del nártex, así como la disposición de una tribuna de coro en el mismo. La intervención restauradora elimina varias dependencias externas que estaban adosadas al exterior de la iglesia. Un estudio arqueológico determina que la sacristía estaba levantada sobre la cámara meridional y se pro cedió a su reconstrucción. Asimismo se eliminó el añadido del imafronte. Estaba prevista la reconstrucción del pórtico original, pero no llegó a materializarse este importante proyecto. Más recientemente, en 1986, es sometida a un proceso de conservación y restauración por los arquitectos García Pola, Marqués C. J. y Palacios J.
La iglesia presenta la clásica planta basilical configurada por tres naves separadas por una arquería de tres arcos semicirculares a cada lado de la nave central. Los arcos se apoyan directamente en dos pilares que carecen de cual quier tipo de capitel-imposta o de basas. Los pilares son de mampostería recubiertas de mortero con una sección rectangular de 0,90 x 0,60 m. La arquería separa la nave central, de cerca de 8,50 de longitud por 4 m de ancho, de las naves laterales, de 1,80 m aproximadamente de ancho.
Nave central 

En la zona oriental, abierta a la nave mayor, se sitúa la cabecera tripartita compuesta por tres capillas rectangulares cubiertas por el abovedamiento tradicional asturiano. En lo alto de la nave se abren tres ventanas, adinteladas con madera, situadas a intervalos regulares en correspondencia con los tramos de la arquería. En el lado occidental encontramos el vestíbulo, cuyo perímetro quizás se corresponda con el original al que se encontraban adosados dos cuerpos al norte y sur del mismo. Se comunica con la nave central mediante un amplio arco de medio punto, de factura moderna. Anexo directamente a los restos de este vestíbulo se abre al oeste un largo ámbito que prolonga la nave de la iglesia en más del doble de su longitud original. Estas construcciones anexas fueron levantadas, en buena parte, en la fecha ya indicada de 1108, así como en 1407. De este modo el tramo occidental que se nos presenta en la actualidad presenta fuertes alteraciones frente al original.

El templo tenía dos habitaciones o sacristías adosadas a las fachadas norte y sur. En la actualidad solamente se conserva la abierta al mediodía, a la cual se ingresa desde el interior por medio de una puerta adintelada.
En la parte superior de la capilla mayor se encuentra situada la tradicional cámara alta supraabsidial con acceso externo por una ventana ajimezada de dos vanos apareja dos en ladrillo y apoyada en un pilarcillo central. Posteriormente, sin datación precisa, fue abierta una tosca ven tana de arco de medio punto que comunica este espacio con la nave mayor del templo.
La capilla mayor sigue una disposición arquitectónica similar a la de Valdediós, al carecer de arquerías murales. No obstante, a diferencia de Valdediós, aquí se prescinde también del tabernáculo que habitualmente se situaba en la pared oriental del ábside. En los lados norte y sur se encuentran, como en Valdediós, dos pequeñas hornacinas con una función presumible de credencias donde se depositarían los objetos sagrados destinados al oficio religioso.
La decoración escultórica de la capilla mayor se limita a las dos columnas adosadas del arco de acceso al ábside central. El arco, aparejado en ladrillo, no apoya directamente sobre estas. Los capiteles de ambas columnas son reaprovechados, y su cronología es difícil de fechar (¿siglos IV-V?) conservando cierta tradición clásica romana. El capitel correspondiente a la columna derecha del arco de triunfo presenta la característica forma troncopiramidal invertida; decorado por hojas de acanto que contienen estilizados nervios verticales y motivos geométricos diversos; no tiene collarino y el ábaco ha sido sustituido por una placa de piedra de sección cuadrada.
El capitel izquierdo del arco ofrece la misma forma troncopiramidal invertida; la ornamentación está formada por cinco hojas de acanto en cuyo interior se han tallado motivos lineales que configuran los nervios del motivo vegetal; en su parte superior se han labrado dos hojas, con talla de nervio central, situadas en cada uno de los dos extremos del capitel unidas entre sí por un conjunto de tres cordoncillos. Carece también de collarino y de ábaco y tiene asimismo una placa de piedra en la parte superior del capitel. Ambos capiteles conservan aún buena parte de la pintura que originariamente los recubrían; el fuste es monolítico de granito de tonalidad rosácea de sección circular apoyando en sendas basas.

En la habitación sur de la iglesia se conserva un fragmento de tablero de cancel de mármol gris grabado con un motivo decorativo constituido por una estilizada representación de un árbol palmiforme con forma de tallo de hojas serpenteantes junto con dos folículos acorazonados. Este mismo tema decorativo lo encontramos en dos placas de cancel, conservadas en el Museo Arqueológico de Asturias en Oviedo, procedentes del templo de San Miguel de Lillo. Inicialmente se conservaban dos fragmentos aparecidos durante la restauración llevada a efecto en el año 1950 por Luis Menéndez Pidal. El fragmento desaparecido correspondía a la parte superior de la pieza actualmente conservada.

La pintura mural de la iglesia
Durante los trabajos de restauración de Luis Menéndez Pidal, realizados entre los años 1940-1951, en los que se llegan a levantar de los paramentos interiores cinco capas de revocos posteriores hasta dejar el originario al descubierto, se descubren las importantes pinturas de influencia mozárabe de la capilla mayor; en ellas aparece un riquísimo programa iconográfico en el que encontramos la representación de almenas, astros, representaciones de la cruz y diversos motivos decorativos.
Estos restos de pintura mural conservados se encuentran exclusivamente en la capilla mayor. A media altura de cada una de las tres paredes, y a modo de línea de imposta fingida, se observa un friso de unos 35 cm de ancho compuesto por un motivo floral de tallos y ramas entrelazados alternando con flores de color rojo púrpura y amarillo oro. En la pared oriental se abre una ventana con arco de medio punto. La decoración de pintura que enmarca la misma la representa una franja de unos 30 cm cuyo motivo pictórico es una secuencia de círculos de colores, disponiéndose entre ellos finas y alargadas hojas que llegan a recubrir parte de las circunferencias concéntricas. Estos motivos recuerdan a la decoración de las arquivoltas de Santullano y Lillo, si bien aquí varía su color y el número de círculos. Semejante dibujo, pero con una similitud más acusada, lo encontramos en los ribetes de las hornacinas situadas en las paredes norte y sur de la capilla.
Muro este de la capilla mayor 

Los tres lienzos de pared que configuran el ábside están recorridos por un friso decorado simulando almenas escalonadas, de color rojo y amarillo alternativamente. Tienen un fileteado exterior que alterna de color igualmente.
El interior de las almenas pintadas al fresco se decora con un dibujo de esbelto trazo formado por diminutos semicírculos que recorren toda la superficie interna de la representación. Destaca, sobre este plano de secuencia de merlones, el dibujo en color ocre de una cruz procesional.
La realidad de la representación iconográfica radica en que en el interior de cada una de las almenas se encuentra representado un arco polilobulado de tradición islámica que acoge una ventana con arco en forma de herradura. Representa una singular forma de imitación del mihrab de una mezquita toda vez que su interior se encuentra recorrido por arcos trilobulados. Tenemos representado en el ábside de Tuñón uno de los más singulares y excepcionales ejemplos de inspiración (mimetismo) artístico si bien con un sentido iconográfico cristianizado. Esta magnífica representación del conjunto merlón-arcotrilobulado-ventana nos está remitiendo a las miniaturas de Beato de Liébana y la representación de la Jerusalén Celeste que de acuerdo con el texto del Apocalipsis (Apoc., XXI, 10-22) encontramos en el Beato de la Biblioteca Pierpont Morgan (manuscrito perteneciente al scriptorium de San Miguel de Escalada y fechado en la segunda mitad del siglo X). Las almenas escalonadas, que flanquean esta ciudad celestial cristiana que es el ábside, las encontramos miméticamente dibujadas en la representación ilustrada miniada del Beato de Morgan. Son almenas recogidas del repertorio de formas arquitectónicas islámicas; ese es el origen de las fuentes iconográficas de las pinturas murales de Santo Adriano. Podemos confirmar que la iconografía de Tuñón recoge el conocimiento artístico contemporáneo a la creación de las miniaturas de la obra Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana y cuya versión última manuscrita sería realizada en 786, revisión motivada por la controversia adopcionista.
A ambos lados de la ventana, y en su parte superior, encontramos dos dibujos con forma circular cuyo borde lo configura otra circunferencia de color rojo y de la cual salen múltiples y agudas crestas que conforman una estrella. La figura de la derecha se encuentra más fragmentada pero denota una similar forma geométrica a la anterior mente descrita.
Ciertamente, no es común la representación de figuras de almenas distribuidas en forma de friso en una basílica. Schlunk no encuentra analogías en España y única mente encontramos antecedentes escultóricos en la iglesia de San Salvador de Valdediós (893) y en almenas del siglo VIII pertenecientes a la mezquita de Córdoba. A juicio de Bango Torviso, el conjunto de merlones pinta dos que recorren los tres lienzos de la capilla mayor y que conforman un muro almenado bajo la presencia de la Cruz, representan “fortalezas” las cuales pueden interpretarse en clara relación con el simbolismo de las mezquitas: “...Frente a la fortaleza del Islam se opone la ciudad santa de los cristianos, su Jerusalén celeste, que también es representada como fortaleza. La Salus Hispaniae, la Reconquista, se ha convertido en una guerra santa: si el ejército musulmán cuenta con el apoyo divino, los resistentes astures también buscarán la ayuda de Dios. Al aspecto encastillado de las mezquitas deben oponer, con la misma contundencia sus templos, dándoles una fisionomía igual”.
Es preciso tener presente que el recurso a utilizar secuencias de merlones semejando estructuras fortificadas de influencia islámica lo encontramos en el mundo alto medieval con cierta frecuencia, y en varios soportes artísticos. Así, tenemos la arqueta relicario de Astorga (910), que conserva aún, en la parte superior de su troncopiramidal tapa, secuencias de pequeños merlones en un claro mimetismo por vincularlo con una simbólica defensa y protección del islam. Dentro del campo estético-arquitectónico, el ejemplo más patente lo tenemos en la iglesia de San Salvador de Valdediós; rematando la cubierta del templo y en sus extremos oriental y occidental se nos ofrecen dos almenas escalonadas cuyo efecto simbólico lo constituye precisamente el manifestar esa defensa del lugar sagrado cristiano.
La celestial Jerusalén (Beato de la Biblioteca Pierpunt Morgan, fol. 222v) 

Respecto a las figuras de astros representados en la pared oriental del ábside, se interpretan como la representación del Sol situado a la izquierda y la de la Luna en el lado derecho. Conservamos paralelos en miniaturas de manuscritos de Beato, en los cuales se muestran con similar iconografía, lo que nos lleva a buscar un mismo origen o tradición, y considerando también la posibilidad cierta de que estas imágenes se encuentren como los prototipos directos de las miniaturas, atendiendo a la temprana fecha de la iglesia de Tuñón: 891. Así, observamos una estrecha proximidad iconográfica con el tema miniado perteneciente al pasaje de “los cuatro Vientos” y que podemos observar en el Beato de Gerona (siglo X). Se puede considerar probable también que entre el sol y la luna pudiera existir una cruz, como así se nos ofrece en los ábsides de la iglesia de Santullano y en el ábside central de San Salva dor de Valdediós y San Salvador de Priesca.
Es importante el estudio de las representaciones del sol y la luna en los frescos de la capilla mayor del templo de Tuñón. Tenemos presencia de los mismos en relieves paleocristianos y visigodos. Asimismo, hay que tener presente que el cristianismo considera a Dios, y más específicamente al Verbo Divino, como el nuevo sol, el Oriens ex alto presente en la tradición judeohelenística alejandrina.
Así, Cristo, al ser considerado como manifestación del Padre al mundo, representa el Oriente, el sol que ilumina a la luna, su iglesia; en palabras de Isidoro de Sevilla:
...Sed tamen cum sit Pater et Spiritus sanctus sapientia et virtus et lumen et lux, propie tamen his nominibus Filius nuncupatur. Splendor autem appellatur propter quod manifestat. Lumen, quia inluminat. Lux, quia ad veritatem contemplandam cordis oculos reserat. Sol quia inluminator. Oriens, quia luminis fons et inlustrator est rerum, et quod oriri nos faciat ad vitam aeternam. (Etym. VII, 2, 25-27).
“...Y aunque también el Padre y el Espíritu Santo son sabiduría y poder, luz y claridad, no obstante, es al Hijo a quien con más propiedad se aplican estos nombres. Se le llama Esplendor, porque lo manifiesta. Luz, porque ilumina. Claridad, porque abre los ojos del corazón para contemplar la verdad. Sol, porque es radiante. Es Oriente porque es la fuente de la luz e iluminador de todas las cosas, y porque nos hace nacer para la vida eterna”.

Los antecedentes de las representaciones de los motivos del sol y la luna, los encontramos en algunas iglesias paleocristianas. Tenemos un ejemplo conservado hasta el presente: el hipogeo paleocristiano de Serdica, en Sofía del siglo IV nos ofrece una espléndida representación de los dos astros en el lienzo del fondo de la cripta.
Destaquemos el hecho de que la decoración mural de la iglesia de Santo Adriano de Tuñón conserva los únicos testimonios de la presencia de pintores mozárabes en un taller regio de la monarquía astur.

 

Gobiendes
Iglesia de Santiago de Gobiendes
Próximo a la costa, sobre una loma de la vertiente septentrional del Sueve, se asienta el templo de Santiago de Gobiendes, muy cerca de la capital del con cejo de Colunga. No hay constancia en las fuentes documentales o epigráficas de la fecha de consagración del templo. Sólo en el siglo X encontramos la primera mención de la iglesia en una donación que el rey Ordoño II realiza a la Catedral de San Salvador de Oviedo con fecha 8 de agosto de 921. Nos es desconocido el original pero se conserva una transcripción realizada por el Obispo Don Pela yo en fecha próxima al año 1129 en el Liber Testamentorum (fol. 26v.-29v.). En él se recoge expresamente la donación situada “...in territorio Colunga (...) Monasterium Sancti Iacobi apostoli de Gaudentes per suos terminos ab omni integritate.”
Siguiendo la datación propuesta por Helmut Schlunk, podemos adscribir esta iglesia al último cuarto del siglo IX, período final de la monarquía asturiana. Joaquín Manzana res sitúa el templo contemporáneo al de San Salvador de Priesca, a principios del siglo X. Más recientemente Magín Berenguer la vincula al período de Ordoño I, entre el 850 y el 866.
Las formas arquitectónicas de la iglesia de Gobiendes se aproximan en buena medida a las formas constructivas introducidas en la iglesia de Santullano, la cual es, en parte, modelo y en la que se inspirarían también San Salvador de Priesca y Santo Adriano de Tuñón como ya hemos tenido oportunidad de señalar.

Presenta planta basilical con una nave central de 9,70 m de longitud y 4,20 m de ancho separada de las naves late rales meridional y septentrional, de 1,40 m de ancho, por sendas arquerías con arcos de medio punto con dovelaje en ladrillo, a semejanza de la iglesia de Santullano, y firmes sobre capiteles imposta lisos que en número de tres descansan en pilares monolíticos de sección cuadrada, con 40 cm de lado, al igual que los empleados en San Salvador de Valdediós, y basas con molduración. A los extremos de los arcos formeros, y de forma excepcional en la tipología de las arquerías asturianas, nos encontramos con columnas entregas rematadas por capiteles con collarino sogueado asturiano y decoradas con una doble fila de hojas de acanto. El ábaco está rica y profusamente ornamentado.
Encontramos ciertas similitudes entre estos capiteles y los correspondientes a la arquería ciega de la capilla mayor de la iglesia de San Julián de los Prados que, como ya hemos comprobado, constituían piezas reaprovechadas visigodas del norte del Duero. Los capiteles de Gobiendes son, no obstante, copias originales de estos, quizás de superior calidad y perfección. Su ábaco está igualmente decorado con rica ornamentación geométrica. En lo alto de la nave, en el claristorio, se abren cuatro ventanas adinteladas con madera, situadas a intervalos regulares en correspondencia con los tramos de la arquería. En la zona oriental, abierta a la nave mayor, se sitúa la cabecera tripartita. Las dos capillas laterales tienen una configuración rectangular cubiertas por el abovedamiento tradicional asturiano en piedra toba apoyado en líneas de imposta moldurada. Aunque en origen estaban ornamentados con motivos pictóricos, al igual que el resto de los paramentos de la iglesia, éstos no han llegado hasta nosotros. En la pared oriental se abren sendas ventanas que conservan aún el cierre original constituido por finas láminas de alabastro. Se con servan también las carrilleras preparadas para recibir las celosías que primitivamente tendrían. Existen, a su vez, enmarcando cada uno de los ventanales de la pared oriental de las capillas, pequeñas columnillas rematadas por capiteles de rica ejecución.

La capilla mayor ha sido objeto de una profunda restauración y ampliación hacia los siglos XVII o XVIII. Consecuencia de esta ampliación es la destrucción del muro de cierre del testero con el fin de aumentar la superficie del ábside, convertido ahora en un espacio abovedado con cuatro paños triangulares de superficies curvas. Esta ampliación supuso la destrucción de la previsible disposición arquitectónica de las arquerías ciegas adosadas a los tres muros del ábside central. Asimismo ha desaparecido totalmente el tabernáculo, aediculae, con su correspondiente caja excavada, característico de las iglesias asturianas destinado a la conservación de las reliquias. No obstante, en el Museo de la Iglesia de Oviedo, se conservan un elenco de capiteles, fustes, basas y una ventana ajimezada que previsiblemente estarían dispuestas en las arcadas de la derruida capilla mayor.
Situada en el muro meridional de la remodelada capilla mayor se abre una ventana bífora original de dos arcos en piedra caliza. Conserva un pilarcillo central cuyo fuste está decorado con una ornamentación grabada en forma de cuadrado en sus extremos. Su espacio intermedio se decora con líneas incisas en forma de diagonales. El capitel, de forma troncopiramidal, está decorado con motivos circulares entrelazados. Conserva una inscripción en la parte superior de los arquillos: REEDIFICOSE AÑO 1853, haciendo referencia a la previsible fecha de reconstrucción de parte del templo.
En las columnas entregas que configuran el arco toral de la capilla central, radicalmente transformado y sobreelevado, permanecen en buen estado las huellas incisas dispuestas para encajar los canceles que cumplían la función de separar el sanctuarium altaris del coro. Su configuración original estaría formada presumiblemente por dos placas de cancel que encajaban en barroteras verticales dejando un espacio libre de acceso central.
Domínguez Perela estudió los capiteles entregos de la nave central que cierran las arquerías internaves. Los ubi cados al SE, NE y SO presentaban idénticas características, aunque difieren algo en cuanto a dimensiones. El collarino es sogueado y el ábaco, rectangular recto, está decorado mediante rombos inscritos a bisel y dos filas de hojas de acanto. En las esquinas aparecen hojas con funda y dos volutas rudimentarias cuyos antecedentes los pode mos ver en la decoración de los miradores E y O de Naranco, que además también presentan collarino sogueado y el ábaco recto. La decoración del ábaco es compartida por San Salvador de Priesca (capiteles de la arquería de la capilla central).


El capitel NE presenta un ábaco rectangular recto, decorado con rectángulos conteniendo rombos inscritos y en las enjutas botones perforados. En lo restante es idéntico a los anteriores, salvo en el collarino, que aquí se presenta liso.
Otro conjunto de capiteles son los que estarían localizados en las capillas norte y sur, capiteles-imposta de los arcos de ingreso, capiteles del arco que enmarca el vano del muro testero rectangulares, con fileteado y nacela en la parte inferior.
Se han conservado ocho piezas en la casa rectoral, y que responden a los capiteles de la desaparecida arquería ciega de la capilla central, derribada en 1853, Representan una reproducción a escala menor de la serie de cuatro capiteles entregos de la arquería de la nave central, con la introducción de una novedad en uno de ellos: su decoración vegetal semeja los tipos de San Miguel de Lillo.
Se conservan en los lienzos exteriores norte y sur los restos de arranque de los muros de dos recintos adosados a la planta basilical en el exterior de las fachadas norte y sur que se comunicaban con el interior del templo por una puerta adintelada.
En los primeros años del siglo XX se produce una nueva remodelación espacial; la ampliación del espacio de la iglesia en la zona occidental con la construcción de un nuevo cuerpo de edificio, lo que conlleva destruir en parte el pórtico tripartito original, respetando las habitaciones laterales. Al mismo tiempo se eleva el pavimento primitivo del templo situando su nuevo nivel más de cuarenta centímetros por encima de las basas, cubriendo incluso parte notable de los pilares. Se produce el cierre de los ventanales originales de la nave y se crea un nuevo espacio para la sacristía derribando la habitación primitiva.
Entre 1983 y 1988 la iglesia es objeto de una profunda restauración bajo la dirección del arquitecto Magín Berenguer Díez quien recupera el volumen original de la nave mayor con el descubrimiento de las ventanas primitivas del claristorio y cerrando al nivel original la techumbre de madera a dos vertientes.
Asimismo devuelve a su nivel original el primitivo piso, aunque ya es irrecuperable el solado original en opus signinum típico prerrománico.
Complementaria a esta intervención arquitectónica se lleva a cabo otra de carácter arqueológico, a cargo de don Emilio Olávarri, descubriendo parte del altar de bloque original en la capilla mayor y el muro de cierre del testero de la iglesia. Asimismo son exhumados varios enterramientos medievales en el interior del templo.

 

Priesca
Iglesia de San Salvador de Priesca
Consagrada en el año 921, está construida a pocos kilómetros de la ciudad de Villaviciosa. Conocemos su fecha de construcción por una inscripción grabada en una lápida, de 19 cm de alto por 50 cm de ancho, ubicada sobre la parte superior de la pilastra sur, en el lado de la Epístola y delante de la capilla mayor:
+N ERA DCCCCLª VIIIIª SAGRADVM EST TENPLVM SANCTI SALVA TORIS.
Este epígrafe (al que le faltaba la letra T de la palabra Salvatoris por rotura de la pieza) desapareció durante los trabajos de restauración, realizados bajo la dirección de Manuel del Busto, entre los años 1910 y 1922. Existían otros epígrafes también desaparecidos, entre ellos uno situado en otra pilastra correspondiente a la nave principal en el lado del Evangelio:
VIII. KALENDAS OCTVBER.
De las inscripciones podemos deducir que la iglesia fue consagrada al Salvador el día VIII de las Kalendas de Octubre de la Era DCCCCLVIIII, es decir, el 24 de septiembre del año 921.

Encontramos mención expresa de la iglesia en el Testamentum realizado por Ordoño II a la iglesia de San Salvador de Oviedo, y de acuerdo con un documento transcrito en el Liber Testamentorum, con fecha 921, agosto.
Asimismo es recogido el templo como parroquia en el Inventario de parroquias realizado por don Gutierre de Toledo, en los años 1385-1386.
Volvemos a encontrarnos ante un templo de planta basilical cuya nave central presenta unas dimensiones de 9 m de longitud y 4,80 de ancho. Esta nave se encuentra separada de las naves laterales por arquerías configuradas por arcos de medio punto aparejados en ladrillo y apoya dos en capiteles imposta, que en número de tres descansan en pilares exentos de sección cuadrada hechos de sillarejo. A oriente se abre la cabecera tripartita: A la capilla mayor se le anexan dos absidiolos. Los tres ábsides tienen configuración rectangular y están cubiertos con bóveda de cañón. Sobre el vestíbulo levantado al oeste, se ubica la tri buna. Originariamente este tramo de entrada solamente estaba comunicado con la nave central por una puerta adintelada; en la actualidad, ha sido sustituida por un arco de medio punto.
Respecto a los recintos anexos al vestíbulo, la comunicación con las naves laterales responde a la misma reforma. Estos recintos se encontrarían comunicados única mente con el vestíbulo, y su función primitiva sería la de alojar a los peregrinos. Estas transformaciones responden a las reformas sufridas entre los siglos XVII y XVIII que altera ron sustancialmente la estructura occidental de la iglesia. Al vestíbulo se accede, desde el exterior, por medio de una puerta con arco de medio punto peraltado que apoya en sendos capiteles imposta.
El templo tenía dos habitaciones o sacristías adosadas a las fachadas meridional y septentrional. Aunque en la actualidad no se conserva ninguna de ellas, permanecen restos del arranque en la del lado norte.
En la parte alta del ábside central se encuentra situada la característica cámara supraabsidial con acceso externo por una ventana ajimezada de dos huecos apoyada en un pilarcillo central.
Podemos observar que las formas arquitectónicas de la iglesia de Priesca, una basílica de tres naves cubierta en madera a dos aguas, son más cercanas a las de San Julián de los Prados que a las que presentan construcciones intermedias como Liño o Valdediós. Estas consideraciones se apli can igualmente a iglesias como Nora, Gobiendes y Tuñón.

La capilla mayor se dispone de forma idéntica que en Santullano; la bóveda descansa sobre sendas arquerías murales adosándose una tercera arquería ciega al muro oriental, en el cual se encuentra situado, al igual que en Santullano y en Valdediós, un pequeño tabernáculo en forma de aedicula con una caja excavada. Su función, como ya se ha dicho, sería la de conservar las reliquias.
La decoración escultórica, que integra el conjunto de las arquerías murales, está labrada siguiendo el modelo de San Salvador de Valdediós. Los capiteles adosados del arco de acceso al ábside central presentan el típico collarino sogueado asturiano conservando la forma troncopiramidal invertida y las grandes hojas palmiformes, nervadas, quizás más esbeltas que las de Valdediós.
El ábaco está labrado por un fileteado de líneas onduladas entrelazadas. Su tema ornamental está simplificado. El fuste es de piedra monolítica, de sección circular y las basas son altas y de gran espesor, conservando las huellas de encastre de los canceles.
Respecto a los capiteles del conjunto de la arquería ciega, mantienen la tradición asturiana ya presente en San Salvador de Valdediós. Así, la variedad de los mismos no impide que mantengan unas constantes en los motivos decorativos.
De esta forma tenemos unos capiteles de forma troncopiramidal invertida, decorados con hojas de acanto y nervios tallados. Su ábaco está decorado con líneas onduladas y el collarino tiene el característico sogueado autóctono. En otros casos, el capitel mantiene la forma troncopiramidal y esquematizadas hojas de tradición corintia mientras que el ábaco conserva una labra de cruces combinadas con tallas de cuadrados. La representación decorativa del ábaco suele variar sensiblemente en estos capiteles; en uno de ellos encontramos una figura triangular labrada en su cara anterior, y en otros casos líneas onduladas rematadas en sus extremos por marcadas volutas, o también un profundo estriado de líneas verticales en sus caras laterales. Todos estos capiteles coronan fustes lisos de sección circular con basas de plinto rectangular que sustentan dos toros.
En la entrada de la capilla mayor se encontraban los canceles que separaban el sanctuarium altaris del coro. Estaban formados por dos placas de cancel perforadas con un dibujo en forma de losanges que encajaban en barroteras verticales dejando un paso central. Actualmente las placas se encuentran en el Museo Arqueológico Provincial de Asturias, en Oviedo.
Capitel
Capitel
Capitel
 
Las intervenciones de restauración de la iglesia
Durante los siglos XVII y XVIII el edificio experimentó diversas transformaciones que alteraron sustancialmente parte de la estructura arquitectónica de la iglesia, especial mente la estructura occidental y el derribo de las habitaciones laterales.
Originariamente, el pórtico central estaba comunica do con la nave central por una puerta adintelada; en la actualidad, en su lugar se abre un arco de medio punto.
Respecto a los recintos anexos al pórtico central, la comunicación con las naves laterales responde a la misma reforma. Estos recintos se encontrarían comunicados única mente con el pórtico central, permaneciendo cerrada su comunicación con las naves laterales. Al pórtico se accede, desde el exterior, por medio de una puerta con arco de medio punto peraltado que apoya en sendos capiteles imposta.
En estos siglos XVII-XVIII y en fechas no determinadas, sería derruida la habitación situada a septentrión. Conjuntamente se extendió el derribo a la puerta de comunicación con la nave y se ampliaría su apertura, procediéndose a la ubicación de un altar.
Paralelamente es derribada la habitación meridional, la cual se amplía para su uso como sacristía, función que sigue cumpliendo en la actualidad. En fechas más tardías, principios del siglo XIX, es construido el cabildo anexo a las fachadas meridional y occidental.
Ventana bífora
Ventana bífora 

En el año 1913 el arquitecto Manuel García del Busto interviene en la iglesia de Priesca levantando los revocos originales de los pilares, ello provoca la pérdida irreparable de la inscripción de consagración de la iglesia. Igualmente se repican los antiguos revocos en las arquivoltas de los arcos lo que provoca de nuevo la pérdida de las pinturas originales. Además, los capiteles son raspados y se procede a relabrar sus paramentos ornamentales, ello provoca la pérdida de su original trabajo de labra.
En el año 1936 la iglesia es incendiada, produciéndose la destrucción de la cubierta, y se salva excepcionalmente la armadura de la cámara supraabsidal.
No tienen mejor suerte los tableros de cancel originales, los cuales sufren el destrozo y pérdida de gran parte de los mismos. El incendio de la cubierta conlleva la destrucción de las cargas de cal de los lienzos interiores y la posterior pérdida de las pinturas murales.
En el año 1942 el arquitecto Luis Menéndez Pidal interviene en la restauración de la iglesia, procediendo básicamente a la cubrición del edificio “volviendo a colo car las armaduras en las cajas que dejaron sobre los muros las cenizas de las primitivas destruidas por el fuego”. Con ello se aseguraba la cubrición de la armadura a la altura original de los muros de la iglesia. Durante los trabajos de limpieza y restauración de los paramentos se descubren y consolidan nuevas pinturas que aparecen. Se procede también a la restauración del pavimento con un material de hormigón more romano a semejanza del que se conservaba en la Capilla Mayor así como a la construcción de altares exentos siguiendo los restos del emplazamiento del altar primitivo. Las obras se amplían a la retirada del pórtico occidental así como al montaje de una nueva estructura en madera para la tribuna.
En los años 1984-1985 se interviene de nuevo por parte de los arquitectos Manuel García García y J. Manuel Caicoya Rodríguez. Sus trabajos se centran en la restauración y fijación de las pinturas, en el mantenimiento de las cubiertas del edificio con el retejado, la reparación del zócalo de la fachada norte y la instalación de luz eléctrica con la disposición de un conjunto de puntos de luz en el interior del templo.
En 1998 estos mismos arquitectos intervienen de nuevo en la iglesia, procediendo entre otras intervenciones a encalar los paramentos exteriores de la iglesia, retirar la tribuna de madera que se adentraba en la nave central, ins talar una nueva iluminación interior, así como proceder a la conservación y limpieza del pavimento. Se realiza una excavación perimetral previa a la instalación del drenaje y se documentan parte de los muros originales de la habitación sur.

La pintura mural de la iglesia
La pintura al fresco de la iglesia de Priesca se encuentra en muy deteriorado estado de conservación, tras los daños sufridos durante el incendio del año 1936. Restaura da por Luis Menéndez Pidal, los estudios realizados por Magín Berenguer en 1950 permitieron descubrir la mayor parte de los restos que hoy permanecen.
Las pinturas se distribuyen por la nave central, nave lateral sur y en los ábsides. Son restos pictóricos, aunque muy descoloridos a causa de la fina capa de cal que los protege, aún permiten una identificación iconográfica. Aún así, han desaparecido muchos restos, tanto ornamentales como figurativos, que permitirían establecer criterios de evolución del taller pictórico de Priesca en relación a la pintura mural registrada en el resto de las iglesias asturianas.
La decoración pictórica de la nave central sigue las directrices de la iglesia de Santullano. Aquí las pinturas se encuentran por encima de la arquería, distribuidas en dos niveles también a semejanza de la iglesia de Santullano. Así, en el muro sur nos encontramos con una representación arquitectónica muy deslucida en sus colores pero conservando aún las líneas generales de la composición. En ella se distingue una representación palaciega en cuya zona central, a modo de patio, se encuentra un estilizado árbol y en su parte superior un jarrón o vaso del cual surge otro estilizado motivo floral. Se remata en la parte superior mediante un frontón y se enmarca por columnas corona das por capiteles de tradición corintia. Hemos de resaltar que se trata del único caso que presenta un alto grado de identidad iconográfica con los frescos de arquitecturas de Santullano, a pesar de su deterioro y simplicidad en los motivos. Inmediatamente, bajo estos cuadros, se encuentra un zócalo dibujado en perspectiva con entrantes y salientes pero que ahora, y a diferencia de Santullano, no se corresponde con la ordenación de los cuadros.
Los motivos arquitectónicos de la nave lateral Sur manifiestan un parecido extremo con los correspondientes a la zona de ventanas de Santullano. En efecto, se observa la fachada de un palacio real con el patio y el peristilo así como la tholos al fondo, reducida ésta considerablemente, hasta el extremo de observarse nada más que el tejado con forma acampanada. Esta representación pictórica denota una ejecución basada en la inspiración de los motivos originales de Santullano.
Los motivos de figuras humanas tienen una percepción interpretativa compleja, añadiéndose, además, el desvaído de su capa pictórica. En su generalidad representan imitaciones de las que ya describimos en San Miguel de Liño. En la nave central, en el muro sur se puede observar una figura que parece encontrarse sentada sobre un trono con respaldo lateral y con representación frontal de tal forma que solamente se perciben dos de sus patas. La figura tiene uno de sus brazos levantado y se encuentra en actitud de orientar su mirada hacia la derecha del especta dor. En realidad se percibe la figura muy esquematizada y el resto de la composición que completaría el cuadro escénico se ha perdido. Esta figura, y en concreto su trono, coincide con representaciones miniadas que ilustran los códices del Beato del siglo X.

Arquería ciega del muro oeste de la capilla mayor
Bóveda de la capilla mayor, con decoración pictórica 

En la cabecera tripartita, los motivos de la bóveda de la capilla mayor consisten en un conjunto casetonado integrado por una alternancia de círculos y cuadrifolios dispuestos asimétricamente. Los cuadrifolios conservan cuatro círculos tangentes en cuyo centro está inscrito un cuadrado, percibiéndose en su interior un rosetón con hojas policromadas. Su conservación no es muy buena habiéndose perdido gran parte de la pintura durante el incendio de 1936. En la pared este, en el espacio existen te entre la arquería y la bóveda se ha representado un motivo de círculos y óvalos apuntados dispuestos de forma asimétrica. Los círculos conservan un rosetón interior y están enmarcados por una fina línea de puntos. Las dos figuras geométricas óvalo-círculo quedan unidas por unos estilizados rectángulos en cuyo interior se inscribe un motivo floral. Podemos destacar de esta composición sus grandes semejanzas con las capillas mayores de Santullano y Valdediós y la parte superior de la pared meridional de la nave sur de San Miguel de Liño.
En este mismo lienzo se conservan un Alpha y una Omega, restos de una cruz desaparecida y cuyas características nos son desconocidas. A ambos lados de los signos apocalípticos se perciben con cierta nitidez sendos círculos.
Corresponden a las representaciones del Sol y la Luna, si bien aquí están extremadamente simplificadas a diferencia de las que tenemos en la capilla mayor del templo de Tuñón.
Encontramos tipologías semejantes en relieves paleocristianos e hispanovisigodos. Como hemos comentado en Santo Adriano, hay que tener presente que el cristianismo considera a Dios, y al Verbo divino, como el nuevo sol, el Oriens ex alto presente en la tradición judeohe-lenística alejandrina. Cristo, al ser considerado como manifestación del Padre al mundo, representa el Sol que ilumina a la Luna, su iglesia.
Cruz inscrita en el ábside sur 

Por lo que a la decoración pictórica de los ábsides laterales respecta, sus paredes norte y sur están decoradas con arquerías ciegas fingidas con sus columnas y capiteles. Sus bóvedas conservan un motivo de cuadrados y hexágonos. Los cuadrados tienen representado en su interior un rosetón a modo de estrella del cual irradian unas filas de pétalos mientras que los hexágonos presentan en sus bordes un motivo de enrejado. El motivo general es una representación simplificada de las pinturas de la iglesia de Santullano y de San Miguel de Liño.
Las pinturas de la iglesia de San Salvador de Priesca deben de considerarse como una ejecución de un taller que se orienta hacia los motivos de representación pictórica arquitectónica de la escuela de Alfonso II. A juicio de Helmut Schlunk, esto se podría comprender como una reacción frente a las formas artísticas introducidas por los inmigrantes mozárabes. Hay que tener presente que la influencia mozárabe es mucho menos fuerte en Priesca que en Valdediós y Tuñón. Realmente las pinturas de Priesca no están vinculadas a los motivos mozárabes de Tuñón y Valdedios y sí en cambio encuentran su fuente de inspiración en la época de Alfonso II.
En lo que se refiere a su restauración, fue el arquitecto Luis Menéndez Pidal quien interviene en el año 1942 sobre a iglesia de Priesca, incidiendo principalmente en la techumbre del templo “volviendo a colocar las armaduras en las cajas que dejaron sobre los muros las cenizas de las primitivas destruidas por el fuego”. Con ello se aseguraba la cubrición de la armadura a la altura original de los muros de la iglesia. Durante los trabajos de limpieza y restauración de los paramentos se descubren y consolidan nuevas pinturas que aparecen. A este respecto Menéndez Pidal escribe: “Durante el tiempo que permanecieron a la intemperie las ruinas de este Monumento, fueron desprendiéndose de los paramentos los revocos y pinturas posteriores, manifestándose, en parte, algunas de las originarias, que luego han sido descubiertas por completo en las partes en que todavía se conserva esta rica decoración ornamental, limpiándose cuidadosamente y restaurando con toda atención la totalidad de los paramentos interiores del Monumento. Aquí, como en los demás ejemplares de la época, el edificio estuvo revestido con revocos en sus fachadas exteriores, para protegerle de la humedad”.
Por último, se procede a la restauración del pavimento con un material de hormigón more romano a semejanza del que se conservaba en la Capilla Mayor, así como a la construcción de altares exentos siguiendo los restos del emplazamiento del altar primitivo. Las obras se amplían a la retirada del pórtico occidental y a la construcción de una nueva estructura en madera para la tribuna.

 

Santianes
Iglesia de Santianes de Pravia
Siguiendo la información recogida en la Crónica Albendense: Iste, dum regnum accepit, in Prabia solium firma vit, este templo fue construido por el rey Silo y su esposa Adosinda entre 774 y 783 “cuando éste asentó la Corte en Pravia”. La antigua Flavium Avia, fue el lugar escogido por Silo para trasladar allí la corte, antigua capital hispano-romana de los paésicos, se encontraba en una posición geográfica estratégica al estar situada en un núcleo de antiguas vías romanas, lo cual le permitía una buena comunicación con el resto del territorio asturiano. La romanización del lugar (restos de villae se encuentran en el entorno de Santianes y Doñapalla) contribuyó decisivamente el traslado de la Corte.
Concebido como iglesia palatina u oratorio real y con funciones de panteón regio, fue fundado bajo la advocación de los santos Juan Apóstol y Evangelista, Pedro, Pablo y Andrés y estaría ubicado cercano al con junto palaciego del rey, aunque actualmente aún no se ha podido identificar la localización original de éste. Según José Menéndez Pidal, considerando los hallazgos arqueo lógicos, la residencia palatina estaría construida aprovechando un edificio anterior, de época romana. A la muerte del rey Silo en 774 tanto el conjunto palaciego como la iglesia se convierten en residencia monástica a donde se retira la reina Adosinda el 26 de noviembre de 785 ante la presencia de Beato de Liébana, Etherio de Osma y el Obispo Fidel (Heterii et Sancti Beati ad Elipandum epistola, PL. 96). Según la Crónica de Alfonso III del año 905, Silo es enterrado en el pórtico del templo de Santianes convirtiéndose así en panteón real de acuerdo con la tradición hispánica.
El estado primitivo de la iglesia ha llegado hasta nosotros gracias a las descripciones realizadas por varios autores, entre estos figuran Ambrosio de Morales (1513 1591), Tirso de Avilés (1516-1599) y Luis Alfonso de Car vallo (1570-1630). Este último realiza una detallada descripción de la iglesia que por su exactitud pasamos reproducir en gran parte: “Permanece esta Iglesia hasta nuestros tiempos en la misma traca, y manera, y figura que entonces le dieron; y aunque toda ella es muy pequeña, tiene su Capilla mayor, dos Colaterales, Cruzero, y tres Naves, todo de arcos, y sobrepilares de sillería, y muestra mucha proporción, y correspondencia. Notè, assimismo otra antigualla en esta Iglesia, y es, que tiene el Altar mayor enmedio de la Capilla, de modo que se puede andar alrededor de el por todas partes, que todos por aquellos tiempos se hazian de esta manera; y en la Capilla del Rey Casto ay otro de esta forma, en vna de las Capillas Colaterales; y otro en la Iglesia de Santullano, junto à la Ciu dad de Oviedo, y en otras Iglesias antiguas...”.


Estos testimonios son previos a la transformación realizada por don Fernando de Salas en 1637, momento en el que la iglesia experimenta sustanciales cambios en la estructura arquitectónica primitiva prerrománica. Las obras producidas para la creación de un espacio sepulcral en el interior de la iglesia para la familia Salas, conlleva la demolición y ampliación de la capilla mayor, así como la rotura y dispersión del conocido acróstico SILO PRINCEPS FECIT, lápida epigráfica fundacional de la iglesia. Esta pieza podría constatar la intervención de patrocinio por parte del rey Silo en la erección de la primitiva iglesia de Santianes de Pravia.
Inscripción laberíntica de Silo (reconstrucción) 

Se trata de una pieza sobre la que se dibuja, incisa, una cuadrícula en la que se ajustan elegantes letras capitales romanas, una por cuadrícula, propias de obras de patrocinio regio. Sobre el número de filas y columnas parece que las reproducciones realizadas por Ciriaco Miguel Vigil y Fortunato de Selgas, en las que se establecen quince renglones y diecinueve columnas, no se ajustaban con precisión al original ya que siguiendo las hipótesis de Carvallo y Jovellanos hay que pensar que la disposición del rectángulo era la contraria: con diecinueve renglones y quince columnas.
Sabemos que la letra “S” era el centro de la inscripción y a partir de ella, podía leerse en todas direcciones la frase Silo princeps fecit, gracias a las descripciones dejadas por los autores que la estudiaron in situ.
Según el testimonio de Fortunato de Selgas, en 1836 el templo vuelve a ser objeto de nuevas obras, restaurándose el transepto aumentando su anchura original y la de sus brazos. En 1868, con la desaparición de la fachada principal, sustituida por una torre rematada por una espadaña, desaparece el vestíbulo y, por tanto, los enterramientos reales.
Años más tarde, en 1894, son descubiertos importantes restos arquitectónicos pertenecientes a la original basílica prerrománica; estos son una pilastra, probablemente el podio del ara de altar, y dos canceles con unas dimensiones aproximadas de 1 m de alto por 0,5 m de ancho, decoradas con diversos motivos florales y geométricos.
El conjunto de piezas fue trasladado a la Capilla de Jesús Nazareno de El Pitu (Cudillero).
Aunque desconocemos su localización original podría asegurarse una disposición simétrica creando un estrecho paso abierto al sancta sanctorum.
Ambas placas presentan la peculiaridad de integrar en la misma pieza la placa y la barrotera vertical, algo bastante inusual aunque conocemos ejemplos desde el arte hispanovisigodo hasta el mozárabe. Ambas placas presentan la misma decoración configurada a partir de grandes círculos con perímetro de doble soguea do que se entrecortan, quedando los enjutes y restantes superficies adornados con motivos triangulares y romboidales. Las barroteras integradas presentan un tallo ondulan te con racimos contorneados y hojitas y con flores-trifolio y espirales.


Barroteras 

El eclecticismo del autor queda patente en la variedad de técnicas empleadas a la hora de ornamentar las piezas, lo que podría indicar que éste se inspiró en modelos antiguos, algo que también puede verse en su preferencia por lo esquemático, poco orgánico. La temática escogida para estas piezas es tomada de finales del período visigodo, encontrando así precedentes en la decoración de Segobriga (Cuenca) o San Juan Bautista de Baños de Cerrato (Palencia). No es de extrañar, pues, que algunos investigadores hayan aceptado las piezas de Santianes como obras hispanovisigodas reaprovechadas. Por otra parte, última mente va ganando cada vez más peso la idea de que fueron trabajadas expresamente para el templo asturiano. Si es cierto que determinadas formas ornamentales hispanovisigodas pervivían en Asturias hasta el siglo IX, nada tiene de extraño que la corte de Pravia acogiera un taller de escultores tradicionalistas, y es precisamente el característico desacuerdo iconográfico y estilístico plasmado en estas placas el que aboga a favor de una cronología del siglo VIII tardío. Como resultado de las recientes exploraciones, el repertorio de relieves altomedievales de Santianes se ha visto ampliado en varios fragmentos, que igualmente revelan su raigambre hispanovisigoda sin armonizar al cien por cien con la escultura del siglo VII y cuya fecha, de nuevo, nos inclinamos a fijar en el reinado de Silo. Otro argumento, que puede apoyar la tesis de una confección de todas estas piezas para la iglesia real de Santianes, se deriva del material de piedra caliza, relativamente blando; si se hubieran importado desde las antiguas tierras visigodas, es de suponer que los responsables habrían dado preferencia al mármol, más en boga en el reino de Toledo.
Según todos los indicios nos encontramos ante unos canceles únicamente influenciados por las corrientes artísticas hispanovisigodas.
La invención de los racimos que, en vez de colgar, están dispuestos hacia arriba (rasgo que ha llevado a varios autores modernos a invertir las placas en sus ilustraciones), no es achacable al artista de Santianes; aparece ya en la iglesia hispanovisigoda de Quintanilla de las Viñas (Burgos), repitiéndose en canceles mozárabes de San Miguel de Escalada (León).
De la descripción tipológica de la placa de cancel podemos observar como el pensamiento religioso trinita rio, con toda su carga dogmática y reflexión espiritual, se proyecta sobre una rica iconografía en constante enrique cimiento creativo. Es preciso tener presente la gran importancia que adquiere la lectura de los libros sagrados. Ellos se convierten en referentes directos de la educación religiosa por parte del clero y con ello propician el salto cualitativo que permite la profundización en los conceptos simbólicos, anagógicos y alegóricos de la Biblia y los textos sagrados recopilados por los Padres de la Iglesia. Podemos exponer determinados ejemplos susceptibles de con tribuir a una mayor comprensión iconográfica de la evocación del misterio trinitario en el campo de las artes de la Alta Edad Media en Asturias.

El esquema trinitario basado en representaciones estereotipadas y en las tradiciones y los textos exegéticos, se refleja con extrema maestría en los hermosos canceles de nuestra iglesia de Pravia. En cada uno de los dos tableros de cancel se refleja el mismo e idéntico motivo: la manifestación de la divinidad de Cristo. El relieve mantiene una alineación vertical de tres círculos con contorno dibujado en espiga y superpuestos a otros dos círculos que los inter secan. La frecuencia del recurso al círculo con un sentido trinitario está confirmada en un amplio elenco de representaciones iconográficas medievales. El círculo simboliza la divinidad considerada no sólo en su inmutabilidad, sino también en su bondad, “como origen, subsistencia y con sumación de todas las cosas; la tradición cristiana dirá: como alfa y omega”. Representa la figura mística presente en el Liber figurarum; los tres círculos conforman la propia Revelación de Dios a través del Antiguo Testamento: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob se encuentran integrados en los tres círculos trinitarios. En la placa de Pravia, se plasma con un referente de divinidad directo a las Tres Personas en un sólo Dios. Semejanza iconográfica que podemos extender a la reconstrucción del cancel realizada a partir de tres fragmentos encontrados en la iglesia de Santianes de Pravia y que nos ofrece una placa dividida en dos bandas verticales con relieve inciso de tres círculos trinitarios en cada panel.

Excavaciones y trabajos de restauración realizados a partir de 1975, bajo la dirección de José Menéndez Pidal, pusieron al descubierto estructuras arquitectónicas que hicieron reconsiderar la configuración original del primitivo templo prerrománico de un modo radical incluyendo y, en consecuencia, la revisión de periodización artística.
Durante estas campañas arqueológicas se halló una planta que mantiene la tipología habitual de las posteriores iglesias asturianas, es decir, planta basilical con nave central de 8 m de longitud y 5,50 m de ancha, separada de las naves colaterales, de 2,50 m de anchura, por arquerías compuestas por tres arcos de medio punto fabricados en ladrillo que descansan sobre pilares de sección cuadrada de aparejo en sillar y esquinas achaflanadas a excepción de los situados a los pies del templo que están conformados por machones. El templo presenta un transepto de 4,5 m de ancho, no acusado en planta, si bien resalta ligeramente al exterior. Este transepto se divide en tres espacios en correspondencia con las naves, continuando la arquería hasta su encuentro con el muro de la cabecera por medio de arcos diafragma; esta división, evidentemente, respondería a necesidades litúrgicas.

Orientada hacia el este, se abre la cabecera, compuesta por un ábside único, de trazado semicircular peraltado a eje con la nave central. Su dimensión es de 4,5 m de diámetro interior y estaría cubierto por una bóveda de horno. Al exterior el ábside mostraría forma cuadrangular, según se desprende de las excavaciones realizadas por Javier Fernández Conde. A diferencia de la descripción realizada por Carvallo, en origen, no tendría ábsides laterales pues las paredes correspondientes del transepto donde se abrirían los supuestos arcos de ingreso a las capillas están estucadas a la cal conservando su carga original y su capa de pintura al fresco de color rojo. Se conserva una buena parte de la superficie del pavimento del presbiterio, con formado por opus signinum de tonalidad brillante con alternancia de guijarro negro, lo que le da una alta calidad y riqueza singular”. La iglesia está cubierta con techumbre de madera.
Al oeste observamos el vestíbulo de entrada, exento, sobre el cual se sitúa una tribuna restaurada en época moderna, que originariamente se habría edificado cuando el vestíbulo o pórtico se convirtió en enterramiento real. A ella se accedería por una escalera interior, fabricada en madera, adosada al muro interior de la estancia derecha. El acceso al interior del vestíbulo desde el exterior del templo carecería de puerta de cerramiento, mientras que la comunicación desde el mismo con la nave central se realiza mediante un vano adintelado con una luz de 1,05 m. La puerta tiene dos hojas que abren hacia adentro y se mon tan sobre quicialeras.
No conservamos numerosos restos de decoración escultórica, siendo las placas de cancel mencionadas anteriormente, las que guardan mayor interés. Uno de los laterales de la placa es recorrido por motivos florales, configurados por la labra de tallos, entrelazados con flores y hojas así como pequeñas ramas talladas en espiral con técnica de bisel de limpia y esbelta ejecución. En el centro, la placa exhibe una banda rectangular en la que se enmarcan círculos entrelazados con ornamentación labrada con diversos motivos geométricos.
Schlunk encuentra para estas placas antecedentes en relieves de la segunda mitad del siglo VII. Así, los círculos entrelazados tendrían una analogía con canceles procedentes de Segóbriga. En cuanto a la decoración de vástagos encontraríamos un antecedente inmediato en San Juan de Baños, consagrada en el 661, y en los canceles reutilizados en la iglesia de Santa Cristina de Lena. Schlunk sugiere un reaprovechamiento de los canceles en el siglo VIII siendo su previsible fecha de labra en el siglo VII. Thilo Ulbert, en cambio, se inclina más bien a considerarlas obras originales del siglo VIII.

Al exterior el edificio recurre al aparejo de mampostería o sillarejo. Las esquinas tienen sillares generalmente bien escuadrados colocados a soga y tizón.
Como observamos, la basílica de San Juan Evangelista de Santianes de Pravia posee unas características constructivas que prefiguran en gran medida la posterior arquitectura prerrománica asturiana. Así, podemos considerar como singular heredera de ésta a la basílica de San Julián de los Prados, edificación eclesial palatina de Alfonso II. Al igual que en Pravia, Santullano muestra antecedentes como el transepto continuo o la nave transversal respectivamente, la misma longitud que la anchura de las tres naves. Existe una similitud con el vestíbulo o pórtico de entrada, así como, con las características del aparejo de sus muros en el que se recurre al sillarejo, además del empleo del pilar en sus arquerías y el arco aparejado en ladrillo colocado de forma vertical y en disposición radial o la renuncia al arco de herradura. Estos rasgos, presentes en Santianes de Pravia, permiten valorar, aunque con cierta prudencia, registros constructivos y arquitectónicos más propios de la Arquitectura Prerrománica Asturiana.

Próximo Capítulo: El románico asturiano 

 

 

 

 

 

 

 

Biografía
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