Siglos XV
y XVI
Durante los siglos XV y XVI, mientras en Italia
crecía con fuerza el Renacimiento, la actividad constructiva del gótico es
abrumadora en España, se levantan numerosos edificios de grandes proporciones,
caracterizados por la sencillez estructural de la construcción y la
complicación ornamental. Se erigen las grandes catedrales
de Sevilla iniciada en 1402, Segovia (1525)
y Salamanca (1513). La disyuntiva de estilos en que se encontraba la
arquitectura de la época era percibida de forma plenamente consciente por los
contemporáneos, pero de una manera bien distinta a como suele percibirse por el
gusto actual, que asocia al Renacimiento la "modernidad" y al Gótico la "medievalidad": Diego de Sagredo lo expresó con la
oposición entre el estilo moderno (el Gótico, en su versión local) y
el romano (el Renacimiento clasicista e italianizante), entre el
estilo gótico, racional y eficiente y el estilo romano, ampuloso y sensual.
Durante el siglo XV, la influencia
flamenca es muy importante y son muchos los artistas del norte de Europa que se
establecen en España, la estrecha relación comercial y política de Castilla con
el centro y norte de Europa convoca a arquitectos como Juan y Simón de
Colonia, que actúan fundamentalmente en Burgos y Valladolid, donde destacan
la Capilla del Condestable en la catedral de Burgos, la iglesia
conventual de San Pablo (Valladolid) y el Colegio de San Gregorio.
Hanequín de Bruselas inicia el foco
toledano, seguido por su discípulo Juan Guas del que destaca
el Palacio del Infantado y Monasterio de San Juan de los
Reyes y Enrique Egas que crean escuela adaptándose a la
sensibilidad local. La fusión de motivos góticos, flamencos y mudéjares
alcanzan su máximo desarrollo, durante este siglo, dando lugar a un auténtico
estilo nacional, denominado gótico isabelino, llamado así por coincidir
con el reinado de los Reyes Católicos. Se caracteriza por una rica
ornamentación, que reúne formas flamígeras, mudéjares y renacentistas. Este
estilo inicia una lenta transición al renacimiento, pero a la vez supone una
férrea y decidida resistencia a abandonar los paradigmas constructivos góticos
tradicionales. Sus mejores obras son San Juan de los Reyes en Toledo,
la Capilla Real de Granada y la Cartuja de Miraflores en
Burgos.
A este periodo corresponde también
la catedral de Palencia, que aunque iniciada en 1321, tiene su avance
fundamental durante el siglo XV. Durante este periodo también irrumpe el
plateresco que viene a ser una reinterpretación del arte renacentista junto al
purismo renacentista, sin que se puedan establecer fronteras cronológicas
claras entre todas estas tendencias.
Catedral
de Sevilla
La catedral de Santa María de la
Sede se encuentra en Sevilla (Andalucía, España).
Es de estilo gótico. Se trata de la
catedral más grande del mundo en ese estilo. La Unesco la declaró en 1987, junto al Real Alcázar y el Archivo
de Indias, Patrimonio de la Humanidad
y, el 25 de julio de 2010, Bien de Valor Universal Excepcional. Según la
tradición, la construcción se inició en 1401, aunque no existe constancia
documental del comienzo de los trabajos hasta 1433. La edificación se realizó
en el solar que quedó tras la demolición de la antigua mezquita aljama de
Sevilla, cuyo alminar (la Giralda) y patio (patio de
los Naranjos) aún se conservan.
Uno de los primeros maestros de obras fue el maestre Carlín (Charles Galter), procedente
de Normandía (Francia), que había trabajado previamente en otras
grandes catedrales góticas europeas y llegó a España según se cree huyendo de
la guerra de los Cien Años. El 10 de
octubre de 1506 se procedió a la colocación de la piedra postrera en la parte
más alta del cimborio, con lo que simbólicamente la catedral quedó finalizada,
aunque en realidad siguieron efectuándose trabajos de forma ininterrumpida a lo
largo de los siglos, tanto para la decoración interior, como para añadir nuevas
dependencias o consolidar y restaurar los desperfectos ocasionados por el paso
del tiempo, o circunstancias extraordinarias, entre las que cabe destacar
el terremoto de Lisboa de 1755 que
produjo únicamente daños menores a pesar de su intensidad. En estas obras
intervinieron los arquitectos Diego de Riaño, Martín de Gainza y Asensio de Maeda. También en esta etapa Hernán Ruiz edificó el último cuerpo de la Giralda. La catedral y sus dependencias quedaron
terminadas en 1593. El Cabildo Metropolitano mantiene la liturgia
diaria y la celebración de las festividades del Corpus, la Inmaculada y
la Virgen de los Reyes. Este último día,
15 de agosto, es también la fiesta titular del templo, Santa María de la
Asunción o de la Sede, y
se celebra con solemne procesión de tercia y pontifical.
El templo acoge los restos mortales de Cristóbal Colón y de varios reyes de Castilla: Pedro
I el Cruel, Fernando III el Santo y
el hijo de este, Alfonso X el Sabio.
Una de las últimas obras de importancia
realizadas tuvo lugar en el año 2008 y consistió en la sustitución de 576
sillares que conformaban uno de los grandiosos pilares que sustentan el templo,
por nuevos bloques de piedra de características similares, pero con mucha mayor
resistencia. Este difícil trabajo fue posible gracias al empleo de novedosos
sistemas tecnológicos que demostraron que el edificio sufría diariamente unas
oscilaciones de 2 cm como consecuencia de la dilatación de sus materiales.
En 2017 recibió 1 934 373 visitantes, siendo así el quinto
monumento más visitado de España.
Historia
1- Puerta
del Bautismo
2- Puerta de la Asunción
3- Puerta de San Miguel
4- Puerta Colorada o de la Concepción
5- Puerta de San Cristóbal o del Príncipe
6- Puerta de Palos
7- Puerta de Campanillas
8- Coro
9- Capilla Mayor y Altar Mayor
10- Capilla Real
11- Giralda
12- Puerta del Lagarto
13- Puerta del Perdón
14- Sacristía del Altar Mayor
15- Sacristía Mayor
16- Iglesia del Sagrario
Periodo
almohade (1172-1248)
Durante la administración musulmana, el
califa almohade Abu Yacub Jusuf ordenó la construcción de una
gran mezquita en Sevilla en los terrenos que actualmente ocupa la catedral.
Los trabajos se prolongaron entre abril de 1172 y marzo de 1198, aunque se
inauguró el 30 de abril de 1182.
La dirección de las obras fue encargada al
prestigioso arquitecto de origen andalusí Ahmad
Ben Baso, el mismo que edificó los
palacios de la Buhayra en Sevilla, el cual construyó un hermoso
edificio de planta rectangular de 113 x 135 m y con una superficie de
más 15 000 m². Poseía 17 naves adornadas
con arcos de herradura y un amplio
patio, el sahn que aún se conserva
con el nombre de patio de los Naranjos. La
actual puerta del Perdón daba acceso al recinto.
Periodo mudéjar
(1248-1401)
Tras la conquista de la ciudad por los
cristianos el 23 de noviembre de 1248, la mezquita mayor fue consagrada,
pasando a ser catedral de la archidiócesis con pequeños cambios, como el de
una Capilla Real donde se enterraron
diferentes monarcas y familiares, entre ellos Alfonso
X, Fernando III y Beatriz de Suabia.
Los cristianos utilizaron durante más de 150
años el edificio musulmán. A partir de 1401 se pensó en un nuevo templo de
formas totalmente cristianas, por lo que con el pretexto de que la mezquita se
encontraba en estado ruinoso, se procedió a demolerla.
Gótica
(1401-1528)
El cabildo
catedralicio decidió el 8 de julio de 1401 construir un nuevo
templo, pues la antigua mezquita almohade se encontraba mal conservada después del
terremoto ocurrido en 1356 que la afectó gravemente. Según la tradición oral
sevillana la decisión de los canónigos habría sido: «Hagamos una iglesia tan hermosa y tan grandiosa que los que la vieren
labrada nos tengan por locos» y según el acta capitular de aquel día la
nueva obra debía ser «una tal y tan
buena, que no haya otra su igual».
Las obras se iniciaron en 1434, y se
prolongaron en esta fase hasta 1506. Se cree que el primitivo proyecto de la
obra se debió al maestro Alonso Martínez.
Posteriormente fueron maestro de obras Ysambarte y
en 1439 el francés Carlín (Charles Gauter de
Rúan) que se hizo cargo de los trabajos con un salario de mil maravedíes anuales, creyéndose que estuvo al
frente de los mismos hasta su muerte hacia 1448, su sucesor fue el
cantero Juan Normant. Entre 1498 y 1512
ejerció el cargo de maestro mayor Alonso
Rodríguez. Todos los maestros mayores y aparejadores que dirigieron la
obra forman una cadena en la que cada uno colaboró durante varios años con el
maestro anterior antes de acceder a la dirección, incluso Ysambarte y Carlín se
conocían previamente.
El día 6 de octubre del año 1506, tuvo lugar la
ceremonia oficial para celebrar la conclusión de la obra, en la que se colocó
la "piedra postrera" en la
parte más alta del cimborio. Se invitó al arzobispo Diego de Deza a participar en el acto, aunque se
excusó por encontrarse demasiado viejo para subir y lo presenció como
espectador desde la capilla de la Virgen de la
Antigua. No se pudieron realizar celebraciones por haber fallecido dos
semanas antes el rey Felipe I de Castilla (Felipe
el Hermoso). Al año siguiente, 1507, tuvo lugar la consagración del templo,
aunque quedaron pendientes algunas obras por concluir. El resultado final fue
un grandioso templo gótico de enormes
dimensiones y riguroso diseño.
Cuatro años después, el 28 de diciembre de
1511, falló uno de los enormes pilares y
se produjo un derrumbe que afectó al cimborio que
cubría el crucero, todo al parecer
causado por el peso excesivo de la estructura. Se destituyó a Alonso Rodríguez
y, tras un detenido estudio de las posibles soluciones, el arquitecto Juan Gil de Hontañón, siguiendo el marco estilístico
inicial, diseñó una nueva cúpula que
se completó en el año 1519. Este cimborio se
desplomó 370 años más tarde, el 1 de agosto de 1888, volviéndose a reconstruir
por el arquitecto Joaquín Fernández con igual forma, tal como se ve en la
actualidad.
Renacentista
(1528-1593)
Corresponde al periodo iniciado en 1528, en que
se construyeron una serie de dependencias anexas al templo gótico, como
la Sacristía mayor, la Sala Capitular y la Capilla Real y se terminaron otras como la Sacristía de los Cálices y las Capillas de los
Alabastros. En estas obras intervinieron los arquitectos Diego de Riaño, Martín
de Gainza y Asensio de Maeda.
También en esta etapa Hernán Ruiz edificó
el último cuerpo de la Giralda. La
catedral y sus dependencias quedaron terminadas en 1593.
Barroca
(1618-1758)
En esta fase se construyó la iglesia del Sagrario (1618-1663) por Miguel de Zumárraga; se trata en realidad de una
iglesia independiente de la catedral, aunque se encuentra anexa a la misma y se
comunica con ella. A este edificio le acompañaron en el mismo estilo una serie
de pequeños agregados en el frente de Poniente.
Académica
(1758-1823)
Durante esta fase predomina el estilo neoclásico. Se construyeron diversas dependencias
situadas en la zona suroeste del templo, entre la actual avenida de la
constitución y el Archivo de Indias. Entre
los años 1762 y 1797 se procedió al derribo de los edificios que unían el
monumento al caserío de la ciudad, para conseguir que la manzana que ocupa
estuviera totalmente independiente. Los principales arquitectos que
intervinieron en las obras fueron Manuel Núñez y Fernando de Rosales.
Neogótica
(1825-1928)
Este periodo comprende desde 1825 hasta 1928.
Durante el mismo se terminaron partes del edificio que habían quedado
inconclusas, procurando en todo momento mantenerse lo más próximo posible al
diseño gótico original. Continuando el proyecto del arquitecto Demetrio de los Ríos del año 1866, las puertas
de la Concepción y la de San Cristóbal o del Príncipe, fueron acabadas
por Adolfo Fernández Casanova entre
1895 y 1917. También se realizaron diferentes trabajos de restauración. Inició
esta etapa Fernando de Rosales y la
cerró Javier de Luque.
La
catedral en el siglo XXI
En 2008, la investigadora de la Universidad
de Cantabria Begoña Alonso Ruiz encontró el plano más antiguo que se
conoce de la catedral de Sevilla en el Monasterio de Bidaurreta de Oñate (Guipúzcoa),
el cual se realizó alrededor de 1490. Este plano, una vez estudiado, ha
aportado importantes datos sobre la construcción del edificio.
En el año 2017 recibió 1 934
373 visitas, cifras récord, con incrementos progresivos anuales desde el
año 2012 en que se vendieron 1 325 749 entradas. Más del 99 %
de los turistas que visitan Sevilla están interesados en conocer el templo.
El monumento se autofinancia y supone una considerable fuente de ingresos para
el Cabildo que destina gran parte de los fondos recaudados a obras de
restauración. La situación del edificio en la Avenida de la Constitución,
principal vía de acceso al centro histórico de la ciudad, había provocado en
las últimas décadas un notable deterioro fisicoquímico de la piedra que se
manifestaba por la existencia de densas costras negras en los muros y portadas,
como consecuencia de la intensa contaminación del entorno producida por los
gases expulsados por los vehículos.
Las importantes actuaciones realizadas en el
siglo XXI han consistido en la peatonalización de la Avenida de la
Constitución para solventar el problema de la contaminación y la realización de
diversos trabajos de restauración, principalmente la limpieza y consolidación
de los 141 m de la fachada de poniente, con el objetivo de solucionar la
arenización general de la piedra y la oxidación de los materiales férricos.
Además se han desmontado y reparado elementos singulares como esculturas, pináculos, gárgolas, flameros y
vidrieras que han recibido tratamientos especializados para su recuperación. En
el interior del templo se han efectuado trabajos de gran precisión para
solucionar el deterioro en la estructura de dos pilares que presentaban grietas
que fueron detectadas en 1980. La meticulosa tarea ha consistido en la
sustitución de 576 sillares, cada uno de los cuales tiene un peso medio de
250 kg, sin intervenir en el núcleo central del pilar que mantenía su
estabilidad. En 2011 se inicia la restauración del retablo mayor,
trabajo que se prolongó durante 30 meses, e importantes intervenciones sobre la
solería de la Capilla Real y la fachada norte del templo que da a la
calle Alemanes, actuación que culminó en enero de 2015 con la restauración de
la Puerta del Perdón.
Materiales
empleados
En la construcción, como era habitual en la
arquitectura gótica, se empleó la piedra como principal material de
construcción. La catedral está construida con piedra de más de 20 canteras,
siendo la mayoritaria una calcarenita fosilífera de grano grueso procedente de
las canteras de la sierra de San Cristóbal del Puerto de Santa
María, en la provincia de Cádiz. Le sigue en orden de importancia una roca
caliza fosilífera de grano más fino procedente de Espera, también en la
provincia de Cádiz, usada sobre todo en los elementos intercalados con la
anterior piedra en las cresterías y como principal elemento de construcción en
los Archivos que se añadieron en la fachada sur de la catedral en 1918. También
se trajeron rocas de Puerto Real, Estepa, Utrera, Morón de
la Frontera y otros lugares para zócalos, tracerías, restauraciones,
etcétera. Las portadas de la Concepción y del Príncipe fueron realizadas a
finales del siglo XIX y principios del XX con piedra de Monóvar, en
la provincia de Alicante.
Giralda
Giralda es el nombre que recibe la torre
campanario de la catedral de Santa María de la Sede de la ciudad
de Sevilla. La parte inferior de la torre corresponde al alminar de
la antigua mezquita de la ciudad, de finales del siglo XII, en
la época almohade, mientras que la parte superior es una construcción
sobrepuesta en el siglo XVI, en época cristiana, para albergar las campanas. En
su cúspide se halla la estatua de bronce que representa el Triunfo de la Fe y
que tiene función de veleta, el Giraldillo.
Mide 94,69 m metros de altura.
El 29 de diciembre de 1928 la catedral,
incluida la Giralda, fue declarada Monumento Nacional. En 1987 el
conjunto del Alcázar, el Archivo de Indias y la catedral, con su
torre, fueron considerados Patrimonio de la Humanidad.
Existen réplicas y edificios inspirados en ella
en España y en varios países del mundo.
Lámina de Alejandro Guichot que
muestra los tres estados de la Giralda. A la izquierda la primitiva torre
almohade (s. XII), a la derecha una fase intermedia después de la caída
del yamur que coronaba la torre (1396), y en el centro la torre
actual, con el remate renacentista del campanario (s. XVI).
Período
almohade
Durante el periodo de dominación almohade,
la ciudad de Sevilla se convirtió en la capital de Al-Ándalus, lo que trajo a
la ciudad una actualización de sus infraestructuras procediéndose a la
construcción de algunas grandes edificaciones. En este ámbito se comenzó el
levantamiento de una nueva mezquita mayor en el solar que actualmente ocupa la
catedral. La construcción de esta nueva mezquita mayor, que reemplazaba a la
existente en la plaza del Salvador, se inició el año 1172 y en 1182 se
pronunció el primer jutba (sermón de viernes) en la mezquita. Tenía
orientación de norte a sur, ligeramente hacia el sureste, y su puerta principal
correspondía a la actual Puerta del Perdón que da entrada al patio de los
Naranjos, que formaba parte del recinto de la misma. El alzado exterior de la
mezquita tenía influencias de la mezquita de Córdoba, mientras que la
estructura de su planta procedía del modelo de las mezquitas marroquíes
de Marrakech y de Tinmal.
En 1183, Al-Ándalus sufría una presión agresiva
de las fuerzas castellanas y portuguesas, que hostigaban el campo sevillano. En
respuesta, en diciembre de ese año el califa Abu Yaqub Yusuf puso en
marcha un gran ejército en dirección a la península. Cruzó el estrecho de
Gibraltar y entró en la ciudad de Sevilla el 25 de mayo de 1184. Con ocasión de
su estancia en Sevilla, el 26 de mayo de 1184 ordenó al gobernador de la ciudad
la construcción del alminar de la mezquita. Salió el califa el 7 de junio,
hacia Badajoz, para luego dirigirse al oeste para sitiar la población
de Santarém a la que llegó el 27 de junio. Esta ciudad estaba
defendida por Alfonso I de Portugal. El asedio duró hasta julio de 1184 y
el 29 de julio Al-Mumin Abu Yaacub resultó muerto en combate.
El nuevo califa, Abu Yúsuf al-Mansur (conocido
entre sus súbditos como Muminin), hijo y sucesor de Yúsuf, que fue proclamado
el 10 de agosto de 1184, en el alcázar de Sevilla, decidió la
continuación del proyecto. Originalmente, el alminar estaría unido a las
murallas de la alcazaba de la ciudad. Las obras de construcción se iniciaron
en otoño dirigidas por el alarife Áhmed ben Baso. En la excavación
para la cimentación encontró un manantial que fue cegado con piedras y cal,
creando una superficie plana sobre la que situar los cimientos.
La construcción de la Giralda arranca sobre una
cimentación de 3,60 metros, muy poco más amplia que la propia torre, y que
constituye la única cimentación del edificio, según los estudios arqueológicos,
una gruesa capa de argamasa y una simple mejora del terreno, en el que quedaron
incluidos los restos de anteriores construcciones musulmanas de la zona.
Desde ahí otros tres metros de sillería emergen de la acera, con una serie de
aras de mármol de época romana.
Las piedras que se emplearon tayud al
adi fueron extraídas del muro del palacio del Alcázar de Ibn Abbad. Los
muros de este palacio tenían características defensivas. Las piedras fueron
bajadas sin necesidad de escaleras, ya que a estos muros se ascendía por una
cuesta apta para caballos.
En el año 584 de la hégira (entre el 2 de marzo
de 1188 y el 18 de febrero de 1189) se paralizaron las obras cuando fue
destituido Ibn Saíd, que era el almojarife encargado del registro de los
gastos. Ibn Saíd fue sustituido por Abu Bakr. En esta reanudación entró a
trabajar en las obras de la mezquita el alarife Alí al-Gumari (Alí de
Gomara), ya que también acaeció el fallecimiento de Ibn Basó, que decidió
continuar las obras del alminar con ladrillo a partir del zócalo de piedra.
Las obras en la mezquita fueron detenidas de forma intermitente debido a los
constantes viajes que el alarife hacía a Marrakech.
El 19 de junio de 1195 el emir Abu Yaacub
al-Mansur derrotó a Alfonso VIII de Castilla en la batalla de
Alarcos. Al regresar ordenó la realización de unas grandes esferas de bronce
dorado para ser colocadas en la parte superior del alminar. Fueron colocadas el
10 de marzo de 1198 en presencia del emir. Estas estaban sobre una columna
grande de hierro que se cimentaba en la parte superior del alminar. Estas
cuatro bolas o manzanas doradas ensartadas en un vástago vertical reciben el
nombre de yâmûr en la cultura árabe y se ha utilizado, aunque no siempre, para
coronar mezquitas. El transcurso de las obras se conoce con detalle gracias a
las crónicas de Ibn Sahib al-Salá.
El esquema deriva del modelo de la mezquita de
Córdoba. El primer cuerpo tenía 50,51 m de alto y una planta cuadrada de
13,61 m de ancho. El segundo cuerpo medía 14,39 m de alto y su planta
era cuadrada de 6,83 m de ancho. Sobre el segundo cuerpo había una cúpula
y sobre esta el yâmûr. La altura total de la torre era de 82 metros.
Período
cristiano
En 1248 se produjo la Reconquista de
Sevilla por Fernando III el Santo y la mezquita fue consagrada
como templo cristiano. Algo habitual cuando se conquistaban municipios
musulmanes era añadir campanas a los alminares, así como retirar el yâmûr para
colocar una cruz y, bajo ella, una veleta, aunque este yâmûr no se retiró.
No obstante, el 24 de agosto de 1356 se
produjo un terremoto que trajo consigo el derrumbamiento de las cuatro
bolas. No existe demasiada información sobre el aspecto de la torre entre
este acontecimiento y el siglo XV. Al parecer, esta estructura fue sustituida
por una espadaña con una campana y, en algún momento posterior, la
torre se coronó con una cruz.
Según se desprende del Plano de Bidaurreta,
1480-1498, descubierto por Begoña Alonso mientras investigaba sobre unos
canteros, único plano original que nos ha llegado de la catedral gótica, en el
proyecto original la torre iba a ser derribada, pero se ha entendido que por
necesidad económica o deseo de inaugurar lo antes posible el templo, se decidió
mantenerla.
A mediados del siglo XVI canónigo Francisco
Pacheco diseñó un programa iconográfico con murales para decorar la
Giralda. Los frescos fueron realizados por el pintor Luis de Vargas entre
1553 y 1558. Gracias al cuadro de las Santas Justa y Rufina realizado por
Miguel de Esquivel en 1620 se sabe que en la fachada norte, debajo del primer
balcón, estaba la Anunciación. A la izquierda y a la derecha de este balcón, en
dos superficies de estuco que aún existen, estaban las imágenes de San Isidoro
y San Leandro a un lado y las Santas Justa y Rufina al otro. Encima de este
balcón, había una pintura de Cristo Crucificado con la Virgen María y San Juan
Evangelista. A los lados de los demás balcones había otras pinturas de santos.
En 2018, durante la restauración, se demostró que, en el siglo XVI, la Giralda
estaba pintada con un color rojizo. Las pinturas murales de Luis de Vargas
estaban muy deterioradas a finales del siglo XIX y se perdieron, junto con
restos de su color rojizo, en la restauración realizada entre 1881 y 1883
por Adolfo Fernández Casanova.
El 6 de junio de 1556 falleció el Maestro Mayor
de la catedral, Martín Gaiza, y el cabildo convocó un concurso para escoger a
su sustituto. En 1557 se presentaron los maestros mayores de las principales
capitales andaluzas: Hernán Ruiz, Andrés de Vandelvira, Francisco
del Castillo, Juan de Orea, Luis Machuca y Pedro de Campo. También se
presentó Miguel Gainza, que había sido aparejador en la catedral desde 1542. El
14 de diciembre fue escogido Hernán Ruiz. Al parecer, llegó de Córdoba con un
proyecto definitivo de cómo debería renovarse la torre y contaba incluso con
una maqueta de escala 1:50. En su diseño, Hernán Ruiz añadió un
completo cuerpo de campanas. Las obras empezaron en abril, ya que consta
el inicio de los pagos realizados de ladrillo y yeso. Las obras fueron
especialmente lentas los primeros años, aunque hubo mayores adelantos a partir
de 1562.
En 1565, las obras de edificación ya estaban
acabadas. El nuevo cuerpo tenía un remate en forma de estatua que hacía
las funciones de veleta, que fue colocado el 13 de agosto de 1568. El nombre
original de la escultura en 1568 fue Triunfo de la Fe victoriosa, o
sencillamente Fe, y unos años después (posiblemente a finales de siglo)
pasó a ser denominada Giralda (literalmente, "que gira") y
que la RAE define como "veleta de torre que tiene figura humana o de
animal". Este nombre quedó en testimonios escritos como El viaje
entretenido (1603) de Agustín de Rojas Villandrando o en El
Quijote (1605) de Miguel de Cervantes, que residió en la ciudad desde
1588. Al final esa denominación se aplicó al conjunto de toda la torre y la
escultura pasó a ser conocida como Giraldillo. El Giraldillo fue diseñado por
el pintor Luis de Vargas, inspirado ende la diosa Palas Atenea o Minerva,
posteriormente se realizó el modelado escultórico por Juan Bautista Vázquez el
Viejo, para pasar a ser fundido por Bartolomé Morel, que era
principalmente artillero, ahí que cuando sacó la pieza del molde tenía trozos
con desperfectos y tuvo de remacharlos. Según los estudios durante su
restauración, la escultura presenta un vientre abultado que se ha entendido
como un embarazo de la diosa, a modo de representar la fortaleza y fecundidad
de la Fe católica, ya que se realizó en pleno conflicto de religión en Europa,
entre católicos y protestantes. Es la escultura en bronce del Renacimiento más
grande del mundo.
Precedentes
estilísticos
La construcción de la Giralda se basó en el
alminar de la mezquita Kutubia de Marrakech (Marruecos),
también construido en el siglo XII, considerado con sus setenta y nueve
metros de altura, una obra maestra del arte magrebí, consta de una estructura
muy similar a la torre sevillana, sigue la forma más típica de los alminares de
la escuela hispanomarroquí, con un cuerpo principal de forma ortoédrica sobre
el que se sitúa otro mucho más reducido, a modo de remate. Otra gran muestra de
arquitectura muy similar la constituye, la gran Torre Hasan de Rabat,
considerada, hermana, de la Giralda y cuyo proyecto de construcción preveía
un altura de sesenta metros, pero las obras se interrumpieron cuando llegaba a
los 44 metros. En ambos precedentes se encuentran los elementos decorativos de
los almohades, reproducidos en la Giralda, con arcos ciegos, lacerías y
relieves que se inspiran en los que realizaban los selyúcidas en esa
misma época en la región de Asia Menor.
Descripción de la torre
La torre, debido a su compleja historia, está
constituida por varios cuerpos perfectamente imbricados, mostrando un ejemplo
perfecto de la riqueza del crisol de culturas existente en la ciudad. Para la
construcción del cuerpo musulmán, tal y como se puede apreciar en su base, se
emplearon los restos de algunos edificios y aras de la Hispalis romana,
pudiéndose encontrar en ellos varios epígrafes en latín alusivos a
labores portuarias y del comercio del aceite durante finales del siglo I d.C. a
principios del s.II d.C.
El cuerpo principal es de planta cuadrada, en
el que la cara oeste mira al patio de los Naranjos, la este a la plaza de la
Virgen de los Reyes, la norte a la calle Placentines y la sur a la plaza
del Triunfo.
Cuerpos
superiores de la Giralda:
1.- Cuerpo
de campanas.
2.- Cuerpo del reloj.
3.- Cuerpo de las estrellas.
4.- Cuerpo de las carambolas.
5.- Penacho.
6.- Esfera.
7.- Giraldillo.
Cuerpos
superiores
El remate superior de depurado estilo
renacentista fue llevado a cabo por Hernán Ruiz II, entre 1558 y 1568, en el
que se distinguen las siguientes partes:
·
En
primer lugar se encuentra el cuerpo de campanas con la misma
superficie cuadrada que la parte inferior. Fue levantado entre 1560 y 1562 y
está rematado con la llamada terraza de las azucenas, por las cuatro
jarras de azucenas colocadas originalmente en 1751 y rehechas en bronce por el
orfebre Fernando Marmolejo Camargo durante la restauración de 1981.
·
Por
encima se encuentra el cuerpo del reloj, cuyo diseño fue encargado a fray
José Cordero en 1765.
·
Cuerpo
de las estrellas o del pozo, terminado en todos sus lados por arcos de medio
punto, en cuyo friso figura una inscripción bíblica que recorre las cuatro
caras de la torre y dice "TURRIS (E) - FORTISSIMA (S) - NOMEN DNI (O)-
PROVERB (N). 18" (cuya traducción al castellano es "La torre más
fuerte es el Nombre del Señor"), colgando en su interior la campana más
antigua de la torre, la de San Miguel de las Victorias, que da las horas del
reloj.
·
Cuerpo
de las carambolas o redondo, el primero de carácter circular, y llamado así por
los remates pétreos en forma esférica.
·
El
penacho, que acaba en una cúpula.
·
Esfera
de bronce sobre la que se asienta la escultura de la veleta, es conocida con el
nombre de la tinaja, tiene 1,45 metros de diámetro.
·
La
veleta que representa la victoria de la Fe cristiana, conocida como Giraldillo,
fue realizada entre 1566 y 1568, terminándose de colocar el 13 de agosto de
este año. La estatua fue fundida en bronce por Bartolomé Morel, según
modelo realizado con toda probabilidad por Juan Bautista Vázquez el Viejo.
Dimensiones
El primitivo alminar mide 50,85 m de
altura y presenta una planta cuadrada de 13,5 m de lado. El cuerpo de
campanas, sobre la misma planta que el alminar, llega hasta los 60,45 m de
altura. Sobre él, se sitúa la terraza de las azucenas, que llega hasta los
65,30 m, donde comienza el cuerpo del reloj, de planta cuadrada y
6,8 m de lado, que se eleva hasta los 74,40 m. Encima, el cuerpo de
las caramolas, de 4,5 m de diámetro en planta, llega hasta los
81,00 m, y remata la torre el penacho, que llega hasta los 87,00 m.
Contando con la estatua del Giraldillo, la altura total es de 94,69 m
sobre el nivel del suelo.
La figura del Giraldillo mide 3,5 metros de
altura, siete y medio contando el pedestal, y pesa 1300 kg. El lábaro que
señala la dirección del viento pesa 180 kg, y la palma, de dos metros, 91 kg.
La torre de la Giralda tiene 34 rampas
lo suficientemente anchas como para permitir que el encargado de convocar a la
población a la oración pudiera subir por ellas montado a caballo, aunque en
ningún momento se ha podido constatar documentalmente que se usara para ello, y
un tramo final de 17 escalones para acceder al nivel de campanas que es la zona
actualmente visitable de la misma. Una copia de la escultura del Giraldillo se
conserva a la entrada de la puerta de San Cristóbal o del Príncipe, en la
catedral.
Las
jarras de azucenas
Las obras de Hernán Ruiz finalizaron en 1565
tras siete años de trabajos. Los tres años sucesivos se emplearon en labores
ornamentales. El 28 de febrero de 1568 el fundidor Bartolomé Morel se
comprometió a realizar estas jarras, de hierro y bronce, diseñadas por Hernán
Ruiz. Hernán Ruiz inspiró su diseño en un aparato llamado eolípilas,
usado para estudiar los vientos, que es mencionado en el Libro I, Capítulo VI
de Los diez libros de Arquitectura del arquitecto romano Marco
Vitruvio.
La intención original de estas jarras era
introducir unas luminarias, es decir, unas mechas que se encendieran en los
días señalados del año, ya fuere por motivos religiosos, victorias militares o
entronaciones. Bartolomé Morel tardó tres meses en hacerlas, y en junio
acudió Antón Pérez para dorarlas, aplicándoles además barniz y aceite
de linaza. En 1751 fue cuando se introdujeron las azucenas en las jarras.
El autor de estas azucenas fue Basilio Cortés, que además doró las azucenas y
la bola sobre la que se asienta el Giraldillo, llamada entonces "la tinaja". Las azucenas han sido
símbolo de la Pureza, al menos, desde el siglo XV.
Campanas
La Giralda cuenta con un total de 24 campanas,
de las que 18 son de volteo y 6 de badajo. Se trata, pues, de la catedral de
España con un mayor número de campanas, sin tener en cuenta los carillones.
Las campanas, que se encontraban en un estado de conservación pobre, fueron
restauradas en 1998, acometiéndose diversas actuaciones: se fundieron seis
nuevas, se soldaron diez y se reafinaron cuatro, entre otras actuaciones de
mejora.
Detalle del cuerpo de campanas. En la
sala alta la Campana del reloj (A). Debajo, de izquierda a
derecha: Santa Cecilia (14), San Pablo (13), San
Miguel (12), San Isidoro (11) y Santa Bárbara (10).
Patio de
los Naranjos
El Patio de los Naranjos es un
espacio abierto ajardinado de la Catedral de Sevilla, herencia de la
mezquita almohade. Tiene forma rectangular y sus dimensiones son 43 por 81
metros. La construcción se inició en 1172 y concluyó en 1186. A partir de
entonces, y hasta la caída de la ciudad en manos cristianas, el patio cumplió
todas las funciones tradicionales musulmanas, como cementerio, salón de fiestas
y actos culturales.
Los lados menores estaban constituidos por
siete arcos centrales que se corresponden con la entrada original al recinto
árabe, hoy conocida como Puerta del Perdón. La otra sala de oración de la
mezquita es el emplazamiento donde hoy se levanta la Puerta de la
Concepción. Está decorado a la usanza renacentista y se destaca una
fuente cuya taza superior es visigoda.
Actualmente está totalmente integrado en la
estructura cristiana de la catedral. A lo largo del tiempo ha sufrido varias
modificaciones que lo han privado de su carácter original. En 1618 se derribó
el ala oeste para erigir la Iglesia del Sagrario.
Iglesia del
Sagrario
El Sagrario de la Catedral de Sevilla,
es un templo religioso de estilo barroco y culto católico que
se encuentra ubicado en la Avenida de la Constitución. Está integrado en la
gran manzana formada por la Catedral, cuyos servicios parroquiales
administra, el Patio de los Naranjos y otras edificaciones anexas.
Historia
La construcción se inició en 1618, según trazas
del entonces Maestro Mayor de la Catedral de Sevilla, Miguel de
Zumárraga, el cual dirigió las obras hasta su muerte ocurrida en 1630. También
participaron en el diseño los arquitectos Alonso de Vandelvira y Cristóbal
de Rojas. Los trabajos continuaron bajo la dirección de Fernando de Oviedo,
para ser por fin finalizada por Lorenzo Fernández Iglesias en junio de 1662.
El lugar escogido fue la nave de Nuestra Señora
de la Granada, en el ala oeste del Patio de los Naranjos, por lo que fue
preciso para comenzar las obras derribar los restos que allí existían de la
antigua Mezquita Mayor y diferentes capillas cristianas, así como la portada
plateresca del Sagrario viejo, realizada en mármol blanco.
Al estar construida íntegramente en piedra ha
presentado problemas constructivos a lo largo de su historia, amenazando ruina
y siendo restaurada en varias ocasiones, siendo las más recientes en los años
60 del siglo XX y en 2017.
Exterior
El exterior del edificio es de gran sobriedad.
La fachada se divide en tres cuerpos superpuestos con pilastras, presentando
los dos inferiores ventanas simuladas. En la cabecera existe una galería
porticada. El remate de los muros se realiza con antepechos calados
y flameros.
Posee cuatro portadas: dos en el muro derecho,
que se abren al Patio de los Naranjos, una a los pies por la que se accede a la
Catedral y la cuarta, que sirve de entrada habitual a los fieles, y que
comunica con la Avenida de la Constitución. Esta última presenta dos medias
columnas pareadas y un doble frontón, sobre el que aparecen esculturas de
virtudes y jarrones florales.
Interior
La estructura de la iglesia parte de una planta
de cruz latina, el crucero está cubierto por una cúpula con linterna.
El interior en cambio tiene una rica decoración. Las bóvedas poseen una gran
profusión de relieves, que fueron realizados por Pedro de Borja, en compañía de
sus hermanos Pablo y Felipe.
Retablo
Mayor
Historia
Detalle del grupo escultórico de Pedro Roldán
El primer retablo para esta iglesia fue terminado
en 1712, por Jerónimo de Balbás como ensamblador y Pedro Duque
Cornejo, como escultor. La obra tuvo gran aceptación, pero desde mediados del
siglo XVIII la nueva estilística neoclásica, auspiciado por la dinastía
borbónica llegada de Francia, sentenció este retablo ultrabarroco, que fue
demolido en 1824. Algunas de sus figuras fueron arrumbadas en las dependencias
del Sagrario. Solo se conserva en el actual retablo la escultura de San
Clemente, obra de Duque Cornejo, que se ubica en el remate del conjunto.
En 1840 el testero fue ocupado por el retablo
del Descendimiento de Cristo, obra de Pedro Roldán, que había presidido la
capilla de los Vizcaínos en el convento casa grande de San Francisco que
había sido demolido ese año. Para su nueva ubicación, el retablo hubo de ser
objeto de algunas modificaciones.
Descripción
El actual retablo mayor (1665-1669) es obra
de Francisco Dionisio de Ribas que realizó la estructura y Pedro
Roldán autor de las tallas. Destaca la escena central de La Piedad,
por la destacada composición del conjunto y que está considerada una de las
obras cumbre de Pedro Roldán. La policromía fue realizada por Valdés Leal.
En 1860, se encargó a Vicente Hernández un
panel con bustos de San Pedro y San Pablo para ser situado por debajo del friso
que representa la entrada en Jerusalén.
Crucero
A los dos lados del crucero, se sitúan sendos
retablos construidos en el siglo XVII con mármoles de diferentes colores, ambos
poseen esculturas de Cayetano de Acosta.
El de la izquierda está presidido por un Cristo
Crucificado de Manuel Pereira con una inmaculada a sus pies,
esculturas de gran mérito, mientras que el de la derecha lo está por La Virgen
del Rosario también de Cayetano de Acosta.
Capillas
del lado derecho
·
Capilla de Santa
Bárbara.
Sobre retablo fechado alrededor de 1680, podemos contemplar la santa titular
flanqueada por Santa Elena y Santa Teresa. En el ático un relieve de Santa Ana
con la Virgen.
·
Capilla de la
Inmaculada.
La imagen de la Inmaculada que preside esta capilla es de principios del XVIII
y se encuentra en un retablo atribuido a Juan de Valencia. Delante de ella se
suele colocar también el bellísimo Niño Jesús esculpido por Martínez
Montañés en 1606 que pertenece a la Hermandad Sacramental. El éxito de
esta obra de Montañés en el ámbito religioso de su época, hizo que el modelo
fuera replicado en multitud de ocasiones.
·
Capilla de San Antonio. El retablo fue
realizado alrededor de 1680 por Bernardo Simón de Pineda, posee una
escultura de San Antonio en el centro y otra de San Miguel Arcángel en el
ático. Sobre el altar un crucificado de marfil del siglo XVIII.
·
Capilla de la Virgen
del Rosario.
La imagen central que representa a la Virgen del Rosario, fue realizada por el
escultor de origen portugués Manuel Pereira a finales del XVII. Está
flanqueada por San Juan Evangelista y Santo Domingo de Guzmán, mientras
que en el ático se representa a este último santo en el momento de la aparición
de la Virgen.
Capillas
del lado izquierdo
·
Capilla de las Santas
Justa y Rufina.
Está presidido por una imagen del Sagrado Corazón que procede de la catedral.
Sobre un retablo de Luis de Vilches realizado en 1736 podemos ver además de las
santas titulares, diversas tallas, como una Virgen con el Niño del siglo XVI,
probable copia de la Virgen de la Antigua.
·
Capilla de San José. Sobre un retablo
barroco tallado entre 1694 y 1698, se encuentra la figura central de San José
atribuida a Pedro Roldán.
·
Capilla de San Millán. Este retablo del
siglo XVIII, está presidido por San Millán, contiene otras imágenes, como Santa
Catalina, San Roque, Santa Gertrudis y La Inmaculada.
·
Capilla del Cristo
de la Corona.
El Cristo de la Corona y Cruz a Cuestas es una obra anónima de finales del
siglo XVI titular de la hermandad del mismo nombre que tiene su sede en esta
iglesia.
Escultura
Sobre las tribunas que existen en la parte alta
de los muros laterales, pueden contemplarse ocho colosales estatuas, cuatro
corresponden a Padres de la Iglesia y las demás a los evangelistas. Fueron
realizadas por el escultor de origen flamenco José de Arce a partir
de 1657.
Pintura
Alrededor de 1690, el pintor Matías de
Arteaga que era miembro de la Hermandad Sacramental de esta iglesia, pintó
una serie de 9 obras sobre temas bíblicos relacionados con la eucaristía. La
hermandad aún conserva estas pinturas que forman parte de su patrimonio.
·
Abraham y Melchisedec.
El sacerdote Melchisedec, presenta el sacrificio del pan y del vino a Abraham.
·
El
racimo de la Tierra de Promisión. Moisés envía a explorar la tierra
de Canán. Los exploradores vuelven con racimos de uvas.
·
El
paso del Jordán. Los israelitas atraviesan el río Jordán camino de la
tierra prometida.
·
La
ofrenda de Abigail a David. Abigail, esposa de Nabal, evita el
enfrentamiento de éste con David, ofreciéndole el sacrificio del pan y del
vino.
·
El
traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén. El rey David,
tañendo una lira, conduce el Arca de la Alianza acompañado de su pueblo.
·
Elías y
el Ángel. Elías es perseguido por Jezabel, desfallecido en el desierto, un
ángel se le aparece y le da pan y agua.
·
Esther
ante Asuero. Esther intercede ante el rey persa para que revoque el edicto
de exterminio de los judíos.
·
La
parábola de los invitados a la boda. El rey, que simboliza a Dios, quiere
llenar su mesa de invitados. A todos llama, pero no todos acuden. Algunos no se
presentan adecuadamente. En el centro de la escena se produce la expulsión del
invitado indigno.
·
La
adoración del Cordero Místico. Veinticuatro ancianos adoran el trono en el
que el Cordero Místico se muestra esplendoroso rodeado de ángeles.
Exterior
de la catedral
Presenta tres portadas en la fachada de los
pies, una en cada brazo del crucero y dos en la cabecera, también presenta otra
puerta que da al patio de los naranjos, denominada del lagarto y otra que
comunica con la iglesia del sagrario y finalmente la Puerta del Perdón que es
la puerta de acceso al patio de los Naranjos desde la calle de los Alemanes:
Fachada
oeste de los pies
Portada
del Bautismo,
es la situada más a la izquierda, fue construida en el siglo XV,
el tímpano se encuentra decorada con la representación del relieve
del Bautizo de Cristo, obra realizada por el taller de Lorenzo Mercadante
de Bretaña, es de estilo gótico con arquivoltas apuntadas adornadas
con tracerías, también se encuentran esculturas de los obispos de Sevilla,
San Leandro y San Isidoro, de Santa Justa y Rufina, obras directas de Lorenzo
Mercadante, y una serie de ángeles y profetas debidos a Pedro Millán.
Tímpano de la Portada del Bautismo, obra de Pedro Millán. Se representa el Bautismo de Cristo por san Juan Bautista en presencia de un ángel.
Santa Justa, santa Rufina, san Leandro, san Isidoro, san Fulgencio y santa Florentina. Es inusual que las mujeres porten un libro entre sus manos, lo que ha dado lugar a interpretaciones de todo tipo.
La Portada
Principal o de la Asunción o Puerta del Perdón Nueva, se encuentra situada
en el centro de la fachada que da a la avenida de la Constitución. No se llegó
a labrar en el momento histórico en que se construyó la Catedral, permaneciendo
inconclusa durante siglos, hasta que en 1.827 el Cardenal Cienfuegos y
Jovellanos decidió su remate, que no terminó el Maestro Mayor de la Catedral,
Fernando de Rosales, hasta seis años más tarde.
La decoración escultórica se realizó bastantes
años más tarde, encomendándose a Ricardo Bellver, que empleó piedra artificial
para las imágenes de los Apóstoles que la decoran, situando además el relieve
de la Asunción de la Virgen en el tímpano de la puerta. Estos trabajos de
ornamentación se extendieron desde 1.877 a 1.898.
Tímpano de la Puerta de la Asunción. Ricardo Bellver, 1.885.
El gran arco ojival está rodeado por numerosas imágenes bajo repisas y cubiertas por doseletes, entre las que se observan las de san Pedro, san Pablo, Santiago el Mayor, san Andrés, san Juan Evangelista, Santiago el Menor, etc. Esta puerta principal quedó reservada para las visitas protocolarias de los monarcas y las entradas solemnes de los arzobispos.
En ella comienza, además, el Camino de Santiago
por la Ruta de la Plata o Camino Mozárabe, que conecta la zona occidental del
sur peninsular con Santiago de Compostela.
Portada
de San Miguel o del Nacimiento, llamada así, ya que en la portada se incluye
la representación del Nacimiento de Cristo.
Está situada en el lugar de un acceso anterior
cuyo nombre desconocemos y frente al antiguo colegio de San Miguel, primer
establecimiento de carácter universitario de esta ciudad, fundado por Alfonso X
el Sabio, y cerca del arquillo del mismo nombre que existió hasta 1.762. Es
llamada “del Nacimiento” porque en la
portada se incluye la representación del Nacimiento de Cristo.
Fue construida en el siglo XV y se encuentra
decorada con esculturas de terracota entre las que destacan las
de San Laureano, San Hermengildo y los cuatro evangelistas,
ejecutados por Lorenzo Mercadante de Bretaña y su
discípulo Pedro Millán. Es la vía por la que acceden las procesiones
de Semana Santa al templo catedralicio en su recorrido por la carrera
oficial.
La Puerta
de san Cristóbal o del Príncipe, de estilo neogótico, es la que coincide con
el brazo sur del crucero, frente al lateral del archivo de Indias, en la calle
Fray Ceferino. Fue proyectada por Adolfo Fernández Casanova y terminada en
1.917, aunque su primer diseño fue realizado por el arquitecto Demetrio de los
Ríos en 1.866. Actualmente (2.011), delante de esta puerta, está situada una
réplica a tamaño real del «Giraldillo».
Fachada
norte
Puerta
del Sagrario.
Da acceso desde dentro de la Catedral a la iglesia del Sagrario, aunque
actualmente se encuentra cerrada mediante grandes puertas de vidrio. Fue
realizada por Pedro Sánchez Falconete en el último tercio del siglo XVII.
Enmarcada por unas columnas de orden corintio, en la parte alta encontramos una
escultura representando a san Fernando, con santa Justa y San
Isidoro a un lado y santa Rufina con san Leandro al otro.
Puerta de
la Concepción. Comunica
la Catedral con el Patio de los Naranjos. También el diseño fue realizado por
Demetrio de los Ríos y proyectada y finalizada por Adolfo Fernández Casanova en
1.895, Se construyó imitando el estilo gótico para armonizar con el resto del
edificio.
Puerta
interior del Lagarto. Enlaza
la Catedral con la parte cubierta del Patio de los Naranjos. Es la de más
simple decoración. Con esta puerta última puerta terminamos el recorrido
exterior y de las puertas de la Catedral. Más adelante visitaremos el interior
del templo con el mayor detalle posible.
Puerta
del Perdón. Con
este nombre se conoce a la puerta por la que los almohades accedían al Patio de
los Naranjos desde la calle Alemanes y, por tanto, no es propiamente una puerta
de la Catedral, pero sí había pertenecido a la antigua mezquita y conserva de
aquella época un doble arco apuntado de herradura.
Aunque no conocemos la fecha exacta de su
edificación, el conjunto debió estar terminado antes del mes de abril de 1.182,
en el que se inauguró la mezquita, a falta aún del alminar. Por su cara
externa, un gran arco de herradura enmarca la puerta, aunque ésta presenta hoy
un conjunto de yeserías renacentistas realizadas en 1.522 por Bartolomé López.
También por esos mismos años se colocaron las estatuas de terracota
representando a san Pedro y san Pablo y dos ángeles que la flanquean y el relieve
de La expulsión de los mercaderes del templo que la corona, obras de
Miguel Florentín. Más arriba, el cuerpo se remata con una espadaña.
En el interior del doble arco observamos un
altar de mármol y busto de un Ecce Homo, conocido como Cristo del Perdón,
todo ello costeado por Sebastián de Santamaría, escribano del Cabildo, al que
se le concedió sepultura en dicho lugar en 1.725. Enfrente, contemplamos a san
Millán de la Cogolla con estandarte.
Sin embargo, por su cara interior, que da al
Patio de los Naranjos, la puerta conserva más claramente el aspecto con que la
concibieron los alarifes almohades. De nuevo se repite el arco de herradura,
del que ahora podemos observar su primitiva fábrica de ladrillos, sobre la que
se levanta un imponente tejaroz, rematado por un cuerpo con arcos lobulados,
paños de sebka y, en el centro, una ventana geminada, y coronándose
con merlones en escalera.
Pero tal vez sea la puerta en sí misma el
elemento más interesante del conjunto. Sus dos hojas, de grandes dimensiones,
son de madera de cedro y están revestidas de chapas de bronce, que presentan un
interesante repertorio decorativo compuesto por motivos de lacerías y
atauriques completados con inscripciones en caracteres que repiten versículos
del Corán: "el poder pertenece a Alá"
y "la eternidad es de Alá".
Los grandes aldabones son copias de los originales almohades, también de bronce
labrado, que se guardan en el Museo Catedralicio. Esta decoración vegetal
estilizada alcanza aquí el cénit del arte de Al-Andalus.
Fachada
este de la cabecera
Puerta de
La Campanilla.
Antiguamente, la puerta estaba dedicada a san Mateo por la proximidad a la
capilla de este evangelista y, aunque su advocación actual es la de la “Entrada en Jerusalén”, se le denomina
popularmente como “de la Campanilla”, que era el nombre de un postigo ubicado
cerca y que fue derribado a fines del siglo XVIII. El apelativo lo recibía por
una esquila, actualmente en la parroquia catedralicia de san Sebastián, que
convocaba a los obreros de la fábrica. En la actualidad se accede por su atrio
a la Capilla Real mientras está funcionando la visita cultural.
Se sitúa entre la Capilla Real y la Sala de
Ornamentos, en el muro de levante de la Catedral, y fue construida por Juan de
Hoces hacia 1.480. Su imaginería se compone de la Entrada de Cristo en
Jerusalén en el tímpano, así como seis profetas en las jambas de la puerta
y cuatro ángeles en la parte superior, talladas entre 1.522 y 1.523 y se han
atribuido a Lope Marín y a Miguel Florentín, aunque últimamente se está
barajando la posibilidad de que fueran obras del francés Michel Perrín.
Puerta de
Palos. Gemela
de la anterior, es conocida también como Puerta de la Adoración de los Magos,
por el relieve con este tema que se encuentra en su tímpano, modelado por
Miguel Florentín hacia 1.520. El nombre de «Palos» es más popular, y se debe a
las verjas de madera que la separaban del adyacente Corral de los Olmos, donde
antiguamente se situaron algunas dependencias del Cabildo Catedralicio.
Es muy popular entre la ciudadanía, porque por
ella salen de la Catedral las Hermandades durante la Semana Santa, así como la
Virgen de los Reyes cada 15 de agosto.
Interior
de la catedral
La catedral posee cinco naves que se
distribuyen, mirando hacia Levante. No cuenta con una cabecera en el
sentido gótico habitual en forma de ábside sin girola,
ya que su planta salón es un perfecto rectángulo de 116 m de largo por
76 m de ancho, que se corresponde con el espacio que ocupaba la gran mezquita almohade que
estaba situada en el mismo lugar. La nave central y la del crucero son más
altas que el resto. A las naves exteriores se abren unas capillas situadas
entre los contrafuertes y que igualan en profundidad a la nave del
crucero. Los muros cuentan con poco espesor. Sin embargo, las capillas están
separadas por estribos perpendiculares al eje central del templo, terminando en
28 pilares adosados que, con otros 32 exentos, soportan a 68 bóvedas ojivales.
Estos pilares son de mampostería, revestidos de piedra. Las bóvedas de carácter
ojival, son cuatripartitas en las naves y sexpartita en las capillas, siendo
las del crucero de forma estrellada. La luz natural penetra a través de
numerosas vidrieras.
La nave central aloja dos edificaciones: el
Coro, flanqueado por grandes órganos; y la Capilla Mayor rodeada por altas
rejas. Entre ellas se sitúa el crucero, cuyas bóvedas son las más altas
del templo y alcanzan en este punto los 37 m de altura. Por detrás del
Coro se encuentra el Trascoro y en línea con todo lo anterior la Capilla Real.
Estas zonas de la nave central se corresponden
con tres aspectos fundamentales de la sociedad medieval: lo regio (Capilla
Real), lo eclesiástico (parte reservada al Arzobispo y
al Cabildo), y lo popular (espacio para que el pueblo pudiera asistir a
las celebraciones litúrgicas).
Capilla
Mayor.
La Capilla Mayor, situada en la nave central,
está delimitada en los laterales y en el frontal por tres rejas de hierro
sobredorado, de estilo renacentista, realizadas en el siglo XVI; la del
frente principal es obra del fraile dominico Francisco de
Salamanca. También obras suyas son los púlpitos que flanquean el presbiterio;
fueron terminados en 1.532 y estaban realizados en hierro dorado, presentado el
de la izquierda la iconografía de los Cuatro Evangelistas y el de la derecha
cuatro escenas de la vida de San Pablo. Las rejas laterales son de diseño
similar a la principal aunque comenzadas por Sancho Muñoz en 1.518, y
terminadas en 1.522 por Diego de Huidobro y Juan Conillana.
El retablo de esta capilla constituye una de
las obras más destacadas de la historia del arte. Su construcción se inició
en el año 1482, y en él intervinieron Pedro Dancart, Jorge Fernández
Alemán, Roque Balduque y Juan Bautista Vázquez el Viejo que
la concluyó. Destaca la escultura de un crucificado, denominado del Millón,
obra gótica del siglo XV. En este retablo se encuentra la pequeña imagen de la Virgen
de la Sede del siglo XIII, titular y patrona de la catedral.
El diseño primitivo de Dancart era un retablo
de 28 metros de altura por 18 de ancho, dividido en siete calles
verticales, la central de doble anchura, cuatro cuerpos de altura y un banco en
la parte más baja; en total contiene 28 escenas de la vida de Jesucristo
y la Virgen María. Esta primera fase fue realizada entre 1.482 y
1.529.
En 1.550, el Cabildo decidió añadir dos calles
laterales a cada lado situadas en ángulo recto sobre lo realizado. La
ampliación supuso la necesidad de tallar dieciséis nuevos relieves con escenas
del Antiguo y el Nuevo Testamento. Esta segunda fase fue terminada en
1.564.
El conjunto se completa con un dosel a modo de
techo, en el centro del cual se encuentra una Piedad flanqueada por
representaciones de los apóstoles. En los pilares que enmarcan todo el
conjunto del retablo figuran ocho relieves con representación de los Reyes de
Israel y Judá.
En la cúspide del monumental retablo se sitúa
un antiguo Cristo crucificado del siglo XIV que se conoce como "Cristo del Millón", llamado así por
el número de milagros a esta imagen atribuidos. En la parte más baja del
retablo, en el centro del banco, está ubicada la antigua talla de la
Virgen de la Sede, escultura gótica realizada en madera y revestida
de plata, tallada en la segunda mitad del siglo XIII, que le da nombre al
templo metropolitano.
El tabernáculo de plata dorada que figura sobre
el altar de esta Capilla Mayor es obra del maestro platero Francisco de Alfaro,
quien lo concluyó en 1.596. Del mismo Alfaro son los atriles de plata
dispuestos en los laterales del altar.
Los muros exteriores de la Capilla Mayor están decorados
con profusión de estatuas de santos, obispos y reyes, dispuestas sobre ménsulas
y cobijadas sobre doseletes. Son obras realizadas entre 1.517 y 1.575 por
Miguel Florentín, Juan Marín y Diego de Pesquera.
En la actualidad, el Cabildo busca financiación
privada para remozar (que no restaurar) el Retablo Mayor en su totalidad. La
duración de los trabajos está estimada en cuatro años.
Cripta
Yanduri.
Rodeamos la Capilla Mayor (por cualquiera de
los dos lados) y en la base de su parte trasera aparece hoy una cripta
funeraria neogótica que estuvo dedicada a la Virgen del Soterraño; sus
patronos, antes de los actuales, han sido sucesivamente María Osorno u Osorio
(que la dotó en 1.554), Antonio Vázquez de Cepeda y el Obispo de Esquilache.
Delante estaba, a fines del siglo XVII, la tumba de doña Guiomar Manuel y su
familia. La capilla en sí fue rehabilitada en 1.996, y ello nos ha permitido
saber que sus dimensiones fueron mayores antes de la actual configuración, que
data de 1.920. En 1.845 no tenía más uso que servir de vestuario a los
pertigueros.
Trasaltar
Los muros del presbiterio están decorados
exteriormente por una serie de esculturas de diversos santos en bulto redondo y
barro cocido sobre repisas y bajo doseles. El total de esculturas es de 59 las
cuales componen un conjunto de indudable belleza, aunque no pueden apreciarse
bien por la altura en que se hallan. Son esculturas de carácter gótico,
renacentistas y manieristas, resultado de la sucesión de artistas que
intervinieron en la ejecución. Desde 1522 aparece Miguel Perrin que
permanece vinculado a estos trabajos hasta 1552. En 1564 se nombra como
escultor a Juan Marín. Más tarde, en 1572, se nombra a Diego de
Pesquera. Por fin se terminó la decoración en 1575. Destaca entre todas
la Virgen del Reposo, bella imagen de la Virgen con el Niño dormido sobre
su pecho atribuida a Miguel Perrin, la cual está situada enfrente a la
reja de la capilla Real y antaño tuvo gran devoción entre los sevillanos. La
devoción se difundió vinculada a la solicitud de las embarazadas por tener un
buen parto, apoyado en una vieja tradición según la cual cada día pasaba por
los pies de esta imagen de la Virgen un judío que diariamente recitaba una
ofensa contra la Virgen por ser origen de Jesús. Pese a ello se produjo su
conversión al cristianismo, y arrepentido por las anteriores blasfemias contra
la imagen de la Virgen, dedicó el resto de su vida a difundir la devoción a la
Virgen del Reposo, convencido de que había sido el origen de su conversión y
consecuente Salvación, por ello pasó a ser considerada protectora de los partos
de la Fe y simultáneamente de los partos naturales, por ello se le conoció
popularmente como Nuestra Señora de Bienpariese, amparadora de los buenos
partos. A la devoción le dio realce doña María Osorio, quien en 1554 mandó
construir en el centro del trasaltar una capilla u hornacina a Nuestra Señora
del Reposo. En la parte inferior de este muro se abre una capilla con
enterramiento, dedicada a Nuestra Señora del Soterraño, que pertenece en la
actualidad a los marqueses de Yanduri.
Coro
Está construido con muros de cantería por tres
lados, ocupa el espacio comprendido por la cuarta y quinta bóvedas de la nave
central y el frontal se cierra con una reja de estilo renacentista terminada en
1523 por Francisco de Salamanca. La sillería consta de 127
sitiales con los respaldos realizados en marquetería de diversas
maderas para dar un colorido especial a su ornamentación, con bajos relieves de
escenas del Antiguo y Nuevo Testamento y con
representaciones de personajes grotescos en los brazos de las sillas
y misericordias donde también hay escenas de juegos. En los tablones
mayores de entrada al coro se encuentran elementos ojivales con la separación
hecha con columnas que terminan en pináculos. Los tres sitiales
correspondientes al arzobispo y sus ayudantes son los que muestran un gran
trabajo escultórico. En uno de los sitiales se encuentra una inscripción que
dice: «Este coro lo hizo Nufro Sánchez
entallador... 1475», no fue, sin embargo, el único tallista que trabajó en
el coro, pues a su muerte, se hizo cargo su hijo por poco tiempo y después el
maestro Pedro Dancart de los Países Bajos tomó el cargo de
seguir con la obra, su fallecimiento en 1494 hizo que continuara su discípulo
Juan Alemán. Se acabó la sillería hacia 1511.
El gran facistol (atril en el que se colocan
los libros de canto) que se encuentra en el centro del coro es obra
renacentista y esta realizado en madera y bronce. En su ejecución participaron
los escultores Juan Marín, Francisco Hernández y Juan Bautista Vázquez, quienes
lo realizaron entre 1.562 y 1.565; los relieves en bronce fueron fundidos por
Bartolomé Morel. La Virgen con el Niño que figura en el templete
que corona el facistol es obra de excepcional calidad, en la que se aprecia
claramente el estilo de Juan Bautista Vázquez, quien labró también el Cristo
Crucificado y los Evangelistas que coronan todo el conjunto.
Los dos
grandes órganos que se levantan a la derecha e izquierda del coro fueron
realizados en 1.724, siendo las cajas de madera obra de Luis de Vilches y las
esculturas de Pedro Duque Cornejo. Son obras aparatosas y espectaculares, de
puro estilo barroco. Fueron restaurados por Gerhard Grenzing (El Papiol) en el
año 1.996.
Capilla de la Inmaculada o de la Concepción
Chica.
El 14 de febrero de 1.628 Jerónima Zamudio,
viuda del jurado Francisco Gutiérrez de Molina, le encarga al escultor Martínez
Montañés un retablo con una imagen de la Inmaculada Concepción para colocarlo
en esta capilla funeraria. Tras algunos retrasos en la ejecución y el
consiguiente pleito, Martínez Montañés justificó la tardanza en terminar la
obra con la siguiente frase: será de las primeras cosas que haya en España
y lo mejor que el susodicho haya hecho. El tiempo le ha dado la razón, puesto
que la talla de la Inmaculada que preside el retablo, que fue por fin
inaugurado el 8 de diciembre de 1.631, está considerada una obra de excepcional
valor. Popularmente se la conoce como La Cieguecita por su mirada
baja con los párpados apenas abiertos.
El retablo en su conjunto consta de banco en el
que están colocados los retratos de los patronos de la capilla antes citados
que fueron pintados por Pedro Pacheco en 1.631. La hornacina central
con la imagen de la Inmaculada está flanqueada por tallas de san
Gregorio Papa y san Juan Bautista así como relieves de san José, san Joaquín,
san Jerónimo y san Francisco. Todas las tallas y figuras son de Martínez
Montañés.
La Cieguecita está realizada en madera de
cedro, mide 164 centímetros y está concebida según el modelo que
describió Pedro Pacheco en su libro "Tratado del arte de la
pintura". Se trata por tanto de una Virgen niña con una larga melena que
cae sobre la espalda. Viste larga túnica ceñida con un cíngulo que simboliza su
doncellez y un manto sobre los hombros que se recoge con el brazo izquierdo
produciendo numerosos pliegues. La cabeza se adorna con una corona de doce
estrellas que aluden a las doce tribus de Israel. En la peana aparecen los
rostros de tres ángeles sobre un dragón que representa el pecado.
Capilla
de la Encarnación.
La reja que cierra esta capilla es barroca y
puede fecharse hacia 1.630 y, como toda la ornamentación escultórica interior,
fue costeada por sus patronos, don Juan Serón y su esposa doña Antonia de
Verástegui.
Está presidida por un retablo de alabastro
realizado en torno a 1.630 con el tema principal de La
Anunciación. En el banco del retablo existen relieves de san Juan
Bautista, san Juan Evangelista, santo Domingo, san Francisco y san Antonio.
Trascoro.
Es obra de excepcional calidad por su elegante
diseño y la suntuosidad de los materiales con que fue construido, ya que aúna
mármoles, jaspes, bronce, escultura y pinturas. Fue diseñado por el arquitecto
Miguel de Zumárraga en 1.619, pero la obra se interrumpió al año siguiente para
permanecer parada durante una década. En 1.631 se reanudaron los trabajos, que
prosiguieron hasta su finalización en 1.635.
La pintura de Santa María de los
Remedios, que preside el altar de este trascoro, es una magnifica muestra
del arte gótico sevillano, siendo fechable hacia 1.400; en ella se advierte una
clara influencia de la pintura sienesa del siglo XIV. A la izquierda de la
Virgen aparece la figura de un santo obispo y a sus pies un clérigo
arrodillado que será el donante de la pintura.
Santa María de los Remedios. Bajo ella
un pequeño cuadro
de Pacheco: San Fernando entrando en Sevilla.
de Pacheco: San Fernando entrando en Sevilla.
Sobre el altar, bajo la Virgen de los Remedios,
se encuentra una representación de San Fernando entrando en
Sevilla, firmada y fechada por Francisco Pacheco en 1.634.
Si nos ponemos de espaldas al Trascoro, a media
distancia entre éste y la Puerta de la Asunción o Principal, en una zona
recientemente restaurada, veremos en el suelo una serie de lápidas de mármol
blanco y otra mayor, de bronce fundido. Esta última corresponde al
enterramiento de Hernando Colón.
Capilla
de la Estrella.
Preside la capilla un retablo barroco realizado
por Jerónimo Franco en 1.695, y en él se da culto a una bella escultura que
recibe la advocación de la Virgen de la Estrella, obra
renacentista fechable hacia 1.530, atribuida a Nicolás de León. Presenta esta
escultura la particularidad de estar aparatosamente policromada a mediados del
siglo XVIII. En los laterales se encuentran esculturas de san Joaquín y santa
Ana. Se cierra con una reja fechada en 1.568.
Capilla de san Gregorio.
Gótica y plateresca, se llama así por una
escultura de san Gregorio colocada en una hornacina. El santo porta un libro en
el que se encuentra la firma de su autor, Manuel García de Santiago (siglo
XVII).
Capillas del lado este
Altar de la Magdalena
Los patronos de este altar fueron Pedro García
de Villadiego y su esposa Catalina Rodríguez, los cuales encargaron un retablo
en 1.537, en cuyo banco se encuentran sus retratos, don Pedro junto a san
Benito y doña Catalina al lado de san Francisco.
El retablo tiene como tema principal La
Anunciación en el ático y La Magdalena a los pies de Cristo
Resucitado en el cuerpo principal. Son pinturas procedentes del
taller de Alejo Fernández realizadas en torno a 1.537. En los
laterales del arcosolio aparecen santa Catalina y santa Bárbara, san Andrés,
Santiago apóstol, san Pedro y san Pablo.
La reja que cierra el altares del primer tercio
del siglo XVI.
Altar de
la Asunción.
En el centro del retablo que se encuentra
en esta capilla resalta un relieve con la representación de la Asunción de la
Virgen, obra de autor desconocido, aunque atribuido por muchos a Andrea della
Robbia, que se encuentra enmarcada por pinturas de san Ildefonso y san Diego de
Alcalá.
En el banco se encuentran las pinturas de los patrocinadores,
el jurado Juan Cristóbal de la Puebla y su esposa, que lo dotaron en 1.593.
Estos retratos enmarcan una representación pictórica de los Profetas y Padres
de la Iglesia. En el guardapolvo del retablo figuran pinturas del Bautismo de
Cristo, santa Catalina, Ángeles Músicos, Alegorías de las Virtudes y El Padre
Eterno.
Todas las pinturas pertenecen al artista de la
escuela sevillana, aunque nacido en Ronda, Alonso Vázquez, fechadas a finales
del siglo XVI.
Capilla
de san Pedro.
El retablo que adorna esta capilla fue costeado
por los marqueses de Malagón en 1.625, y su estructura fue realizada por el
tallador Diego López Bueno. Las pinturas son de Francisco de Zurbarán,
ejecutadas entre 1.625 y 1.630. En el banco del retablo aparecen pinturas
de Cristo y San Pedro sobre las aguas, Cristo entregando las
llaves a san Pedro y San Pedro curando al paralítico.
En el primer cuerpo figuran La
Visión de san Pedro, San Pedro Papa y El Arrepentimiento de san
Pedro. En el segundo cuerpo se representa a San Pedro liberado por el
Ángel, la Inmaculada Concepción y Quo Vadis. El Padre
Eterno del ático es una copia del siglo XVIII de la original de Zurbarán.
En el muro izquierdo de la capilla se encuentra
sepulcro del arzobispo Diego de Deza, (recordado por su decidido apoyo a las
teorías de Cristóbal Colón), obra realizada hacia 1.430. Representa al
eclesiástico en posición sedente, con un león a sus pies. Tanto el
sepulcro como el león tienen su historia aparte.
Diego de Deza, natural de Toro (Zamora) fue un
notable teólogo e Inquisidor Real de Castilla y Aragón. Los Reyes Católicos le
confían la educación del príncipe Juan, su único varón. Obispo primero de
Zamora y después de Salamanca, en esta ciudad fallece el príncipe, en brazos de
su preceptor. Deza no quiere volver a pisar Salamanca, pasando a ser obispo de
Jaén y, más tarde, de Palencia. En 1.504 es elegido arzobispo de Sevilla.
Desarrolló una labor contradictoria en la archidiócesis, ya que por su atención
a los pobres durante la sequía y la peste de 1.507 se le conocía como fray
Diego el Bueno (siempre vestía de fraile), pero a la vez era
inquisidor, con algún ayudante con mala fama, como el cordobés Diego Rodríguez
Lucero, el Tenebroso; siendo inquisidor, y con ese mote, podemos
imaginar cómo sería el "prenda".
Sin embargo, para ser Inquisidor Real, Deza mostraba ciertas actitudes cercanas
a la superchería. Así, llevaba engarzada en la cruz pectoral una piedra
proveniente de América llamada "del Sol", de la cual se afirmaba que
tenía virtudes medicinales y protegía del mal de ojo; en realidad se trataba de
un feldespato laminar gris traslúcido sin ningún valor.
Otra costumbre "rarita" del Arzobispo
era colocar los pies sobre una piel de león para calmar los ataques de gota que
padecía (consecuencia del excesivo consumo de carnes rojas típico de las clases
altas). Algún noble eclesiástico, deseoso de hacer méritos ante él (como se
puede comprobar el pelota es una figura universal atemporal), no tuvo
otra ocurrencia que regalarle un cachorro de león. Deza lo hizo capar y
quitarle toda la dentadura y las garras y lo crió con cariño. Cuando creció era
tan grande e imponente que, a pesar de saberse que estaba "desarmado" todos le huían. Sin
embargo, el arzobispo lo llevaba a todas partes, como animal de compañía, e
incluso cuando acudía a Misa a la Capilla Mayor acudían ambos, echándose
pacíficamente el animal a sus pies mientras duraba la ceremonia.
Falleció el arzobispo en 1.523 y fue enterrado
en el Colegio de santo Tomás, por él fundado, en el bonito sepulcro que hoy
vemos en la Catedral. Sin embargo, los franceses (otra vez ellos) profanaron la
sepultura en busca de joyas e hicieron desaparecer los restos de Fray Diego.
Con la desamortización de Mendizábal, el colegio pasa a ser cuartel y a la
esposa de un alto jefe militar no se le ocurre otra cosa que pretender hacerse
¡una bañera! con el sepulcro. Tuvo que intervenir el Ayuntamiento y decretar la
entrega del monumento funerario al Cabildo Catedralicio, que acordó instalarlo
en la Capilla de san Pedro, fundada por cierto por un sobrino de Deza. Como se
ve, otra tumba vacía en la Catedral.
En el muro derecho de la Capilla se dispone un
grupo de cuatro pinturas atribuidas de antiguo a Francisco Reina, discípulo de
Zurbarán, aunque un fragmento de firma que aparece en una de ellas
podrían relacionarlas con Juan Luis Zambrano. Proceden del Convento
de la Merced de Sevilla y representan La aparición de la
Virgen de la Merced a san Pedro Nolasco en el coro de los
novicios, el Milagro de la Barca, San Fernando entregando la
Virgen de la Merced a san Pedro Nolasco y La muerte de
san Pedro Nolasco.
Sobre estas pinturas figuran otras tres que
representan a San Pedro Arrepentido, copia de un original del pintor
flamenco Seghers, San Pedro liberado por el Ángel y El martirio
de santa Agueda, obras de escuela italiana del siglo XVII.
El interior de la capilla se ilumina con una
vidriera situada sobre el retablo y fechada en 1.775 que representa a san Pedro
Papa; otra vidriera situada en el muro de la izquierda lleva la fecha de 1.784
y en ella aparecen los Atributos de san Pedro.
Por último destacar la reja que cierra la
capilla, obra de fray José Cordero de Torres terminada en 1.780; este
artista era religioso lego del convento de san Francisco en el Puerto de
Santa María.
Capilla
Real de la catedral de Sevilla
La Capilla Real, está situada en la
cabecera de la catedral de Sevilla, y en ella están sepultados, entre
otros miembros de la realeza, los monarcas Fernando III de
Castilla, Alfonso X de Castilla y Pedro I de Castilla.
También se encuentra en ella la imagen de
la Virgen de los Reyes, patrona de la ciudad de Sevilla, y el culto
de esta capilla fue atendido desde la Conquista por un cabildo de
capellanes reales, aunque actualmente dicho cabildo está integrado en el
cabildo catedralicio hispalense.
Antes de que fuera construida la actual Capilla
Real, existieron otras dos capillas reales en la catedral de Sevilla. En una de
ellas estaban sepultados Fernando III, la reina Beatriz de Suabia, Alfonso X y
Fadrique Alfonso de Castilla, y en la otra Capilla Real descansaban los restos
de la reina María de Padilla y de su hijo, el infante Alfonso de Castilla.
Sin embargo, las dos capillas fueron demolidas
en el siglo XV a fin de construir la nueva Capilla Real de la catedral.
La construcción de la Capilla Real se prolongó
durante casi un siglo, y en 1489 el cabildo catedralicio mantuvo conversaciones
con el maestro de obras Alonso Rodríguez sobre el tipo de material
que se debería emplear para construir la Capilla Real, cuyas obras aún no
habían comenzado.
En 1515 el cabildo catedralicio solicitó las
trazas de la obra de la Capilla Real a los arquitectos Enrique
Egas y Juan de Álava, aunque pocos años después los
arquitectos Juan Gil de Hontañón y Martín de
Gainza elaboraron otros proyectos, supervisando Alonso de
Covarrubias uno de ellos, aunque hasta 1551 no comenzaron las obras en la
Capilla Real.
La construcción comenzó tras encargar la
edificación, mediante subasta pública, a Martín de Gainza, quien elaboró unas
nuevas trazas y condiciones para la construcción, y este arquitecto dirigió las
obras en la Capilla Real hasta el momento de su defunción, ocurrida en 1556.
Pero en el momento de su muerte, solamente se habían edificado los muros
perimetrales y la venera del presbiterio, y además para entonces se habían
detectado algunos problemas en la cimentación de la obra.
Hernán Ruiz el Joven fue nombrado
arquitecto de la catedral de Sevilla en 1557, aunque las obras en la Capilla
Real permanecieron interrumpidas durante varios años hasta que se reanudaron en
1562. Y bajo la dirección de Hernán Ruiz el Joven se construyó la bóveda
casetonada del espacio central de la capilla y las portadas de ingreso a las
sacristías. Sin embargo, Hernán Ruiz el Joven no pudo concluir la obra, y los
trabajos fueron finalizados bajo la supervisión de Pedro Díaz de
Palacios, Juan de Maeda y su hijo Asensio de Maeda.
Aunque la mayor parte de las obras de la
Capilla Real ya habían finalizado en 1575, los restos mortales de los monarcas
sepultados en la catedral de Sevilla no fueron trasladados a la nueva Capilla
Real hasta 1579, durante el reinado de Felipe II. En el siglo XVIII
volvieron a emprenderse reformas en la Capilla Real, y en 1754 Sebastián
Van der Borcht rehízo la linterna que remata la cúpula central de la
capilla.
Descripción
La Capilla Real ocupa la cabecera de la
catedral, sobresaliendo del perímetro del edificio gótico. Su planta es
cuadrada, aunque cuenta con un testero semicircular al que están unidas
lateralmente dos capillas y sendas sacristías, siendo curvo el muro exterior
que las circunda.
El ingreso a la Capilla Real se realiza a
través de un arco de medio punto sobre el que se alojan una serie de hornacinas
que contienen imágenes de los Reyes de Judá, realizadas por Pedro de
Campos y Lorenzo de Bao. La reja que cierra el paso a la Capilla Real fue
diseñada en 1766 por Sebastián Van der Borcht, y fue costeada por el
rey Carlos III de España, como indica la inscripción situada en la parte
superior de la reja, en donde también aparece inscrito el año en que la reja
fue colocada en la Capilla Real, «1773».
En la parte superior de la reja está colocada una representación, realizada
por Jerónimo Roldán, de la entrega de las llaves de la ciudad de
Sevilla a Fernando III el Santo, acontecimiento ocurrido en 1248.
El espacio central de la Capilla Real está
cubierto por una bóveda semiesférica que descansa sobre pechinas y
que está dividida en casetones y decorada con bustos de reyes y discos. Sobre
las claves de los arcos que conectan la Capilla Real con las capillas laterales
están colocados dos grandes medallones que la tradición identifica con los
caballeros Diego y Garci Pérez de Vargas, que destacaron en la reconquista
de la ciudad de Sevilla por Fernando III. Las vidrieras laterales de la Capilla
Real, que están decoradas con escudos reales, fueron realizadas por Vicente
Menardo a partir de 1574 y fueron restauradas en varias ocasiones.
En el muro del presbiterio de la Capilla Real
están colocadas ocho hornacinas en dos niveles separados que contienen las
imágenes de los cuatro evangelistas, y de San Isidoro, San
Leandro, las Santas Justa y Rufina, habiendo sido labradas las dos últimas
imágenes por Diego de Pesquera. Y junto al altar mayor de la capilla
están colocadas las imágenes de los apóstoles San Pedro y San
Pablo rematadas por la Visión de Isaías, habiendo sido labrada esta
última por Pedro de Campos y Lorenzo de Bao.
El retablo que preside la Capilla Real fue
realizado por el ensamblador Luis Ortiz de Vargas entre 1643 y 1649,
y en su hornacina central se encuentra la imagen de la Virgen de los Reyes,
mientras que en los laterales del retablo están colocadas las imágenes de San
Joaquín y Santa Ana, que fueron ejecutadas en el mismo periodo en que se realizó
el retablo. La Virgen de los Reyes lleva al Niño Jesús sobre su regazo, y
ambas imágenes, que datan del siglo XIII, muestran influencias del gótico
francés.
El frontal del altar de la Virgen de los Reyes
fue realizado en plata y es de estilo barroco, y su parte central fue
labrada por el platero Juan Laureano de Pina en 1719, aunque fue
reformado posteriormente por el platero José de Villaviciosa en 1739. Los laterales
del frontal, que presentan los punzones del platero Domínguez, fueron
realizados alrededor de 1739, y los candelabros que están sobre las mesas
laterales, y que tienen forma de águilas bicéfalas, son obra de platería
peruana del siglo XVIII.
En la capilla izquierda está colocado un
retablo realizado por Juan de Torres en 1648 en el que se encuentra colocada
una imagen del Ecce Homo realizada por Francisco Terrili y frente al
retablo se encuentra colocada una vitrina en la que se muestran diversas piezas
de platería, destacando entre ellas varios cálices y bandejas de
diferentes periodos.
En la capilla derecha está colocado un retablo
realizado en 1638 por Luis de Figueroa, y en él está colocada una imagen de San
Antonio. La sillería y el facistol fueron realizados a finales del
siglo XVIII y donados a la Capilla Real por el rey Carlos IV de España,
y el rey Fernando VII, por su parte, donó a la Capilla Real en 1823 los
candeleros y la cruz de bronce dorado que están colocados en el altar mayor de
la capilla y que fueron realizados por los broncistas Leprince.
A la sacristía de la Capilla Real, en la que se
custodian diversos objetos vinculados con el rey San Fernando, como su espada,
se accede desde la capilla izquierda y a través de una pequeña puerta, y entre
las pinturas que la decoran destaca un lienzo que representa a San Fernando,
que es una copia del que Bartolomé Esteban Murillo realizó para
la catedral de Sevilla, y una Dolorosa, copia también de un original de
Bartolomé Esteban Murillo. Y en la sacristía también están colocadas dos
pinturas de finales del siglo XVII que representan, respectivamente, a la Virgen
de los Reyes y a San José. Y el órgano colocado en la tribuna de la
Capilla Real fue realizado en 1807 por Antonio Otin Calvete y es de estilo
neoclásico.
La urna
de San Fernando
Ante el altar de la Virgen de los Reyes está
colocada la urna que contiene el cuerpo incorrupto del rey San Fernando, y
que fue realizada entre 1690 y 1719 por el ya mencionado orfebre Juan Laureano
de Pina aunque con la participación de otros orfebres, siendo considerada la
obra cumbre de la orfebrería barroca sevillana. Y la urna, que fue labrada
con plata en su color y sobredorada, bronce y cristal, fue construida con
motivo de la canonización del monarca, que fue elevado a los altares en 1671,
aunque en realidad está compuesta por dos cajas diferentes, siendo la interior,
que tiene sus laterales de cristal, la que contiene los restos del monarca, y
la exterior, que es la realizada en plata en su color y sobredorada y bronce,
la destinada a albergar la anteriormente mencionada, aunque la exterior dispone
de un frontal abatible que permite contemplar los restos del monarca.
La urna, que descansa sobre una peana de jaspe,
permanece habitualmente cerrada, aunque puede ser abierta para mostrar el
cuerpo incorrupto del mencionado monarca, y toda ella está adornada
profusamente con motivos florales y vegetales y con un programa iconográfico
que muestra las virtudes del rey San Fernando y la apoteosis de la Monarquía
católica hispana.
El frontal colocado por delante de la urna de
San Fernando fue realizado en plata en el siglo XVIII y luce los punzones de
los orfebres Reciente y Villaviciosa.
Sepulcros
de Alfonso X y Beatriz de Suabia
En el lado del Evangelio de la
Capilla Real de la catedral de Sevilla está colocado el sepulcro de
Alfonso X de Castilla, que fue construido en 1948 con motivo del séptimo
centenario de la conquista de la ciudad de Sevilla, que capituló en 1248,
por Fernando III el Santo.
La estatua orante que representa a Alfonso X es
obra de los escultores Antonio Cano y Carmen Jiménez. El mausoleo
del rey es idéntico al de la reina Beatriz de Suabia, su madre, que está
situado enfrente de él, y está formado por dos cuerpos superpuestos flanqueados
por columnas en los extremos. El primer cuerpo contiene la urna donde reposan
los restos mortales de Alfonso X, en cuyo frontal se encuentra una cartela
donde puede leerse la inscripción: «Alfonso
X el Sabio». Y sobre la urna está colocada la estatua orante que representa
al monarca, que aparece cubierto por un manto real, coronado con corona de
bronce, y arrodillado ante un reclinatorio. Y el segundo cuerpo del mausoleo,
que está rematado por un frontón, lo ocupa un medallón circular en el que está
colocado el escudo del reino de Castilla y León.
En el lado de la Epístola de la
Capilla Real está colocado el sepulcro que contiene los restos mortales de la
reina Beatriz de Suabia, esposa de Fernando III y madre de Alfonso X. Y el
sepulcro de la reina, que al igual que el de su hijo Alfonso X fue construido
en 1948, está formado por dos cuerpos superpuestos que se encuentran
flanqueados por columnas en los extremos. El primer cuerpo contiene la urna
donde reposan los restos mortales de la reina, en cuyo frontal se encuentra
una cartela donde puede leerse la inscripción «Beatriz de Suabia». Y el segundo
cuerpo del mausoleo, que está coronado por un frontón, está ocupado por un
medallón circular en el que aparece colocado el escudo del reino de Castilla y
León, al igual que en el de su hijo Alfonso X. La estatua orante de la reina
Beatriz de Suabia, que fue realizada en piedra y alabastro por el escultor Juan
Luis Vasallo, representa a la reina con aspecto juvenil y luciendo toca y
corona, y en su manto aparecen esculpidos castillos y leones, siendo el resto
del mausoleo de la reina idéntico al de su hijo Alfonso X.
Cripta de
la Capilla Real
A los lados de la urna que contiene los restos
mortales de San Fernando se abren sendas escaleras que comunican la
Capilla Real con la cripta situada bajo ella, y en un pequeño altar colocado en
ella se hallaba se halla la imagen de la Virgen de las Batallas, tallada
en marfil y que según la tradición fue llevada por el rey Fernando III el Santo
durante sus campañas militares, siendo realizada dicha imagen en el siglo XIII
y manifestando una clara influencia francesa. En la cripta de la Capilla Real
están sepultados los siguientes miembros de la realeza:
·
Pedro
I de Castilla (1334-1369). Rey de Castilla y León e hijo
de Alfonso XI de Castilla y de María de Portugal.
·
María
de Padilla (c. 1334-1361), esposa del anterior y reina consorte de Castilla
y León.
·
Alfonso
de Castilla (1359-1362). Hijo de los anteriores.
·
Juan
de Castilla (1355-1405). Hijo de Pedro I de Castilla y de Juana de
Castro.
·
Fadrique
Alfonso de Castilla (1333-1358). Maestre de la Orden de
Santiago e hijo de Alfonso XI de Castilla y de su amante Leonor de
Guzmán.
Capilla
de san Pablo o de la Concepción Grande.
Esta capilla sirvió primitivamente como lugar
de enterramiento a los caballeros que acompañaron a san Fernando en la
conquista de Sevilla. A partir de 1.654, su patronato perteneció a Gonzalo
Núñez de Sepúlveda, caballero veinticuatro de Sevilla, a quien le fue
concedido el derecho a ser enterrado en este lugar tras una importante donación
que realizó con motivo de la Octava de la Inmaculada
Concepción. Actualmente sus restos se encuentran en el muro de la
izquierda tras una losa sepulcral con el escudo de armas de los Sepúlveda,
según diseño del pintor Juan de Valdés Leal. En la reja de la capilla,
terminada en 1.668, también se puede contemplar el mismo escudo.
En el interior llama la atención un soberbio
retablo barroco con gran profusión de adornos y bellas columnas salomónicas que
se articula en dos cuerpos, realizado por Francisco Dionisio de
Ribas en 1.656. Las imágenes son obra de Alonso Martínez. En el
primer cuerpo la imagen central es una Inmaculada Concepción de gran
tamaño (de ahí el sobrenombre de la capilla) y las laterales corresponden a san
José y san Pablo.
El segundo cuerpo está presidido por el Cristo
de san Pablo, talla del siglo XVI y que perteneció posiblemente a la
decoración del antiguo retablo, siendo recuperado para colocarlo en su
situación actual. Esta imagen gozó antiguamente de gran devoción en la ciudad.
A su lado se encuentran las tallas de san Gonzalo y san Antonio de Padua.
En el muro derecho se encuentra un sepulcro de
mármol en estilo neogótico realizado en 1.881, en él está enterrado el que
fuera arzobispo de Sevilla, cardenal Francisco Javier Cienfuegos y
Jovellanos, nacido en Oviedo en 1.766, que estuvo al cargo de la
diócesis de Sevilla desde 1.824 hasta su destierro en Alicante por
motivos políticos el 18 de febrero de 1.836. Era sobrino de Gaspar de Jovellanos
y también de Alonso Marcos de Llanes, arzobispo de Sevilla. Dirigió sus pasos a
la carrera eclesiástica, ascendiendo con rapidez, en parte gracias a su familia
y en parte por su dedicación. Dio muestras de gran valentía al atender
personalmente a los enfermos de las epidemias de fiebre amarilla y de cólera
que se desataron respectivamente en Cádiz y Sevilla, aunque era considerado por
sus superiores como "hombre de
probidad suma, pero carente de talentos superiores" (Monseñor Tiberi,
Nuncio Papal).
Políticamente conservador en una época
socialmente convulsa, sus encendidas pastorales provocaron que durante el
trienio liberal (1.820-1.823) tuviese que salir de Sevilla en mayo de 1.821. El
regreso de Fernando VII le trajo a Cienfuegos en 1.924 el título de arzobispo
de Sevilla y, dos años más tarde, el capelo cardenalicio.
La situación bélica que vivía el país durante
la regencia de la reina María Cristina provocó, en 1.836, el destierro del
cardenal Cienfuegos a Alicante, de donde ya nunca regresaría vivo a Sevilla.
Murió en 1.847, siendo enviados sus restos a Sevilla en 1.867 e inhumado
primero en la bóveda del Sagrario y, más tarde y definitivamente, en 1.881, en
la Capilla de San Pablo.
Hasta 1.810 estuvo expuesto en esta capilla una
de las mejores obras de Murillo, El Nacimiento de la Virgen.
Este cuadro fue robado por el mariscal francés Soult durante la
ocupación francesa, y actualmente se encuentra en el Museo del Louvre.
Seguimos camino, que ya nos queda poco por hoy.
Estamos ante la Puerta de las Campanillas. A los lados, sendos altares: el de
la izquierda es el de santa Bárbara y el de la derecha, el de las santas Rufina
y Justa (tanto monta, monta tanto).
Altar de
santa Bárbara.
Fue dotado por el canónigo don Rodrigo de
Solís, bajo la advocación de La Sagrada Familia y La Venida del
Espíritu Santo. El retablo es de Antón Ruiz, de 1.544, siendo el autor de las
pinturas Antonio Rodríguez. El estilo de las mismas es ingenuo y sencillo,
siendo testimonio de los limitados recursos de su autor. Preside el retablo una
representación de La Sagrada Familia flanqueada por San
Jerónimo, Santa Bárbara, San Lucas y San Marcos. En el centro
del segundo cuerpo figura La venida del Espíritu Santo y, en los
laterales, san Pedro, san Pablo, san Juan y san Mateo.
En el lateral izquierdo de la capilla se
encuentra una imagen de san Antonio, carente de valor artístico, pero que
goza de gran devoción popular.
Altar de
las santas Rufina y Justa.
Su patronazgo se debe a los hermanos
Bécquer, en 1.622. La destacada escultura de las santas es de Pedro Duque
Cornejo. Estas imágenes proceden de la iglesia del Salvador (Sevilla) y
procesionan anualmente en la festividad del Corpus.
Las santas Justa y Rufina son
especialmente veneradas en Sevilla. La tradición las señala como protectoras de
la Giralda y la Catedral, considerando que por su intercesión no
cayeron tras los terremotos de 1.504, 1.655 y el terremoto de Lisboa de
1.755. De esta manera, suelen estar representadas junto la Giralda,
portando palmas como símbolo del martirio y con diferentes objetos de barro en
alusión a su profesión de alfareras.
Las hermanas Justa y Rufina nacieron
en Sevilla, en 268 y en 270, respectivamente, en el seno de
familia muy modesta con firmes convicciones cristianas, que se dedicaba al
oficio de la alfarería. Era época todavía de dioses paganos, y durante una
celebración en honor a Venus, los postulantes acudieron a casa de las hermanas
para pedir limosna, según era la costumbre. Las alfareras no sólo se negaron
sino que arremetieron contra la procesión, haciendo añicos la imagen de la
diosa.
Fueron encarceladas, poniéndose como condición
para conseguir su libertad renunciar a la fe cristiana. Como ambas se negaron,
sufrieron tormento y, ante la persistencia de su negativa, las arrojaron a las mazmorras
para que sufrieran el hambre y la sed. Tampoco esta pena quebrantó sus
espíritus, ordenando Diogeniano, Prefecto de Sevilla, que fuesen andando
descalzas desde Sevilla hasta Sierra Morena. Su fe les dio fuerzas y
consiguieron llegar al destino señalado. Viendo así la cosa, el Prefecto mandó
encarcelarlas hasta morir.
Justa falleció primero, de inanición, siendo su
cadáver arrojado a un pozo, del que fue recuperado más tarde por el obispo
Sabino. Rufina seguía resistiendo, por lo que fue llevada al anfiteatro y
tirada ante un león. La bestia se acercó y lo más que hizo fue mover la cola y
lamer sus vestiduras como haría un animal de compañía. El Prefecto no aguantó
más, la mandó degollar y quemar su cuerpo. Nuevamente, el obispo Sabino recogió
los restos y la enterró junto a su hermana. Era el año 287.
Fueron canonizadas y su festividad se celebra
en Sevilla el día 17 de julio.
Capillas
del lado sur
Las capillas del lado sur se encuentran
divididas en 2 grupos por la puerta de San Cristóbal. En el primer grupo,
comenzando desde la fachada este, se encuentran la Capilla del Mariscal,
Antesacristia, Capilla de los Dolores y Capilla de San Andrés. En el segundo,
Capilla de la Virgen de la Antigua que es de mayor dimensión que las
demás, Capilla de San Hermenegildo, Capilla de Santa Ana y Capilla de San
Laureano que entra en contacto con la fachada oeste. En las cercanías de la
Puerta de San Cristóbal se ubican el altar de la Piedad, el altar de la
Concepción y el monumento a Cristóbal Colón.
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