lunes, 4 de diciembre de 2017

Capítulo 25 - LA CIUDAD EN GRECIA


LA CIUDAD EN GRECIA
Aunque el fenómeno urbano y las ciudades-estado son realidades históricas anteriores a los griegos, su concepto de polis es totalmente original, hasta el extremo de ser uno de los rasgos que identifican  la civilización griega. 
La  ciudad para los griegos no es únicamente el centro político, económico, religioso y cultural, sino un ideal de vida, la forma más perfecta de sociedad civil. En ella se integran de forma armónica los intereses del individuo con el Estado, gracias a la ley, y  con la comunidad, mediante la participación del ciudadano en los asuntos públicos. En definitiva,  la ciudad es un elemento distintivo del hombre civilizado.
El concepto de ciudad-Estado presenta una diferencia sustancial con la idea moderna de nación: para los griegos la polis no se identifica con un territorio sino con el conjunto de sus ciudadanos, por eso, aunque se hubiese perdido el territorio en alguna contienda,  si el cuerpo cívico había sobrevivido y podía rehacer sus tradiciones en otro lugar, consideraban que la polis estaba a salvo.

Origen y estructura
El nacimiento de la polis  es fruto de un largo proceso. Durante la edad Oscura, S. XII a VIII a.C., los habitantes de la Hélade vivían dispersos en aldeas, organizados en torno a vínculos de sangre.  Fue en la época arcaica, a partir del s. VIII a. C.,  cuando estas localidades se reunieron en agrupaciones urbanas a las que fueron llegando también artesanos y comerciantes dando lugar a la polis; este fenómeno se conoce con el nombre de sinecismo. 
Poco a poco las polis se convirtieron  en una comunidad política con leyes e instituciones propias en la que sus habitantes ejercían una intensa vida cívica, más importante para el ciudadano que la vida privada, refrendando así la máxima de Aristóteles de que el hombre es un animal político.
En este incipiente núcleo urbano se levantaron dos espacios; en la parte más elevada, la acrópolis (ciudad alta), zona fortificada con templos, destinada al culto religioso y a proteger a los habitantes en caso de peligro; y en la parte baja, los grandes espacios públicos como santuarios, teatros, gimnasios y el ágora ("plaza"), lugar dedicado a la vida civil, institucional  y económica. La más representativa fue el ágora de Atenas. En torno a estos edificios públicos se desarrollaba una red de calles residenciales. 
Para garantizar la seguridad de la polis se amurallaba todo su perímetro. La estructura urbana de estas ciudades era caótica porque los barrios se construían sin ningún orden adaptándose a la topografía del terreno. A partir del s. V a. C, las ciudades de nueva construcción y los nuevos barrios siguieron un plano ordenado, con calles paralelas y perpendiculares entre sí, formando una cuadrícula geométrica.

El espacio de la ciudad se divide en tres áreas

Privada: ocupada por las viviendas  
Pública: destinada a reuniones políticas, comercio, teatro y manifestaciones deportivas, etc. 
Sagrada: destinada a los templos de los dioses. Los edificios religiosos sobresalen por encima de todos los edificios restantes y surgen en una posición dominante. 

La ciudad tiene un límite de crecimiento, por lo que se recurre a dos soluciones:
·       Crea un organismo equivalente o incluso mayor junto a la ciudad primitiva. A la ciudad primitiva se la llama palaiapolis y a la nueva neapolis.
·       Crea una colonia en algún lugar lejano.  
La ciudad griega se caracteriza por:
·       Unidad
·       Articulación
·       Equilibrio con la naturaleza
·       Límite de crecimiento 
En muchos lugares el urbanismo tomó impulso gracias al sinecismo, proceso mediante el cual varios pueblos de una misma región se unen y sus habitantes se trasladan a una ciudad situada en el centro del territorio. 
Las murallas se convertirán en la condición y símbolo de la independencia de las ciudades
·       Siguen la forma del terreno 
·       Aprovechan las ventajas que ofrece la topografía con el fin de aumentar su fuerza defensiva 
·       Las técnicas de fortificación irán haciendo grandes progresos desde época arcaica has su culminación en época helenística. Al arte en la defensa y ataque de las ciudades se le llamará poliorcética 
La ciudad  tradicional de Grecia se caracteriza por: 
·       Situarse en un terreno más o menos llano
·       Enclavada al pie de una colina escarpada de difícil acceso y fácil defensa. 
o   Colina que sirve como acrópolis
o   Fuertemente amurallada
o   Los ciudadanos podrían refugiarse en caso de peligro 
o   Solía contener un santuario donde se veneraba  a una divinidad protectora.
·       Centro sin construir destinado al ágora, en donde se realizaban diversas actividades:
  • Mercado
  • Reuniones de gobierno ciudadano  
  • Lugar donde presencias espectáculos públicos celebrados en las diferentes festividades
  • Lugar de paseo 
  • Sólo una función de importancia quedaba fuera del ágora, la religiosa. 
·       La ciudad griega debía realizar las siguientes funciones
o   Defensiva: según Aristóteles en lo que se refiere a la política, las ciudades debían estar protegidas con murallas que pudieran soportar las técnicas de ataque y asegurar la autonomía de las ciudades. Platón y sus leyes se muestra contrario a las ideas del anterior y considera que las murallas pueden plantear problemas de sanidad y hacer que los ciudadanos fueran más descuidados y menos vigilantes.
o   Para él la mejor defensa era un ejército en armas.
o   Político-administrativa.
o   Religiosa: ciudades como Olimpia, Delfos o Delos surgen a partir de centros religiosos importantes. 
o   Económicas.


Reconstrucción hipotética de la Acrópolis de Atenas. Se puede ver claramente que su emplazamiento se caracteriza por estar en un lugar elevado y escarpado donde se concentraban los edificios religiosos, entre los que destacaba siempre uno de mayor envergadura para la divinidad mayor de la ciudad

a) Edificios destinados a instalaciones oficiales (Boloupterion, Pritaneo y Strategión). 
En un primer momento las asambleas populares se celebraban al aire libre bajo protección del altar, en un espacio enlosado y delante de la mansión del príncipe. A través de los relatos homéricos conocemos que Agamenón y Ulises, dos reyes de la época, presidieron dichas asambleas. 
Con el surgimiento de la polis esas asambleas se celebraban en el pnx, en una amplia explanada en la que había bancos de madera reservados para los magistrados y oradores, y una tribuna tallada en la roca junto al altar de Zeus, en el que se ofrecían los rituales preliminares de purificación.
A finales del siglo V a. C. se hizo necesaria la existencia de edificios para celebrar tales reuniones.
1.- Boloupterion
El bouleuterión es el edificio donde se reunía la boulé, (o consejo de los quinientos), en las ciudades de la Antigua Grecia. En función del nombre específico de esta institución en las diferentes ciudades, podía llevar otro nombre: por ejemplo, sinedrión en Mesene o gerontikón en Nisa.
La boulé era una institución básica en las antiguas polis (ciudades-estado) griegas. Estaba compuesta por representantes de los ciudadanos, que se reunían para discutir y decidir sobre los asuntos públicos. La palabra bouleuterión se compone del griego boulé (consejo) y el sufijo terio (lugar para hacer algo).
Se conservan restos de bouleuterión tanto en ciudades de la Antigua Grecia (Delfos, ​ Delos, ​ y otras), como de sus colonias (Acras y Murgantia (Sicilia); Apolonia de Iliria (Albania); Glanum (Francia); Alabanda, Egas, Éfeso, Nisa y Yaso (Turquía), y otras).

Al igual que otros edificios dedicados a la política de la ciudad, se encuentran generalmente cerca del ágora. Suelen tener planta cuadrada, con varias filas de asientos en su interior, interrumpidas por las columnas de soporte del techo.
Las gradas de los asientos pueden estar alineadas con las paredes o dispuestas en tres lados, en forma de Π (el mejor ejemplo es el de Priene​ (Turquía), de finales del siglo II a. C.). Como alternativa, el bouleuterión nuevo de Atenas (finales del siglo V a. C.) presenta por primera vez forma de herradura, similar a un pequeño auditorio de teatro, al igual que el de Mileto (175-164 a. C.)
Bouleuterión de Priene. 

En el ágora ateniense se construyeron dos bouleuterión, en periodos diferentes, para albergar a la boulé, que en Atenas constaba de 500 miembros. Este órgano legislativo redactaba los proyectos de ley para su posterior discusión y aprobación en la Ekklesía. ​
El bouleuterión más antiguo es el Metroón, ​ que a su vez se construyó sobre un edificio anterior.
El Metroón  era un edificio situado en el lado oeste del Ágora de Atenas, que sirvió como santuario de la diosa Rea y como archivo del estado.
El Metroón original fue construido entre los años 509 y 507 a. C. El tamaño y el emplazamiento del edificio han permitido identificarlo como el antiguo Bouleterion de la época de Clístenes, donde se reunían los bouleutas y que albergaba los archivos de la polis. ​
Tras la construcción del Bouleterion Nuevo, hacia 415 a. C., el edificio antiguo mantuvo su condición de archivo, incluso cuando la boulé ya no se reunió más allí. Es entonces cuando recibió el nombre de Metroón. En esta época cumplía dos funciones: santuario dedicado a Rea, madre de los Dioses olímpicos, y repositorio de los registros oficiales. 
Hacia 140 a. C., el antiguo edificio fue remplazado por un complejo helenístico, erigido encima.
El Bouleuterion Antiguo se presenta como un edificio prácticamente cuadrado, de 23 m de lado. ​ Se supone que poseía cinco soportes interiores para el techo.
Plano del Ágora de Atenas: el Metroón es el número 11. 

Los restos actuales datan de mediados del siglo II a. C. y se superponen a trazas de edificios públicos anteriores, incluyendo el Antiguo Bouleuterion. Sólo se conservan los cimientos de conglomerado rojizo y un tramo de escaleras en el lado sur.
El edificio helenístico tenía cuatro habitaciones ubicadas lado a lado, unidas por una fachada de 14 columnas jónicas, abierta hacia el Ágora en el lado este. Las dos cámaras situadas más al sur tenían el mismo tamaño. Probablemente, la segunda de ellas era el templo de Rea. La tercera cámara era un poco más grande que las dos anteriores. La cuarta cámara, al norte, era la más grande y tenía una columnata interior cuadrada de 12 columnas, con otras 2 in antis en la entrada. ​ Éste es el santuario mencionado por Pausanias en el siglo II.

Ruinas del Metroón

Vestigios del bouleuterión en el Ágora de Atenas

Del 415 al 406 a. C., se construyó un nuevo bouleuterión al oeste del antiguo. Las razones de su construcción permanecen oscuras. El nuevo edificio, de planta rectangular, medía 16 m x 22 m. Los asientos originales eran probablemente de madera. El interior ha sido difícil de reconstruir: mientras algunos arqueólogos orientan los asientos al este, otros lo hacen al sur. En la segunda mitad del siglo IV a. C., se añadió a la entrada un propileo de orden jónico, situado inmediatamente al sur del antiguo bouleuterión. ​ Hoy, no subsisten más que los cimientos del edificio, lo que no permite aclarar su construcción.
Durante un tiempo, el nuevo bouleuterión funcionó junto con el antiguo, que llegó a utilizarse como archivo estatal.
En el santuario de Dodona, el bouleuterión se encuentra al este del teatro de la ciudad, adosado a la ladera de la colina. ​
Se construyó en el siglo III a. C. ​
Consta de un gran salón precedido por un pórtico de dórico. Al fondo se encuentran los asientos, tallados en la roca y con acceso por escaleras laterales. En el lado de entrada se situaron un altar dedicado a Zeus Bouleus y una urna de piedra para las votaciones. El techo estaba sostenido por ocho columnas jónicas y tres filas de pilastras adosadas a las paredes.
Restos del bouleuterión de Dodona. 

Bouleuterión de Mileto
El bouleuterión de Mileto se sitúa entre las ágoras del norte y del sur.
Fue construido entre 175 a. C. y 164 a. C.
Estaba precedido por un propileo con cuatro columnas corintias. Constaba de un patio abierto, rodeado en tres de sus lados por una columnata dórica, y una sala de reuniones en el lado del fondo, accesible directamente desde la parte exterior trasera. En ella hay 18 filas de gradas de piedra, dispuestas en semicírculo. El techo estaba sostenido por columnas jónicas sobre pedestales, a los que más tarde se agregaron soportes de madera. Podía albergar entre 1.200 y 1.500 personas.
Restos del bouleuterión de Mileto. 

El Bouleuterión de Olimpia se hallaba en la zona sur del bosque sagrado del santuario de Olimpia, próximo al Templo de Zeus Olímpico, aunque separado de él por los límites del recinto del Altis. ​
Fue el edificio del alojamiento, sala de sesiones, reuniones y ubicación específica de la boulé, el Senado eleo. A este Senado o Consejo se le atribuía la facultad de oír y resolver las denuncias presentadas contra los jueces y atletas por irregularidades cometidas en el desarrollo de los juegos olímpicos, así como cualquier otro tipo de reclamación urgente y grave relacionada con los mismos.
Además de esta función, en el Bouleuterión se guardaban diversos materiales y utensilios deportivos, y los archivos y registros donde constaban los resultados de las competiciones. ​
Se ignora la fecha de su construcción, se ha estimado que sería construido ente el 668 y el 572 a. C., debido a la similitud de la técnica constructiva a la de los pisatios.
El conjunto arquitectónico lo componían dos naves absidiales de distintas dimensiones (30,79 m la del norte y 30,53 m la del sur), que enmarcaban en su espacio interior un patio cuadrado de 14,28 m de lado. A Los dos edificios absidiales se accedía por el este.
Bouleuterión de Olimpia.

Plano del santuario de Olimpia. El Bouleterión estaba en el nº 31. 

Durante el periodo helenístico al edificio originario se la añadió un pórtico oriental de estilo jónico. En época romana se amplió con un pórtico de estilo dórico en forma de letra Ρ griega (ro), orientado al este. ​
En el centro del patio cuadrado, se halló una base o pedestal en su mismo centro, punto donde debió erigirse la estatua de Zeus Horcio («Zeus vengador»), ante la que los participantes y directores en los juegos prestaban juramento de fidelidad a las normas deportivas. La ubicación de la estatua en este sitio, se apoya en la noticia de que el juramento ante la estatua del Bouleuterión debía de prestarse en una estructura abierta, según la costumbre griega de que los juramentos a los dioses tenían que hacerse al aire libre. ​ Pausanias dice respecto a la estatua que «la del bouleuterión es de todas las imágenes de Zeus la más apropiada para atemorizar a los hombres injustos. Su nombre es Horcio, y tiene un rayo en cada mano». A continuación describe en detalle el acto del juramento. Delante de los pies de Zeus Horcio había una tablilla de bronce con una inscripción, en versos elegíacos, para infundir temor a quienes juraran en falso. 

2.- Pritaneo
Era el lugar reservado para los más altos magistrados, los conocidos como pritaneos, 50 consejeros representativos de las 10 tribus que eran las que convocaban las reuniones en el boloupterion. 
Estos edificios nunca tuvieron una forma definida. Debían suministrar las instalaciones necesarias para los banquetes en los que participaban tanto los embajadores de las ciudades extranjeras como los ciudadanos nombrados por decreto del pueblo.
En él se custodiaba el fuego sagrado de Hestia. En él eran mantenidos a costa del Estado los cincuenta pritanos de Atenas.
En el mismo edificio se daban comidas públicas a las cuales eran admitidos los que por sus servicios habían merecido ser mantenidos por la polis. El pritaneo servía también de granero público.
Pritaneo de Efeso SIII a. C. 

3.- Strategión
Este edificio estaba dedicado exclusivamente como lugar de reunión para los jefes del ejército, que eran a su vez elegidos por turno.  
b) Edificios destinados a defensa (fortaleza y arsenal). 
Fortaleza. Los griegos desarrollaron las innovaciones que habían observado en los pueblos de Asia menor. Utilizaron diversos materiales de construcción: 
Piedra. Era considerado como el material constructivo por excelencia, utilizado en  diferentes técnicas constructivas (ciclópea, poligonal, regular pseudoisódo y regular isódomo). Estas dos últimas alcanzaron una gran difusión en épocas avanzadas del clasicismo, a partir del siglo IV.
Madera. La madera se usó para los interiores de las estancias de la fortaleza. Para endurecerla se calentaba y se embadurnaba con brea. Se utilizó para realizar los parapetos  o lienzos superiores, para coberturas de torres y para caminos de ronda.
Arcilla (adobes y ladrillos). Este material tiene una mayor capacidad para absorber y amortiguar las embestidas de las máquinas de guerra.
Hormigón. Material que tuvo muy poco éxito entre las construcciones militares griegas. 
La arquitectura militar en la Antigua Grecia es la que se ocupa de proyectar y construir edificios destinados a fines militares de defensa nace en la época micénica. Los aqueos, conquistadores de la Grecia continental, edificaron sus ciudadelas basándose en los palacios minoicos de Creta y fortificándolas con piedras ciclópeas. De este modo nacieron las murallas de piedra y las primeras soluciones para la protección de las puertas de las ciudades, los puntos más vulnerables, basándose en la táctica militar griega que obligaba a los soldados a portar el escudo a la izquierda. Los micénicos construyeron sus fortalezas elevadas y rampas de acceso; su difícil ascenso permitía apuntar a los defensores a los flancos derechos de los soldados, desprotegidos.
El desarrollo de la arquitectura militar sufrió un parón durante la Edad Oscura, de tal manera que muchas ciudades ya no se fortificaban, aunque había algunas que seguían haciéndolo (Esmirna, por ejemplo). En el siglo VI a. C. se volvió a la construcción de murallas y torres, y en el siglo IV a. C. la arquitectura militar griega alcanzó su máximo esplendor.
Al menos desde el siglo VI a.C., las construcciones militares griegas eran financiadas con fondos públicos o con los bienes saqueados en las campañas militares. Varios textos dejan constancia de que algunos hombres ricos donaban dinero para este tipo de construcciones.
Los asalariados (carpinteros, canteros y demás profesionales) eran dirigidos por un arquitecto (architékton) que se encargaba tanto del diseño como de dirigir la construcción. Un ejemplo de esta práctica nos lo da un documento ateniense donde se dice que la Asamblea destacó a un arquitecto para arreglar los desperfectos de la muralla entre el 307 y el 306 a. C. Otro nos habla de la paga de un arquitecto por haber hecho obras en el Erecteión en los años 409-408 a. C.
Los griegos defendieron desde antiguo sus ciudades con murallas, de las cuales las más antiguas dieron lugar a los recintos fortificados que llamamos acrópolis. Sin embargo, situándonos ya en el período helénico, las murallas en las nuevas ciudades aparecen en el siglo VI a. C.; un hecho tardío, pues la población se refugiaba en las acrópolis o en una fortaleza en caso de peligro. Hay que tener en cuenta, además, que las fortificaciones eran tan caras en Grecia que superaban los recursos de muchas ciudades-estado. Este hecho se veía magnificado en casos como el de Esparta, ciudad formada por varios núcleos de población distribuidos en una superficie más o menos extensa, por lo que existían espacios libres entre los barrios. (Véase Laconia)
Las murallas de las ciudades (que no de las fortalezas) solieron aparecer, por tanto, ante peligros consabidos como las guerras contra Persia, aunque fueron habituales en la Grecia continental desde la época micénica y existieron casos en las colonias anteriores al siglo VI a. C., como lo fue Esmirna (Anatolia).
Había que tomar en consideración los agujeros que forzosamente tenían que aparecer en la base de la muralla, como la evacuación de aguas, diseñándolas para ser lo más pequeñas posible y poco visibles. Así mismo se elevaban taludes en las esquinas para evitar los ángulos muertos en la visión, lo cual afectaba a la altura de los paramentos.
Robert Walpole hizo a comienzos del siglo XIX la siguiente clasificación de murallas y fortalezas, atendiendo a su forma de construcción:
·       Muros ciclópeos, es decir, de grandes piedras, típicas de la Grecia micénica.
·       Muros construidos con piedras irregulares de tamaño medio, las más habituales. A pesar de las diferencias entre piezas, éstas se labran con siete y ocho lados y se colocan a hueso de manera que formen un conjunto compacto.
·       Muros de piedras más o menos homogéneas dispuestas en hileras similares. Es típico de Micenas y Tirinto.
La única función aparente de la muralla griega era la defensa, de manera que eran infraestructuras libres en cuanto a planta y recorrido, y no tenían que coincidir con límites territoriales, como en el caso de las romanas. Se adaptaban a la topografía del terreno y buscaban cortar el paso de los enemigos, caso de la muralla construida por Pericles entre Atenas y El Pireo, que comunicaba ambos sitios como un corredor elevado y evitaba que los enemigos cortasen la conexión entre ambos núcleos. En la antigua Grecia se construían muros tratando de establecer un sentido de pertenencia con el asentamiento.
El material habitual era la piedra, aparejada rectangularmente, es decir, con piezas de caras con cuatro lados (sillar), siendo el resultado final un paralelepípedo (medio más barato). Si la ciudad disponía de suficientes recursos, encargaba labrar las piedras por varias caras (5 o 6) y las aparejaban de manera poligonal, lo cual confería más resistencia a la muralla. Estas murallas estaban sujetas a remodelaciones y tensiones políticas entre los Estados, lo que daba lugar a que hubiera diferencias de altura palpables en una misma muralla, o que incluso se modificase parte del trazado.
El método corriente de construcción de una muralla era el emplecton, que consistía en aparejar dos paredes pétreas paralelas y rellenar el interior con arcilla y mampostería.
En el caso de los pasos para vigilancia se construía una muralla más ancha con base en una estructura de madera, y se resguardaba el camino elevado con almenas. Con la mejora de la maquinaria de guerra estas almenas se sustituyeron por pequeñas aberturas en continuación elevada del muro, a modo de aspilleras por las que disparar los proyectiles (epalxis). En ocasiones estos caminos se cubrían con una techumbre para evitar que los proyectiles de balistas y otras máquinas los alcanzaran desde arriba, sobrepasando las almenas o el epalxis. A veces el camino de vigilancia o de ronda no era lo suficientemente ancho para la trasfusión de tropas, en cuyo caso se recurría a una estructura auxiliar que permitiese la creación a un nivel inferior de un nuevo paso.
En torno al siglo IV a. C. los griegos se dieron cuenta de que podían utilizar el adobe como sustituto de la piedra. Gracias a sus propiedades plásticas absorbía mejor los impactos sin romperse. Las construcciones de adobe se construyeron encima de las pétreas, si estas ya existían. Si no había muralla anterior se edificaban los cimientos en piedra, e igual sucedía cuando había una estructura de madera, para evitar que los zapadores cavasen un túnel hasta ellos y prendiesen fuego, derribando la estructura. (Véase Los trabajos de desmonte)
Una estrategia eficaz era el hecho de sustituir las torres -de un coste muy elevado- por tramos de muralla conectados que avanzaban y retrocedían sobre el terreno, de manera que desde arriba, en caso de ataques frontales, los defensores podían atacar los flancos del enemigo (disposición en cremallera). Ejemplos de este sistema se dan en Mileto o las ciudades macedónicas. 
Las puertas o propileos constituían las zonas más fáciles de atacar en un asedio, por lo que se inventaron soluciones desde antiguo, que en muchos casos se combinaron.
·       Un primer método sería crear un espacio de transición entre la ciudad y el exterior, a modo de patio cuyo recorrido es inevitable (Troya).
·       Otro método era doblar el muro formando un corredor en el que los asaltantes tenían que cubrirse de los ataques a ambos lados (Mantinea).
·       También podían crearse varias puertas seguidas, dos o tres, que retrasaban la entrada de los ejércitos.
·       El caso más eficiente era flanquear la entrada con dos torres defensivas que la protegieran (Corinto).
·       Una variante del caso anterior era colocar una única torre, aprovechando las particularidades orográficas del terreno, para obligar a los agresores a entrar desde la izquierda. Desde la torre podía entonces atacarse el flanco derecho, que en los ejércitos griegos eran más vulnerables.
·       Otra solución consistía en colocar la puerta al lado de un requiebro del muro, de tal manera que no podían penetrar las máquinas de asedio, y los defensores podían en un momento dado salir y volver a entrar en rápidas incursiones.
·       Así mismo está la poterna, un hueco en la muralla de dimensiones muy reducidas que permite el paso a una única persona, por lo que es muy fácilmente defendible. 
Las torres de defensa eran estructuras tremendamente costosas, cuya función era evitar que los enemigos se acercasen a la muralla y la atacasen directamente. Se construían en piedra o adobe, y solían ser macizas hasta la altura de la planta de defensa, evitando que los arietes las derribaran golpeando una primera planta. En la Grecia helénica este sistema queda obsoleto, instaurándose una planta baja (caso de Caria) con ventanas por las que disparar, para mejorar el rendimiento de la defensa. 

Tipos
Planta cuadrada o rectangular: La más habitual y barata. Tenían el fallo de los ángulos de visión limitados, ya que desde una de las caras no se tiene conciencia de lo que pasa en las otras.
Planta poligonal: Solución intermedia en coste y eficacia entre las torres rectangulares y circulares. Ampliaban la visión pero seguían siendo más vulnerables en los extremos laterales.
Planta en pico: Otra solución intermedia, con peor defensa lateral.
Planta semicircular: Más caras y de construcción compleja. Sus muros curvos eran capaces de desviar la dirección de los proyectiles sin que éstos impactaran plenamente en ellos. Por otro lado su visión era bastante amplia.
Planta circular: La carencia de ángulos muertos en los extremos hacía de estas torres la mejor opción de defensa de una ciudad. También suponían un coste elevado que no todas las polis podían permitirse. Su uso se extendió sobre todo por el Peloponeso, pero nunca llegaron a construirse demasiadas. 
Las torres vigía o phyktorion eran estructuras exentas y alejadas de la ciudad a la que pertenecían pero en contacto visual con ella. Poseían una gran entidad propia, llegando a convertirse en algunos en casos en pequeñas fortalezas (como la de Massalia). También requerían más recursos para su construcción que las torres de defensa.
Sus funciones eran avisar a las ciudades-estado de la aproximación de enemigos y defender su posición.
A veces, para mejorar su resistencia y su defensa, se construían sus muros inclinados, en forma de talud. Esto les permitía soportar mejor el ataque de la maquinaria pesada como los arietes. 
Las fortalezas griegas aparecieron en dos contextos.
·       Antiguos centros de las ciudades, fortificados desde edades tempranas, que al crecer éstas funcionaban de elemento defensivo y albergaban al conjunto de la población. Se asocian aquí las acrópolis como Tirinto y las fortalezas de los gobernantes como la de Micenas. Las acrópolis posteriores como la de Atenas, a partir del gobierno de Pericles, se entienden como centros religiosos magnificados, públicos y monumentales, más que como fortalezas, ya que surgen en ciudades que se han expandido y han sido rodeadas por nuevas murallas.
·       Refuerzos de torres vigía y planificaciones fortificadas en las inmediaciones de las ciudades, con vistas a las urbes y a sus campos, que avistaban al enemigo y protegían el territorio. 

Fosos
Aunque los fosos existieron desde siempre, normalmente asociados a las murallas, no es hasta el siglo IV a. C. cuando se generalizan, entorpeciendo el traslado de la maquinaria de asedio y las tropas. Su anchura era muy variable, y podían llegar a ser verdaderamente grandes, habiendo casos constatados que llegaban a los 20 metros.
Cuando aparecían pegados a las murallas servían para aprovisionar de agua a la polis sitiada, además de como elementos defensivos. Una técnica eficiente era hacer comunicar unos túneles subterráneos con los fosos, de tal manera que pudieran drenarse todo aquello que los atacantes tirasen con el objetivo de clausurar el foso. 
Los elementos constructivos de las murallas son: 
Cimientos. Era el principal elemento de la construcción. Para su efectivo uso tenía que alcanzarse la roca madre que tenía que ser tallada para conseguir una superficie plana. 
Lienzos. Erigidos en lógica disposición vertical, aunque hay casos excepcionales en los que edificaron con inclinación hacia el interior.
Pasos de ronda (parodoi). Los pasos de ronda podían ser merlonados (de tipo prismático y rematado a dos aguas o cubiertos. Este último, avanzado el siglo IV, ante la efectividad de las máquinas de asalto, se buscó aumentar la seguridad de las defensas, lo que desembocó en un ensanchamiento de los merlones que, a su vez, terminaron cerrándose para sólo dejar unas pequeñas oberturas muy estrechas: las saeteras. Se crea un paramento largo y corrido, la epalxis, que condicionaba la visibilidad del defensor.  

Torres (pyrgos). Se crearon para fortalecer los tramos más necesitados de vigilancia. Permitían controlar visualmente el desarrollo de la contienda y dominar los puntos muertos. Hasta el siglo IV dominó la planta cuadrangular con dos o tres pisos, siendo el inferior macizo. Desde el 370-368 a. 
Puertas. Se puede distinguir entre dos tipos principales de puertas, que serían la puerta principal (pylai) y las puertas secundarias (pylis). 
Saeteras. Eran aquellas aperturas por las que podían disparar los arcos y las pequeñas piezas ligeras de artillería (toxika). 
Cañoneras. Eran los ventanales.
Fosos. Ampliaban la altura de las murallas y suponían un inconveniente para la aproximación del hombre y la maquinaria enemiga.
Proteichisma. Ante-muro situado entre las murallas y el foso o, incluso en algunas ocasiones, entre un doble foso. Era utilizado como parapeto para la artillería ligera. Desde el siglo VI hasta bien entrado el helenismo, las murallas pasaron a absorber los mayores recursos económicos.

La capital cuya preeminencia refrendaban la acrópolis, el pritaneo, el bouleuterion y el ágora poseía un territorio más o menos extenso que le era necesario para vivir. 
Allí se encontraban la mayor parte de las casas y el puerto, puesto que la acrópolis, que había determinado la ubicación de la ciudad, estaba situada por lo general a una cierta distancia de la costa, en una posición elegida por poblaciones que temían la piratería A través del puerto, la Ciudad, cuyos dominios estaban casi siempre rodeados por montañas, se comunicaba con el mundo exterior y añadía a sus propios recursos las riquezas de las que carecía. En todo caso, de la aglomeración urbana principal, el astu, dependía un número más o menos grande de caseríos, pueblos, aldeas, llamadas conai, demoi y también algunas veces, como en Laconia, potéis.
No está claro si Atenas estuvo rodeada de muralla con anterioridad al siglo V a.C. Los atenienses después de su vitoria sobre los persas las construyen. Los restos anteriores al año 500 no dan trazas de muralla, salvo en un determinado espacio, circundado el perímetro de la Ciudad.
Una muralla rodeaba la colina de la Acrópolis que se pudo ampliar a las colinas, del Areópago. La muralla se construyó bajo la dirección de Temístocles, el artífice de la flota ateniense y de la batalla de Salamina. Esta muralla se construyó tras la toma y quema de Atenas por Jerjes. De esta quedan abundantes restos y puede seguirse su trazado con toda precisión. En el sureste de la ciudad, la muralla tenía tres puertas, la Puerta Dypilon, la Puerta Sacra y la Puerta del Pireo. 
Cada cierto intervalo se construía una torre de 5 metros de lado, que reforzaba el muro. Se llegaron a usar lápidas del cercano cementerio. También se emplearon fustes de columna del Templo de Zeus, que estaba sin terminar cuando la invasión persa y que éstos terminaron de destruir. No es que fueran unas murallas impresionantes, pero dieron a los atenienses la confianza que precisaban. La Puerta Dypilon tenía el pasadizo mayor de toda la Hélade, de 22 metros de anchura por 41 de profundidad. La constante reconstrucción de estas murallas indica que no siempre impidieron la derrota de la ciudad a manos de sus enemigos. Por la Puerta Sacra salía la procesión que se dirigía al santuario de Eleusis. Por la Puerta Dipilon el arroyo Erídano abandonaba la ciudad después de abastecer de agua los alfares. La avenida que sale de la ciudad por la Puerta Dypilon es la Vía Panatenaíca, por donde entraba en la ciudad una procesión solemne que terminaba con sus ofrendas en lo alto de la Acrópolis, atravesando la ciudad. La Puerta del Pireo llevaba al puerto militar y comercial de Atenas. En total, se abrían en las murallas de Atenas 15 puertas.  

El Arsenal del puerto del Pireo (Atenas). 
La Skeuoteca  era el Arsenal de la Antigua Atenas por antonomasia. La palabra tenía un significado de «almacén de utensilios y herramientas», pero pasó a denominar en Atenas al gran Arsenal de su poderosa marina. Es una palabra del léxico común griego «aparato, utensilio en general» y «caja para guardar cosas»), y en composición «almacén de cosas ordenadas».​ Era un edificio donde se depositaban los aparejos de los barcos, bajo la vigilancia de los magistrados encargados del arsenal. Construido en el puerto de Zea, partía del propileo del ágora y pasaba por detrás de los tinglados.
Calícrates, el arquitecto, aparece en el decreto ateniense de una inscripción, en la que también figura el presupuesto redactado por Filón de Atenas. A los poletas, magistrados encargados de las obras públicas, correspondía adjudicar las obras.
En El Pireo existían ya varios edificios llamados σκευοθῇϰα en las inscripciones de la marina ateniense. ​ La Skeuoteca es mencionada en un inventario del año 357 a. C. La nueva Skeuoteca fue llamada λίθινη («de piedra») para distinguirla de los almacenes de madera. La mayor parte de la construcción era de piedra del Pireo, ​ y algunas partes de mármol del Pentélico o del Himeto.
El Arsenal tenía 400 pies de largo y 55 de ancho. La altura de los muros era de 27 pies, medidos desde el zócalo a la cornisa. Un pie equivalía a 308,30 milímetros.
El εύθυντηρίχ era une especie de zócalo formado por una línea de piedras que tenían 3 palmos de anchura, un palmo y medio de alta y 4 de larga. ​ Sobre el zócalo, que sobresalía algunos centímetros por cada lado, se elevaba una especie de basamento, compuesto por piedras de 4 palmos de largas por 3 de altura y un grosor de 2 palmos y medio y un dedo. ​ Un palmo medía 77,1 milímetros, y un dedo eran 19,3 mm.
El muro estaba rematado por un friso con triglifos cuyas dimensiones se desconocen. En los ángulos, la longitud de todas las piedras debía estar en correspondencia con las proporciones de los triglifos.
Los muros de los lados largos tenían practicadas ventanas de 3 pies de alto por 2 de ancho; cada una de estas aberturas tenía una ventana de bronce. ​ La altura a la que estaban situadas no está indicada en los inventarios navales, sin embargo se señala que había una por cada intercolumnio, es decir, 34. ​ Para airear el edificio, este disponía de espacios vacíos entre las juntas, en los sitios diseñados por el arquitecto. Las dos fachadas laterales eran idénticas. Como el interior, estaban divididas en tres partes. Al espacio de 20 pies correspondiente a la galería del medio, se abrían dos puertas separadas por un pilar de 2 pies de grosor. Cada puerta medía 15 pies de alto y 3 de ancho. ​ Los umbrales de mármol del Himeto soportaban dos montantes de mármol del Pentélico o del Himeto, sobre los que se apoyaba el dintel, de mármol pentélico, de 12 pies de largo, del espesor del muro, y de una altura de 3 pies. Encima había una cornisa en saledizo de 1,5 pies.
A cada lado de las puertas, el muro tenía practicadas tres ventanas, de las mismas dimensiones que las de los muros de los lados largos. ​ Había arriba un friso con triglifos y la cornisa que corría sobre la fachada, y un frontón con su cornisa.
El pilar de dos pies de ancho que separaba las dos puertas se prolongaba en el interior 7,5 pies dentro del muro (10 pies incluido el muro). Además, había a cada lado, en el interior, hasta la primera columna un muro en el que se abría la puerta. Esta era de un solo batiente y estaba revestida con bronce.
Tres muros dividían la entrada en tres espacios distintos hasta la altura de las primeras columnas; este doble pasaje estaba cubierto por mármol del Himeto.
Longitudinalmente, el edificio estaba dividido en tres naves, con dos hileras de 35 columnas. ​ La galería del medio, reservada para dejar un paso al pueblo a través de la skeuoteca, tenía 20 pies de ancho. ​ Las dos naves laterales medían cada una 15 pies de ancho, contados a partir del muro interior e incluyendo la columna.

Su estructura estaba dividida en tres naves, la central más ancha servía   como corredor de transporte. Las naves laterales presentaban estantes donde se disponían los aparejos de los navíos. El Pireo fue el puerto principal de Atenas, fortificado por Temistocles (político ateniense). Fue unido a Atenas gracias a la creación de un recinto amurallado compuesto por muros largos.  
Los Muros Largos de la Grecia Antigua, eran murallas construidas desde la ciudad hasta su puerto, proporcionando una conexión segura hasta el mar incluso en la época de la cosecha. Aunque los muros largos fueron construidos en muchas localizaciones en Grecia, Corinto y Megara son dos de los mejores ejemplos conocidos. La frase «muros largos» generalmente se refiere a las murallas que unían Atenas con sus puertos de El Pireo y Falero. Estos muros se erigieron a mediados del siglo V a. C., fueron destruidos por los espartanos en 404 a. C. tras la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso, y reconstruidos otra vez con ayuda persa durante la Guerra corintia. Fueron un elemento clave en la estrategia ateniense, dado que proporcionaron a la ciudad una unión permanente con el mar y previnieron que fuera asediada por tierra.
Los muros originales de Atenas habían sido destruidos por los persas durante las ocupaciones del Ática en 480 y 479 a. C., en la Segunda Guerra Médica. Tras la batalla de Platea, las fuerzas persas que habían invadido Grecia en 480 a. C. fueron desalojadas, y los atenienses fueron libres para reocupar su territorio y reconstruir su ciudad. Pronto, en el proceso de reconstrucción, se empezó por levantar nuevas murallas, alrededor de la propia ciudad. Este proyecto provocó la oposición de los espartanos y de sus aliados peloponesios, a los que alarmaba el aumento reciente del poder de Atenas. Enviados espartanos instaron a los atenienses a que no siguieran adelante con la construcción, argumentando que una Atenas amurallada sería una base útil para un ejército invasor, y que las defensas del istmo de Corinto proporcionarían un escudo suficiente contra los invasores. Los atenienses ignoraron estos argumentos, conscientes de que dejar des amurallada completamente su ciudad suponía ponerla a merced de los peloponesios; Tucídides, al relatar estos hechos, describe una serie de complejas maquinaciones de Temístocles con las que distrajo y retrasó a los espartanos hasta que los muros hubieron sido erigidos hasta una altura como para ser defendibles. ​
A finales de la década del 460 a. C., comenzó una contienda entre Atenas y varios aliados peloponesios de Esparta, particularmente Corinto y Egina. En la mitad de este enfrentamiento, Atenas empezó la construcción de dos muros más, uno en dirección desde la ciudad hasta el puerto viejo de Falero, y el otro hasta el puerto más nuevo de El Pireo. En 457 a. C., un ejército espartano derrotó a un ejército ateniense en Tanagra mientras intentaban impedir la construcción, pero el trabajo en los muros continuó y fueron terminados poco después de la batalla. Estos nuevos muros, los Muros Largos, aseguraron que Atenas nunca estaría aislada de suministros mientras controlara el mar.
La construcción de los Muros Largos reflejaba la estrategia que Atenas había seguido desde principios del siglo V a. C. A diferencia de la mayoría de los estados ciudad federales griegos, que se especializaron en defenderse con ejércitos de hoplitas, Atenas, desde la época de la construcción de su primera flota durante una guerra con Egina en la década del 480 a. C., se había concentrado en la marina como el centro de sus ejércitos. Con la fundación de la Liga de Delos en 477 a. C., Atenas se comprometió a largo plazo a una guerra naval contra los persas. Durante las siguientes décadas, la marina ateniense se convirtió en el pilar de una liga cada vez más imperial, y el control ateniense del mar permitió que la ciudad fuera abastecida a través del Helesponto y las regiones del mar Negro. La política naval no fue seriamente cuestionada ni por los demócratas ni por los oligarcas entre el 480 a. C. y el 462 a. C. A partir de este año, sin embargo, después de que Tucídides hijo de Melesias hiciera de la oposición a la política imperialista el grito de guerra de la facción oligárquica, el escritor conocido como el Viejo Oligarca empezaría a identificar armada con democracia, conclusión de la que se han hecho eco algunos modernos académicos. Los Muros largos fueron un factor crítico en permitir que la flota ateniense se hiciera la fuerza primordial de la ciudad.
Con la construcción de los Muros Largos, Atenas se hizo una isla esencialmente dentro de tierra firme, en ese caso ninguna fuerza estrictamente terrestre podía esperar capturarla. ​ (En la guerra griega antigua, era casi imposible tomar una ciudad amurallada de ninguna manera aparte del hambre y la rendición.) Así, Atenas podía confiar en su poderosa flota para ponerla a salvo en cualquier conflicto con otras ciudades del continente griego. Los muros fueron terminados en el periodo subsiguiente a la derrota ateniense en la batalla de Tanagra, en la que un ejército espartano derrotó a los atenienses en el campo, pero fueron incapaces de tomar la ciudad debido a la presencia de los muros de la ciudad. Tratando de asegurar su ciudad incluso contra el sitio, los atenienses terminaron los Muros Largos y, esperando impedir todas las invasiones del Ática, también se apoderaron de Beocia, que, cuando ya controlaban a Megara, puso todos los accesos al Ática en manos amigas. Durante la mayor parte de la Primera Guerra del Peloponeso, Atenas fue inatacable por tierra, pero las pérdidas de Megara y Beocia al final de ese conflicto forzó a los atenienses a recurrir a los Muros Largos como su fuente de defensa.
En el gran conflicto de Atenas con Esparta, la guerra del Peloponeso del 432 a. C. al 404 a. C., los muros tuvieron una importancia extrema. Pericles, el líder de los atenienses desde el principio de la guerra hasta su muerte en el 429 a. C., basó su estrategia en el conflicto alrededor de ellos. Sabiendo que los espartanos intentarían provocar a los atenienses en una batalla terrestre arrasando sus cultivos, como hicieron en la década del 440 a. C., ordenó que los atenienses se quedaran detrás de los muros y que dependerían de su flota para ganar la guerra. Por consiguiente, las campañas de los primeros años de la guerra siguieron un diseño consecuente: Los espartanos enviarían un ejército de tierra para arrasar el Ática, esperando provocar que los atenienses salieran. Los atenienses se quedarían detrás de sus murallas, y enviarían una flota para saquear ciudades y quemar cultivos mientras navegaban alrededor del Peloponeso. Los atenienses tuvieron éxito al evitar una derrota terrestre, pero sufrieron grandes pérdidas en las cosechas por las incursiones peloponesias, y su tesoro se debilitaba por los gastos de las expediciones navales y por la importación de grano. Además, la peste devastó la ciudad en 430 a. C. y 429 a. C., siendo empeorados sus efectos por el hecho de que la población entera de la ciudad estaba concentrada dentro de los muros.
Los atenienses continuaron usando los muros para protegerse en la primera fase de la guerra hasta la captura de rehenes espartanos durante la victoria ateniense en Pilos. Tras la batalla, los espartanos se vieron obligados a cesar en sus incursiones anuales, cuando los atenienses amenazaron con matar a los rehenes si una invasión era lanzada.
En la segunda fase de la guerra, los muros fueron de nuevo centrales para la estrategia de ambos bandos. Los espartanos ocuparon un fuerte en Decelia, en el Ática, en 413 a. C., y situaron allí una fuerza que constituía una amenaza durante todo el año para Atenas. Ante este ejército, los atenienses sólo podían abastecer a la ciudad por mar. Los Muros Largos y el acceso a un puerto que ellos proporcionaron, eran ya lo único que protegía a Atenas de la derrota. Dándose cuenta de que no podían vencer a los atenienses por tierra, los espartanos volvieron su atención a construir una marina, y desde el principio hasta la fase final de la guerra se dedicaron a tratar de vencer a los atenienses en el mar. Su triunfo final, en la victoria de la Egospótamos, cortó a los atenienses sus rutas de suministro y les forzó a rendirse. Uno de los términos más importantes de esta rendición era la destrucción de los muros largos, que fueron desmantelados en 404 a. C.
A continuación de su derrota en el 404 a. C., los atenienses rápidamente recuperaron algo de su poder y autonomía, y en el 403 a. C. derrocaron al gobierno que los espartanos les habían impuesto. En 395 a. C., los atenienses habían entrado con bastante fuerza en la guerra corintia como beligerantes con Argos, Corinto y Tebas. Para los atenienses, el hecho más significativo de esta guerra fue la reconstrucción de los Muros Largos. En 394 a. C., una flota persa bajo el almirante Conón derrotó decisivamente a la flota espartana en Cnidos, y, tras esta victoria, condujo su flota a Atenas, donde proporcionó ayuda y protección para que los Muros Largos fueran reconstruidos. Así, al final del conflicto, los atenienses habían recuperado la inmunidad frente a los asaltos desde tierra que los espartanos les hicieron al final de la guerra del Peloponeso.
Desde el final de la guerra corintia hasta la derrota final de la ciudad por Filipo II de Macedonia, los Muros Largos continuaron jugando un papel central en la estrategia ateniense. El Decreto de Aristóteles de 377 a. C. restableció una liga ateniense que contenía a muchos ex miembros de la Liga de Delos. A mediados del siglo IV a. C., Atenas tenía de nuevo el preeminente poder naval del mundo griego, y había restablecido las rutas de suministro que le permitieron resistir un asedio por tierra. 
El ágora de Atenas  era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas, su foco religioso y cultural, y el lugar de impartición de justicia. Se trataba de un amplio espacio abierto, aproximadamente rectangular, flanqueado por una acumulación de edificios públicos.
Con el tiempo, el Ágora fue adquiriendo una mezcla de funciones:

Centro de gobierno
Era, entre otros, el lugar donde los atenienses se reunían para discutir sus leyes y decidir el futuro político de su ciudad, el cual solía depositarse en manos de aquellos que mejor dominasen la oratoria, el arte de convencer. La filosofía de Sócrates, o, con más exactitud, los diálogos platónicos (y la Academia de Platón, cuyas puertas estuvieron abiertas durante varios siglos) le dieron a nuestra forma de pensar, unas bases imperecederas, nacidas en el seno de un grupo de amigos de la sofía (sabiduría) que se oponía a aquella democracia, del ágora, que dejaba el futuro de la ciudad en manos de sofisticados oradores y demagogos.
Hasta las reformas de Clístenes era el lugar de concentración de la Ekklesía (Asamblea).

La ekklesía o ecclesía  era la principal asamblea de la democracia ateniense en la Grecia clásica. Fue instaurada por Solón en el 594 a. C. y tenía un carácter popular, abierta a todos los ciudadanos varones con 2 años de servicio militar, incluso a los tetes.
La ekklesía era utilizada para designar magistrados, de manera que estos eran elegidos mediante el sorteo, participando todos los atenienses que formasen parte de la asamblea. De esta forma, también elegían de forma indirecta a los componentes del Areópago, quienes eran elegidos por los magistrados electos por la ekklesia.
Entre otras cosas, la asamblea tenía la última palabra en lo referente a la legislación ateniense, las declaraciones de guerra, la firma de la paz, la estrategia militar, la elección del strategos y otros oficiales y poseía la facultad de llamar a los magistrados a rendir cuentas ante ella al final del año de su mandato.
En el siglo V a. C. sus miembros ascendían a 43.000 personas, sin embargo, sólo aquellos con riqueza suficiente como para poder pasar mucho tiempo lejos de casa podían haber participado de forma habitual, hasta que las reformas de Pericles en los años 451 y 452 a. C., que suponían un pago por desempeñar tareas públicas, permitieron el acceso de todo ciudadano, independientemente de su nivel económico.
Al principio se reunían una vez al mes, pero más tarde llegaron a reunirse tres o cuatro veces mensuales. La agenda para la ekklesía la establecía el Boulé, el consejo popular. Las votaciones se hacían a mano alzada

Recinto sagrado
El Ágora era un lugar sagrado, como testimonian numerosos santuarios. Allí se encontraban templos dedicados a los dioses olímpicos, a Hefestos, a Zeus y a Apolo.

Sede judicial
En el Ágora estaban los tribunales donde se celebraban juicios y donde se condenó, entre otros, a Sócrates a pena de muerte por, según sus acusadores, corromper a los jóvenes e introducir dioses nuevos.

Mercado
Su vitalidad era aumentada por la Vía Panatenaica, la calle principal de Atenas, —después de trasponer la Puerta Dípilon—, y que en ocasiones fue el escenario principal de la procesión que la cruzaba durante las fiestas de las Panateneas.
La Vía Panatenaica era la calle principal de la Antigua Atenas. Iba desde la puerta Dípilon hasta la Acrópolis, a 1 km de distancia, atravesando el Ágora en diagonal, de noroeste a sureste.
El piso era de capas de grava compactada, excepto en el sur, donde comienza la empinada subida a la Acrópolis, que se pavimentó con grandes losas de piedra en época romana. Se han excavado unas sesenta y seis capas superpuestas, que corresponden a un millar de años de uso de la vía, desde el siglo VI a. C. hasta el siglo VI.
En los periodos helenístico y romano, la calle estaba delimitada por canaletas de piedra. Estos canales contaban con hoyos para retener los sedimentos y mantener la limpieza. ​
A lo largo de esta calle discurría una procesión solemne durante el Festival de las Panateneas, celebrado cada año en honor de la diosa Atenea, patrona de la ciudad. ​
La calle fue usada también para las carreras de carros disputadas durante las Panateneas. Igualmente, parece haber servido como pista de atletismo para carreras a pie, antes de que se construyese un estadio, y como campo de entrenamiento de la caballería ateniense. 
El Dípilon "doble puerta") es el nombre que recibía una de las puertas de entrada a la antigua Atenas, situada en el noroeste, por la que pasaba el camino procedente de Eleusis. Se encontraba junto a la llamada puerta Sacra, por la que pasaba la procesión de las Panateneas, más antigua y reemplazó a la anterior puerta de Tria. Era una doble puerta que, un lado daba al campo y conducía a la Academia, que distaba unos 6 estadios (unos 1150 m). La otra parte daba al interior de la ciudad.
La puerta del Dípilon fue levantada en el 330 a. C., a instancias de Licurgo (ortador)|Licurgo, orador ateniense, aprovechando los restos y el vano de la anterior puerta de Temístocles, de la que actualmente subsiste la base de estructura de la torre oeste. Originalmente era llamada en plural "puertas Triasias", porque la llanura de Eleusis recibía el nombre de llanura Triasia.
En el siglo IV a. C., la parte exterior de la puerta estaba dividida por un pilar, en cuya base había un monumento para ofrendas de mármol. ​ Reconstruida y reforzada en este siglo y el siguiente, servía para que tras franquearse la parte exterior se penetrase en un corredor que quedaba encajonado entre dos grandes muros, desde los cuales los eventuales sitiados podrían saetear y disparar a los asaltantes que hubieran forzado la primera puerta de entrada. ​. Un suceso así se produjo en el año 200 a. C. cuando la asaltaron las tropas macedonias de Filipo V.
En las excavaciones de esta zona se encontró una necrópolis, conocida como necrópolis del Dípilon, con enterramientos de los siglos IX al VII a. C. En esta zona se encontró la Inscripción del Dípilon, de 720 a. C., uno de los ejemplos más antiguos de uso del alfabeto griego. También se han encontrado cerámicas pintadas por el conocido como Maestro del Dípilon, del siglo VIII a. C.
Extramuros de ambas puertas, la Sacra y el Dípilon, a lo largo del camino a Eleusis, se encontraba el cementerio del Cerámico.
La parte interior de la puerta está flanqueada por dos torres cuadradas, amplias y de muros de gran espesor. Intramuros, la puerta estaba subdividida en dos entradas. Cada una de ellas permitía el paso de dos carros.
Frente al Dípilon había una fuente adosada a un edificio y adornada con un pequeño pórtico marmóreo. Tras el pilar central que dividía en dos la entrada al interior del Dípilon, se hallaba un altar dedicado a los siguientes dioses: a Zeus Herceo, que era el protector de los lugares fortificados; a Hermes, dios de las puertas y los caminos; y a Acamante, que era un dios tribal. 
La torre sudoeste del Dípilon y la puerta sagrada que se encuentra a la izquierda del Dípilon, vistas desde el interior de la ciudad, están unidas mediante una muralla de unos 40 m de longitud, construida durante el arcontado de Temístocles. El material con el que se construyó fue el ladrillo, sustentado sobre un zócalo de piedra. Fue objeto de varias reconstrucciones a lo largo del tiempo. La propia puerta es un conglomerado de mampostería de muy diversas épocas.
Construida también por Temístocles, se compone de un largo camino encerrado entre dos muros altos. Sus ángulos fueron bastionados con dos torres defensivas, siendo la de la izquierda una reconstrucción romana. La puerta estaba dividida longitudinalmente en dos partes. Una de ella servía para encauzar las aguas del arroyo Eridanos que, descendiendo de la colina del Licabeto, llegaba hasta allí canalizado. Unido por ambas partes a las dos torres de las puertas se extendían los muros de Temístocles, que después reforzó con un segundo muro trasero a una distancia de unos 11 m, de forma que quedó un camino de ronda entre ambas murallas.
El muro sur adosado a la Puerta Sagrada, levantado sobre la vertiente rocosa que desciende a la depresión formada por el arroyo, es donde más se aprecian las diversas restauraciones. En esta parte del muro se abre una puerta. El nivel del terreno en cada reconstrucción se fue elevando, estando la base del amurallamiento enterrada en el suelo. El estilo de la construcción de su base es ecléctico. La primera restauración del siglo IV a. C., consistió en bloques poligonales. Tras la batalla de Queronea se construyó apresuradamente otro muro sustentado por dos hileras de bloques. Además, se construyó una serie de caminos cubiertos frente al muro, así como casas fortificadas al estilo de la fortificación de Tirinto, en la que las murallas son huecas y abovedadas, facilitando la circulación de las tropas. La longitud de este sistema defensivo llegaría a tener aproximadamente unos 200 m. 
Entre las puertas Dípilon y la Puerta Sagrada, existe un espacio que contiene un conjunto de construcciones de comienzos del siglo IV a. C. Este conjunto de edificios ha quedado delimitado por la calle Melioni y no ha podido ser excavado. Junto a dicha calle hay un propíleo, es decir, una entrada monumental. Se han hallado los restos de un gimnasio, probablemente construido en dicho siglo. Un patio columnado amplio tenía en sus lados una serie de habitaciones que servían para vestuario o el descanso. El patio daba acceso a una entrada de mármol por la que entraban los carros. Este lugar servía de lugar de reunión durante la procesión de las Panateneas., y como almacén del instrumental y elementos necesarios para dichas fiestas. De ahí le viene el nombre de Pompeion.
Hacia el año 400 se intentó reconstruir el recinto amurallado de Temístocles. Con las invasiones de los hérulos la defensa del burgo ateniense había quedado reducida a una muralla perimetral circunscrita a la Acrópolis. Todas estas reconstrucciones de muros quedaron soterrados durante la Edad Media a causa de los aluviones depositados ro diversas riadas del río Eridanos.

Vía Sagrada, tumbas y monumentos
Por la Puerta Sagrada no solo discurría la Vía Sagrada, sino que también lo hacía el río Eridanos bajo un arco. ​
La Vía Sagrada conducía desde el Ágora hasta el santuario de Eleusis, siendo recorrida por las procesiones que se celebraban durante los Misterios eleusinos. Próxima a la bifurcación que la vía Sacra efectúa a unos 50 m de la Puerta Sagrada, se encuentran los restos de un edificio que permanece sin identificar. Un poco más adelante se hallan dos monumentos con epigramas inscritos. También hay unas tumbas de embajadores extranjeros (próxenos) que murieron en Atenas.​ Donde se construyó la estela pintada de Tersandro y Similos, procedentes de Córcira en el 380 a. C. Ahí se forma un ángulo entre la Vía Sacra y una avenida de tumbas que se dirige hacia el oeste. En el lugar de la bifurcación se encuentra el santuario de los Tritopateis, con un períbolo que circunda un muro. Es un temenos delimitado por tres mojones (horois). Estas divinidades aquí veneradas probablemente sean de la época arcaica, ya que se ha descubierto la siguiente inscripción: ΗΙΕΡΟΝ ΤΡΙΤΟΠΑΤΡΕΟΝ.
Enfrente del Tritopator, la vía se divide en dos ramales, uno que se dirige hacia el oeste y otro que se encamina hacia el sur, el cual está bordeado de tumbas de la época clásica, aproximadamente del siglo IV a. C. La mayoría de estos enterramientos constituyen terrazas superpuestas sobre los muros. Otras son simples túmulos. En estas terrazas hay diversidad de restos de mármol, pilares y columnas, vasos macizos como lutróforos, lecitos, templetes funerarios, trapezas, bajorrelieves y pinturas. Los bajorrelieves están tallados en una especie de templetes, como los naiskos. Los ángulos de las terrazas están a veces decorados con lecitos o esculturas marmóreas de animales. Perviven pocos de estos monumentos.
En la propia Vía Sagrada hay una estela funeraria dedicada a Abtidosis, antaño pintada. Son destacables asimismo el lecito de Aristómaco y el lutróforo de Olímpicos. Se halla allí la tumba de Eucoline, que está adornada con un relieve con el difunto representado con un pájaro en sus manos y un perro a sus pies despidiéndose de su dueño. A Eucoline le acompañan dos mujeres y un hombre. Esta estela está situada sobre un túmulo. ​ Cercano a este monumento se descubrieron las bases de una muralla de época micénica.
Paralela a la Avenida de las Tumbas, hay otra avenida que se dirige hacia el oeste, a unos 200 m del monumento de Eucoline, se halla el monumento de Aristión. La decoración es en bajorrelieve. El difunto está representado con un pájaro en su mano. Ante él un servidor lleva un estrígile, herramienta usada en los gimnasios. A los pies de Aristión hay una sirena en actitud implorante. Continuando por esta vía occidental son visibles monumentos funerarios casi intactos. 

Las Panateneas  eran unas fiestas religiosas que se llevaban a cabo todos los años en Atenas dedicadas a Atenea, diosa Poliada (protectora de la ciudad), y que tenían lugar durante algunos días del mes de hecatombeón (primer mes en el calendario ático) equivalente a finales del mes de julio actual o principios de agosto. Eran las celebraciones religiosas más antiguas e importantes de Atenas.
Por otra parte, y cada cuatro años, se celebraban las Grandes Panateneas que duraban más que las anuales y que eran las más prestigiosas y apreciadas por los ciudadanos de Atenas, similares, en importancia, a los Juegos Olímpicos o los Juegos Panhelénicos. Además había desfiles militares desde el Cerámico hasta la Acrópolis pasando por el Ágora.
Según una tradición, el mítico rey Erictonio, tras convertirse en rey de Atenas, erigió una estatua de madera de Atenea e instauró la festividad de las Panateneas. Sin embargo, otra versión relatada por Plutarco decía que la Panatenea, concebida como un sacrificio común, había sido instaurada por Teseo. ​ Según Harpocración, las fiestas se habían denominado anteriormente Ateneas.
Por otra parte, la alusión que hace Homero a una festividad en Atenas donde se sacrificaban toros y corderos en un templo que Atenea compartía con Erecteo es considerada como una primera alusión a las Panateneas.
Ánfora panatenaica que representa por un lado una escena de pugilato y por el otro la imagen de Atenea Promacos. Hacia 490 a. C., Antikensammlung, Berlín. 

Los eventos principales que tenían lugar en las Panateneas anuales eran la procesión, los sacrificios y la fiesta nocturna y además se desarrollaban algunas competiciones solo para atenienses entre las que al parecer figuraban una danza de hombres armados, una carrera de antorchas y el concurso de belleza masculina conocido como evandria. ​ En las Grandes Panateneas, además de estos mismos eventos, se desarrollaban otras competiciones atléticas, ecuestres y artísticas en las que podían participar otros griegos no atenienses.
Sobre la base de un festival anterior del que se no se conocen apenas detalles, las Grandes Panateneas fueron remodeladas o creadas en 566 a. C., bajo el arconte Hipoclides o, según otras fuentes, por Pisístrato. Esta reorganización, inspirada en los Juegos Píticos, ​ incluía competiciones deportivas además de certámenes de poesía y música.
Había competiciones que eran exclusivas para los atenienses y otras abiertas para todos los griegos. Entre estas últimas, se incluían carreras (estadio, diaulo, dólico y carreras de hombres armados), pugilato, lucha, pancracio, pentatlón, lanzamiento de jabalina a caballo y carreras de cuadrigas de muy diversas modalidades. Los vencedores de los certámenes artísticos (recitado y música) eran premiados con una corona de oro y con dinero mientras los ganadores de las carreras recibían como premio ánforas panatenaicas que contenían aceite de oliva procedente de los olivos sagrados de Atenas. Las ánforas estaban cinceladas por un lado con la imagen de la diosa y por el otro con un grabado del vencedor de la prueba. Además, figuraban dos columnas con dos gallos sobre ellas posteriormente sustituidos por Victorias aladas, así como la inscripción ΤΟΝ ΑΘΕΝΕΘΕΝ ΑΘΛΟΝ, que indicaba que formaba parte de los premios de Atenas.
Los juegos reservados a los atenienses incluían una carrera con antorchas (predecesora de los relevos de antorcha de los Juegos Olímpicos modernos) que partía desde el santuario de la Academia, situado en el exterior de la muralla, en cuyo altar se encendían las mismas. Su recorrido pasaba por el Cerámico y el ágora y concluía en la Acrópolis. ​ Otra modalidad era la carrera de carros conocida como la de los apóbatas, en la que en un momento dado el apóbata debía saltar del carro y acabar la carrera a pie o bien, según otros autores, desmontar y volver a montar en el carro en diversos momentos. ​ Otras competiciones tribales reservadas solo para atenienses incluían batallas de caballería (antipasia), regatas, la danza pírrica (aparentemente ejercicios militares con música) y la evandria (un concurso de belleza entre los atletas). Los ganadores de estas competiciones recibían premios en metálico y animales.
Al menos desde el siglo VI a. C., tanto las competiciones atléticas como las poéticas, las musicales y las hípicas se desarrollaban en el ágora. En el 446 a. C. los concursos de música y de recitado se trasladaron al odeón. En el siglo IV a. C. desde la época del Licurgo los concursos atléticos pasaron a realizarse en el Estadio Panatenaico (cuya ubicación es objeto de debate) y probablemente también desde el siglo IV a. C. las competiciones hípicas tenían lugar en el hipódromo ubicado en el demo de Equelidas, pese a que algunas competiciones seguían celebrándose en el ágora en el siglo II a. C.
Las pruebas y los concursos estaban organizados y supervisados por diez magistrados especiales que se elegían cada cuatro años, los athlotétes. Estos magistrados también se encargaban de organizar la procesión, de garantizar que el peplo fuera elaborado y de la entrega de las ánforas con aceite a los vencedores. 

La procesión
La procesión, que se desarrollaba el día 28 de Hecatombeón, era el acto más importante de la fiesta y sus fines fundamentales eran la ofrenda del peplo (vestidura amplia y sin mangas, con pliegues escalonados) a Atenea y la conducción de las víctimas (bueyes y ovejas) a los sacrificios. Según la opinión mayoritaria, el motivo de este ritual era la celebración de la victoria de los dioses en la Gigantomaquia y por ello se representaba este evento mítico en la tela. ​ El peplo era tejido, durante muchos meses, por las arréforos y las ergástinas, a veces ayudadas por esclavas y era portado por las ergástinas o por las arréforos​ en la solemne procesión que partía desde el Cerámico o, según otras fuentes, desde el Leocoreo (o desde el Pompeion, a partir de fines del siglo V a. C.) y recorría la ciudad a través de la vía Panatenaica hasta la Acrópolis, donde se encontraba el altar de Atenea Polias.
La participación en esta procesión significaba un gran honor. Además de las ergástinas y las arréforos, en la procesión iban los organizadores (llamados hieropes en las panateneas anuales y athlotetes en las grandes Panateneas), arcontes, altos cargos militares, ancianos con ramas de olivo (talóforos), músicos, portadoras de cestas (canéforas), portadores de cántaros (hidrióforos), personas que llevaban sillas, sombrillas y pasteles de miel y representantes del pueblo. Es también posible que participaran también personas con armas (caballeros y hoplitas).
En algún momento del periodo clásico se introdujo en la procesión la llamada «nave panatenaica», un barco al que se le colocaba el peplo como si fuera una vela. También se incorporaron a la procesión algunos metecos, clerucos, colonos y aliados.
Las diferencias principales de la procesión de las Panateneas anuales con la de las Grandes Panateneas parece que solo eran que en las primeras no figuraba ni la nave panatenaica ni los representantes de los cleruquías. ​ Esta procesión continuó celebrándose hasta el año 395 d. C.

Sacrificios y banquete
El festejo terminaba con grandes sacrificios en honor de Atenea Polias, de Atenea Niké, de Atenea Higía y otros de contenido misterioso realizados en el Antiguo templo de Atenea. Durante una misma festividad, las víctimas sacrificadas llegaron a ser más de 250. Después, la carne de los animales sacrificados se comía durante un gran banquete en el demo del Cerámico​ que cerraba por la noche el festival.
En el Friso del Partenón, que recorre el perímetro de la parte superior de los muros de la cella, está representada, según la interpretación más aceptada, la procesión de las Panateneas. Medía 160 metros, contaba con más de 350 figuras y fue esculpida entre los años 447-438 a. C. La procesión de las Panateneas, que se inicia en la fachada occidental, avanza en dos filas, a la vez por el norte y por el sur, y termina ante la asamblea de los dioses, en la fachada oriental. En el lado occidental figuran los preparativos, con personajes que se calzan las sandalias y enjaezan los caballos. Por los costados se ve avanzar a la caballería ya formada, precedida por carros con parejas de guerreros y por los que caminan a pie: ancianos con tallos de olivo, músicos tocando la lira y el aulos o doble flauta, jóvenes que llevan vituallas y, delante de todos, las muchachas atenienses (ergastinas) portadoras del peplos que regalan a los sacerdotes para que vistan a Atenea, la cual se acerca a la asamblea de los dioses sentados.
Relieve del friso del Partenón que representa un hombre, probablemente un arconte 
recibiendo de un niño o de una niña una tela, que se ha interpretado como el peplo sagrado. 

La representación, no obstante, presenta diversas incógnitas, ya que no está claro si se trata de la procesión de las Panateneas anuales o la de las Grandes Panateneas; también hay dudas acerca de si se ha representado una procesión histórica o una mítica; además podría tratarse de una representación de diversos momentos de la procesión o quizá de la procesión en el momento de llegar a la acrópolis y hay también dudas en la identificación de diversos personajes.
Relieve del friso del Partenón con la procesión panatenaica de jinetes montados a caballo (Museo Británico). 

La zona del Ágora ha estado ocupada sin interrupción en todas las épocas de la historia de la ciudad.
Los aledaños del Ágora ya estaban poblados en el Neolítico (hacia 3000 a. C.). Durante las Edades del Bronce y del Hierro fue utilizada como cementerio. Se han encontrado tumbas que datan desde 1600 hasta 700 a. C. Varias decenas de pozos marcan la posición de casas, lo que indica que la zona fue dedicada también a vivienda.
En esta área existió un extenso cementerio micénico. A juzgar por las fosas domésticas halladas, hubo asentamientos durante el Periodo geométrico y siguió utilizándose como lugar de enterramiento.
Fue ocupada por viviendas aisladas y necrópolis, sobre todo durante los siglos VIII y VII a. C.
En la Época Arcaica, el Ágora estaba situada al noreste de la Acrópolis. Se tiene muy poca información sobre los edificios de esa época y menos aún sobre su función. De manera general, el Ágora era un espacio abierto a todos los habitantes. Es citada en la Ilíada y la Odisea.
A principios del siglo VI a. C., bajo el arcontado de Solón, el Ágora fue desplazada al pie de la colinas Kolonos Agoraios (oeste), Areópago (sur) y Acrópolis (sureste). De este modo, reemplazó a la antigua agorá de Teseo, situada en la vertiente noroccidental de la Acrópolis.
Los primeros edificios político-religiosos, situados a lo largo del lado oeste del Ágora, datan de esta época. La fuente sudeste y el Altar de los Doce Dioses se erigieron hacia 520 a. C., durante la tiranía de los Pisistrátidas. ​ El Altar de los Doce Dioses era un santuario y lugar de asilo. Estaba situado en el centro del lado norte del Ágora y a partir de él se medían las distancias.
Progresivamente, los lados restantes de la plaza se enriquecieron también con edificios públicos, fuentes y estoas, en un proceso que duró mucho tiempo. Se debió vaciar el emplazamiento de las tumbas y de las casas que allí había.
El Ágora encontró su sitio en el centro de la ciudad, con numerosas funciones. Se encontraba en el punto más bajo del asty, en el cruce de los grandes ejes de comunicación de la polis de Atenas: hacia El Pireo (uno de los puertos de Atenas), la Puerta Sagrada, la Puerta Dípilon y la Vía Panatenaica, hacia la Acrópolis.
El advenimiento de la nueva democracia, en 508/507 a. C., condujo a la construcción del Bouleuterion Antiguo, en el lugar ocupado posteriormente por el Metroón, la demarcación del Ágora con hitos fronterizos (horos) y, tal vez, la construcción de la Stoa Basileos.

Ágora clásica
Durante la invasión persa de 480-479 a. C., el Ágora sufrió el mismo destino que la Acrópolis. Las casas fueron destruidas y los monumentos de la época arcaica sufrieron graves daños. El Templo de Apolo Patroos​ y el Altar de los Doce Dioses fueron abandonados. Tras la victoria de los atenienses sobre los persas en Maratón, aquellos ocuparon al día siguiente el Ágora y encargaron a Critios y a Nesiotes la ejecución del grupo escultórico de los Tiranicidas, símbolo de la libertad de Atenas. Fue erigido en el lugar que ocupaba el de Antenor, robado por los persas.
Quizá antes, y a partir del fin de la Guerras Médicas, se efectuó la reconstrucción a gran escala, con la adición de nuevas obras monumentales, especialmente a partir de la época de Cimón (479-461 a. C.) Sobre todo, con la construcción de stoas grandiosas de múltiples usos, situadas en el perímetro del Ágora, y también con la erección del templo llamado Hefestión.
Entrando al Ágora por la Vía Panatenaica, el primer edificio que se encontraba era la Stoa Basileos, uno de los más antiguos de la polis. Inmediatamente después se alzaba otro pórtico, la Stoa de Zeus, ​ frente al cual se erigía una gran estatua de Zeus Eleuterios. Siguiendo hacia el sur estaba el pequeño templo jónico y tetrástilo dedicado a Apolo Patroos, ​ construido sobre un templo en ábside de mediados del siglo VI a. C.
Los primeros edificios civiles fueron la Stoa Pecile​ y la Tholos (465 a. C.), un edificio circular, sede de los 50 pritanos (funcionarios) de la Boulé (Consejo de los 500). 
La invasión persa destruyó el Bouleterion y el Metroón, pero sólo el primero fue reconstruido y siguió funcionando hasta finales del siglo V a. C. En esta época fue transformado en archivo y se construyó a sus espaldas una nueva sede para las reuniones de la Boulé, en forma de cávea teatral. Estos edificios, estrechamente relacionados entre sí, fueron puestos bajo la protección de la Madre de los Dioses y su estatua se colocó dentro del archivo. Todo el complejo arquitectónico, del que se conservan los restos, fue reestructurado, tal vez en concomitancia con los grandes trabajos de remodelación de los lados oriental y meridional del Ágora, y tomó el nombre de Metroón.
Frente al Metroón se erigió, poco después de mediados del siglo IV a. C., el Monumento de los héroes epónimos, ​ que anteriormente estaba situado más al sur. El monumento fue ampliado varias veces, según se iba incrementando el número de tribus atenienses, lo cual tuvo lugar, ya en el periodo helenístico, bajo Demetrio Poliorcetes, Ptolomeo III, Átalo I y, finalmente, en época imperial romana, con Adriano.
Junto con el cercano Estrategeion—la sede de los estrategos atenienses— el Tholos cierra el lado occidental del Ágora y la serie de edificios públicos de ese lado de la plaza.

Edificios y estructuras del Ágora clásica
Ágora de Atenas en el siglo V a. C.: plano con los principales edificios y estructuras.
1.     Vía Panatenaica
2.     Patio Peristilar (tribunal de justicia)
3.     Ceca (Casa de la Moneda)
4.     Eneacrunos (fuente sudeste)
5.     Stoa Sur I y Stoa Sur II
6.     Heliea
7.     Estrategeion
8.     Kolonos Agoraios (colina del Ágora)
9.     Tholos
10. Horos (hito fronterizo del Ágora)
11. Monumento de los héroes epónimos
12. Metroón (Bouleterion Antiguo)
13. Bouleterion Nuevo
14. Hefestión (Templo de Hefesto)
15. Templo de Apolo Patroos
16. Stoa de Zeus
17. Altar de los Doce Dioses
18. Stoa Basileos (Stoa Real)
19. Templo de Afrodita Urania
20. Hermai
21. Stoa Pecile 
En época helenística, la construcción de las grandes terrazas de las stoáis (pórticos), que se hallaban a los lados de la plaza, permitió a los espectadores tener asegurada una posición cómoda, desde la cual asistir a los distintos espectáculos relativos a la gran fiesta de Atenas: las Panateneas.
Durante el siglo II a. C., el lado sur del Ágora cambió radicalmente de aspecto con la construcción de varios edificios nuevos. El primero en levantarse fue la Stoa Media, edificada entre 180 y 140 a. C. Este edificio corría de este a oeste a través de la antigua plaza, dividiéndola en dos mitades desiguales. La Stoa Sur II reemplazó a la Stoa Sur I en la segunda mitad del mismo siglo. Corría paralela a la Stoa Media, formando un rectángulo en el lado sur del Ágora, junto con otros edificios. ​
La Stoa de Átalo se construyó, entre 159 y 138 a. C., cerrando el lado oriental del Ágora. Fue un regalo de Átalo II Filadelfio a la polis de Atenas, en agradecimiento por la educación que había recibido en ella antes de ser rey de Pérgamo. ​
Además, el edificio del archivo (Metroón) fue reconstruido en el siglo II a. C. con una fachada con columnas.
El Ágora no perdió del todo su función lúdica, ni siquiera cuando la ciudad fue dotada de edificios permanentes para espectáculos. 

Eneacrunos o Eneacruno, «La Fuente de los Nueve Caños») era una fuente situada en el ángulo sudoriental del Ágora de Atenas. Fue construida en la segunda mitad del siglo VI a. C. y, según Pausanias, fue embellecida por Pisístrato, tirano de Atenas. Añade el geógrafo que «existen pozos en toda la ciudad, pero ésta es la única fuente».​ En su época era conocida como Fuente del sureste y se detiene a mencionarla porque era muy antigua, un resto del Ágora arcaica (c. 550-525 a. C.)
Su identificación es uno de los problemas más debatidos de la topografía ateniense. Heródoto la menciona en un pasaje relativo al asentamiento de los pelasgos en las faldas del monte Himeto y su expulsión del Ática por los atenienses por el maltrato recibido por parte de este pueblo hacia sus mujeres, en un relato, además de anacrónico, carente de historicidad. Tucídides la sitúa en el valle del río Iliso y la nombra como fuente Calírroe. Se ha sugerido que tal vez se tratara de una cisterna de nueve fuentes, y no de una fuente de nueve caños. ​ La tradición localizaba esta fuente, antes llamada Calírroe, y que recibió el nombre de Eneacrunos a partir de que fue acondicionada y canalizada en tiempos de los Pisistrátidas, al sudeste de la Acrópolis y del Templo de Zeus Olímpico, y cerca del río Iliso, en un tramo que aún hoy se conoce como Calírroe. Heródoto, como se ha dicho arriba, la sitúa en esta zona, fuera de la ciudad y en dirección al Himeto. Pausanias, la coloca al norte de la Acrópolis, en el vértice sudeste del Ágora, cerca del Odeón de Agripa y del Eleusinion, en un lugar donde los arqueólogos han encontrado restos de una fuente del siglo VI a. C. Cuando describe la zona del Iliso no hace mención de la Eneacrunos ni de ninguna otra fuente, lo que complica evidentemente el problema. Debido a esta importante contradicción han aparecido muchas hipótesis y diversos intentos de localización arqueológica. Los investigadores, sin argumentos decisivos, se han inclinado en uno u otro sentido.
Wilhelm Dörpfeld halló un gran depósito al excavar al oeste de la Acrópolis, entre el Areópago y la Pnyx, y situando la Calírroe junta a la Pnyx, sostuvo la teoría de una canalización, obra de los Pisistrátidas, que conectaba con el manantial del Iliso.
Con una interpretación distinta del término Eneacrunos, que no sería la fuente de los nueve caños, sino la canalización de las nueve fuentes, en un sistema que partiendo de la Calírroe, se extendería por diversos puntos de la ciudad, se ha intentado armonizar los dos testimonios contradictorios.
Es probable que pesen más los argumentos de la tesis de Tucídides sobre una antigua prolongación de la ciudad «hacia el sur» y sobre la localización de la fuente Calírroe al sudeste de la Acrópolis. Tucídides conocía bien el lugar y es posible que Pausanias estuviera mal informado al respecto, y que en su época la antigua fuente reformada por los Pisistrátidas no fuera utilizada. Otros, sin embargo, la sitúan en el emplazamiento dado por Pausanias, el sudeste del Ágora.
Los restos descubiertos al sureste del Ágora se han identificado como una antigua fuente. La identificación se basa en una tubería de terracota, que conduce el agua a la parte trasera del edificio desde el este, y en los aliviaderos para eliminar el agua de las dos cámaras laterales. La sala central se abre al norte en una fachada con tres columnas. La fuente es uno de los edificios públicos más antiguos del Ágora. Se ha datado circa 530-520 a. C. por la cerámica encontrada en el suelo y por el uso de mampostería de piedra caliza poligonal, con abrazaderas en Z para unir los bloques. 

La Stoa Sur I de Atenas era un stoa (edificio porticado) del lado sur del Ágora, situada entre el tribunal de la Heliea y la fuente Eneacrunos, o fuente del sureste.
Fue construida entre los años 425-400 a. C. y estuvo en uso hasta circa 150 a. C., cuando fue reemplazada por la Stoa Sur II. 
Se descubrió en 1936, al excavarse por debajo de la Stoa sur II de época helenística y a lo largo de una calle más antigua, que pasaba junto al lado meridional de la Heliea.
Tradicionalmente, las stoas eran grandes pórticos con locales en la parte posterior, a menudo utilizados como comercios. Pero la Stoa Sur I debe su característica peculiar a que detrás de un doble fila de columnas dóricas había una serie de estancias destinadas a servir de oficinas a los magistrados atenienses. ​ Cada una de las quince habitaciones daba al pórtico a través de una puerta de dos hojas, situada no en el centro de la habitación, sino hacia el lado oriental. La octava estancia empezando por el este era la más grande y poseía un amplio vestíbulo. El pavimento era de tierra apisonada o, a veces, más compacta por el uso de cal blanca.
La posición de la puerta en un lado es característica de las estancias pensadas para colocar lechos para banquetes (klínai) a lo largo de las paredes y dejar así espacio para los comensales, cuyo número ideal de siete daba en ocasiones nombre a la habitación (óikos eptáklinos, habitación de siete lechos). La octava habitación resulta muy similar a las salas para banquetes de las casa de la polis de Olinto.
En otras dependencias de esta stoa había hogares, o el pavimento se construyó más alto sobre el nivel del suelo, para favorecer la salida de los líquidos durante o después de los convites. Aunque estas estancias tuvieron más de una función, su estructura indica que podían emplearse como salas de banquetes cuando fuera necesario. Así, estas dependencias eran utilizadas por los magistrados y sus colaboradores, ya fuera para desempeñar las tares relacionadas con su cargo, ya para reunirse a comer todos juntos, como era habitual entre todos los altos funcionarios de Atenas.
Es probable que su construcción estuviera relacionada con la exigencia de reunir en un mismo lugar a todas aquellas magistraturas que, desde la época de Solón, e incluso antes, habían tenido una sede propia.
Todos estos aspectos han inclinado a pensar a los arqueólogos e historiadores, que si no toda la stoa, una parte de la misma debió cumplir la función del Tesmoteteion, citado por las fuentes antiguas como uno de los edificios en que los magistrados se reunían para comer en común. O también como en el Tholos reservado a los pritanos. 

La Stoa Sur II de Atenas era una stoa ubicada en el lado sur del Ágora, entre el tribunal de la Heliea y la fuente Eneacrunos, construida para reemplazar a la Stoa Sur I.
Fue edificada en la segunda mitad del siglo II a. C. Constaba de una sola columnata de 30 columnas dóricas de piedra caliza, abierta al norte.
La superestructura reutilizaba elementos de un edificio del siglo IV a. C. Su único adorno era una pequeña fuente situada en la pared trasera (sur). El edificio fue situado al oeste de la Stoa Sur I, a la que reemplazaba, para hacer sitio a los niveles inferiores de la Plaza Sur del Ágora 

La Heliea  era el Tribunal Supremo de la Antigua Atenas. En general, se sostiene que el nombre del tribunal proviene del verbo griego antiguo, que significa, congregarse. ​ Otra versión es que el tribunal recibe su nombre del hecho que las audiencias se llevaban a cabo en el exterior, bajo el sol. La Heliea también era llamada gran ekklesía. Inicialmente, este era el nombre del lugar donde se realizaban las audiencias, pero luego esta denominación se extendió hasta incluir también al tribunal.
Los jueces eran llamados heliastas  o dikastas = los que juraban, es decir, los jurados). 
La Heliea era un tribunal popular compuesto por 6000 ciudadanos, mayores de 30 años y repartidos en diez clases de 500 ciudadanos (1000 quedaban en reserva) sorteados cada año para ser heliastas. La acusación era siempre, en ausencia del equivalente a nuestros «ministerios públicos», una iniciativa personal de un ciudadano. En caso de condena, recibían una parte de la multa, como indemnización y recompensa de sus esfuerzos por la justicia, por lo cual algunos ciudadanos hacían de la delación su oficio. Eran los sicofantas. A pesar de los mecanismos limitando las desviaciones de este sistema, esto contribuía a dividir la ciudad y servía de argumento al partido aristocrático contra el nuevo régimen. Por un complicado sistema y según el asunto, se designaba por sorteo (bajo control de un magistrado instructor) un número pequeño o grande de heliastas para cada proceso. Así, a título de ejemplo, para un proceso privado, se reunían 201 jueces normalmente, 401 excepcionalmente. Para los procesos públicos, eran 501, 1001, o 1501 jueces. La labor de juzgar era difícil ya que no había un código de procedimiento, ni código penal, ofreciendo así una gran libertad de interpretación de las leyes (por otra parte de cantidad reducida).
Recinto de las ruinas del tribunal de la Heliea. Stoa de Átalo al fondo. Ágora de Atenas.

Los veredictos eran sin apelación e inmediatamente ejecutables, donde se comprende el importante papel político que los tribunales de la Heliea tuvieron. Tenían lugar doscientas reuniones anuales, cada una bajo la presidencia de un magistrado que no tomaba parte en la votación. El tribunal de los Efetas (51 miembros) fue el que acaparó las prerrogativas del Areópago, podía reunirse en cuatro sitios diferentes según los tipos de asuntos:
Fichas de voto utilizadas por los jurados de la Heliea, Museo del Ágora de Atenas.
·       En el Pritaneo, juzgaban todo lo que había podido acarrear la muerte de hombres (objetos, animales);
·       En el Paladio, juzgaban las muertes involuntarias, a los metecos y los esclavos;
·       En el Delfinio, juzgaban la legítima defensa;
·       En una playa juzgaban a los exiliados que habían conocido una muerte en su exilio. El acusado estaba sobre una embarcación.
No está claro si la Heliea fue instituida por Clístenes o por Solón, pero parece que este último inició una función de la Asamblea para representar a un tribunal de recursos. El mismo Aristóteles afirma en otra obra suya que los tribunales son un elemento democrático en la constitución de Solón. ​
El tribunal tenía 6000 miembros, elegidos anualmente por sorteo ​ entre los ciudadanos varones de más de 30 años​ sin deudas con el Tesoro o no privados de sus derechos, concretamente privados de sus derechos civiles mediante el castigo humillante de la atimia. Aquellos que sufrían de defectos intelectuales o corporales también eran exceptuados, si sus taras les impedía apercibir los procedimientos. Si una persona descalificada participaba en un jurado, la información que era presentada contra él le conducía ante la Heliea. Si era condenado, el tribunal podía imponerle el castigo o multa que mereciera. Si el castigo era una multa, el infractor era llevado a prisión hasta que pagara la deuda anterior por la que se le denunció, y la que además le impusiera el tribunal.
Cleroterion, máquina de sorteo de los jurados, Museo del Ágora de Atenas. 

El cargo público de heliasta no era obligatorio, pero los ciudadanos que deseaban ejercer estos servicios debían presentar una petición. Los heliastas percibían un salario anual. ​ Y, así, los jurados eran renumerados por cada día de empleo con un óbolo y más tarde, tras la muerte de Cleón en 425 a. C. con tres óbolos, nominalmente 3 dracmas antiguas. Según Aristóteles, «Pericles fue el primero que dio una retribución a los tribunales, para hacer frente a la popularidad de Cimón por su riqueza».
Los 6000 eran sacados de las diez tribus (cada tribu ofrecía 600 miembros) y eran divididos en cámaras de 600 jurados, 500 o 501 eran miembros regulares y el resto constituía un jurado alternativo. En caso excepcional, el tribunal podía constituirse en sesiones plenarias. ​ A veces las cámaras estaban compuestas de 201 a 401 miembros o de 1001 a 1501 miembros. ​ Después de la elección, los heliastas tenían que hacer jurar una vez al año. ​
Después del acto de jurar, cada juez recibía una tablilla de madera de boj, con su propio nombre, el de su padre y el de su demo inscritos en esta, y una letra del alfabeto, hasta la kappa​ y los jurados de cada tribu eran divididos en secciones, aproximadamente en una cantidad igual a cada letra.
La expresión por tribus (katà phylás) no quiere decir que cada tribunal era asignado a una tribu diferente, sino que representantes de todas las tribus estaban en cada tribunal. En 390 a. C., la asignación diaria no era por tribus, sino por «divisiones heliásticas» o «secciones».​
Las diez secciones (mérē), distinguidas con las letras del alfabeto griego desde la Α hasta la Κ, no coincidían con las diez tribus, sino que cada sección tenía aproximadamente un número igual de jueces de todas las tribus. Las tablillas que se conservan prueban que miembros de diferentes tribus pertenecían a la misma sección. 
Aristóteles dice sobre los tribunales:
Los tribunales tienen diez entradas, una para cada tribu, y cien cajas (kibōtia), ​ diez para cada tribu, y veinte aparatos para sorteo (cleroterion), dos para cada tribu, y cien cajas, diez para cada tribu, y otras tantas cajas en las que se echan las tablillas de los jueces a quienes toque en suerte, y dos cántaros. Y en cada entrada se colocan tantos bastones como jueces hay, y se echan en un cántaro tantas bellotas de bronce como bastones hay. En las bellotas están inscritas las letras del alfabeto a partir de la undécima, o sea la Λ, tantos cuantos tribunales hayan de formarse.
La primera serie de cajas era cien, diez por cada tribu, porque los jueces de cada tribu estaban divididos en diez secciones en las que estaban distribuidos todos ellos.
Con respecto a las tablillas (pinákia), en cada tribu, las que llevaban los nombres de los jueces con la sección A se colocaban en la primera caja (kibōtion); las de sección B en la segunda, y sucesivamente las diez secciones.
Según los jueces requeridos, se sacaba un número igual de tablillas, por sorteo, del conjunto de las cien cajas. Así, cada tablilla sacada tenía asignada por sorteo un tribunal. A continuación, todas las tablillas se colocaban en la segunda serie de cajas. Todas las tablillas de jueces asignadas a un determinado tribunal eran colocadas en la caja que llevaba la letra correspondiente a ese tribunal.
Los bastones eran el distintivo del cargo de juez. Estaban marcados con el mismo color que el dintel de la puerta del tribunal asignado al juez. El juez lo entregaba al entrar al tribunal y recibía una tésera o contraseña oficial (sýmbolon) a cambio. La tésera servía para reclamar el pago del trióbolo (moneda de tres óbolos).
Las bellotas, llamadas bálanoi, eran unas bolas de bronce, que tenían la letra del tribunal inscrita, y se depositaban en un cántaro: tantas bellotas como bastones había.
En su origen, la jurisdicción de la Heliea fue limitada a juzgar a los arcontes y, probablemente, algunas otras acusaciones similares contra los titulares de cargos públicos. Fue cuando Efialtes y Pericles provocaron una solución obligatoria a través de la ekklesía, desmantelamiento del Areópago, el centro del conservadurismo, de la mayoría de los casos que juzgó, ​ dice que la Heliea empezó a juzgar casi todos los casos civiles y penales. El Areópago mantuvo su competencia sólo para los crímenes, homicidios e incendios provocados, mientras que los arcontes podían imponer algunas multas menores. Digno de ser mencionado es, que la jurisdicción de la Heliea incluía también litigios, que involucraban a ciudadanos atenienses de otras ciudades (clerucos) y a otras ciudades, las aliadas, (o tributarias), es decir, las que por fuerza o de buen grado formaban parte de la Liga de Delos; estaban pues todo sujetos, pues, a unas leyes, que podríamos calificar de internacionales. Concretamente, la Heliea funcionaba como un tribunal competente en litigios de leyes públicas, privadas, penales y leyes privadas internacionales.
Al tener atribuciones sobre la llamada grafé paranomon, la Heliea reemplazó al Areópago en la ejecución y el control legal de las decisiones de la Ekklesía (Asamblea ateniense). Hasta las reformas de Efialtes de Atenas, el Areópago tuvo la obligación de guardar las leyes y tener vigilados la mayoría de los principales asuntos estatales.

Procedimiento
La Heliea ejercía durante todos los días laborables, excepto los tres últimos días de cada mes y los días en que la Ekklesía estaba en sesión. Las cámaras se situaban en el exterior, puesto que no existía un edificio específico donde alojarse. Sin embargo, el lugar donde se realizaba la audiencia estaba rodeado de setos, detrás de los cuales se ubicaba el público. ​En detalle, el procedimiento legal era como sigue:
El hegemon del tribunal era el responsable de reunir los pleitos y quejas. Tras realizar una investigación preliminar, tenía que citar a los litigantes y testigos para comparecer ante el jurado. La mañana de la audiencia, el hegemon echaría a suertes en qué cámara se efectuaría el juicio y el lugar donde se reuniría el jurado. Después de la formación del jurado, el hegemon debía suministrar las conclusiones de su investigación preliminar, anunciando y definiendo el litigio sobre el cual decidiría el tribunal. A continuación, comenzaba la audiencia del demandante, el defendido y los testigos. Los propios litigantes eran quienes exponían sus argumentos, sin el apoyo legal de un abogado, ​ intercambiando monólogos acotados por un tiempo establecido por una clepsidra (reloj de agua). Durante un juicio público, cada litigante tenía tres horas para dar su discurso, mientras que en juicios privados contaban con mucho menos tiempo (aunque es estos últimos casos la proporción dependía de la suma de dinero en juego). Así, los casos judiciales se convirtieron en una lucha vehemente de sensaciones, puesto que los jurados no constituían un pequeño grupo de ciudadanos maduros, como en el caso del Concejo de Areópago, que sólo se interesaba en la correcta aplicación de la ley. Además, ante las Cámaras de la Heliea cada ciudadano debía convertirse en un eficaz orador y actuar únicamente en su carácter como ciudadano, para así proteger sus intereses y forzar sus puntos de vista. ​
Las decisiones se tomaban votando luego de una deliberación para la cual no existía un plazo determinado. No obstante, nada evitaba que los jurados hablasen informalmente entre ellos durante el proceso de votación y podían expresar a los gritos su desaprobación o descreimiento respecto de lo dicho por los litigantes. Esto podría haber tenido algún papel en la construcción de un consenso. La votación era pública y transparente. Cada heliasta recibía dos votos: un «inocente» y un «culpable». Luego, el heraldo debía, primero, preguntar a los heliastas si deseaban presentar alguna objeción acerca de los testigos y, después, debía decirles que debían colocar sus votos en dos ánforas distintas, una de cobre (para los votos válidos) y otra de madera (los votos desechados). La votación era secreta (cada jurado debía tapar con sus dedos el voto para que nadie viera en cuál ánfora lo arrojaba) y se verificaba introduciendo en la urna de bronce una ficha perforada si el voto era culpable, o una maciza, si el voto era inocente, descartando la ficha sobrante en la urna de madera. Durante los casos civiles, el proceso de votación era diferente, ya que las ánforas eran tantas como las partes litigantes.
Después del recuento de votos, el heraldo anunciaba el resultado final. En caso de empate en el número de votos, el defendido era absuelto por considerárselo bajo el favor del «voto de Atenea». 

Sentencias
Los heliastas podían imponer multas (en casos civiles y penales) o «sentencias corporales» (sólo en casos penales). Las multas de la Heliea eran mayores que las impuestas por los arcontes. Las «sentencias corporales» lato sensu incluían la muerte, el encarcelamiento (para ciudadanos que no fueran atenienses), la atimia (en ocasiones, acompañada por confiscación de bienes) y el exilio.

Juicios famosos ante la Heliea.
Sócrates fue acusado de impiedad por Meleto, Anito y Licón. Su juicio tuvo lugar en 399 a. C. y el jurado fundó su culpabilidad con 280 votos frente a 220. ​ Su sentencia a muerte fue decidida en segunda votación, lo que incluso fue peor para el filósofo. No obstante, Sócrates no perdió la calma y, aunque durante el juicio él podría haber propuesto al jurado su autoexilio, no lo hizo, puesto que la vida fuera de su querida ciudad ya no tendría sentido para él.
Según Plutarco, ​ Pericles se enfrentó a dos serias acusaciones. La primera justo antes del estallido de la guerra del Peloponeso y la segunda durante el primer año de la guerra, cuando fue condenado a una multa, el importe de la cual era quince o cincuenta talentos. Antes de la guerra una moción de Dracóntides, según la cual Pericles debía depositar sus cuentas del dinero público a los pritanos y los jueces para que pudieran decidir sobre su caso con votaciones sobre el altar de los dioses de la acrópolis. Esta cláusula de la proposición fue, sin embargo, enmendada con la moción de que el caso fuera juzgado ante mil quinientos jurados por la vía ordinaria, si se quería llamarlo a juicio por desfalco y cohecho, o malversación.
Al cabo del tiempo los tribunales de la Heliea podían controlar a la Ekklesía (Asamblea del pueblo ateniense). En efecto, en 416 a. C. el procedimiento de la grafé paranomon (acusación a una ley) fue introducido, para sustituir a la práctica del ostracismo, utilizado por última vez el año precedente. Ello permitía a no importa qué ciudadano hacer examinar por un tribunal de la Heliea toda ley que había sido votada por la Ekklesia o en curso de proposición por la Ekklesia. Si el tribunal juzgaba la ley o la proposición de ley contraria a las leyes generales de la ciudad, no solamente era anulada sino que su autor y el epístata que dirigía los debates en el momento de su adopción (o proposición) estaban sujetos a graves sanciones, llegando hasta la atimia. Si el tribunal era apelado para juzgar una ley en curso de proposición y que la había declarado compatible con la Constitución, eso entrañaba su adopción sin reexamen por la Ekklesía. La grafé paranomon ofrecía pues a la Heliea un papel mayor que el de mero consejo constitucional, papel antes ejercido por el Areópago. La Heliea se convirtió al cabo del tiempo en un colegislador, compartiendo el poder legislativo con la Boulé y la Ekklesía. El resultado fue, que a partir de 355 a. C. las luchas políticas no tuvieran lugar más en la Pnyx, sino en los tribunales. 

El Estrategeion es un edificio trapezoidal situado en el Ágora. Sin pruebas concluyentes, se piensa que servía de lugar de reunión para los estrategos.
Varias inscripciones en honor de combatientes han sido halladas al suroeste del Ágora, lo que sugiere que el Estrategeion debía estar en las proximidades.
Aunque no existe total certidumbre, las ruinas de un edificio del siglo V a. C. precisamente en ese sitio pueden ser identificadas como las del Estrategeion. ​
Fue construido encima de dos antiguas tumbas que datan de hace casi 2700 años, e indicaciones arqueológicas revelan la presencia de un culto heroico dedicado al héroe llamado Strategos, nombre que más tarde se usó como título para los generales atenienses.
Los diez strategoi (figuras conocidas como Pericles, Arístides, Temístocles, Cleón, Alcibíades y Nicias), que eran elegidos para un mandato de un año, uno por cada tribu, discutían aquí y tomaban decisiones sobre materias de finanzas y de política interior y exterior.
La tholos fue un edificio situado en el Ágora. Era la sede de los pritanos (los 50 consejeros que presidían por turno la Boulé). Estos magistrados ejercían el poder ejecutivo durante un mes.
Los Tholos, reconocibles por su forma redonda, sirvieron como cuartel general de los prytaneis (comité ejecutivo) del boule (senado de 500), según Aristóteles (Ath. Pol. 43.3).  Aquí los cincuenta senadores fueron alimentados a expensas del público, y al menos diecisiete pasaron la noche en el edificio, disponibles para hacer frente a cualquier emergencia, independientemente de la hora.  En cierto sentido, entonces, Tholos representa el corazón de la democracia ateniense, donde los ciudadanos que sirven como senadores se pueden encontrar en servicio las veinticuatro horas del día.
Construido alrededor del 470 a. C.  el edificio era un tambor sin adornos, con seis columnas interiores que sostienen un techo cónico de grandes tejas de terracota en forma de diamante (Fig. 15). La forma redonda del edificio es inadecuada para su función principal como comedor y puede ser que la práctica griega habitual de reclinarse en sofás durante las comidas fue abandonada aquí a favor de sentarse en un banco simple. Se encontraron jarras y vasos de vino etiquetados como propiedad pública alrededor del edificio.
Figure 14. Plan of the administrative buildings at the south end of the west side of the Agora.
Plano de los edificios administrativos en el extremo sur del lado oeste del Ágora. 


Vestigios de la tholos de Atenas.

Fue edificada en 465 a. C., después de la destrucción por  Jerjes I, durante la Segunda Guerra Médica (480 a. C.), de un monumento más antiguo que tenía la misma función.
Este lugar tenía la función de comedor y cocina, siendo un lugar central en las actividades económicas de la polis. Se conservaban allí los patrones de las medidas utilizadas para controlar las transacciones comerciales. 
Según Pausanias:
Cerca del Bouleterion se halla el llamado Tholos, donde los prítanes hacen sacrificios, y hay algunas imágenes, no grandes, hechas de plata.
El edificio tenía planta circular, con una puerta que se abría en el lado oeste. El techo era cónico, sostenido por 6 columnas centrales, y estaba recubierto en parte con tejas de terracota (algunas están en el Museo de la Acrópolis) y en parte con tejas de bronce, tal vez en el centro. ​
Las excavaciones fueron realizadas en 1934 por la Escuela Americana de Estudios Clásicos de Atenas.
Un horos es un mojón o señal de piedra utilizado en la Antigua Grecia para delimitar las propiedades. A partir del siglo IV a. C., los horoi son también empleados como señales hipotecarias, marcando las tierras adscritas a un acreedor. 

El Monumento de los héroes epónimos es un monumento de carácter público, situado en el Ágora y construido en el siglo V a. C., a raíz de las reformas políticas y sociales del legislador ateniense Clístenes.
Cuando Clístenes instauró la democracia en Atenas, en 508/507 a. C., distribuyó a todos los atenienses en diez tribus recién formadas. El sistema tribal fue la base de la nueva democracia ateniense: la ciudadanía dependía de la pertenencia a una tribu, el ejército se organizaba en contingentes tribales, cada ciudadano servía en la boulé como miembro de una tribu y se celebraban fiestas en honor de cada héroe tribal.
Según Aristóteles, fue la Pitia quien designó los diez héroes epónimos de las nuevas tribus atenienses, escogiéndolos de entre un grupo de cien que los atenienses le presentaron. Pausanias menciona sus nombres.

Plano del Monumento de los Héroes Epónimos y dibujo de la reconstrucción (Ágora de Atenas).

Nombres de los diez héroes
·       Erecteo
·       Egeo (padre de Teseo)
·       Pandion (normalmente uno de los dos reyes legendarios de Atenas, Pandion I ó Pandion II)
·       Leos
·       Acamante
·       Eneo
·       Cécrope II
·       Hipótoo
·       Áyax el Grande
·       Antioco (un hijo de Heracles)
Según Pausanias, en los periodos helenístico y romano se añadieron nuevas tribus.
Las referencias más antiguas al Monumento de los héroes epónimos se encuentran en Aristófanes, en el 420 a. C. El monumento actual, que data de circa 330 a. C., está formado por una larga base para soportar diez estatuas de bronce, que representaban a los diez héroes epónimos de las nuevas tribus. Además, tenía un trípode en cada extremo. ​ El edificio da prueba de la importancia de las reformas de Clístenes.
Sólo se conservan partes de piedra del umbral y de la valla que rodeaba al edificio, junto con cinco bloques de piedra caliza de la propia base y dos bloques de mármol de la corona.
El edificio cumplía también una función práctica, puesto que en él se fijaba información útil para las distintas tribus, por debajo del héroe epónimo correspondiente. Además, se anunciaba información más general. 

Erecteo  fue un rey de Atenas, hijo de Pandión I de Atenas y Zeuxipa. Pandión era hijo de Erictonio, a quien algunos autores llaman Erecteo I, recibiendo por tanto su nieto el nombre de Erecteo II. Por otra parte, algunas fuentes afirman que llegó al Ática desde Egipto.
Según Apolodoro, tuvo un gemelo llamado Butes. Se dividieron el poder real de Pandión. Erecteo tomó el poder real, y Butes el sacerdocio de Poseidón y Atenea, el cual pasó directamente a sus descendientes.
Erecteo tuvo siete hijas con su esposa Praxítea: Protogenia, Pandora, Procris (esposa de Céfalo), Creúsa, Oritía, Ctonia (que se casó con Butes, su tío) y Otionia.
Tres de las hijas de Erecteo, forman la Triple Diosa (neopaganismo) pelasga a quien se le hacían libaciones. Se dice que Otionia fue la elegida para el sacrificio de Atenea, ya que un oráculo vaticinó que la supervivencia de Atenas dependía de ella, y además era la misma Atenea como Lechuza. Protogenia, por otro lado, era la Eurínome creadora y Pandora era la diosa de la tierra Rea. Existen distintas versiones donde se dice que Cetonia fue la sacrificada y que las dos hermanas mayores, Protogenia y Pandora, se ofrecieron. En cualquier caso, se dice que las hermanas restantes, o al menos alguna de ellos, se mataron.
Su reinado estuvo marcado por la guerra entre Atenas y Eleusis, cuando Eumolpo de Tracia regía a los eleusinos, el cual (aceptando la principal genealogía común) era hijo de Poseidón con Quíone, hija de Bóreas con Oritía, hermana de Erecteo y bisnieto de éste. En la siguiente batalla entre las fuerzas de Atenas y Eleusis, Ión fue el encargado de llevar la victoria a los atenienses. En esta batalla Erécteo mató a Eumolpo cuando este intentaba huir. Esto enfureció a Poseidón, quien apeló a su hermano Zeus, quien destruyó con un rayo a Erécteo. Otros dicen que Poseidón lo derribó con un golpe de tridente en Macras, donde la tierra se abrió para recibirlo.
Pausanias, en cambio, indica que en la batalla entre atenienses y eleusinos murieron Erictonio e Imárado, el hijo de Eumolpo, y que después de este enfrentamiento los eleusinos se sometieron a los atenienses en todo excepto en la celebración de los misterios. ​
Según Cástor de Rodas y Apolodoro le sucedió su hermano o su hijo Cécrope II. ​ Otros hijos suyos, mencionados algunas veces, son Orneo, Metión, Pandoro, Tespio y Eupálamo.
Poseidón era conocido en Atenas generalmente como Poseidón Erecteo. El vestíbulo del templo de Poseidón fue llamado el Erecteión. 

Egeo era el noveno rey de Atenas, hijo de Pandión II y Pilia, y hermano por tanto de Niso, Palas y Lico.
Nació en Megara, en el istmo de Corinto, ciudad donde se había exiliado su padre después de que los hijos de Metión le hubiera usurpado el trono. Otras versiones afirman que Egeo era realmente hijo de Esciro o Femio, un habitante de Megara, y que Pandión lo adoptó al poco de llegar a la ciudad.
Cuando Pandión murió, Egeo y sus hermanos atacaron Atenas y expulsaron de ella a los hijos de Metión, repartiéndose entonces entre los cuatro el dominio sobre el Ática: Egeo (que por ser el primogénito reclamó la mejor parte) recibió Atenas, Niso reinó sobre Megara, Lico sobre Eubea y Palante sobre el sur de la región.
Pero Egeo no estaba dispuesto a compartir el poder, y decidió adueñarse de las partes que habían correspondido a sus hermanos. Expulsó a Lico de su territorio, obligándole a refugiarse en Mesenia. Hizo lo mismo con Palante, que después de muerto Egeo inició con sus cincuenta hijos una revuelta para reconquistar su reino, pero fueron derrotados por Teseo, el hijo de Egeo. De Niso no se tuvo que preocupar Egeo, pues ya había sido derrotado por Minos de Creta, que se había aprovechado de la traición de una hija de Niso para conquistar Megara.
En primer lugar, Egeo contrajo nupcias con Mélite, hija de Hoples, pero como ésta no le daba hijos la repudió y se casó con Calcíope, hija de Rexenor, matrimonio del que tampoco tuvo descendencia. Egeo, atemorizado porque sus hermanos y sobrinos aprovecharan esta circunstancia para atacarle, pensó que la falta de hijos podía deberse a un enfado de la diosa Afrodita, por lo que introdujo el culto a Afrodita Urania en Atenas y luego acudió al oráculo de Delfos en busca de ayuda. El oráculo le dio una respuesta que él no pudo descifrar: «no abras la boca de tu repleto odre de vino, ¡oh el mejor de los hombres!, hasta que llegues al punto más alto de Atenas».
Decepcionado por la enigmática contestación de la sibila, Egeo inició su viaje de vuelta a Atenas, parando en Trecén y quejándose de su desdicha a su hospedante: el rey de la ciudad, Piteo. Sin embargo éste sí entendió la respuesta del oráculo y, emborrachando a Egeo, lo incitó a yacer con su hija Etra.
Cuando Egeo se dio cuenta de lo que había hecho, enterró debajo de una gran piedra su espada y sus sandalias, diciéndole a Etra que si había quedado embarazada y tenía un hijo varón de él, lo criase en secreto (por miedo a la venganza de sus sobrinos) y lo enviase a Atenas cuando fuera lo suficientemente fuerte como para levantar la piedra y cogerlas. Tras esto, Egeo volvió a su ciudad para celebrar los juegos panateneos. 

Teseo
Cuando pasó el tiempo oportuno, Etra, que había quedado embarazada, dio a luz un niño al que llamó Teseo, que llegaría a ser uno de los mayores héroes de toda Grecia. Algunos autores, quizás para engrandecer la figura de Teseo, afirman que Poseidón yació con Etra la misma noche en que lo hiciera Egeo, y que por tanto sería el dios del mar el verdadero padre del héroe.
Teseo fue criado en Trecena por su madre, que no le reveló el nombre de su padre hasta que cumplió dieciséis años. Llegado a esta edad, Teseo pudo levantar la piedra, calzarse las sandalias y la espada de su padre e iniciar su viaje a Atenas para ser reconocido como hijo del rey.
Androgeo, hijo del famoso rey Minos de Creta había ganado los juegos panatenienses, momento de gran gloria que aprovechó Egeo para retarle a luchar en una batalla campal, que estaba asolando esa parte del Ática. La terrible batalla acabó con la vida del príncipe, o según otra versión, éste murió a manos de los otros competidores de los juegos, celosos de su victoria.
El rey Minos utilizó la excusa de la muerte de su hijo para lanzar su poderosa flota contra las costas de Grecia, conquistando Megara a Niso y condenando con el aislamiento a Atenas, que sufrió el hambre y las epidemias.
Los atenienses consultaron al oráculo y éste les aconsejó que aceptaran lo que les propusiera Minos si querían acabar con la guerra. Así, aceptaron el humillante tributo que les impuso el rey de Creta para firmar la paz: cada año debían enviar siete jóvenes y siete doncellas para que fueran devorados por el minotauro, el monstruoso supuesto hijo de Minos que estaba encerrado en un laberinto construido por Dédalo del que era prácticamente imposible encontrar la salida.
Mientras esto ocurría en el Ática, los habitantes de Corinto se habían rebelado contra Medea y habían apedreado a sus hijos en castigo por los crímenes que la maga cólquida estaba cometiendo en su ciudad. Medea, abandonada por su marido Jasón, huyó entonces a Atenas buscando la hospitalidad que le ofreció Egeo cuando se la encontró en su camino de vuelta de Delfos. Una vez llegada al palacio de Egeo, Medea le convenció de que se casase con ella prometiéndole darle un heredero a pesar de que era ya casi un anciano. Egeo pensó que las pócimas de la maga ayudarían a cumplir su deseo, y aceptó el matrimonio, depositando en Medea toda su confianza y jurando por Gea y Helios que nunca la expulsaría de su reino.
La nueva esposa de Egeo cumplió su promesa, y al poco dio a luz a un niño al que llamaron Medo, si bien algunos autores piensan que éste era hijo de Jasón o incluso de una relación posterior a la estancia de Medea en Atenas.
Medea tenía todo planeado para que su hijo Medo heredara el reino de Atenas, por lo que reconoció e intrigó contra el recién aparecido Teseo nada más poner éste los pies en la ciudad. El joven había acudido al palacio de incógnito precisamente para evitar los ardides de su madrastra, lo que aprovechó ésta para convencer a Egeo de que el recién llegado era un traidor. El rey se dispuso entonces a deshacerse de él de la misma forma que había hecho con Androgeo: ordenándole luchar contra el toro de Maratón.
Pero esta vez el toro fue derrotado y Teseo aprovechó la fiesta organizada para la ocasión para mostrar la espada de Egeo justo cuando le ofrecían una copa con veneno preparado por Medea. Egeo reconoció la espada de inmediato y arrebató la copa de las manos de Teseo, salvándolo de una muerte segura. Emocionado por haber encontrado a su hijo, desterró a Medea, que huyó con su hijo Medo a Oriente y terminó sus días en su tierra natal, continuando allí su carrera de muertes y conspiraciones.
La llegada a Atenas de un heredero fortificó los ánimos de los atenienses, que estaban dispuestos a librarse del humillante tributo que ofrecían a Creta desde el fin de la guerra.
Para ello, Teseo se incluyó en la ofrenda de siete jóvenes y siete doncellas de ese año y viajó hasta el reino de Minos dispuesto a acabar con la vida del Minotauro. Antes de zarpar su padre le indicó que si triunfaba cambiase las velas negras del barco por otras blancas, para poder enterarse así de su victoria lo antes posible.
Desde que Teseo zarpó su padre se obsesionó con su vuelta y cada día subía hasta el cabo de Sunión, para ver si divisaba las velas blancas del barco de regreso. Pero Teseo, que había derrotado al Minotauro, olvidó cambiar las velas al estar pensando en la pérdida de Ariadna, la hija de Minos que lo había ayudado. Egeo, desesperado al creer muerto a su hijo, se suicidó lanzándose al mar que desde entonces lleva su nombre.
Tras honrar a su padre, Teseo heredó el reino de Atenas y puso fin a las aspiraciones de sus primos matando a todos los hijos de Palante.
Pandíon, hijo de Erictonio y de Praxitea, fue el quinto rey legendario de Atenas. Se casó con Zeuxipe, tía materna suya, de la que tuvo dos hijos, Erecteo y Butes, que eran gemelos, así como dos hijas, Filomela y Procne.
Su gobierno no fue nada extraordinario. Libró una guerra con Lábdaco, rey de Tebas, por cuestiones fronterizas, y casó a su hija Procne con Tereo a cambio de la ayuda en la guerra.
Según Apolodoro, fue durante el reinado de Pandíon cuando los dioses Deméter y Dioniso llegaron al Ática. A Deméter la acogió en Eleusis su rey Céleo.
A la muerte de Pandíon le sucedió en el trono Erecteo, y a Butes otorgó los sacerdocios de Poseidón Erecteo y Atenea.
No debe ser confundido con Pandíon II, su bisnieto, padre de Egeo y de Niso. 

Pandíon II era hijo y heredero de Cécrope II, Rey de Atenas, y su mujer Metiadusa. Fue desterrado de Atenas por los hijos de su tío Metión, que intentaban ascender a su padre hasta el trono. Pandíon huyó a Mégara donde se casó con Pilia, hija del rey Pilas. Más tarde, Pilas se exilió voluntariamente a Mesenia, porque había asesinado a su tío, Bías. Pilas se las arregló para que su yerno Pandíon fuese rey de Mégara.
Pilia tuvo cuatro hijos, Egeo, Palas, Niso y Lico. Cuando Pandíon murió en Mégara, Niso le sucedió como rey. Tuvo un santuario de héroe en Mégara.
Después de su muerte sus otros hijos regresaron a Atenas y expulsaron a los hijos de Metión del trono, poniendo a Egeo en el mismo.
Algunos eruditos creen que Pandíon II fue una figura inventada para rellenar un hueco en la cronología de los gobernantes míticos de Atenas. Pausanias lo llama padre de Procne y Filomela, que son hijas de Pandíon I, lo que apoya esta teoría. 

Acamante o Acamas es un hijo de Teseo y de Fedra, y hermano de Demofonte.
Antes de la expedición de los griegos contra Troya, Diomedes y él fueron enviados para exigir la entrega de Helena (en la Ilíada, se dice que formaron esa embajada Menelao y Odiseo), pero durante su estancia en la ciudad, Acamante se ganó el afecto de Laodicea, hija de Príamo, de la que tuvo un hijo, Múnito, que fue criado por Etra, la abuela de Acamante. Virgilio nombra a Acamante entre los griegos que se encerraron en el Caballo de Troya para tomar la ciudad. ​ Acamante recibió como parte del botín de guerra a la cautiva Clímene. Durante su regreso a Grecia fue detenido en Tracia por su amor Filis, pero después abandonó este país y llegó a la isla de Chipre, donde murió al caer de su caballo sobre su propia espada. No obstante, en otras versiones esta leyenda es la muerte no de Acamante sino de su hermano Demofonte.
De él reciben sus nombres la montaña de Acamas en la isla de Chipre, la ciudad de Acamantio en Frigia y una tribu de Atenas: los acamántidas. ​ Fue pintado en el lesque de Delfos por Polignoto, y también había una estatua de él en la ciudad.

Eneo. Hijo de Partaón y de Éurite, fue rey de Pleurón y Calidón en Etolia. Se casó en primer lugar con Altea, hija de Testio, teniendo como hijos a Texeo, a quien mató por saltar desafiante el foso de Calidón a pesar de tenerlo expresamente prohibido, ​ Clímeno, Meleagro, Gorge y Deyanira, la esposa de Heracles. ​
Dioniso le regaló la primera cepa de vid plantada en Grecia, y aunque no fue el primero en fabricar vino, pues se le adelantó Icario, sí fue el primero en difundirlo, hasta el punto de que le dio su nombre: oinos significa vino en griego. ​
En su corte vivieron importantes personajes: Heracles pasó allí varios años hasta que fue desterrado por matar accidentalmente a Éunomo, pariente de Eneo. También Agamenón y Menelao residieron en su juventud junto a Eneo, tras haber sido expulados de Micenas por Egisto.
Durante un sacrificio a los doce dioses olímpicos, Eneo olvidó invocar a Ártemis, y ésta, en represalia, envió un jabalí gigantesco que comenzó a devastar las tierras de Eneo.
Para dar caza a la bestia, Eneo convocó en Calidón a los más grandes guerreros y héroes de Grecia. Muchos de ellos perderían la vida durante la misión.
Una vez abatido el jabalí, la decisión del reparto de los trofeos provocó los celos de los hermanos de Altea, y en la discusión fueron muertos por Meleagro, hijo de ella y de Eneo. Altea provocó la muerte de Meleagro y finalmente se suicidó.
Eneo volvió a casarse con Peribea hija de Hipónoo, rey de Óleno. Hay dos versiones de como fue el casamiento. Una dice que Peribea fue parte del botín que tomó Eneo en su victoria en la guerra que sostuvo con Hipónoo. En la segunda Peribea fue seducida por Hipóstrato. Descubierta por su padre, éste se la remitió a Eneo con la petición de que la matase. Eneo prefirió casarse con ella. Con ella tuvo a Tideo, padre a su vez de Diomedes.
En su vejez, fue destronado por los hijos de su hermano Agrio. Diomedes vino en su ayuda y mató a todos ellos excepto a dos. Como Eneo era ya muy mayor, instaló en el trono de Pleurón y de Calidón a Andremón, marido de Gorge, y se llevó a Eneo con él a Argos. Sin embargo por el camino fueron alcanzados por los dos hijos supervivientes de Agrio, Onquesto y Tersites, quienes consiguieron matar a Eneo, cerca del altar de Télefo en Arcadia. Diomedes enterró a su abuelo Eneo en un lugar de Argólida que pasó a denominarse Énoe en su honor.
Eneo con capa y cetro. Lecito ático de fondo blanco. Ca. 500 a.C. Staatliche Antikensammlungen (Colección Local de Antigüedades) de Múnich (Inv. 1905). 

Cécrope era el nombre del séptimo rey de Atenas, hijo de Erecteo y Praxitea, y distinto, por tanto, del primer rey de la ciudad, que tenía el mismo nombre y con el que algunos autores le confunden.
Cuando Erecteo murió, sus cuatro hijos (Cécrope, Pandoro, Metión y Orneo) se disputaron la sucesión. Siendo nombrado árbitro Juto, el hijo del patriarca Helén, se inclinó a favor de Cécrope. A pesar de haber elegido al primogénito, esta decisión fue muy discutida, y Juto tuvo que exiliarse a la ciudad de Egialia.
Tras un reinado de cuarenta años, la presión ejercida por Metión y Orneo, que no habían cesado nunca de querer matarle, obligó a Cécrope a huir, primero a Megara y luego a Eubea. Allí se le unió su otro hermano, Pandoro, y juntos fundaron una colonia.
Cécrope casó con Metiadusa, hija de Eupálamo y hermana de Dédalo, con la que tuvo a Pandión, que fue sobre el que recayó el trono de Atenas tras la huida de su padre. 

Hipótoo o Hipotoonte era un rey de Eleusis, en el Ática, que se libró de la muerte siendo niño de una manera prodigiosa.
Nació de los amores secretos de Poseidón con la bella Álope, la hija del malvado rey Cerción, aunque algunos autores afirman que éste era su padre. Cerción, además de gobernar Eleusis, se había convertido en un temido bandido que retaba a los viandantes a un combate singular, prometiéndoles el reino si lograban vencer. Al estar dotado de una fuerza prodigiosa sometía a los vencidos o a los que rehuían de la lucha a una muerte terrible: doblaba los troncos de árboles cercanos uniendo sus ramas y ataba en ellas los miembros de sus víctimas, despedazándolos cuando soltaba los troncos y los árboles volvían a su posición original.
Conociendo la crueldad de su padre, Álope dio a luz a escondidas, ordenando a su nodriza que abandonara al recién nacido en el monte. Se salvó porque fue amamantado por una yegua hasta que dos pastores lo encontraron. Sin embargo, éstos discutieron por quién se quedaba con el bebé y, sobre todo, con la rica túnica que lo cubría. Buscando un juez imparcial se dirigieron al rey, que de inmediato reconoció las vestiduras del niño. Montando en cólera, Cerción mandó emparedar a su hija y abandonó de nuevo al bebé en el bosque. Otra vez fue amamantado por la yegua, pero el pastor que lo encontró reconoció su ascendencia regia y lo escondió en su casa, llamándole Hipótoo en honor al animal que le salvó.
Cerción conoció la derrota a manos de Teseo, que había descubierto las artes de la lucha, y murió de la misma forma que él había hecho con sus víctimas. Cuando Teseo venció a Cerción y se apoderó de Eleusis, puso a Hipotoonte en el trono de Eleusis y enterró el cuerpo de Álope en el camino que va desde Eleusis a Megara, aunque Poseidón transformó el cuerpo de su desafortunada amante en una fuente que recibió su nombre.
Hipótoo fue, en algunas versiones, uno de los valientes que participaron en la famosa caza del jabalí de Calidón y fue considerado un héroe por los áticos. De hecho, uno de los clanes en los que se dividió la región fue llamado Hippothoontis por él. 

Áyax o Ayante, hijo de Telamón, rey de Salamina, y Peribea. Es un legendario héroe de la mitología griega. Para distinguirlo de Áyax, hijo de Oileo se lo llamaba Áyax el Grande, Gran Áyax o Áyax Telamonio Telamốnios, hijo de Telamón).
Su nombre fue elegido por Heracles, amigo de Telamón, quien al ver que el águila de Zeus se posaba en su hombro le anunció: «Nacerá de ti, Telamón, el hijo que deseas y del nombre del ave que acaba de aparecérsenos lo llamarán Áyax. Sorprenderá a los pueblos en las luchas de Ares», según anotó el poeta Píndaro.
Fue un valeroso guerrero, el más fuerte después de su primo Aquiles que se embarcó a la mítica Guerra de Troya al mando de doce navíos de Salamina acompañado de su hermano Teucro. ​ Tuvo como hijos suyos a Eantides con su esposa Brenda, y Eurísaces y Fileo, con su sierva Tecmesa. Tradicionalmente se consideraba que Fileo era el primer ancestro de la familia ateniense de los Filaidas.
Peleó en la guerra con coraje y destreza. En la Ilíada de Homero se lo describe como un guerrero de gran estatura y fuerza colosal, testarudo y de inmenso escudo que por sí mismo es un antemural de las falanges, segundo en destreza y valentía en la batalla únicamente por detrás de Aquiles. No fue herido en ninguna de las batallas relatadas en la Ilíada y es el único personaje de importancia en la obra que no recibió ayuda por parte de ninguno de los dioses griegos. Era por decirlo, el único héroe homérico, que debía todos su triunfos a su ser humano. Al igual que Aquiles, fue entrenado por el centauro Quirón. Áyax, era sin duda, uno de los reyes más importantes en el campo de batalla, aunque no tan sabio como Néstor, Idomeneo o Menesteo, ni tan hábil como Diomedes, Odiseo o Palamedes. Mandaba su ejército llevando una gran hacha de guerra y un enorme escudo, acompañado siempre por Teucro, su hermanastro.
Durante la guerra de Troya, Áyax luchó con Héctor en dos ocasiones. La primera fue en un duelo que duró todo un día sin que hubiera un vencedor. ​ La segunda fue durante una incursión de los troyanos en el campamento de los aqueos: Áyax y Héctor pelearon en los barcos griegos. Áyax dejó casi muerto a Héctor arrojándole una gran piedra. Ambos encuentros tuvieron lugar cuando Aquiles había abandonado el campo de batalla debido a su enfado con Agamenón, y los griegos estaban desolados.
Cuando Patroclo murió a manos de Héctor, los troyanos intentaron hacerse con su cuerpo y alimentar con él a los perros, pero Áyax luchó y logró proteger el cadáver, devolviéndolo al campamento griego y a su amigo Aquiles. Posteriormente, cuando Aquiles murió tras ser alcanzado por una flecha de Paris, Áyax y Odiseo consiguieron recuperar el cuerpo del héroe para llevarlo al campamento griego.
Tras los juegos funerarios que se celebraron en honor a Aquiles ambos héroes griegos reclamaron la armadura de Aquiles como recompensa por sus esfuerzos. Tras una disputa de ingenio o tal vez porque Agamenón aborrecía el linaje de Éaco, Odiseo recibió la armadura y Áyax quedó enloquecido de furia. En su delirio confundió un rebaño de ovejas con los líderes aqueos, Odiseo y Agamenón, y mató a todos los animales. Atenea misma había intervenido creando la confusión y delirio del héroe, pues era de los pocos que no iba al combate implorando alguna protección divina.
Cuando Áyax despertó de su locura, vio que había deshonrado su espada de guerrero con sangre de animales domésticos y decidió quitarse la vida antes que vivir en la vergüenza y el oprobio. ​ Para ello utilizó la espada de Héctor, que éste le había entregado como una ofrenda de honor tras su primer duelo.
Tras su muerte brotó una flor de jacinto en el punto donde cayó su sangre cuyos pétalos llevaban marcadas las dos primeras letras del nombre de Áyax (AY) como si fueran un lamento. ​
Agamenón se opuso a que Áyax fuera incinerado, por lo que fue el único de los griegos muertos en la guerra de Troya cuyo cuerpo se enterró en un féretro, en el lugar denominado Reteo, según la tradición.
Durante el descenso de Odiseo al Inframundo, este héroe pudo ver el alma de Áyax entre los muertos pero, aunque Odiseo trató de entablar conversación con ella, el alma de Áyax no quiso responderle nada, pues seguía teniendo resentimiento por haber perdido en el juicio por las armas de Aquiles. ​
En su nombre se celebraban en Salamina las fiestas Aiantes.
Áyax llevando el cadáver de Aquiles, protegido por Hermes (izquierda) y Atenea (derecha). Lado 1 de un ánfora ática de figuras negras, ca. 520 - 510 a. C.

Áyax preparando su suicidio. Reproducción de un ánfora de figuras negras pintada por Exequias (530 – 525 a. C.). 

El Hefestión o templo de Hefesto y de Atenea Ergané o Teseion es un templo griego, situado en el noroeste del ágora de Atenas, en la cima de la colina llamada Colonos Agoreo. Desde el siglo VII hasta 1834, fue una iglesia cristiana.
No se ha hallado ningún resto de un edificio anterior y no se trata, por tanto, de una reconstrucción de uno posterior a las destrucciones persas ocasionadas en Atenas durante las Guerras Médicas.
Es un templo dórico, períptero y hexástilo, que da testimonio de una particular riqueza de ornamentos esculpidos. Conserva la techumbre a dos aguas, con un frontón que ya no contiene ningún ornamento.

En general, el edificio es identificado como el Hefestión, donde se rendía culto a Hefesto y a Atenea. ​ Hefesto era el dios de la metalurgia. Atenea Ergané era la diosa de la cerámica griega y de la artesanía. Había muchos talleres y tiendas de ceramistas y de trabajo de metales en las proximidades del templo, lo que justifica su dedicación a estas divinidades. ​ Esta identificación se funda en dos testimonios: el de Pausanias​ y el de Harpocración.
Es a veces llamado el Teseion, debido a una creencia corriente en la época bizantina de que los huesos del legendario héroe griego Teseo fueron enterrados allí. A decir verdad, los presuntos huesos de Teseo fueron enterrados en el siglo V a. C. en otro sitio cercano de la Acrópolis, traídos de la isla de Esciro por Cimón en el año 475 a. C. 

Construcción
Las excavaciones arqueológicas hacen pensar que no hubo un edificio precedente situado en la cima de la colina Agoraios Kolonos, aparte de un pequeño santuario, que fue incendiado cuando los persas ocuparon Atenas en 480 a. C.
Después de la Batalla de Platea, los griegos juraron no reconstruir jamás los santuarios destruidos por los persas durante la invasión de Grecia (véase Segunda Guerra Médica), y dejarlos en ruinas como recuerdo perpetuo de la ferocidad bárbara. Los atenienses concentraron sus esfuerzos en la reconstrucción de su economía y el reforzamiento de su influencia en la Liga de Delos. Cuando Pericles llegó al poder, concibió un vasto proyecto para hacer de Atenas un gran centro de poder y de cultura griegos. El templo de Hefesto otorgaba al Ágora la prueba de la tradicional riqueza ateniense, como lo testimonian la utilización del orden dórico, y el conjunto de metopas y figuras esculpidas.

La construcción del templo comenzó en 449 a. C., pero no fue acabado hasta el año 415 a. C., probablemente porque el acento había sido puesto en la construcción de los monumentos de la Acrópolis. El friso occidental fue terminado entre 445 y 440 a. C., mientras que el oriental, el frontón oeste y varias modificaciones del interior del templo son datables de 435 a 430 a. C. Hasta la época de la Paz de Nicias, de 421 a 415 a. C., no fue puesta la techumbre y erigidas las estatuas de culto. Fue inaugurado oficialmente en 416/415 a. C.
En el siglo III a. C., fueron plantados árboles y arbustos alrededor del templo (granados, mirtos y laureles), creándose un pequeño jardín.
No se conoce el nombre del arquitecto, al que, sin embargo, se le atribuyen otros templos de similar estructura en el Ática. ​
Las dimensiones del templo son 13,708 m de norte a sur, y 31,776 m de este a oeste, con seis columnas en las fachadas este y oeste, y trece en la norte y sur.
El edificio consta de un pronaos, una cella (estancia principal de culto a las imágenes de las divinidades) y un opistodomos. El alineamiento de las antas del pronaos sobre la tercera columna lateral del peristilo constituye una característica única para un templo de mediados del siglo VI a. C. Además, tiene una columnata dórica interior con cinco columnas en los lados norte y sur, y tres en las extremidades.
El material utilizado fue mármol pentélico, excepto el primer escalón del crepidoma, que es de caliza, y las esculturas decorativas, para las que se eligió mármol de Paros, de mayor calidad.
Las esculturas decorativas ponen de relieve el grado de mezcla de los dos estilos, dórico y jónico en la construcción del templo. El pronao y el opistodomos fueron decorados con frisos jónicos, en lugar de los más típicos triglifos dóricos, que generalmente complementan a las esculturas en los frontones y en las metopas (mezcla de órdenes seguramente inspirada en el Partenón): el friso oeste corto, entre las antas, por encima de la fachada del opistodomos; al este, el friso prosigue por encima de las galerías laterales hasta las columnatas exteriores.
El friso este, el del pronao, muestra combates, interrumpido por dos grupos simétricos de tres deidades sentadas sobre rocas. El grupo se halla girado hacia la derecha, muy numeroso, delante. Hay dos interpretaciones posibles. Se podría tratar de una gigantomaquia (los gigantes son los únicos en principio en combatir con los «roqueños»), pero es un gigantomaquia extraña, puesto que los dioses son espectadores. La otra interpretación es el friso cortado por episodios sucesivos de Teseo luchando con las Palántidas en presencia de los dioses.
El friso oeste, el opistodomos, representa la batalla de los centauros y de los lápitas. No están presentes las mujeres lápitas ni los muebles que representan normalmente el banquete de boda de Pirítoo.
La reconstrucción de los temas es dificultosa dada la naturaleza fragmentaria de los restos supérstites: una antigua interpretación es la del nacimiento de Erictonio en el frontón este, y Heracles ante Tetis en el oeste. Teorías ulteriores sugieren que el frontón oeste fue consagrado de nuevo a la batalla entre los centauros y los lápitas, mientras que el frontón este representa la «deificación» de Héracles y la entrada del héroe en el Monte Olimpo.
Friso jónico.

Solo 18 de las 68 metopas fueron esculpidas, el resto estaban probablemente pintadas. Las diez del lado este representan los doce trabajos de Heracles; las cuatro metopas orientales de los lados norte y sur describen las hazañas de Teseo. ​
Según Pausanias, el templo albergaba las estatuas en bronce de Atenea y de Hefesto. Una inscripción contable menciona pagos, entre 421 y 415 a. C., por dos estatuas de bronce, pero no precisa el nombre del escultor. La tradición las atribuye a Alcámenes, pero no existen pruebas tangibles. 
El Templo de Apolo Patroos es un pequeño templo jónico en ruinas, situado al noroeste del Ágora de Atenas, cerca de la Stoa de Zeus.
Plano reconstruido del Templo de Apolo Patroos, que data de la segunda mitad del siglo IV a. C
Estatua de Apolo Patroos (Museo del Ágora de Atenas).
Patrôos significa Paterno, en el sentido de perteneciente a los antepasados. Este dios se considera padre de Ion, fundador de la raza jonia, que incluía a los atenienses, ​ y protector de las familias. El sobrenombre de Patroos habría sido dado al dios por los atenienses después de la llegada de Ion, cuando se estableció en Atenas al ser sus reyes unos ineptos para la guerra. ​
El templo fue construido entre los años 340-320 a. C. Mide 16,5 m de largo y 10 m de ancho ​ Consta de una cella con un pronaos de cuatro columnas al este. El sekos[1] del templo comunicaba por el norte con una pequeña sala, tal vez el ádyton o un santuario interior.
El templo contenía una estatua de culto dedicada al dios, esculpida por Eufránor. ​ Cerca del templo, durante las excavaciones, se halló un torso monumental de mármol, vestido con un largo quitón. ​ Parece ser la estatua en cuestión, mencionada por Pausanias. ​ Se expone en el Museo del Ágora de Atenas.

La Estoa de Zeus era una stoa situada en el ángulo noroeste del Ágora. Según el estilo arquitectónico atestiguado por los fragmentos encontrados, se puede datar entre los años 430 y 420 a. C.
La estoa estaba dedicada a Zeus Eleuterios (salvador). Los orígenes del culto a Zeus Eleuterios pueden datarse después de la batalla de Platea (479 a. C.).
Se trata, posiblemente, de uno de los logros de Mnesicles, el arquitecto de los Propileos. ​
Aunque era un edificio con función religiosa, tenía la forma de un edificio civil: una stoa abierta al este, de 43.56 m x 10.73 m, con dos alas en sus extremos. Tenía columnas dóricas en el exterior y jónicas en el interior. Era raro que un edificio religioso tomara la forma de una stoa, en lugar de un templo, por lo que, teniendo en cuenta su ubicación céntrica, es probable que también sirviera para fines cívicos. ​
Reconstrucción de la Stoa Dórica de Zeus Eleutherios, ca. 430–420 BC 430-420 a.C

Contrariamente a la mayoría de los monumentos de la época clásica erigidos en el Ágora de Atenas, su fachada era completamente de mármol, lo que se explica por la naturaleza inhabitual del edificio.
Según Pausanias, estaba decorada con pinturas de Eufránor, como la Stoa Pecile, y adornada con los escudos de los caídos luchando por la libertad de Atenas. ​
Al inicio del periodo romano, se añadieron habitaciones en la parte posterior de la stoa, que pudieron albergar un culto a los emperadores romanos.
Niké de la stoa de Zeus (Museo del Agora de Atenas).

El Altar de los Doce Dioses era un altar y santuario, situado en la esquina noroeste del Ágora de Atenas, cerca del Templo de Ares. ​ Estaba dedicado a los doce dioses adorados en la Antigua Grecia: Zeus, Hera, Poseidón, Deméter, Hestia, Apolo, Artemisa, Hefesto, Atenea, Ares, Afrodita y Hermes. ​ Era el punto cero, desde el que se medían las distancias en la polis de Atenas, además de un lugar de súplica y refugio.
El altar original fue erigido en 522/521 a. C. por Pisístrato (hijo de Hipias y nieto del tirano Pisístrato). La asociación con los Pisistrátidas está atestiguada por Tucídides: Pisístrato, en su calidad de arconte había dedicado el altar a los doce dioses, pero la inscripción fue borrada ulteriormente por los atenienses. ​ Fue reconstruido cerca 425 a. C. para reparar el daño sufrido en la invasión persa de 480/479 a. C.
El altar fue uno de los pocos monumentos permitidos en el interior del Ágora y sirvió como hito cero o centro de la ciudad. ​ Heródoto, el historiador del siglo V a. C., dice que la distancia desde Heliópolis (Egipto) al mar es similar a la distancia desde el Altar de los Doce Dioses al templo de Zeus Olímpico en Pisa (Grecia).
Figure 7. Altar of the Twelve Gods, originally dated 522/1 BC , with later rebuildings.Altar de los Doce Dioses, originalmente fechado en 522/1 a.C, con reconstrucciones posteriores. One corner of the sill only is visible, just south of the modern Athens–Piraeus railway. Solo se ve una esquina del alféizar, justo al sur del moderno ferrocarril Atenas-Pireo.

Era célebre en la antigüedad como asilo y refugio de suplicantes. Por ejemplo, en 519 a. C., los embajadores de la ciudad de Platea solicitaron ayuda a Atenas contra Tebas en este altar. De igual modo, en el año 431 a. C., como resultado de acusaciones de malversación de fondos públicos que implicaban a Pericles y a Fidias, algunos ayudantes de Fidias se sentaron como suplicantes ante el altar. ​ Y, poco antes de su ejecución en Atenas (circa 355 a. C.), el general ateniense Calístrato de Afidnas se refugió en él.
La ubicación exacta del altar, dentro del ágora, no está especificada en las fuentes antiguas. No obstante, las excavaciones de 1891 y 1934 (la excavación estadounidense del Ágora) indican el sur de la vía férrea Atenas-El Pireo (ISAP), donde se produjo el hallazgo de la esquina suroeste de la pared del recinto del altar, bajo los estratos bizantino y romano. ​ Sobrevive la base de mármol para una estatua de bronce, con una inscripción que dice: ​
Leagros, hijo de Glaukon, dedicó esto a los doce dioses.

Otros restos del altar fueron descubiertos por arqueólogos griegos en 2011, cuando las vías del tren fueron retiradas temporalmente por obras de mantenimiento. Después de una disputa legal, el altar fue enterrado de nuevo en agosto de 2011.
Sobre el altar hay una dedicatoria, que puede datarse entre 490 y 470 a. C.

La Estoa Basileos (Basiliké Stoà), también llamada Estoa Real, fue una estoa construida en el año 500 a. C., en el Ágora de Atenas; es uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Este pórtico era el primer elemento arquitectónico que se alzaba al entrar por la Vía Panatenaica. Estaba situado en el ángulo noroeste, conocido como el de «los Hermas», dado el gran número de hermas erigidos allí.
Era la sede del arconte basileus (magistrado basileo), magistrado que se ocupaba de las cuestiones religiosas y el culto, de los procesos judiciales de asébeia (blasfemia) y de las reuniones del tribunal del Areópago, donde se juzgaban los crímenes. Albergaba las copias de las leyes de Atenas, inscritas en piedra. ​ La audiencia preliminar del juicio de Sócrates tuvo lugar en este pórtico.
Según Aristófanes, la Stoa era utilizada también para banquetes oficiales, hecho atestiguado por la vajilla encontrada.
El edificio primitivo era de orden dórico, con un frontispicio de ocho columnas y un podio en la base de las tres paredes. Aunque subsiste un problema de datación, ya que los elementos arquitectónicos, por su estilo, son del siglo VI a. C., mientras que la cerámica encontrada bajo el suelo puede datarse en los años 500 a. C. El material reutilizado para los cimientos ha llevado a la teoría de que la construcción debe datarse después de la ocupación persa de 480 a. C. ​
A principios del siglo IV a. C. se agregaron dos cuerpos laterales salientes porticados, que le otorgaron un aspecto similar a la cercana Estoa de Zeus. Sus dimensiones eran pequeñas: 18 m de largo por 7,5 m de ancho.
Según el geógrafo griego Pausanias:
Sobre el tejado de este pórtico hay estatuas de terracota: Teseo lanzando al mar a Escirón y Hemera raptando a Céfalo.
Al este del edificio se erigió una estatua de Temis, diosa de la justicia. Detrás de ella había un gran bloque pétreo, sobre el que los arcontes basileus juraban fidelidad a las leyes de la polis.

El Templo de Afrodita Urania estaba situado al noroeste del Ágora, al otro lado de la Vía de las Panateneas y al oeste de la Stoa Basileos. ​
Fue descubierto en 1981. Las excavaciones han permitido datar el edificio hacia el año 500 a. C. Se ha identificado un altar por la forma del monumento, por las cenizas y osamentas encontradas resultantes de sacrificios. ​ Se supone que el altar estaba dedicado a Afrodita Urania, puesto que Pausanias lo menciona en dicho enclave, afirmando que el santuario tenía una estatua de mármol de la deidad esculpida por Fidias. Dos fragmentos de relieves de mármol sustentan esta tesis.
Hoy en día, apenas quedan algunas piedras del templo en la ladera de la colina, al lado de las vías del tren y cerca del templo de Hefesto, el marido de Afrodita. 
En la Antigua Grecia, una herma  era un pilar cuadrado o rectangular de piedra, terracota o bronce —el estípite— sobre el que se colocaba un busto, normalmente el del dios Hermes, habitualmente con barba, signo de fuerza física, y cuya base se adornaba con un falo en erección, símbolo de masculinidad y de disposición a las armas.
Se discute si se la llamaba así bien porque la cabeza de Hermes era la más común o por su relación etimológica con la palabra griega ἕρματα (‘bloques de piedra’), pues originalmente no hacía referencia alguna a Hermes.
Se empleaban como hitos o marcas para señalar y delimitar carreteras y fronteras, y marcar los límites de las propiedades, aunque también tenían una función apotropaica, es decir, de alejamiento de lo maligno, ya fuera espíritu, adversidad o enemigo. En Atenas se colocaban fuera de las casas para atraer la buena suerte. Cada barrio tenía su herma, y se conservan vasijas con pinturas que muestran sacrificios particulares siendo realizados en ellas.
Estas estatuas estaban compuestas de una cabeza, normalmente la del dios Hermes, colocada sobre un pilar cuadrangular que frecuentemente era más ancho en la cima que en la base, cuya altura corresponde con la estatura del cuerpo humano. ​
Las que se erigían en las encrucijadas tenían a menudo tres o cuatro cabezas. ​
Las hermas solían ser desnudas y normalmente masculinas, rara vez aparecen vestidas o con atributos característicos, y con frecuencia presentan inscripciones con apotegmas y acertijos, además de con indicaciones relativas a la ruta, y a veces también con inscripciones en honor de quienes habían luchado bravamente por su país. ​ Así como era costumbre que los transeúntes mostraran respeto a las formas más rudimentarias del dios (el montón de piedras) añadiendo una piedra al montón o ungiéndolo con aceite, también se depositaban cerca de las hermas pequeñas ofrendas, normalmente de higos secos, para aplacar el apetito de los viajeros necesitados. También se colgaban guirnaldas de flores de los dos espaldones parecidos a brazos que sobresalían a ambos lados del extremo superior de la columna. Estos pilares también se usaban para señalar los límites fronterizos o para delimitar los diferentes estados. Las hermas constituían el objeto de una industria especial, siendo sus fabricantes llamados hermoglifos.
Las más antiguas tenían a ambos lados del pilar prismático unos salientes (‘manos’, en griego chelres) para colgar de ellos coronas de flores, así como un falo en su parte frontal.
Una barba puntiaguda  correspondía al tipo antiguo. ​ Con frecuencia se colgaba un manto  sobre sus hombros. ​ Originalmente las piernas y brazos eran en general deficientes y, en lugar de brazos, a menudo tenían salientes en los que colgar guirnaldas; pero cuando disminuyó la reverencia por el antiguo tipo y creció la pasión por la novedad, se puso el torso completo sobre un pilar cuadrangular, que se estrechaba en la base, y finalmente el propio pilar se cincelaba para señalar la separación de las piernas, como puede verse por ejemplo en una estatua tetragonal femenina en la Villa Albani. ​ A veces, como se ha dicho antes, la cabeza era doble, triple, e incluso cuádruple. La estatua completa solía ser de piedra o mármol, aunque Cicerón menciona algunas que eran de mármol del Pentélico con cabezas de bronce.
Tipos de Hermas

A medida que el arte avanzó, el pilar fue evolucionando, primero con una cabeza barbada y luego con la cabeza juvenil del dios.
En la última época del arte antiguo se encuentran modelos que unían un torso humano hasta las caderas con la columna cuadrangular, y que mostraban incluso movimiento en la figura (como las hermas de Discóbolos en la Villa Ludovisi de Roma). Más tarde la cabeza y la columna solían formar una sola pieza.
Existían muchas estatuas de otras deidades con la misma forma de las hermas, que sin duda se originaron de la misma manera y a las que se llamaba con el nombre genérico de hermas, de Afrodita Urania en Atenas. La razón por la que las estatuas de otras deidades se desarrollaron hasta formas perfectas, mientras que las de Hermes generalmente (aunque no siempre) retuvieron su antiguo estilo, se debe obviamente al significado religioso asociado al símbolo del pilar como marca fronteriza. Donde este motivo no importaba, el propio Hermes era representado con forma humana completa y toda la perfección del arte griego, como por ejemplo en las estatuas de las palestras y en las que personificaban otros atributos suyos. ​
Algunas estatuas de este tipo se describen con un nombre compuesto por los de Hermes y otra deidad. Se tienen así Hermanubis, Hermares, Hermathena, ​ Hermeracles, Hermeros, ​ Hermopan, Hermapollon y Hermamithras. Se ha discutido mucho sobre si estas figuras estaban formadas por el pilar cuadrado, como el emblema de Hermes, coronadas por el busto de otra divinidad, o si las cabezas de Hermes y el otro dios estaban unidas, como en el busto de Jano, o si las características simbólicas de las dos deidades se combinaban en la misma estatua. Sobre la primera explicación parece poco probable que, tan tarde como en la época de Cicerón, el mero pilar hubiera sido considerado una representación tan adecuada de Hermes como el busto lo era de la otra deidad, la segunda es apoyada por los muchos bustos dobles terminales conservados y la tercera sólo puede ser considerada como una ingeniosa conjetura, que puede ser cierta en algunas obras de un periodo artístico tardío. La segunda parece ser la explicación verdadera en los pasajes de Cicerón.
Hay aún una tercera clase de estas obras, en la que el busto no representa a deidad alguna sino que era simplemente el retrato de un hombre, y en la que el pilar tiene todo su significado simbólico y pasa a ser un mero pedestal. Incluso estas estatuas conservaron, sin embargo, los nombres de hermae y termini. Los ejemplos de este tipo conservados son muy numerosos, destacando por su número los Hermalkibiades. C. W. Müller da una lista de estas y otras hermas.
Un tipo especial de herma es la llamada herma doble, en la que sobre la base aparecen dos cabezas opuestas unidas por la nuca. El dios romano Jano era representado a menudo de esta forma, si bien también se retrataba a poetas famosos en estas hermas dobles. En el Museo Nazionale Romano se conserva una herma doble con los retratos de Menandro y un poeta anciano, quizá Apolonio de Tiana o uno de los muchos retratos reconstruidos de Homero, aunque su identidad no está clara.
Estatua de Jano.

Las columnas de piedra rematadas con una cabeza de mujer se llaman hermas cariátides, por su similitud con las cariátides (columnas con forma de mujer, incluyendo el cuerpo). Se usaron en la arquitectura manierista del siglo XIX, tanto en la decoración de edificios representativos como en palacios públicos. Estas hermas seguían fielmente el modelo de las cariátides del Erecteión de la Acrópolis de Atenas, siendo comparativamente raras las del más antiguo modelo de koré (o doncella de pie vestida). Su contrapartida masculina, el kurós, también se encuentra en esta forma, pero en contraste con las cariátides suele aparecer completamente desnudo.
Hay numerosos ejemplos descritos por Pausanias y otros autores de su ubicación en los límites de fincas y estados y en las puertas de las ciudades así como en sus calles y plazas. También se usaban pequeñas hermas como pilastras y como soportes en muebles y utensilios. ​

Origen
Se cree que en las épocas más antiguas Hermes, como otras divinidades, era adorado (especialmente en Arcadia) en la forma de un montón de piedras o de un bloque amorfo de madera o piedra, que posteriormente tomó la forma de un falo, el símbolo de la productividad. El siguiente paso fue la adición de una cabeza a esta columna fálica que pasó a ser cuadrangular (el número 4 estaba consagrado a Hermes, quien había nacido el cuarto día del mes), con la significativa indicación del sexo aún prominente.
Existen ciertas dificultades sobre la cuestión de su origen y significado como símbolos de Hermes. Una de las más importantes características en la mitología de Hermes es su presidencia sobre el común intercambio de vida: comercio, viajes, caminos, fronteras y demás, y no cabe duda de que era fundamental en tales relaciones, dado que éstas eran las que se pretendía que representase en las hermae de los griegos y en las termini de los romanos, cuando estas últimas fueron identificadas con las hermas. Es, por tanto, natural que se busque la existencia de este símbolo en las más antiguas épocas en las que el uso de marcas fronterizas era necesario, y en las que los símbolos tendrían un carácter más simple: un montón de piedras o un bloque de mármol sin tallar. Así, resulta que había en muchas partes de Grecia montones de piedras a los lados de los caminos, especialmente en sus cruces, y sobre las fronteras de los países. ​ Se asume que estas pilas de piedras y pilares que marcaban las fronteras eran originalmente símbolos de Hermes o fueron posteriormente consagrados al dios Hermes. Aunque no pueda negarse que tales monumentos conmemorativos toscos eran al principio símbolos de diversos dioses parecidos, ya en un periodo muy antiguo llegaron a estar más especialmente relacionados con el culto de Hermes. ​ Estrabón observó muchas en los caminos de la Élide​ e incluso en la actualidad puede verse una antigua pila de piedras en la frontera de Laconia. ​ El respeto religioso prestado a tales pilas de piedras, especialmente en las encrucijadas, queda demostrado por la costumbre de arrojar una piedra al montón cuando se pasaba junto a él, costumbre que también se observaba respecto a las hermas de épocas posteriores, al menos con las situadas en los cruces de caminos. ​ Tales pilas de piedras también fueron observadas por Estrabón en los caminos de Egipto. Otra forma de marcar una frontera u otra localidad precisa era usar un pilar de piedra, originalmente sin tallar, cuyo carácter sagrado se indicaba vertiendo aceite sobre él y adornándolo. ​ El obelisco egipcio probablemente pertenece a la misma clase de monumentos.
El primer intento en el desarrollo artístico de los bloques de piedra y madera, que en las épocas más antiguas del culto a los ídolos representaba a todas las divinidades, fue añadirles una cabeza, en cuyos rasgos se suponía que se expresaban las características del dios. Más tarde, fueron añadidos otros miembros del cuerpo, al principio con un significado simbólico. Estos cambios produjeron las hermas tal como son descritas por los autores antiguos y como actualmente se conservan. El falo formaba una parte esencial del símbolo. Heródoto atribuye su origen a los pelasgos, quienes los transmitieron a los atenienses, y éstos a los demás griegos. ​ Pausanias da la misma versión del asunto, y también afirma que los arcadios estaban particularmente orgullosos, ​ que es alguna confirmación de la tradición que remontaba la invención a la época pelásgica.

Ya en el siglo V a. C. aparecían en esta forma otros dioses además de Hermes, permaneciendo no obstante el nombre de «herma». Además del uso privado, las hermas eran también objetos de exposición y representación. Un buen ejemplo es la conocida herma de Temístocles de Ostia. Posteriormente, estas esculturas se acercan cada vez más a la forma de los bustos que serían usados con frecuencia en los retratos artísticos romanos. En éstos, y a diferencia de lo que sucedía con la mayoría de las hermas, se vuelven a esbozar unos hombros con el arranque de los brazos.
Además de políticos, se conservan hermas de filósofos y poetas, como por ejemplo de Teofrasto, maestro de Menandro.
Herma griega arcaica (Museo Arqueológico Nacional de Atenas).

Eran colocadas delante de los templos, cerca de las tumbas, en los gimnasios, palestras, bibliotecas, pórticos y lugares públicos, en las esquinas de las calles, en las carreteras principales como postes indicadores, con las distancias inscritas sobre ellos, y algunas aún pueden ser vistas en Atenas con los nombres de los vencedores de las competiciones gimnásticas inscritos sobre ellas. ​ Incluso fueron usadas como vehículo para la instrucción pública, de acuerdo con el autor del Hiparco, quien dice que el tirano Hiparco colocó hermas en las calles de la ciudad y en los caminos de toda el Ática, inscritas con versos que contenían un corto proverbio o precepto moral para la edificación de los viajeros.
En la plaza al noroeste de la Acrópolis, las hermas, erigidas en parte por individuos privados y en parte por corporaciones, formaban una larga columnata que se extendía entre el Pórtico de las Pinturas (stoa poikile) y el Pórtico del Rey (stoa basileios). Por ello, el segundo era, a veces, llamado Pórtico de las Hermas. 
En Atenas las casas tenían una de estas estatuas colocadas en la puerta​ y a veces también en el peristilo. ​ Eran adoradas por las mujeres como ayuda a la fecundidad.
En mayo del 415 a. C., la noche anterior a la partida de la flota ateniense hacia Siracusa durante la Guerra del Peloponeso, todas las hermas atenienses fueron víctimas de vandalismo, lo que fue considerado una señal de mal augurio. Aunque nunca fue demostrado, los atenienses de la época creyeron que había sido obra de saboteadores, bien de Siracusa o de pacifistas de la propia Atenas. De hecho Alcibíades, pupilo de Sócrates, fue acusado de ser el cerebro de la operación. Él negó las acusaciones y se ofreció a ser juzgado, pero los atenienses no querían trastornar aún más los planes de la expedición, y ésta partió en la fecha prevista. Sin embargo, más tarde sus enemigos políticos lo juzgaron y sentenciaron a muerte in absentia, tanto por la mutilación de las hermas, como por el crimen supuestamente relacionado de profanar los misterios eleusinos.

La Stoa Pecile  o Pórtico pintado, originariamente llamada «Pórtico de Pisianacte», era un monumento, erigido en un enclave privilegiado, al norte de la Ágora de Atenas.
La Stoa Poikilè originó el nombre de la escuela filosófica de los estoicos. El fundador del movimiento, Zenón de Citio, tenía la costumbre de enseñar allí.
A tenor de la cerámica encontrada, la stoa se puede datar entre 475–450 a. C. ​
Tenía columnas dóricas en el exterior y jónicas en el interior. Fue construida con piedra caliza y mármol. Estaba orientada hacia el sur, lo que favorecía la entrada del calor del sol en invierno, mientras que los vientos glaciales del norte se detenían en su fachada trasera.
Al principio el edificio se llamaba Peisianaktios, por su financiador Pisianacte (cuñado de Cimón). ​ Pero poco tiempo después de su construcción fue adornado con pinturas, lo que le valió el nombre de Poikilè (pintado). Dichas pinturas fueron realizadas por eminentes artistas de Atenas de mediados del siglo V a. C.: Polignoto, Micón y Paneno. Según Plutarco, cuando Polignoto pintó a las troyanas, representó el rostro de Laódice a imagen del de Elpinice. Añade que pintó la stoa gratis, para ser recordado con honor por Atenas, como cuentan los historiógrafos. El poeta Melantio dice al respecto:
Pues a su costa adornó los templos de los dioses y el ágora de Cécrope con hazañas heroicas. ​
Las pinturas son descritas con detalle por Pausanias, quien aún las pudo admirar en el siglo II. En ellas se representaron las grandes hazañas militares de Atenas, a la vez históricas y mitológicas. En concreto, Pausanias describe, sin mencionar a sus autores:
·       La batalla de Oenoe, de tema y autor desconocidos.
·       La Amazonomaquia, de Micón.
·       La toma de Troya, que Plutarco atribuye a Polignoto.
·       La batalla de Maratón, atribuida a Paneno, Polignoto o Micón, según la fuente.
Además, la stoa albergaba escudos de bronce y armamento tomado a los vencidos como botín.
La stoa se mantuvo en buen estado durante más de seis siglos, con la adición ocasional de nuevas obras pictóricas. Sufrió daños cuando Atenas fue saqueada en 267 por los hérulos, aunque sólo se llevaron lo más fácil de despojar. Las pinturas fueron retiradas por un procónsul romano, poco antes de 396. La stoa existió otros 50 o 100 años, hasta que fue demolida para obtener material de construcción para una muralla de la ciudad.
Las excavaciones, realizadas por la Escuela Americana de Estudios Clásicos de Atenas, descubrieron en 1981, gran parte de los cimientos y elementos inferiores de la stoa, en el lado norte del ágora ateniense. El edificio ha sido identificado gracias al testimonio de Pausanias.


c) Edificios relacionados con el abastecimiento de las ciudades.
En este apartado estarían los acueductos y las fuentes.
Corre muy válida, y apoyada en un texto mal entendido de Estrabón, la idea de que los griegos prestaron poca atención al problema de surtir de agua sus grandes poblaciones, opinión errónea, que ha nacido del hecho de no conservarse de ellos los asombrosos puentes acueductos que atestiguan la grandeza del pueblo romano por todo el ámbito de su vasto imperio.
Esto consiste en que la posición de las ciudades griegas, casi todas en la costa y muy próxima a los manantiales de las montañas vecinas, hacía fácil conducir el agua contorneando las laderas y con obras relativamente poco costosas, como lo eran también las de los romanos siempre que obstáculos insuperables no les obligaban a otra cosa.
La insuficiencia de las aguas suministradas por las fuentes naturales y las cisternas talladas en las rocas para satisfacer las necesidades de las ricas y florecientes repúblicas griegas, había hecho de interés público y apremiante la cuestión de aguas, y entre otros, Polícrates en Samos y los Pisistrátidas en Atenas se distinguieron por las importantes obras que realizaron para hacer frente a las exigencias de sus Estados respectivos.
Para este objeto, se procuró el primero los servicios de Eupalino, célebre por la habilidad con que había llevado a cabo las obras para el abastecimiento de aguas de Megara, bajo el dominio del tirano Teagenes (hacia 625 A. C.).
En Samos era la mayor dificultad una montaña que se alzaba entre la ciudad y el manantial. Atravesando esta montaña, perforó Eupalino un túnel de 2,48 metros de ancho, otro tanto de alto y 1300 metros de largo, abriendo dentro de él un canal de cerca de un metro de ancho y 24 centímetros de profundidad. El agua, después de correr por un declive cuidadosamente arreglado y al aire libre en todo su curso, caía en el extremo superior en un depósito de fábrica y desde allí se distribuía por toda la ciudad, donde surtía fuentes, baños, cloacas, etc., terminando en la bahía.
Túnel de Eupalinos en Samos

En Atenas, durante el gobierno de Pisístrato (560 A. C.) se terminaron obras semejantes, si bien menos difíciles, para conducir las aguas de los montes Himeto, Pentélico y Parnes. Desde el Himeto partían dos conductos que pasaban por debajo del lecho del Iliso y estaban en la mayor parte de su curso tallados en la roca. El Pentelico, como más rico en agua, abastecía otro conducto, que aún puede distinguirse en la aldea moderna de Chalandri, por unos 60 ventiladores que suben por encima del terreno, separados entre sí de 40 a 50 metros y con un diámetro de uno a uno y medio. Canales tributarios conducían a la corriente principal las aguas del distrito que ésta atravesaba.
Antes de llegar a Atenas, los dos acueductos mencionados se reunían en un gran receptáculo, del cual el agua se distribuía por medio de una ramificación subterránea que atravesaba toda la ciudad. Estos últimos conductos eran de forma varia, unos redondos, otros cuadrados y generalmente construidos con piedra: los principales tienen suficiente altura y ancho para permitir el paso de dos hombres. Algunas veces se colocaban tubos de barro dentro de los canales. El conducto de la montaña Parnes parece haber sido rehecho en época posterior. Algunos de estos conductos continúan abasteciendo a Atenas hasta el día y se tienen como maravillas de habilidad. 
El régimen irregular de lluvias en Grecia hacía necesaria la previsión y la recogida de agua en épocas de abundancia para utilizarla en momentos de escasez. Entre los  depósitos de agua y las cisternas conocidos, además de la ya citada de la isla de Rodas, es famosa la de Hybla (Sicilia). Se trataba de un gran depósito de 1.300 metros de perímetro y 9 de profundidad, que conducía el agua de lluvia hacia el mar. Combinaba las funciones de piscina, estanque para peces y depósito de agua para riegos. También se conoce bastante del abastecimiento de aguas de Atenas y la gestión sostenible de agua urbana. Atenas fue la más importante ciudad de la antigüedad con una población de más de 200.000 personas durante su época de apogeo. Sus condiciones climáticas hacen que la falta de agua fuera característicamente reflejada en el conocido mito de la competición entre Atenas
y Poseidón, donde los atenienses prefirieron la rama de olivo y a la diosa de la sabiduría que la traía frente a la abundancia de agua de mar ofrecida por el dios marino Poseidón. Los ateniense pusieron un  gran cuidado para mantener el aprovisionamiento de agua de su anhídrica ciudad. Los primeros habitantes se establecieron en la Acrópolis por sus condiciones naturales de defensa y porque tenía tres fuentes naturales, siendo la más famosa la llamada Clepsidra. Pero las fuentes naturales no bastaban para proporcionar el agua que la gente necesitaba, por lo que se acostumbraron a hacer pozos y cisternas para recoger el agua de lluvia, además de construir acueductos. Así mismo, el agua de los únicos ríos, el Cefiso y el Ilisos, fue empleada para el riego. La más importante obra fue el acueducto de los Pisistratidas, construido en época de Pisistrato y sus descendientes, hacia el 510 a.C. Llevaba el agua desde el Himeto, a unos 7,5 kilómetros de distancia hasta el centro de la ciudad de Atenas. Algunas de las cañerías, de arcilla, se han descubierto con ocasión de las obras del metro de  la ciudad, así como servidores que se cruzan en cruz, construidos en mampostería, que traían a la sedienta y muy poblada ciudad aguas de lluvias y de las fuentes próximas como la de Eridanos. Además de las soluciones estructurales para el establecimiento de aguas en Atenas, los atenienses desarrollaron una legislación que regulase la utilización de los recursos hidráulicos por parte de los ciudadanos atenienses. La primera regulación conocida fue diseñada por Solón, elegido arconte en 594 a.C., y muchas de estas leyes fueron relatadas más tarde por Plutarco. También se conocen regulaciones antipolución, a fin de mantener limpias las aguas públicas. 
Las termas en su origen eran dependencias de los gimnasios y contaban únicamente con agua fría en un primer momento aunque más tarde se conservan elementos de calefacción del agua. A partir del siglo V a.C., se empezaron a convertir en complejas instalaciones cuyo uso estaba asociado tanto a actos rituales, medicinales como atléticos. Con el tiempo todas las ciudades helenas contaron con este tipo de equipamiento y su uso pasó a Roma. En Delfos y Olimpia quedan restos de un baño público del siglo V. Estas instalaciones ofrecían baños de vapor y piscinas mixtas de agua caliente, templada y fría. El baño se convirtió así en un complicado ritual de cuidados corporales, que incluía la práctica de ejercicio, masajes con aceites especiales, una sucesión de baños a diferentes temperaturas, la limpieza a fondo de la piel y, al final, un nuevo ungimiento con cremas u otros afeites. Existían en el mundo griego varias divinidades sanadoras. La principal de ellas era  Apolo, considerado el dios de las plagas y de la enfermedad, el que aparta y desvía el mal y que domina también la profecía y el oráculo, y su hermana Artemisa que, aunque virgen, era tenida como protectora de los partos y del crecimiento de los niños, además de considerarse ‘la diosa que cura el alma’, relacionada con las curación por las aguas termales, sobre todo de las enfermedades relacionadas con los trastornos femeninos y la esterilidad. Aunque Palas Atenea, patrona de las artes y de Atenas, fue considerada también como sanadora, el principal dios curador fue Asclepios (Esculapio para los romanos), hijo de Apolo y padre de las diosas Panacea e Higia, personificaciones de la  salud. El centro de la medicina teúrgica o espiritual griega estuvo constituido por los templos de este dios griego de la medicina, los llamados asklepieia, en los que recibía culto junto con Higia (de la que procede el término higiene), considerada a menudo su hija. Estos templos estaban a menudo edificados en lugares de belleza natural, con agua abundante y en ocasiones regados por manantiales y fuentes minerales medicinales. Alrededor de ellos se construyeron numerosos locales para residencia de los sacerdotes, médicos, enfermos y acompañantes, así como otros para baños y ejercicios gimnásticos. Los sacerdotes que regían el templo recibían a los enfermos con un relato de las curaciones principales allí conseguidas. El enfermo participaba en las ceremonias de culto, realizaba la ofrenda y el sacrificio a Asclepios y pasaba por un ritual de abstinencia o dieta, baños, masajes y unciones, vida tranquila y relajada, que le preparaban para pasar al descanso de una o dos noches en el interior del templo. Al llegar la noche dormía en el templo, cerca de la estatua de Asclepios y pasaba por la incubatio (incubación), sueño en que se le aparecía el asclepiades que le recomendaban el remedio para el mal, o tenía sueños donde recibía el consejo o la curación de la deidad. Al obtener la curación era costumbre que el enfermo dedicara un exvoto en metal o en cera del órgano afectado, como luego se hizo en los templos romanos  o cristianos hasta nuestros días. En estos asklepieiaexistían también fuentes ‘milagrosas’ que devolvían la salud, no sólo física sino también mental. Por los pasillos del templo de Pérgamo, en Asia Menor, aún se conservan los pequeños canales por los que el agua circulaba, cuyo rumor melodioso calmaba la tensiones psíquicas, en lo que se ha considerado, por su uso de la meloterapia hídrica, el primer sanatorio mental del mundo. La música, la danza y el sonido dedicados a expulsar los agentes causantes de una enfermedad se emplearon también como prácticas terapéuticas en la Grecia antigua, y Pitágoras recomendó la terapia con música para tratar de restablecer la armonía natural o simpatía entre el cuerpo y el alma. Entre los instrumentos musicales consideraba la lira como el más útil para ciertas enfermedades internas y para reencontrar el equilibrio, mientras que prefería el cántico, acompañado de este instrumento, para hacer frente a la melancolía o la cólera.
En cuanto a la aplicación del agua por la escuela de Hipócrates de Cos (nace hacia el 460 a C.), éste indica que: “Los baños fríos, seguidos de ejercicios físicos, dan más calor al cuerpo que los baños calientes. Los dolores muy fuertes de la gota o del reumatismo pueden desaparecer con repetidos chorros de agua fría. El agua del mar cura heridas y úlceras cutáneas”.

d) Edificios para la educación y el entretenimiento (teatro y gimnasio).
La educación tuvo una gran importancia en Grecia, al menos en los niveles básicos. No era competencia estatal sino privada, por lo que la educación estaba llevada a cabo por profesores particulares y costeada, a su vez, por los padres del alumno.

Teatro «lugar para contemplar»),​ o más específicamente, teatro de la Antigua Grecia, es la cultura teatral que floreció en la antigua Grecia entre 550 a. C. y 220 a. C. El teatro griego se originó en un espacio circular al aire libre llamado orchestra, en el que se ejecutaban una gran variedad de actividades, desde espectáculos artísticos (danzas, recitados, y piezas musicales), hasta eventos cívicos y religiosos. Se trataba de un lugar de tierra lisa y compacta dispuesto para la representación de cantos corales, una de cuyas variedades, el llamado ditirambo, fue, según la tradición, el progenitor de la tragedia ática. Todos los grandes teatros se construyeron a cielo abierto.
Independientemente de cuál sea la definición que se le dé a la palabra mito o leyenda, puede entenderse que con ella se designa a una serie de antiguos relatos referidos a los héroes e incluso a los dioses, de los que se narran hazañas espectaculares, y en los que el imaginario colectivo posterior de un pueblo ha creado un conjunto de símbolos culturales. La literatura griega está plagada, desde sus más remotos orígenes homéricos, de personajes y sagas míticas locales; así, suele hablarse del ciclo troyano (en torno al cual se agrupan los principales héroes y familias que participaron en la expedición de la Guerra de Troya: Agamenón, Menelao, Electra, Orestes) y del ciclo tebano (en el que aparecen las figuras de Edipo, Antígona, Eteocles y Polinices, los dioses Dioniso y Zeus y el héroe local Heracles, entre otros).
No obstante, la postura que han mantenido ante el mito los diversos autores de tragedias dista mucho de ser homogénea. En una progresiva evolución, se observa cómo al principio Esquilo se muestra respetuoso y crédulo ante el mito y la religiosidad tradicional, mientras que no muchos años más tarde Eurípides asumirá una crítica revisionista de los personajes míticos y de las antiguas creencias religiosas. Con ello, este último no hacía sino seguir probablemente los pasos de filósofos y pensadores como Jenófanes de Colofón, quien defendía la idea de que los dioses de Homero no eran sino una pura ficción. De otro lado, si hay una característica singular del mito es su anticanonicidad. No existe una única versión de un mito. En todo caso, para los antiguos griegos no estaba tan nítida como para nosotros la contraposición entre mito e historia o entre pensamiento mítico y pensamiento racional. Sin duda, los antiguos griegos creían que Agamenón fue un antiguo rey que, con toda certeza, había acudido a una antiquísima guerra de Troya, y seguían respetando y venerando las tumbas de los «antiguos héroes» a los que continuaban rindiendo culto como criaturas benéficas, incluso después de muertos, para la comunidad. Incluso cabría recordar que el mito es un producto de una sociedad esencialmente oral, un conjunto de relatos que pueden transmitirse en un formato múltiple: como canto, como recitado poético, como representación plástica e iconográfica. El hecho de que los griegos no hayan tenido ningún libro sagrado sobre la verdad de los dioses, equivalentes a lo que son la Biblia, la Torá o el Corán para otras culturas, confería al mito una casi completa versatilidad y la posibilidad de ser revisado una y otra vez.
El repertorio mítico entronca por otra parte con los rituales religiosos a los que también desde antiguo estuvo vinculado al teatro como parte de una serie de celebraciones o fiestas religiosas insertas en la tradición de antiguos rituales. Para los antiguos griegos, la base de la religión se encuentra más en el ritual que en un conjunto de creencias, y aquí de nuevo la civilización contemporánea se halla alejada de los griegos. La sociedad ateniense estaba más ritualizada. De otro lado, entre ritual y teatro antiguo existen una serie de enlaces muy sugestivos que interactúan en uno y otro sentido, del ritual al teatro y del teatro al ritual. Estos son los elementos: el ritual de súplica, los rituales funerarios, la purificación o catarsis de la «oración».
En una sociedad primitiva en la que no está institucionalmente asegurada la protección personal, los ritos del suplicante adquieren una extraordinaria importancia. De hecho se interpreta como un abominable acto no proporcionar derecho de acogida a un suplicante o expulsarlo del santuario donde ha buscado asilo. En el teatro abundan las escenas del suplicante que implora el auxilio del poderoso, y es posible que los propios autores de tragedia aprovecharan la existencia de este ritual de súplica porque encontraron en él un mecanismo de enorme impacto escénico y dramático.
De otro lado, las costumbres y ritos funerarios de los griegos entraron igualmente de lleno en la arquitectura dramática. La persona que muere no encontrará definitivo reposo hasta que le hayan cumplido una serie de ritos religiosos relacionados con su enterramiento. La joven Antígona entiende que debe dar sepultura a su hermano Polinices, a pesar de la expresa prohibición del rey Creonte; en Las Coéforas de Esquilo se encuentra a un grupo de personas enviadas por Clitemestra para que viertan libaciones sobre la tumba de Agamenón. Estas y otras prácticas funerarias implican un ritual complicado: las mujeres lloran, se golpean el pecho, se cortan el pelo, se desgarran sus vestidos al tiempo que entonan gritos inarticulados de tipo «ió», «ió», «ai», «ai», «paián», «paián», mientras vierten libaciones y presentan sus ofrendas al muerto. En todo caso, la muerte se presenta al griego como fuente de contaminación míasma, de la que tanto el individuo como la colectividad debe limpiarse mediante un ritual de purificación. Así, cuando Orestes llega a Atenas después de haber asesinado a su madre, los atenienses le dan acogida pero no le dirigen la palabra, porque todavía está contaminado por el asesinato. Y nuevamente en el Edipo Rey aparece toda una ciudad contaminada porque en ella habita un asesino que aún no se ha sometido al ritual de la purificación. Los ciudadanos acuden al palacio de Edipo como suplicantes con una petición concreta: encontrar al causante de la contaminación y expulsarlo de la ciudad. Es un tipo de súplica a la vez política y religiosa, ya que no se trata solo de lograr que regrese la prosperidad a Tebas, sino que tiene una carga de significación religiosa.
Cabe mencionar que el teatro se consagraba íntegramente a las nueve musas de la inspiración, por su muy estrecha vinculación con el dios Apolo, patrón de las Bellas Artes. Cada una de ellas representan virtudes artísticas y cognoscitivas, dos de ellas son musas directas del teatro antiguo.

Las musas en el teatro

Urania

El teatro estuvo en la Antigua Atenas, al igual que en muchas otras culturas, vinculado desde siempre a la celebración de determinados festivales y rituales de carácter religioso. Según las noticias de que se dispone, uno de los más antiguos y concurridos fue el que se celebraba en honor del dios Dioniso en Atenas durante los días 11 al 13 del mes llamado en griego Antesterion (mes de las flores) que corresponde aproximadamente a nuestro mes de febrero. Hay un testimonio de Filóstrato, ​ donde se nos afirma que dicho nombre de Antesteria se refiere a un ritual en el que una serie de chicos y chicas atenienses portaban durante una procesión unos ramos de flores una vez llegados a la pubertad. Por su parte, la cerámica griega atestigua algunas representaciones que parecen corresponder a estas celebraciones. Las fiestas duraban cinco días:
·       En el primero, denominado Pithoigia, se procedía a abrir los cántaros (pithoi) en que se había conservado el mosto desde el mes de septiembre anterior, vino que —previsiblemente— se consumía en parte en honor del dios Dioniso y en provecho y disfrute de los participantes.
·       El segundo día, llamado Choes, continuaba la celebración festiva y se sorteaba un pellejo de vino entre los que asistían a las fiestas.
En cualquier caso, se ha de admitir que estas celebraciones solo tangencialmente se relacionan con los orígenes del teatro griego, aunque sin duda fueron el precedente de otros festivales que se comentan más abajo.

Las Leneas
Estas fiestas se celebraban en Atenas durante el mes de Gamelión (el mes de las bodas), que corresponde aproximadamente a nuestro mes de enero, mes que recibía el nombre de Leneo en el ámbito de las ciudades jonias según el testimonio de Aristóteles.
El rey atiende, en primer lugar, con la colaboración de los comisarios que haya votado el pueblo con el brazo en alto, a los misterios; estos comisarios son dos de entre todos los atenienses, uno de entre los Eumólpidas y otro de entre los Cérices... Atiende también en segundo lugar a las Dionisias Leneas, que consisten en una procesión y un certamen. La procesión la organizan en colaboración el rey y los comisarios, y el certamen lo controla el rey. Regula también el todas las carreras de antorchas y de alguna manera, él es quien regula todos los sacrificios tradicionales.
Estas Leneas se celebraban en Atenas en un edificio llamado el Leneo, aunque no se tiene noticias claras acerca de dónde pudo estar el emplazamiento, si en la propia acrópolis o en las afueras. Se trata de una institución muy antigua, anterior a la de las Grandes Dionisias, y es probable que al cabo del tiempo su celebración se trasladara (en torno al 440 a. C.) al Teatro de Dioniso. Parece ser que la concurrencia a estas fiestas era solo o mayoritariamente ateniense, sin la numerosa presencia de extranjeros característica de otras celebraciones. Así al menos parece atestiguarlo, entre otros testimonios, el cómico Aristófanes: ​
DICEÓPOLIS. No toméis a mal, señores del público, que yo, un mendigo, me disponga a hablar ante los atenienses acerca de la ciudad en el seno de una comedia, porque también la Comedia sabe de Justicia. Voy a decir cosas terribles pero justas, y ahora no podrá reprocharme Cleón que hable mal de la ciudad en presencia de extranjeros, porque solos estamos- es el concurso de las Leneas- y no hay extranjeros, pues ni han llegado los tributos ni los aliados de las ciudades: ahora estamos solos: trigo sin broza, limpio, porque a los metecos los llamo el salvado de los ciudadanos.
Las Leneas fueron el principal marco de representación de las comedias de Aristófanes, según se sabe por las noticias (hipótesis) que anteceden al texto de algunas de sus obras. Así en la «hipótesis» a Los acarnienses se lee: «La obra es una de las mejor compuestas e incita a la paz por todos los medios. La hizo representar en las Leneas, a nombre de Calístrato, durante el arcontado de Eucino 426/425 a. C., y quedó la primera». También en la segunda hipótesis a Los caballeros encontramos nuevas alusiones a las Leneas: «La obra fue representada a expensas públicas en el arcontado de Estratocles 424/424 a. C. en las Leneas bajo la dirección del propio Aristófanes. Quedó el primero. El segundo premio lo ganó Cratino con Los Sátiros y el tercero, Aristómenes con Los Leñadores».
Noticias similares encontramos también en las hipótesis de Las avispas y de Las ranas, así como en una serie de inscripciones estudiadas por Csapo.

Las Dionisíacas Rurales
La celebración de estas fiestas tenía lugar durante el mes Posidonio, que equivale más o menos a nuestro diciembre. Se trataba de una procesión en torno a un falo con la que se buscaba propiciar la fertilidad de los campos sembrados durante el otoño. No nos es dado precisar cuándo se produjo la asociación de esta fiesta al dios Dioniso, aunque de acuerdo con el testimonio de Platón​ parece que existieron diversas celebraciones, ya que había gente que asistía consecutivamente a más de una de ellas:
Y aún son de más extraña ralea para ser contados entre los filósofos los que gustan de las audiciones, que no vendrían de cierto por su voluntad a estos discursos y entretenimientos nuestros, pero que, como si hubieran alquilado sus orejas, corren de un sitio a otro para oír todos los coros de las Fiestas Dionisias sin dejarse ninguna atrás, sea de ciudad o de aldea.
Un nuevo testimonio sobre el contenido de estas fiestas se puede ver en la comedia Los acarnienses de Aristófanes, ​ donde el personaje Diceópolis parodia la procesión de la fiesta, mientras entona un canto a Falo, personificación de la fertilidad, a quien su esclavo Jantias lleva como estandarte. Se ha de suponer que pasajes de este tipo son los que debió utilizar Aristóteles cuando en su Poética nos habla de que en sus orígenes la comedia se remonta a estas comparsas de cantantes fálicos (Cf. komoi. Especialmente famosas fueron las celebraciones que tenían lugar en el Pireo. Aunque la ciencia epigráfica y filológica dispone de algunas inscripciones halladas en el terreno, el antiguo edificio del teatro del Pireo ha desaparecido por completo. En todo caso parece que las Dionisíacas Rurales tenían un carácter más agrario que los grandes festivales de la ciudad, aunque precisamente por ello es posible que hayan conservado un carácter más marcadamente religioso y primitivo.
Escultura del dios Dioniso, a quien se le dedicaban fiestas cívico-religiosas

Las Dionisíacas ciudadanas (Grandes Dionisíacas)
Pero las fiestas más célebres, las fiestas atenienses por antonomasia, fueron las llamadas Dionisias Ciudadanas o Grandes Dionisias, instituidas en honor del dios Dioniso, cuya imagen era trasladada desde la ciudad de Eléuteras (Beocia) a Atenas. Se sabe que en época de Pisístrato (siglo VI a. C.), el festival había ya alcanzado notable fama y que su celebración coincidía con nuestro mes de marzo, época en que la navegación y los viajes se hacían más cómodos y seguros con la llegada de la primavera. La ciudad de Atenas se engalanaba para recibir a embajadores y aliados, hombres de negocios y políticos a quienes el Estado condecoraba por algún servicio especial prestado en beneficio de Atenas. La procesión de una estatua de Dioniso recorría las calles de la ciudad, acompañada de un desfile de antorchas que llevaban los jóvenes en edad militar. Al cortejo se sumaban igualmente cortejos de muchachas (canéforas) con ofrendas para diversos sacrificios. Cada una de las diez tribus de la ciudad organizaba un coro de cincuenta chicos y otro coro de cincuenta adultos que participaban en el concurso.
Por lo que se refiere a las representaciones dramáticas que tenían lugar durante estos días, se sabe que Aristóteles se ocupó de registrarlas debidamente por escrito en torno a los años 330 a. C. De parecido tenor son las didascalias, inscripciones halladas en la falda de la Acrópolis, donde quedaron asentados los títulos de las tragedias representadas en las Dionisias, las comedias de las Dionisias y de las Leneas, los nombres de los arcontes, los nombres de los autores de las piezas dramáticas, etc. Una de las principales inscripciones está incompleta, y delante del nombre de Esquilo (cuya primera victoria en los concursos se fecha en el 484 a. C.) faltan unas diez líneas que debían referirse a los autores de tragedia de las Dionisias.
Ha llegado al presente el testimonio extraordinario de una inscripción, conocida como «Marmor Parium», descubierta en la isla de Paros, en la que se han reproducido algunos acontecimientos históricos desde la fundación mítica de la ciudad de Atenas (c. 1580 a. C.) hasta el 263 a. C. aproximadamente. En ese documento se habla de la presentación de ciertos festivales dramáticos en un espacio de tiempo que va desde el año 580 a. C. al 508 a. C. El texto dice así:
Desde que en Atenas se organizó el primer coro de actores cómicos, siendo el pueblo de Icaria el primero que corrió a cargo de su organización, y el poeta Susarión su inventor, se estableció como premio al vencedor un cesto de higos y un odre de cuarenta libros de vino... Desde que el poeta Tespis puso en escena su primera obra dramática en la ciudad, donde se propuso como premio al vencedor un macho cabrío, han pasado más de 250 años, siendo arconte en Atenas un tal [...]teneo, el Viejo... Y desde que se organizó el primer coro de hombres en un certamen, en el que obtuvo la victoria Hipódico de Calcis, han transcurrido 236 años, siendo arconte en Atenas Liságoras.
¿Cuál era, pues, la vinculación de estas fiestas con la celebración de los concursos dramáticos? Durante el siglo V concurrían al certamen de tragedias tres autores, cada uno de los cuales presentaba cuatro piezas, tres tragedias y un drama satírico de acuerdo con el siguiente calendario y programa: el día previo, llamado proagón, se dedicaba a ultimar los preparativos y los autores hacían la presentación de sus obras en compañía de sus actores. El día siguiente (el primero propiamente hablando) se iniciaba con la procesión y traslado de la estatua del dios Dioniso, que era acompañado por grupos de jóvenes hasta la Acrópolis y en ella intervenía la mayor parte de los ciudadanos, agrupados según las distintas tribus de la ciudad. Atravesando el ágora, finalizaba en el altar que se hallaba en el centro del propio teatro, donde tenía lugar el concurso de ditirambos; el segundo día se representaban cinco comedias; y cada uno de los tres días siguientes se escenificaba tres tragedias y un drama satírico. De este modo, durante los seis días de fiesta de las Grandes Dionisias se ponían en escena un total de diecisiete obras, además de los cantos ditirámbicos del primer día. No obstante, tanto el número de piezas como su extensión estaban regulados por las necesidades del programa diario de representaciones o por especiales circunstancias durante algunos años de la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.). Esquilo fue autor de trilogías (tres obras en torno a un mismo personaje o motivo), mientras que Sófocles abandonó dicha práctica, según atestigua el antiguo léxico Suidas.
En cuanto a la comedia, la organización era distinta. Cada autor presentaba a concurso (fuera en las Leneas o en las Dionisias) una sola obra en cada festival. Esto es lo que se atestigua para el siglo V y probablemente para el siglo IV a. C., aunque tal vez merezca dejar constancia de que Aristófanes pudo presentar en alguna ocasión, de manera excepcional, dos obras. Hay una didascalia que nos habla de que un tal Diodoro obtuvo el segundo y el tercer premio el mismo año, aunque no debe descartarse la posibilidad de que se tratara de dos autores distintos con un mismo nombre. Por otra parte, lo más corriente fue que durante el siglo V participaran cada año en el concurso cinco autores, aunque durante los años de crisis de la Guerra del Peloponeso se redujeron a tres.

El vestuario
El vestuario de una representación griega está compuesta por:
• Máscaras: los actores griegos utilizaban las máscaras o, en su defecto, ocultaban su rostro con barro o azafrán. El ocultar la cara simboliza el vestirse con elementos nuevos y no comunes, necesarios para realizar el rito, era también un ritual.
Más tarde, cuando el teatro fue teatro y no un acto religioso, la máscara era aquel elemento que transformaba al actor en personaje, había máscaras de viejos, de jóvenes, mujeres, etc. Con el tiempo, los artesanos consiguieron verdadero realismo en las caretas.
Además la máscara poseía unas enormes dimensiones para que fuera mucho más visible al público y para, junto con los coturnos (zancos), guardar la proporción entre las diferentes filas de asientos. Por otra parte, las máscaras podían servir de "megáfono" aumentando la voz del actor. Y por último, permitía al actor interpretar varios personajes.
• Los coturnos: son una especie de zapatos de madera con alza que servían para dar altura al actor. Conseguían que los personajes nobles destacasen sobre el coro y dar proporción al actor con la gran máscara. Así el actor era enorme, con lo que el público podía verlo con facilidad. Generalmente solo eran usados en la tragedia.
• Ropas: por lo general, los trajes usados eran túnicas, cortas o medias y mantos. Según los colores de las ropas el personaje tenía más o menos importancia, así, los colores oscuros eran para los personajes tristes, los alegres para los importantes o los colores normales para la gente del pueblo. Los actores usaban unas almohadillas para abultarse, de modo que se siguiese guardando la proporción con el coturno y la máscara. Además podían usar otros elementos como corona en el caso de los reyes.

El diálogo recitado y el canto
Si el actor recitaba y el coro contestaba cantando se daba un diálogo epirremático. En el caso de que ambos actor y coro cantaran se daba la figura del Kommós. El conjunto de diálogos entre actor y coro recibía el nombre de amebeo. A veces un mismo verso era recitado por dos o más actores a eso se le llamaba antilabē.

El coro
Los movimientos del coro en la representación eran muy variados, su entrada a escena se llamaba párodo, generalmente precedida por el prólogo. Ya que el coro había entrado en la orquesta iniciaba un canto coral conocido como estásimo el cual poseía versos líricos, a lo largo de la pieza solía haber tres estásimos. Además de esto el coro podía dialogar con los actores.

Funciones del coro en la tragedia griega
El coro en la tragedia griega actuaba como intermediario. Los coros se involucraban en la acción, sus cantos eran importantes y explicaban a menudo el significado de los acontecimientos que precedían a la acción.
El coro normalmente iba vestido de negro, se encontraba junto a la orquesta y acompañaba a la escena. Pero no todos los días, solo cuando el público pagaba.
El coro se ubicaba de espaldas al público, en la parte delantera de la escena (orquesta) y acompañaba con cantos y danzas la representación. Detrás de la orquesta se desarrollaba el acto teatral (proscenio). En el fondo se encontraba un escenario (skene) en el que había tres aberturas por donde entraban y salían los actores

La composición del público
Es cierto que acudían gentes de otras polis griegas que llegaban a Atenas en esos momentos aprovechando la bonanza marítima de la nueva estación que se acababa de abrir, después del forzado paréntesis invernal. Sin embargo, tal circunstancia sólo se daba al parecer en las Grandes Dionisias, ya que a las Leneas sólo asistían los atenienses, según se desprende de una clara alusión de la parábasis de Los acarnienses de Aristófanes.
Resultaba difícil encontrar un asiento e incluso se producía cierta violencia con motivo de la compra de los mismos. Este fue, al parecer, uno de los motivos que impulsaron a Pericles a crear el fondo público destinado a sufragar los gastos de los ciudadanos con menos recursos que se veían claramente marginados.
Además, la mayoría de los edificios sufrieron obras de remodelación para ampliar el espacio dedicado a los espectadores.
Existían localidades fijas en las filas destinadas a los magistrados de la ciudad, a los sacerdotes de Dioniso y a aquellos ciudadanos que habían contribuido de forma especial al bienestar público, los cuales recibían como reconocimiento de la ciudad este derecho a ocupar uno de los asientos preferentes (la proedría). Los hijos de los caídos en la guerra y los embajadores de otros estados recibían el mismo privilegio. El resto de la cávea estaba distribuido por tribus, de forma que cada una de ellas tenía asignado un sector determinado, pero no parece que esto fuera suficiente para evitar altercados y premuras de última hora. Es muy significativa la importancia que se daba a la concesión de un asiento preferente, aparte del prestigio social que ello confería al destinatario.
Otro motivo que explica esta asistencia masiva a las representaciones teatrales es la ausencia de discriminaciones de cualquier clase para el acceso a las mismas, a diferencia de lo que sucedía con otro tipo de acontecimientos como los jurados o las asambleas populares.
Respecto a las mujeres, colectivo casi siempre marginado de las actividades principales en la sociedad griega, alguna cuestionan su presencia en el interior del recinto teatral y se ha llegado a suponer que asistían a los espectáculos desde fuera en los caminos que bordeaban la ladera de la Acrópolis sobre la que se ubicaba el teatro ateniense.
En algunos pasajes cómicos en los que se alude al auditorio, como La paz de Aristófanes, o El díscolo de Menandro, no se las menciona en ningún momento. Sin embargo, una serie de testimonios del siglo IV a. C., perfectamente retrotraíbles al período anterior, y ciertas anécdotas procedentes de autores tardíos, parecen indicar lo contrario. Así, en un pasaje de Leyes de Platón, se hace alusión a la preferencia de las mujeres educadas por el género trágico. Y en un escolio de Aristófanes se menciona un posible decreto de un tal Espirómaco, que proponía la separación de sexos en el teatro e incluso una separación entre mujeres libres y cortesanas.
Por otro lado, una biografía tardía de Esquilo menciona cómo la representación de Las euménides provocó tales reacciones de horror entre el auditorio femenino que muchas llegaron incluso a abortar, y en Ateneo se recoge la noticia de la gran admiración que produjo entre hombres y mujeres por igual la entrada al recinto de Alcibíades, en calidad de corego y ataviado con ropas de púrpura.
Los jóvenes también asistían al teatro, según se deduce del comentario de Aristóteles en Política sobre la conveniencia de prohibirlo. Además, en La paz, 50-53, lo confirma Aristófanes.
Sobre la asistencia de los esclavos es posible que sólo fuera sirviendo de compañía para sus amos más jóvenes. Resulta ilustrativo que Teofrasto incluya en sus Caracteres la figura del desvergonzado, cuya especial hazaña consistía en el teatro a uno de sus esclavos en compañía de sus hijos ocupando asientos que estaban reservados para posibles invitados.

La respuesta del auditorio
Las obras puestas en escena revelan una complejidad de pensamiento y unas sutilezas literarias que no parecen estar al alcance de cualquiera. Los argumentos de los dramas están basados en los pormenores de la leyenda heroica y, a pesar de la difusión que ésta alcanzó gracias a la actividad de los rapsodas y recitadores profesionales, resulta difícil imaginar que todos contasen con un bagaje considerable al respecto, dadas sus múltiples variantes y lo difuso de algunas ramificaciones genealógicas. Los estudiosos albergan serias dudas al respecto. ¿No habría sido el teatro un espectáculo de élite forzosamente compartido con toda la masa social ateniense por las imposiciones políticas y religiosas?. Aristófanes alude en repetidas ocasiones a la ingratitud de los espectadores prestos siempre a silbar a los poetas ancianos y a la volubilidad y mal gusto del público. En Las aves se burla de la incapacidad de los asistentes, al no tener alas para escapar del teatro y poder volver en el momento adecuado cuando la comedia terminaba.
No hay que sobrevalorar el nivel del público ateniense a partir de las parodias que Aristófanes hacía de algunas tragedias o de sus autores. Muchas de estas alusiones se referían a obras que habían sido puestas en escena hacía poco, o se dirigían más que a pasajes concretos que puedan hacer suponer un cierto conocimiento literario por parte de los espectadores, al estilo general de un poeta, a su tono, que era algo mucho más fácil de retener, especialmente si había repetido sus intervenciones en años sucesivos.
A pesar de todo, parece que al menos una parte del público ateniense estuvo a la altura de las circunstancias y adoptó ante las representaciones un alto grado de seriedad e inteligencia. Supo reconocer las grandes figuras, cuyas obras ganadoras de los premios en los certámenes y luego representadas con cierta regularidad, son precisamente las que han sobrevivido.
Hay anécdotas sobre las respuestas emocionales excesivas por parte del público ante algunas representaciones como la mencionada de Las Euménides, o la que se refiere a la prohibición de futuras representaciones de La captura de Mileto, obra de Frínico, a causa de los sentimientos dolorosos que provocó a los espectadores.
En el teatro griego, a diferencia del de Shakespeare, por ejemplo, apenas importa la personalidad de los personajes y son los problemas, la moralidad y las acciones los que alcanzan el primer plano.
Es muy probable que dada la variedad del auditorio, en ocasiones los poetas se dirigieran únicamente a un sector más formado, a cuya apreciación irían destinadas ciertas sutilezas poéticas. Hay que mencionar la anécdota que narra cómo se salvaron de una muerte atroz en las latomías de Siracusa aquellos cautivos atenienses que eran capaces de recitar pasajes completos de Eurípides. O bien la noticia de Teofrasto sobre la alta distinción y estima social que alcanzaban quienes eran capaces de recitar parlamentos de tragedias.
Existía además un alto grado de propaganda y de concienciación cívica en todos los festejos que rodeaban las representaciones teatrales, tanto al inicio del certamen como una vez finalizado éste. La ceremonia de apertura de los festivales se convertía en una gran manifestación del poderío ateniense y en una promoción de los deberes ciudadanos. Se exponía ante los espectadores llegados de todas partes del mundo griego el tributo enviado por los aliados de Atenas, se hacía desfilar a los huérfanos de los caídos por la ciudad, cuya educación y armamento habían sido costeados por la comunidad, y se proclamaban los honores de aquellos que habían beneficiado a la polis de alguna forma.
Los principales representantes del estado se sentaban en las primeras filas y debían realizar unas ofrendas al inicio de la celebración. Buena parte de la financiación corría a cargo de un ciudadano rico, que cumplía con un impuesto denominado liturgia, cuya función era subvenir a las necesidades básicas de la comunidad.
La asamblea reunida al principio para determinar el curso de la celebración, debía reunirse también al término de la misma para dictaminar la buena o la mala organización del certamen por parte del magistrado encargado a tal efecto.
Los jurados que otorgaban los premios eran seleccionados entre los ciudadanos por un curioso y complicado sistema, y en ocasiones era el público, con su presión sobre los jueces, quien decidía el resultado (Platón alude con desprecio a la "«teatrocracia»" así creada). A pesar de las diferencias de actitud y de respuesta ante las obras representadas, pocos podrían haber escapado a la atmósfera general que rodeaba el acontecimiento: una semana de fiesta pública en la que todos los asuntos se posponían, en la que se glorificaba el orgullo ateniense y en la que la ciudad era dominada por una experiencia singular que todos sus habitantes podían compartir personalmente: el edificio como espacio escénico.
La construcción de los teatros griegos "clásicos" va desde el siglo V a. C. al siglo III a. C. Es relativamente fácil identificar a un centenar. Antes de este período, las construcciones existentes son de la Época Arcaica, y después son helenísticas o romanas, e innumerables.
Los teatros clásicos griegos están presentes en toda la Grecia continental e insular, así como en Magna Grecia y Asia Menor.
Los teatros se construían en la ladera de una montaña, para poder apreciar la obra representada, a diferencia de los romanos, muchos de los cuales se levantaban en terreno llano y elevaban sus gradas por medio de bóvedas y arcos.
Comparando los teatros griegos con los romanos se observan varias características:
·       Ningún teatro griego está en terreno llano, debido a que los griegos no sabían construir bóvedas de hormigón, pero sí rellenaban los laterales si era necesario, como en Dodona, Epidauro y sobre todo en Argos, donde prácticamente se ha construido todo el koilon.
·       La inmensa mayoría de teatros romanos también están respaldados por una colina, ya que la construcción en llano era un lujo reservado para casos necesarios, como los levantados en el Campo de Marte en Roma. Esto no se aplicaba a los anfiteatros, que se construían en cualquier lugar debido a su importancia social.
Los teatros de las grandes ciudades estaban construidos en gran escala para acomodar a un gran número de personas en la orquesta, así como a la mayor cantidad de espectadores (hasta 18.000). Las matemáticas jugaron un papel muy importante en la construcción de estos teatros, y su diseño semicircular permitía tanto buena visión como acústica.
Los griegos comprendieron esta última de manera inigualable; los diseñadores fueron capaces de crear una acústica inmejorable en los teatros, de tal manera que las voces de los actores pudieran ser oídas en todo el teatro, incluidas las personas que estaban sentadas en la última y más alta fila de asientos; actualmente es difícil encontrar un teatro moderno de gran tamaño capaz de mejorarla. En el teatro de Epidauro se puede oír desde las más altas gradas cualquier susurro dicho en la skené. Se puede suponer que esto sería igual en muchos de los teatros, todos construidos de forma semicircular, si estuvieran en un estado de conservación tan bueno como el famoso santuario de Asclepio.
Según recientes estudios del Instituto Tecnológico de Georgia la gran acústica del teatro tiene su raíz en sus asientos de caliza.
Los teatros griegos constaban de tres partes principales: koilon, orchesta y skené.
Teatro de Epidauros
Koilon
El koilon era el conjunto de gradas donde se asentaban los espectadores. Ocupaba la ladera de la montaña, y recibió también el nombre de theatron, cuyo significado es "lugar desde el que se mira", que más tarde pasó a referirse a todo la construcción. Tenía forma semicircular y los asientos estaban situados en gradas. Estaba dividido en sectores (kerkís): de forma vertical, por escaleras y en horizontal, por pasillos (diazoma).
Al principio los asientos de las primeras filas estaban hechos de madera, y el resto de la gente se sentaba directamente sobre la tierra; pero alrededor de 499 a. C. se comenzaron a construir líneas de bloques de piedra en la ladera de la colina para crear asientos permanentes y estables, que se fueron haciendo cada vez más comunes; los de la primera fila fueron llamados prohedria, eran de mejor calidad y estaban reservados para los sacerdotes y para los ciudadanos más respetados. Entre el koilon y la orchesta había un murete llamado balteus.

Sitial para el arconte epónimo en el teatro de Dioniso.

Orchestra
Era la parte más antigua del teatro, y era utilizada por los coros y las danzas rituales. En los primeros tiempos tenía un altar en el centro, thymile, donde se sacrificaba un cordero en honor del dios Dioniso antes de comenzar la representación. El altar fue disminuyendo de tamaño con el tiempo hasta desaparecer.
Las obras estaban conformadas por un ditirambo, es decir, un coro formado por 50 personas entre hombres y niños, donde el elemento más importante era el ritornello, grito lanzado para llamar la atención del Dios.
La orchestra, que en general tenía forma circular, poseía 24 metros de diámetro, y estaba situada al pie de la ladera en un lugar aplanado. Cuando se creó la skené, ésta se adentraba en ocasiones en el círculo hasta ocupar un séptimo de su diámetro. En el centro se colocaba una plataforma, aunque no en todos ellos: en Dodona no lo hay, y en Eretria lo que hay es un agujero conectado a un túnel.
También existieron orchestas semicirculares, como en el teatro de Epidauro y de Metaponto, y a partir del siglo V a.C. algunos teatros también tenían en la orchesta una zona ampliada llamada logeion usada para los discursos.
Plano de un teatro griego clásico. (Teatro de Dioniso).

Skené
Cuando además de coros comenzó a haber un argumento y actores, se construyó la skené. Era una plataforma alargada y estrecha situada junto a la orchesta, en el lado opuesto al koilon. Con el tiempo se elevó cerca de tres metros sobre la orchesta, sostenida por una columnata.
La muerte de un personaje siempre ocurría ob skené, fuera de escena, ya que era inapropiado mostrar una matanza a ojos de la audiencia; de esta expresión deriva la palabra obsceno. En 465 a. C. los dramaturgos comenzaron a usar un telón para estos casos, que colgaba detrás de la skené simulando un decorado, y que también servía a los actores para ocultarse detrás y cambiar de vestuario durante la obra; se convirtió en una pared de ladrillo o piedra en 425 a. C., llamada paraskenia, y desde entonces fue un elemento común en los teatros; consistía en una pared larga proyectada hacia delante por los lados, la cual podía tener puertas para las entradas y salidas de los actores. Justo delante de la paraskenia, entre ella y la orchestra, la skené recibió el nombre de proskenion.
Hacia el final del siglo V a. C., alrededor de la época de la guerra del Peloponeso, la paraskenia tenía dos pisos de altura y fue llamada epskenion.

Parodoi
Los teatros griegos tenían entradas para los actores y los miembros del coro llamados parodoi (plural de parodo). Los parodoi eran dos entradas que se abrían entre la skené y la orchesta, que también recibieron el nombre de eisodoi. Tenían una función dramática, ya que, por convenio, los más occidentales representaban la salida hacia el mar o el campo y los más orientales a la acrópolis. Por lo tanto, dependiendo de por dónde entrasen o saliesen los coros o personajes, el público sabía a dónde iban o venían.

Proskenion
El proskenion (delante de la escena), adornado con columnas y estatuas, era el lugar donde actuaban los actores y era similar al proscenio actual. La paraskenia se decoraba con figuras y pinturas, según el lugar en que la acción se desarrollaba.

El Gimnasio
El gimnasio en la Antigua Grecia era una institución dedicada a la instrucción física y espiritual. También funcionaba como una instalación de entrenamiento para competidores en juegos públicos. Era también un lugar para socializar y para encontrar grupos con los cuales se compartieran ideas. El nombre proviene del griego gymnos, que significa desnudez. Los atletas competían desnudos, una práctica para dar mayor realce a la belleza de la figura masculina y femenina, además de como tributo a los dioses. Algunos tiranos temieron que las instalaciones del gimnasio se volvieran un lugar de pederastia entre aquellos que acudían a él. ​ La Gimnasia y la Palestra estaban bajo la protección de Heracles, Hermes y, en Atenas, de Teseo.
En estos edificios se daba culto a Hermes y a Hércules, a los que se pedía protección en los juegos.
En este caso estaríamos ante el verdadero símbolo de la cultura griega. Estaban dirigidos cada uno de ellos por el Gimnesiarca, personaje que tuvo una importancia clave en la formación de la cultura. Los gimnasios tenían tres funciones diferentes: funcionaban a modo de escuela para los niños, era donde los atletas se preparaban para los juegos, y se fueron convirtiendo en centros de preparación militar.
Las pruebas atléticas para cuya instrucción estaba destinado el gimnasio formaban parte de las costumbres sociales y espirituales de los griegos desde muchos siglos atrás. Las pruebas se realizaban en honor de sus héroes y dioses, formando algunas veces parte de un festival periódico (como los Juegos Olímpicos) o de un ritual fúnebre.
La agitada vida de los griegos libres (que se empleaba en actividades al aire libre) los impulsaba a competir en estas justas, que fueron un elemento importante en la cultura de Grecia. El campeón en las competencias deportivas en honor a un dios, aunque no era premiado con un trofeo material, era recompensado con el honor y respeto de sus con ciudadanos. El entrenamiento para las competencias mayores incumbía a todo el público, así que edificios especiales eran diseñados para ese uso. La victoria en juegos religiosos grandes contaba como un triunfo para toda la ciudad estado.
La protección de los gimnasios atenienses le era conferida a Teseo. Solón creó un importante número de leyes con ese tema, que se limitaban a la regulación de los recintos en tiempos de Clístenes (entre los años 400 a. C. y 500 a. C. La práctica del ejercicio en la desnudez tuvo sus comienzos en el siglo VII a. C. Se cree que la costumbre comenzó en Esparta y fue debido a la erotización de la anatomía masculina. El mismo propósito es atribuido a la tradición de aceitarse el cuerpo, una costumbre bastante costosa para el gimnasio (y en la que se invertía la mayor parte de los fondos que se invertían en él).
La fascinación con la estructura corporal masculina, reflejada en las costumbres citadas, se vinculan con la introducción de la pederastía como institución. Este complejo Atletismo-pederastía tuvo sus comienzos en las tradiciones de Esparta, en los albores del siglo VII a. C. y rápidamente se dispersó en todas las ciudades-estado.
En un principio, el gimnasio sólo consistía en un terreno cercado o cerrado cuyo interior se dividía en zonas para los diferentes ejercicios. Así era el antiguo de Elis según lo describe Pausanias, constituyendo por su forma una sencilla ágora.
Posteriormente, a medida que la arquitectura se desarrollaba se transformaron dichos locales. Se construyeron con elegancia, sus puertas y paredes se cubrieron de pinturas y entonces, comenzaron a servir además de para los ejercicios corporales, para los intelectuales, pues allí se reunían los filósofos, retóricos y literatos citando a sus discípulos y dándoles conferencias sobre temas literarios y científicos. Comprendían entonces, los gimnasios salas cubiertas, paseos en sombra, pórticos columnados, baños y cuanto el refinamiento del gusto podía exigir para aquella concurrencia.
Todas las ciudades de Grecia de alguna importancia tenían su gimnasio situado a las afueras y junto a algún bosque por lo general. Atenas poseía tres gimnasios:
·       La Academia, que en su origen fue un terreno pantanoso del Cerámico;
·       El Liceo, al que se llegaba después de atravesar el río Iliso;
·       El Cinosargo, situado en la colina de igual nombre.
En Atenas, diez gimnasiarcas eran reconocidos anualmente, uno de cada familia. Estos oficiales se rotaban en una serie de trabajos; eran los responsables de entrenar individuos para las competencias, coordinar los juegos en Atenas, motivar moralmente a los atletas y decorar y dar mantenimiento al gimnasio. El ser un gimnasiarca era un servicio público de bastante reconocimiento de la comunidad.
Los paedotribae (pedotribas) y los gymnastae eran los responsables de enseñar los métodos de técnica en varios ejercicios, así como de elegir los ejercicios adecuados conforme a la edad. Los gymnastae también eran responsables de monitorear a los pupilos y suministrar remedios si estos no se sentían bien. Los aleiptae aceitaban el cuerpo de los jóvenes, actuaban como sus médicos y administraban todo medicamento prescrito.
Los gimnasios eran amplios espacios arquitectónicos distribuidos en zonas específicas para cada tipo de ejercicio. Estaban compuestos comúnmente por exedras, pórticos y variadas dependencias, como una palestra, baños públicos, y zonas para practicar con clima adverso. Los gimnasios de Atenas fueron construidos fuera de los muros de la ciudad en virtud de la gran cantidad de espacio requerido para ellos.
En la época clásica, los gimnasios podían contar con las siguientes dependencias: ​
·       pórticos sencillos que rodeaban todo el edificio; solían ser dobles en la parte meridional, para mejor protegerse del sol y la lluvia;
·       exedras columnadas; podían estar en los pórticos y haber una mayor en el pórtico principal.
Y varias estancias menores (oikoi, akroatéria), tales como:
·       el epistasion, o sala de vigilantes,
·       el apodytérion, o vestuario,
·       el loutrón, o sala para lavarse,
·       el konisteion y el alipterion, donde se embadurnaban el cuerpo con polvos, aceites o esencias,
·       el sphairisterion, donde se practicaba el juego de pelota y el pugilismo,
·       el korykeion, para entrenarse con un pesado saco de arena,
·       el pyraterion, para el baño con agua caliente y vapor,
·       el propnigeion, sala para calentar el agua,
·       el xustós, pista cubierta, pórticos bajo los cuales los atletas se ejercitaban en invierno,
·       la paradromis, o pista descubierta;
Y otras zonas, como:
·       la palestra propiamente dicha, en donde se ejercitaban en la lucha y el pugilato,
·       grandes alamedas con terreno natural para las carreras,
·       el gramateo o lugar en donde se conservaban los archivos atléticos,
·       el efebo, adonde los jóvenes iban por la mañana para ejercitarse al abrigo de las miradas del público.
Restos de la Palestra en Olimpia, Grecia

Los gimnasios de la antigüedad griega pronto se transformaron en más que espacios donde se realizaba ejercicio. Este desarrollo se dio por la estrecha relación que los griegos establecían entre el atletismo, la educación y la salud. El entrenamiento físico y la conservación de la salud y la fuerza eran partes sustanciales de la educación de los infantes. Salvo el tiempo dedicado a las letras y la música, la instrucción de los niños se daba mayormente en el gimnasio, donde también se les inculcaban bases de moral y ética. Los filósofos y los sofistas frecuentemente sostenían discusiones y realizaban lecturas de discursos en estos recintos.
Platón consideró los ejercicios realizados en los gimnasios como parte importante de la educación (véase La República de Platón).
Hay textos médicos que datan de la época que prescribían ejercicios especiales para padecimientos específicos. Hoy en día, esto también ocurre en la práctica médica, donde el ejercicio es recomendado por los galenos.

Los jóvenes atenienses empezaban sus ejercicios gimnásticos a partir de los doce años, bajo la dirección del paidotribes, que vestía un manto púrpura y un bastón largo para marcar el ritmo de los ejercicios. Los movimientos tenían un carácter rítmico que se efectuaba con el acompañamiento del aulos. Los jóvenes se dividían en dos grupos: de12-14 años y de 15-18 años. Se ungían el cuerpo con aceite y arena, costumbre espartana por la que el primero protegía el cuerpo de la intemperie y el segundo evitaba que el cuerpo estuviera resbaladizo.


Stoas. Las primeras formas aparecen al final del siglo VIII a. C., en los santuarios: construcciones alargadas y estrechas, abiertas por uno de sus lados mayores y provistos de soportes como la de Olimpia. En el siglo V van cobrando cada vez más importancia en el urbanismo, llegando a cumplir diversas funciones: punto de encuentro, carácter comercial sede de instituciones, galería de exposiciones.
Tal  y como se puede comprobar en Esparta la stoa albergaba las efigies que evocaban las victorias de los lacedemonios. En el caso de Atenas hay verdaderas galerías  de escultores y pintores donde los grandes maestros como Polignoto exponían sus obras en amplios cuadros, como Pausanias. Hasta el final de la época clásica, los edificios tendrán un tamaño mediano y durante el helenismo, serán grandes edificios con varias naves y plantas, como es el caso de la Stoa de Átalo (140 a. C.).

Viviendas
Las viviendas atenienses carecían de agua corriente, aunque algunas contaban con pozos; por esta razón era preciso acudir a las fuentes públicas, que por otro lado no eran demasiado abundantes. Otro problema era la falta de red de alcantarillado, puesto que tradicionalmente los deshechos se arrojaban a la vía pública que estaba sin pavimentar; todo esto ocasionaba graves problemas de insalubridad. Además, los materiales de construcción eran de baja calidad: madera, adobes, cascajos, etc.
Primitivamente las casas griegas más pobres estaban excavadas en roca o adosadas a alguna pared rocosa. Otro tipo de viviendas, cimentadas ya en el suelo, constaban de una sola planta divida en piezas pequeñas. Algunas de ellas tenían una planta superior, a la que se accedía por medio de una escalera exterior que daba independencia a ambas. Éstas podían ser alquiladas.
Con frecuencia los tabiques eran comunes a dos viviendas, y las dependencias interiores eran tan pequeñas que las puertas debían abrirse hacia afuera. Las ventanas eran de dimensiones reducidas y no tenían cristales sirviendo sólo de ventilación.

Hasta el s. IV a.C. no había un espacio reservado a la cocina; el fuego se encendía en la calle transportándose luego a la casa en la que se separaba una pieza del techo para la salida de humos, ya que no había una chimenea. Posteriormente la planta de la vivienda es cuadrada orientada hacia dentro: a la entrada hay un vestíbulo de recepción seguido de un pórtico abierto al que dan todas las piezas; éste estaba orientado hacia el sur para recibir mejor los rayos del sol, con independencia de que la puerta de entrada dé también al sur o al este. Al norte se encuentra el cuarto de estar, la pieza más grande, que recibe desde el pórtico la luz y el calor de mediodía; hay además un andrón o sala de reuniones, y un comedor al que estaban anexionados el baño y la cocina. En la planta superior se hallan instalados el tálamo o dormitorio conyugal, el gineceo o sala de las mujeres y de los niños y las habitaciones de los esclavos domésticos.
Los muros se revestían simplemente con cal y sólo en las piezas más nobles tenían mosaicos o tapices; en algunas ocasiones podían aparecer pinturas murales. El mobiliario era escaso y pobre, se componía de los lechos que servían para dormir y para recostarse en los banquetes, las mesas, los taburetes, asientos con respaldo fabricados en madera o cuero, arcones y cofres.
Las casas ordinarias se componían de un piso bajo dividido en dos piezas muy pequeñas, y de un piso alto, al que se subía ordinariamente por una escalera exterior. La parte inferior estaba abierta en la roca y las paredes eran de madera, de ladrillos o de argamasa. En vez de forzar las cerraduras, los ladrones se contentaban con perforar el muro. En el interior, las paredes estaban blanqueadas con cal; no había chimeneas, la familia se calentaba con brasero.
Los techos eran planos y en numerosas ocasiones sirvieron para levantar sobre ellos una segunda planta que sobresalía sobre el eje de la calle, lo que era castigado por la administración pública con tributos. Los suelos de las viviendas eran de barro. Para evitar incendios el fuego era encendido en la calle, aunque no era muy frecuente la existencia de braseros ni chimeneas debido a la carestía de la leña y la práctica inexistencia de conductos de ventilación en los hogares.
La familia pasaba el día en el patio, pero cuando anochecía o hacía frío entraban en la casa e iluminaban las estancias con lámparas de aceite, de arcilla o bronce. De las paredes encaladas pendían jarrones, botellas de perfume y otros objetos domésticos.
Los muebles, hechos de madera de ciprés y olivo, incluían elegantes sofás tapizados con colores vivos, sillas formales de respaldos altos, una silla curva, con brazos, llamada klismos, y mesitas de tres patas con incrustaciones de marfil.

Las viviendas conservadas en Atenas se caracterizaban por: Dimensiones pequeñas Planta baja con dos o tres habitaciones, y piso superior con diversas estancias a las que se accedía a través de escaleras interiores.
Apenas existía algún tipo de embellecimiento.
Las habitaciones de los hombres estaban bien adornadas, mientras que las de las mujeres eran mucho más modestas.

Había cajones y arcones de madera para guardar ropa y pequeños bancos portátiles, a veces plegables y con asiento de tela. Las camas eran marcos de madera con correas de cuero entrelazadas que sostenían un colchón, sobre el que se colocaban cojines, cobijas y colchas. La estancia más amueblada era el andrón, o comedor, donde los hombres disfrutaban de un simposión, o reunión formal en la cual bebían en compañía de otros hombres invitados.

Los griegos llamaban “escarbamuros” a los ladrones: se debía a que los muros exteriores de las casas del siglo V a.C. no tenían ventanas, por lo que los ladrones sencillamente hacían agujeros en las endebles paredes de adobe. Aun en esta casa de una familia pudiente, las paredes encaladas tienen ventanas escasas y pequeñas, cerradas con postigos. La torre en la esquina es también un puesto de vigilancia.
En el patio abierto, una mujer guisa en una olla y los niños juegan con un perro. Los tejados, apoyados en vigas de madera, proyectan sombra. Cerca, una mujer trabaja en un telar colgado de la pared, en el que confecciona la ropa de la familia. Otras mujeres trabajan en telares en la estancia principal, el andrón o comedor.
En la cocina, un esclavo corta verduras frente al horno, y el padre de la casa desayuna antes de salir a inspeccionar las labores que se hacen en sus propiedades. En la torre, una bodega contiene sacos de tela hilada y vasijas, mientras que en la habitación inferior un esclavo ayuda al joven de la casa a tomar un baño. Afuera, un asno espera mientras las vasijas se llenan con vino o con miel de los panales que hay bajo el techo de paja junto a la pared.
Cuando el agua del pozo no era suficiente debía acudirse a la fuente pública, trabajo casi siempre reservado a las mujeres. Las casas ricas se parecían a los palacios homéricos, y comprendían tres partes una entrada que guardaba un portero, el departamento de hombres, cuyas salas y cámaras daban a un patio rodeado de un pórtico, es decir, de una galería cubierta sostenida por columnas, y, por último, el departamento de mujeres o gineceo, que daba a un jardín.
Los muebles principales consistían en butacas, sillas, trípodes, taburetes, lechos de reposo, lechos de mesa —porque se comía tendido — y cofres para las ropas. Las paredes estaban decoradas de pinturas, y los suelos cubiertos de alfombras y cojines.


El urbanismo en Grecia
La civilización griega fue la primera en la que se desarrolló un nivel alto de pensamiento e indagación de la realidad, tal que los filósofos y pensadores que aquí se gestaron, desde sus inicios usaron la razón para interpretar los fenómenos y no dejándose llevar por creencias, supersticiones, mitos, etc.
Fue una civilización que heredó grandes conocimientos a la humanidad, desde su arquitectura, arte literatura, pensamiento, escritura, historia y urbanismo. Porque aquí inició formalmente el ordenamiento de las ciudades a través de un sistema reticular denominado hipodámico, que procede del arquitecto griego Hipódamo de Mileto, quien en 443 a. C. diseñó a instancias de Pericles, la colonia de Turios, emplazamiento situado en el sur de Italia, y reorganizó el puerto ateniense del Pireo siguiendo un trazado en cuadrícula que sin duda había aprendido de sus compatriotas milesios, quienes ya lo utilizaban de forma habitual.
Este hecho, la distribución racional de los emplazamientos de viviendas, significó un cambio importante en lo que sería el hilo histórico de esta civilización, sobre todo porque hasta ese momento la distribución de las calles y las casas se daba por el azar.
A partir de aquí comenzaron a surgir elementos destacables dentro del diseño de las ciudades y centros religiosos y civiles, así como la jerarquía de los accesos, los cuales se daban mediante puertas abiertas definidas por tres vanos, uno más grande para el paso de carruajes y otros aledaños para la circulación peatonal.
Otra característica que destaca es la importancia que se dio a los emplazamientos elevados como una forma de permanecer en contacto o en la cercanía con las divinidades. Es por eso que se fueron desplazando las viviendas hacia los alrededores y a las artes bajas. Siendo la acrópolis un lugar espiritual donde se edificaron los templos de culto a los dioses principales.
En la ciudad que se formó alrededor de la acrópolis, en cambio era más viva, con el bullicio característico de las personas paseando al aire libre, sobre todo en el ágora, centro de la vida económica, social y política. Era en éstos ágoras y stoas donde Zenón y Sócrates enseñaban a sus seguidores sus principales doctrinas y donde este último practicaba la mayéutica.
Otra característica importante fue el conocimiento y uso de la naturaleza en su favor. Por ejemplo, la orientación de los edificios. La construcción de los teatros en las laderas que requería de estudios de sol y viento, y la localización de los mismo edificios. Muchas de estas características las recoge Vitruvio en su “De Architectura”.
“La construcción de las murallas se regirá por los siguientes principios: primero se escogerá un lugar muy sano. Este lugar deberá ser elevado y estar protegido por las nieblas y heladas y no deberá estar orientado hacia los vientos cálidos o a los vientos del norte, sino a las zonas templadas. Finalmente deberá evitarse la proximidad de lugares pantanosos…
Una vez acabadas las murallas, se deberá llevar a cabo la distribución de solares y plazas del recinto, y establecer la dirección de las calles según los puntos cardinales. Consideramos una buena distribución aquella que no haga coincidir la dirección de la calle con la de los vientos. “Puesto que si los vientos son fríos, molestan; si son cálidos, desequilibran; si son húmedos, perjudican la salud." Vitruvio, 1. 4. 1; 6.1
A partir de entonces las colonias necesitaron ser planeadas debido a su extensión, a diferencia de los centros religiosos, que generalmente respondían al orden que obligaba la topografía del territorio y las fuerzas naturales del lugar. Así se dividió la ciudad en dos focos importantes, uno eran los centros religiosos y el otro, el ágora, centro cívico donde se daban los intercambios comerciales y económicos de la ciudad.
Finalmente la civilización griega marcó un hito en la historia de la humanidad, a partir de ella evolucionaron otras ciudades de gran importancia como la romana, que heredó casi completamente sus elementos culturales; dioses, escritura, arquitectura, ingeniería, solo que estos hicieron evolucionar todas estas características, en pos de la magnificencia del imperio, y a partir de este imperio del resto del mundo.


TÉRMINOS ARTE GRIEGO
ACRÓPOLIS: parte elevada y amurallada de algunas ciudades griegas, dónde se emplazaban los edificios públicos y de carácter sagrado. Una de la más interesante es la Acrópolis de Atenas en gran parte reedificada en el S. V a C. donde se distinguen los Propilios o puerta monumental de acceso, el Erecteión, el Partenón o el templo de Atenea Niké.

ACRÓTERA: en arquitectura elemento decorativo que remata cada uno de los vértices de un frontón, normalmente suelen ser una hoja de palmeta. Por extensión se denomina así al pedestal que sirve para sostener las figuras de animal que pueden decorar estos mismos vértices, utilizadas más tarde en el mundo etrusco.

ÁGORA: gran espacio abierto, plaza mayor de las ciudades griegas, normalmente porticado rodeada por edificios públicos y privados. Servía de lugar de mercado, de reunión y de celebración, donde se congregaban los ciudadanos, resumiendo centro neurálgico de la vida ciudadana. Se corresponde con el foro romano. Una de la más interesante la de Atenas, remozada y ennoblecida en el S. V a C., en ella desarrollaron su labor Sócrates, Platón… allí se encontraban los templos de Hefestos, Zeus y Apolo, el palacio de justicia etc. con la ocupación romana se convirtió en zona residencial.

ÉNTASIS: engrosamiento de una columna, generalmente hacia el centro, de modo que por efecto de la perspectiva, perezca recta en lugar de cóncava, que es como podría aparecer sin él éntasis, llamase también galbo. Propio de las correcciones ópticas realizadas por arte clásico griego. En el Partenón se producen toda una serie de correcciones ópticas entre ellas este éntasis (447 – 432 a C)

ESTILÓBATO: plano de sustentación de las columnas de una columnata. En los ordenes clásicos los pórticos se alzan sobre tres escalones, llamados estereóbatos los dos inferiores y estilóbato el superior. Por extensión se denomina estilóbato a la baldosa sobre la que descansa la columna (plinto), también al plinto más alto de lo normal y rematado por molduras o con filetes. Pedestal continúo.

FRONTÓN: remate triangular de una fachada, pórtico, ventana, etc. el espacio cerrado que delimita se llama tímpano. Remate triangular de una fachada o de un pórtico; se coloca también encima de puertas y ventanas. Puede existir un frontón curvo, utilizando un segmento de arco y una base horizontal. Suelen alternarse frontones triangulares y curvos, en los remates de ventanas y puertas, o en los tambores que sirven de apoyo a una cúpula (sobre todo en el Renacimiento y Barroco). Existen también frontones partidos, o rotos utilizando segmentos de arco, ménsulas… Un ejemplo importante dentro del mundo griego el frontón del Partenón (447 – 432 a C.)

KORÉ: joven griega. Específicamente las esculpidas durante la época arcaica del arte griego. A diferencia de los kúroi, (masculinos) vestidas ya sean con peplo (túnica) o con Chitón y Himatión, (vestido y manto).Un ejemplo Koré del Peplo (530 a C.)

KOUROS: escultura de jóvenes atletas griegos masculinos, especialmente en época arcaica del arte griego. También se denominan Apolos, pueden representar atletas vencedores de los juegos de atletismo. Se presentan totalmente desnudos, con unas características similares, píe adelantado en actitud frontal. La cabeza es cúbica con rasgos esculpidos en bajorrelieve, labios cerrados (sonrisa arcaica) cabellos largos y dispuestos simétricamente en la frente, ojos abultados, (ojos almendrados). Presentan actitud de marcha, con los brazos pegados al cuerpo y puños cerrados, las plantas de los píes pegadas al suelo. Se inspiran en la escultura egipcia, aunque intentando mostrar un estudio anatómico de la musculatura, con una serie de convencionalismos, como son el pliegue inguinal en V, el pecho en una marcada W o el tórax en forma de U invertida. Algún ejemplo significativo, los gemelos Cleobis y Bitón. (590 a C.)

NAOS: cámara central donde se emplazaba la estatua del Dios en los templos clásicos, generalmente de planta rectangular, se suele acceder a ella, a través de un pórtico o pronaos. Esta naos, suele ser adintelada y estar sostenida por una doble columnata, en el caso del Partenón esta columnata es de orden dórico formando una U entorno a la Escultura de la Atenea Parthenos, mientras que en la segunda cámara “partenón” se sustenta con cuatro enormes columnas jónicas. 447aC.)

OPISTÓDOMOS: parte posterior del templo clásico griego, opuesta al pronaos que no suele tener acceso a la cella o naos. Caso singular se presenta en el templo de Atenea Parthenos (denominado Partenón), una segunda cámara de la cella, cámara sin comunicación con la naos que ocupa la estatua de la diosa y que servía para alojar las ofrendas de la ciudad (el peplo de la diosa, etc). el opistodomo se convierte en un pórtico de entrada a esta cámara.447 – 432 a C.

ORDEN (SE INDICARÁN Y EXPLICARÁN LAS PARTES Y LOS TIPOS: COLUMNA, ARQUITRABE, FRISO Y CORNISA): norma o principio que debe regir toda la arquitectura y la combinación y proporción de cada uno de los elementos sustentantes y sustentados. Básicamente conocemos tres órdenes:

DÓRICO: se caracteriza por la sobriedad y sencillez:
Columnas con estrías, el capitel está desnudo de ornamentación consta de equino (forma circular saliente) ábaco (pieza rectangular).
Entablamento: arquitrabe liso, friso compuesto por triglifos y metopas y cornisa con alero que sobresale adornado por regletas y mútulos y un cimacio.
Frontón: triangular con un espacio interior o tímpano y rematado en cada uno de los vértices con acróteras.

JÓNICO: originario del Asia menor, esbelto y rico en decoración.
Columnas: sobre basa y fuste esbelto acanalado. El capitel tiene como característica principal las volutas que enmarcar un pequeño equino (pequeño collar de ovas y flechas), en la parte superior un estrecho ábaco rectangular.
Entablamento: arquitrabe dividido en platabandas, friso corrido sin triglifos, ni metopas. Cornisa compuesta por un saledizo y una moldura ornamentada con ovas, flechas y dardos.
Frontón: igual que en el dórico.

CORINTIO: similar al jónico cuya característica principal será el capitel vegetal, constituido por un cestillo en forma de campana sobre el que se sitúan una doble fila de acantos, terminando en volutas los de las esquinas llamadas caulículos, sobre ellas un pequeño ábaco con lados cóncavos.

PALESTRA: en el mundo clásico, espacio destinado a ejercicios gimnásticos. De origen griego, formaba parte del gimnasio. A finales de s. IV a C. adoptó la forma de patio cuadrangular anexo al gimnasio. En Roma estaba anexa a las termas.

PERISTILO: es la galería de columnas que rodea un edificio. Esencialmente, se trata de un patio rodeado de columnas, típico de la casa griega y de la grecorromana pero no de la romana. Normalmente se concebía a modo de jardín, con un pequeño estanque en medio, con fuente o surtidor. A veces se le llama así al patio de la casa romana. Galería de columnas.

PRONAOS: literalmente «el espacio situado delante del templo», designa el vestíbulo o la entrada de un templo. Posee normalmente la misma anchura que el naos que prolonga en el mismo eje. Sus paredes laterales pueden ser o de muros o de soportes aislados (pilares o columnas). Su abertura puede tomar toda la amplitud del edificio o sólo una parte (puerta). Está muy a menudo constituido por una columnata o in antis o próstila de dos a ocho columnas. Sala o pórtico que da acceso a la naos o cella. Atrio o parte anterior de un templo. Pórtico columnado que precede a un edificio cuya fachada recuerda a un templo antiguo.

STOA: es la denominación, en arquitectura griega, de un pórtico. Es una de las construcciones más sencillas, un espacio arquitectónico de planta rectangular, alargada, cubierto, conformado mediante una sucesión de columnas (pilares o soportes) y muros laterales; solía formar parte de espacios públicos, como plazas, gimnasios y jardines. Normalmente en el ágora como espacio público, protegido del sol y la lluvia, servía para entablar relaciones y, a veces establecer puestos de comercio.


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[2] Área cerrada


[1] Literalmente, el término designa a sus dos hijos: Hipias e Hiparco, que heredaron y gobernaron, conjuntamente, en Atenas, tras el fallecimiento de su padre en el 527 a. C.







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