sábado, 4 de noviembre de 2017

Capítulo 13 - Los hurritas-mitannis


Los hurritas-mitannis:

Sus orígenes – La dinastía Mitanni y sus monarcas – “Problemas internacionales” – Sociedad, economía y religión – Principales ciudades del ámbito Mitanni.
El reino de Mitanni. Sus orígenes
El núcleo geográfico de Mitanni se formó en torno al noroeste de Asiria, en la Alta Mesopotamia, en la meseta que forma la región de Al Yazira, en la actual Turquía. 
Esta meseta se caracteriza por sus tierras bajas situadas en onduladas depresiones. Está limitada al sur por el río Éufrates y al oeste por el Tigris, mientras que su zona más septentrional está regada por el río Habur. También por que poseía muchos recursos naturales. 
En el sur, las tierras se reparten en valles y zonas llanas donde la pluviosidad natural y los ríos permiten el cultivo de los cereales, verduras, legumbres y hortalizas. Las zonas más áridas, eran idóneas para el pastoreo y la cría de bovino y cerdo, pero sobre todo, para la cría de caballos y su doma, lo que llegó a ser una de las riquezas más notables de Mitanni.
Las tierras pertenecientes al círculo de la cultura mitannia se extendían también fuera de Al-Yazira, en la región de la actual Kirkuk, cercana a los Zagros, zona donde era importante el cultivo de los cereales. 
Pero estas regiones carecían de minerales suficientes, por lo que tuvieron que comerciar e importarlos de sus vecinos: el estaño venía de Irán y el hierro de Hatti. 

Descubrimiento.
Los estudios de Asiriología tuvieron pronto conocimiento de la existencia de un pueblo establecido desde tiempos remotos en el área norsiro-mesopotámica, distinto a otros pueblos conocidos del Próximo Oriente antiguo: sumerios, semitas (acadios, asirios y babilonios) y semitas occidentales (amoritas, cananeos, arameos), hititas, indo-arios, casitas y elamitas. 
Este pueblo o, si se prefiere, el conjunto de los pueblos hurritas se caracteriza esencialmente desde el punto de vista histórico por el uso de una lengua (también escrita en caracteres cuneiformes) que no era semítica ni estaba emparentada con el sumerio ni con otras lenguas de la zona, salvo por aspectos muy generales de su morfología. Esta lengua ha sido denominada en la historiografía asiriológica "hurrita", en razón del término étnico y geográfico con que se designa al pueblo que la hablaba y su zona de asentamiento en las fuentes escritas del II milenio a. de C., muy especialmente en textos acadios y egipcios.
Actualmente, el apelativo "hurrita" define por extensión un pueblo asociado a una lengua y a una entidad geo-política instalada en una amplia franja del norte de Siria y Mesopotamia, entre finales del III milenio y la primera mitad del II milenio a. de C. La relevancia y papel histórico de este pueblo en el III milenio son todavía poco conocidos, ya que es extraordinariamente escasa la información que se tiene sobre los hurritas en este periodo. Es sin embargo a comienzos del II milenio cuando numerosas pruebas documentales, fundamentalmente textos, permiten conocer más datos acerca de este pueblo y de su influencia en la historia y civilización del Próximo Oriente antiguo.

Las fuentes. 
En la terminología asiriológica, el vocablo "hurrita" deriva del nombre geográfico acadio hurri, el cual no representa probablemente sino un original empréstito hurrita del término étnico original: hurwe/hurre que significa "mañana", "el Este" y, por extensión, "la tierra (de procedencia) de los hurritas". Curiosamente, en otras lenguas caucásicas este mismo lexema encuentra una sorprendente correspondencia con significados similares dentro del mismo campo semántico. 
Hurri (hurrita) suele designar en los textos acadios del II milenio una imprecisa entidad geo-política norsiro-mesopotámica, que alcanzó su esplendor con el poderoso imperio de Mittanni entre 1600 y 1350 a.C. El paulatino asentamiento de elementos hurritas en el norte de Siria y Mesopotamia trajo como consecuencia no sólo la introducción de tradiciones autóctonas hurritas en dicha región, sino también su determinante influencia en la cultura hitita, pues los hurritas parecen haber vinculado a Anatolia con la civilización siro-mesopotámica, introduciendo allí, entre otras obras, no sólo mitos babilónicos en acadio y diversas creaciones literarias originales, básicamente mitos, sino también obras que, al parecer, heredaron de los semitas occidentales tras su encuentro en Siria. Los hurritas trasladaron además a Anatolia importantes elementos de su religión, hurritizando de hecho el panteón hitita mediante la introducción de ciertas divinidades entre las que destacan singularmente las diosas Shaushga y Hebat que, ciertamente, representan tradiciones hurritas distintas en su compleja evolución religiosa. 
En comparación con las fuentes escritas en otras lenguas del Próximo Oriente antiguo, son muy pocos los textos redactados en lengua hurrita que se conservan. Estas fuentes proceden de diversos lugares, algunos muy separados entre sí, y se datan en distintos periodos de la historia antigua del Próximo Oriente. De este material destaca singularmente la célebre Carta de Mittanni, dirigida por el rey mitáneo Tushratta a Amenofis III de Egipto en los últimos años del reinado del faraón, y hallada, entre otras muchas cartas redactadas en acadio, en el famoso archivo de Tell El-Amarna en 1887. Dada su excepcionalidad y extensión, este texto constituye aún en los estudios de hurritología una verdadera piedra angular para el desciframiento de la estructura y funcionamiento del hurrita en una fase madura de su evolución hacia 1350 a. de C.
Pero los testimonios hurritas más antiguos se remontan a la segunda mitad del III milenio. El documento más antiguo conocido es una inscripción real de Atal-shen, rey de Urkish y Nawar, redactada en acadio, que parece poder datarse hacia la época de los Gúteos o en la primera fase de la III dinastía de Ur. De época algo posterior es la inscripción del rey de Urkish, Tish-atal, redactada esta vez en hurrita, y que constituye hasta el momento el documento más antiguo que se conoce en esta lengua. Ambos textos ponen de manifiesto la existencia de un estado hurrita ya a finales del III milenio en los nacimientos más orientales del río Habur, afluente del Éufrates. Pero la inscripción de Tish-atal muestra, además, que los hurritas ya habían adoptado en el periodo de Acad, o poco después, el sistema de escritura cuneiforme adaptándolo a su propia lengua.
A este material han de añadirse algunos sellos aproximadamente de la época de Ur III y otros testimonios paleohurritas procedentes de Hattusa (Bogazköy), la capital hitita, entre los que destaca una lista de reyes hurritas del periodo de Acad que cita verosímilmente a Atal-shen junto a los reyes acadios, desde Sargón a Shar-Kali-Sharri, y a otros reyes de la región del alto Éufrates y del noreste del Tigris. 
Por otra parte, siete documentos hurritas procedentes de Mari representan hasta el momento el material textual hurrita más antiguo del II milenio, datable en tiempos paleobabilónicos. El denominador común de esta documentación es su carácter religioso; sólo un texto parece ser el fragmento de una carta, probablemente entre dos reyes, uno de los cuales podría ser el rey de Mari Zimri-Lim.
Un importante grupo de textos hurritas procede de los archivos de Ras-Shamra-Ugarit. Se trata de textos redactados tanto en caracteres alfabéticos, tomados del ugarítico, como silábicos, cuyo contenido es también eminentemente religioso. Entre los textos más importantes de este archivo destaca un ejemplar bilingüe hurro-acadio que contiene aforismos ético-religiosos, así como dos importantes vocabularios que establecen equivalencias semánticas del hurrita con el sumerio, el acadio y el ugarítico. Otro importante corpus de textos silábicos religiosos hurritas procede de Méskene-Emar, aún en proceso de edición. 
Por su parte, el archivo acadio de Tell Atshana-Alalah ha revelado la existencia de un importantísimo substrato hurrita en el norte de Siria a finales de la primera mitad del II milenio, en función de la abundante onomástica hurrita local documentada sobre todo en su estrato IV (1500 a. de C.). Prueba del creciente elemento hurrita en Alalah son, además, algunos términos hurritas que glosan los textos de este archivo. 
Los archivos de Bogazköy han suministrado también desde 1906 importantes hallazgos datables en torno a 1400 a. de C. Un importante elenco de textos religiosos hurritas (presagios, conjuros y rituales), así como textos mitográficos constituyen la mayor parte de este material. Algunos textos bilingües conservan también pasajes en hitita con su versión hurrita. Sin embargo, estos documentos son todavía, como los de Mari y hasta cierto punto los de Ugarit, prácticamente ininteligibles debido al desconocimiento del significado de numerosos términos religiosos que en ellos aparecen. Los textos de la serie del Bilingüe de Bogazköy, descubierta entre 1983 y 1985 en el templo 16 de la parte alta de Hattusa, han permitido no obstante alcanzar en los últimos años significativos avances en el estudio del hurrita.
Además de los textos, numerosos antropónimos hurritas desde la época de Ur III hasta el periodo babilónico medio en numerosos archivos de Siria y Mesopotamia constituyen una fuente de enorme valor para el estudio de la gramática y la lexicografía hurritas. Al citado material onomástico del archivo de Alalah, sobre todo en su estrato IV, cabe añadir de época contemporánea especialmente los abundantes antropónimos hurritas que aparecen en los archivos acadios de Nuzi. Estos archivos, por su onomástica, panteón y terminología, revelan, al igual que Alalah IV, un substrato dominante de población hurrita al este de la alta Mesopotamia hacia 1400.
Todo este material constituye fundamentalmente la información textual disponible sobre los hurritas junto con los datos aportados por los textos de Tell El-Amarna, especialmente las cartas en acadio de Tushratta a Amenofis III, a su viuda Teye y a Amenofis IV. 
Es interesante constatar que, en virtud de los contenidos de estas fuentes, halladas primordialmente en Siria, Anatolia y Nuzi, parece claro que la lengua empleada con preferencia por los hurritas para transmitir sus ideas y creencias religiosas no era el acadio, que empleaban como lengua administrativa al igual que se hacía en todo el Próximo Oriente antiguo, sino su propia lengua, el hurrita, que representaba seguramente el vehículo más expresivo para dicho fin y el instrumento más directo de transmisión de su identidad cultural.

Perfil histórico.
El país de origen de los hurritas parece haber sido Armenia, en la Anatolia oriental, y la región del así denominado alto Trastigris. Cuándo se produjo la penetración de los hurritas en el norte de Siria y Mesopotamia es incierto, aunque dicha migración debió de ser probablemente gradual, quizá potenciada por cambios de intereses políticos y económicos en la región e impulsada en parte por los semitas instalados en la zona. 
Por diferentes pruebas epigráficas se sabe que ya había hurritas en el norte de la Siria oriental y en la alta Mesopotamia desde la época de los sargónidas, pues algunos nombres de persona hurritas en documentos acadios así lo demuestran. Esta presencia hurrita sería en parte ya sedentaria, ya que algunas ciudades o aldeas de Asiria y de la alta Mesopotamia parecen tener nombres hurritas, al menos desde la época de Naram-Sin de Acad. A finales del III milenio se tiene constancia del estado de Urkish (y Nawar) en la región norsiro-mesopotámica, y todo ello hace suponer que los hurritas estaban ya instalados en esta época por amplias zonas de las montañas surorientales de Anatolia y en las cabeceras del río Habur, en donde habrían alcanzado un alto grado de civilización. 
Poco después, en la época del comercio asirio en la Anatolia central (Capadocia), hacia 1900 a. de C., un texto de Kanish parece insinuar que los hurritas estarían ya en el norte de Siria más o menos integrados en la sociedad comercial de la época.
Hacia 1800 los hurritas aparecen establecidos en pequeños principados de la alta Mesopotamia y el norte de Siria, en donde su influencia se dejó notar con especial relevancia posteriormente. Los textos de la Mari paleobabilónica dejan vislumbrar, en efecto, la presencia de numerosos príncipes hurritas que reinan, al parecer de forma independiente, en amplios territorios bañados por los ríos Balih y Habur. La extensión de estos estados independientes no fue quizá muy grande, aunque en conjunto abarcaría todo el territorio septentrional de los altos valles del Tigris y del Éufrates, quizá con mayor densidad en el alto Habur. Asimismo, hay constatación de hurritas venidos hasta Mari desde distintos lugares que siempre, al parecer, deben situarse en el norte. Pero muchos de estos hurritas, hombres y mujeres, fueron sólo trabajadores en el palacio de Mari y no moradores como grupo étnico en la ciudad del bajo Éufrates medio. Tampoco en la periferia inmediata de Mari parece haber constancia de la presencia sedentaria de hurritas. 
Testimonio de la presencia hurrita en el norte de Siria es también el escaso material onomástico de época paleobabilónica de Chagar-Bazar (Siria nororiental), de Alalah VII (Siria noroccidental) y de Shemshara en el Kurdistán iraquí. Más tarde, en la época babilónica media, la presencia de enclaves hurritas se detecta, como ya se ha indicado, en Nuzi, Alalah IV, Qatna, Emar y Ugarit, cuya tradición hurrita pertenecería a una etapa anterior al siglo XIV a. de C. La tradición de Bogazköy, por otra parte, refleja también la presencia de hurritas en Alepo, Mukish, Nuhashe, así como en Kizzuwatna en la franja siro-anatólica.
Aun teniendo pues constatación de la presencia de hurritas en dichas zonas desde antes de la época de Atal-shen, se sabe muy poco acerca de su organización e impacto en la región hasta el final de la época paleobabilónica, por lo que una reconstrucción de su papel histórico en esta época resulta aún poco penetrante. No obstante, parece claro que su larga convivencia con los semitas dio lugar en determinadas zonas a una interesante cultura híbrida, más o menos cristalizada, como demuestra la acuñación de nombres personales híbridos hurro-semíticos que evidencia un importante grado de fusión entre los dos elementos étnicos, o la asunción de determinadas divinidades semíticas por parte de los hurritas occidentales, por citar sólo dos pruebas de dicho fenómeno. 
La formación algo después del estado hurrita de Mittanni como unidad política pudo surgir hacia el siglo XVI a. de C. En la época de expansión hitita en el norte de Siria, durante los reinados de Hattushili I y Murshili I, existían verosímilmente en el dominio norsiro-mesopotámico principados hurritas que no habrían alcanzado aún una organización estatal propiamente dicho. Sin embargo, tras la caída del reino amorita de Yamhad por las presiones de los hititas, los príncipes hurritas pudieron adquirir mayor libertad de movimiento en la zona. Esta situación pudo favorecer la elección de un poder central. La formación de lo que más tarde sería el estado de Mittanni significó, de hecho, la imposición de una nueva soberanía que se vio beneficiada por diferentes causas, como H. Klengel señaló en su día: por una parte, la presencia de un importante elemento de población hurrita en la región unió seguramente tradiciones hurritas comunes. El vacío dejado por el reino de Yamhad, los problemas internos que sufrió Hatti entonces para imponer su dominio en la región, junto con la debilidad de los reyes asirios y los nuevos reyes casitas que debían consolidarse en Babilonia, la aún escasa influencia de la presión egipcia en Siria y un control económico de las importantes vías de caravanas por el norte de Mesopotamia pudieron, en efecto, favorecer el surgimiento de un estado hurrita en la región. 
Ya a comienzos del siglo XVI a. de C., pues, hubo al parecer importantes cambios que trajeron como consecuencia una profunda transformación política. Si en la época paleobabilónica la alta Mesopotamia estaba dominada, como se ha observado, por pequeños estados hurritas independientes, posteriormente unificados bajo una unidad política denominada Hurri, Hanigalbat o Mittanni, aquel elemento hurrita fue cobrando paulatinamente liderazgo llegando a imponer más tarde su poder y soberanía de manera oficial. Los hurritas de Mittanni se convirtieron en los principales rivales de la expansión hitita en el norte de Siria, acudiendo primero en ayuda del estado amorita de Yamhad y de sus vasallos como aliado, y luego como soberano que lucha contra egipcios e hititas por el control del norte de Siria, hasta llegar al sur del país y a Palestina. 
Parece claro que se produjo en esta fase una acrecentación del elemento hurrita en todo el dominio occidental, atestiguado por numerosos antropónimos y topónimos hurritas como demuestran los archivos de Alalah IV. Sin embargo, dado que una identidad completa entre onomástica hurrita y factor étnico es incierta, ambos conceptos no representarían necesariamente lo mismo en este periodo, como consecuencia del profundo sincretismo de pueblos que se vino produciendo desde antiguo en la zona. 
Pero, aparte de Siria, el imperio de Mittanni se extendió también hacia el este abarcando el reino de Nuzi-Arraphe en tiempos de Saushatatar, y quizá ya de su antecesor Parattarna. Posteriormente, los reyes de Mittanni Shuttarna II y Tushratta entablaron relaciones dinásticas con Egipto, en un periodo en que Mittanni dominaba como estado imperial, hasta su enfrentamiento con Shuppiluliuma de Hatti, amplios territorios del norte de Siria y Mesopotamia. Los reinados de Artatama I, Shuttarna II y Tushratta, quien alcanzó el poder tras el breve reinado de su hermano mayor Artashumara, fueron probablemente los de máximo esplendor del reino mitáneo. Sin embargo, la conquista hitita de Karkemish y Alepo frente a los hurritas pudo facilitar poco después el dominio de Hatti en la región, extendiéndose más tarde hacia el sureste, pues tanto Amurru como Tunip y Qadesh reconocieron el nuevo poder hitita en el norte de Siria y su alianza de equilibrio político con Egipto. Al parecer, Mittanni quedó a partir de entonces reducido como estado y enfrentado a una Asiria que resurgía como potencia en la zona. Este fue, verosímilmente, el principio del fin del imperio de Mittanni.

Sociedad y estructura política.
Son muchas aún las cuestiones por aclarar en relación con la sociedad y la estructura política de los hurritas. En realidad, hasta el surgimiento de Mittanni, este ámbito de la investigación hurritológica resulta todavía prácticamente desconocido, debido a la carencia general de información. Sin embargo, a partir de la época mitánea pueden avanzarse algunas observaciones más o menos contrastadas: 
Al parecer, los príncipes hurritas se sometieron, y con ellos el territorio de su jurisdicción más directa, a la soberanía suprema del rey de Mittanni. Éste, al sustituir al poder amorita en Siria, parece haber adoptado el papel soberano que habían ostentado los reyes de Yamhad. Pero, a diferencia de los reyes amoritas, el rey de Mittanni parece representar, por decirlo así, una especie de primus inter pares en la estructura política del reino mitáneo.
Los textos de Tell El-Amarna ilustran especialmente acerca de la estructura interna del imperio de Mittanni, el cual se componía verosímilmente de unidades administrativas o principados más o menos independientes. Algunos príncipes hurritas poseyeron al parecer amplia autonomía política que podía alcanzar cierta libertad en sus relaciones exteriores. El rey de Mittanni, sin embargo, detentaba la representación estatal de los hurritas y conservaba las prerrogativas propias del poder central. Los príncipes súbditos le debían sometimiento mediante juramentos de fidelidad y servicio, lo cual, ciertamente, no representa una novedad en la estructura de los estados soberanos del Bronce Reciente. El rey mitáneo poseía también potestad en determinados asuntos internos de los principados, como han demostrado algunos textos de Alalah IV. Entre sus atribuciones, además de poder mediar en asuntos relativos a la administración de justicia, estaba el poder delimitar nuevas fronteras internas del imperio, así como delegar el usufructo de determinadas propiedades sin mermar los derechos de posesión del rey ni de los propietarios de dichos bienes. 
Por otra parte, determinados funcionarios del estado hurrita podían representar eventualmente al rey en diversas operaciones administrativas, generalmente locales, aunque no parece, al menos a priori, que el sistema mitánico de administración necesitase un gran aparato de funcionarios. Entre ellos cabría destacar al hazuhlu o "jefe de distrito" y al sukkallu o "visir/delegado del rey", que asumía diferentes competencias oficiales.
La estructura militar del imperio mitánico es asimismo poco conocida. Se sabe, no obstante, que determinadas unidades militares provistas de carros de combate se estacionaban en lugares próximos a las fronteras del reino, como demuestran los textos de Nuzi. El cuidado y mantenimiento de estas unidades regulares de intervención estaba a cargo de las autoridades locales más próximas a su estacionamiento. También, los príncipes hurritas, ligados bajo juramento al rey mitáneo, proveían regularmente a éste con determinados contingentes militares en caso de estallar un conflicto de carácter regional o estatal. El control directo de las tropas estaba, al parecer, en manos de los así denominados marijannu o "luchadores de carro (de combate)", que formaban un estamento militar de élite directamente supeditado a los príncipes hurritas que prestaban vasallaje al rey.
Por otra parte, el pago de tributos al rey de Mittanni está escasamente documentado, aunque es probable que tuviera carácter regular y permanente. De igual modo, la relación directa del rey con sus príncipes vasallos estaba asegurada por un continuo trasiego de embajadas y emisarios mediante los cuales se intercambiaban regalos e información. Es probable, además, que determinados lazos familiares entre el palacio central en la capital hurrita --la aún por descubrir Washuganni-- y los palacios de los príncipes vasallos contribuyeran a fortalecer esta estructura del poder palaciego.
Con respecto a la sociedad hurrita, la información textual disponible que ilustra acerca de su composición se halla focalizada sólo en unas pocas fuentes acadias de la época de Mittanni. Por esta razón, trasladar los modelos de estructura y organización social atestiguados en una región del imperio a otra zona más o menos alejada debiera, provisionalmente, aceptarse sólo como hipótesis de trabajo. 
En virtud de los datos de que se dispone, la sociedad hurrita, al menos en determinados lugares, parece encontrarse fuertemente jerarquizada en estamentos sociales claramente distinguibles entre sí. Es principalmente el archivo de Alalah IV, datable a partir de 1500 a. de C., el que ofrece hasta el momento mayor coherencia y relevancia a este respecto: 
En la escala social atestiguada por este archivo el estrato más bajo y numeroso de la sociedad estaba formado por una clase llamada hupshu, compuesta por personas que, aun teniendo una profesión determinada (generalmente eran artesanos y pastores) y viviendo fundamentalmente en zonas rurales, podían ser reclutados de forma eventual para integrar tropas de infantería. Al parecer, su categoría social era la de personas de condición humilde y con libertad personal limitada, obligadas a prestar ciertos servicios personales al estado en condiciones por el momento difíciles de precisar. 
En segundo lugar, los textos de Alalah IV distinguen la clase de los haniahhe, cuyo apelativo parece designar asimismo a personas de origen humilde en la sociedad hurrita occidental. Como los hupshu, las personas de este estamento solían ser artesanos, cantores, lavanderos o jardineros entre otras profesiones, pero no está claro todavía, salvo por el nombre, en qué residía su diferenciación de los hupshu. 
En un estrato superior de la estructura social se encontraban los ehele. Eran personas libres que podían desempeñar diversas funciones al servicio del palacio (de Alalah). En general, los ehele formaban un grupo bien situado en la sociedad; gozaban de notable bienestar económico y tenían acceso a cierta formación y cultura. Entre los pertenecientes a esta clase había personas instruidas como constructores y escribas, así como alcaldes y supervisores de talleres y grupos de trabajo. También había artesanos, seguramente bien situados y quizá con talleres privados y buen volumen de negocios. 
Por último, en el estamento superior de la sociedad hurrita se encontraban los marijannu. Éstos formaban, como se ha indicado más arriba, una casta de guerreros a los cuales les estaba permitido, al parecer de forma exclusiva, poseer carros de combate. Eventualmente, las personas de esta clase social podían desempeñar también profesiones de personas libres. Sin embargo, en razón de la información que procuran las fuentes, parece claro que, en tanto que posesores de carros, los marijannu formaban una élite militar más o menos numerosa ligada a los príncipes hurritas y al mismo rey. Esta casta de guerreros era un grupo social esencialmente no productivo, que representaría el soporte institucional más importante de la realeza y sería, verosímilmente, cuna de los príncipes vasallos. 
Por otra parte, se ha discutido mucho acerca del sistema "feudal" del imperio de Mittanni por contraposición al sistema babilónico clásico de organización del estado. Ciertamente, una denominación de "estado feudal" aplicada a Mittanni no ha satisfecho a todos los historiadores, pues las fuentes que basan dicha caracterización se fundamentan casi exclusivamente en los textos de Nuzi, procedentes de la periferia de Mittanni, al otro lado del Tigris, y no del mismo núcleo del estado mitáneo. Además, importantes diferencias de tipo organizativo (como la identidad de la unidad productiva dominante o la relación de dependencia de los productores con respecto a los príncipes) subyacen en dicho problema, para poder trasladar un concepto típico de la historia medieval europea al Próximo Oriente antiguo. Incluso, otras zonas de Mittanni en el oeste sirio, como por ejemplo Alalah IV, presentan una realidad socio-económica distinta a la de los textos de Nuzi. 
En función de estas aparentes diferencias internas, parece claro que el estado de Mittanni habría administrado territorios cuyo desarrollo socio-económico no habría conocido un equilibrio interregional completo: por un lado, la región de Nuzi-Arraphe se encontraba poderosamente influida por el modelo babilónico desde el punto de vista político y social, al menos desde los tiempos de la tardía dinastía de Hammurabi, ya que su evolución social muestra una clara relación con Babilonia; la organización de la producción agrícola pudo haber conservado allí, efectivamente, un sistema colectivo de comunidades como unidades económicas estructuradas entre productores y terratenientes. Los textos administrativos de Alalah IV, por otro lado, no dejan entrever, al menos a primera vista, lo que podríamos considerar un modelo "feudal" de estructura económica ni un modelo "babilónico" de organización.

Religión.
Como otros muchos aspectos relativos al papel de los hurritas en el Próximo Oriente antiguo, la religión hurrita encierra aún numerosos interrogantes respecto al culto de divinidades y a sus distintas manifestaciones religiosas. Las fuentes distinguen incluso claras diferencias en el plano religioso entre los hurritas del este y los hurritas del oeste. Existe, en efecto, un panteón hurrita oriental por contraposición a un panteón hurrita occidental. Los dioses del panteón oriental, en base a los textos de Nuzi, revelan una tradición más o menos original, mientras que los dioses hurritas del dominio occidental acusan un proceso de aculturación y asimilación a divinidades semíticas equivalentes de la Siria antigua.
Al igual que el panteón sumerio o el panteón paleosemítico de Mesopotamia y Siria, el gran panteón hurrita se componía de numerosas divinidades que representaban diversos aspectos de la naturaleza, pero también conceptos abstractos estrechamente ligados a las creencias religiosas. Estas divinidades parecen poder dividirse en tres órdenes de importancia, en base a las fuentes del II milenio a. de C.: 
En primer lugar, el dios más importante del panteón hurrita era Teshub, que encarnaba al dios del clima y equivalía al antiguo dios semítico occidental Ada/Addu, al Ishkur sumerio y al Adad asiriobabilónico. En un segundo rango estaban los dioses: Shaushga (la Ishtar hurrita), Kumarbi, Eya, Kushuh (dios lunar equivalente a Nanna-Sin en el panteón sumero-acadio), Shimige (dios solar equivalente al Utu sumerio y al Shamash semítico), Ashtabi y Nubandig. El tercer escalafón lo ocupaban numerosas divinidades hurritas aun insuficientemente conocidas, cuya diversa formación varía en razón de la procedencia de las fuentes. 
Respecto a esta básica diferenciación este-oeste y aun en un plano sumamente superficial, algunas precisiones fundamentales pueden esbozarse dentro de este esquema básico de composición del panteón hurrita: en la tradición de los hurritas del este, al otro lado del Tigris, el dios Teshub tiene tradicionalmente como diosa paredra a Shaushga, sustituida en la tradición hurrita occidental por la diosa paleosiria Hebat. Esta tradición occidental, que unía a Teshub con Hebat, no representa sino una herencia del modelo semítico occidental preexistente, que al menos desde el III milenio emparentaba tradicionalmente al dios del clima paleosirio Ada (más tarde Addu) con Hebat, como demuestra la documentación textual acadia occidental desde los tiempos de Ebla. Dicha unión representa una antigua tradición instalada fundamentalmente en Alepo, que fue adoptada por los hurritas llegados a la región mediante la asociación de su dios principal Teshub (equivalente a Addu) con Hebat. Por esta razón, los contenidos del culto a Teshub en Siria, durante la primera mitad del II milenio, no están del todo claros dada su práctica identificación con Addu. Una identidad del culto al Teshub occidental no puede por consiguiente diferenciarse claramente de la de su homólogo semítico, en virtud del estrecho contacto que se produjo entre semitas y hurritas en Siria. No obstante, a pesar de esta confluencia hurro-semítica en torno a la tradición del dios del clima en Alepo y en el norte de Siria, un culto independiente de ambos dioses en otros lugares no debiera descartarse. Sea como fuere, lo cierto es que los hurritas que penetraron en Siria hacia finales del III milenio o comienzos del II adoptaron modelos paleosirios anteriores que incorporaron a sus tradiciones convirtiéndose, con el paso del tiempo, en un elemento cultural más del dominio occidental. En este sentido, es significativo destacar la abundancia de antropónimos teóforos híbridos hurro-semíticos de Alalah que han sustituido a Teshub por Addu, como fiel reflejo de la nueva orientación de una parte de la piedad popular local. Es más que probable, con todo, que Teshub hubiese recuperado su posición en el panteón hurrita occidental frente a Addu durante la fase de regeneración hurrita en Siria marcada por el surgimiento de Mittanni.

Lengua.
El hurrita es una lengua estrechamente emparentada al urarteo y ligada también, al parecer, a algunas lenguas del Cáucaso. Concretamente, parece pertenecer a la familia de las lenguas caucásicas nororientales, según recientes estudios comparativos. Aunque el conocimiento del hurrita sufre aún grandes lagunas e imprecisiones en cuestiones fundamentales de gramática, sintaxis y lexicografía, algunas características generales de su morfología están bien establecidas:
El hurrita es una lengua aglutinante, cuya estructura morfológica se caracteriza esencialmente por la formación de una cadena de sufijos añadida a una base nominal, verbal o preposicional. Como el sumerio o el elamita, el hurrita es también una lengua ergativa, que determina al sujeto de la oración transitiva mediante una desinencia de ergativo. La categoría gramatical del objeto directo no existe. En su lugar, un mismo caso, denominado absolutivo o caso cero, expresa las categorías lógicas del objeto directo en la frase transitiva, pero también las del sujeto en la oración intransitiva. Dada la presencia del ergativo, no existen tampoco en hurrita los casos nominativo ni acusativo. No se aprecia asimismo la existencia de una oposición clara entre los conceptos "activo-pasivo", en el sentido en el que se aplica por ejemplo al castellano, pero sí en cambio entre la oposición: "acciónestado", sea dicha acción transitiva o intransitiva. Tampoco se aprecia en hurrita la distinción de género (masculino/femenino). 
Por otra parte, la lexicografía hurrita sólo se conoce parcialmente, circunstancia que resulta imprescindible para comprender numerosos interrogantes e imprecisiones que sobre muchos contextos aún planea. Afortunadamente, un número considerable de lexemas ha sido comprendido gracias al hallazgo accidental de diversas fuentes bilingües o políglotas que contienen traducciones al hurrita, entre las que cabe destacar los vocabularios de Ras-Shamra-Ugarit y los textos del Bilingüe de Bogazköy. Pero, aunque este material ha permitido dar pasos importantes en la compresión del hurrita, otros textos monolingües hurritas de Bogazköy y de otros lugares resultan todavía prácticamente impenetrables, poniendo de manifiesto el estado incompleto, tanto gramatical como lexicográfico, en que se encuentra aún el conocimiento de esta lengua sometido a continua revisión.

Cultura material.
A pesar de que puedan reconocerse una lengua y una onomástica típica, un panteón y una literatura mitológica y laica original hurritas, no parece que las diferencias lingüísticas existentes en amplias zonas del Próximo Oriente antiguo coincidan con fronteras desde el punto de vista de la cultura material. Al menos, los estudios arqueológicos realizados en enclaves de poblamiento hurrita han señalado que una "cultura material hurrita" no es fácilmente distinguible en el contexto geográfico de los asentamientos de este pueblo.
A diferencia, pues, de las pruebas documentales relativas a una identidad cultural hurrita que puede aportar la epigrafía, la cultura material de los hurritas no tiene, hasta hoy, unas señas propias de identidad bien definidas. No puede afirmarse, en consecuencia, que determinadas piezas u objetos arqueológicos sean típicamente hurritas, por contraposición a otros objetos "no hurritas". Más bien, los hurritas parecen haber compartido con sus vecinos, como nosotros hoy con los países de nuestro entorno, una cultura material coincidente al menos en sus rasgos más generales. Ello no quiere decir, obviamente, que la cultura material hurrita no hubiese tenido una típica caracterización como tal, sino, simplemente, que la arqueología actual no está en condiciones de establecer, a la luz de los hallazgos que se poseen, una clara delimitación entre qué fue típicamente hurrita y qué no lo fue.

Los estados hurritas
Después de la caída del imperio de Agadé, los hurritas fundaron una serie de reinos entre los que destacan los siguientes:

Urkesh
El primer estado hurrita atestiguado documentalmente es el creado en torno a la ciudad de Urkesh, que ya se encuentra registrado en documentos del 2100 a. C., procedentes de Ur. Urkesh no gozó de independencia durante mucho tiempo, ya que a comienzos del II milenio a. C. el reino amorreo de Mari impuso su dominio político sobre la zona. Además, los asirios fundaron algunas ciudades importantes en la zona durante el siglo XVIII a. C., lo que redujo aún más el margen de maniobra de Urkesh.

Urkesh o Urkish (Cuneiforme: Ḫu-ur-ri, es una antigua ciudad estado de Siria hoy desaparecida, fundada hacia comienzos del IV milenio a. C. por los Hurritas. La ciudad se ubicaba en la actual gobernación de Al-Hasakah en el noreste de Siria, al sur de los Montes Tauro, y en el norte de Mesopotamia. En la actualidad es una zona arqueológica con el nombre de tell Mozan.
Es poco lo que se conoce sobre la historia de Urkesh y en su mayoría ha sido revelado por los hallazgos arqueológicos en Tell Mozan y por menciones halladas en inscripciones de los reinos vecinos. Era un centro importante para la cultura hurrita que lo consideraban la sede de Kumarbi, padre de los dioses. Era la capital de un reino que se extendía hacia el norte, donde tenía lugar la extracción de cobre que fue la fuente de la prosperidad de la ciudad.
Se ignora casi todo acerca de los gobernantes de la ciudad de los que sólo se conservan algunos nombres y referencias fragmentarias. Los más antiguos ostentan el título de endan:
Tupkish endan (c. 2250 a. C.)
Tish-atal endan (fecha desconocida)
Shatar-mat (fecha desconocida)
Atal-shen (fecha desconocida)
Ann-atal (c. 2050 a. C.)
Te'irru (c. 1800 a. C.)

La ciudad fue abandonada por razones desconocidas hacia 1350 a. C.
La excavación arqueológica se llevó a cabo en el montículo de Tell Mozan en un área de unas 135 hectáreas que se eleva unos 25 metros en su punto más alto. Los primeros sondeos los realizó Max Mallowan, marido de Agatha Christie en la década de 1930, quien abandonó los trabajos en el tell por creer haber encontrado restos romanos.
Se han realizado importantes descubrimientos entre los que destaca el Palacio Real, un templo sobre una terraza monumental y un pozo que se cree servía para realizar determinados ritos adivinatorios. La ciudad estaba rodeada por una muralla de unos 7 metros de altura y unos 8 de anchura y construida, como es habitual en la zona, con ladrillos de barro.
La excavación comenzó en 1984 a cargo de Giorgio Buccellati de la UCLA y Marilyn Kelly-Buccellati de la California State University y han proseguido hasta la actualidad con ayuda de otros equipos. La excavación es célebre por su empleo de la alta tecnología en el estudio y conservación de los hallazgos arqueológicos.

El sitio entero cubre alrededor de 135 hectáreas (330 acres), en su mayoría compuesta por la ciudad exterior. El alto montículo cubre aproximadamente 18 hectáreas y se eleva a una altura de 25 metros, con 5 sub-montículos. El alto montículo está rodeado por una muralla de ladrillo de barro que tenía aproximadamente 8 metros de ancho y 7 metros de altura. 
Las importantes estructuras excavadas incluyen el palacio real de Tupkish , una estructura subterránea necromántica asociada (Abi), una monumental terraza del templo con una plaza en la parte delantera y un templo en la parte superior, las áreas residenciales, las zonas de entierro y las paredes interiores y exteriores de la ciudad. 
Los sondeos en el sitio fueron hechos por Max Mallowan durante su estudio de la zona. Agatha Christie, su esposa, escribió que decidieron no continuar en el sitio porque parecía tener material romano. Sin embargo, no se han encontrado rastros de los niveles de ocupación romana en las excavaciones posteriores. Mallowan fue a excavar Chagar Bazar, otro sitio al sur de Mozan / Urkesh. Las excavaciones en Tell Mozan comenzaron en 1984 y se han llevado a cabo durante al menos 17 temporadas hasta la actualidad. El trabajo ha sido dirigido por Giorgio Buccellati de UCLA y Marilyn Kelly-Buccellati de California State University, Los Angeles. La temporada de 2007 se dedicó principalmente a trabajar en material de publicación, principalmente unidades de excavación A16, J1, J3 y J4. Un pequeño sondeo se hizo en J1 para aclarar la transición entre Mittani y Khabur. Las excavaciones han sido ayudadas en varias ocasiones por otros grupos, incluyendo el Instituto Arqueológico Alemán. 
Las excavaciones en Tell Mozan son conocidas por el interés del proyecto en perseguir los usos de la tecnología en un contexto arqueológico. El foco principal está en el ' Registro Global ', un método de documentación que combina entradas de diario en una salida basada en hipertexto. Este sistema combina las ventajas tanto de la base de datos como de los enfoques de tipo prosa, ya que los elementos están vinculados individualmente tanto a la estratigrafía como a la tipología y, sin embargo, permanecen atados en un conjunto más sintético a través de la narración del registro arqueológico. Otro punto focal de la investigación en el sitio es la aplicación de la conservación. 
La arquitectura de ladrillo de barro que comprende la mayoría de las estructuras encontradas hasta la fecha se ha conservado a través de los años a través de un sistema innovador. Este sistema protege el monumento mientras que todavía permite una inspección detallada del documento primario como desenterrado originalmente. El mismo sistema ofrece una visión general de los volúmenes arquitectónicos tal como los perciben los antiguos. Un importante laboratorio en la instalación de investigación de campo permite a los conservadores para dar el mejor posible en el lugar de atención al interactuar con las excavaciones. Se ha establecido una extensa instalación de almacenamiento donde más de 10.000 objetos y muestras de calidad no museográfica están disponibles para estudio adicional. Un catálogo detallado indexa estos hallazgos. 
Se hace especial hincapié en documentar los tipos concretos de contacto que se observan en el suelo. Esto se hace con gran detalle en el nivel de cada característica individual. De esta evidencia se deriva automáticamente una historia deposicional completa de todos los elementos en contacto. Los estratos se conciben como segmentos de este continuo en el que se puede reconstruir un único momento de deposición. Las fases son períodos que son culturalmente identificables sobre la base del análisis tipológico y funcional. Los horizontes son las subdivisiones cronológicas amplias basadas en el material comparativo y como pueden ser ligadas a la comprensión histórica general. 
Uno de los puntos de referencia fijos más importantes para la cronología son las impresiones en los sellos de las puertas del sello de Tar'am-Agade, hija de Naram-Sin, que debido a la estratigrafía puede estar firmemente vinculada a la fase 3 de la ocupación del palacio AP. 
Los hallazgos de las excavaciones en Tell Mozan están expuestos en el Museo Deir ez-Zor.
Panorámica de Tell Mozan (al noreste de Siria), antigua Urkesh, desde el norte. En el centro se puede ver el campamento arqueológico (Wikimedia Commons)


Un león Urkish acompañado de una tablilla de piedra con el texto conocido más antiguo de los Hurritas. La inscripción dice: "Tishatal, [Endan] rey de Urkesh, ha construido un templo para el dios Nergal. Que el dios Nubadag proteja este templo. Que Nubadag destruya a quien quiera destruirlo; que su dios no escuche sus rezos. Que la Señora de Nagar, [diosa del sol] Shimiga, y el dios de la tormenta [maldiga 10.000 veces a quien quiera destruirlo]." (Wikimedia Commons).


Alepo, Alalakh y Kizzuwadna
Desde Urkesh los hurritas se expandieron al oeste, y se convirtieron en el elemento cultural dominante en la zona. A partir de finales del siglo XVIII a. C. es posible encontrar referencias hurritas en Alepo, Alalakh y Kizzuwadna. Mientras que Alalakh y Alepo se enfrentaron continuamente con los hititas, siendo derrotados en tiempos de Mursil I (finales del siglo XVII a. C.), el reino de Kizzuwadna (que algunos historiadores traducen como ‘Tierra de los Hurritas’) se mantuvo independiente y como una potencia a considerar hasta el reinado del hitita Tudhalia I (finales del siglo XV a. C.), que lo redujo a vasallaje. Aún reducido a vasallaje, Kizzuwadna conservo su independencia hasta la época de Shubiluliuma I (mediados del siglo XIV a. C.), que convirtió a Kizzuwadna en provincia hitita.

Alalakh, o Alalah, es el nombre de una antigua ciudad y su asociada ciudad-estado del valle del río Amuq, localizada en la región de Hatay al sur de Turquía cerca de la ciudad de Antakya (antigua Antioquía), y hoy en día representada por una extensa ciudad-montículo conocida como Tell Atchana.
Alalakh fue fundada durante la Edad de Bronce en el II milenio a. C., como una de las primeras grandes ciudades del Creciente Fértil. El primer palacio de la ciudadela de Alalakh fue construido c. 2000 a. C., contemporáneo de la tercera dinastía de Ur.
Su fundación responde a criterios estratégicos. La ciudad estaba en el camino más corto entre Alepo y el mar, en el cruce entre dicha vía y una dirigida a norte-sur que llevaba, al norte, a Anatolia y, al sur, hacia la costa sirio-palestina.
Desde su privilegiada posición, Alalakh podía controlar estas vías comerciales y la distribución de las mercancías hacia el continente y hacia un puerto, que puede identificarse razonablemente con Al-Mina.
La historia escrita del sitio puede comenzar bajo el nombre de Alakhtum, con tablillas de Mari del siglo XVIII a. C., cuando la ciudad formaba parte del reino de Yamhad (moderna Alepo). Un dossier de tablillas refiere que el rey Sumu-epeh vendió el territorio de Alakhtum a su yerno Zimri-Lim, rey de Mari, conservando para sí mismo el señorío. Tras la caída de Mari en 1765 a. C., Alalakh estuvo bajo la autoridad de Yamhad. El rey Abba-ili de Alepo la concedió a su hermano Yarim-Lim, en la reorganización de su imperio, que parece haber seguido a una revuelta. Los descendientes de Yarim-Lin fue fundaron así una dinastía centrada en Alepo, cuya hegemonía duró hasta el final del siglo XVII a. C. En esta época Alalakh fue destruida, probablemente por el rey hitita Hattusil I, en el segundo año de sus campañas.

Palacio

El máximo esplendor de Alalakh se produjo en dos fases. En la primera fase de desarrollo, Alalakh no era una ciudad independiente, pero debía ser uno de los centros más importantes del reino amorrita de Yamhad, cuya capital era Alepo. La ciudad debía ser la mayor, si no la única, salida de Yamhad al mar. A esto se debe tal vez el impulso que recibió de los reyes de aquella dinastía y explicaría el cuidado y las atenciones que le dedicaron aunque residían en Alepo. Del palacio real del templo, sacados a la luz, en este periodo proceden la mayor cantidad de textos que se refieren sobre todo a tres reyes: Hammurabi, Yarim-Lin y Niqmepa. el último es un rey local. En cambio el segundo, que fue el artífice del verdadero florecimiento de Alalakh era de Alepo y vivió entre 1790 y 1770 a. C., en tiempos del gran Hammurabi de Babilonia.
Yarim-Lim, que se hizo construir una residencia en Alalakh, fue muy poderoso, por lo menos a nivel local, hasta que Hammurabi alcanzó la cúspide de su poder. En un documento hallado en el palacio de Mari se lee: "Diez o quince reyes siguen a Hammurabi de Babilonia, pero al menos veinte reyes siguen a Yarim-Lin de Yamhad". Después, Yarim-Lim se hizo construir en la ciudad costera una residencia que rivalizara con el palacio de Mari, hasta el punto de que un rey de Ugarit pidió permiso para visitarlo.
El palacio fue completamente destruido y saqueado, quizás cuando empezaron las campañas de los grandes reyes hititas, Hattusil I y Mursil I, contra Alepo.
Como consecuencia de las destrucciones provocadas en Siria por los ejércitos hititas y en Palestina por las tropas egipcias, hubo un periodo de depresión en aquellas regiones.
Alalakh floreció de nuevo bajo una dinastía local, entre 1450 y 1350 a. C. Uno de los documentos de esta época, está grabado sobre una estatua de basalto y que representa al rey Idrimi. Durante este periodo varias potencias se disputaban el predominio sobre Siria: los mitani, de reciente fundación, los hititas, los egipcios y los asirios convirtieron Siria en su campo de batalla y Alalakh permaneció casi siempre, aunque a veces no por voluntad propia, en la órbita de la influencia hitita.
El fundador de la dinastía local, a la que pertenecía también Idrimi, fue Niqmepa, quien construyó un palacio real, que fue ampliado por sus sucesores.
Bajo el gobierno de la dinastía de Niqmepa, Alalakh debió alcanzar una notable prosperidad económica, testimoniada por las casas de los grandes señores de la ciudad.
Hacia el 1350 a. C., Alalakh fue conquistada por el rey hitita Suppiluliuma (1380-1346 a. C.) y no volvió a reconquistar la independencia, aunque hubo una tentativa de revolución filoegipcia truncada hacia el 1200 a. C. como consecuencia de la invasión de los pueblos del mar.
Después Siria reapareció como con un aspecto distinto. Surgieron por todas partes principados arameos que., a veces, eligieron para sus fundaciones, lugares nunca ocupados hasta entonces. De hecho, Alalakh fue abandonada tras un intento fallido de reocupación, mientras surgió un nuevo asentamiento en Tell Ta'yinat.
Tras un intervalo de menos de un siglo, los registros escritos de Alalakh se reanudaron. En esta época, fue de nuevo la sede de una dinastía local. La mayoría de la información sobre la fundación de esta dinastía proviene de una estatua inscrita con lo que parece ser la autobiografía del rey fundador de la dinastía:
Según la inscripción, en la primera mitad de siglo XV a. C., Idrimi, hijo del rey de Alepo pudo haber huido de su ciudad a Emar, viajó por Alalakh, ganó el control de la ciudad y fue reconocido como vasallo por Barattarna. La inscripción registra las vicisitudes de Idrimi: tras haber sido su familia forzada a huir a Emar, la abandonó y se unió a los "Habiru" de "Ammija en la tierra de Canaán", donde los Hapiru lo reconocieron como "hijo de su señor" y "se reunieron en torno a él;" tras vivir entre ellos durante siete años, condujo a sus guerreros a un exitoso ataque por mar a Alalakh, de donde llegó a ser rey.
Sin embargo, según el informe de la época, esta estatua fue descubierta en un nivel de ocupación que data de varios siglos después de la época en que vivió Idrimi, y ha sido largo el debate académico sobre su historicidad. No obstante, las tablillas dicen que Niqmepuh fue contemporáneo del rey Saushtastar de Mitani, las cuales podían haber parecido sostener que la estatua afirma que Idrimi fue contemporáneo de Barattarna, predecesor de Saushtatar.
La historia socio-económica de Alalakh durante el reinado del hijo y del nieto de Idrimi, Niqmepuh y Ilim-ilimma está bien documentada por tabillas excavadas en el lugar. El propio Idrimi aparece sólo raramente en estas tablillas.
En el siglo XIV a. C., el hitita Suppiluliuma I derrotó al rey Tushratta de Mitani y asumió el control del norte de Siria, incluyendo Alalakh, la cual él incorporó al imperio hitita. Una tablilla recoge la sublevación de la tierra de Mukish (que es de Alalakh) en Ugarit después de que el rey de Ugarit alertara al rey hitita de una revuelta de los reinos de Mukish, Nuhassa, y Niye. Alalakh fue probablemente destruida por los pueblos del mar en el siglo XII a. C., como lo fueron muchas otras ciudades costeras de Anatolia y el Levante. El sitio no fue nunca reocupado, el puerto de Al-Mina tomó su sitio durante la Edad de Hierro.

Excavación
Los restos de la ciudad, preservados por el Tell Atchana, fueron excavados por el arqueólogo británico Sir Leonard Woolley en los años 1935-1939 y 1946-1949, durante los cuales palacios, templos, casas privadas y las murallas de la fortificación fueron descubiertos, en 17 niveles arqueológicos yendo desde el Calcolítico (Nivel XVII, c.3400 –3100 a. C. hasta el final de la Edad de Bronce (Nivel 0, siglo XII a. C.).

Idrimi, rey y biógrafo.
El rey Idrimi es un caso único en la historia antigua de Oriente Próximo. Su reinado, en apariencia insignificante, es una de las fuentes más preciosas para conocer la vida cotidiana en un período antiquísimo de la historia de la civilización.
Idrimi vivió en el siglo XV antes de Cristo, en la región que hoy conocemos por Siria y Anatolia. Su vida es conocida gracias al hallazgo de su tumba en la ciudad que gobernó, pero sobre todo gracias al hallazgo de una pequeña estatua de piedra en la cual se le representa sentado en su trono y que lleva grabada en lengua acadia su autobiografía.
Según esta, el joven Idrimi vivía tranquilamente con su padre, el rey, y su familia  en la actual ciudad de Alepo, sin embargo, unas revueltas provocaron la muerte del soberano y la huida del resto de la familia real hacia el desierto.
Sobreponiéndose a su desgracia, Idrimi comenzó una larga marcha por las tierras áridas del interior, con el objetivo de poder lograr apoyos entre las tribus nómadas que vivían en la región.

Estas, le reconocieron como el rey legítimo y le ayudaron a formar un ejército con el que poder recuperar su trono. Con sus tropas se dedicó a mostrar su poder a los dominadores de su ciudad, el imperio Mitannio, los cuales, aun no devolviéndole la ciudad de Alepo, consintieron que se estableciera como soberano de la importante ciudad de Alalakh, en la orilla del río Orontes.
Desde allí Idrimi pudo gobernar con relativa independencia, e incluso acrecentar sus posesiones en sus luchas contra el reino Hitita.
En la inscripción no aparece como terminó su reinado, solo se sabe que duró 30 años y que fue enterrado con honores de gran gobernante.
Como parte de su ajuar funerario, se encontró la estatua que nos ha permitido conocer sus peripecias de hace 35 siglos.
Al finalizar la escritura, Idrimi, deseoso de permanecer vivo en el recuerdo de las generaciones venideras, reproduce una maldición contra aquel que robe o destruya la estatua. 
Sus últimas anotaciones fueron: 
“Yo fui rey durante 30 años. Escribí mis logros sobre mi estatua. Dejad a la gente leerla y bendecidme.”

Kizzuwadna fue un reino de cultura hurrita situado en lo que hoy es el golfo de Alejandreta, en Turquía. Su historia está relacionada con el imperio hitita, y aunque al principio pudo ser una entidad política independiente (llamada Adaniya), parece que se incorporó al reino hitita en tiempos de Hattusil I (1650 - 1620 a. C.); sin embargo, la posterior debilidad de los hititas en el siglo XVI a. C. permitió a Kizzuwadna proclamarse independiente y jugar con su posición intermedia entre Mitani y el imperio hitita para ganar una importante base de poder.
Esta situación, que el rey hitita Telebino y sus sucesores aceptaron, se mantuvo hasta el reinado de Tudhalia I (1430 a. C. - 1400 a. C.), que convirtió a Kizzuwadna en un estado vasallo mediante el tratado de Sunasura, como paso previo a sus campañas contra Mitanni. Kizzuwadna se mantuvo como vasallo hitita hasta el reinado de Shubiluliuma I (mediados del siglo XIV a. C.) que acabó con la independencia nominal de este reino.
A pesar de su situación política de subordinación, parece que Kizzuwadna ejerció una gran influencia sobre los hititas, que a través de este reino incorporaron numerosos elementos hurritas en su cultura, particularmente en su religión, hasta el punto de que bastantes reyes hititas usaron nombres hurritas (por ejemplo, Urhi-Teshub).
Económicamente, Kizzuwadna parece haber sido importante como centro de fundición y trabajado del hierro.

Urkesh (Ur Kasdim). La impronta hurrita en la genealogía del patriarca Abraham.
Contextuado históricamente, habría que recordar  la importancia que el Levante Mediterráneo  tuvo en el tránsito de mercaderías durante el III milenio a.c. debido a sus conexiones con Egipto, Mesopotamia, Anatolia, la meseta iraní y las culturas del  Mar Egeo.  Un desarrollo comercial que paralelamente supondría un renovado impulso  urbano en la cuenca media-alta del Eufrates y sus afluentes, léase Ḫabur y Balikh, como consecuencia del intercambio cultural a que llevó el desarrollo de un estratégico conjunto de vías terrestres de comunicación.   Éste entramado de rutas caravaneras, y durante la segunda mitad de III milenio a.c.,  conectaría los  puertos de las costas levantinas meridionales mediterráneas, léase Biblos o Ugarit,  con centros urbanos del interior como Qatna, Ebla o Meri, y éstos, a su vez, con otra rutas principales que hacían los recorridos este-oeste y norte-sur.  Tales trayectos estaban jalonados de  pequeñas localidades o estaciones de postas con un intervalo de un 20 km aprox. –  Un jornada de viaje para una recuas de mulas (M. Al-Maqdissi, 2008) – Harran fue uno de éstos importantes enclaves de comunicaciones, tanto en la ruta entre la  antigua capital asiria, Assur, y la ciudad de Kanesh-Neša, su corresponsalía comercial en Anatolia durante los siglos XX y XVIII a.c.,  como en la posterior ruta  entre Karkemish, Urkish/Urkesh y Nínive durante el Imperio Neo-Asirio.
Añadir que Harran/Ḫaran/Ḫarān, cuyo yacimiento está próximo a la ciudad turca de Edessa y que fue el enclave desde donde Abraham partió a la “Tierra Prometida” por indicación divina, los primeros documentos que   la atestiguan se remontan al III milenio a.C. y corresponden al “Palacio G” de la ciudad de Ebla.  Por aquellos años, posiblemente, Harran fuera una ciudad independiente, pero avasallada por Ebla – Aparece en los registros administrativos eblaítas como gobernada por un “ba-da-lu(m)”, en semita “sustituto” en referencia a un príncipe regente (E. Lipinski, 1988),   junto con los enclaves de Sanapzulum e Iritum (Otto, Biga, 2010), así como nudo de comunicaciones de la ruta comercial mesopotámica con las costas del Levante Mediterráneo. Función que siguió conservando tras su conquista por la ciudad de Mari, el “Reino de Khana/Ḫana“,  a finales del siglo XVIII a.c.  De hecho, “Ḫarrān(u)” viene a significar en acadio  “caravana/cruce de caminos”.
 « (Refiriéndose a la ciudad de Tiro) Arabia,  y todos los príncipes de Kedar,  trataban contigo en ovejas, y corderos y machos cabríos; tales fueron tus proveedores. Sheva/Siete (incontables) mercaderes de Ra’amah, fueron tus proveedores;  con ellos comerciabas con selectas especias, y con todo tipo de yekarah/piedras de valor, y zahav/oro. Ḫaran, Kanneh  y Eden, e incontables mercaderes de Aššur y Kilmad fueron tus proveedores » Ezequiel 27: 21-23 Biblia Ortodoxa Hebrea. 

Es evidente que hay una diferencia temporal de alrededor de mil quinientos años entre la cita de Ezequiel. Que nació en el año 622 a.C. aproximadamente  con el final de imperio asirio, y los primeros escritos sobre la ciudad de Harran en los archivos de Ebla,  aunque si se advierte  la importancia que tuvo la ruta anatólica hacia la vertiente sur de los Montes Tauro y las fuentes del Tigris y Eufrates desde antiguo.  Así aparecen citados, por ejemplo, el topónimo “Kilmad”, una nomenclatura urarteo-hurrita para denominar el “País de Qulmeri” (Diakonoff, Kashkai, 1981).  Qulmeri/Kullimeri fue la capital de una provincia nor-oriental del Imperio Neo-Asirio tras el sometimiento de los mitanno-hurritas, aliados de los hititas – La asiria  “Šubria”, llamada el “País del Norte” y que comprendería una región del Alto Tigris, delimitada por los Montes Tauro -.  Por otro lado, el término “Kanne(h)” tal vez corresponda al “País de Qumenu” en lengua hurrito-urartea, “Kumme” en asirio – Existen dos textos exorcistas hurritas del siglo XVIII a.c. encontrado en  la ciudad de Mari donde se hace referencia a Ku-um-me-né, en referencia (Schwemer, 2001) –  y situado entre el lago Van y la cuenca oriental del Tigris o/y  con la antigua población de “Kannu”, localizada, tal vez, en la cuenca del río Zab Superior, un afluente por la derecha del Tigris, y ubicada en la ruta principal desde Nínive a Urkesh, y que, a su vez, enlazaba con la proveniente de Harran en dirección a Nihiri(ya)/Nihri(ya) y  Norşuntepe.  En un primer momento, el único topónimo de la Alta Mesopotamia que parece  ser discordante en el texto de Ezequiel 27:23 sería la localización de la región o ciudad de Eden.
« Por aquel entonces, éstos fueron los descendientes de Terach: Terach engendró a Avram, Nachor y Haran; y Haran engendró a Lot. Y Haran murió antes que su av/padre Terach en la tierra donde nació, en Ur Kasdim » Génesis 11: 27-28 Biblia Ortodoxa Hebrea. 

Si bien el pasaje bíblico anterior parece hacer exclusiva reseña de la descendencia de Teraḥ, una más profunda lectura etimológica de los  integrantes de la dinastía abrahámica  nos proporciona una cantidad apreciable de información adicional sobre el origen de saga patriarcal de las religiones hebrea, cristiana y musulmana.
En un primer acercamiento al texto, sería de notar que varios de los nombres propios son epónimos de poblaciones adscritas a la Alta Mesopotamia. De hecho y por ejemplo, Terach/Teraḥ,  haría referencia a una antigua población al sur de Harran, en la cuenca de un afluente del Eufrates por la derecha, el río Balikh, y  denominada Turaḥi; Nachor aludiría a la desaparecida ciudad de Nackur/Naḥur, a 30 km al noreste de la actual población de Jir Nawaz en Siria, y, por supuesto, Haran al importante nudo comercial de Ḫarān. Si bien, y lo realmente relevante, es que todas corresponden a topónimos de origen hurrito-urarteo. Un global origen hurrita al que habría que incorporar, y  aunque en la Biblia católica y otras sagradas escrituras cristianas se insista en traducir el topónimo “Ur-Kasdim” como la “Ur de los caldeos” – En referencia a la antigua población de Urim  en la Baja Mesopotamia. Residencia del dios lunar sumerio “Nanna(r)” -, a la antigua capital del “Reino de Ḫurri“, Urkesh/Urkish, como el lugar de nacimiento de Avram. (Bucelatti, 2007 y Berlyn, 2005) entre el IV y el II milenio a.c., cuando fue abandonada. Anotar que de los tres hijos de Terach, el único descendiente cuyo nombre no tiene relación toponímica directa es “Avram”, más que otra cosa porque en hebreo viene a significar el  “Excelso Antecesor” como padre de la estirpe que poseerá la “Tierra Prometida”.  Tal es así, que el progenitor de Terach, Nachor, vuelve a incidir sobre la correlación presentada –  Una segunda población de Naḥur  correspondería con el yacimiento de Tell Brak, Alto Ḫabur, en el noreste de la actual Siria – y que, a la vez, se ratifica con el nombre del abuelo de Terach, Sereg/Serug, que mantiene relación epónima con la antigua ciudad de Sarugi/Tello, situada a 60 km a noroeste de Ḫarran (S. Parpola, 1974).
Si a lo expuesto añadimos, por ejemplo, que el término “Sarugi” viene a ser nominativo hurrito-urarteo para el dios acadio Šamaš” y que “Terach/Teraḥ” es el sosias hurrita del  dios acadio “Sîn”, mientras que la poblaciones nombradas como “Naḥur”, habría que relacionarlas con “Belēt Nagar”, la llamada “Dama de los Ojos”, una diosa-madre de la Fertilidad sirio-hurrita, o que las mujeres de la “Casa de Terach”, léase Sarai/Sarah o Milcah, hacen referencia a las diosas lunares hurritas Sar-Natum y Malkatu (P. Berlyn, 2005),  tendremos un argumento más para ratificar la hipótesis.  Como última nota, decir que Urkish, en su templo  principal, rendía culto patronal  al  “Dios de las Tormentas” hurrito-urarteo,  y posteriormente hitita, Teššub.
Apuntado lo anterior y como primera conclusión, resulta evidente que la saga abrahámica, antes de su llegada a Canaán, tuvo un fuerte vinculación con el “País de Ḫurri“. Unos hurritas, los hórreos del Antiguo Testamento,  que iniciaron su expansión hacia la  “Creciente Fértil”  desde  las estribaciones montañosas al norte de Urkesh hacia el V milenio a.c. (Bucellati, 2007).
Otro relato bíblico que invitaría a desestimar al emplazamiento sumerio de Urim, como la ciudad natal del patriarca, es Génesis 8:4. Si bien,  la tradición cristiana nos hable del “Monte Ararat” como el lugar donde encalló definitivamente el Arca de Noé, realmente el texto bíblico no afirma tal cosa.
« Y hat-tê-ḇāh/ el Arca encalló en el séptimo mes de siete y en el décimo días del mes,  ‘al hā-rê ă-rā-rāṭ/ sobre las montañas de Ararat » Génesis 8:4 Biblia Ortodoxa Hebrea. 

Siendo “Ararat” la palabra hebrea para denominar al “País de Urartu” (Nacar-Colunga, 1966) y que, como ya hemos comentado, es la región origen de los hórreos.  Por otro lado, y en referencia a las “montañas de Ararat”, las estribaciones que relata el texto bíblico, el relato de Atraḥasîs también nos habla del  monte/montañas “Niṣir/Nimuš” – Botteró (1998)  sugiere que se trata del actual monte Pi Omar Gudrun en los montes Zagros, según la versión en acadio-babilónica ninivita del “Poema de Gilgameš” para la Biblioteca de Ashurbanipal, 1300-1000 a.c. aprox. – en Urartu para la versión kassito-babilónica. Como nota al margen, decir que las versiones no sumerias del relato diluviano insisten en situar topográficamente el lugar del final emplazamiento del arca lejos de la Baja Mesopotamia, aunque a su mentor, Atraḥasîs/Utnapištim, lo sitúan, para el resto de sus días,  en el “Dilmun“, el “Eden mesopotámico”, convertido ya en el “Muy Sabio”. Digo esto, porque en la primigenia versión sumeria, Ziusudra, el “Noé sumerio”, si desembarca en las costas del Golfo Pérsico. De ahí, posiblemente, la incorporación en el texto de Ezequiel 27: 23 de “Eden”,  dentro de una topografía  exclusivamente hurrito-urartea en un contexto neo-asirio.

Un segundo punto de la hipótesis patriarcal hurrita, se basa en que la emigración hacia Canaán de Abraham, fue la respuesta a un primer periodo de severa sequía acontecido en el Medio Oriente entre el año 2300-1800 a.C. (Arie S. Issar, 2007) – El segundo llevaría a la “Época Oscura” y al tránsito entre la Edad del Bronce y la del Hierro en el siglo XII-IX a.c. aprox. Aquí habría que incidir en la importancia del ciclo pluviométrico en las economías de las culturas afectas al Levante Mediterráneo y a la parte nor-oriental de la “Creciente Fértil”. Recordar que su panteón habilita siempre al frente imprescindible “Dioses de las Tormentas” en su ciclo mitológico. Léase Ugarit, Alalakh, Aleppo, etcétera, como consecuencia de ello. De hecho,  las corrientes migratorias provenientes del “País de Ḫurri” también se asentaron en el Levante Mediterráneo por esas fechas, finales del III y principios del II milenio a.c. – Corroborado por los textos de Ebla y en relación con la cuenca media del Eufrates,  la región entre el río Balikh y la costa mediterránea hasta las estribaciones de los montes Tauro, Léase Tuttul, Emar, Harrān y Mari, donde no aparecen referencias hurritas anteriores a esas fechas. En el caso de Canaán, los hurritas conquistaron varias ciudades-estado cananitas, fortificándolas. Acontecimiento, el anterior, que también es coincidente con las invasiones hicsas de Egipto y probablemente consecuencia de ese mismo acontecimiento climático.
Aunque no hay consenso generalizados sobre su origen de los denominados en griego “hicsos”, probablemente, éstos  partieran hacia su conquista de Egipto de los diferentes enclaves hurritas situados en Canaán. (Mazar, 1990).  Se conoce que en el transcurso del III milenio a.c., el norte del Mediterráneo meridional levantino estaría habitado por  semitas y no semitas sobre un estrato anterior de poblaciones de etnia mediterránea. (Haas, Nathan, 1973) – Haas y Nathan encontraron en enterramientos datados en el Calcolítico Medio de la zona tanto individuos de etnia mediterránea como de procedencia anatólica u oriental sin especificar.- A. Archi (1984)  sustenta que tales poblaciones no semitas son šubarteas, provenientes del curso medio del Tigris,  y que se extendieron hacia la costa mediterránea y la cuenca del Khabur/Ḫabur  a finales del “Periodo de Ebla”, III milenio a.c. En igual sentido, Gelb (1961), afirma que un principio la región cananita está poblada por una etnia indefinida, posteriormente por semitas occidentales, léase amorritas, y más tarde por hurritas. Por último, existe  la evidencia de  la antigüedad de la capital hurrita de Urkish, IV milenio a.C.  Así como el temprano intercambio  lingüístico entre el idioma hurrita por un lado, y el acadio, amorrita y cananita por otro (G. Wilhelm, 2008).
En resumen y como referencia,  el “País de Ḫurri” debe ser  integrado en lo que viene a denominarse como  “Cultura Transcaucásica Temprana”.  Las excavaciones realizadas en Tell Mōzan, antigua Urkesh, nos habla de su vinculación con el noreste de la Península de Anatolia, y la actual Armenia y Georgia desde el III milenio a.c. La “Cultura de Kurá-Araxes”, y su impronta se extenderían desde Georgia al oeste de Anatolia y desde el nor-oeste de Siria hasta enclaves del Cáucaso y el suroeste de Canaán entre el IV y el II milenio a.C.  aproximadamente. Asi pues, los hurritas posiblemente provengan del norte o noreste, estableciéndose,  en un primer momento,  en la región montañosa norteña del “Transtigris” durante el V milenio  a.c. aprox., extendiéndose, posteriormente, hacia el este de Anatolia durante el III milenio a.c.  Su más antigua evidencia textual corresponde al reinado de Narām-Sîn de Akkad, finales del III milenio a.c.,  en la región noreste del Tigris,  si bien se conoce la presencia hurrita en la cuenca del Khabur durante el Periodo Antiguo Acadio.  Su testigo escrito se debe a que éstos pueblos se desplazaron a lo largo de las fronteras del Imperio Acadio y, posteriormente,  de la III dinastía de Ur. , constatando sus diferentes enfrentamientos con éstos estados.
Durante el Bronce Medio, 2000-1600 a.c. aprox. y en interludio guteo  entre el Imperio Acadio y la III dinastía de Ur, y según un texto en acadio encontrado en Samarra por F. Thureau-Dangin (1912),  se relata la existencia del soberano  Atal-šen quien afirma ser “Rey de Urkesh y Nagar”.  Por otro lado,  un segundo texto ya redactado en hurrita y encontrado al norte de Tell Mōzan, nos habla de Tiš-Atal, “Rey de Nínive” –  Un rey que aparece paralelamente en textos del elamita “Reino de Eshnunna” y datados entre  el 2037-2029 a.c.,  aprox. – Apuntar aquí,  que el bíblico Nimrod fue el genesíaco constructor de la ciudad que posteriormente  fue reedificada por los asirios en el I milenio a.c.  En tal sentido, G. Herrmann (2007) sugiere que la fundación de Nínive es urartea, evidenciando la existencia de un estado hurrita a  finales del III  y principios de II milenio a.c.,  en la Alta Siria y en Mesopotamia y que según los textos de la ciudad de Mari, 1800-1700 a.c., aprox. comprendería la franja nor-sirio mesopotámica y el triángulo que forma con el río Ḫabur. En definitiva, el núcleo del posterior imperio mitanno.
 «Y Yehoshua/Josué dijo a las Kol HaAm/Voces de su Pueblo, así dice Hashem Elohei Yisroel: Hace mucho tiempo, los Avoteichem/ancestros  habitaban a la otra orilla del Río, incluyendo Terach, Avi Avraham, y Avi Nachor,   y ellos sirvieron/adoraron  a elohim acherim/dioses extranjeros.» Josué 24:2 Biblia Ortodoxa Hebrea.

Mitanni
A pesar de las derrotas a manos de los hititas, los hurritas continuaron su expansión y migración, esta vez hacia el sur. El saqueo de Babilonia a manos del rey hitita Mursil I y el consiguiente ascenso de una dinastía casita en esta ciudad, unido a un periodo de debilidad en Hatti tras el asesinato de Mursil, provocó un vacío de poder en el que apareció un nuevo reino hurrita, Mitani. A pesar de las derrotas iniciales a manos del faraón Tutmosis III, Mitani logró contener el avance egipcio y pronto se convirtió en una gran potencia durante el siglo XV y comienzos del siglo XIV a. C., llegando a saquear Assur. El ascenso del poder hitita bajo Shubiluliuma I (mediados del siglo XIV a. C.) arrebató a Mitani la mayoría de su territorio y lo redujo a un pequeño estado vasallo, que fue posteriormente incorporado a Asiria en la época de Salmanasar I.

Entre los vasallos de Mitani, hubo otros reinos hurritas de especial importancia; junto a los ya mencionados Alepo, Alalakh y, posiblemente, aunque durante un corto período, Kizzuwadna, cabe destacar el reino de Arrapha, centrado alrededor de la moderna Kirkuk, y que fue incorporado al imperio asirio durante el siglo XIV a. C.

Mitanni o Mitani fue el nombre de un antiguo reino ubicado en el norte de la actual Siria, también conocido como Naharina. Se puede considerar que el reino Mitanni existe desde antes del 1500 a. C.
Como concepto geográfico, este nombre se utilizó más adelante para designar también a la región comprendida entre el río Jabur y el río Éufrates en la época neoasiria. El nombre Mitanni se habría conservado entre los kurdos (la tribu Motikan) que habitan justo los mismos territorios que el antiguo reino. Mitani fue un estado feudal dirigido por una aristocracia militar que llegó a la zona en torno al 1800 a. C. o al 1700 a. C. y que llegó a adquirir una gran importancia en torno al 1600 a.C., debido a su privilegiada situación a orillas del río Orontes y entre los imperios asirio, egipcio e hitita. Este reino habría sido conquistado por Asiria, quedando anexionado en 1270 a. C. y convertido en el virreinado o provincia de Hanigalbat.
Mitani se extendía desde Nuzi, cerca de Kirkuk, y el río Tigris en el este, hasta Alepo y Siria en el oeste. Su centro estaba en el valle del Jabur, con dos capitales: Taidu o Taite, y Wassugani (denominada en las fuentes asirias como Ushshukana), que aún no ha sido localizada con total seguridad, ​ y por lo tanto no ha sido excavada. Toda su superficie permitía la agricultura sin necesidad de irrigación artificial. Su clima era muy parecido al asirio y estaba poblado por indígenas hurritas y otras gentes que hablaban el lenguaje de los amorreos (Amurru).
Mitanni fue probablemente un término nativo del país. Los hititas llamaban al país Hurri o Jurri y en un texto de Mursili I (siglo XVI a. C.) se cita a un "rey de los hurritas". Los asirio-acadios lo citan como Hanigalbat (Janigalbat) y los asirios no usaron el nombre Mittani hasta una época en la que ya el reino no existía (indicando entonces un término geográfico y no político). Los egipcios lo citan como Naharina (en asirio-acadio quiere decir "río"). Mitanni es mencionado por primera vez en las fuentes egipcias sobre el 1480 a. C. en las memorias de un oficial egipcio llamado Amememhet, que sirvió a Amenhotep I (en torno al 1525-1504 a. C.) y tal vez a sus dos sucesores.
La etnicidad u origen de los mitanni es difícil de discernir. Un tratado sobre el entrenamiento de caballos de carros de guerra de Kikkuli contiene un buen número de glosas de origen indoario. Kammenhuber (1968) conjeturó que este vocabulario derivaría de una lengua cercana al proto-indoiranio aunque Mayrhofer (1974) demostró que presentaba características específicamente indoarias.
Los nombres de la aristocracia de Mitanni frecuentemente son de origen indoario, pero son los nombres de sus deidades los que traslucen raíces léxicas indoarias (asociadas a nombres como Mitra, Varuna, Indra, Nasatya), aunque algunos piensan que estos nombres podrían estar relacionados con la influencia de los casitas (kašku). ​ La lengua común del pueblo era el idioma hurrita, que no es una lengua indoeuropea ni semítica pero que muestra características tipológicas a las lenguas caucásicas nororientales, de hecho algunos lingüistas han conjeturado un parentesco con estas lenguas (ver hipótesis alarodiana). Lo único seguro es que el hurrita está filogenéticamente emparentado con el urartiano, formando la familia hurrito-urartiana. Un pasaje en hurrita en las cartas de Amarna  que usualmente están escritas en acadio, la lingua franca de ese tiempo señala que la familia real de Mitanni también hablaba usualmente hurrita.

Primeras menciones
Se cree que las tribus enemigas hurritas y las ciudades-estado se unieron bajo una sola dinastía, gobernada por una élite indoeuropea, tras el colapso de Babilonia debido al saqueo hitita de Mursili I en 1595 a. C. y la invasión de los casitas. La conquista hitita de Alepo, la debilidad de los reyes asirios del momento y las luchas internas de los hititas crearon un vacío de poder en el norte de Mesopotamia. Esto llevó a la creación del reino de Mitani. Los nombres indo-arios se reflejan sobre todo en la onomástica de los reyes y de los dioses mitanios. Por otra parte, el componente hurrita fue el transmisor de la vieja cultura sumeria.
La primera mención escrita de Mitani o Janigalbat figura en la versión acadia de los textos hititas de Bogazköy, correspondientes al reinado de Hattusili I. Khanigalbat y Mitani se usan indistintamente, aunque el primer término es más antiguo. Asimismo, Jurri y Mitani son términos estrechamente relacionados, pues corresponden a territorios vecinos de la misma comunidad lingüística, habitualmente gobernados por el mismo monarca. Sin embargo, geográficamente, Hurri se corresponde con la Alta Siria, entre el Cáucaso y el lago Van, mientras que Janigalbat está en la Alta Mesopotamia, al norte y nordeste de la anterior, entre los ríos Tigris y Éufrates.

Organización del Estado
La idea que se tiene de la historia de Mitani es forzosamente vaga, porque se dispone de pocos datos, y además proceden del exterior; principalmente, las cartas de Amarna y las introducciones históricas de varios tratados hititas hallados en Bogazköy. El estado de Mitani llegó a adquirir una importancia capital en torno al 1600 a. C. debido a su privilegiada situación entre los imperios Asirio, Egipcio e Hitita. Alcanzó su máximo poder en el siglo XV a. C., expandiéndose al sudoeste hacia Siria, donde logró contener a Egipto, hasta ser sustituido por Hatti como potencia dominante en el siglo XIV a. C.
Contando con un ejército que introdujo mejoras determinantes como los carros de guerra y una potente caballería, la maquinaria bélica Mitani infligió varias duras derrotas al inmenso Egipto faraónico y llegó a invadir Asiria (hecho que aún los historiadores no se explican dado el potencial bélico del imperio semita).
Mitani no conseguiría mantener su territorio a salvo de conquistas. Por un lado, el territorio entre el alto Éufrates y el Tigris había sido objetivo de la expansión hitita desde los tiempos de Hattusili I. Por otro lado, tras las derrotas de los hicsos, los faraones egipcios trataron de reconquistar los territorios de Retenu que una vez poseyeron en el norte de Siria. El auge hitita y los conflictos dinásticos de Mitani debilitaron el reino, siendo eventualmente subyugado por una resurgida y de nuevo poderosa Asiria, tan solo 250 años después de su surgimiento. Nos dejaron un valioso legado destacando su innovadora organización administrativa y un refinado arte con influencias diversas, tanto arias como semitas y egipcias.
Según la documentación más antigua y los análisis realizados en las últimas investigaciones, parece probado que el reino hurrita de Mitanni tuvo su origen entre las gentes que ocupaban la Alta Mesopotamia, sumándose dos factores: 
Un pueblo de lengua aglutinante, cuya documentación escrita ya es conocida desde el II milenio. Tal vez su procedencia originaria habría que buscarla entre las llanuras de Asia Central. La primera ciudad hurrita conocida es Urkis, tal vez sede del primer principado o centro político hurrita, ciudad santa y patria del dios Kumarbi, padre de los dioses. Conocemos población hurrita como comerciantes de Kültepe / Kanish y otros lugares de Asia Menor, en las ciudades – Estado con soberanos hurritas y en las ciudades – Estado no hurritas de Siria, como Mari, Alalakh y Alepo. También obreros, artesanos y comerciantes son citados en distritos diferentes y lejanos como los archivos de Mari. 
A mediados del II milenio, tribus procedentes tanto de las tierras altas anatólicas como de las iranias, denominados “Pueblos de las montañas” cuyo componente principal sería el elemento indoario, irrumpieron en el Oriente Próximo. Con la llegada y asentamiento de estas tribus, se introduce un elemento nuevo que aporta numerosos factores, como son la lengua y términos indoarios; técnicas y conocimientos nuevos, entre los que sobresale la cría y doma de caballos; una élite guerrera que usa el caballo y el carro; aparición de nombres de etimología indoaria, similares al persa antiguo y al sánscrito; aparición de nombres de dioses como Indra, Mitra y Varuna, Nasatya, invocados en textos hititas y hurritas. 
Aunque los inicios de Mitanni están muy probablemente relacionados con la llegada de estos grupos indoarios, sus comienzos son todavía muy inciertos. Se supone que se produjo un lento proceso que tuvo como resultado final la fusión entre las formaciones políticas hurritas y elementos indoarios. 
Es por eso que no se puede hablar de superposición, sino de fusión de dos poblaciones que formaron un Imperio y una cultura. Esta fusión debió irse gestando paulatinamente culminando en todo su apogeo, apreciable en torno a l siglo XVI a.C. 
Cuando el rey hitita Hattusil I penetró en Siria, se encontró con la oposición de importantes centros hurritas que pudieron hacerse fuertes gracias a dos factores: la excelente organización de núcleos hurritas y las nuevas técnicas bélicas aportadas por el elemento indoario: el carro y los caballos. 
Tal vez el motivo que incentivó y logró la unión política de estos pequeños núcleos fue la necesidad de unirse contra este poderoso peligro común hitita. 
Este fenómeno de aglutinación, fortalecimiento y consolidación de elementos diversos hasta formar un poderos y fuerte Estado centralizado se produjo entre los años 1560 – 1550 a.C. en torno a la ciudad de Wassukani. 

Evolución histórica 
Los comienzos del reino de Mitanni son casi desconocidos y son muy escasos los testimonios que proporcionan alguna información. El más importante que se ha conservado es un sello con el nombre del rey Suttarna, hijo de Kirta, rey de Mitanni. Otro antiguo rey sería Barattarna, citado en una antigua inscripción de un príncipe de la ciudad siria de Alalahk, denominado Idrimi, sometido al rey de Mitanni. Esto demostraría la expansión de este país y su dominio sobre las ciudades fortalezas del corredor sirio: Qatna, Kadesh, Alalakh y Hamma. 
Por lo tanto, Kirta, Suttarna y Barattarna serían los primeros reyes conocidos y documentados de Mitanni. 
Su centro sería ya su capital Wassukani, extendiéndose su reino entre Nuzi hasta Alalah, en Siria. 
En el siglo XV a.C. el expansionismo del faraón egipcio Tutmosis III frenó el auge mitannio sobre las ciudades sirias, produciéndose el enfrentamiento entre ambas potencias, en el que hubo dos momentos clave: 
Expansión egipcia y enfrentamiento egipcio – mitanni, cuando Tutmosis III, al morir Hatsepsut, prosiguió la expansión de Egipto por la franja siria y llevó a cabo 17 campañas en esta zona. En el año 1473, tuvo lugar el choque directo con Mitanni. Tutmosis III venció cerca de Alepo y en Karkemish, firmándose después un primer Tratado de amistad entre las dos potencias. En el año 1471, tuvo lugar un nuevo choque Egipto – Mitanni, en el que venció Egipto nuevamente en Alepo. La lucha con las guerrillas mitannias duró nueve años.
Primer equilibrio internacional. En el año1464, Tutmosis III recuperaba Tunip y Kadesh, enclave ocupado por Mitanni, y se firmó un posible tratado egipcio – mitannio. Tutmosis no volvió a intervenir en Siria, que quedó en poder de Mitanni, que también dominaba Asiria. 
En Babilonia reinaba la Dinastía casita y Hatti se encuentra en período de decadencia. 
Tras la muerte de Tutmosis III de Egipto, se inicia la época de mayor apogeo de Mitanni, con los reinados de Parsatatar y sobre todo de su hijo y sucesor Saustatar, que fue el primer gran rey de Mitanni. 
Dominó Asiria, llevándose a su capital numerosos tesoros, entre ellos, las puertas de oro y plata del templo del dios Assur. Volvió a ocupar gran parte de las ciudades sirias, entre ellas Alepo Fue también príncipe de Arrapha, en Transtriginia y de Mukish en Alalakh, alcanzando la máxima extensión de su territorio, desde los Zagros hasta Siria. 
Reorganizó su reino: de la paz y prosperidad de esta época, nos hablan los textos reales hallados en los archivos de Nuzi. Se iniciaron los primeros contactos diplomáticos con Hatti y sobre todo con Egipto, coincidiendo con el reinado de Amenofis II. 
A Saustatar, le sucedió Artatama I, que mantuvo en su reino este período de paz y prosperidad, mejorando y consolidando las relaciones con Egipto. Así, una princesa mitannia, (tal vez de nombre Mutemuja) fue entregada en matrimonio al faraón Tutmosis IV, iniciándose este tipo de vínculos matrimoniales entre ambas potencias. 
El rey mitannio no mandó a su hija como esposa del faraón egipcio Tutmosis IV hasta que éste se la hubo pedido siete veces, lo que indica que se trataban de igual a igual. Esta princesa debe ser la madre del futuro Amen-hotep o Amenofis III. También la esposa de Amenofis IV fue posiblemente una princesa mitannia, Taduhepa, llamada por los egipcios Nefertiti, hija del mitannio Tushratta, según varias teorías. 
El hecho de que la diosa Sauska Ishtar de la ciudad asiria de Nínive fuese enviada dos veces a Egipto, para curar al faraón enfermo, pariente del rey mitanni, parece probar el dominio de Asiria por Mitanni.  
Esta alianza con Egipto continuó con el sucesor de Artatama I, Suttarna II. Así las princesas mitannias, como esposas y madres de los faraones egipcios, fueron las mejores embajadoras de su país y las garantes de paz y las buenas relaciones entre Egipto y Mitanni. 

Gobernantes de Mitani
Kirta (1500-1490 a. C.)
Shuttarna I, hijo de Kirta (1490-1470 a. C.)
Barattarna, P/Barat(t)ama (1470-1450 a. C.]]
Parsha(ta)tar (1450-1440 a. C.)
Shaushtatar (hijo de Parsha[ta]tar) (1440-1410 a. C.)
Artatama I (1410-1400 a. C.)
Shuttarna II (1400-1385 a. C.)
Artashumara (1385-1380 a. C.)
Tushratta (1380-1350 a. C.)
Artatama II, hermano de Tushratta y apoyado por los hititas (1350 a. C.)
Shuttarna III, usurpador hijo de Artatama, apoyado por los asirios (1350 a. C.)
Shattiwaza, hijo o hermano de Tushratta (1350-1320 a. C.)
Shattuara I (1320-1300 a. C.)
Wasashatta, hijo de Shattuara (1300-1280 a. C.)
Shattuara II, hijo o sobrino de Wasashatta (1280-1270 a. C.), derrotado por Salmanasar I.

Ejército de Mitanni
El poder de Mitanni se basó en la creación de un nuevo tipo de guerrero: el mariyannu (joven guerrero en indoeuropeo). Este arquetipo era el auriga perfecto. Así desarrollaron un nuevo tipo de carro de guerra, ligero, aunque más robusto que el egipcio, con dos caballos, un conductor y el noble. Pero el toque maestro llegó con el uso de las armaduras. Los hurritas desarrollaron la cota de escamas de bronce, que los nobles mitannios usaron para cubrirse tanto ellos como sus caballos, dado que la protección del escudo era muy poco eficaz y se necesitaba una mayor protección frente a los arqueros enemigos. Los veloces carros, dirigidos por un auriga y con un guerrero protegido desde la cabeza a los pies, y equipado con un poderoso arco, y con caballos también parcialmente protegidos, se convirtieron en el núcleo del ejército. El efecto de este ejército sobre la infantería enemiga era terrorífico, y el continuo entrenamiento de los nobles les dio cierta superioridad sobre los cuerpos de carros enemigos. El concepto de maryannu fue rápidamente copiado por todo Oriente, y en él se basaron tanto egipcios como hititas y ciudades estados de Siria y Palestina para mejorar sus carros. De hecho, este tipo de guerrero sería, tras la caída del reino, el mayor legado de este valeroso pueblo, una nueva arma que revolucionaría la Baja Edad de Bronce.

Conquista de la ciudad de Ebla (Siria) 1600 a.C. El rey mitano Mursili o Hattusili derrotó a
Indilimma rey de Ebla, arrasando la ciudad. Autor Luca Tarlazzi

Carro de guerra e infantería de Mitanni

Según las escasas fuentes disponibles, el ejército de Mitanni se organizaba en dos alas de carros (derecha e izquierda), con una retaguardia de infantería no especializada, cuyas funciones eran de apoyo y de sostenimiento del centro del ejército cuando las alas de carros se lanzaban al combate.
Los archivos de Nuzi hacia el 1.400 a.C detallan el equipo de cada carro: dos carcaj con 37 flechas cada uno, arco, látigo, escudo, espada, lanza, casco y coraza escamas de bronce.
El cuerpo de infantería se componía de personal equipado con escudos y lanzas cortas, que no luchaban en falange, sino que se comportaban como una infantería media auxiliar, dando apoyo al sistema de carros. También se usaron corredores, tropas ligeras que corrían detrás de los carros para auxiliar a los aurigas, protegerlos si caían o incluso, apoyar en sus ataques a los carros enemigos.
También se reclutaron tropas de infantería ligera entre feroces tribus menos culturizadas, como los Apiru, que luchaban como hostigadores, y que eran conocidos tanto entre los egipcios como entre los Mitanni.
A pesar de contar con recursos humanos inferiores a los de Egipto y los hititas, los mitannios, con la ayuda de las ciudades estado subyugadas, y desplegando un buen número de nobles maryannu, se batieron con dureza a lo largo y ancho de Oriente Próximo.
Fueron especialistas en la cría y doma de potros, y se les atribuye las primeras carreras de carros, de ellos aprenderían más tarde los hititas.
El imperio de Mitani o reino de Mitani como mejor prefiera llamársele, duró poco más de dos siglos y su capital fue Washukanni. Antes que nada, los dos primeros reyes son legendarios y no se conoce nada acerca de su gobierno más que sus nombres. Kirta instauró el reino alrededor del año 1500 a.C., y Shuttarna I se encargó de asentarlo. El tercer soberano, Barattarna es de quién se tienen muchos más datos y su existencia está comprobada gracias a tablillas cuneiformes. Los primeros en enfrentarse a los hurritas mitanes fueron los egipcios. Estos luego de varios meses de campaña consiguieron hacerse con parte de Fenicia en la zona de Palestina actual. Del sucesor Parshatar no se sabe mucho, pero tal parece que durante estos años, mediados del siglo XV a.C. aprox., Alepo volvió a Mitani.
Shashtatar fue el nuevo rey de Mitani quién saqueó Assur llevándose tesoros importantes y tal parece que Asiria, débil por aquel entonces, fue obligada a pagarle tributo a los hurritas. Luego le sigue Artatama I y a éste Shutamma II, el cual pactó con los egipcios, según atestiguan numerosas cartas y textos hallados. Esto no parece tan descabellado debido a los ricos tesoros de Egipto y otros recursos que Mitani necesitaba. Además al parecer ambos países se necesitaban en contra de los hititas los cuales venían azotando las fronteras de los hurritas. Luego tenemos a los reyes Artashumara, el cual fue asesinado rápidamente tras asumir. Lo sucedió Tushratta, su hermano. Aquí empezó una serie crisis en la cual Egipto se alejó mientras que hititas y asirios seguían presionando la frontera. Por otro lado, los estados vasallos de los hurritas comenzaron a revelarse apoyados por los hititas, los cuales después terminaron invadiendo el Imperio Mitani sembrando el caos y la destrucción, empero no pudieron tomar la capital y se asentaron más en la zona de Siria. Al parecer durante esta era de expansión hitita sería cuando estos tomaron el carro de combate, aquella arma que tantas victorias les había dado a los hurritas. El siguiente rey fue Artatama II, el cual junto con Shuttama III pasaron por momentos de incertidumbre. El primero fue apoyado en subir al trono por los hititas y el segundo por los asirios, los cuales ya parecían hacer planes para repartirse aquel pastel gigante que era Mitani y que sólo parecía interrumpir la expansión de estos dos pueblos. Después llegó Shattiwaza, quién se alzó con el poder, cuando los hititas tomaron Carchemish y parte de la zona oeste al Éufrates, asegurándose territorios que servirían de escudo ante Asiria. 

El siguiente rey fue Shattuara I, el cual fue humillado tras ser hecho prisionero y llevado a la misma Assur, donde fue comprometido por el asirio Adad-nirari a pagar tributo. El sucesor del soberano hurrita fue Wasashatta, el cual se rebeló abiertamente contra los asirios, pidiendo ayuda a los hititas inútilmente, pues estos prefirieron ocuparse de sus propios asuntos. Sí fingieron que iban a ayudarlo recibiendo el dinero, pero jamás fueron a su socorro. Los asirios entonces llegaron a Taidu y tomaron muchas otras urbes más entre ellas Nabula, Kahat, Amasakku y Hurra. También cayó Irridu, y el rey Wasashatta y toda su familia fueron capturados. El destino de la familia real es incierto, pero tal parece que ocuparon alguna provincia vasalla. Adad nirari entonces tomó el título de gran rey. Aparentemente con Wasashatta el Imperio Mitani, si es que aún se le puede llamar así, llegó prácticamente a su fin. El reino hurrita que más se había desarrollado e intentado preponderar en un estado y territorio, cuyo levantamiento y consagración, les había costado sangre y esfuerzo, ahora llegaba a su fin. Hubo aún uno más que podría llegar a ser considerado como rey de Mitani, si bien algunos prefieren no incluirlo en la lista. Primero esta Shattuara II, quién durante el reinado del asirio Shalmaneser I, se rebeló con la ayuda de los hititas. El ejército sublevado estaba bien preparado, pero el monarca asirio no tuvo piedad y mató a casi 15 mil, cegó a muchos otros, y destruyó lo que quedaba de las ciudades hurritas incluyendo Taidu e Irridu. Los pueblos identificados como hurritas fueron finalmente deportados y esparcidos perdiéndose por diversos lares. Los pocos que quedaron sobre el antiguo territorio de Mitani, después se vieron enfrascados en una lucha entre hititas y asirios. Estos últimos perdieron territorios orientales, a causa de invasiones como la de las tribus arameas, alrededor de un siglo más tarde de la caída de Mitani como entidad política totalmente autónoma. Respecto a los pueblos hurritas que se asentaron en Palestina y Siria, se terminaron mezclando y usando otros idiomas, primero el acadio y después el arameo.


Kirta fue un rey legendario, al que se atribuye la fundación de la dinastía de Mitani. Supuestamente reinó en el siglo XVI a. C.
Se carece de inscripciones sobre su reinado. Un relato épico en una tablilla de Ugarit narra de forma novelada la historia de su vida:
Una vez muertos todos sus hijos y su esposa, el rey tuvo un sueño, en el que se le apareció el dios creador, que le instruyó para pedir ayuda a Baal, dios de la lluvia, para lo cual, emprendió una expedición a fin de conseguir una nueva esposa. En el camino, encontró un santuario de la diosa Asherah, a la que prometió ofrecer una estatua de oro, si encontraba esposa.
Kirta encontró esposa, con la que tuvo varios hijos, pero olvidó su promesa a la diosa, que le castigó con una enfermedad. Durante la misma, su hijo mayor trató de derrocarle, pero él le lanzó una maldición, momento en el que acaba el texto.

Shuttarna I rey de Mitani, hijo de Kirta, que reinó a comienzos del siglo XVI a. C.
La única referencia escrita que existe de este rey, que es además la primera de Mitani, es un sello real, encontrado en Alalakh, con la inscripción «Shuttarna, hijo de Kirta, rey de Mitani».

Barattarna fue un rey de Mitani que reinó en la primera mitad del siglo XV a. C.
Se considera rey de Mitani, aunque en una inscripción de su vasallo Idrimi de Alalakh, aparece como «rey de las tropas hurritas». Su reinado coincide con un período de decadencia del Imperio hitita, y de relativa inactividad de Egipto, por lo que pudo expandirse hacia el oeste, ocupando Aleppo.
Las fuentes egipcias no le mencionan, aunque se puede deducir que fue el rey al que derrotó Tutmosis III en la batalla de Megido en 1447 a. C., cuando las tropas egipcias se enfrentaron a una coalición siria liderada por la ciudad de Qadesh, en la que participó Mitani. También hacen mención de una segunda expedición del mismo faraón, que habría navegado por el Éufrates y derrotado a los mitannios. En cualquier caso, las victorias egipcias no supusieron ganancias territoriales.
Después de Barattarna, aparece el nombre de Parshatar en una inscripción de Nuzi, pero no se sabe si en realidad se trata del mismo Barattarna, o si se trata de otro rey desconocido, del que nada se sabe.

Parsatatar, Parshatatar, Paršatar, Barattarna o Parattarna (del védico, Para-sastar, "aquél que castiga a los enemigos",​ — c. 1425 a. C.) fue el nombre de un rey hurrita de Mitanni (o Naharina, como lo conocían en el Antiguo Egipto) en el siglo XV a. C.
Existen pocos registros de Parsatatar, pues las fuentes de la propia Mitanni son escasas. La mayoría de la información sobre el reino, especialmente su historia temprana y reyes proviene de registros externos al estado. Las fechas de los reyes pueden deducirse mediante la comparación de la cronología de Mitanni con la de otros estados, especialmente con el Antiguo Egipto. ​ La información se encuentra en la biografía de Idrimi de Alalaj (que llegó a ser la capital de Alepo). ​ Parsatatar conquistó la zona e hizo de Idrimi su vasallo. Idrimi llegó a convertirse en rey de Alepo.
Mitanni en ese momento, probablemente se extendía hasta Arrapḫa en el este, Terqa en el sur y Kizzuwatna al oeste. Los textos de Idrimi nos informan que Parsatatar, como rey de Mitanni extendió su territorio, y por tanto, presumiblemente, contemporáneo de los reyes tutmósidas egipcios. Probablemente, sería el que se enfrentara al faraón Tutmosis I, al principio de su reinado, en su campaña en el río Éufrates, en su expansionismo por la zona Siria-Palestina, alrededor de 1493 a. C. Parece probable que el reino de Mitanni estuviese detrás de la coalición rebelde formada en torno al gobernante de Kadesh para enfrentarse al faraón Tutmosis III en la Batalla de Megido. La información sobre su muerte es mencionada en un registro de Nuzi que data la fecha de la muerte de Parsatatar, posiblemente alrededor de 1425-1420 a. C. ​
Su hijo Sausatatar le sucedió como rey de Mitanni.

Mapa del reino de Mitanni del tiempo de Parsatatar.

Shaushtatar rey de Mitani, reinó en la segunda mitad del siglo XV a. C.
Era hijo de su antecesor en el trono, ya fuera éste Barattarna o el desconocido Parshatar. Su sello real se encontró en una carta del archivo de Nuzi. En un tratado posterior en más de un siglo a su reinado, se afirma que conquistó y saqueó Asur, la capital de Asiria, de donde trasladó unas puertas de oro y plata a su propio palacio de Washshukanni. ​
Logró aumentar la influencia de Mitani en Siria, coincidiendo con la renuncia a la política exterior de Egipto, gobernado por la faraona Hatshepsut.


Sello real de Shaushtatar

Artatama I rey de Mitani, que reinó a finales del siglo XV a. C.
Se sabe poco de su reinado porque no ha dejado inscripciones. Las cartas de Amarna le mencionan como antepasado que estableció una alianza con Egipto. Fue el primero de los reyes de Mitanni que estableció una política de alianzas matrimoniales con los faraones, política muy beneficiosa para el desarrollo del país, porque le permitía acceder al oro egipcio. Por eso, casó a una hija con Tutmosis IV, aunque se hizo pedir la mano hasta siete veces, subrayando así la independencia política y el prestigio del reino de Mitani. 

Shuttarna II rey de Mitani que reinó a principios del siglo XIV a. C.
Hijo de Artatama I, continuó la política de alianzas matrimoniales con los faraones iniciada por su padre, casando a su hija Giluhepa con Amenhotep III. Los acuerdos diplomáticos entre Shuttarna II y Amenhotep III figuran en las cartas de Amarna. ​
Durante su reinado, Mitani alcanzó altas cotas de poder y prosperidad. Compartía frontera con Egipto en el norte de Siria, desde Alalakh en el oeste, siguiendo aproximadamente el curso del río Orontes. Por el este, Asiria era por entonces su reino vasallo. Los hititas intentaron una invasión por el norte, pero fueron derrotados.

Artashumara rey de Mitani que reinó supuestamente en la primera mitad del siglo XIV a. C.
Era hijo de Shuttarna II, pero no se sabe nada de su reinado. En realidad, ni siquiera se sabe a ciencia cierta si llegó a reinar, o fue simplemente un pretendiente al trono. En cualquier caso, si llegó al trono, sería por muy breve plazo, siendo asesinado, y sería sucedido por su hermano Tushratta.

Tushratta fue el noveno rey de Mitani. Reinó de 1380 a 1350 a. C., aproximadamente, con los títulos de Rey de Mitanni y Rey de Khurri.
Al morir el rey Shuttarna II, su sucesor fue su hijo Artashumara, quien gobernó durante unos pocos años antes de ser derribado por un complot que sentó en el trono al hermano de este, Tushratta, menor de edad, y del que se pensó que fuese una marioneta; pero Tushratta demostró estar bien curtido en las intrigas cortesanas y se deshizo sin mayores problemas de los asesinos de su hermano.
En aquellos años Mitani vivía acosado por todos sus flancos por reinos e imperios con afanes claramente imperialistas. De todos ellos el más peligroso era los Hati, pueblo guerrero de Anatolia cuyo monarca, Suppiluliuma I comenzaba a expandir sus territorios por el norte de Siria, acercándose peligrosamente al área de influencia mitanio. La excusa que daría comienzo a las hostilidades entre ambos países fue el apoyo que otorgó Suppiluliuma a otro hermano de Tushratta, también candidato al trono, que se autoproclamó Artatama II, "Rey de los hurritas".
Así, aunque teóricamente apoyaban la candidatura del usurpador Artatama, los hititas trabajaron por propio interés, comenzando a adueñarse del Alto Éufrates y del Líbano, tejiendo además una complicada madeja de alianzas con los príncipes sirios en detrimento de Mitani. Desesperado por el cariz que estaban tomando las cosas, Tushratta fomentó la amistad con el principal rival de los hititas, Egipto, y hace casar primero a su hermana Giluhepa y después a su hija Taduhepa con el faraón Amenhotep III. Como contrapartida, el egipcio apoyó a Mitani y le envió oro con el que financiar una guerra contra Artatama y los hititas. 
Comprendiendo que una guerra entre una coalición de hititas y sirios y otra de egipcios y mitanios estaría demasiado igualada, el hábil Suppiluliuma optó por esperar una ocasión más propicia que no tardaría mucho en llegar: la muerte de Amenhotep III y la subida al trono de un nuevo faraón, su hijo Amenhotep IV, quien después tomaría el nombre de Ajenatón. Pese a los esfuerzos de Tushratta por mantener la amistad con el faraón (tal y como registran las cartas de Amarna, en donde recuerda a Ajenatón y a la reina madre Tiy su amistad con el país, y les conmina a que le echen una mano frente a los hititas), Ajenatón demostró no mantener el mínimo interés ni por Mitani ni por las colonias egipcias en Siria-Palestina, y no contestó a las peticiones de ayuda tanto militar como económica de su "hermano" mitanio.

Tablilla cuneiforme con una carta de Tushratta a Amenhotep III. Museo Británico.

Desesperado, Tushratta trató de recomponer sus alianzas con los principados sirios, pero ya la mayoría estaban bajo la influencia hitita, y Suppiluliuma no tardó en invadir Mitani y llegar a su capital, de dónde huyó Tushratta y toda su corte. Aquel modesto reino, que en su tiempo había sido la llave de Siria, tenía los días contados y no pasó mucho hasta que fue completamente devorado por hititas y por asirios. La reacción de Egipto llegó demasiado tarde, haciendo retroceder a Suppiluliuma a la fortaleza de Qadesh. La guerra entre ambos imperios acababa de comenzar, pero Mitani ya no existía como tal.
Tushratta murió asesinado por uno de sus hijos, y con ello comenzaba la guerra civil que desintegraría del todo Mitani. Artatama II, el favorito de los hititas, y su hijo Shuttarna III, el de los asirios, acabaron por perder apoyos frente a un hermano o hijo del difunto Tushratta, Shattiwaza, que gobernó como títere de los todopoderosos hititas.

Artatama II fue un usurpador del trono de Mitani, que reinó brevemente hacia 1350 a. C.
No se sabe si era hermano de Tushratta, o si pertenecía a una línea rival para la sucesión. Primero se hizo coronar rey de Hurri, y luego, aliado con el hitita Suppiluliuma I, intentó acceder al trono de Mitanni, siendo ambos derrotados en una primera intentona. Sin embargo en un segundo intento, derrotaron y asesinaron a Tushratta, reinando brevemente, antes de ser sucedido por su hijo Shuttarna III.

Shuttarna III rey de Mitani, que reinó brevemente hacia 1350 a. C.
Hijo del usurpador Artatama II, le sucedió en el trono de Hurri, y también en el de Mitani, donde trató de mantenerse con ayuda de Asiria, que a su vez estaba intentando renacer como potencia regional, pero fue derrotado por los hititas, que instalaron en el trono a Shattiwaza.

Shattiwaza rey de Mitani que reinó en la segunda mitad del siglo XIV a. C.
Hijo de Tušratta, tuvo que huir cuando su padre fue asesinado, presentándose en la corte hitita de Suppiluliuma I, donde solicitó ayuda para recuperar su trono. El rey hitita le acogió con benevolencia, le concedió la mano de su hija y le proporcionó tropas, con las que derrotó al usurpador Shuttarna III y accedió al trono. ​ Con esta maniobra, Suppiluliuma se aseguraba un estado escudo que le separaba de la potencia emergente de Asiria.
Fue el único rey mitanio que utilizó dos nombres oficiales. El primero, Shattiwaza, Mattiwaza, o Kurtiwaza, era de origen indoeuropeo. El segundo, Kili-Teshup, era de raíz hurrita. Supuestamente lo hizo para complacer a los dos segmentos de población que formaban el reino de Mitanni.
A la muerte de Suppiluliuma, hacia 1322 a. C., finalizó el apoyo hitita, lo que fue aprovechado por el asirio Aššur-uballit I para invadir Mitani, que entró en fase de decadencia final, quedando dividido en dos partes, una como protectorado hitita al oeste, y otra, como provincia asiria de Ḫanigalbat.

Shattuara I rey de Mitani, que reinó a finales del siglo XIV a. C. o principios del siglo XIII a. C.
Su título oficial era rey de Hanigalbat, que era como se llamaba entonces la parte del antiguo reino de Mitani que había caído bajo protección de Asiria. Era vasallo de Adad-nirari I, contra el que se rebeló, según una inscripción, siendo capturado y, sorprendentemente, perdonado, pudiendo renovar su juramento de fidelidad.

Wasashatta fue uno de los últimos reyes de Mitani, que reinó a principios del siglo XIII a. C.
Hijo de Shattuara I, y como él, vasallo de Adad-nirari I de Asiria. Su título era rey de Ḫanigalbat, nombre de la provincia asiria mitannia. También como su padre, se rebeló, ​ pero esta vez el resultado fue completamente distinto, pues la ayuda hitita que esperaban no llegó, ya que estaban ocupados en Siria, en pugna con Egipto. Los asirios aplastaron la rebelión y devastaron el país, siendo la familia real mitannia capturada y llevada a Asur.

Shattuara II fue el último rey de Mitani, que reinó en la primera mitad del siglo XIII a. C.
Se cree que era hijo o sobrino de Wasashatta, aunque algunos historiadores creen que se trata del mismo personaje que reinó como Shattuara I. Su título era rey de Ḫanigalbat, como vasallo de Asiria. Su reinado y el fin de la dinastía llegaron a su fin cuando fue derrotado por Salmanasar I hacia 1270 a. C. Según palabras del propia Salmansar: «Un ejército de hititas y de tribus arameas estaban allí. Cortaron los puentes y las fuentes y abrevaderos. En vista de la sed y de la extenuación de mi ejército...arriesgué la batalla y les causé la derrota»


El enfrentamiento hitita-mitannio 
Se produjo en el siglo XV a.C. La subida al trono del rey hitita Subiluliuma cambió el panorama internacional y rompió el predominio egipcio en Siria. 


A la muerte de Shuttarna II, le sucedió su hijo Artassummura, que fue asesinado por un personaje llamado Ud-Hi que pone en el trono a otro hijo de Shuttarna, llamado Tushratta que castigó al asesino de su hermano, mientras que Artatama, tal vez otro hermano, reclama el trono. El país en esta época está dividido en dos: 
Hurri: pacto con Hatti: Artatama II rey de Hurri, pretendiente más débil, pidió ayuda Subiluliuma de Hatti, firmándose un pacto entre el país de Hurri y los hititas. Subiluliuma atacó Mitanni y fue vencido por Tushratta. Pero más tarde se le unieron los príncipes de Amurru y Tushratta fue vencido y asesinado.
Mitanni: Tushratta, rey de Mitanni, pidió ayuda a Amenofis IV, firmándose un pacto entre Mitanni y Egipto. 
Estas guerras civiles acabaron con el poder de Mitanni y sus enemigos terminaron repartiéndose sus despojos en la época de la Dinastía XII egipcia. 

La disgregación de Mitanni 
Mattiwaza, hijo de Tushratta y posiblemente su asesino, se mantuvo en el trono de Mitanni. Fue expulsado por Shuttarna, hijo de Artatama II, yendo a pedir ayuda a Subiluliuma de Hatti, desapareciendo después, víctima de los asirios o de los hititas. 
El territorio que constituía el imperio del reino de Mitanni se lo repartieron sus vecinos más próximos: El principado de Alshe y Asiria. 
Adad – Nirari de Asiria tomó los restos de Mitanni, cuyo rey Shattuara I, pasó a ser vasallo de Asiria. Su hijo Wassahara se sublevó, esperando el apoyo hitita, que no llegó, perdiendo la capital que fue devastada. 
Bajo el reinado de Shattuara II hubo nuevos levantamientos apoyados por Hatti hacia el año 1270, sofocados con gran rigor por Salmanasar I de Asiria. A principios del I Milenio encontramos en la región que ocupaba este reino a los Principados arameos de Tell-Halaf y Guzana, perdiéndose todo recuerdo y dato material de esta importante civilización hasta estos días. 

La civilización mitannia. Lengua, organización del Estado, sociedad y cultura. 
La lengua hurrita era aglutinante. Su estructura gramatical, muy especial, al no conocer los géneros y usar para el sujeto y el complemento directo un caso particular: el ergativo, que no puede definirse ni como el nominativo, ni como el acusativo. 
Los textos hurritas nos transmiten muchos términos y nombres de raíz indoaria, usados en: palabras técnicas de la doma de los caballos, de guerra y de armas. Divinidades y los nombres propios. 
Curiosamente, los nombres de sus reyes son de clara raíz indoaria, en cambio los nombres de las reinas y princesas son hurritas. 
En cuanto a la escritura, los mitannios la usaron pronto, conocidas a través de los sumerios y acadios. En Mitanni se conocen dos tipos de escritura: La cuneiforme acadia, usada desde muy antiguo, que se mantuvo en su cancillería y administración para la documentación oficial con otros estados, y la hurrita, considerada como lengua común y propia, ya que en Mitanni, el elemento indoario se adaptó al hurrita. Los textos religiosos y de carácter mágico, están redactados en hurrita. 
Más adelante, la hurrita fue la única lengua no semita que llegó a escribirse en un alfabeto consonántico sirio. 

Organización del Estado 
A la cabeza del Estado estaba el rey. La monarquía era hereditaria, denominándose con el término hurrita Usryanni al sucesor. Las competencias del monarca eran muy diversas: era administrador de la justicia, supremo jefe militar y conductor del ejército (el rey ocupaba el primer lugar en el combate), máximo ejecutor de la política nacional e internacional. La reina tenía también un papel importante. 
En cuanto a la organización administrativa de Mitanni, dependía del grado de relación y sumisión al rey y al Estado mitannio. 
Los territorios y ciudades sometidos ya anexionados a Mitanni, como las ciudades sirias y Assur, conservaron sus instituciones, tan sólo debían someterse por juramento de fidelidad y realizar ciertas prestaciones. 
Los territorios mitannios estaban distribuidos en provincias. La situación de sus gobernantes era casi autónoma. Es posible que tal vez pertenecieran a la familia real, o estuvieran emparentados con ella. 
El rey disponía de una administración central formada por: comisarios y supervisores; Nish-Biti o “gente de palacio” que vivían en él; funcionarios reales; administradores; escribas; granjeros-jefe, que dirigían las explotaciones reales; gentes al servicio del palacio. 
En la administración provincial, además de sus funcionarios, nombraba: los alcaldes de las ciudades (Hazannu); los ricos propietarios que adquirían el dominio de las tierras; y el Tribunal de la ciudad.  


Sociedad y economía 
Los estudios que se han realizado sobre la sociedad de Mitanni, se basan en los textos de los archivos de Nuzzi y Wassukani. Según Gernot Wilhelm, los mitannios vivían en comunidades relacionadas por lazos de parentesco familiar y de descendencia. 
El rey también tenía asignados ciertos derechos sobre la tierra. Tras el rey, se encontraban los guerreros (Maryannu). Tal vez sean ellos una de las características más sobresalientes, no ya de la sociedad, sino de la cultura mitannia. 
Muchos de los nombres conocidos de estos maryanni son hurritas y no parece que pertenecieran a una etnia determinada. Es posible que se tratara de una nobleza guerrera, o simplemente de una élite militar. Debido a su fidelidad y preparación, estuvieron vinculados con el monarca, que se apoyaba en ellos, recibiendo por esto los maryanni un trato especial en la sociedad, como guardia personal del rey. 
La documentación nos informa también de la existencia de artesanos y profesiones especializadas. 
Mitanni destacaba, sobre todo, por la cría y comercio caballar. 
Se conoce un tratado de Hipología, redactado en lengua hitita. Su autor era un hurrita que empleaba repetidamente en le texto palabras técnicas, derivadas del sánscrito. Por este tratado sabemos que los mitanios se caracterizaban por su habilidad en la cría, doma y monta de caballos, lo que les daba gran importancia en ese momento histórico, ya que de los caballos dependía la efectividad del arma de guerra más importante de la época: el carro ligero de combate. 
A través de Mitanni pasaban importantes rutas comerciales. Sin duda se exportarían productos agrícolas excedentes, armas y caballos. A cambio, debían importar productos deficitarios, principalmente metales, que se necesitaban para la guerra, que eran trabajados por numerosos obreros mitannios. 
Estos obreros y artesanos eran ciudadanos libres, y pagaban sus impuestos al Estado en bienes especies, y productos manufacturados que se almacenaban en depósitos y arsenales. 
Había una clase campesina que a menudo era explotada en posesiones de dominio de tipo familiar y hereditario, denominadas Ilku. 
Las mujeres mitannias, al menos las de condición social y económica elevada, poseían una gran autonomía e incluso poder político y religioso en la sociedad mitannia. Es de suponer que estas princesas educadas en la corte para ejercer su poder, alcanzaran un gran prestigio e influencia como esposas de los faraones egipcios. Pero no gozaban de libertad y privilegios sólo las reinas, también sacerdotisas y damas de cierto rango podían administrar sus propiedades y tenían bajo su autoridad servidores e incluso a sus propios familiares. 

Derecho mitannio 
Este derecho, por definición, tuvo que estar influido por el babilónico. Así, conocemos: Actas sobre el matrimonio: en la ceremonia nupcial mitanni, como en Babilonia, existía el pago de la novia, una suma de dinero y se autorizaba el repudio de la mujer si era estéril. Existía una especie de levirato, es decir, la viuda era propiedad del marido y estaba obligada a casarse con un hermano de este. 
Actas de adopción: Los grandes propietarios aumentaban sus dominios con contratos de adopción. El adoptado pagaba su adopción con un regalo, a cambio de participación en la herencia. El acta Ana Shimti, es una disposición a favor de una persona situada bajo la autoridad del que quiera favorecerla a título particular. El Acta maruti adopta a una persona extranjera, que puede participar en toda la herencia o sólo en un aparte proporcional. 
Las leyes penales de los mitannios eran más humanas que las mutilaciones y suplicios de asirios y babilonios semitas. 
El robo se castigaba con compensaciones en dinero, alcanzando 25 veces el valor de lo robado. 

Religión y cultura 
El largo proceso histórico que sufrió el reino de Mitanni, así como el contacto con otras culturas y su propio carácter heterogéneo, causaría la disparidad de divinidades, cultos y creencias. 

Los dioses nacionales de Mitanni, formaban una tríada: 
Teshub: señor de la tormenta, que destronó a su hermano Kumarbi (como Zeus, también dios de la tormenta, a su padre, Cronos). 
El carro de combate de Teshub era tirado por los toros Seris (el Día) y Hurris (la Noche) y sus santuarios principales estuvieron en Arrapkha (actual Kirkuk) y Halab (Alepo). 
Su pareja era la diosa del amor y la guerra, Shaushka, pero en los territorios del =. era Hebat, parecidas a la Ishtar-Astarté semita. Sol y Luna eran dioses varones, Shimegi y Kushuh, casado con Nikkal (la Ningal sumeria). El dios babilonio de la guerra y los infiernos, Nergal, ocupó un rango superior a ellos.

Herat: su origen probablemente era sirio, asimilada a la religiosidad hurrita como diosa de la fertilidad, se la consideraba como esposa de Teshub. Sus animales eran el león y la pantera.

Sarruma: hijo de ambos, divinidad de la vegetación y renovación de los campos y la vida Sauska: hermana de Teshub, diosa de la sexualidad y de la guerra. Era la divinidad femenina más venerada entre los hurritas. Llega a identificarse con Isthar.

Kumarbi, padre de los dioses;

Astabi, dios de la guerra,

Simiga, dios sanador y de la luz,

Kussur, dios lunar.

También eran adoradas divinidades indoarias:

o   Indra, 
o   Mitra, 
o   Varuna y
o    Nasatiya, sin que se sepa con seguridad si eran divinidades propias de la familia real o si recibían un culto más amplio. 

Eran muy importantes los númenes impersonales de los cielos, la tierra, los montes y los ríos. En general, los dioses eran entidades terribles, más que benefactoras.
Tenemos poca información sobre los ritos, ceremonias religiosas, festividades, objetos de culto e incluso sobre el culto a los muertos. Las necrópolis y enterramientos aún no se han descubierto. 
Con el término Purli, se denominaban los templos, que son grandes edificaciones con patios, entradas laterales, sala y recinto para guardar la imagen del dios. Otro edificio de carácter religioso, era la llamada “Casa de la purificación”. 
La magia tuvo una gran importancia en la religiosidad mitannia. Como en la cultura babilónica, los hurritas practicaban la adivinación a través de las entrañas de los animales y del vuelo de los pájaros. Eran muy apreciadas ciertas prendas como amuletos. Metales como el oro, y sobre todo el hierro, tenían atribuciones especiales protectoras contra males, hechizos y enfermedades. 
Conocemos el nombre de una maga: Azzari, denominada hechicera o curandera que preparaba aceites y ungüentos. 

Manifestaciones artísticas 
En este pueblo y su arte, se combinan las tradiciones mesopotámicas con las de las regiones locales y también en el arte mitannio son claramente perceptibles dos acusadas influencias extranjeras: la egipcia y la egea. 
La mayor parte de los objetos artísticos que nos han llegado de la cultura mitannia proceden del yacimiento de Nuzi, por ello se le llama “Estilo de Nuzi”. 
La gran escultura está representada por el dios de la fertilidad, encontrado en Assur, los relieves de Alepo y las esculturas de Tell-Halaf. 
La arquitectura es casi desconocida, aunque sabemos algo de Nuzi. Merecen mención los restos de las murallas del palacio de gruesos muros. Los hititas deben a los hurritas lo mejor de su arquitectura y de su escultura. Hurrita es el Bit-hilani o edificio construido con un pórtico de doble planta. La fachada estaba flanqueada por muros macizos entre los que se alzaban una o varias columnas de madera que reposaban sobre basas de piedra. 
Las puertas del palacio estaban adornadas con genios protectores, leones o toros. Fue este tipo de construcción el que se copia en los palacios asirios del I milenio y hasta en Babilonia. Una mención particular es la que merece la cerámica de Nuzi, de forma de cubilete con pequeño pie plano, decorada en frisos de gran belleza y finura. La forma más común es la de una copa alta decorada con dibujos blancos sobre fondo marrón: pájaros y otros motivos. 
Los motivos más corrientes en los sellos mitanios son: el Pilar del Cielo, el árbol sagrado y el grifo. 
La arquitectura mitannia es aún desconocida si la comparamos con el legado arquitectónico de otras culturas del Próximo Oriente. Los mitanno-hurritas eran famosos por sus armaduras, placas de bronce y fabricación de armas. 
Quizá la alfarería es la mejor representación que los identifique. Se diferencian dos estilos, el Khabur, caracterizado por sus trazos rojizos con figuras y líneas triangulares, donde no hay efectos redondeados o curvas. Por otro lado tenemos el estilo Nuzi, el cual por lo general está pintado en blanco o marrón. Además destacan en la metalurgia, ya que fueron muy buenos comerciantes de plata, cobre y estaño, intercambiándolo por oro, el cual era escaso en sus tierras o las rutas comerciales que dominaron. Empero, aunque resulte paradójico, se han encontrado muy pocas obras hechas con metales, salvo por algunas figuras de leones descubiertas en Urkesh, y de tamaño pequeño. También fueron buenos músicos, y como ya hemos citado, domadores de los mejores caballos de la región. Respecto a sus principales dioses tenemos a Teshub, (el mismo de los hititas), Hebat, Kumarbi padre de Teshub; Shimegi, el dios del sol; entre otros. Si bien no le daban tanta importancia a los templos como los mesopotámicos, estas deidades y otras más, tenían algunos lugares de culto en diversas urbes.

Próximo Capítulo: Elam y Urartu


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